Corría…no sabia a donde…solo lo hacia…
Gotas acristaladas eran derramadas…mis ojos en todo su esplendor ya no tenían aquel brillo…desapareció hace mucho tiempo…el día que te perdí…
No sabia porque aun tenia esperanzas estúpidas de que volvieras…yo sabia que eso nunca ocurriría…tu ya no estabas en este mundo…nos dejaste hace mucho…y no volverás…
No entendía… ¿Por qué tú y no yo…?
Yo solo quería ser feliz…por egoísta que sonara…por imposible que fuese…solo eran sueños cual niño pequeño…la estupidez más grande dicha por un simple crio…
Eso…era imposible…porque te perdí…
Siempre fuiste el preferido, nuestros padres te amaban, te mimaban, te adoraban…eso me molestaba. Pero eso no duro mucho…tú tenias derecho a ser querido como cualquiera…el día en que ellos empezaron a comportarse extraño todo cambio, ese día nos marcó…a mi no me importo nada, me destruía a mi mismo con el paso del tiempo…tú me salvaste…y yo…nunca pude devolverte ese favor…ahora es tarde…
Yo…quisiera estar en tu lugar…
Si estuviera en tu lugar…al menos no sufriría… Inmaduro de mi parte, estúpido por desear algo imposible, ingenuo por creer en aquella luz que me abandono hace mucho…
Solo quería acabar lo empezado… ¿te molestaría que lo hiciera…? ¿Ventus…?
Lo lamento…por eso acabaré todo…discúlpame…si este es el camino que debía seguir desde un principio…entonces lo llevare a cabo de una vez…pondré fin…
En ese preciso instante lo hice…apreté el agarre entre mis manos…donde reposaba la calibre 45 de mi “padre”…la lleve lentamente hasta mi cabeza…sin parar de correr…quite el seguro…y apreté el gatillo…
BAM
- ¡¿Eres imbécil o que?! ¡Si quieres acabar con tu vida es porque eres un cobarde!
- ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡¡¿Quién diablos te has creído?!! – el pelirrojo de enfrente sostenía entre sus manos la muñeca del chico, el agarre era apretado sin oportunidad de zafarse, la bala que hace momentos intentó dar en el cráneo del chico ahora reposaba en el antebrazo del extraño pelirrojo, goteando sangre en la camisa y brazos del mismo. Se asustó, el otro tenía un aura impotente, daba miedo… aquella mirada; fría, y la altura del pelirrojo era casi el doble de la suya.
- Te estaré vigilando, chico… ¿lo captas? – después de eso todo se puso negro…
A la mañana siguiente…
La cabeza me dolía a horrores, era insoportable, además no podía recordar nada. ¿Qué ocurrió anoche? No le di muchas vueltas al asunto y fui a ducharme, estaba pegajoso y olía horrible, como si me hubiese remolcado en un charco de agua sucia. Al entrar a la regadera me sorprendí al ver rastros de sangre, la ropa estaba rota y sucia pero ¿de sangre?, no lo había notado, examine cada parte de mi cuerpo mientras mis manos restregaban cada centímetro del mismo, la sangre caía disuelta por el hueco del suelo, las partes más pegadas fue difícil quitármelas pero al ver mi piel… nada, ni siquiera un raspón, ¿de quien es la sangre sino es mía? Estaba extrañado, descolocado además de preocupado, ¿Qué diablos ocurrió anoche…?
No lo recordaba.
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Mire a ambos lados, el lugar oscuro y solitario se volvía mi aliado, no podía dejar que me descubrieran. Solté un quejido cuando las pinzas que sujetaba con mi mano izquierda se adentraban en mi antebrazo derecho, el alarido de dolor que solté fue muy alto cuando traté de extraer la bala, intente moderar el volumen, si me escuchaban… no, eso no podía pasar además no podía detenerme, continué mi labor. Exclame horrorizado al darme cuenta, era tanta la sangre que podría desangrarme en cualquier momento.
- ¡Maldición, Roxas! – irritado y adolorido intente pararme, debía ir por vendajes. Me caí apenas logre separar mi cuerpo dos milímetros del suelo, estaba agonizando, ¿Cuánto más podría aguantar? Aun no podía morir, no es tiempo.
- ¿Tienes problemas? – voltee alarmado al escuchar esas palabras, el otro me sonrió sínicamente.
- ¡Saix! – exclame impactado, no, no, no, ¡NO MALDITA SEA! No debían encontrarme, intente levantarme otra vez, debía correr, debía escapar inmediatamente, ¡diablos que no podía quedarme ahí!
- No irás a algún lado sin mi permiso, Axel. – el peli azul me sujeto con fuerza por la herida abierta, grité. No podía… no debía… pero igual no pude evitar perder la consciencia. – Es momento de rendir tus cuentas, viejo amigo.
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La opresión en mi pecho se intensificaba a cada minuto, lágrimas de sangre…
<< Huye >> No quería escucharlo, no podía abandonarlo << ¡huye! >> No, ¿Qué sería de mi vida si lo dejaba ahí? << ¡Roxas HUYE! ¡Es una orden! Y no des marcha atrás. >> El color carmesí, ¿cuánta más sangre podría derramar? << Por favor… vete… >> Sus suplicas, ¿qué caso tenía? Dolía… lo que veía me dolía. << ¡¡VETE!! >>
Empecé a correr, mi vista se nublaba, no veía el camino sentía que caería en cualquier segundo, asfalto y tierra, un camino mal construido. Risas, no, burlas. Dolor y opresión, ¿Por qué hacían eso?
- << No tienes el valor para vivir >> – la figura oscura me observaba desde arriba, su sonrisa cínica demostraba su superioridad hacia mí. – << Muere >> – levantó la daga, listo para acabarlo todo, solo pude cerrar mis ojos asustado, esperando el impacto.
- << ¡NO! ¡Roxas quítate de ahí! >> – Ya no tenía razones para vivir…
- << ¡VENTUS! ¡¡NO!! >> – mi desesperación, solo quedaban rastros de la supuesta felicidad que alguna vez tuve. Me sentía perdido.
Tal vez, yo mismo debería acabar el trabajo… si moría, él perdería todo… pero mancharía su recuerdo, sus esfuerzos… los esfuerzos de Ventus. No me retractaría, todos deben morir, tarde o temprano, ¿no creen, qué es mi momento?
- ¡¿Eres imbécil o qué?! ¡Si quieres acabar con tu vida es porque eres un cobarde!
Axel…
- ¡AHHHH! – mi grito alarmo a todo el salón quienes me voltearon a ver de golpe, el profesor se posiciono enfrente mío, de brazos cruzados.
- ¿Y bien Roxas, qué debería hacer contigo? Esta es la cuarta vez en la semana que te duermes en mi clase ¡Debería reprobarte! – me reprocho indignado. Sin palabras me escondí lo más que pude en mi asiento, rojo de ira y vergüenza, más que todo la última cuando escuche las burlas de mis compañeros, especialmente la de Sora, quien estaba sentado a mi lado.
Ya es la 8va vez que sueño con lo mismo, cada vez que voy a dormir lo evito por cualquier medio para no tener que soñar. Axel, ese nombre que me suena tan familiar, de un chico que solo he visto en mis sueños. Llevo tanto soñando con aquel momento en que lo perdí todo, por eso no puedo comprender porque apareció ese chico allí, tan de repente, evitando mi muerte. Si contará desde la primera pesadilla que tuve no recordaría ni siquiera un aproximado de tantas veces que soñé con eso, pero si cuento desde que empecé a verlo a él, serian ocho veces.
Han sido tantas veces que incluso Sora, que es tan despistado, se dio cuenta del daño provocado por mis pesadillas. Posiblemente porque lo conozco desde hace mucho, o porque es mi mejor amigo, no sabría decirlo, sin embargo el castaño no destaca por ser muy centrado ni pendiente de algo o alguien, eso me hace pensar… ¿cuántas veces ha tenido que ser para que incluso él se diera cuenta? Eso me inquieta.
- ¡Roxas! – el gritó en mi oído me desoriento por segundos, me obstine.
- ¡¿Qué pasa contigo?! ¡¿Por qué coñ# me gritas en el oído?! – le respondí irritado al castaño imperativo que me veía sonriente, pasando de mi mal humor.
- No me estabas escuchando – dijo enganchando su sonrisa.
- ¡¿Y esa te parece razón para destrozarme los tímpanos?!
- Que malhumorado – replicó a modo de burla el peli plateado, Riku. El insoportable amigo de Sora. Antes de poder responderle con un insulto Sora me interrumpió.
- Ya salimos. – tan desvergonzado como es él aprovecho mi confusión para pasar su brazo por encima de mis hombros, empecé a empujarlo con mi mano en su cara, estaba realmente irritado.
- ¡Suéltame! – mi euforia estaba al tope, Riku miraba molesto a Sora mientras él trataba de no perder el contacto conmigo, podría decirse que el peli plateado tenia un aura tan amenazadora que si yo no fuese de carácter tan complicado y difícil como él, sería fácil asustarme por eso – ¿Qué pasa chico albino? ¿Te molesta ser un segundo lugar? – dije arrogante, se notaba a lenguas que el peli plateado quería ahorcarme. Sora se removió inquieto.
- Vamos chicos, no peleen… ¡Ya salimos! ¿Por qué no mejor vamos al lugar de siempre? – preguntó nervioso, en eso llega Haynner y compañía. Eso no ayuda a mejorar y terminamos poniéndonos a discutir, como siempre.
Seguía pensando, ¿Qué caso tenía? No había porque seguir viviendo, perdí a cada persona que una vez logro importarme, los únicos que quedaron, no podrán estar ahí para el final. Debí ser yo y no él, es mi culpa ¿no lo creen? Ni siquiera el chico de mis sueños podrá salvarme del inminente final, Axel, ni siquiera él… ya que es algo que debo hacer solo. Lo único que me molesta, la razón de mi cambio, es que no pude salvarte cuando tú si pudiste salvarme a mí. Quisiera que llegara el día en que realmente importara para alguien, que fuera relevante mi mera existencia. Pero no se puede tenerlo todo en la vida, sin embargo al menos eso… realmente desearía… Deseos, nada más. Espera por mí, pronto me reuniré contigo y es por eso que Ventus… ¿podrás perdonarme alguna vez?
Espérame, Ventus. Espera por mí.