Era ya algo tarde, en la habitación de la pareja no se escuchaba más que gemidos y jadeos de placer. Cada uno acoplado al otro, siempre había sido ese el caso, desde que se conocieron, hasta que decidieron ser pareja; porque, claro, ellos habían dado por sobre entendido que eran pareja, ninguno le pidió formalmente al otro ser su novio, sin embargo, cuando alguien les preguntaba, ambos contestaban sonrientemente que eran pareja.
Taemin estaba encima de Minho, moviendo sus caderas frenéticamente, sus ojos cerrados daban un aspecto placentero que a Minho le volvía loco. Por su parte, Minho estaba totalmente deleitado con su amante, sus parpados cerrados, su cuerpo desnudo, sus labios ligeramente separados. Todo eso le impulsó a tomar a Taemin por las caderas y girarse, para quedar encima de él.
-Tae, amor...- Minho besó varias veces los labios de Taemin.- Tenemos que hablar.
-¿T-tiene que ser aho-ra?- Taemin cruzo sus brazos por el cuello de Minho y regresó los besos de una manera muy pasional.
-Uh huh, a.ho.ra- Minho dijo demandantemente.
-Después...-Taemin sugirió mientras mordía sensualmente el cuello del mayor.
Viendo la batalla perdida, Minho desistió y siguió complaciendo a su pareja. Tras unos segundos, Taemin llegó su clímax, arqueando la espalda, temblando entre los brazos de Minho. Minho se sentía el ser más afortunado, poder tener todo de Taemin era su mejor recompensa. Cuando Minho llegó al clímax, todo alrededor de ellos desapareció, sólo existían en un mundo que se habían creado. No cabía duda de lo enamorados que estaban.
Taemin sonrió, seguía abrazado al mayor, no quería soltarle, así que decidió repartir besos en los labios de Minho.
-Min, hyung, te amo.- Taemin miró a los ojos a Minho, le gustaba verlos, eran grandes y divertidos.
-Yo te amo más.- Minho abrazó a Taemin de regreso y rodaron por la cama. –Pero creo que ya deberíamos dormirnos, mañana trabajamos.
-Aguafiestas.- Taemin hizo un puchero. –Buenas noches, hyung.- Un beso de buenas noches y terminó por acomodarse en el pecho del mayor para quedarse dormido.
-Buenas noches, Tae.- Minho jaló las sabanas para cubrir a Taemin y cubrirse él.
A la mañana siguiente, en la cocina, el aroma de un intento de desayuno llenaba el amiente. Taemin había intentado, una vez más, hacer el desayuno, esta vez acercándose más al éxito, que al desastre. Con una sonrisa de victoria, sirvió el desayuno y se sentó a la mesa. Casi de inmediato, Minho entró por la puerta, ya bañado y arreglado.
-Qué bueno que ya estás listo.- Taemin le regaló una sonrisa a Minho.
-Veo que ya hiciste el desayuno.- Minho se tragó la risa y quitó una mancha de la mejilla de Taemin.
-No me rendiré.- Taemin habló con aires de grandeza mientras se sentaba a la mesa.
Minho miró a Taemin, no terminaba de enamorarse del menor, cada día era descubrir algo nuevo que amar, algo por el cual debía sentir la necesidad de tenerlo cerca. Se sentó enfrente de su amado y empezó el desayuno. Taemin dio tres bocados antes de ver el reloj, su cara hizo un gesto de horror, el cual hizo reír a Minho. Aunque de los dos, Minho era el que solía despertarse tarde, Taemin tenía la mala costumbre de llegar ligeramente retrasado a donde fuese, sin importar la puntualidad de sus movimientos. Eso era otra de las muchas cosas que Minho amaba de Taemin.
Taemin metió su comida en la nevera, salió disparado al baño para cepillar sus dientes y regresar a la cocina para regalarle a Minho un beso sabor a menta.
-Adiós, amor.- Minho le gritó desde la mesa mientras veía que el menor salía preocupado por la hora. Taemin solamente alcanzó a lanzarle un beso desde la entrada, dejando al mayor solo.
Minho terminó su desayuno y limpió los trastos sucios, a diferencia del menor, él aún tenía tiempo de sobra antes de irse a trabajar. Suspiró cansadamente, el silencio le hacía reflexionar sobre su vida, y sobre la caja que estaba escondida en el bolsillo izquierdo de su pantalón; Minho podía imaginarse lo que le esperaba al llegar a la oficina.
-Eres un cobarde.- Jonghyun reclamaba y a la vez se burlaba de su amigo, no podía creer en la situación en la que estaba.
-No es cobardía, lo juro.- Minho puso los ojos en blanco, maldecía el momento en que le contó a Jonghyun sobre pedirle matrimonio a Taemin, ahora no podía sacarse al chaparro de encima criticándole todo lo que hiciese.
-¿Cuánto tiempo llevas diciendo eso? ¿Dos meses? ¿Tres?- Jonghyun preguntó retóricamente. – Pero, ¿sabes? Lo que no termino de comprender es como el mugre hongo no se ha dado cuenta.
-¡Yah! No lo llames así.- Minho se paró y le miró enfadado.
-Ya sé, ya sé: nadie se mete con tu adorado niño.- Jonghyun calmó a su amigo. –Bueno, la manzana esa, que tienes por pareja, ¿no tiene ni una pizca de intuición acaso?- Preguntó.
-No es eso...Él tiene la cabeza metida en muchas cosas y a la vez, en nada. Podría darse cuenta, pero ahora no son buenos tiempos en su trabajo.- Minho hablaba con nostalgia, como si viera una película en blanco y negro.
-No, Minho. El que está pasando por malos tiempos para pedir matrimonio, eres tú.- Jonghyun le apuntó acusadoramente. –Pero bueno, me voy, antes de que te pongas más sentimental y existencial con la vida.- Jonghyun salió del despacho de Minho, cerrando la puerta tras de sí.
Minho se dejó caer en la silla, soltando un suspiro. Si, sabía que tenía ya un tiempo tratando de proponerle matrimonio a Taemin, pero aun así no podía evitar morderse la lengua ante el tema.
Minho miró la cajita color café con un listón blanco cerrándola, era increíble como esa cajita –y su contenido- le habían estado perturbando desde ya hace unos meses. Sonrió al recordar cómo terminó comprando ese anillo.
-Flashback-
Minho miraba, curioso, los aparadores de las tiendas que había en el centro de la ciudad, buscaba un buen regalo de aniversario. No era que la fecha de su aniversario estuviese cerca, pero tenía que encontrar algo realmente bueno para volver a sorprender a Taemin. En el primer aniversario, Taemin le había regalado una bufanda color lavanda, en cambio, él, compró collares de pareja. Mostrando su sincronía, ambos se regalaron accesorios que se usaban en el cuello.
Ahora, faltando un mes para cumplir los dos mejores años que Minho alguna vez soñó, buscaba el mejor presente que expresara su amor por el peli-castaño que le hacía sonreír cada día. Entraba a cada tienda, con la esperanza de encontrar algo que pudiese ser comparado con la belleza de Taemin; pero, para los ojos de un enamorado, esto no era algo fácil de lograr.
Después de haber visto (según él) todas las tiendas existentes, fue a dar con una pequeña joyería, que se encontraba en una de las avenidas paralelas a la principal. La tienda no llamaba mucho la atención, pero su mirada se había quedado prendada de una pequeña alianza color plateado con un entrelazado de oro rosa. Se veía bastante hermoso el anillo, pero eso no era todo, Minho sabía que con ese anillo tenía que pedirle matrimonio a su pequeño. Ya había contemplado esa idea antes, pero nunca la había sentido tan necesario como ahora. No lo pensó dos veces, entró a comprar el anillo.
-Te vez muy enamorado.- La señora que atendía el lugar le sonrió a Minho.
-Lo estoy.- Contestó alegre.
-A quién sea que le corresponda ese anillo, va tener mucha suerte, muy pocas veces he visto a alguien tan enamorado, como para que se le note con el simple hecho de respirar.- La señora le entregó la caja café en donde el anillo descansaba, esperando su momento de gloria.
-Gracias.- Minho tomó la caja, ansioso por planear el momento en que se le prepondría a Taemin.
-Fin del Flashback-
Si bien aún no le pedía matrimonio, ya había pasado el segundo aniversario del día que Minho y Taemin empezaron a vivir juntos como una pareja. Uno de los días más románticos que habían pasado.
Minho suspiró, no encontraba la manera correcta, ni la más adecuada para proponerse. Debía ser especial, pero más que nada, debía ser pronto. Sentía que el tiempo se le escapaba de las manos cuando estaba cerca de su amado, no podía dejar que la vida se le fuera en un abrir y cerrar de ojos.
Comprar el anillo no había sido planeado, tal vez pedir matrimonio tampoco requiriese planeación. Minho sonrió victorioso, iba a pedir la mano de Taemin esa misma noche, no cabía duda de ello.
Pero el destino no quiso eso. Al llegar la hora de salida de Minho, y con eso su regreso a casa, no esperaba encontrarse con un Taemin durmiente. Se había quedado dormido recostado en el sofá, con las piernas cruzadas una sobre la otra y un rostro de placidez absoluta. Definitivamente su día había sido muy largo, muy pocas veces se quedaba dormido de esa manera, usualmente lograba llegar a la habitación y ponerse su pijama.
Minho sonrió al ver a Taemin con su cara de ángel dormido, era obvio que esa noche no iba a haber ninguna proposición. Caminó hacia el menor y lo cargó entre sus brazos para poder llevarlo a la habitación y que pasase una noche cómoda. Le puso la pijama, a pesar de las pequeñas quejas que Taemin daba al suplicarle que le dejara dormir con la ropa del diario y le besó la frente. No había nada más que hacer, Taemin estaba muy cansado como para mantener una conversación normal.
Minho fue a la cocina y buscó algo para cenar, tenía hambre, y al contrario del menor, nada de sueño.