“Sólo un deseo”
“El amor no es para mí” pensaba Seto Kaiba mientras tomaba su acostumbrada ducha matinal.
Quizás el pensamiento no era consciente, pero siempre se encontraba ahí; cuando despertaba, cuando iba a la escuela, cuando trabajaba hasta tarde en su oficina…y hasta antes de dormir. Eran raras las ocasiones en las que su mente le permitía pensarlo, volverlo consciente, afortunadamente se iba tan rápido como venía.
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Una tarde, en la que se encontraba en clase de literatura, la maestra les asignó la tarea de escribir un poema sobre algo a lo que le temieran.
“Ridículo” fue el primer pensamiento del castaño, quien estaba ansioso por salir de ahí. Y para alivio suyo, la campana sonó y fue libre de retirarse.
Fue directamente a su oficina, donde su hermano ya lo esperaba como era costumbre, y no se perdió entre papeles, llamadas, contratos, proyectos y números.
“Estoy exhausto” pensó, y miró de reojo el reloj en la pantalla de su laptop. Marcaba las 11:30.
Volteó a ver a su hermano, quien dormía plácidamente en un sillón instalado dentro de la oficina de Kaiba.
-Moki, despierta, nos vamos a casa- ordenó, al tiempo que zarandeaba el cuerpo de su hermano, quien al instante se despertó.
-De acuerdo- fue la respuesta del niño, quien tras tomar su mochila y cuadernos se dispuso a salir junto a su hermano.
No tardaron mucho en llegar a la mansión, y tras merendar algo sencillo, ambos estaban listos para ir a dormir.
-Buenas noches Seto- se despidió Mokuba, algo adormilado.
-Buenas noches hermano- respondió aquel, guardando sus deberes en su portafolio. Y en eso, recordó que había olvidado la tarea de literatura.
“¡Qué fastidio!” pensó para sí, y sin pensarlo tomando papel y pluma empezó a escribir.
“Veamos, ¿qué puedo poner? Yo no le temo a nada” pensaba bastante confiado, hasta que aquel pensamiento cruzó su mente, y fue en ese instante que empezó a escribir.
“¿En qué pude afectar? Nadie lo leerá, la vieja sólo pasa a fijarse que hallas cumplido”
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Al día siguiente, la profesora pidió a algunos alumnos como voluntarios para leer sus poemas.
Como era de imaginarse, Tea y Yugi leyeron los suyos, después otros de los cuales Kaiba ignoraba su nombre. A Joseph Wheeler le tocó leer su poema, por reírse del de Tristán.
Justo como Kaiba lo sospechaba; todas aquellas rimas no eran nada comparadas con la suya, pero él jamás leería algo que demostrara lo vulnerable que podía ser. Así que miró su reloj de pulso, en espera de que fuera ya la hora de salida. Diez minutos más tarde obtuvo su deseo y se apresuró a salir.
Nunca se percató de que su tarea había salido de entre su enorme montón de papeles y quedado junto a los documentos desperdigados de Joey, a quien se le había caído su fólder.
Y otra vez más, se encaminó a su corporación.
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Al día siguiente en el almuerzo, Kaiba se encontraba en su árbol favorito, trabajando en su laptop, cuando cierto rubio se le acercó.
-¿Qué es lo que quieres?- preguntó con su tono acostumbrado.
-Cumplir tu deseo- dijo Joey, bastante seguro de sí mismo.
Kaiba alzó la mirada, y en su rostro se podía apreciar la más pura perplejidad. Pero antes de poder articular palabra, los labios del rubio se encontraban presionados con los suyos. Y algo dentro de él le pidió profundizar el beso; pero Seto Kaiba era un hombre racional, así que rompió aquel hermoso contacto.
Joey sólo sonrió y sacando de su bolsa una hoja doblada en cuatro, se la extendió al castaño.
-Se te cayó y por error lo confundí entre mis papeles- dijo Joey, sonriendo nuevamente y regresando por donde había venido.
Kaiba desdobló la hoja con lentitud y vio que era su poema:
“Sólo un deseo”
Que alguien pueda ver
Más allá de mi frío ser.
Que alguien pueda entender
Cuánto me duele no saber:
Lo que significa un beso,
Cuando es lo bastante honesto
Para hacerte entender
Que amar es para lo que uno ha de nacer.
Yo solo quiero sentir,
El por alguien querer morir.
Alguien con quien pueda compartir
Noches enteras sin dormir.
Y poder decir al fin:
“El amor sí es para mí”
¿Será acaso todo una ilusión?
¿Estará destinado a la soledad mi corazón?
¿Es que jamás conoceré eso que se llama amor?
Y se percató que con una letra garabateada estaban escritas las palabras:
Si en tu corazón me dejas entrar
Yo estoy seguro de poderte mostrar
Cuánto alguien te puede amar…
Te esperaré al salir de la escuela
Si es que te interesa la oferta.
Joey
Y tomando el papel entre sus manos, lo guardó cuidadosamente en su bolsillo. Seto Kaiba estaba ansioso por salir de la escuela, pero esta vez no era a su corporación ha donde pensaba ir.