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A destiempo por midori_bs

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Notas del fanfic:

So, técnicamente era un one shot pero se me fue la mano y terminó siendo de 8,7k. Lo que me parece una barbaridad para leer de una así que lo dividí en dos partes ^^

El prompt en el que me basé decía:

based on this: https://www.facebook.com/photo.php?v=477276875660513

kris is the one forcing sehun to marry him when they were kids but when they grew up, sehun was the one who fell in love with kris while kris already had a lover. and sehun will do anything to make kris fall in love with him, again.



++ delicious angsty smut
++ if the third party is chanyeol
++ jealous sehun

Traté de cumplir varios de los ítems pero también me dejé desviarme un poco para no limitarme demasiado (?)

Notas del capitulo:

La cuestión es que el 14 (mañana<3) es mi cumpleaños, y quise postear esto para ser feliz si recibo algo de feedback -no pressure- xD

@midori_bs para cualquier shipper de krishun/krisxanyone o simplemente fan de exo que quiera hablar conmigo ♥

“No.”
Sehun, de seis años, frunce el ceño y vuelve la atención a sus juguetes. Está dándole la espalda deliberadamente a Yifan, de diez, con esperanzas de que éste desista.
—¿Pero, por qué Sehunnie? —el mayor esboza algo similar a un puchero, aunque hace tiempo descubrió que el aegyo, y lo delicado en general, no se le da tan naturalmente como a cierto niño de pelo oscuro y piel pálida.
—No quiero —sostiene firmemente, tomándose unos minutos para mirar con exasperación al mayor. A Sehun los asuntos del matrimonio no le interesan ni un poco.
—¿Es que no me quieres? ¿Ni siquiera un poquito? —Yifan se sienta junto a él, con cuidado de no tocar sus juguetes para evitar empeorar su humor. Su tono es lastimero, si esto es apropósito o no, Sehun no puede diferenciarlo.
—Si te quiero —el nene rueda los ojos, cansado de la misma discusión. Sehun siempre se consideró demasiado maduro para su edad, obligado a tener que lidiar con cosas como estas—. Yifan molesto, ¡no me casaré contigo! Soy muy pequeño para casarme.
—No vamos a casarnos ahora… —murmura Yifan, abatido por la negativa insistente. Sus intenciones son buenas: es su pequeño Sehun, al que le gustaría continuar protegiendo de las calles resbalosas y las niñas envidiosas. Casarse parece una solución viable para poder permanecer a su lado toda la vida.
¿Por qué no puede entenderlo así también?
Sehun no le responde, enfrascado en un silencio testarudo. Los matrimonios son cosas complicadas de mayores. Sehun no tiene tiempo para pensar en esas cosas, su colonia de hormigas y su colección de juguetes siendo suficientes consumidores de tiempo en su vida.
Además, Yifan es su amigo, su vecino. ¿No sería extraño que también se convirtiera en su esposa? La idea del más alto metido en un largo vestido blanco, (piernas demasiado largas, espalda demasiado ancha) lo hace esbozar una mueca. No, definitivamente no pueden casarse.
Pero a pesar de sus negativas, Yifan siempre vuelve a preguntarle con el mismo brillo esperanzado en los ojos. Es como si pudiera tantearlo, como si fuera una realidad clara y concisa delante de sus ojos. Sehun no entiende su insistencia, pero su joven mente de seis años le dice que no es algo en lo que tenga que interesarse.
Algún día, Yifan se dará por vencido.

-

Sehun, de diecisiete años, suelta un par de insultos al aire y observa al tren que debería haber tomado desaparecer por la dirección contraria. Sólo su suerte.
Suspirando, el adolescente se resigna a esperar por el próximo tren, sabiendo que su madre no apreciará para nada su impuntualidad. Especialmente porque tienen visitas.
El corazón de Sehun da un vuelco en su pecho, sintiéndose más animado en esa estación aburrida y con necesidad de una nueva mano de pintura.
Al fin y al cabo, no sucede todos los días que Yifan decida ir a cenar con la familia de Sehun. A pesar de ser amigos desde muy chicos, la universidad consume la mayoría del tiempo del mayor, haciendo que sus visitas (o el número en general de veces que Sehun puede verlo) se reduzcan drásticamente. Sehun intenta ser maduro, comprensivo, pero una parte de él quiere patalear y quejarse. “¿Por qué no me prestas más atención? ¿Por qué no dejas tu trabajo de medio tiempo y vienes a verme?”. Pero eso no es algo que Yifan espere de él, y sabe que sólo desgastaría más su relación con sus quejas infantiles.
Así que atesora cada una de las oportunidades como esta.
Viendo de reojo al tren que estaba esperando, Sehun entra con una sonrisa tonta luchando por dibujarse en sus labios. Son treinta minutos hasta su barrio, suficiente tiempo para que en su mente se reproduzca, una y otra vez, la sonrisa tan familiar de cierto rubio.

-

En algún momento de su vida, Sehun comenzó a ver a Yifan de otra manera. Al principio, aunque le gustaba sentirse protegido por él y los dulces que le regalaba cada semana, convivía con un cierto fastidio por la obsesión ajena con casarse con él.
A los nueve, las propuestas que solía recibir diariamente mermaron hasta ser un suceso mensual, un comentario al aire de tanto en tanto, mientras se desarrollaba en Sehun la admiración a su siempre correcto vecino y amigo. Al menor le gustaba escucharlo hablar inglés, ese idioma que había quedado en él después de vivir en Canadá por ocho años (además de sus cortos viajes allí, cada año), y escuchar las historias de la vida en secundaria, algo desconocido para él aún.
A los doce, en pleno comienzo de su pubertad, sus ojos brillaban cada vez que se mencionaba a su amigo el capitán del equipo de básquet, que había sido el responsable de las victorias consecutivas del año anterior y el actual. Su admiración se expandía cada día, y cada segundo y cada “Sehunnie, ¿vamos a tomar un helado?” porque Yifan no se olvidaba de él a pesar de ser un adolescente con mil prioridades que no necesariamente incluirían a su vecinito de doce años que actuaba demasiado maduro para su edad pero desconocía demasiado de la vida. Lo hace feliz, aún sabiendo que no puede durar mucho.
Lamentablemente, las propuestas de matrimonio desaparecen también para esa época.

-

—Sehunnie —lo recibe Yifan, abriendo la puerta antes de que Sehun tenga la oportunidad de sacar su llave. Un rápido vistazo a la ventana, cortinas corridas y moviéndose con la suave brisa, es suficiente para responder sus dudas silenciosas.
—Yifan-hyung —sonríe, amplio y probablemente con vergonzosa exuberancia, antes de adelantarse para rodear al mayor con sus brazos. Años atrás, hubiera sido reticente a mostrar tanto afecto, pero sabiendo que es probable que esta sea la última vez que vea a Yifan por meses, se olvida de la dignidad, las costumbres y todo aquello que actúe como una barrera entre el amor de su vida y él.
Son palabras fuertes, aunque aprendió que el amor joven no es menos verdadero que el amor añejado por los años de experiencia y vida.
—¿Sigues creciendo? Estás más alto.
Sehun rueda los ojos, soltando al rubio sin mucha voluntad.
—Basta, suenas como mi tía cuando nos visita.
Yifan ríe, disculpándose con tono ligero y acompañando al menor al comedor, donde su madre acomoda los platos sobre la mesa.
—Llegaste justo para almorzar, estaba por servir la comida —dice la mujer, sonriendo en la dirección de su hijo, ojos capaces de ver más de lo que Sehun les da crédito.
—Genial —responde el menor justo antes de su estómago suene, sorprendiendo a Yifan un segundo antes de que eche a reír con ganas.
—No me sorprendería que no te estén alimentando propiamente, eres tan liviano —bromea, levantándolo en sus brazos súbitamente y arrancando un grito poco masculino de Sehun.
No sabía si odiaba o amaba esa costumbre de Yifan, y si el latido desenfrenado de su corazón pasaría desapercibido por este o vendería los más ocultos de sus sentimientos.
—¡Bajame! Ya no tengo seis años, Yifan-hyung. ¿Cuándo vas a dejar de hacer esto? —protesta, controlando cuidadosamente que su voz sea estable, temiendo algún quiebre embarazoso (como en las últimas dos ocasiones.)
—Me siento ofendida, Yifan-ah. ¿Cómo piensas que no alimentaría bien a mi hijo? —la madre de Sehun se lleva los brazos a los costados de la cintura, poniendo su expresión más severa. Por dentro, no obstante, Sehun sabe que se está riendo del pánico que aparece en los ojos de Yifan—. No te alteres, querido. Estaba jugando —sacude la cabeza adornada por el largo cabello castaño y sonríe, yendo a la cocina por el último plato de comida.
—Siempre terminas cayendo.
—Calla —Yifan lo golpea en el brazo sin demasiada fuerza, avergonzado.
—Vengan ya, la comida se está enfriando —los reprende la señora Oh, ya sentada en su lugar en la mesa.
Obedecen con idénticas sonrisas de "lo siento, no nos dejes sin comer, ¿sí?" aunque eso no es suficiente para evitar que Sehun patee a su amigo de la infancia bajo la mesa, recibiendo uno igual a modo de respuesta.
Algunas cosas no cambian.

-

Sehun, de catorce años, abraza sus rodillas a su pecho y mantiene el ceño fruncido. Se encuentra en el patio de su escuela, lejos del cemento para optar mejor por la sombra de uno de los árboles. En ese momento, no obstante, es incapaz de apreciar las maravillas de la naturaleza.
Por supuesto, todo es siempre culpa de Yifan.
—Sehunnie...
El aludido se encierra más en sí mismo, su expresión tan intensa que por un momento teme que aquella mueca se le quede grabada en el rostro por el resto de su vida. Aunque no es que sea muy expresivo de por si.
Viéndose ignorado, Yifan suspira y se acuclilla junto al menor.
—Sehunnie, no te enojes. ¿Podemos hablar?
Sehun se muerde el labio inferior, sin emitir palabra. Su resolución empieza a debilitarse, no obstante.
—Lo siento, sé que te prometí que nunca te dejaría solo, pero tampoco voy a desaparecer. Estaré ahí, sólo que menos tiempo. Sabes lo que esta Universidad significa para mi...
—Pero aún así estás rompiendo tu promesa.
—Lo siento —murmura, tono tan sincero que Sehun se siente el peor ser humano por hacer sentir a su amigo tan culpable.
El sentimiento de completa soledad y traición sigue incrustado en su pecho, a pesar de todo.
—No te veré por meses —es más una afirmación que una pregunta, como si decirlo en voz alta cementara la realidad del hecho.
—Es probable que no.
—Ya no nos iremos juntos a casa después de la escuela —su tono es sorpresivamente rencoroso, y sabe que luego se odiará por ser tan inmaduro.
—No... —Yifan suspira nuevamente, se acaricia la sien. Sehun se da cuenta de que se ve más cansado que nunca, ojeras extendiéndose bajo sus ojos y piel más pálida. ¿Cuándo habrá sido la primera vez que durmió largo y tendido, sin preocupaciones arruinando el mundo de su inconsciencia?
Yifan lo atrae a sus brazos, apretándolo fuerte entre ellos como si quisiera transmitirle mil y un palabras que no se dicen y quedan flotando en el viento. Sehun entiende su mensaje, comprende los "no quiero lastimarte" y "nunca me iré completamente de tu vida" y le cree casi con desesperación, porque la alternativa es demasiado hasta para considerarla.
Yifan está tan intrínsecamente enlazado con su vida que la ausencia de éste lo dejaría en un absoluto caos y confusión.

-

—¿Cómo te va en la Universidad, Yifan-ah? —cuestiona la señora Oh, alzando la mirada hacia el rubio con gentileza maternal.
—Muy bien. Es agotador, más de lo que pensaba, pero creo que lo estoy llevando lo mejor posible —se encoge de hombros. No puede decir que disfruta estudiando pero definitivamente ve el fruto de sus esfuerzos.
El fruto de sacrificar su tiempo con Sehun.
—No debes tener tiempo para nada —la mujer sacude la cabeza, pequeñas arrugas en su frente por la preocupación—. Alguien de tu edad debería tener vida social.
Sehun ríe, el sonido yéndose por su nariz embarazosamente. Intenta cubrirlo con un ataque de tos y baja la mirada a su plato de comida. Vida social. Estaba seguro de que ni él ni Yifan tenían tiempo para eso. Sehun tenía suerte de contar con un amigo como Jongin, que soportaba sus interminables lloriqueos por su rubio enamorado y no se ofendía cada vez que Sehun rechazaba una de sus salidas con una excusa.
Yifan, con la Universidad, seguro apenas tenía tiempo de sal—
—De hecho, estoy saliendo con alguien.

-

Luego de su graduación Yifan había comenzado con los trámites para su mudanza. Considerando que la Universidad quedaba a una hora en tren, sería razonable que el rubio optara por simplificarse la vida y alquilar un departamento a una cuadra del edificio. Totalmente razonable.
Lo que no quitaba que el corazón de Sehun se rompiera en varios fragmentos al escuchar la noticia.
Una camioneta esperaba frente al edificio. Sehun estaba sentado en la vereda, intentando no refunfuñar como un nene de cinco años (más allá de que así era exactamente como se sentía).
Yifan deja una de las últimas cajas embaladas dentro del camión mientras los asistentes de la mudanza cargaban los muebles. Su departamento nunca había sido muy grande, por lo que los contenidos de éste son guardados en el camión con rapidez. Su mirada se desvía hacia su vecino, sintiéndose tornado entre la ternura al verlo resoplar como cuando eran niños o extremadamente culpable por dejarlo solo. Con sinceridad, nunca había pensado que el día en que se mudara llegaría, y menos tan pronto.
Pero no me estoy yendo tan lejos. Estará sólo a una hora de Sehun, lo suficientemente cerca para estar ahí si lo necesita. Quizás no tan al alcance como antes, pero aún así...
Y al final, nada parece ser suficiente.
—Sehunnie —llama, señalando hacia el camión en cuanto el menor le dirige su atención—. ¿Te gustaría venir conmigo hoy? Tenemos que desempaquetar muchas cosas cuando lleguemos, pero puedes quedarte a dormir y yo te traeré mañana —ofrece, agregando al final para hacer la propuesta más atractiva—. Tengo televisión ya instalada y podemos pedir comida, ¿sí?
La sonrisa de Sehun es lo suficientemente encandilante para que Yifan no tenga dudas de si es un "sí" o un "no". Una noche de mirar películas y pasar tiempo juntos no va a solucionar sus problemas, pero sirve para aminorar el impacto de los nuevos cambios.
Temporalmente.

-

Deja vú.
Sin embargo, enterarse de que Yifan iba a mudarse no había dolido ni un cuarto de lo que hacía saber que había sido reemplazado en cierta forma.
En realidad, Yifan y él distaban de ser amantes, y su relación variaba con los años: desde fraternidad, a sentimientos no correspondidos, a fraternidad nuevamente y ahora...
Ahora que Sehun había dejado de luchar contra lo que sentía, la vida le mostraba que todos sus planes, todas sus esperanzas, habían sido y son vanas.
Sin apetito, Sehun se pasa el almuerzo escuchando a su madre cuestionar a Yifan acerca de su pareja. "¿Cómo se llama? ¿Dónde lo conociste? ¿Hace cuánto están juntos? ¿Es atractivo? ¿Por qué no nos dijiste nada antes?".
Le gustaría ignorar todas y cada una de las palabras que salen de los labios del rubio, pero su vena masoquista sale a flote y logra escuchar cada nueva pieza de información con una lucidez tortuosa. Así se entera de: "Chanyeol. Lo conocí en una de mis clases, y resultó ser amigo de uno de mis amigos. Hace menos de un mes. Lo es (y rió, con un brillo en los ojos que hizo que a Sehun se le retorciera el estómago). Lo siento, no tuve tiempo de decirles antes."
La señora Oh parece deleitada con las nuevas noticias, pero no es más que una fachada, porque por dentro la carcome la preocupación al ver la sonrisa forzada en el rostro de su hijo.
De hecho, el único en el cuarto que parece no notar la miseria de Sehun es Yifan, y el menor no sabe si se siente aliviado o furioso.
¡Mírame! ¡Mírame de verdad!
-No, no me mires como si pudieras revelar mis secretos.
—Me alegro por ti, hyung —dice. "Ojalá nunca tenga que conocerlo" piensa.

-

El problema con el karma es que concentra más de su tiempo haciendo que Sehun pague todas y cada una de las travesuras en su infancia (y adolescencia, quizás) en lugar de encargarse del resto de la humanidad apropiadamente. Y quizás suene tonto, pero lo cree fervientemente.
¿De qué otra forma se explicaría que esté viviendo un momento como este?
A su pesar, Sehun tiene que reconocer que Chanyeol es atractivo y se ve como una buena persona, sonrisa demasiado amplia pero no menos auténtica.
La idea de la cena es de la señora Oh, que le ofrece a su hijo ir a visitar a sus abuelos por el fin de semana, de modo que no tenga que presenciar el fatídico día y recolectar aún más piezas de su corazón del suelo. Pero ella siente que es su obligación conocer a la pareja de quien es más su segundo hijo que otra cosa, y sigue manteniendo la esperanza que lo de Sehun sea un amorío inestable y temporal.
Sehun rechaza la oferta de marcharse y se propone sobrevivir toda la cena sin derrumbarse. Si pretende que Yifan alguna vez lo tome en serio, debe madurar y aprender a lidiar con las situaciones como el joven adulto que es.
Madurar, en fin, se trata siempre de eso.
—¿Vas a hacer algo en tus vacaciones, Chanyeol-ah? —cuestiona la señora Oh, claramente en un proceso acelerado de encariñarse con el gigante de pelo castaño. Sehun retiene un gruñido poco civilizado.
—Ah... —Chanyeol sonríe (otra vez) y lleva sus ojos a su novio, en una mirada cómplice y enternecedora. Sólo que Sehun casi devuelve la comida que intenta terminar—. Estaba pensando en quedarme aquí y pasar unos días con Yifan en su departamento.
En su departamento.
Sehun casi parte sus palillos en dos, vista intensamente clavada en el mantel de la mesa hasta que la señora Oh teme que pueda hacer agujeros en ella.
—Ya veo —responde para salvar la atmósfera incómoda que se forma de repente—. Iré a traer el postre, ¿todos quieren?
No es una pregunta.
Los tres comensales asienten de todos modos, Yifan y Chanyeol con sonrisas educadas en sus rostro y Sehun poder golpearlos a ambos.
—¿Cómo te va en la escuela, Sehunnie? —cuestiona Yifan, ajeno a los pensamientos asesinos que transitan por la mente del menor.
Cómo se atreve a ser tan considerado mientras rompe mi corazón.
—Bien —responde, más tajante de lo que habría querido. Pero no puede evitarlo, es como los sentimientos lo abrumaran tanto que ya no pudiera distinguir entre ellos.
—¿Estás bien? —Yifan frunce el ceño, y está claro que no, no está bien, pero los motivos de esto distan de ocurrírsele al confundido rubio. Piensa: ¿hice algo malo? Y le echa la culpa al último año de secundaria de Sehun cuando no encuentra nada ofensivo en sus últimas acciones.
Debe estar estresado.
La señora Oh regresa con el postre y Sehun sólo se ve obligado a sonreírle a Chanyeol una vez más antes de que las dos visitas se retiren, para su suerte.
Saluda a su madre y se encierra en su habitación, dejando todas sus frustraciones empapar la almohada.
Madurez, Oh Sehun. ¿Dónde está la madurez?

-

Sehun es consciente de que, ahora en más, tiene dos opciones por las que elegir.
La primera es la más saludable a ojos de Jongin y su madre: hacer borrón y cuenta nueva. Volver a empezar, dejar sus sentimientos por Yifan como un lindo recuerdo del pasado, algo que formó parte de su vida pero que ya no puede controlarlo, algo superado.
La segunda opción es no bajar los brazos. Seguir adelante con el objetivo fijo de hacer a Yifan suyo a pesar de la presencia de Chanyeol. De enamorarlo, de volver a como cuando eran niños y Yifan le decía "algún día nos casaremos". A volver a tener aquello que no pudo apreciar en su momento.
Está claro que esta segunda opción no es, honestamente hablando, buena.
para él ni correcta moralmente (¿Qué hay de Chanyeol? ¿Se merece que Sehun le falte el respeto tratando de seducir a su pareja sin tomarlo en cuenta?) pero no puede evitar preferirla por un considerable margen en comparación con la primera (¿Cómo puede olvidarse de alguien como Yifan, de todos modos?)
El problema ahora es cómo. Y definir exactamente cuál es su límite.

Espera que Yifan no lo odie al final, porque eso es algo que definitivamente no podría soportar.

-

—Sehunnie.
Sehun sonríe, devolviéndole el saludo a Yifan a medida que éste se acerca. Después de mucha insistencia, logró que el mayor hiciera un hueco en su día para pasarlo junto a su "olvidado, pequeño amigo" en los lugares que solían frecuentar: la heladería, el parque, el puente... Todos recuerdos de su infancia grabados de forma permanente. Y quería revivirlos con la única persona que valía la pena.
—¿A dónde quieres ir primero? —cuestiona Yifan, pasando uno de sus brazos por los hombros de Sehun y haciéndolo más feliz de lo que se imagina.
—Hace calor -dice el menor simplemente, y Yifan entiende a que se refiere en un segundo, encaminándolos hacia la heladería.
El pequeño local es fresco y lindo para mirar, con sus modestas pero agradables decoraciones, y sobre todo nostálgico para un Sehun de diecisiete años que a veces desearía tener seis nuevamente.
—¿De qué lo quieres?
—Vainilla está bien.
Yifan asiente, dirigiéndose al pequeño mostrador a hacer su pedido. Sehun lo observa desde una de las mesitas redondas para los clientes. Yifan es alto, espalda ancha y piernas imposiblemente largas, una mata dorada de pelo enmarcando su rostro (lo suficientemente atractivo para hacer suspirar a Sehun)... Lo más frustrante es que todo el paquete de perfección que es Wu Yifan ahora tiene dueño.
Un dueño que no es Oh Sehun.
Y quizás si no hubiera tenido tanto rechazo al romance y los matrimonios cuando era chico, si quizás hubiera sido más cariñoso con-
—Aquí tienes Sehunnie —Yifan le alcanza su cono, sosteniendo en su otra mano su helado de menta.
—Gracias —se lleva el postre a la boca, desviando la vista hacia la ventana más grande del local, viendo a las personas pasar sin verlas realmente. Se sumen en un silencio cómodo, que Sehun rompe sólo porque "debería hacer algunos avances, no quedarse estancado en lo conocido". Que claro, suena más sencillo de lo que es—. Extrañaba pasar tiempo contigo. Si fuera por mi, me pasaría mis horas libres hablando contigo como lo hacíamos antes —un puchero se forma en sus labios, sútil, natural. Sehun no es de los que fuerzan ternura para derretir el corazón de los demás, pero sí de los que son conscientes de la ternura que consigue tal efecto. Yifan, especialmente, es débil ante su lado infantil.
—Disculpa, Sehunnie. Sabes que no puedo hacer nada, yo también lo extrañaba —Yifan le ofrece una sonrisa sincera, algo de helado atascado en las comisuras de sus labios, tentando a Sehun a estirarse y limpiarlo con su propia lengua. Sabe que eso es ir muy lejos por ahora, por lo que se abstiene.
—Tonto, ¿cuándo aprenderás a comer como el 'adulto' que dices ser? —se burla, señalando los labios del rubio. Yifan se limpia con una de las servilletas, ligeramente avergonzado.
—Bueno, ni que tú fueras muy civilizado Sehunnie.
—¿Disculpa? Yo soy totalmente educado.
Yifan suelta una risa lo suficientemente fuerte para que Sehun lo mire ofendido.
El resto de su pequeña "cita" (que es como a Sehun le gusta referirse a ella) transcurre con normalidad, algo que el menor no sabe si es algo bueno o un señalador de su fracaso. Decide que está bien para un primer intento, tiene más tiempo para volver a ganarse a Yifan.

-

En el pasado, Sehun solía juntarse todos los sábados con Yifan a ver películas.
Actualmente, esa tradición había quedado claramente sepultada.
Usando esto como una ventaja y/o oportunidad, Sehun le envió por e-mail a Yifan la cartelera del cine, con los últimos estrenos, junto con una cara sonriente y un "¿por favor? ♥" al final.
Una semana después y se encontró en la entrada del cine al que siempre le gustaba ir de niño, pero que su madre no podía permitirle pagar todo el tiempo.
—¿Pudiste elegir cuál o vamos a adherirnos a mi plan de elegir al azar? —preguntó Sehun, masticando sin apuro la barra de chocolate que el mayor le había comprado hace pocos minutos, mientras entre ambos balanceaban los baldes de pochoclos, los vasos de gaseosa y las bandejas con nachos (y si, podían terminar con todo eso aún antes del final de la película -y probablemente aún más-).
—Calla —Yfan lo habría despeinado si no tuviera las manos llenas ya (que mala decisión había sido cargarse con comida antes de comprar el ticket...), conformándose en cambio con rodar los ojos en su dirección y volverse hacia el mostrador donde la vendedora lo miraba entre fastidiada y fascinada.
Sehun le habría gruñido si no fuera comportamiento poco común de un ser humano.
Terminaron viendo una película de terror que según Yifan "prometía ser buena" (aunque Sehun está seguro de que lo vio mirando los carteles promocionales minutos antes de hacer la compra, así que cuenta como 'seguir su plan') y que era adecuada para la víspera en la que estaban, con Halloween sólo a la vuelta de la esquina.
A Sehun técnicamente no le dan miedo las películas de terror, pero tampoco le interesan, y ésta es particularmente mala: trama poco resuelta, efectos de poca calidad, actores que necesitan más práctica. Pero, en general, no es tan mala. Y que Yifan esté a su lado, riéndose igual que él, devolviéndole sus comentarios sarcásticos, pisándolo cada vez que intenta asustarlo con poco éxito, realmente ayuda a elevar la experiencia a un nuevo nivel. Y Sehun realmente la pasa bien, tirando alguno de los pochoclos hacia la boca expectante de Yifan y golpeándolo en el ojo por accidente (o no) y siendo callado por la gente de atrás.
Sí, es un día que vale la pena. O por lo menos hasta que salen de la sala, entre el mar de gente que fueron espectadores como ellos.
El celular de Yifan suena, y éste se fija el nombre en la pantalla antes de responder, ahora con una sonrisa amplia en el rostro.
Sehun también logra conseguir un vistazo y su expresión se vuelve casi amarga, sonrisa borrada de un golpe de sus labios.
Chanyeol. Por supuesto, Chanyeol querría saber el paradero de su novio, aunque Sehun está seguro de que Yifan se lo habría mencionado. ¿Qué motivos tendría para mantenerlo secreto?
Con la excusa de ir a tirar los baldes y vasos de comida ahora vacíos, Sehun se aleja de la conversación de enamorados que no hace más que revolverle el estómago y clavarse dolorosamente en su pecho. Los ojos le pican con lágrimas no derramadas y se golpea mentalmente: ¿Y la madurez? ¿Y la fuerza? No te pongas a llorar como si tuvieras seis años otra vez.
El caso es que, no, no tiene seis años otra vez. Si los tuviera todo sería más fácil.

Notas finales:

Seguro subo la segunda parte dentro de esta semana, que escrita ya está así que eso no es problema jajaja

Gracias por leer!

PD: a cualquiera que haya leído crawls in your skin, no me olvidé de la secuela! está en camino, problablemente más para cuando termine las clases y tenga más tiempo libre c:


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