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Tan solo Sebastian por Etsuko Kagayaku

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Notas del fanfic:

Siempre me pregunte como sería si Ciel fuera el que incitara a Sebastian a caer en pecado y no al reves :D un Ciel pervertido y un demonio que no conoce de los deseos sexuales es algo que pagaría para ver.

 

 

Notas del capitulo:

Espero les guste, esta lleno de lemon,pero pausado :3

Ciertamente, era un demonio como humano, hacía y deshacía todo a su gusto, controlaba a un demonio de alta categoría, era temido por todo Londres he idolatrado por la reina. Como su “perro guardián”, obtenía todo lo que quería con tan solo una orden, siempre supo controlar las situaciones a su gusto, siempre tenía el control en todo lo que hacía, nada se le escapaba de las manos. Era una figura de autoridad admirable, tanto en su mansión como en Inglaterra. Pero...¿qué pasa cuando se comienza a crecer?...Podría tener a todo Londres y a la mismísima reina en la palma de su mano, pero seguía siendo un niño, de complexión débil, un niño todavía en desarrollo, un púber. Claro que sus pensamiento no se asemejaban para nada con los de un niño común y corriente, y no hablo con respecto a sus tácticas para atrapar a farsantes en su compañía y “limpiar el jardín de la reina”, sino que sus pensamientos eran demasiados elevados en cuanto al sexo, si, el sexo, esa palabra que es un tabú en todo Londres, que las jóvenes no escuchan hasta el día de su casamiento y que los nobles tratan de hacerla pasar desapercibida para no caer en la tentación, una palabra que está prohibida decirla en público. ¡Ja!, que idiotas eran todos esos nobles, que se hacían pasar por santos siendo íncubos sexuales. Todos lo ocultaban pero la mayoría sabían lo que pasaba en Londres. Muchos hombres se acostaban con sus sirvientas, muchas jóvenes perdían su virginidad en los pasillos de una mansión contra una pared, simplemente. Londres estaba lleno de hipócritas, ni el mismo se reconocía, nunca pensó que llegaría a caer en ese placer carnal, ese simple deseo humano...pero...es que él era eso, justamente, un humano, con deseos y debilidades. Se seguía preguntando cuando es que sus pensamientos cambiaron tanto, y se remonto en su imaginación a un mes antes.

Simplemente no podía dormir, sus pesadillas iban en aumento, seguía soñando con ese día, ese horrible día, en que mancillaron su pobre cuerpo, el día que mataron a sus padres, que quedo completamente solo en el mundo, el día en que su inocencia y sonrisa desaparecieron. Con pesar se sentó en la cama mirando una de las mesas de luz que en esa habitación había, donde se encontraba un libro del gran Edgar Allan Poe, sí, bueno, leer ese tipo de libros no lo ayudaban en lo más mínimo, pero no por eso iba a dejar de leerlo. Se levanto de la cama, dispuesto a recorrer los pasillos de la mansión, se puso su bata y unas pequeñas pantuflas que mantenían sus delgados pies calientes, se acercó a la puerta de la habitación y la abrió, haciendo que entrara un pequeño fresco que le erizo la piel. Salió y recorrió en penumbras los largos y anchos pasillos de su mansión, decidió que si no podía dormir, iría a la biblioteca, donde encontraría tal vez un libro un poco más “suave” que le ayudara a dormir. Cuando encontró entre los rayos de luna que entraban por la ventana, la puerta de la biblioteca, la abrió, se metió en esta observando con fascinación, el espacioso lugar, repleto de estantes de la más fina madera, llenos de libros, un hermoso paraíso poético. Se adentró entre los estantes buscando un libro. En la biblioteca se encontraba una chimenea, la cual estaba encendida, su mayordomo la dejaba encendida todas las noches, para que la biblioteca se mantuviera caliente y al otro día el no sufriera del frío tan casual en Londres, llego a una sección de la biblioteca, donde se encontraba una estantería con un poco de polvo, se extraño ante esto, dando por sabido que nunca había estado en esa sección, saco un libro de una manera extraña, tan solo cerró los ojos y con sus manos toco cada libro, hasta que de improviso se topo uno con el lomo sobresaliente, abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba tocando un gran libro de tapa roja, tentado por la curiosidad lo saco, con esfuerzo, ya que sus débiles brazos le jugaban una mala pasado por el peso del libro. Con esfuerzo camino hacia uno de los sillones que ahí se encontraban, cuando logro sentarse en el sillón de cuero negro, puso el libro sobre sus piernas y lo abrió. Comenzó a leer, parecía que se trataba de una novela, no le tomo mucha importancia, a pesar que él no leía novelas, sino libros con temática policial y demás. Siguió leyendo interesándose un poco en el libro. Pero nunca conto con lo que se iba a encontrar, a medida que leía el libro se ponía un poco “fuera de lugar”, como diría el. Llego el momento preciso donde sus ojos se abrieron como platos, al leer lo que ahí decía, no se encontraba con más ni menos que un libro erótico. Obviamente pensó en cerrarlo y salir de la biblioteca, irse a dormir enseguida y tratar de olvidar las pocas pero insinuantes palabras que había leído, mas su curiosidad le gano y decidió leer un poco mas antes de irse a dormir, a medida que leía el relato, se ponía cada vez mas descriptivo y explícito. Comenzó a sentir algo raro recorrer su cuerpo, un calor que comenzaba desde su estómago y bajaba hasta su intimidad, se sentía raro, demasiado, no era necesario verse a un espejo para saber que estaba sonrojado, sentía el calor en sus pómulos. Decidió que ya era tiempo de irse a dormir, de alguna manera esas sensaciones que se acumulaban en su interior le asustaban, fue hasta la estantería y depositó el libro donde lo había sacado, tratando de borrar su sonrojo salió de la biblioteca, no había mucha luz, solo la que entraba por la ventana, la luz blanca de la luna. Camino con desespero hacia su habitación, pero choco con alguien.

-Bochan, ¿qué hace aquí a esta hora de la madrugada?.-preguntó su enigmático mayordomo.

Se sintió por primera vez intimidado ante la figura de su mayordomo, pues los recuerdos de lo que había leído momentos atrás regresaban a su mente, y no lo pudo evitar, se puso demasiado nervioso.

-Nada Sebastian, simplemente no podía dormir, fui a leer un poco a la biblioteca pero es todo, vuelvo a mi habitación.-dijo nervioso mientras se alejaba de su mayordomo a paso apurado.

Sebastian no hizo más que abrir sus ojos, impresionado, todo porque vio a su amo por primera vez nervioso ante él, y también logro divisar una pequeña capa de sudor cubriendo su frente, trato de no darle más importancia al tema y fue hasta su habitación nuevamente, tan solo pensando en que haría de desayuno el día siguiente.

Si, esa había sido su primera experiencia sexual, si así se le puede llamar, ese día solo había vuelto a su habitación para tratar de dormir, queriendo olvidar las sensaciones que le había causado ese libro, mas a esta experiencia se le unieron otras más. Como olvidar el día siguiente a ese, cuando su profesor de anatomía había faltado y su mayordomo como recurso de último momento le había enseñado él. Bien recordaba la vergüenza que había calado sus huesos ese día.

Se encontraba feliz, pensó que al faltar su profesor Vladimir, tendría al menos dos horas libres para hacer lo que quería, pero no, su mayordomo se había empeñado en enseñarle el, alegando que no podía faltar a ninguna de sus tareas, se encontraba en su estudio. Michaelis esta vez no traía su traje de mayordomo, sino uno más casual, junto con unos lentes. Ciel bufo un poco fastidiado, era tan estúpido que se vistiera de esa manera solo por su estúpida estética. La “ clase” comenzó, y a su mente no se le ocurrió mejor cosa que recordarle lo que había leído la noche anterior, un pequeño sonrojo se vislumbro en su rostro, cosa que Sebastian no noto ya que se encontraba concentrado leyendo en vos alta el libro de anatomía humana. Entonces por asares del destino comenzó a escuchar lo que decía Michaelis, algo que le llamo la atención.

-El cuerpo humano responde a los estímulos que el cerebro les envía, ya sea de manera consciente o inconsciente, los estímulos pueden ser de cualquier índole, pero principalmente sexual, en la pubertad los jóvenes comienzan a responder a los estímulos que su cerebro les envía de manera inconsciente, puede esto definirse como excitación sexual, el cuerpo presenta síntomas como acaloramiento, cosquilleos en la zona púbica y demás...

El había escuchado con atención esas palabras, por un momento pensó algo absurdo como que Michaelis había presenciado cuando él había estado leyendo el día anterior en la biblioteca, y ahora de manera indirecta le decía lo que había sentido. Luego desecho esa absurda idea, tan solo fue una coincidencia. Entonces se dio cuenta de que era lo que había sentido, esa tal “excitación sexual”. Trato de no tomarle más importancia al asunto, prefirió seguir escuchando a su “maestro”, entonces comenzó a ver detalles que antes no notaba. Como por ejemplo que su mayordomo, era apuesto, ni él podía negarlo, era la pura y completa verdad, sus atributos eran lo suficientemente buenos como para tomarlo como un noble mas de sociedad, y no solo él lo notaba, ya que Sebastian era quien varias veces se acostó con señoritas para ayudar en una investigación, un método bastante convencional. El mayordomo sonreía y hasta las señoritas de la más alta sociedad se les tiraban encima. Su belleza era de admirar hasta por el mismísimo Dios, de alguna manera irónica obviamente.

Parpadeo un par de veces al sentir como su mayordomo le hablaba.

-¿qué?.-preguntó desconcertado el pequeño púber.

-Bochan, ¿no estaba prestando atención?.-reprendió su mayordomo.-le dije que la clase ya termino.-mientras acomodaba sus lentes.

-Sí, bueno, seguiré, con los papeles de la compañía.-dijo mientras daba la vuelta en su silla, tratando de ocultar el sonrojo que tenía al haber sentido la respiración de su mayordomo cerca de su rostro.

-Entonces me retiro, con su permiso bochan.-mientras salía del estudio.

Si, esa fue su segunda experiencia, no sexual, pero si desconcertante, y a esa le seguían muchas otras, como la tercera, la cual esa si fue bastante sexual. Aún recordaba el sabor de ese momento, esa explosión que sintió en su interior, tan deliciosa, tan placentera. Su primer orgasmo, provocado obviamente por el placer que se proporciono a sí mismo.

De nuevo no podía dormir, otra vez las pesadillas que recurrentemente lo visitaban, maldecía a su suerte. Trato de volver a dormir, cosa que no logro ni lograría, entonces en contra de todos los principios que se había propuesto, volvió a visitar la biblioteca, se había propuesto no volver a leer ese libro de tapa roja tan incitante, pero no podía evitarlo, parecía que el libro lo llamaba, se le insinuaba de manera sensual para que lo leyera, había descubierto el mismo su propia debilidad, esos relatos sexuales y decadentes que le hacían perder el control total de sus pensamientos. De nuevo tomo asiento y comenzó a leer. Leyendo desde la parte que había dejado dos noches atrás. Esta vez estaba de acuerdo con sí mismo, con que leería por completo esa parte sexual que había dejado a medias, comenzó a leer y en unos minutos se encontraba de nuevo hundido en esos pensamientos lujuriosos y lascivos que lo dejaban en un estado de éxtasis total. De nuevo experimento esas sensaciones las cuales ahora tenían un nombre, ”excitación sexual” como le había escuchado decir a su mayordomo el día anterior. Solo, que ahora había un pequeño cambio, al parecer se había perdido de escuchar una parte importante el día anterior en su clase, porque no contaba que entre las reacciones que su cuerpo tenía, estaría el tener una erección, se sorprendió ante esto, se sentía avergonzado de sí mismo al sentir esa parte prohibida de su cuerpo en un estado tan “duro”, trato de seguir leyendo, pensando que era una reacción que se iría con el pasar de los minutos, pero que equivocado estaba, esa reacción comenzaba a dolerle, demasiado, no sabía cómo hacer que se fuera, entonces sin querer el libro que tenía entre las piernas se movió un poco rozando su erección, al instante emitió un jadeo extrañado, dejo el libro a un costado del sillón de cuero negro, y decidió tocarse ahí para saber que sentía. Bajo un poco su ropa interior y vio como su miembro sobresalía, aparte de que estaba cubierto por un extraño líquido transparente e inodoro, se toco un poco, y en ese instante, ese preciso instante, una onda eléctrica recorrió su cuerpo, haciendo que de nuevo largara un jadeo extasiado. Se dio cuenta de que el tocarse ayudaba a que el dolor se fuera, y no solamente eso, sino que recibiera un placer incesante. Con su mano aprisionó su miembro, he inició un movimiento rítmico de abajo hacia arriba, un sube y baja exquisito. De su boca salían raros sonidos, que le hacían asustarse y deleitarse a sí mismo a la vez, no sabía porque su boca no podía quedarse callada y cerrada, pero aunque lo intentara, esta se abría contra su propia voluntad y emitía esos extraños sonidos, para los cuales no tenía un nombre. Siguió con ese sube y baja que lo extasiaba y con su mano libre comenzó a masajear sus testículos, sintiendo un placer aún mayor, pero algo lo asusto, aunque no paro de tocarse por eso, sentía un fuerte cosquilleo en su miembro, como algo que quería salir, solo basto que se tocase un poco más para sentir una explosión terriblemente agradable, algo que le nublo la vista e hizo que un hilillo de saliva recorriera su mentón desde su boca, algo que lo dejo exhausto. Logro divisar extrañado entre sus dedos, como algo se escurría, un líquido blanco y espeso, el cual había salido en abundancia de su miembro, con curiosidad infantil llevo sus dígitos a su boca, con su lengua recorrió sus dedos, saboreando ese líquido blanco, se sorprendió al sentir que no tenía un mal sabor, aunque no sabía qué era eso. Estaba decidido, se educaría un poco mas de manera sexual, quería saber más acerca de las reacciones de su cuerpo, quería saber más de como causarse un placer mayor, quería saber que era ese líquido y esa gloriosa explosión que sintió.

Si, esa fue la tercera, lástima que quería averiguar mas y no lo lograba, no podía pedírselo a su mayordomo, ya que estaba seguro que este se burlaría de lo que le había pasado, entonces recurrió a su último recurso, esa señora de cabellos rojos, Madame Red, está de más decir que le causo una gran vergüenza contarle eso a su tía, pero esta con una sonrisa comprensiva le había explicado que era lo que había sentido, al parecer esa explosión deliciosa se llamaba orgasmo, y se había dado por el estímulo que el mismo se concedió, le hizo las preguntas suficientes para saciar su sed de conocimiento.

Madama Red entendía lo que le pasaba a Ciel, se sentía feliz de que su sobrino le contara algo tan privado porque tenía dudas, que le tuviera esa confianza y ella como buena médico no se iba a restringir el contarle todo lo necesario para educarlo, mas hay algo que ella paso de largo. Ella quiso explicarle lo que pasaba cuando alguien tenía relaciones sexuales, Ciel sabía que los bebés no venían al mundo por obra y gracia del espíritu santo, sabía que los padres hacían varias cosas indecorosas para traerlos, él sabía que los padres tenían sexo, mas no sabía cómo se hacía, entonces algo que dijo su tía lo dejo desconcertado.

-Tu también tendrás relaciones sexuales algún día Ciel, por lo tanto no está mal que me preguntes todo esto.-le dijo con una sonrisa comprensiva.

Ciel no había escuchado nada de lo que decía la mujer, mas esa frase se le grabo en la mente como fuego “Tu también tendrás relaciones sexuales algún día”, esa maldita frase se quedo pegada a él. Su tía no tenía idea del error que había cometido, no tenía idea de lo mal que estuvo decir eso, no tenía idea...del monstruo que había desatado, la bestia que Ciel llevaba dentro, una bestia sexual que no se saciaría con nada. Pero que a partir de esa frase despertó de su eterno descanso. Su tía le había dado vía libre, a ese monstruo que albergaba dentro suyo del cual desconocía su existencia. El monstruo que lo llevaría a la perdición.

Esa frase fue el detonante, fue lo que inicio todo, no era su culpa, era la de su tía por no explicarle bien las cosas, si, era la culpa totalmente de ella.
Sus deseos estaban irrefrenables, iba cada noche a la biblioteca, para leer ese libro que despertaba sus más oscuros deseos. Cada noche era la misma rutina, se levantaba después de una pesadilla, caminaba por los oscuros pasillos, tomaba el libro entre sus brazos, se sentaba, lo leía, bajaba sus pantalones y procedía a cometer ese acto tan impuro y placentero. Cada noche sentía ese hermoso cosquilleo y la deliciosa explosión dentro de él, era una rutina tan exquisita, de la cual nunca se aburriría. Mas no era suficiente, muchas veces se imagino a el mismo, penetrando a una mujer, como el libro lo decía, esas imágenes se agolpaban en su cabeza y le carcomían la mente, hacían que se sintiera mas excitado, pero ¡Maldición!, seguía sin ser suficiente, algo le faltaba a todo este placer. El libro que con tanto esmero leía se termino, entonces procedió a tomar otro de la estantería, comenzó a leerlo esperando impaciente una parte erótica donde pudiera con sus pensamientos dar paso al placer ,entonces algo paso, algo que no se esperaba, ese libro no era como el que había leído anteriormente, este tenía un tipo de sexualidad diferente, ya que este no contaba como un hombre penetraba a una mujer en los vastos pasillos de una lujosa mansión, sino que contaba, como un hombre era penetrado contra la cama… por otro hombre. Al principio, pensó en cerrar el libro, un retorcijo acudió en su estómago, sintió un ligero asco, ya que ese libro contaba experiencias homosexuales, algo totalmente prohibido en Inglaterra, algo que era presentado como antinatural en la sociedad realista.

Mas otra vez, como con el primer libro, su curiosidad le gano, siguió leyendo ese relato, grabándose cada palabra en su mente, esta vez sintió algo diferente que con el primer libro, su excitación era mayor, entonces sus ojos se abrieron sorprendidos, no podía ser, le gustaba demasiado ese tipo de relatos, donde era hombre con hombre, más que una mujer y un hombre. De nuevo comenzó a masturbarse, pero esta vez, no se imaginaba a el mismo, penetrando a una mujer, sino, que a el mismo, siendo penetrado por un hombre, su ritmo aumento, ahora con una mano se masturbaba y con otra apretaba sus pezones, gimiendo con descontrol. Pero ahora había un leve cambio en todo, ahora sabía exactamente lo que hacía, sabía que se estaba masturbando, que los sonidos que su boca largaba eran gemidos, que lo que hacía no estaba mal, al menos eso le había dicho su tía. Pero había un pequeñísimo problema, su mente comenzó a mostrar imágenes en lugares hipotéticos donde alguien, algún desconocido lo penetraba con pasión y el gemía, y perdón por la expresión gemía como una “puta”.

Con una última imagen de él siendo ultrajado por un hombre, se vino sobre sus manos, se limpio ocasionalmente con su lengua, guardo su miembro ahora flácido en sus pantalones, y guardo el libro donde correspondía. Salió de la biblioteca para ir a su habitación, pero había algo que no cuadraba, ¿qué demonios le había pasado en la biblioteca?, sintió por un momento asco de sí mismo, como es posible que haya acabado por pensar en cómo alguien lo penetraba, el se creía heterosexual, si bien ninguna mujer había despertado un deseo en el, creía fielmente en su sexualidad, pero ahora había en cambio radical en el, había descubierto su pequeña “desviación sexual”, definitivamente, al pensar en esto, no pudo hacer más que reír divertido, el ¿por qué?, era simple, se creía un conde tan moral, tan racional, tan educado, pero a pesar de eso, era un niño precoz con tendencias homosexuales, definitivamente ahogo una carcajada al imaginarse en una situación donde Sebastian se enterara de esto o la misma reina lo hiciera, la cara de cada uno sería realmente un poema, no pudo más y comenzó a carcajearse mientras se apoyaba en la pared y cubría su rostro con sus manos.

-Soy un desastre, jajaja.-reía descontrolado.-no existe algo como la moral en este mundo.- siguió riéndose de sí mismo.

Si, el tenía razón, la moral no existía en el mundo. El primer hombre que quiso reinar sobre la tierra invento la moral para liderar, para que la gente tuviera algo en que creer fielmente, la verdad es que todos fueron impuros desde su nacimiento, y ¿acaso importaba?, hombre con hombre, mujer con mujer, niños y adultos y demás. La verdad no importaba nada de eso, solo eran parte de las malditas reglas realistas que tratan de imponernos desde que nacemos, la vida había que vivirla con un descontrol total, poco importan las reglas o la tan amada moral.

Sí, eso era definitivamente raro, el estaba presenciando ante sus ojos como su joven amo se reía a carcajadas, era lo más raro que había visto en su vida inmortal, algo que no esperaba ver nunca.

-Joven amo, de nuevo fuera de la cama, y acaso...¿esta riéndose?-le dijo asombrado.

El niño volteo, esta vez no tenía vergüenza, tampoco tenía dudas ni nerviosismo.

-De nuevo no pude dormir Sebastian, decidí leer un poco, ¡y qué cosas leí!.-mientras reía de nuevo, cosa que dejo al mayor perplejo.-no te preocupes, volveré a dormir, ahora estoy completamente en paz demonio.-largo una última y pequeña risa y se caminó hacia su cuarto. Dejando a un demonio-mayordomo, por demás desconcertado.

Se acostó con esa imagen en su cabeza, ahora sabía cuál era su verdadera sexualidad, ahora comprendía porque las mujeres no le incitaban a masturbarse o algo parecido, ahora entendía completamente todo.

La bestia de su interior le pedía más, más y más, no se saciaba con solo masturbarse mientras leía relatos eróticos, comprendió que lo que él buscaba, era sentir algo en su entrada, algo que lo llenara, que lo hiciera delirar de placer.

Había sido un día ajetreado, demasiadas tareas, destrucciones en la mansión por parte de los torpes sirvientes y bla bla bla, puras palabrerías de su mayordomo. Se había estresado demasiado ese día, llego la hora de dormir, la hora sagrada, la hora sexual, la hora incuba, miles de maneras para decirle mas todas causaban la misma sensación.

Esta vez cuando el mayordomo abandono la habitación luego de arroparlo, el no se dirigió a la biblioteca, esta vez quería probar algo nuevo, subió la camisa que usaba como pijama, hasta que sus piernas quedaron descubiertas totalmente y se bajo su ropa interior, comenzó a masturbarse, gemía y jadeaba desesperado, e hizo algo que quería probar hace mucho tiempo, dirigió uno de sus dedos a su entrada, al principio dolió, pero el dolor ceso dando paso al placer, comenzó a meterlo y sacarlo de manera rápida, metió otro, y luego otro . La incomodidad ya no cuadraba en su vocabulario, su interior con tres dedos dentro era maravilloso, se sentía en la gloria, que sensación tan placentera, sintió que tocaba el mismo algo en su interior, algo que le hizo dar, no un gemido sino un grito de placer, había tocado su próstata de una manera deliciosa. Ese pequeño toque le hizo venirse, se limpio y volvió a colocarse su ropa, calmo su respiración y su sonrojo desapareció eh inmediatamente paso algo que no se esperaba, su mayordomo entro por la puerta, con una cara algo “preocupada”.

-Bochan, ¿se encuentra bien?, me pareció oír un grito aquí.-dijo serio.

Ciel lo miro, y comenzó a reír a carcajadas mientras escondía su rostro entre las sábanas, no pudo evitarlo, todo en ese momento, su excitación, su recién culminante acto, la cínica preocupación del mayordomo de frac negro, y la entrada dramática por la puerta. Ciertamente le causo una gran adrenalina, el hecho de poder haber sido descubierto masturbándose, le hizo sentirse bien, ahora buscaba algo mayor, ahora quería masturbarse en situaciones riesgosas, donde pudieran encontrarlo, la adrenalina mezclada con el placer eran algo realmente exquisito de lo que no se privaría.

-Estoy bien Sebastian.-destapándose y mostrando su cara.-solo tuve una pesadilla, ahora volveré a dormir, tu vete.-dijo mientras volvía a acostarse.

El mayordomo se sentía demasiado extrañado, ¿qué había pasado?, su joven amo de nuevo se había reído a carcajadas y encima en un momento nada convencional, ya estaba dudando de la cordura del menor, era la segunda vez que lo dejaba tan desconcertado, realmente algo le pasaba a su joven amo y él lo averiguaría. Salió de la habitación aún desconcertado.

El sabía perfectamente lo que quería, no solamente quería satisfacerse solo, quería que alguien calmara sus ansias sexuales, quería que alguien lo poseyera, con fuerza si era necesario, ¿Cómo se dio cuenta?, fácil, descubrió algo que jugo a su favor.

Se encontraba en su oficina, leyendo papeles y demás, esa tarde tenía una reunión con un dueño de una importante fábrica del interior. Con quien ya había tenido contacto una vez .Cuando este llego, él lo invitó a pasar a su estudio y se dio cuenta de algo realmente desconcertante.

Las miradas que aquel empresario le daba, no eran como las de cualquiera, ”normales”, se dio cuenta de que este le miraba diferente, con deseo, vio como este recorría su cuerpo con lascivia, cada tanto este remojaba sus labios con su lengua, hubo una que otra indirecta insinuación, y se sintió desconcertado al darse cuenta, de que esas miradas le gustaban, le gustaba que le mirara, que lo deseara, que recorriera su cuerpo y el solamente se metió en el juego del hombre, alguien atractivo cabe decir, rubio de ojos verdes, realmente era alguien bello, no se iba a perder de una oportunidad como esta, coquetear un poco no está de más. Si bien no tenía experiencia en ese tipo de actitudes, había visto a Sebastian cuando este coqueteaba con alguien para sacarle información.

-Joven Phantomhive, debo decir que desde la última vez que le vi a crecido bastante.-dijo el hombre con una sonrisa.-esta mas alto y atractivo.-mientras le enviaba una mirada lasciva.

Bien, ese coqueteo no había sido indirecto, lo había dicho de frente, realmente desconcertante.

-Le agradezco su halago señor Wilde, de hecho, usted sigue igual de atractivo que siempre.-declaro con una sonrisa mientras que con su mano acomodaba unos mechones de su rebelde cabello detrás de su oreja.

-Sabe, siempre me impresiono el gran espíritu de liderazgo que usted tiene, es realmente encantador.-le dijo el rubio mientras lamía sus labios.-me pregunto qué otras facetas tiene que yo aún no conozco.-declaro con una pequeña sonrisa.

-oh, tengo demasiadas, de hecho, algunas de ellas no pueden ser sacadas a la luz.-dijo de forma insinuante.

-ah, me pregunto cuál será.

-¿Le sorprendería si le dijera?.

-Nada me sorprende, joven Phantomhive.-dijo con una sonrisa de soberbia.

Ciel solo sonrió y se acercó a él, moviendo las caderas de forma insinuante, mirándolo directo a los ojos, con una sonrisa, se agacho a su altura ya que este estaba sentado, y le susurro al oído.

-¿Quiere que se la muestre?.-dijo de forma sensual.

El rubio de ojos esmeralda no lo soportó mas y se dio la vuelta, apreso al menor contra la pared y recorrió su cuello con su lengua.

-ngh.-gimió el menor.

-Joven Phantomhive, su piel es realmente un deleite.-declaro en un susurro.

Ciel solo jadeo extasiado, ambos estaban más que en éxtasis, pero lograron escuchar unos leves toques a la puerta.

Se separaron rápidamente y fueron a sentarse en sus lugares, ambos estaban un poco desarreglados, el rubio tenía la corbata medio desanudada y Ciel tenía uno de los botones de su camisa desprendidos.

-Adelante.-dijo con tono neutral.

-Con permiso, bochan, la merienda ya está servida en el jardín.-dijo el mayordomo viendo detenidamente la escena que tenía ante sus ojos, un poco desconcertado ante como estaba su joven amo.

-Bien, señor Wilde, ¿me acompañaría?.-preguntó con una sonrisa fingida.

-Claro que si joven Phantomhive.-mientras le seguía.

Ambos se encontraban en el jardín, Sebastian había hecho un postre que ambos disfrutaban, claro que Ciel, no perdía oportunidad para insinuarse ante el empresario, el menor lamia la cuchara con la cual comía el postre, la embarraba en crema y volvía a lamerla, haciendo que el empresario de ojos verdes de excitara.

Sebastian notaba a su joven amo un poco...distinto, hasta parecía estársele insinuando al empresario, se le hacía rato tal comportamiento, al instante desecho sus pensamientos, tal vez su mente le estaba jugando una mala pasada.

Cuando el empresario se retiro, Ciel le pidió a Sebastian que le preparara el baño, este sin dudarlo dos veces le hizo caso, cuando llego el momento de desvestirlo, Sebastian se arrodillo para quedar a la altura del menor, comenzó a desabotonar su camisa lentamente. Ciel comenzó a observarlo, miraba sus cabellos azabaches, tan sedosos, deseaba tocarlos, veía sus ojos rojos, como rubíes, sus tupidas pestañas y su piel, tan blanca, parecía tan suave, deseaba pasar su mano por esa piel lechosa. Al instante en que se dio cuenta de sus pensamientos, sonrió con lujuria, vio como el mayordomo ahora bajaba sus pantalones, mordió sus labios, en ese momento, tan solo en ese momento, se imagino a Sebastian tocándolo, acariciando su piel, su miembro. Sintió la mirada de Sebastian sobre él y se sobresalto.

-Joven amo, ¿pasa algo para que me mire así?.-pregunto dudoso.

-Para nada Sebastian, solo estaba...pensando.-el menor al estar desnudo camino hacia la bañera y se metió en esta, sintiendo el agua caliente demasiado relajante.

Sebastian comenzó a enjabonar al menor, y este solo reía interiormente, se preguntaba, qué pasaría si se diera la vuelta y le dijera que lo tomara o si lo tirara dentro de la bañera y se subiera a horcajadas sobre él, sería divertido ver su cara. Ahora tenía un nuevo objetivo, quería hacer caer en pecado a Sebastian, su demonio personal.

Sentía esas manos suaves enjabonando su espalda, se sentían tan bien, esas trémulas manos viajaron de su pecho a su vientre, donde enjabono todo de manera delicada, como si el menor al mínimo tacto pudiera romperse.

Quería que esas manos viajaran mas haya que a su vientre, quería que estas bajaran, y lo tocaran como él deseaba, quería correrse en las manos de Sebastian, quería que este se bebiera su esencia. Prefirió dejar de imaginar sandeces, porque en cualquier momento su cuerpo tendría una erección.

De pronto escucharon una explosión, Sebastian suspiro con cansancio ya sabiendo quien la había provocado.

-Disculpe joven amo, debo ir a ver qué paso, regreso en un momento. –Salió del cuarto de baño dejando al menor solo dentro del agua

Era su momento de adrenalina, cerro sus ojos y se imagino a su mayordomo, tocándolo, siendo embestido por él, su miembro no tardo en despertar. Bajo su mano, mojándose aún más, y comenzó a masturbarse, lentamente, aumentaba el ritmo a medida que la imagen mental se hacía cada vez mas erótica, estaba a punto de terminar y sintió como alguien se acercaba, seguramente su mayordomo, aumento el ritmo y justo cuando su mayordomo entro el acabo, logrando que la esencia se mezclara con el agua, reprimió un gemido satisfactorio. Como la primera vez, se sintió realmente bien la adrenalina mezclado con todas esas sensaciones.

El mayordomo sin siquiera saber lo que había sucedido en esa habitación segundos atrás, prosiguió a terminar lo que había empezado.

Cuando el mayor terminó de bañarlo, lo seco y vistió, el menor iba a volver a su estudio para terminar de firmar unos papeles, cuando un grito ensordecedor lo sobresalto.

-¡Cieel!.-dijo una muchachita rubia.

-Lizzy, explícame que haces aquí.-dijo enfadado.

-Vine a visitarte Ciel, te extrañaba.-dijo mientras lo abrazaba hasta dejarlo sin aire.

-Suel-tame, me quedo sin, a-ire-dijo desesperado.

-Señorita Elizabeth, por favor, suelte a mi joven amo, necesita que el aire llegue a sus pulmones.-dijo con su eterna sonrisa fingida

-Lizzy, tía Frances sabe que estás aquí.-pregunto serio.

-Bueno, no del todo, pero eso no importa Ciel, vine para jugar contigo, vamos.-dijo sonriendo mientras lo arrastraba de la mano al salón principal.

Una vez allí la rubia comenzó a lloriquear con que quería jugar, Ciel se negaba una y otra vez pero termino cediendo cuando su mayordomo le pidió amablemente, que jugara con ella y luego la mandara a su casa. El menor acepto de mala gana y la rubia comenzó a contar con los ojos cerrados, iban a jugar a las escondidas, el menor aburrido caminaba por los pasillos buscando un escondite, en un momento vio unas escaleras que bajaban, con curiosidad camino por ellas y termino en un corredor donde había tres habitaciones, al momento supo donde estaba, se encontraba en el corredor de servicio. Al instante un pensamiento cruzo por su mente, si estaba en el corredor de servicio, seguramente por ahí debería estar la habitación de Sebastian. Abrió una de las puertas al azar encontrándose una simple habitación, con una cama, un guardarropas y una pequeña mesa de luz. Se adentro en esta y lo primero que hizo fue ver el guardarropas, con que sorpresa se encontró al ver que este estaba lleno de fracs negros, la habitación era de Sebastian, rio por lo bajo, dirigió su cara un poco más adentro del guardarropas oliendo ese aroma que tenía, un aroma tan varonil, tan embriagante, tan delicioso. Cerró la puerta del guardarropas, y se dio la vuelta, se acercó a la puerta, pero esta se abrió mostrando a su enigmático mayordomo.

-¿Que hace bochan en mi habitación?.-pregunto con una sonrisa.

-Nada, tan solo quería esconderme de Elizabeth, no sabía que era tu habitación.-declaro con una sonrisa, se acercó a la cama y se sentó en esta, ante la mirada impresionada del mayor.-me pregunto que se sentirá dormir aquí cada noche.-mientras se recostaba en esta y abría sus piernas totalmente.

-Los demonios no dormimos bochan, aunque es un placer que nos damos la mayoría.-dijo con una sonrisa acercándose al menor.

-Así que un placer, dime, Sebastian, hablando justamente de placer, me pregunto, ¿tú sientes deseo sexual?.-pregunto con una ceja alzada.

Sebastian se quedo quieto un momento y abrió los ojos impresionado, luego rio suavemente.

-De hecho, no siento deseo sexual, los demonios no lo sienten, aunque es un fetichismo que muchos se dan por simple morbo a veces.-declaro sonriendo.- aunque, los humanos si sienten deseo sexual.-dijo mientras le miraba.

-¿Crees que tengo deseos sexuales Sebastian?-preguntó sonriendo.

-Bochan, no creo que esto deba ser algo que deba charlarlo conmigo, ¿no le parece?-pregunto con una sonrisa.

-Tal vez tengas razón Sebastian, quien soy yo para hablar de mis deseos sexuales con mi mayordomo.-dijo mientras se disponía a salir.

-Entonces, esta declarando que si tiene deseos sexuales.-dijo con una sonrisa.

-Lo dejare a tu imaginación.-dijo mientras salía de la habitación sonriendo.

Una vez fuera fue hacia su estudio, con todo lo que paso había olvidado el juego con su prima Elizabeth, realmente le daba igual si lo encontraba o no, comenzó a pensar en la charla que había tenido con su mayordomo, ¿que había sido todo eso?, realmente lo dejo desconcertado, su mayordomo no tenía deseos sexuales, entonces el...los despertaría.

Se le insinuaba, a la mañana, a la tarde, a la noche, durante la almuerzo y la cena, mientras tomaba el té. Había desarrollado una obsesión por su mayordomo, quería tenerlo para él, quería que este lo tomara, que lo penetrara de tal forma que le hiciera delirar de placer. Pero su mayordomo parecía no hacer caso a sus insinuaciones, ¿porque no quería?, no, simplemente porque no sabía que su amo se le insinuaba. Sebastian tenía una imagen tan trillada y hecha de Ciel en su cabeza que no se imaginaba que este se le insinuaba de esa manera indecorosa.

Mas Ciel no se rendía, tendría a Sebastian costara lo que costara. Esa tarde se encontraba un poco aburrido, decidió llamar a su mayordomo, para que jugaran una partida de ajedrez, ambos estaban enfrentados, pensaban bien sus movimientos.

-Me pregunto si algún día podre ganarte.-dijo Ciel analizando sus movimientos.

-Es prácticamente imposible joven amo, ya que soy un demonio.-dijo sonriendo

-no me digas.-dijo de modo sarcástico.

-Sabe joven amo, dicen que jugar al ajedrez, es como tener sexo.-dijo de manera descarada.-se debe saber bien que movimientos hacer.-dijo de la manera más sucia posible.

-No te parece demasiado insolente hablarme de esto.-pregunto con una ceja alzada.

-De hecho, me parece que el joven amo ya está bastante grande para tener este tipo de conversaciones.-declaro sonriendo.

-Que te hace pensar eso.-pregunto dudoso.

-Mmm, puede ser el hecho, de que todas las noches va a la biblioteca, elije su relato favorito y comienza...bueno, no es necesario que le diga lo que usted hace.-dijo sonriendo con burla

Ciel se impresiono ante esto, mas no lo demostró, ¿acaso ese demonio sabía de eso?, ¿cómo rayos se había enterado?, ¿cómo pudo haber pasado?.

-Hace cuanto lo sabes.-pregunto moviendo su caballo.

-desde hace un mes, debo decirle que al principio me pareció increíble viniendo de usted, pero luego supuse que era normal para un joven de su edad, aunque luego me desconcertó un poco…el saber qué tipo de relatos leía, ya que, usted no lee relatos heterosexuales, a usted le excita, otro tipo de aficiones.-dijo sonriendo mientras movía el alfil.

Ciel ante esto comenzó a carcajearse, recordaba la primera vez que se dio cuenta de sus tendencias homosexuales, esa misma noche se había hecho la pregunta, de cómo sería si Sebastian lo descubriera, y ahora que había pasado, no sabía cómo reaccionar.

-Realmente, eres un demonio.-dijo con una sonrisa.

-Jaque mate...Joven amo.-mientras le miraba y reía levemente.

Esa noche fue distinta, lo fue, en demasía, se levantó, ya no tenía pesadillas, ahora tenía sueños húmedos que sabía controlar a la perfección. Fue a la biblioteca, saco un libro y comenzó a leerlo, saco su miembro ya erecto y comenzó a masturbarse, en un momento llevo la cabeza hacia atrás y rio levemente mientras jadeaba.

-Enserio crees, que porque me descubriste, yo dejaría de venir a la biblioteca, a realizar esto cada noche.-declaro mientras cerraba sus ojos con éxtasis.

-De hecho, sabía perfectamente, que usted seguiría haciéndolo.-dijo entrando por la puerta y sacándose un guante con sus dientes.

-Entonces estas aquí de voyerista.-mientras le miraba sin dejar de acariciar su miembro.

-Usted, no ha hecho más que provocarme todo este tiempo.-mientras se sacaba el guante restante.-usted es un chiquillo precoz.-dijo con una sonrisa mientras se acercaba a él.

-Ngh, lo soy.-dijo con una sonrisa.

Sintió como una de las manos de Sebastian se colaba por las suyas, tomo su erección, Ciel solo corrió sus manos dándole vía libre a Sebastian para que lo masturbara.

Que placenteramente delicioso era eso, realmente no se comparaba con nada, no era como cuando él se tocaba, el hecho de tener a su mayordomo arrodillado ante él, masturbándolo, era algo inigualable.

-ngh,Sebas-tian.-gimió.

-Usted, ah despertado por primera vez en mi vida, algo que creía que era imposible, usted, ha despertado mi deseo sexual joven amo.-dijo mientras terminaba de culminar ese rictus erótico.

Ciel vio como Sebastian se llevaba los dedos a la boca, saboreando su esencia, los ojos del demonio se encendieron y Ciel solo jadeo. Sebastian levanto a Ciel y lo llevo en brazos a su alcoba, una vez allí lo coloco en la cama y lo arropo.

-Buenas noches, joven amo.-dijo mientras apagaba la luz de las velas y salía de la habitación.

Ciertamente, luego de eso, nada era igual, cuando despertó al otro día, jalo a Sebastian de la corbata y lo beso, jugó como un experto con la lengua de Sebastian dejando a este un poco impresionado, pero no se podía esperar menos de él. Un acto vale más que mil palabras

Procuraba besarlo cuanto pudiera, en todos lados, en todo momento, mientras este le servía el té, cuando le servía la cena, cuando lo bañaba, cuando lo arropaba, quería besarlo cada momento del día, sus labios eran un adicción, tenían un ligero sabor a fresas que le embriagaba. Su mayordomo se limitaba a corresponderle mientras tocaba sus piernas o su cuello, los lugares débiles de Ciel.

Ciel se sentía ya un poco aburrido de todo esto, quería ir mas haya con su mayordomo, quería que este lo tomara, le diera contra la pared recorriera su cuello con la lengua, acariciara sus pezones y mucho mas, esas fantasías que habían creado los libros eróticos que con tanto esmero leía. Pero no, el mayor se limitaba, el ¿por qué?, era simple, aún era un niño.

Si bien no iba a reprimirse más, no podía obligar a su mayordomo a que se lo hiciera, quería que este lo deseara, que llegara al borde la locura por su cuerpo. Se decidió y la noche crucial llego. Aunque lo quisiera, ya no lo soportaba.

Su mayordomo lo arropo como cada noche, estaba dispuesto a irse, pero el menor no se lo permitió, lo jalo de la corbata haciendo que este cayera a la cama.

-Bochan.-dijo sorprendido.

-Se acabo el jueguito Sebastian, hagámoslo como los adultos.-dijo mientras se colocaba sobre él.

-usted.-mientras se desajustaba su corbata.-realmente lo intente, pero esto me supera.-mientras se quitaba la corbata y comenzaba a desabrochar su camisa.

Ciel lo miro y se puso contra el respaldar de la cama, se saco el camisón quedando completamente desnudo ante el mayordomo, sin siquiera un poco de pudor comenzó a acariciar sus botones rosas.

-Porque te contienes.-pregunto mientras jadeaba.

-Usted es un niño aún, por más que intente aparentar todo lo contrario.-le dijo mientras se desabrochaba el pantalón.

-Seré un niño...pero mis pensamientos no son los de tal.-dijo mientras esta vez comenzaba a acariciar su miembro.

-Ciertamente, no lo son.-termino de desvestirse completamente, era la primera vez que estaba desnudo frente a su joven amo.

Ciel miro con morbo “esa” parte de su mayordomo, justamente lo que esperaba, su mayordomo estaba bien dotado, no se esperaba menos de un demonio.

Sebastian se subió a la cama y gateo hasta Ciel, tomo uno de los pies de este, arrastrándolo hacia él, quedando el menor acostado debajo suyo, lo tomo en brazos y lo sentó en su regazo, sus miembros de tocaban.

-mmm, Sebastian.-jadeo Ciel al sentir el miembro del mayor rozar con el suyo.

-Esta noche tendrá, lo que tanto quiere.-mientras comenzaba a masturbar ambas erecciones.

Ciel se sentía irónicamente en el cielo, no le importo para nada estar teniendo ese tipo de permisivas con su mayordomo, no sentía vergüenza de sí mismo por estar haciendo eso con un hombre y menos con un demonio, en ese momento su cabeza solo giraba en torno al placer que el mayordomo le entregaba.

Sebastian siguió masturbando ambos miembros, pasaba su mano por el glande de ambos, haciendo que los dos jadearan de placer, lo hacía de manera lenta, para luego subir la velocidad.

-ahh,Sebas-tian.-gimió Ciel.

Sebastian completamente excitado por ese gemido fascinado que su amo soltó, comenzó a masturbarlo con más fuerzas. Ciel no se quedaba atrás, comenzó a apretar los testículos de ambos, haciéndolos a sí mismos gemir y logrando que el mayordomo gruñera fuertemente cegado por el placer.

Tiro al niño a la cama, dejándolo acostado boca arriba, comenzó a besar su cuello, dejando marcas visibles, bajo un poco mas y comenzó a lamer, morder y chupar los pezones del niño, los cuales ya estaban erectos de la excitación.

-¡ah!

Sebastian siguió lamiendo esos botones con devoción, era bastante adictivo hacer eso.

-mmm Sebastian, no seas idiota, ¿acaso quieres comértelos?.-dijo con burla.

Sebastian solo sonrió divertido y bajo mas llegando al pequeño ombligo del menor.

Metió su lengua simulando embestidas, haciendo que el menor gritara de placer, se sentía demasiado bien. Bajo mas encontrándose con el miembro del menor, comenzó a lamerlo mirando a su amo directamente a los ojos, Ciel solo se excito mas ante esto.

Delineo el prepucio con su lengua, con esta saboreaba todo el liquido pre seminal, degustándolo con autentica devoción, con su suave lengua delineo el meato, haciendo que Ciel arqueara la espalda de placer. Metió el miembro del niño en su boca, succionando el glande, y comenzando un movimiento de arriba hacia abajo, el cual llevaba a Ciel a la locura.

-ahh, si .-gemía mientras se removía.

Sebastian siguió chupando el sexo del menor con gula, mientras este se retorcía apretando las sábanas, tratando de mitigar las ganas que tenía de gritar hasta que lo escucharan los sirvientes.

Tan solo bastaron unos minutos más para que el niño se corriera en la boca de su mayordomo. Este trago la esencia degustándola como el más delicioso manjar jamás probado.

-Es realmente delicioso...joven amo.-Beso al menor con desenfreno, dándole a probar de su propia semilla, haciendo que el niño jadeara.

Estaba dispuesto a preparar a su joven amo, pero este se levanto de improviso cubriéndose con la sábana, el niño corrió hacia la pared mirando a su mayordomo divertido, el cual tenía la cara totalmente desencajada por el desconcierto.

-Pagaras por haberme hecho esperar tanto Michaelis.-mientras reía.

-Mmm bochan quiere jugar a “tu las traes”.-dijo divertido el mayordomo.

Ciel solo sonrió y se saco la sábana, mostrando su cuerpo nuevamente desnudo.

Sebastian solo se relamió los labios con lujuria, ese blanco cuerpo le enloquecía. Se acercó a su joven amo, dispuesto a acorralarlo contra la pared, pero este se corrió del lugar haciendo que su cuerpo chocara contra esta.

-Estas lento, demonio.-mientras se reía de él.

-o usted Bochan, es demasiado rápido.

Ciel lo miro también con lujuria, atisbando el esbelto cuerpo del mayordomo, quien sin pudor alguno caminaba desnudo hacia él.

Sebastian de nuevo iba a lanzarse sobre el pero el niño salto a la cama comenzando a dar pequeños saltitos en esta. Sebastian desesperado se aventó a esta y atrapo al niño entre sus brazos, ambos rieron divertidos ante esto.

Se arrodillaron en la cama, quedando frente a frente, se vieron a los ojos un momento, y se besaron con pasión. Sebastian de nuevo tiro al niño contra la cama, le dio la vuelta de forma brusca cortando el beso, bajo por la espalda del niño, fue depositando besos en esta, hasta llegar a la parte baja, con sus manos abrió los glúteos del menor y metió su lengua en la pequeña entrada rosada de este.

-Ngh Sebastian,así.-gimió desesperado.

El mayor comenzó a dar un pequeño masaje con su lengua dentro de ese pequeño orificio, deleitándose con su estreches y jadeando ante el pensamiento de que dentro de poco estaría dentro del menor. Dilato su entrada lo que más pudo con su lengua, terminó succionando está haciendo que Ciel gritara de placer. Cuando creía que el niño ya estaba listo, con su miembro comenzó a recorrer el cuerpo del menor, desde el tobillo, fue subiendo por la pierna, dejando un pequeño camino de líquido pre seminal, haciendo que Ciel gimiera, una vez llego a donde debía, lo metió de una sola vez, puso una mano en la boca del menor para acallar su grito.

El solo gruño al sentir la entrada cálida y estrecha del menor, espero un poco antes de moverse y saco su mano de la boca del menor.

-Ah Sebastian, que grande es...ah delicioso.-dijo entre gemidos.

-mmm bochan, es tan estrecho, quiero profanarlo una y otra vez.-jadeo el mayordomo.

-Qué esperas Sebastian, hazme delirar de placer.-dijo mientras movía sus caderas.

Sebastian comenzó a mover sus caderas de manera apresurada, iba a hacerlo lento pero no se resistió, simplemente no podía evitar tal tentación. Ni el mismo creía lo que pasaba en esa habitación, no podía creer que había comenzado a gemir, él cuando debía acostarse con alguna doncella para sacarle información, no sentía nada, ni placer, ni regocijo, simplemente nada. Nunca en su vida inmortal sintió deseo sexual, ni tampoco placer sexual, nada de eso. Pero con su joven amo era distinto, desde el primer día que vio, como el menor se tocaba en la biblioteca, se sintió atraído, pero trato de evitarlo, luego, su joven amo comenzó a insinuársele, al principio pensó que eran simples pensamientos erróneos, que su mente le jugaba una mala pasada, pero luego se dio cuenta que no era así, todavía recordaba ese día en que la niña Elizabeth había venido a jugar a las escondidas y encontró a su joven amo en su habitación, ”escondido”, aunque él había visto como había disfrutado del olor de su frac negro, entro cuando el menor pensaba salir, y la insinuación que le hizo el menor cuando se recargo en su cama fue el detonante, para que el, comenzara a sentirse deseoso, deseoso de sexo, deseoso de querer poseer ese pequeño y débil cuerpo, aunque su personalidad dijera todo lo contrario.

Siguió moviendo sus caderas, sintiendo como su amo gemía desesperado, buscando que el entrara mas. Se adentro mas en el, metiendo toda su virilidad. Dio la vuelta a su joven amo, logrando ver de frente su rostro, solo lo excito mas ,sus ojos nublados y desbordados de placer, su cuerpo blanco totalmente desnudo y temblando, su boca de la cual salía un hilillo de saliva que bajaba hasta su mentón, de la cual también salían esos gemidos tan excitantes.

-Bo-bochan,ngh.-gimió el mayordomo moviendo sus caderas cada vez más rápido.

-Sebastian ahh, lléname, hazme sentirte por completo, ngh ahh.-gimió el menor.

-Bochan, ngh, lo llenare por completo, ah para que sepa a quien le pertenece, usted es mío.-dijo en el oído del menor.

-Yo no soy de nadie.-dijo el menor en un acto de rebeldía.

Sebastian solo arremetió contra el más fuerte, escuchando el gemido hondo de placer que el menor largo.

-Dígalo, en este mismo momento, diga que es mío.-mientras le miraba a los ojos.

-Nunca.-dijo retador.

Sebastian solo lo miro y lo embistió con aún más fuerza, tocando la próstata del menor. Lo embistió de esa manera, lo haría hasta que Ciel lo admitiera.
-Ahh ¡admítalo!.-dijo en un grito mientras lo empotraba contra la cama. La cual chocaba con la pared por los movimientos tan bruscos del mayor

-Soy tuyo ahhh, Sebastian soy solamente tuyo.-grito el menor con desenfreno e importándole un carajo su orgullo, mientras se aferraba a su espalda moviendo sus caderas en sentido contrario al del miembro del mayor, logrando que le penetrara con fiereza.

El mayor totalmente excitado lo cargo y lo estampo contra la pared, haciendo que Ciel jadeara de dolor, comenzó a moverse dentro de él, mientras besaba su cuello.

Ciel no iba a quedarse atrás y por eso, mordió el hombro del mayor, con tal fuerza, logrando sacarle unas pequeñas gotas de sangre, las cuales lamio con devoción disfrutando de su sabor metálico.

Sebastian gimió ante esto, su bochan era realmente...apasionado. Con sus uñas araño el vientre del niño, haciendo que este gimiera de placer y dolor. Con sus uñas negras había dejado su nombre escrito en el vientre del menor. Ciel se dio cuenta de esto y rió divertido.

-Ngh ah , eres posesivo demonio.-dijo entre gemidos.-yo te domare.-mientras se soltaba de los brazos del mayordomo, sintiendo el frío suelo en sus pies, empujo a Sebastian hacia el suelo, este quedo acostado viendo como su amo caminaba hacia él.

-¿Me va a domar?.-pregunto excitado.

-Sí, lo hare, porque tu...también eres mío.-se sentó sobre su miembro de una sola vez gimiendo al unísono con su mayordomo, comenzó a cabalgarlo de manera rápida y descontrolada.

-Ngh bochan, es realmente bueno en esto ahh.-gimió el mayordomo.

-Ahh, los libros me enseñaron mucho.-declaro a la vez que besaba a su mayordomo.

Ambos se descontrolaron, ya no jadeaban ni gemían, ahora gritaban, lo hacían como nunca, y solo de placer y regocijo, sentían el deseo calar sus huesos y el ardor de ese encuentro quemar sus corazones. Tan solo se miraban bajo la luz de la luna y las velas. Bastaron unas estocadas más para que el menor se viniera sobre el vientre de su mayordomo y este dentro del menor.

Ninguno de los dos se dieron cuenta del error que cometieron ese día, porque ese día, soltaron a los monstruos que había dentro suyo, el de ciel había sido liberado hace bastante, pero el de Sebastian se enardeció.

Sebastian, por más que costara creerlo, había disfrutado por primera vez en su vida del placer sexual, el nunca lo había sentido, ya que como demonio, no lo necesitaba. Pero tan solo basto tener sexo con su bochan para que su bestia saliera al mundo terrenal. Quería mas, quería hacer que su joven amo gritara de placer en cada momento del día, sin importar que o donde.

Sus encuentros no paraban, en la cocina, en el baño, en la habitación del mayor y la del menor, donde fuera, terminaban teniendo sexo, alocándose y cometiendo ese delicioso pecado. Eso que tanto les gustaba, sus cuerpos se habían hecho adictos entre sí.

La adrenalina ahora era algo de los dos. Ciel le había confesado a Sebastian el día que se masturbo en el baño mientras él había ido a ver la explosión causada por Bard. Ahora no era nada mas Ciel el que quería probar más de esa adrenalina, ahora era Sebastian también.

Muchas experiencias se sumaron a sus vidas. Mas todas igual de excitantes, por ejemplo, la tarde en la cocina.

Ciel quería un dulce, mas Sebastian se lo había prohibido, alegando que a la noche se le iría el apetito. Ciel estaba furioso, pero igual iba a conseguir un dulce costase lo que costase. Los sirvientes se encontraban en el jardín, les había dado la tarde libre como recompensa por no haber destruido la mansión ese día. Fue hacia la cocina, donde Sebastian se encontraba, este estaba de espaldas al parecer lavando la vajilla que había sido usada al medio día. Se recargo en el marco mientras veía el cuerpo de su mayordomo. Este al estar lavando los platos se encontraba solo con la camisa, y encima remangada. Vio sus brazos, tonificados, esa camisa que se pegaba a su espalda dejando ver una finísima línea recta, bien marcada y masculina. Bajo un poco más, observo con lascivia esos pantalones tan ajustados que el mayor usaba, se mordió los labios, por un momento le pareció divertida la idea de morder ese trasero tan bien formado que su mayordomo tenía.

-Jum, veo que el señorito esta aburrido, digo si viene a verme a la cocina.-dijo en tono burlón el mayordomo aún de espaldas.

-La verdad es que quiero vengarme por no dejarme comer el postre después del almuerzo.-dijo entre sonrisas mientras se acercaba a su mayordomo.

-¿Qué tipo de postre quiere?.-preguntó el mayordomo con voz lasciva.

-Uno delicioso, que ya he probado en varias ocasiones.-finalizó el menor.

Ciel se puso detrás de su mayordomo y le abrazo con fuerza, subió sus brazos y con sus manos repaso los hombros del mayor, e iba bajando tocando sus brazos tonificados, paso sus manos por adelante, desacomodándole desde atrás la camisa, desajustando su corbata primero y luego desabrochando la estorbosa camisa. El menor al tener a su disposición el torso descubierto de su mayordomo, con sus manos apretó sus pezones, logrando que Sebastian largara un pesado suspiro.

Bajo mas sus manos, delineando la espalda del mayordomo, haciendo que a este le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo, bajo mas y sonrió con lujuria, apretando los glúteos de su mayordomo.

Sebastian solo rio por lo bajo, divertido por la acción del menor.

-Parece que bochan se está divirtiendo.-dijo el mayordomo mientras cerraba los ojos.

-Esto lo quería hacer hace mucho tiempo.-dijo riendo.

-¿El someterme en la cocina bochan?-pregunto desconcertado.

-no, tocarte el trasero.-dijo riendo.

Sebastian solo volvió a reír por lo bajo.

-Tengo que admitirlo Sebastian, tienes un trasero tentador, y estos malditos pantalones solo logran que me excite, me cuesta no verte cuando caminas.-mientras volvía a apretar los glúteos del mayor.

Sebastian emitió un jadeo mientras sonreía a ojos cerrados.

-Ciertamente, usted no es el único que se ve tentado por unos simples pantalones.-dijo mientras daba la vuelta viendo al fin la cara del menor.-no sabe la fuerza de control que tengo que usar, para no tomarlo mientras camina, con esos pantaloncillos tan cortos.- mientras con sus manos agarro desde los glúteos al menor alzándolo y este por inercia coloco sus piernas al rededor de su cadera.-me provoca en todo momento...bochan.-dijo en un susurro.

Ciel le miro a los ojos, cargados de placer al igual que los de su mayordomo. Comenzó a besar el mentón de este. Su mayordomo solo gimió. Siguió besando, llegando desde el mentón hasta la boca de su mayordomo, delineo los labios de Sebastian y este entreabrió la boca, con sus lenguas comenzaron una danza deliciosa de saliva afuera de sus bocas. Sebastian desato el nudo del cuello de Ciel y desato los botones de su camisa, dejando al descubierto ese torso pequeño que tanto le excitaba.

Se miraron a los ojos, ambos ya no tenían camisa, solo estaban con los pantalones. Se abrazaron, y gimieron, si, tan solo gimieron al sentir el calor corporal del otro, el tan solo sentir la piel del contrario les excitaba de sobremanera.

Sebastian dio la vuelta y apoyo al menor en la mesada de la gran cocina, desabrocho su pantaloncillo mientras le miraba a los ojos, realmente estaban deseosos uno del otro. El niño quedo en ropa interior, y para no quedarse atrás, desabrocho los tres botones del pantalón de Sebastian, luego bajo el cierre. Sebastian al tener el pantalón desabrochado se lo bajo por completo, mostrando un boxer de color negro, muy ajustado, dando una buena vista de su dotado y viril miembro.

Se acercó al menor y todavía con la ropa puesta, juntaron sus erecciones comenzando a frotarlas entre si... oh si, realmente un movimiento que causaba un molesto pero gran placer.

Se sacaron el uno al otro la ropa interior, ahora si estaban desnudos, Ciel no sentía para nada pudor, ¿porqué sentirlo?, después de todo, Sebastian conocía su cuerpo de arriba hacia abajo y él conocía el suyo.

Sebastian recostó al menor sobre la mesa. Abrió sus piernas casi en un ángulo de 180.Lamio tres de sus dedos, índice, medio y anular. Ante la mirada entrecerrada del menor, coló de una sola vez sus tres dedos, logrando sacar un gemido ahogado del menor. El solo jadeo, su bochan seguía igual de estrecho que la primera vez, ayudado por los fluidos del niño, comenzó un movimiento rítmico de mete y saca lento, profanando esa delicada y rosada entrada que tanto placer le causaba.

-Ngh, Se-Sebastian ahh, que bien se siente.-logro decir entre gemidos de placer el menor.

-Y esto solo es el comienzo bochan.- dijo entre jadeos.

Siguió ese placentero movimiento rítmico, aumentando la velocidad, hasta que toco la próstata del menor.

-¡aaah!, Si Sebastian, to-tócame ahí de nuevo.-dijo el menor en completo éxtasis.

Sebastian solo sonrió con lujuria y comenzó un suave masaje en la próstata del menor. Ciel se sentía en las nubes, realmente era una sensación tan placentera, un terrible placer que lo llevaba a la locura.

-Se-Sebastian, basta de juegos, métela.-dijo sin mayor recato.

-Que impaciente es bochan.-dijo con burla.

-No te hagas el tonto, se bien las ganas que tienes de meterte en mi, de sentir como aprieto tu miembro y como Ahhh.-gimio el menor al sentir la intromisión de la virilidad de Sebastian.

Este se había metido de una sola vez en su bochan, las palabras de su joven amo habían terminado de destruir la barrera de paciencia que tenía.

Sebastian se sentía en la gloria, ese pequeño espacio estaba tan caliente, tan mojado, tan apretado. La entrada de Ciel succionaba su miembro de manera deliciosa.

-ahh, Bochan, realmente está caliente.-dijo Sebastian al sentir los fluidos de Ciel bajar por su miembro.

-Si estoy ahh, así, es ngh por ti.-dijo Ciel moviendo sus caderas al mismo ritmo que su mayordomo, mientras besaba su cuello dejando marcas visibles.

Sebastian aumento las embestidas, logrando llegar más adentro de Ciel, tocando su próstata nuevamente repetidas veces.

-Me, me voy a correr.-dijo en un grito el menor.

-Ahh, acabemos juntos bochan ngh.-dijo el mayordomo mientras seguía metiendo su miembro en Ciel.

Unas embestidas más y ambos llegaron al orgasmo juntos. Gritando de placer.

Ambos se besaron por última vez y Sebastian al sentir unos pasos dirigirse hacia la cocina, vistió al menor y se vistió a él en lo que dura un parpadeo.

Ciel aún estaba con la respiración agitada y las mejillas de un hermoso color rojo.

Sebastian aunque trato, su respiración no pudo normalizarla.

A la cocina entro Meirin, que al ver a ambos en tal estado, se sonrojo.

-Em, como decía Sebastian, quiero que luego investigues lo que te dije.-mintió el menor mientras salía de la cocina.

Meirin vio como Sebastian se dio la vuelta y logro ver unas marcas en su cuello, la nariz comenzó a sangrarle y salió de la cocina a toda prisa.

Ambos amaban el olor del sudor y sus semillas juntos, amaban los ojos cargados de placer del contrario, amaban cada parte del cuerpo de cada uno, en secreto se amaban, aunque no se lo dijeran lo sabían a través de esos actos impúdicos donde cometían el mayor pecado ante los ojos de Cristo. Un demonio y un humano, un adulto y un niño, dos hombres.

Estúpido, muy estúpido, ¿porqué no habían probado esto antes?, ¿porqué no descubrieron el gran placer sexual antes?, ¿Porqué se perdieron durante tanto tiempo de ese delicioso y pecaminoso placer?. Simplemente no lo sabían, por eso ahora aprovechaban cada oportunidad que tenían. Por ejemplo la visita de una prima muy molesta.

-Lizzy, ya te dije que no.-replicó el conde enfadado.

-Moo,Ciel, por favor.-dijo con los ojos lagrimosos.

-Bien, como quieras, dame el disfraz, mientras tu cámbiate.-dijo el menor enfadado mientras se iba a su habitación, seguido por su mayordomo.

Sebastian comenzó a vestir al menor, debía aceptarlo, quería tomarlo ahí mismo, el menor estaba tan sensual con ese trajo de minino, que su prometida le había traído. Ciel sabía perfectamente los pensamientos lascivos que tenía el mayor en ese momento, ya que no solamente se notaba en su mirada, sino que sabía perfectamente la debilidad que tenía el mayor con los gatos.

Ambos se miraron con lujuria y salieron de la habitación. Lizzy quiso jugar nuevamente a las escondidas. Ciel solo acepto de mala gana nuevamente.

Una vez solos, amo y mayordomo se vieron a los ojos.

-Sabe bochan, realmente es un deleite verle vestido así.-dijo con una sonrisa el mayordomo.

-Jum.-dijo con una sonrisa.-Sebastian.-susurro casi pegado al mayor, mientras lo tiraba en la silla que estaba en el jardín.

-Mmm, ¿bochan quiere jugar?.-preguntó entrecerrando los ojos.

-¿Tu sabes lo que toman los gatos Sebastian?.-preguntó lascivo el menor.

-¿Leche?.-preguntó algo confundido por la pregunta del menor.

-Exacto, y yo soy un gatito sediento...quiero tomar leche.-dijo insinuante.

Sebastian entendió lo que quería decir Ciel, la verdad, aunque había dicho algo tremendamente pervertido y sensual, ¿cómo negarle algo a ese gatito tan tierno?.

-Así que bochan quiere tomar leche.-dijo mientras habría su pantalón y mostraba su erección.- venga, arrodíllese que le daré lo que tanto quiere, leche caliente como a usted le gusta.-dijo de la manera más sucia que encontró.

Ciel se excito y con una sonrisa de metió debajo de la pequeña mesa. Con sus manos tomo la virilidad de su mayordomo, comenzó a lamerla lentamente, torturando a su mayordomo.

-Ngh bochan, porque no usa más esa hermosa boquita que tiene.-dijo desesperado.

Ciel solo sonrió por debajo de la mesa, y comenzó a lamer el glande del mayordomo, estaba tan mojado, tan duro, solo para el. Lanzaba pequeños gemidos al sentir en su boca ese líquido salado, que anticipaba el próximo orgasmo de su mayordomo.

-Sebastian, ¿sabes dónde está Ciel?, lo he buscado por toda la mansión pero no aparece.-dijo la pequeña Lizzy mirando a Sebastian. Quien estaba sentado en la mesa del jardín, raramente sonrojado levemente y con la respiración un poco agitada, ni hablar de las gotas de sudor que surcaban su frente.

-Se-señorita Elizabeth, creo haber visto a bochan por el sótano, ¿ya busco ahí?-pregunto nervioso.

Claro, a simple vista parecía que Sebastia estaba sentado en la mesa, sus piernas estaban por debajo de estas y el largo mantel negro cubría a Ciel, quien estaba sonriendo con lujuria debajo de la mesa y no solamente con lujuria sino que también con malicia.

De una sola vez se metió el miembro de su mayordomo en la boca comenzando un sube y baja desesperado.

Sebastian se cubrió la boca con los ojos abiertos como platos, se encargaría de castigar a su bochan luego por esto.

-Ya lo busque ahí Sebastian, pero no lo encontré.-dijo con un pequeño puchero la niña.

Sebastian estaba con la boca cubierta por su mano tratando de no gemir extasiado.

-Tal vez este en el área de ser Ahh.-exclamó al sentir como la boquita de Ciel había mordido su glande y masajeaba sus testículos con las manos.

-¿Te sientes bien Sebastian?.-dijo sobresaltada Lizzy.

-S-si, solo que hace calor, ¿no le parece?, sabe, como le decía, el bochan tal vez esta en el área de servicio.

-Tienes razón, ahí no busque, gracias Sebastian.-dijo con una gran sonrisa mientras entraba a la mansión.

-Pagará muy caro esto ahhh bochan.-dijo el mayor entre gemidos, mientras se corría.

Ciel subió un poco el mantel, mirando a su mayordomo. Sebastian lo miro y su miembro se volvio a empalmar ante la mirada atónita del menor. El ¿porqué?, fácil, Ciel estaba con las orejas de minino y no solamente eso, su semilla estaba esparcida por todo el rostro del menor.

-Mmmm, esta leche realmente está caliente y muy deliciosa.-dijo el menor de forma impúdica mientras con su lengua delineaba sus labios.

Sebastian guardo su virilidad y agarró al menor en brazos. Elizabeth seguramente estaría buscando por horas al menor, ya que el mayordomo no dejaría a su bochan en un buen rato.

Poco les importaba arder en el infierno, mientras juntos estuvieran.

También recordaban ese caso, el día que tuvieron sexo en una habitación de tortura, ambos estaban buscando a un asesino en serie, que solo asesinaba mujeres después de someterlas a actos sadomasoquistas. Después de terminar de resolver el caso, se apropiaron de la habitación. En cuanto llegaron se sometieron a sí mismos, a esos actos carnales que tanto amaban. Ciel obligo a Sebastian a que “apagara” sus poderes demoníacos por un rato. Este de mala gana se convirtió en un humano temporalmente.

Ciel cubrió los ojos de Sebastian con una venda negra y el mismo se vistió con un pantalón de cuero negro, una camisa blanca que le quedaba más alta que el ombligo, dejando al descubierto su estómago, sus brazos estaban descubiertos. En ese momento Sebastian estaba con una camisa roja ya abierta totalmente, mostrando su escultural pecho. Ya que para ese caso Sebastian había tenido que disfrazarse de noble.

Sebastian no podía ver a Ciel, mas si de alguna manera podía sentir el aura lujuriosa que desprendía el menor. Ciel se acercó a Sebastian y rozo sus labios, Sebastian quería besar esos carnosos y rojos labios que el menor poseía, pero cuando se hizo para adelante tratando de tomarlos, el menor se alejo sonriendo.

-Ngh.-dijo el mayordomo con resentimiento.

-Todo a su tiempo Sebastian.-dijo sonriendo mientras tomaba un látigo de siete cuerdas y comenzaba a azotar la espalda y el pecho del mayor.

-ahhh.-gimio el mayordomo de placer y dolor ante esos azotes que el menor le dedicaba.

Ciel estaba completamente excitado, aunque era algo demasiado morboso, el excitarse al ver la sangre de su mayordomo, tal vez solo era por las feromonas que largaba esta.

Dejo de azotarlo y camino a gatas hacia el mayor, se sentó en su regazo rozando sus miembros.

-¿Se siente bien Sebastian?.-pregunto excitado.

-Demasiado.-dijo en un susurro.

Ciel comenzó a moverse de manera tortuosa sobre el miembro del mayor, haciendo que este jadeara desesperado, ambos necesitaban más.

-Muévase más rápido.-dijo en tono de orden el mayor a pesar de ser él, el que estaba sometido.

Ciel comenzó a moverse manera frenética sobre Sebastian, haciendo que ambos miembros se rozaran de manera violenta.

-ngh ahh, ¿te gusta esto Sebastian?, ¿te gusta que me mueva bien fuerte?.-pregunto el menor entre jadeos extasiados.

-Si ahh, bochan siga así.-dijo el mayor excitado.

Ciel siguió moviéndose de manera frenética hasta que Sebastian no soporto mas esa dulce totura, de un tirón rompió las cadenas y se saco la venda de los ojos, viendo a Ciel vestido de una manera por demás provocadora. Tomo al niño y lo puso sobre su regazo pero de espaldas, viendo a un espejo.

Desnudo al menor y se desnudo el mismo, ambos ya al estar completamente desnudos. Sin siquiera un poco de compasión arremetió contra el menor entrando de una sola vez.

-Ahhhh si, Sebastian.-grito el menor de placer.

Sebastian penetraba a Ciel mientras masturbaba su miembro, al estar el menor de espaldas a Sebastian se veía en el espejo y veía al mayor.

-¿Le gusta ver nuestras reacciones bochan?.-le preguntó al oído mientras le miraba al espejo y lamía su mejilla.

-Ah si, si me gusta.-dijo entre gemidos.

A Sebastian esto solo lo excito mas, sus ojos se volvieron de un color violeta y su esencia demoníaca salió a flote mientras embestía a su bochan de forma violenta.

-Ngh bochan ahhh, es tan placentero tenerlo así.-dijo mientras le embestía más rápido.

-Ahh Se-Sebastian si así, más duro.-dijo entre gritos.

Sebastian agarró una de las velas que estaban al lado de su bochan y dejo caer cera caliente en la espalda de este.

-Ahhh si que rico.-jadeo el menor al sentir ese líquido caliente en su espalda.

Ciel volteo su cuello y beso a Sebastian mientras seguía siendo embestido con brutalidad. Unas estocadas mas y el menor se vino manchando el suelo a la vez que Sebastian lo llenaba por completo.

Nunca se lo imaginaron, demonio y humano, adulto y niño, dos hombres, atraídos entre si, por una pasión absoluta, una llama imposible de extinguirse, ¿se amaban?, podía decirse con certeza que si, ¿cómo lo supieron?. Fácil. La prometida de Ciel había ido a visitarlo nuevamente, mas la niña cuando toco el tiempo de irse, en vez de despedirse como lo hacía normalmente beso al niño en la boca, dejándolo en un estado de shock total, y al mayordomo emitiendo un aura oscura.

Habían discutido esa noche, de manera fuerte, se habían gritado, Sebastian había azotado enojado la puerta cuando salió del cuarto del menor y este había destruido el espejo del baño. Realmente su prima traía desgracias.

No había una palabra exacta para definir el frío que sentían en ese momento, ¿porqué?, ambos se habían acostumbrado a dormir juntos noche tras noche, Ciel le había pedido a su demonio que durmiera con el cada noche y que se levantara antes que todos para no levantar sospechas. Se habían acostumbrado al calor corporal del cuerpo ajeno.

Si, se habían vuelto adictos a la piel, labios y calor del contrario. No podían estar separados ni por un segundo. Al estar separados ambos sentían un vacío en su interior que era imposible de llenar.

Se necesitaban, más que el oxígeno propio se necesitaban.

Y su orgullo, esta vez no le gano a ninguno.

Ambos estaban recorriendo el pasillo, Sebastian dispuesto a ir a la habitación de su bochan y el menor a la de Sebastian.

Ambos al estar enfrascados en sus pensamientos chocaron con el contrario.

Sus ojos se encontraron, y solo un destello que ellos podían ver se vislumbro en el pasillo.

-Tengo frío, sin ti, tengo frío.-confesó el menor con la cabeza gacha.

-A pesar de ser un demonio, yo también siento frío sin usted.-dijo el mayor mientras tomaba en brazos al menor y lo llevaba al dormitorio.

Cuando llegaron ahí, hicieron lo que tendrían que haber hecho desde el principio, no tener sexo, sino hacer el amor. Supieron que se amaban, cuando al acabar y mirarse a los ojos, sonrieron. Simplemente una sonrisa basto, para que esos corazones se dieran cuenta de la complementación tan perfecta que hacían.

Y era en ese momento donde se ponía a pensar en cuanto había cambiado, que tan diferente era todo ahora, El mismo se había replanteado el por qué de todo esto, simplemente empezó con una curiosidad infantil por descubrir ese tipo de placeres, y terminó, manteniendo sucesivamente sexo con su demonio-mayordomo, no solamente eso, sino que también enamorándose, ambos no se lo decían tan a menudo pero era más que obvio, ya que nunca faltaban los actos de celos y demás de cada uno. Poco les importaba si no se lo decían en vos alta, siempre tenían esos actos tan deliciosamente placenteros que lo demostrarían por ellos.

Escribiendo en su diario, se planteaba el por qué le gustaba tanto Sebastian, el por qué lo eligió a él, como fue posible que todo se remontara ... tan solo a él.

Me gusta, Sebastian, porque es servicial, es atento, es eficaz, es apuesto, es seductor, es adictivo.
Me gusta, porque me baña, me viste, me da de comer, me mira, me toca, me penetra, me marca.
Me gusta, porque es posesivo, es celoso, es sarcástico, es completamente rebelde en ocasiones.
Me gusta, porque su cuerpo es hermoso, porque sus ojos son como rubíes y su cabello suave.
Me gusta simplemente todo de él.
Me gusta porque él, es Sebastian, y nada ni nadie puede cambiarlo, porque es mío y yo soy suyo.

Y en ese momento cuando terminaba de escribir en su diario, sintió como alguien tapaba sus ojos por detrás y besaba su cuello, cerro el cuadernillo de tapa dura, y se dio la vuelta, ya sabiendo de antemano quien era, lo beso con pasión.
Un encuentro mas, otra día de pasión y lujuria, otra muestra de afecto involuntaria, un amor que crece día a día, ya sea en la cocina, el baño el comedor, u en otra parte, amor puro y pasional, una llama inextinguible, dos corazones prendidos fuego, un amor completamente irracional y contradictorio.

Ciel lo amaba. El ¿por qué?, muy simple.

Tan solo por ser...Sebastian.
Notas finales:

Espero les haya gustado,este tipo de fantasía erótica, que fue lo que me arrimo a escribir este pequeño one-shot,espero les haya gustado porque de verdad me esforze para no ponerlo tan cursi, pero si con un toque romanticón.


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