12 de Diciembre de 2013
Para Kougami Shinya:
No creas que por plasmar las palabras en un papel estoy siendo cobarde. Escribir conlleva pensar más en el dolor y en el sufrimiento para poder poner en orden las ideas en tinta; si te hubiera hablado cara a cara, te habrías llevado lo poco que me queda de “corazón”.
Siempre pedí que abrieras tu mente a las múltiples ideas y posibilidades, que dejaras los prejuicios que tu familia, amigos y sociedad instalaron en tu cabeza. Era difícil, lo sé, pero no imposible y mucho menos para ti y el fuerte sentimiento de amor que alardeaste a la prole.
Ahora que lo pienso, tal vez jamás te enamoraste de mí y mis demonios, tal vez fui la ruta de escape para tu mundo estoico y rutinario… ¿porqué amaste el recuerdo y no a quien te lo brindó? ¿Por qué amaste al pecado y no al pecador?... hubiera querido escuchar tu respuesta.
Mi error fue pretender cambiar todo el egocentrismo cultural arraigado en ti, fomentarte una nueva idea de que el amor trasciende más allá del cuerpo, tal como lo hicieron los antiguos griegos. Cuidar, alabar, tolerar, transformar, embellecer fueron características del amor que existieron por muchos años; algunas personas las tergiversaron y las volvieron incoloras, pero la raíz siempre estaría allí. Fue en esa raíz que basé mi ideología para el amor, pero para ti, era incolora también y además de eso, era un escándalo social.
¿Cómo podía acostarme con alguien más si decía que te amaba?, sencillo, porque te amo con el alma más que con el cuerpo. Mi camino era la fidelidad emocional, el darte mi ser más allá que algo tan efímero como el cuerpo. Te amaba más allá de lo terrenal, pero tú preferías juzgarme por lo mundano, por lo que yo hacía con mi cuerpo.
En mi pasado, aprendí que la fidelidad era tan solo un término, una filosofía basura y barata que profesan las personas que realmente no aman sinceramente. Son personas egoístas, represoras, que se molestan con ver el éxito de su pareja, por eso las reprimen corporalmente y creen que una infidelidad corporal es un justo castigo para el amor que no brindan… este hecho no se juzga, porque la mayoría de personas ama de esa manera.
Lo viví con mi madre, tú ya lo sabes pero te lo repito. Fiel al hombre que fue mi padrastro por diez años, tiempo en el cual siempre fue infeliz y subyugada, asustada y atemorizada por un hombre que alardeaba amarla… ¿este es el tipo de fidelidad que todos quieren?... si es así, el mundo está loco.
Desde mi infancia crecí sabiendo que aquel sentimiento iba más allá del cuerpo, también lo certifiqué en la universidad, cuando en teatro leí fantásticas novelas que resaltaban la raíz de eros.
¿Cuanto tuvo que padecer Ulises ante Calipso para regresar con Penélope? ¿Quién podría decirle a Desdémona que su amor y fidelidad no valió de nada porque su muerte fue un error? ¿ Cuánto sacrificó Medea para que Jasón la traicionara de aquel modo embustero?.
Homero, Shakespeare, Eurípides y otros autores intentaban enseñarnos lo sincero y primordial del amor, sólo pocas personas hemos seguido su esencia y por eso escandalizamos también con nuestra forma de querer.
Finalmente logré comprender que mi extraña forma de quererte no era adecuada para ti, querías algo más parecido a ti, algo basado en “ si se ama con sinceridad, el cuerpo y alma se respeta”. Lo comprendí cuando por destino, en las desoladas calles, te vi con ella y sonriendo. Le robaste un beso y ella sonrió falsamente a mis ojos, esperé que aquel gesto tan solo fuera causa de mis celos y mi adolorido pecho, pero el mundo es una incógnita constante y verla a ella besarse con otro hombre, me lo recordó. ¿Gracioso verdad? Tú me dejaste porque era bastante libertino con mi cuerpo pero aún así te amaba y la conseguiste a ella que ni te amaba ni te era fiel en cuerpo… no te sientas mal, a veces el amor es así de patético.
Te amé con todos tus demonios, pero sé que tú no lo hiciste de igual manera, no te lo reclamo, jamás podría, fui feliz con lo que obtuve de ti y ese recuerdo es lo último que quiero llevarme de ti.
Mi querer por ti trascenderá y espero que se convierta en átomos que puedan incorporasen en tu piel; pequeños pero no inexistentes.
Makishima Shougo
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Estrujó la carta en sus manos y un grito desgarrador salió de su garganta. Al peli albino siempre le había gustado hacer cosas radicales para hacerse entender y esto no había sido la excepción.
Se había suicidado para darle una lección, y juraba en aquella tumba, que no la olvidaría.
La pérdida de su antiguo amante sería una pena que cargaría por toda la vida, al igual, que los prejuicios que siempre tuvo serían cadenas que lo atarían a una vivir desolado y amargo. Había dejado marchar su felicidad… y tendría toda la vida para recordarlo.