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Te amo en silencio 2 por Lady_of_murder

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Notas del capitulo:

Aclaración: Esta es una continuación, si no has leído la primera parte puede que no lo entiendas.

Lloviznaba. Era  la tercera vez en el mes que lloviznaba, las nubes grises ocultaban todo el azul del cielo y, en mi caso, parte de mi libro estaba oscurecido. Me encontraba debajo de un árbol con la mirada fija en mi libro, era uno de aventura, tenía un brazo alrededor de una diminuta cintura y el otro sujetando lo que leía, volví a suspirar, tendríamos que irnos para no empaparnos por lo que moví ligeramente a mi acompañante, ésta solo refunfuño algo ininteligible y yo solo pude sonreír.

¿La chica? Su nombre es Liz.

Y si, yo soy Matías y esta es la continuación de mi  vida.

Regresamos al auto en el que nos acomodamos  correspondientemente y nos dirigimos a nuestra casa, estoy casado con la mujer más hermosa y perfecta que puede existir, le dedique una mirada y ella simplemente me sonrió mientras volvía a dormir.

Deje soltar un gran suspiro y mire por la ventana el  paisaje, parecía que la lluvia no iba a darnos tregua porque a cada minuto aumentaba más y mas su intensidad.

Lo sé, todos se preguntan por él.

Pues déjenme decirles que él no lo he visto desde la última vez que lo vi con un niño entre sus brazos y es mejor así.

Sé que es mejor así.

No siento nada por él y no quiero volver a sentirlo.

Sigo en mi intento por amar a Liz, ella es perfecta y me entiende a cada instante pero hay  algo que siento en mi pecho, algo que me hace falta.

Llegamos a casa y nos bajamos rápidamente del auto, dejamos al chofer para que aparcara y entramos, Liz subió a nuestra habitación mientras yo me quedaba en la biblioteca dejando el libro que había tomado momentos antes.

 Tengo 23 años y en una semana más cumplo 24 años, he ganado más estatura y un poco mas de complexión pero sigo siendo delgado, mi espalda se ensanchó un poco y mi cabello castaño está ahora más corto dejándome el flequillo de adelante y mi rostro se ha tornado más maduro.

Continuo siendo tímido con las personas que no conozco pero me he vuelto más serio y sobre todo mas precavido con respecto a todo, me he vuelto un maniático del control, me gusta que  las cosas se hagan bien, estoy graduado de una de las Universidades mas grandes de mi país y en estos momentos me encuentro en un lapso de descanso y no, no se equivoquen, nadie me mantiene, mantengo esta casa y a Liz gracias a unos ahorro s que tengo.

¿Mi matrimonio?

No es perfecto.

Liz quiere hijos y yo, no estoy dispuesto a tenerlos, no me mal interpreten, no es que no la quiera pero, simplemente, no es el momento y no creo que sea muy pronto.

¿Mi vida sexual?

Regular

Si me preguntan, casi no la toco en meses y cuando lo hago, tengo que pensar en un hombre y lo sé, es de gilipollas hacerle eso a una chica tan dulce como Liz pero ella me entiende y sabe que tiene que darme tiempo.

Volví a suspirar.

Mi vida es un caos.

Alicia se fue al extranjero con su nuevo esposo.

Marcos vive a 8 casas de la mía por lo que es con el que más contacto he tenido, increíblemente él lleva una  vida tranquila, al parecer, ha encontrado a la mujer de su vida porque ha durado más de 4 meses con ella, todo un logro para él y lo envidio porque siente cosas por ella y no es como mi caso, yo tengo que desviar la mirada cada que entro a un vestidor para no excitarme.

Y, lo sé, sé lo que piensan, no soy un reprimido simplemente me niego a dejar a Liz.

Mis pensamientos se interrumpieron al escuchar el tono de mi móvil, lo tome y respondí:

-Hola-

-Hola, Mati- Era Marcos.

-Oh, eres tú, ¿Qué quieres? Y no me llames Mati-

-Como siempre de buen humor, Mati. Quiero comentarte algo-

-¿Sobre qué?-

-Es algo importante, preferiría contártelo de frente-

-Cariño, ven.- Escuché  la voz de Liz a lo lejos y suspire.

-Venga, Marcos, suéltalo ya-

-No, Mati, prefiero decírtelo de frente-

-No seas nenaza, suéltalo, no tengo tiempo-

Tape un poco el móvil con mi mano y le grité a Liz: -¡Ya voy, cariño!-

-Está bien, tú lo pediste.- Pareciera que tomo un momento para tomar aire y lo siguiente que dijo, me cayó como un balde de agua fría:

-Damián ha regresado a la ciudad y te está buscando.-

Me quede helado.

No supe que decir.

Mis parpados estaban tan abiertos que pensé que en cualquier momento mis ojos se iban a salir.

¿Damián?

Él.

Él está aquí…

De nuevo…

Y me está buscando.

A mí.

Trague saliva lo más fuerte que pude, mi garganta quemaba y mi cabeza sentía pánico, mis manos comenzaron a sudar y mis labios temblaban.

No podía ser cierto, escuchaba a lo lejos la voz de Marcos y de Liz pero ya había dejado de escucharlos, estaba ensimismado en mis propios pensamientos, ¿por qué sentía este pavor?

¿Por qué reaccionaba así después de tanto tiempo?

¡Joder!

Se supone que he 9olvidado a ese maldito gilipollas.

¿Por qué me afecta tanto?

¿Por qué?

¡Maldición!

En este punto, me odio a mi mismo por ser tan débil.

No

No

Y más no

Esto no me puede volver a pasar pero Marcos fue claro, él me estaba buscando a mí y solo a mí, ante la sola idea mi corazón comenzó a latir de manera muy fuete.

Sentí una mano alrededor de mi brazo y me gire, notando a Liz algo extrañada.

-Cariño, ¿estás  bien?-Musitó en  forma suave.

-Sí, cariño, perfecto.- Respondí lo más natural posible pasándome una mano por mi cabello,  desarreglándolo en el proceso.

Ella pareció analizar mis palabras porque sus ojos estaban puestos en mí, trate de sonreír y eso fue lo que me delato.

Liz me conoce como a la palma de su mano porque siempre fui sincero con ella en todo, desde que iniciamos nuestra amistad hasta este punto.

-Matías, no me vengas con eso, te conozco, ¿qué sucede?- Pronunció ahora con un tono más autoritario.

-Nada, nena, no pasa nada, pasará y ya.- Respondí en tono un tanto nervioso para mi gusto.

-No me jodas, suéltalo.- Ella se quedo un momento en silencio y luego pronuncio en un susurro: -¿No confías en mí?-

Suspire y me acerque para rodearla con mis brazos, la abrace tan fuerte como pude y trate de relajarme, Liz no se merecía esto, no merecía que arruine su comodidad por ese imbécil así que tratare de no pensar en eso.

Me acerque a su rostro y lo bese dulcemente, primero en la frente y luego en sus ojos y su nariz para luego darle uno pequeño en la comisura de sus labios, eso pareció relajarla y la tome de la mano para sacarla de la biblioteca, nos acercamos hacia el comedor en donde, al parecer, ya se encontraba la cena, nos sentamos en nuestros asientos correspondientes y ella pareció haber olvidado el tema porque no lo volvió a mencionar.

Después de comer, nos fuimos a la sala de estar, durante el trayecto recibí un mensaje de Marcos:

Está en mi casa. Tu sabes quién.

Me quede helado y mis manos comenzaron a sudar.

¡Por un demonio!

¡Su casa quedaba a 8 casas de la mía!

¿Y si venia aquí?

¿Y si me encontraba?

¿Y si Liz lo veía?

Comencé a sudar frio y parece que Liz lo noto porque me miro preocupada, trague saliva lo más fuerte que pude, mi garganta parecía que no quería hacer su trabajo.

-No pasa nada, son cosas sin importancia, vamos- La tome de los hombros suavemente y la dirigí a la sala de estar, rogando a los cielos que se me pasara esta reacción tan… de mi yo antiguo.

Recibí otro mensaje y al llegar, me gire un poco y tome mi móvil para verlo:

Me ha preguntado donde queda tu casa.

¡A la mierda!

¡Me dará un infarto!

Mi corazón parece salirse de mi pecho, solo espero que el gilipollas de Marcos no se lo diga porque si se lo dice, estaré arruinado.

-Venga, ya, dime, ¿Qué demonios sucede, Matías?-

Me gire al escuchar la voz molesta de Liz y solo pude suspirar, contando hasta diez.

¿Debía contarle o no?

No, no debería.

Eso la destrozaría y no merece eso.

Además, entre Damián y yo no hay nada y no habrá.

Desvié mi mirada y deje escapar un largo suspiro.

-Escucha, Liz, no es nada, son problemas que tengo con el banco, al parecer hay algo malo  pero lo resolveré el lunes ¿ok?-

Eso pareció relajarla porque me mostro una sonrisa de comprensión y ahí  me sentí como el peor gilipollas del mundo.

Le estaba mintiendo, a Liz, a mi  Liz le estaba mintiendo.

Por su bien, es lo mejor.

¿O no?

La tome de la mano y nos sentamos en un sofá largo de tela color  vino, ella apoyo su cabeza en mi hombro y yo tome sus  dos manos apretándolas entre las mías, las cosas deben de mejorar.

La llegada de Damián no tiene por qué cambiar mi relación con Liz, en absoluto, él ya no me afecta además quizás solo me quiere ver porque quiere preguntarme algo de sus cosas o no lo sé, si, quizás eso debe de ser, no tengo que caer en pánico, todo está bien y nada va a cambiar, nadie saldrá herido y yo seguiré viviendo con mi lindo y perfecto matrimonio.

Como prueba de eso, deje mi m0ovil sobre la mesa que tenía enfrente.

Esto no debe de afectarme.

Por ningún motivo.

Escuche el timbre de mi puerta por lo que me incorpore y deje a Liz refunfuñando por haberme movido, le sonreí en recompensa y me fui a atender la puerta, era Marcos.

Salí de casa y cerré la puerta tras de mí para que Liz no escuchara.

-¿Qué quieres?-Susurré lo más bajo que pude.

-Damián esta aquí y me ha preguntado por ti- Respondió de la misma forma.

-Shh, calla, idiota, Liz puede escucharte.-

-Lo sé, solo quería decirte que no le dije nada.- Deje escapar un suspiro de alivio y lo abrace por un instante leve de forma de agradecimiento.

-Gracias, amigo- Mencione de forma sincera

-De nada, Mati, te dejo, he dejado a Vico sola y sabes que no me gusta hacerlo.- Asentí y ambos reímos suavemente, nos despedimos y entre de nuevo a mi casa.

Llegue a la sala y lo que me encontré, me dejo helado.

Liz estaba revisando mi teléfono.

-Pero, ¿Qué demonios haces, Liz?- Pregunte de forma cortante.

-¿Esto es? ¿Por esto estas así? ¿Por qué no me lo dijiste?- Respondió  alzando la  voz e incorporándose del sofá para mirarme con sus ojos enfadados.

-¿De qué demonios estás hablando, Liz?- Pregunte algo nervioso, ¿y si ya sabía lo de Damián?

-¿Me estas engañando, Matías? ¿Quién es esa mujer, ah? ¡Responde por un demonio!-

Mi cara se desfiguro por completo.

¿Qué acaba de decir?

No podía evitar mi felicidad al saber que no ha descubierto nada pero eso pronto fue reemplazado por una oleada de indignación.

-¿Pero de qué demonios estás hablando, mujer? ¡No te engaño!-

-¿Es por esto que no me tocas, Matías? ¿Es por esto? ¿Ah? ¡Responde, maldito infeliz!- Soltó Liz con lagrimas en los ojos.

-Es que yo no te engaño, debes de escucharme, ¿Tan poco hombre me crees?- Respondí con molestia.

-No, poco hombre no Matías, maricón sí- Respondió mordaz.

Eso me enfureció.

Fruncí mi ceño y al parecer ella se dio cuenta de que lo que me acababa de decir, cruzaba toda línea posible.

-Vete a la mierda.- Respondí lo mas frio que pude.

Ella pareció dudar pero luego cambio su semblante para responder mordaz:  -¿Era un hombre, verdad? ¡Follaste con un hombre! ¡Te odio!-

Me acerque a ella y la tome de los brazos.

-No he follado con nadie así que deja de decir todas esas estupideces, ¿quieres?-

-¡Aléjate de mi!- Chilló y me empujo subiendo a nuestra habitación lo más rápido que pudo, corrí detrás de ella, esto no iba a quedar así.

Se escucho el timbre y me detuve un momento, cuando retome mi camino, Liz me había cerrado la puerta en la cara.

Gruñí y deje escapar una patada a la puerta.

¡Maldición!

Indignado baje las escaleras y me acerque a la  puerta, abriéndola de mal humor.

-¿Qué?-Pronuncie sin ver a la persona.

-Oh, vaya, qué recibimiento, Mati.- Mis parpados se abrieron a más no poder al escuchar eso.

Esa voz.

Esa voz…

Esa voz grave…

Alce mi mirada y enfoque a la persona que tenía enfrente.

Era él.

Él.

Y solamente él.

Damián.

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Hola!

Regresé xD

Con esta segunda parte de esta historia, espero les guste :)

Dejen reviews! 

Depende de eso, subiré los capitulos :D

Nos veremos!


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