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El duro precio de la fama por koru-chan

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Show televisivo


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Me observé en el espejo mientras abotonaba, con sumo cuidado, mi camisa blanca de delicada tela. Mi rostro mostraba cansancio, pero sobre todo, desgano. No tenía ánimos ni deseos de fingir un estupendo humor después de haber presenciado a toda la maldita prensa rosa hablando, día y noche, sobre mí jodida sexualidad. ¿Era tan relevante con quien me enredaba en la cama? Gruñí acomodando de forma experta mi corbatín negro.


—Nadie puede creer que, el soltero más codiciado y sexy de Japón, sea gay. Es común este “desconcierto” mediático, Takanori—suspiré lacerando con la mirada a mi representante a través de aquel espejo de cuerpo completo. Éste, detrás de mí, tenía entre sus manos mi chaqueta borgoña de terciopelo esperando paciente que concluyera con el orden de mis elegantes prendas.


—¿Desconcierto?—bufé—. El revuelo me vale mierda. Lo que me satura la existencia es lo que ocurrió…—hice una línea recta con mis labios recordado como me había enterado de todo y como aquello me había destrozado completamente—. Ahora, no sabes cómo detesto a ese imbécil. Si lo llevo a ver, te juro que le parto la cara—exhalé imaginando su sínico rostro, mas sólo intentaba ocultar el dolor que sentía. No lo quería ver ni volver a trabajar con él.


Yutaka se acercó a mí y me ayudó a enfundarme aquella última pieza de mi atuendo. Miró mi figura en el espejo y luego pasó sus palmas por mis hombros como si quitara pelusillas imaginarias del saco mientras yo intentaba acomodar aquel moño y fajar mi camisa en un acto maniaco producto de los nervios propios de aquel momento previo antes de salir a luz pública.


—Estás increíble. Déjame a mí darte los últimos  toques antes de que arruines esa carísima camisa—palmo mis manos percibiendo lo inquieto que estaba. Lo miré frunciendo el ceño, pero sólo me limité a dejarlo hacer lo que fuera a hacer—. Tú enojo es porque te rechazó, ¿cierto?—si las miradas mataran, en ese mismo momento habría un cadáver en medio de mi suite y poco me importaría ser metido a la cárcel por la muerte del sujeto que se supone que maneja mi vida.


Me aparté de él bruscamente. Abotoné mi saco, miré mis zapatos negros y lustrosos una vez más y, tras un acomodo banal de mis ondas platinas salí sin acotar vocablo hacia aquel tema el cual no se debía tocar bajo ningún motivo. Salí raudo de la habitación dando un fuerte portazo. No quería reconocerlo, pero era así. Había sido rechazado y no sólo eso, sino que el tipo se había reído en mi cara y luego había ventilado aquello, que con tanto recelo guardaba, diciéndoselo, sin filtro, a los medios. Mi nombre salió en la prensa escrita, digital, vía streaming, en la televisión y de forma radial. Todo era tan descabellado y tergiversado. No les bastó decir: Takanori Matsumoto es gay. Sino que al parecer, Akira había contado que yo le había confesado “mi amor” y que, si aceptaba, le daría mi virginidad. ¿VIRGINIDAD? ¿Realmente, el cara de iguana deforme, creía que era virgen? Y, en estos días, ¿la palabra virginidad aún se utiliza?


Apreté mis puños molesto golpeando la fina muralla del tablero del ascensor un par de veces mientras caminaba de aquí para allá dando fuertes zancadas al pobre piso alfombrado esperando a que el elevador llegara a mi piso. Respiré hondo masajeando mis sienes; debía calmarme y mostrar indiferencia en aquella alfombra roja. No respondería nada íntimo limitándome, únicamente, a hablar sobre la película en la cual había trabajado y, que además, eso era lo importante aquí. Inspiré, sabía que las miradas estarían sobre mí y que no podía esconderme después de todo; estaba en el auge de la noticia. No tenía escapatoria.


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Una limusina negra me aguardaba en las afueras de aquel elegante hotel. Me calcé unas gafas enormes viendo como a la salida me esperaba un par de molestos periodistas inquisitivos para tener la primicia para sus programas banales y sin sentido que era lo que atestaba la televisión local a toda hora. No entendía el porqué del interés por mi vida, ¿acaso no tenían una propia?


Gruñí furioso cuando, al atravesar las puertas de aquel hotel, los flashes me comieron vivo, pero sin aturdirme caminé firme intentando sortear a aquellos sofocantes individuos con cámaras y micrófonos.


Cerré mis puños oyendo como los sujetos decían mi nombre con urgencia, mas nadie aún se atrevía a tocar el tema que estaba en boca de todos. Y, la verdad, estaba esperando que alguno mencionara algo y, así, poder volcar mi ira hacia los sujetos.


—Matsumoto, ¿qué nos puedes declarar sobre el naciente romance de Izumi Shiroyama y Akira Suzuki? ¿Sabes si es esta la razón del rechazo hacia tu declaración o…


Me detuve y la muchedumbre formó un círculo a mí alrededor mientras yo me enfocaba en mirar con ojos asesinos a esa periodista insidiosa. ¿Qué me importaba a mi si esa persona andaba con la hija del  hombre más reconocido de la industria? Fruncí mi mandíbula observando el micrófono frente a mí y, en un arrebato, tiré al suelo aquel aparato. Iba a abrir mi boca e iba a espetarles que se metieran su maldita información por el culo, pero sentí como una presencia conocida contorneó mi cintura y me arrastró junto a él en dirección a la limusina. Todo fue muy rápido. No tuve oportunidad de objetar y, tan sólo, me vi obligado a mirar hacia mi derecha notando como Tanabe espetaba, tranquilo, que yo no daría declaraciones ni menos opinaría sobre la vida amorosa y arribista de aquel rubio actor.


—Te dije que no salieras. ¿Cuántas veces te dije que me esperaras en el vestíbulo del hotel? Sabías que iba a ver prensa y que teníamos que respetar el protocolo porque estas en el ojo del huracán y debes de ser cuidadoso. Aún es muy reciente todo y, así como estás, eres capaz de decir algo que te arrepentirás. Piensa frío, Takanori—me sermoneó como un mocoso de cinco años y yo, únicamente, me centré en mirar por los cristales polarizados queriendo huir de mi famosa realidad.


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—La multitud está expectante. Todos quieren ver a sus ídolos desfilar por la alfombra roja, y nosotros esperamos declaraciones de los dos más famosos chicos de “Beautiful Deformity”, Akira Suzuki y Takanori Matsumoto, mejor conocidos por interpretar a Ruki y Reita en dicho film, quienes, además, han estado en la palestra estas últimas semanas con aquella suculenta declaración que dio Akira a un periodista amigo y la cual sorprendió al mundo entero…


Yutaka, aún estamos a tiempo de girar en la próxima esquina, no quiero  ser parte de esta exhibiciónmediática—hablé apartando mis ojos de aquella pequeña televisión situada dentro del elegante transporte oyendo como el presentador de aquella cadena televisiva daba una larga introducción en el lugar dispuesto para aquella avant premiere; la expectación era palpable yo sólo me sentía siendo llevado a la horca.


—No seas melodramático—habló. Sin mirarlo sabía que tenía su cabeza metida en su teléfono; seguro curioseaba en las redes sociales—. Sabes zafar estas cosas y sabes que es mejor enfrentarlo ahora. Si te escondes, todos crearán rumores peores de los que hay en las redes. Por último un par de consejos: No hables asuntos privados; hazte el desentendido, camina con prestancia y deja sin aliento a los presentes—hice una mueca con mis labios nervioso y suspiré viendo por la ventanilla como ya no faltaba nada para que mis pies rozaran aquella famosa alfombra.


—¿Quién me manda ser famoso?—murmuré al aire viendo como el chofer abría la puerta para que bajara. Miré a mi manager y amigo quien me dio una palmadita en el hombro dándome ánimos para salir y enfrentar al mundo.


Puse un pie fuera del transporte privado y de inmediato los vitoreos por los actores quedaron en cero. Fue como si la muchedumbre se hubiera quedado muda por un par de segundos.


Me quité las gafas dándoselas a mí representante. No quería verme con aspecto demacrado aunque lo estaba. Estaba agotado de que todos fueran una mierda, pero nadie tenía que saber aquello; no ocultaría mi rostro y no fingiría, sino obviaría.


Vi a los periodistas a lo lejos, los cuales se comenzaron a acercar en masa hacia a mí, inspiré mientras colocaba uno de mis mechones rubios detrás de mí oreja derecha dejando relucir mis perforaciones adornadas con variados aretes. Los suspiros de la multitud no tardaron en escucharse, por lo cual no pude evitar sonreír. A pesar que la noticia—que después de todo tenía algo de realidad—, no había perdido seguidores ni el amor que me profanaban.


—Chicos, Takanori Matsumoto, el más controversial y galán de la película “Beautiful Deformity” donde es el protagonista principal junto a Akira e Izumi, el cual forma el trio amoroso de esta secuela. Recordemos que lo vimos en Division donde nos encantó con su actuación en la cual estaba recién saliendo de la escuela de artes escénicas. Ahora mucho más maduro y atrevido, tanto en la película como en la vida real, está haciendo acto de presencia… El revuelo que ha provocado es indescriptible, todos deseamos declaraciones por los hechos, mas sabemos lo reservado que es con su vida y parece que esta vez tampoco hablará. ¿Seguirá mostrándonos aquella personalidad indiferente? Ha estado completamente reacio con la prensa, pero, no podemos pasar por alto que  siempre ha sido cauteloso a la hora de hablar…el hombre que más destacaba en los medios calló. Tocó un auricular que tenía en su oído diestro y tras asentir un par de veces continuó: —. A continuación veremos imágenes exclusivas de un comportamiento injustificado que, nuestro actor favorito, tuvo con una colega. Veamos las imágenes…


Caminé escuchando como despachaban los móviles a sus respectivos programas aburridos y planos. No pude evitar fruncir el entrecejo y gruñir cuando el sujeto habló del altercado con la chica antes de que llegara al lugar. “Injustificado”, sí, claro.  Rodé mis cuencas llevando estas hacia donde luces parpadeantes se aglomeraban y ahí lo vi. Akira Suzuki posando ante las cámaras con Izumi, su acompañante. Después de todo, parecía que era cierto que la parejita estaba saliendo, no pude negar la clara elegancia y bonita pareja que hacían los dos individuos. Mi escrutinio fue captado por el de ojos pardos quien, sínicamente, me sonrió. Hice una mueca de desconcierto e ignoré olímpicamente su presencia.


—Takanori, por favor. ¿Nos podrías decir quién te viste en esta ocasión?preguntó una chica asomando su micrófono hacia mí. Suspiré cansino mientras cerraba los ojos.


—El traje me lo mandé a hacer a un connotado diseñador, Takada Kenzo con materiales y colores de mi elección. La camisa y la corbata las compré en un viaje que hice a Paris hace años—dije con monotonía y sin mucho detalle queriendo huir lo antes posible de ahí ya que veía como Akira y su acompañante se acercaban raudos tras hablar con los periodistas de forma escueta.


—Te vez increíble; elegante y estilizado. La paleta cromática y aquella textura es osada, ¿no lo crees?


—¿Osada? ¿Te parece así? Implementé una tendencia diferente en mi traje porque me gusta salir de lo común y poco arriesgado que vemos en estos eventos. Esto es lo que soy; esta es mi esencia. Lo “normal” dejémosle a tipos “aburridos”—acoté con una sonrisita maliciosa al ver que Akira se acercaba. Puse mayor énfasis en lo de “aburrido” al ver como lucia aquel rubio. Obviamente que se veía bien vestido de traje formal e impecable.


—CHICOS, POR FAVOR, ¡UNA FOTO DE LOS TRES PROTAGONISTAS!gritó un gráfico justo en el instante que yo iba a marcharme de ahí.


—Por mí no hay problema—habló aquel tipo haciéndome girar sobre mis talones. ¿Acaso creía que iba a huir de él? Já, claro que no; no le iba a dar en el gusto.


Me posicioné a un lado de la chica, que era unos centímetros más bajita que yo, cogiéndola de la cintura mientras ella me saludaba cordialmente con un beso en la mejilla haciendo la ilusión de que nos llevábamos de maravilla, cuando únicamente éramos colegas de trabajo y nos había tocado hacer “equipo” en el tiempo del rodaje aunque siempre me sentí excluido de aquel pequeño conjunto. No miré a Akira, pero de soslayo pude distinguir como éste me sonrió ampliamente, lo pude ver cuando me separé de la chica al momento de concluir nuestro fingido saludo. Mierda, le había dado a entender que lo detestaba, pero ¿qué podía hacer? ¿Fingir aún más cuándo me sentía tan… traicionado?


Sonreí y posé para las fotografías; ignorándolo, fingiendo como el buen actor que era, pero mi pulcra actuación se fue al caño cuando mi rostro se asqueo al sentir como sus dedos rozaban el dorso de mi mano, la cual estaba posada en la espalda baja de la chica. Mi vista intimidante y asesina se posó en su persona separándome con brusquedad de aquella foto grupal. Todos los presentes me miraron desentendidos; menos el rubio alto quien sonreía satisfecho por mi acción. Me recriminé mentalmente por mi conducta. Podía hacer los mejores papeles y salir premiado como una de las jóvenes estrellas del momento, pero actuar cuando hay sentimientos… de odio, y más aún, hacia él, me era imposible. ¡Quería partirle la cara hasta borrarle esa socarrona sonrisa de mierda que portaba aquella noche!


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Me adentré a un vestíbulo  repleto de estrellas, tanto del elenco como actores invitados; Conductores, extras, guionistas y directores estaban en todas partes. Todos querían figurar de la forma que fuera y ese era el mejor momento para hacerlo.


Bajé una amplia escalera forrada de una alfombra de terciopelo fina, elegante y pomposa, percibiendo como varias miradas se posaban en mí y en el rubio que venía detrás con la bonita chica, pero que carecía un poco—mucho—de talento.


Caminé con garbo ignorando a los presentes y yendo de forma inmediata hacia el bar. Quería beber una copa para relajarme, aunque fuera, un instante.


—Beber te va a soltar la lengua—suspiré llevando la copa a mis labios esbozando una sonrisita al escuchar aquella voz. Miré hacia mi izquierda sonriendo ampliamente recordando noches de juerga con aquel esbelto muchacho de rostro andrógeno y bonito.


—No tanto como tú, Takashima—se rió a carcajada posando su copa sobre la mesada del bar para darme una palmadita en mi espalda.


—¿Cómo has estado?—preguntó refiriéndose a mi estado actual en el medio. Suspiré llevando mi copa a mis labios, bebí un pequeño trago agitando el vaso para oír el choque de los hielos con el cristal pulcro de la copa.


—Hecho una mierda—le sonreí.


—Así te veo—sobó mi espalda con cariño sentándose en una especie de banquito cruzándose de piernas—. ¿Y, qué harás?


—Golpearlo hasta desfigurar su bonito rostro—dije mirándolo de reojo viendo como se reía.


—¿Estás mal por lo que dijo o porque te rechazó?—se atrevió a preguntar con una mueca en sus labios.


—Todas las anteriores y más. Me desilusioné. No me rechazó. No me dijo nada sólo… armó este alboroto. ¿Por qué siempre me fijo en gente tan miserable?—exhalé serio.


—¿Tan mierda soy?—escuché una voz que hizo que se me erizara cada diminuto bello de mi piel, pero no le daría en el placer de hacérselo notar.


—Qué mala educación tienes, Suzuki. ¿Ahora escuchas conversaciones ajenas…? Que bajo has caído—le escupí.


—No es que haya querido escuchar su importante charla de divas, sólo pasaba por aquí en busca de algo para beber, para mí y mi CHICA—todos pudimos notar el énfasis que puso en la palabra “chica”, ¿Quería que me pusiera celoso? Já. Fruncí el ceño ignorando la pestilencia que espetaban sus labios rosados y apetecibles.


—Entonces, ¿Es cierto? Estas saliendo con la hija de Shiroyama. ¿Quieres acaparar prensa usando a la hija de aquel reconocido actor? Lástima que su hija sólo se queda con lo bonita que es, del talento de su padre no sacó nada—Takashima, en medio, se carcajeó


—¿Celoso?—preguntó después de pedir los tragos al hombre de la barra. Mientras tanto, Kouyou me buscó con su mirada y en su iris pude leer un: Los dejo solos. Nos vemos después. Mientras yo lo observaba suplicante para que no se fuera.


—¿Te gustaría que lo estuviera, cariño?—miré al arrogante actor alzando una ceja mientras él me sonreía con simpleza. Tomé mi vaso a medio beber con intenciones de marcharme de aquel lugar. Si tenía la obligación de estar en ese avant premiere lo estaría, pero lo más lejos de aquel imbécil que gozaba de aparentar destruyendo a los demás en el camino sin voltear a ver el reguero que dejaba.


Le di la espalda dispuesto en ir a buscar a Takashima al cual vi como se introdujo entre la elegante masa. En el momento que lo divisé entre la pomposidad de los presentes, emprendí marcha, pero apenas alcancé a dar unos pasos cuando sentí un agarre a mi muñeca para nada amable. Me giré mirando molesto y extrañado al culpable viendo como aquel rubio se acercaba peligroso a mi rostro.


—Tal vez sí quiero que estés celoso, pequeño—susurró ronroneante. Sus palabras y su forma extraña de comportarse me dejaron descolocado. Me soltó dejándome sin aliento sintiendo como mi corazón se había detenido un par de segundo y ahora bombeaba sangre con desesperación—. Nos vemos—tomó sus vasos y se abrió paso entre la muchedumbre.


Lo quedé mirando atontado. ¿Que había sido eso? Me giré hacia la barra bebiendo el contenido de mi vaso de una vez para luego golpear la fina madera con la base del cristal de la copa. Bufé frustrado por mis pensamientos ilusorios; él solo quería jugar con mi mente y disfrutar de los acontecimientos.


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El estreno estaba en su apogeo de la noche lo cual, ya desde su principio, me tenía exhausto. No era de las personas que se amaban ver actuando. Sí, me gustaba ver cuando tenía errores y corregirlos al momento de grabar, pero ver todo junto no me apetecía.


Decidí salir de la sala donde se estaba proyectando la película y caminar por los pasillos hasta encontrar una salida trasera e inundarme del humo cargado de nicotina. Necesitaba relajarme de la única manera que sabía hacer: Fumando.


Saqué una cajetilla, de uno de los bolsillos internos de mi chaqueta de terciopelo guinda, cogiendo un cigarrillo para acariciar con mis labios el filtro mientras tanteaba, frenético, mis bolcillos por un mechero para encenderlo.


—Demonios, ¿no lo tomé antes de salir?—susurré bufando mientras veía como alguien ponía frente a mis ojos aquel preciado mechero. El desconocido rasgó repetidas veces para hacer salir de forma mística aquella bonita llama cálida y tan necesitada para que mi cigarrillo tuviese vida. Tomé entre mis dedos aquel tubito de nicotina y lo adentré en aquella onda de fuego, para darle una primera calada e inundarme del sabor mentolado. Boté el vaho satisfecho buscando de inmediato el rostro del personaje que me había ayudado para darles las gracias, pero aquellas palabras murieron en mi garganta. Fruncí el ceño al distinguir al hombre parado junto a mí quien no apartaba de sus labios aquella sonrisita melindrosa. Me observó y luego alzó la vista. Lo vi sonreír hacia el cielo como si estuviese maravillado por las incontables lucecitas parpadeantes del manto azabache sobre nuestras cabezas—. ¿Qué haces?—interrumpí su escrutinio fascinado—. Acaso, ¿me estas siguiendo?—terminé de preguntar expulsando una nueva bocanada.


—No, sólo quise salir a fumar. Además, no soy tan egocéntrico para verme una y otra vez en aquella película—me sonrió.


—Tú no fumas—rodé mis cuencas a sabiendas de aquel dato. Le di, nuevamente, una calada a mi cigarrillo mientras botaba el humo con parsimonia dándole pequeños golpecitos al filtro para botar las cenizas acumuladas en la punta.


—Esta vez se me antojó—habló robando el cigarrillo que tenía entre mis dedos para darle una calada una vez que el filtro tocó sus labios—… probar—me miró con coquetería. Vi como descendió su mirada perdiéndose en mis labios. ¿Estaba bromeando? ¿Estaba insinuando que quería “probar” estar conmigo? ¡Era un maldito retrasado! Fruncí mi mandíbula. ¿Después de todo el escándalo que provocó… aún tenía cara para insinuarme estupideces? A ese sujeto se le había freído el cerebro.


—Así que… aquí estabas, Akira—apareció la castaña y bella actriz acompañante del nombrado interrumpiendo aquel extraño ambiente. Pude ver, como la mirada del rubio actor, se tornaba molesta. Definitivamente el tipo era buen intérprete porque hasta yo me había creído el romance que estaba creciendo entre los dos. ¿Qué intentaba, entonces? ¿Quería figurar para que no lo tacharan de homosexual después de verse “involucrado” conmigo?


—¿Me llevas a mi hotel? La película acabó y me muero de sueño—habló la castaña tan nasal y tan meloso que me dañó los oídos; era excesiva su pésima actuación.


—Permiso—di un par de pisadas hacia la entrada de aquel centro de espectáculos


—Espera, no te vayas. Quiero decirte algo ahora que apareció Izumi—pidió el sujeto que me había traído tantos dolores de cabeza. Lo miré estupefacto. ¿Quería que me quedara para ver cómo se besuqueaban? Lo miré asqueado.


—¿Qué pasa?—exclamé cansado. La chica nos miró a ambos y luego se detuvo en Akira. El actuar  de la chica se volvió serio e incómodo.


—Izumi fue la que reveló tu secreto. Sí, yo le conté, pero pequé pensando que era mi amiga y que podía confiar en ella—Akira miró a la joven con el entrecejo fruncido, mientras ella no salía de su sorpresa por lo que acababa de revelar el rubio.


—¿Qué? Ay, amor… ¿Dónde sacaste eso?—habló nerviosa.


—Hablé con Kaolu. Me lo encontré cuando fui al baño. Me dijo que buscaba a Takanori porque se quería disculpar con él y aprovechó para hacerlo conmigo. Me dijo que la prensa enredó todo el contexto de la notica dejándome como a mí el que reveló todo cuando su fuente directa habías sido tú—miró a la muchacha acusadoramente mientras yo abría enormemente los ojos, pero rápidamente fruncí el ceño.


—No me interesa hablar de esta mierda, ahora. Ya no vale la pena. Ambos son de lo peor—dije mordaz mirando con repudio al hombre frente a mí. Me adentré al amplio vestíbulo en el cual quedaba poca gente. Saqué mi teléfono y marqué el número de mi representante para que llamara a la limusina. En cosa de segundos salí escoltado del lujoso recinto por guardias, producto que aún los periodistas hostigaban mi existencia.


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Había dado vueltas por la ciudad para despistar a los medios y que se aburrieran de esperarme en el hotel el cual me estaba hospedando, pero inevitablemente tuve que llegar.


Suspiré con desgana mirando la gran edificación que se planteaba frente a mí con imponente presencia. Subí las escalerillas alfombradas viendo como un chico de traje pintoresco abría las grandes puertas de cristal dándome la bienvenida, asentí cordial caminando directo hacia los ascensores. Mi cerebro era un lio de contradicciones, y lo que más rondaba por mi mente era Akira y su inocencia de los hechos ocurridos.


—Después de todo no se había burlado de mí…—dije en voz baja caminando de forma lenta, ensimismado en mis pensamientos. Sonreí, estaba feliz que él no hubiera sido el culpable, aunque de todas maneras tenía un ápice de culpa por contar algo tan personal y que sólo quería que él supiera. No como pasó: Medio mundo se enteró, la prensa explotó y los condenados canales de televisión nacional no dejaban de hablar e inventar estupideces.


Después de todo en pocos se puede confiar. Suspiré cabreado masajeando mis sienes cuando mis ojos se cruzaron con aquella silueta de aquel hombre que hostigaba mis pensamientos, y porque no, mis sentimientos…


Paré en seco mi andar, tocándome el cuello un tanto cohibido por su penetrante mirada—. ¿Qué haces acá?—pregunté sin ánimos acercándome a él.


—Ah. Es que olvidé darte algo—lo miré extrañado mientras se palmeaba su saco negro y abría este introduciendo su mano acercándose a mí.


—Akira, no me jodas porque no estoy de humor. Estoy agotado, y además es muy tarde y sólo quiero dormir. Y sí, te creo. Tú no fuiste el que reveló mi secreto ni el que inventó esas cosas. Fue esa mujer. Pero ya está. Todos lo saben, poco y nada podemos… hacer—no me había dado cuenta cuando aquel personaje de cabello rubio oscuro estaba frente a mí, tan cerca que podía sentir su aliento, lo cual me descolocó y por inercia retrocedí unos pasos, pero toqué una fría muralla. Miré hacia atrás encontrándome atrapado entre un pilar de gruesa envergadura, el cual estaba situado en medio del vestíbulo del hotel, y Akira.


—Ya sabes… Te lo dije, ¿no? Soy Hetero—bufé. ¿A que iba todo eso? Era como sentir el dedo en la llaga. Esta vez me rechazaría, ¿pero era necesario? Esta burla mediática ya había sido suficiente para mí.


—Akira, cuando te dije que me gustabas… Lo hice porque fue un impulso que me dio el alcohol. Quizá debí guardarme lo que sentía para mí para que lo nuestro siguiera como siempre… —suspiré—. Tu amistad me era suficiente, pero uno siempre aspira a más, ¿no?—le sonreí—. Nunca quise perderte como amigo—dije con la mirada entristecida.


—¿Por qué siempre hablas tanto?—me sonrojé bajando la mirada avergonzado—. Iba ser una escena romántica, pero tú no paras más. Toma dos: Olvidé darte esto…—me tomó del mentón y unió nuestros labios. Quedé sin aliento con mi corazón bombeando desenfrenado. El contacto fue sutil y breve, pero fue suficiente porque pude sentir la textura de sus labios rosados, suaves, húmedos y cálidos en un roce simplemente sublime que me había hecho callar dejándome completamente descolocado. Vi como sonrió tomándome de la cintura acercándome a su cuerpo, volviendo a unir nuestros labios. Me quedé estático, con los ojos abiertos y sin saber qué hacer. Pero rápidamente me di cuenta que debía disfrutar de aquel extraño encuentro. Llevé mis temblorosas manos hacia su nuca acoplándonos de la mejor forma posible. Me sorprendí cuando su lengua se abrió paso tímida hacia mi cavidad, por ello, no pude evitar sonreír dándole paso gustoso. Dejé que él llevara el ritmo del beso, el cual era extremadamente tierno y apasionado Cuando nuestros labios se separaron escasos centímetros, yo los volví a unir con pequeños besitos sobre sus labios que ahora estaban levemente entintados y jugosos—. Como te mencioné, sólo he tenido relaciones con chicas, no sé nada sobre esto… Si me enseñas, me encantaría que lo intentáramos—susurró cerca de mi oído.


—¿Estás seguro?—pregunté temeroso que quisiera cambiar a lindas muchachas por mí. Su única y simple respuesta, eso sí, cargada de sentimientos en aquel dulce gesto, fue cogerme de las mejillas para devorarme a besos. Me hizo olvidar de todo para únicamente disfrutar de sus besos sublimes, cargados de pasión y sobre todo, ternura y amor. Me separé de su adictiva boca con una sonrisa colmada en mis labios. Estaba enternecido por el sonrojo de las mejillas de mi actor favorito.


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—Ya es un hecho. Takanori Matsumoto y Akira Suzuki caminan por las calles de Tokio como una pareja consolidada. Los medios están enternecidos por esta pareja que siempre se deja ver en público como uno de los noviazgos homosexuales más fuertes a pesar de los pocos meses que llevan. Pero ojo, tengo suculenta información de fuentes importantes. Al parecer no todo es color de rosa en la vida de la parejita ampliaremos en la siguiente nota…


¿Hasta cuándo seguirán inventando mierdas? ¿Estarán felices cuando nos separemos?—hablé molesto escuchando con atención lo que los reporteros inventaban, esta vez, sobre nuestra relación.


—Es tu problema por ver esa basura—habló mi rubio sin interés sentado junto a mí en el cómodo sofá de la sala.


—Es adictiva—ronronee besando juguetonamente los labios de mi novio mientras me subía sobre su regazo viendo como alzaba una de sus cejas expectante a lo que haría.


Desabotoné su camisa al mismo tiempo que dejaba húmedos besos sobre la dermis de su cuello. Sabía sus puntos débiles y un jadeo me lo reafirmó. Llevé mi zurda hacia su abdomen recorriendo su bronceada piel deleitándome con su cálida  suavidad. Sus hipnóticos suspiros no se tardaron en escuchar haciendo que la pasión me gorgoteara en las entrañas.


—¿Por qué mejor no apagamos esa ruidosa cosa y nos vamos a la habitación?—preguntó con ese tono ronco que me hacía cosquillear la ingle. Mordí mi labio inferior sintiendo como llevaba ambas manos a mis caderas para acariciar con descaro, sobre la tela de mi pijama, mis nalgas. Sisee gustoso en la curvatura de su cuello y en una acto rápido, tomé el control de la televisión apagándola para entretenerme con su dulce boca y embriagarnos con las dulces caricias que nos propinaríamos aquella noche ignorando los cuentos y rumores banales que pintaban una realidad errónea sobre nuestra figura pública. Poco nos importaba lo que hablasen de nosotros; únicamente nos preocupábamos de disfrutar del uno y del otro.

Notas finales:

Gracias por leer c:

 


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