Baekhyun no se autodenomina una persona asustadiza (claro que los insectos y demás no se encuentran incluidos en esta categoría), sin embargo, siendo el horario que es y habiendo estado leyendo aquellas creepypastas no puede evitar sentirse inquieto. Normalmente no tiene problemas al respecto; es más, disfruta leer historias de esa índole, encontrándolas más graciosas que horrorosas, pero las historias de fantasmas o las relacionadas con dichos espectros inmateriales consiguen erizarle el cabello con facilidad. La simple idea de que algo sobrenatural que no pueda dominar tenga malas intenciones en su contra lo llena de nervios.
Cierra la página que suele visitar para leer sus adorados cuentos y busca algún juego en la computadora para intentar despejar su mente. Buscaminas; carta blanca; solitario spider. No, no. Demasiado aburrido y encima hay arañas involucradas. Siente el tic nervioso apoderarse de sus piernas y se lleva la mano al mentón, acercando el dedo índice a sus labios para morderse la uña. Decide, entonces, apagar la máquina, pero antes lleva su mirada al ángulo inferior derecho de la pantalla, queriendo saber la hora. Genial, las cuatro menos veinte de la madrugada, ¿desde cuándo el tiempo pasa tan rápido? Todos deben encontrarse en el séptimo sueño ya. Se pone de pie y suelta un suspiro silencioso. Su pijama es suelto, cómodo, pero se siente desprotegido con él. Da unos pasos hacia delante y observa su cama con desconfianza. Tuerce sus labios, en una clara mueca de duda y se acerca lentamente, terminando por acelerar sus movimientos con la intención de cubrirse y resguardarse debajo de las sábanas lo más pronto posible. Así hace, tapándose hasta por arriba de la cabeza y cerrando los ojos, forzando a que el sueño llegue. Pero las imágenes reproducidas en su mente al leer la creepypasta no tardan en surgir nuevamente. Se remueve un poco sobre el colchón, pasando a esconder el rostro contra la almohada en busca de protección, o quizás con el sencillo objetivo de pensar en algo bonito, que claramente le es imposible en esas circunstancias.
No puede pensar en otra cosa. Está comenzando a alterarse y eso no es algo muy sensato. No quiere ponerse escandaloso y despertar a todo el edificio a causa de sus pensamientos ficticios.
Aparta las sábanas de su cabeza y libera también sus pies, sentándose al borde de la cama y apoyándose en el suelo para después levantarse. Sus manos aprietan los bordes de su propia remera y con paso atento y cuidadoso se encamina hacia la puerta de su habitación. Asoma la cabeza por el marco y mira hacia ambos lados, inflando ligeramente sus mejillas antes de salir hacia el oscuro pasillo. Trata de mantenerse calmo, sin embargo se siente incómodo entre su imaginación y la poca luminosidad, por no decir nula, y acelera sus pasos, casi estampándose contra la puerta de ese otro cuarto. La abre e ingresa, dirigiéndose a la cama de la izquierda y tomando el extremo de las cobijas para levantarlas. Se introduce debajo de ellas y se esconde contra el cuerpo que yace ahora a su lado, tomando la forma de una pequeña bola con sus brazos y piernas mientras oculta el rostro en el cuello de su protector.
Por su parte, el dueño de aquella cama siente la repentina invasión y se ve obligado a despertar de su sueño. ¿Qué soñaba? No puede recordarlo, como de costumbre. Tiene la capacidad de dormir profundamente, pero tanto movimiento a su lado había conseguido traerlo de nuevo a la conciencia. Sus ojos se abren con pereza y su lengua procede a limpiar sus propias comisuras, que seguramente se encuentran cubiertas por la saliva seca, producto de un descanso tranquilo. No se sorprende demasiado y una suave sonrisa se hace presente en sus somnolientas facciones al adivinar de quién podría estar refugiándose a su lado.
—¿Baekhyun-hyung…? —cuestiona en voz ronca, alzando uno de sus brazos para poder llevar su mano a la parte posterior de la cabeza ajena.— ¿Qué sucede…? —murmura, acariciando sus cabellos con dulzura mientras se inclina un poco, buscando poder encontrar la mejilla del más bajo y dejando unas caricias con la punta de su nariz sobre la misma en cuanto lo logra. El aludido inhala de manera tendida, sintiendo ya el efecto relajante que las acciones del menor ocasionan sobre su cuerpo. Esos mimos son una de sus cosas favoritas.
—Nada… No pasa nada, Jongin. —responde en un susurro, cerrando sus ojos mientras se dedica a aspirar el aroma natural del cuerpo ajeno mezclando con ese perfume misterioso pero delicioso que suele ponerse.— Duerme, yo me quedaré aquí. —agrega, removiéndose sutilmente para poder acurrucarse mejor. El moreno amplía un poco más su sonrisa, encontrándose enternecido ante su actitud.
—Está bien… Tú también duerme, no voy a moverme. —inquiere, girándose para rodearlo con uno de sus brazos al mismo tiempo que su otra mano continúa brindándole dulces caricias. Le gustan esos momentos en que el más bajo demuestra con tanta claridad que lo necesita; corriendo hacia él cada vez que se encuentra asustado, deprimido e incluso de mal humor. Aporta también algunas caricias a su espalda; ligeras; lentas, esperando conseguir que Baekhyun se tranquilice lo suficiente para poder concebir un sueño apacible. Éste último oculta una sonrisa, provocada únicamente por el menor, quien siempre es demasiado bueno para hacerlo sentirse confiado, para borrar sus miedos y reemplazarlos por la calidez tan presente en los cariños que el susodicho le infunde. En consecuencia, no tarda en sentir la pesadez del sueño apoderarse de él y apoya una de sus manos sobre el pecho ajeno, disponiéndose a dormir y preparándose para pasar lo que queda de la noche entre los brazos del guardián que, sabe, se encargaría de protegerlo de cualquier ser espectral que quisiera tomar venganza sobre él.
Jongin siente cómo la respiración contra su cuello comienza a atenuarse y mueve la mano que se encuentra sobre la espalda del mayor para buscar las cobijas, levantándolas y cubriendo el cuerpo del más bajo con las mismas para después volver a acurrucarlo entre sus brazos. Aproxima su rostro a la cabeza ajena y besa sus cabellos, procediendo a acomodarse nuevamente sobre la almohada y a cerrar los ojos.— Dulces sueños… —pronuncia en un tono de voz casi meloso antes de que su mente comenzara a nublarse una vez más, entregándolo al mundo del inconsciente, manteniendo una sonrisa curvando sus labios y con la mejor sensación posible al encontrarse con su consentido hyung reposando a su lado, escondiéndose contra su cuerpo de la forma más adorable que el moreno podría describir.