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Una gran aliada por AmanthaB

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Notas del fanfic:

Escrito para fandom-insano (especial de navidad) en Livejournal.

Disclaimer: Nada me pertenece. Todo es de Konomi-sensei. Lo único mío es la historia. Nothing more.

A Kintaro le encantaba la nieve. ¡Era divertida! Se podían hacer cientos de cosas con la nieve y eso era justamente lo que le gustaba. Podía hacer bolas de nieve y lanzárselas a Ryoma en la cara. Podía hacer murallas de nieve para protegerse de las bolas de nieve que Ryoma le lanzaba como venganza (y conste, que el maduro en esa relación era Echizen). Podía obligar a Ryoma para que construyesen un muñeco de nieve. Podía lanzar a Ryoma a la nieve y luego salir corriendo. Podía ser lanzado por Ryoma a la nieve y luego ser besado ahí abajo para ser arrastrado luego a su cuarto. 
Le gustaba la nieve, porque era divertida. Porque la podía compartir con Ryoma. Y Ryoma le gustaba, porque podía compartirlo con la nieve, aunque no demasiado porque Ryoma era suyo, claro está. 

Otra cosa que le gustaba de la nieve es que lo obligaba a quedarse en el cuarto con Ryoma, dado que éste ponía de excusa que “afuera está nevando, no podemos salir o nos resfriaremos y no será buena idea ahora mismo”. Era también su excusa para acurrucarse junto a Ryoma y dejarse mimar hasta que los mimos pasaban a ser otra cosa y terminaban en la cama. Venga, que la nieve era una excelente aliada. 
Cuando la nieve desaparecía, no podía evitar hacer pucheros porque había perdido a una gran aliada y la echaría mucho de menos. Sin embargo, cuando Ryoma le prometía que la volverían a ver sonreía como un niño pequeño con un juguete nuevo. No dejaría de ver a su gran aliada, menos mal. 

— Ya hemos llegado.
Escuchó el anuncio de Ryoma y bajó del auto en el que iban cuando se despidió de la nieve. En la entrada de su casa, la casa que compartía con Ryoma desde que se habían ido a vivir juntos a los dieciocho años, estaban sus amigos del Shitenhouji. Se preguntó que hacían en Tokio, pero se olvidó del detalle y corrió a abrazarlos. 

Les contó de sus aventuras con la nieve, de cómo la iba a extrañar y la promesa de Ryoma de llevarlo de vuelta a la nieve que echaría mucho de menos. Sus amigos habían mirado a Ryoma con cierta extrañeza, pero Kintaro lo dejó pasar y siguió hablando a mil revoluciones por segundo. Shiraishi fue quien se volteó para ver a Ryoma mientras Kintaro hablaba.

— Es sorprendente que teniendo veintiséis años siga actuando así.
Echizen soltó una risita muy corta, los años con Kintaro le habían hecho un poco más demostrativo a la hora de los sentimientos. 
— Es algo que no puede cambiar. Y de todos modos, me gusta así. Según él, la nieve fue su aliada. Supongo que también la mía. Fue una buena idea ir a pasar nuestra luna de miel a las termas.
Shiraishi sonrió de lado. Si alguien le hubiese dicho cuando Kintaro tenía doce años que iba a terminar casado con Ryoma Echizen, se hubiese reído y apostado a que estaba loco. Y a pesar de todo, en ese momento veía a Kintaro con un anillo que demostraba que había ocurrido. Que Kin-chan se había casado con nada más y nada menos que Ryoma Echizen. 
Se habían tardado en hacerlo” pensó el rubio, mientras oía a Kintaro seguir hablando acerca de la nieve y de lo gran aliada que era.

Notas finales:

Espero que os gustase :3


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