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La perdición de Arturo. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Se trata de un pequeño oneshot en el que deseaba plasmar todo el deseo que estos hombres sentían el uno por el otro.

Notas del capitulo:

Escuchen esto mientras lo leen, es mi visión artística que lo hagan asi, ¿vale? ;)

http://www.youtube.com/watch?v=ZsUBKsNF1HM 

La perdición de Arturo

 

Devoraban los labios uno del otro, presas del frenesí. Las manos de Gwaine resbalaban por los costados de Arturo y las de Arturo por su espalda, apretando, estrujando. Era tanto el deseo que sentía que no sabía siquiera si podrían consumar, si no se derramarían antes. Sus labios se encontraban, sus bocas se devoraban. La pasión, largamente contenida, bramaba ahora como una tempestad.

Los solitarios recintos donde los caballeros guardaban y se cambiaban sus armaduras podían dejar de estarlo en cualquier momento, pero no les importaba. Sir Leon, el consejo entero de la Mesa redonda podrían haber entrado y habrían seguido haciéndolo delante de ellos.

El hambre que Gwaine sentía por los labios de Arturo no se saciaría jamás; a cada beso quería darle otro, y otro, comérselo de un bocado. Sus dedos se clavaron como garras en los firmes músculos de su trasero. Arturo lo azotó contra la puerta del armario, hundiendo sus dedos entre su largo, sedoso cabello, tirando atrás, chocándole la cabeza contra la madera para ver su rostro, ese rostro del que no se saciaría jamás.

Gwaine sonrió al ver sus ojos azules inundados por el deseo, ese deseo que compartían y que habían sofocado hasta que no les fue posible más. Sus ojos languidecieron aún más por el deseo cuando hecho el cuello atrás, dejándose devorar por el príncipe regente de Camelot. Era un sacrificio, pues sentía tales ansias de devorarlo a su vez que… Sus manos masajeaban el trasero, gloriosamente curvado y firme, presionándolo más y más para que sus entrepiernas se frotaran.

Pronto Arturo deseó más y Gwaine lo arrojó sobre la tosca banca de madera, echándosele encima, sosteniéndose apenas con una rodilla entre sus piernas para quitarle la ropa, a tirones, a desgarrones. El niñato real lo estorbaba con sus manoseos y besos, pero no era capaz de darle un manazo para que se estuviera en paz. Cuando por fin lo dejó desnudo también su camisa estaba desecha y sus pantalones a medio bajar.

Desató los cordeles que lo sujetaban ante la mirada lujuriosa de Arturo, que se mordía el labio inferior y se masturbaba vigorosamente: resultaba una vista tan gloriosa que Gwaine lo imitó, admirándose ambos unos instantes antes de que Gwaine se sentara en la banca, una pierna a cada lado, y se acercara a Arturo hasta lograr el contacto. Se puso sus piernas sobre los hombros y mirando cómo se masturbaba presionó su polla contra el cerrado aro de carne. Este no cedía, así que escupió sobre su mano, frotándose la polla e intentando de nuevo. Su punta entró y Arturo gimió de dolor. Pero estaba demasiado excitado como para dejar que se la sacara, su mirada de “sigue o te mato” era bastante elocuente.

Así que Gwaine escupió de nuevo, lubricando su tronco hinchado y venoso y empujó, empujó clavando cada centímetro de su necesitado miembro en el necesitado culo de Arturo, que tensaba las piernas y ahogaba sus propios gemidos. No dejaba de masturbarse y eso mitigaba el dolor, pero a su vez, el dolor, era algo tan delicioso: la verga de Gwaine, clavándose ¡al fin! en él, hasta el fondo. Se mordía los labios y la sentía adentro, abriéndolo, caliente.

Se sorprendió al sentir la mano de Gwaine sobre su polla. Retiró la propia y dejó que el caballero le diera placer. ¡Oh sí! La mano de Gwaine apretaba rico, sabía cómo mover la muñeca. Su pulgar acariciaba la hendidura de su punta buscando su perdición y pronto chorritos de pre-semen escurrieron por el dedo del caballero. Entonces éste dejó en sus manos la tarea de terminar de darse placer y sujetándolo por lo alto de los muslos comenzó a penetrarlo.

Arturo se masturbaba mientras sentía entrar y salir a Gwaine. El dolorcito era delicioso y comenzaba a mezclarse con algo más. Gwaine aumentaba rápidamente la velocidad; el tiempo de contenerse ya haba pasado. Quería acabar, acabar en Arturo, ¡ya!

El príncipe no se quedaba quieto, no le gustaba permanecer inactivo. Se sujetó de los brazos de Gwaine para incorporarse, quedando frente a frente y besándose por un momento antes de que Arturo lo empujara para que fuera ahora él quien quedara de espaldas sobre la banca.

Se montó sobre él, afianzando los pies en el suelo, moviéndose, buscando la manera que más le gustaba y repitiéndola entonces, rápida, frenética, como la mano de Gwaine sobre su polla, estrujándola sin piedad hasta que chorros blancos y viscosos salieron disparados contra su pecho, cuajándose sobre los músculos bien definidos.

Gwaine cogió entonces a Arturo, distraído por el orgasmo, y dándose la vuelta para quedar normalmente sentado sobre la banca, lo hizo sentarse sobre él, rodeando su cintura con sus piernas, asiendo con firmeza a su príncipe abrumado por el placer y retomando el dominio de la penetración, pero dejándolo participar.

Pronto, las sensaciones que se extendían por su cuerpo desde su culo hicieron a Arturo volver en sí. Se afianzó de los marcados músculos de Gwaine y acomodó su rostro sobre su hombro para resoplar en él, lamiéndolo de vez en cuando, cuando mejor lo hacía sentir con su polla. Gwaine resoplaba, pujaba, respiraba como si estuviera enfrascado en un combate, un combate amoroso con su príncipe, en el que no había perdedor.

El instinto lo urgía a correrse, a correrse ya. Las manos afiebradas de Arturo, su manera de temblar, de apretarse, de apretarlo, le indicaban que él quería lo mismo. Sus manos frotaron esa carne caliente, esa piel tersa, tensa, sudorosa…  su miembro entraba y salía vertiginosamente, topeteando cada vez que entraba el punto más sensible del interior de Arturo, que apretaba, gemía y quería fundirse con Gwaine, para siempre.

Un profundo, gutural gemido escapó de los labios de Gwaine, y arreció. Lo penetraba tan recio como podía, ayudado por el mismo príncipe, que le clavaba los dedos y hacia ruidos en su oído que ningún mortal había tenido el privilegio de escuchar.

Arturo se corrió mordiéndolo, y Gwaine se dejó ir pujando con los dientes apretados. Se vació en las entrañas de Arturo y siguió penetrando, por instinto, hasta que su miembro comenzó a perder la rigidez. Entonces se detuvo, y Arturo, que seguía moviéndose acompasadamente con él, no paró. Continúo apretándose y cabalgándolo hasta que Gwaine lo detuvo cuando tenía el trasero en alto, sacando su miembro y tomando sus labios.

Se besaron con pasión, con ansia aún. Arturo devoraba a Gwaine, lo obligaba a someterse a su voluntad, a la de su lengua inexperta y apasionada. Gwaine recorría su espalda, tomaba su nuca, intentaba dominar el beso y se rendía una vez más a su alteza real, quien se meneaba de nuevo, frotando su erección contra sus abdominales. Se habían deseado tanto, durante los entrenamientos y las reuniones, en las tabernas y en las campiñas, que un mes follando sin parar no habría sido suficiente para aplacarlos.

Gwaine cogió la polla de Arturo y recomenzó a trabajarla mientras mordía el labio inferior del niñato real…

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gwaine y Arturo

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/GwaineyArturo_zpsc7981f48.jpg

Arturo y Gwaine

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/ArturoyGwaine_zpsa1f2bcb2.jpg

Destiny and chicken... what a lovly combination!

Espero que lo hayan disfrutado. Si les gusta el GwaineXArthur hay mas en mi perfil.

Kiitos.


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