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Sin ti por Swei

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Tadatoshi Fujimaki. 

Notas del capitulo:

El primer AoKa que escribo, perdonen la redacción y la temporalidad de los hechos. 

Todo había sido muy rápido… demasiado rápido…ninguno de los dos lo había visto venir… simplemente había sucedido, de manera inevitable, repentina… igual que la manera en cómo ambos se habían conocido, enamorado…

En aquellos instantes pasaba por la mente del pelirrojo todo aquello, con una risa irónica que ni él mismo sabía de dónde provenía… burlándose de sí mismo… como si el destino o cualquier mierda que existiera le reprochara en la cara que quizás era mejor que nada de eso hubiera pasado… incluso él lo había llegado a pensar a veces, era inseguro, no lo negaba… involucrarse con Aomine quizás había sido un error… el error más grande de su vida, del que a veces dudaba… pero no se arrepentía, para nada.

Incluso cuando sabía que había lastimado a Kuroko, a Kise tal vez… nada de eso había importado para ninguno de los dos, a pesar de que habían tenido problemas con los entrenadores de cada equipo y los miembros no estaban de acuerdo en su relación, a pesar de que cuando tenían sexo a veces terminaba lastimado, arañado o sin poder caminar por algún tiempo, incluso cuando tenían al mundo contra sí… lo amaba, todo de él, su egoísmo, su complejo de superioridad, su agresividad de veces, sus berrinches de niño pequeño, su estupidez, su eterna hambre, sus pucheros, su manía por levantar la ceja a forma de burla, su sonrisa engreída, sus ojos y cabello azules…

Recordó, en ese momento, todo lo que había pasado a su lado… la primera vez que se besaron, en esa cancha vacía, como resultado de una pelea estúpida… y su justificación al decir que lo había hecho para que “Cerrara de una vez el puto pico”, el sonrojo siguiente, los insultos… y el día que se le confesó… con una bebida energética luego del uno a uno de aquella tarde… la primera vez que había visto a Aomine avergonzado y vulnerable… su “no” de broma, solamente para robarle un beso mientras este bajaba la mirada.

Ambos eran un par de idiotas, pero se amaban, lo suficiente como para ir tomados de la mano a proclamar su amor a Seirin y luego a Touou… para decirle a Kuroko que estaban saliendo, que los dejara en paz por favor…

Recordó la primera vez que durmieron juntos… el dolor y el placer que le proporcionaba el chico, la delicadeza casi obsesiva y desconocida con que lo tomó… una que con el tiempo se convirtió en una pasión desbordante por la que siempre terminaba pidiendo más… con él había aprendido muchas cosas, tanto de basket como de todo lo que necesitaba en la vida… recordó sus ojos azules la primera vez que tuvieron que enfrentarse en un partido como pareja, la preocupación mezclada con su eterna rivalidad… su sonrisa…

Pero todo, en ese momento se había acabado.

La calidez de su mano había desaparecido, en un segundo su cuerpo se precipitaba al frío concreto del otro lado de la carretera mientras un sonido abrupto le perforaba los oídos, mezclado con el grito de una voz…

-¡¡KAGAMI!!

El estruendo desvaneció ese grito con un ruido horrible, un frenón y unas luces que poco a poco se fueron desvaneciendo en la obscuridad, con una rapidez increíble, a manera de huida.

Su corazón comenzó a latir de manera desbocada, no comprendía lo que había sucedido, pero de igual manera se levantó, o al menos intentó hacerlo, hasta que un dolor en la pierna izquierda le hizo volver al suelo… la tenía rota… pero era lo que menos le importaba. Como pudo se incorporó, volteando hacia la obscura carretera ahora vacía…

Y ahí, sobre el pavimento, se encontraba él…

-¡AOMINE! – Tropezó al intentar acercarse.- ¡Aomine! ¡Aomine! ¡DAIKI! ¡RESPÓNDEME! ¡¡DAIKI!!

Lo tomó entre sus brazos cuando lo tuvo cerca… levantó su rostro bañado en sangre y lo apretó contra su pecho… la desesperación… el dolor… el miedo… la voz de le escapaba llamando una y otra vez a aquél cuerpo que no le contestaba… lo apretó contra sí, lo acarició… besó sus labios fríos una… y otra… y otra vez… mientras sentía cómo sus lágrimas le recorrían el rostro…

Estuvo así quién sabe cuánto tiempo, rogando porque al menos abriera los ojos… por que le apretara las manos… presionando su pecho para su corazón volviera a latir… pero nada sucedió… la ambulancia llegó en algún momento y se lo llevó… lo arrancaron de sus brazos y lo cubrieron con una sábana blanca…

Había muerto… ambos habían muerto… Aomine al salvarlo… y Kagami junto a él. Porque quizás su corazón todavía bombeaba, pero todo el sentido de aquella existencia se había esfumado bajo los faros de aquél automóvil…

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 No volvería a jugar Basketball… ese había sido el precio.

“Deberías sentirte afortunado de haber sobrevivido a aquello, Kagami-kun” Había dicho Kuroko.

“Taiga… no importa si no vuelves a jugar, estás vivo…” Tatsuya.

“Todo esto es tu culpa…”  La única que lo había dicho: Momoi… la única que tenía razón… ¿¡A quién le importaba volver a jugar!? ¡Por su culpa Aomine estaba muerto! ¡Y era su culpa! ¡Su maldita culpa! Hubiera sido mejor haber muerto… si le iban a arrebatar lo que más quería en el mundo… hubiera sido mejor haberse ido con él. No le importaba el basket, no le importaba nada… ¡¿Por qué habían decidido salir esa noche?! Claro… un año y medio… no quería cocinar en casa… claro… Y ahora, por eso… jamás volvería a tomar su mano…

Nadie más que aquella pelirrosa entendía cómo se sentía… nadie lo culpaba… por eso había dejado que la chica le saltara encima de la cama del hospital y lo golpeara hasta hartarse… hasta terminar llorando sobre él preguntando por qué…

¿Por qué? ¿Por qué si lo amaba tanto? “Es el destino” habría dicho Midorima… el maldito destino, la maldita suerte… lo que fuera… incluso ese dios al que despreciaba tanto… ¿Por qué? Habían luchado contra tanto… contra todos… y todo terminaba así… sin poder decirle lo mucho que lo amaba… lo feliz que era a su lado… sin poder contarle sus planes para el futuro… sin poder decirle que algún día irían a San Francisco a casarse… donde a nadie le importara que se amaran, lejos de aquellos que los rechazaban, lejos de los prejuicios… juntos…

Los días en el hospital fueron el comienzo de sus días más largos… apenas el preludio para su infierno personal,  al que le siguió el funeral... rodeado de los chicos que habían sido sus compañeros y excompañeros… y él, parado al lado de su ataúd, sosteniendo un ramo de flores blancas… con los ojos llenos de lágrimas y los labios apretados… era él quien debería estar dentro de aquella caja…

Lanzó un grito en ese momento, sin importarle que todos lo vieran, gritó con todo lo que daba su voz y se dejó caer,  para luego llorar hasta que su cuerpo se convulsionó en llanto, ya no le importaba… ya no podía ser más fuerte… ya no…

Himuro y Murasakibara lo tuvieron que sacar de ahí, incluso cuando se negó y se removió lo suficiente como para lastimarse más la pierna… lo tuvieron que sedar para que se calmara y luego lo llevaron a su departamento, el que desde hacía medio año compartía con Aomine… el departamento del que los sacó a gritos cuando por fin despertó de su estupor, el que cerró desde adentro con llave…

Se confinó en la habitación que compartía el chico,  se envolvió en sus mantas y se hizo un ovillo, abrazando su almohada mientras aspiraba su olor… dejó de comer algún tiempo… perdió la cuenta de las veces que durmió tirado al lado de la puerta mientras intentaba que Kuroko lo dejara de ir a visitar… hasta que el chico se hartó y dejó de ir a buscarlo… desconectó el teléfono para le dejaran de llamar y apagó su celular… no quería hablar con nadie, no quería saber de nada que no fuera Aomine... su Aomine...

Pasó el tiempo suficiente como para que las horas dejaran de tener sentido… las cortinas cerradas, daba igual si era día o era noche, ni un rayo de luz se colaba en aquél lugar… muerte en vida, eso era lo que le sucedía… pero no tenía el valor de suicidarse… era cobarde, como siempre… “Su luz era muy débil” todavía.

_____________________________________________________

Los días terminaron de pasar, para convertirse en semanas… luego en meses… y la primera vez que Kagami salió de aquél lugar, fue para ir al cementerio. Se paró frente a la tumba del chico y se hincó.

-Aomine…Te amo…

Sus labios se separaron para susurrar esas palabras, mismas que se perdieron con el viento, perdiéndose en esa soledad que lo embargaba. Una lágrima cayó sobre la lápida seguida por otras tantas, y ese llanto pronto se convirtió en una súplica, en un ruego que no fue escuchado…

Llegó la noche, sombría en aquél lugar, y su cuerpo, casi igual de frío que la persona que había amado, se encontraba recostado sobre la cripta…

-Kagami-kun…

Abrió los ojos para ver al chico que lo llamaba, irónicamente visible entre las sombras…

“¿Acaso no lo entiendes? Tetsu ya es una luz… si no te das cuenta es porque eres un idiota…” 

Soltó una risa, de esas burlonas que carecen de un sentido verdadero, aquellas palabras las había pronunciado Aomine una vez, de las primeras en las que habían practicado juntos, solos… de esas veces que los habían llevado a enamorarse… pero tenía razón, era un idiota, el idiota más grande de los tiempos…

-Kuroko.- murmuró mirándolo desde abajo

-Vámonos, Kagami-kun.- Una mano se tendió hacia él. – Vámonos ahora… es tarde.

Bajó la mirada y tomó la mano, levantándose, solo para comenzar a caminar en silencio al lado de aquél chico, con rumbo a su departamento… se detuvo frente a su puerta mientras sacaba las tintineantes llaves con sus dedos temblorosos, con un colgante de colores rojo y azul… abrió la puerta.

-¿Puedo quedarme por hoy?- Preguntó de pronto el chico peliazul.

-No… vete ya, Kuroko.- Murmuró sin voltear a verlo

-¿Por qué? –un susurro le llegó a los oídos.- ¿Por qué, Kagami-kun?

-Esta es la casa de Aomine y mía… y si alguien va a entrar… solamente será él… -Dio un paso hacia el interior.  

-…pero está muerto, ¿cómo puedes seguir amándolo?

Las palabras le hicieron voltear, encontrándose con el menor mirándole fijamente, inexpresivo como siempre. Los labios le temblaron y apretó los puños, conteniéndose por no golpearlo.

-Lárgate…

-No lo niegues, Kagami-kun… Aomine-kun está muerto…

-Cállate… solo… cállate….- El llanto volvió a recorrerle las mejillas

-¡Es la verdad! – Kuroko alzo la voz - ¡Lo está desde hace seis meses! ¿Por qué no lo entiendes? No tiene sentido seguir amándolo, deberías…

-¡¡CÁLLATE!! – su cuerpo se estremeció por el dolor y el llanto.- No regreses….

Entró en el apartamento y le cerró la puerta en la cara, recargando la espalda en ella para dejarse caer… escuchó los pasos del chico alejarse, el golpeteo de la lluvia que comenzaba a caer y su propio corazón que se negaba a detenerse…

De nuevo lloró, como lo hacía últimamente, sin detenerse, hasta que su cuerpo no podía más… y los párpados se le cerraban…

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No recordaba haber dejado la ventana abierta… no recordaba nada desde que había echado a Kuroko, pero un aire frío se coló en la habitación, despertándolo en medio de una obscuridad apenas rota por el resplandor de la luna… entreabrió los ojos, dispuesto a cerrarlos de nuevo, pero un sonido le hizo hacer lo contrario.

Una risa… su risa… y luego, la calidez de su mano sobre su mejilla.

-Aomine… -susurró, encontrando entre las sombra su silueta

-Kagami – volvió a reír, acariciándole los cabellos.

Se incorporó lo más rápido que le permitió el cuerpo, extendiendo los brazos para poder tocarlo… se sentía tan real… era real… lo abrazó, lo tomó en sus brazos con fuerza, rodeándolo mientras las lágrimas volvían a brotar de sus ojos… estaba ahí, lo tenía de nuevo…

-Tranquilo…- sintió los labios sobre su cabeza.- Tranquilo, tigre…

No podía decir ni hacer nada, más que aferrarse a él con fuerza… los brazos del contrario lo rodeaban con dulzura… hundió su rostro en su pecho, jadeando de dolor, de tristeza y de alegría mezcladas… lo apretó contra sí, enterrando sus dedos en su amplia espalda, mojando su playera…  

-Aomine… Aomine…

Repitió su nombre hasta estar seguro que lo había gastado hasta casi desvanecerlo, asegurándose de que sus labios no lo olvidarían jamás… lo repitió hasta que le dolió decirlo, hasta que lo volvió real, hasta que dejó de creer que era una ilusión…

-¿Ya vas a dejar de llorar, idiota? Estoy aquí…

Por primera vez desde que había ocurrido aquél accidente, una risa sincera salió de su boca, mezclándose con las lágrimas que ahora se tornaban de felicidad.

-Cállate, imbécil.- Le susurró al oído con una risa.- Cállate…

-Está bien, me callaré…

Sonrió, todavía acariciándole los cabellos, para luego buscar sus labios lentamente… Kagami levantó el rostro en cuanto sintió sus intenciones, entrecerró los ojos y se inclinó hacia adelante… hasta que sintió el calor de los labios de Aomine… la suavidad y la dulzura que los caracterizaba…

Aquél beso fue uno mucho más profundo que cualquiera que se hubieran dado con anterioridad… no había segundas intenciones, simplemente… era un beso con todo el amor que se tenían, con todo el amor que ahora estaba partido a la mitad… y es que a pesar de que ansiaba ese beso, sabía lo que significaba… era un beso de despedida, de adiós por parte del moreno, un beso cruel, hermosamente cruel…

-Te amo…- murmuró el pelirrojo cuando se separaron.- Te amo Aomine… ¡Mierda! Te amo… te amo tanto…

-Yo también te amo, Kagami Taiga… más que a nada… más que nadie ¿Entiendes eso o todavía eres un tarado? –Rio.- No lo olvides nunca…

Negó. No lo haría, jamás… jamás podría olvidarlo… pero tampoco quería dejarlo, no quería que desapareciera de nuevo. ¿Acaso era posible contener el llanto en aquella situación? Un pulgar le secó la lágrima que acababa de brota y luego se deslizó por su mejilla de una manera tan peculiar que solo le correspondía a él… levantó la mirada para encontrarse con los ojos azules que lo observaban tiernamente… que calmaron de pronto todo el miedo y las inseguridades que tenía, que hicieron que su llanto se detuviera …

-Todo está bien ahora, basta de llorar.

-No te vayas…. – dijo abrazándolo de nuevo.

-Kagami…

-No te vayas… al menos no hoy… Aomine… por esta noche… no me dejes….

Rio y lo rodeó de nuevo con los brazos, sin decir nada, solo dejándose caer con él al suelo, acomodándolo ahí donde se encontraban, frente a la puerta, con la ventana abierta y un frío que calaba hasta los huesos.. Pero a Kagami no le importaba… no le importaba lo que sucediera esa noche, porque el calor de Aomine le era suficiente... y lo le interesaba lo que sucediera al día siguiente o al siguiente… porque quizás despertaría sin nadie a su lado, de nuevo con el pesar de la soledad… pero ese momento, por alguna razón que no comprendía, le decía que era tiempo de comenzar de nuevo…

-Te amo idiota…

Esas fueron las últimas palabras que escuchó… antes de hundirse en la inconsciencia del sueño…

Notas finales:

Pues bueno, este es - como dije - el promer AoKaga que escribo, y el primer drama/tragedia que escribo en fanfic... realmente no me gusta matar a los personajes pero fue inevitable. Ximena me pasó una imagen y bueno.... jaja no la pude poner porque no twengo idea de donde la saco, pero era hermosa. 

Entiendo que Kagami y Aomine me quedaron medios OCC pero es la primera vez que trabajo con ellos fuera de roll play. Son mi segunda pareja favorita luego del MidoTaka... pero bueno, no es muy largo así que perdonen si le faltó algo, Me gustaría que me dejaran un Review al menos para decir hola (?) Es un one-shot, así que no habrá continuación.

Para los que siguen "Si así lo quiere el destino" no se preocupen, seguiré actualizando. Sin más, gracias por leer. Un abrazo.  


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