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-.Las piedras preciosas de Hogwart.- por kaikuroi

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Notas del fanfic:

Derechos a sus respectivos autores.

Bien, sí, no se como me atrevo a subir esto no habiendo terminado mis otros fics, ¿Pero saben? no importa, esto lo terminare porque los capitulos son más cortos y me envicie con Harry Potter.

Este es el primer fic en esta categoría así que si los nombres están mal, perdonen.

Notas del capitulo:

Disfruten.

Capitulo # 1

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¿Es enserio? No estarás tratando de joderme, ¿verdad?

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Harry Potter y demás personajes pertenecen a J. K. Rowling, esta historia esta hecha sin fines de lucro y no se gana nada con la misma.

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Nota: El único que permanecerá muerto en este fic es el exdirector del colegio de magia y hechizería, Dumbledore; Esta obra se sitúa después de la guerra. Los chicos están en su último año y Harry NO está con Ginny, por lo cuál no tiene hijos. Ni el ni nadie. Gracias por su atención.

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-¡Ya no lo soporto! ¡aahhg…!- Se oía desde afuera de la enfermería. Los gritos eran ensordecedores. Cualquiera que pasaba procuraba darse prisa para no escucharlos. Era aterrador, y más por quienes eran los que gritaban. Hace más o menos 10 días los que ellos llevaban encerrados  en la enfermería. Y ustedes se preguntaran quienes son los que andan matando ahí adentro,  aunque no es que los estén matando…no literalmente.

Los pobres diablos que estaban ahí encerrados eran, nada más y nada menos, que: Draco Malfoy, Ron Weasley y Neville Longgbottom, siendo esto último el que en vez de gritar maldiciones a los cuatro vientos como los dos primeros chillaba unos frágiles «¡me muero…!», haciendo que a los que lo escuchaban tener un escalofrío.

Y frente a la puerta, como no, un quinteto que esperaba paciente y asustado a que los dejaran pasar. La directora MacGonagall les había dicho que esperaran al salir de clases para que les autorizaran la entrada a la enfermería, por que a pesar de no ser peligroso lo que sufrían los pobres de sus amigos, no se calmaban y les daba vergüenza que los vieran. Si es que no les habían permitido entrar por 10 días, y aun dudaban de verlos.

¡Y es que ya llevaban media hora tratando de calmar a los que estaban allí adentro!; La directora y la enfermera estaban haciendo todo lo posible para que los pacientes dejaran de quejarse, aunque en vano, pues estos seguían gritando que «no se les había pasado del todo» o que «Aún dolía mucho».

El quinteto, a pesar de estar reunido allí afuera por los mismos motivos, no hablaban entre ellos. No era normal que intercambiaran palabra a no ser que se tratara de algún hechizo o insulto. Era, por no decir más, incómodo.

A estas alturas uno debe suponer que ya todos saben de quienes se trata: El famoso Harry Potter, quien derroto a Lord oscuro, Hermione Grager, una de sus mas valiosas aliadas en la pasada guerra, Blaize Zabini, Pansy Parkinson y Theodore Nott, amigos de Draco Malfoy.

Hermione parecía un león enjaulado, hiendo y viniendo rápidamente de un lado a otro frente a la puerta, y los demás solo la observaban, simulando ver un partido de ping-pong. Harry se apoyo en la pared a un lado de la entrada de la enfermería mientras se dejaba caer sentado al piso. Y así se quedaron esperando.

Luego de dos horas, unos calmantes inyectados sin consentimiento, varios gritos, algunas tareas en pergaminos a medio terminar y un libro dejado para después en su última página, la directora al fin salió. Lucía cansada pero satisfecha. Todos se alegraron; Es decir, por o menos logro algo de progreso.

Se acercaban a la entrada mientras ella los observaba, resignada.

«Son la mejor opción» pensó la directora. Se hizo a un lado, dejándolos pasar. Se les notaba nerviosos, y la jefa de la casa Griffindor optó por guiarlos, hiendo frente a ellos.

Cuando todos estuvieron adentro notaron que las camas estaban vacías, o al menos las que se veían, pero MacGonagall siguió avanzando y decidieron seguirla sin decir nada. Ella fue hasta el fondo y se detuvo frente a una cortina negra que se encontraba hasta el final del cuarto. Se preguntaron el motivo de ponerla, pero suponían que fue petición de sus amigos.

-¿Poppy…? Ellos están esperando aquí. As que se pongan las tiaras y los dejare entrar.- La enfermera respondió con un gruñido, pero termino cediendo. Las voces de sus amigos se alzaron un poco en cosas como «No me gusta» o «¿otra vez?». Minerva rodó los ojos. Los chicos percibieron movimientos algo bruscos tras la cortina, y no hizo más que acrecentar sus preocupaciones.

-Pasen, ya están listos.- La directora paso primero, siendo seguido por las chicas y hasta después los chicos. Minerva hizo una mueca de preocupación. Seguía algo insegura de dejarlos a su cuidado, pero no tenía otra opción. No tenía a nadie más de tanta confianza, más hablando del señor Potter. Se pusieron en fila india frente a las tres camas, y cuando los vieron, se quedaron…de piedra.

Todos tenían un flequillo liso que les cubría los ojos. La cabellera de Draco era larga, y calculando, debía estar hasta más de medio muslo, atada en una coleta baja casi desecha que retenía sus cabellos de color casi blanco y brillante, teniendo también un fleco bastante espeso de un tonalidad blancuzca casi transparente. El cabello de Ron era un poco más corto por detrás, dejando los mechones frente a su pecho llegando a la cintura. El color rojizo de su pelo casi resplandecía y el flequillo lo hacía ver frágil. Por último pero no menos importante: Neville, quien tenía el cabello a mitad de su espalda y recogido en una trenza muy floja, con mechones rebeldes topándole las mejillas y el mismo flequillo haciéndole cosquillas cuando rozaba con sus pestañas.

Y todos ellos eran coronados por una tiara de piedras preciosas reales; la de Draco tenía diamantes, la de Ron tenía rubíes y la de Neville portaba lapislázulis. Reposaban con camisones del color de sus piedras sobre las camas de color negro -.Es decir: blanco, rojo y azul, respectivamente.-

Los chicos suspiraron, embelesados por la imagen. La directora y la señorita Pomfrey se vieron con incomodidad.

-Como podrán ver, ellos son…-comenzó Minerva.

-Hermosas…-la voz de los varones rompió la seriedad, mientras los que los que estaban en cama temblaron de rabia.

 

Continuara…

Notas finales:

Hasta la prox.

¡kaikuroi fuera!


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