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Prólogo: “Renacer de las cenizas”
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Me encontraba en la entrada de mi vieja casa y miles de recuerdos comenzaron a pasar en mi mente, ya habían pasado más de diez años desde su muerte y después de mi rehabilitación decidí volver a vivir en mi pequeño hogar el cual tenía a una gran mansión como casa vecina, donde alguna vez vivió un hombre que daría un giro a mi vida, aunque claro era algo no correspondido, además de no tener el valor de decirle lo que sentía por él, pero con ser su amigo ya me conformaba.
Entre en mi hogar tocando el polvoroso pomo de la puerta, nunca creí que volverá a este lugar. Si, tantos recuerdos me traían, que gotas de mis ojos comenzaron a deslizar en mi mejilla, su obsesión por mi prima lo había llevado a su tragedia. Limpié mis lágrimas y puse en camino a mi dormitorio, al llegar abrí mis maletas comenzando a ubicar mis ropas en donde alguna vez estuvieron, entonces me encontré con aquel libro, era lo único que tenia de él, mis memorias sobre él escritas en hojas.
-El Gran Gatsby- dije a voz alta mientras leía la portada e inmediatamente lagrimas comenzaron nuevamente a caer en mi rostro, pero esta vez con desesperación a la vez que caía sobre el suelo de rodillas dejando que mis sentimientos salieran a flote.
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Al parecer me había quedado dormido en mis penas junto a aquel libro sujeto en mi pecho, deje el libro en una mesita que tenía por ahí, y termine de ordenar lo que me faltaba. Al terminar decidí darme una ducha, mientras me dirigía al baño tenía un gran dolor de espalda, ya estaba bastante viejo no tenía las energías de antes, ya esperaba la hora de marchar para encontrarme con él aunque fuera una mera amistad, admito que estoy obsesionándome demasiado pero, fue muy tarde cuando me di cuenta de lo que sentía por James Gatz o más conocido como Jay Gatsby. Luego de la ducha me vestí y decidí visitar la mansión de mi gran amigo.
La entrada estaba abierta, al parecer se habían oxidado y ya no cerraban como debían, entre dejándome llevar por recuerdos y recuerdos de hace treinta años atrás, si ahora tengo sesenta años, la cual las pase en una larga rehabilitación, ya que el haber caído en una gran depresión lo cual me llevo a una adicción de alcohol.
-Todo sigue intacto aquí adentro- impresionado como se encontraba todo en buen estado tocaba las murallas, puertas, ventanas y otros, y llegue al lugar donde ocurrió la tragedia, la piscina.
-Si tan solo hubiera llamado unos minutos antes, quizás te hubieras podido salvar... pero fui lento, espero que me perdones, no era mi intención que esto te ocurriera- decía a los cuatro vientos con un gran dolor a mi corazón. A la vez recordaba mi gran desprecio por mi prima Daisy, la persona la cual Gatsby amaba, el hombre rubio de ojos azulados lo habría dado todo por ella, aunque no la culpo por haber preferido a última instancia a Tom su actual esposo con el cual nació una niña llamada Pammy, mi odio hacia ella inicio en aquel momento que no asistió a su funeral y se marchó de la ciudad sin avisar nada, intente llamarla e incluso enviar cartas para hacerle saber sobre Jay, pero no obtuve respuesta, entonces de a poco comencé a deducir que a Daisy jamás le importo Gatsby solo le llamaba la atención el buen vivir y Jordan, no supe nada mas de ella, solo espero que se encuentre bien.
Decidí subir a la habitación del dueño de la mansión, las escaleras me dejaron agotadísimo a lo cual me recosté en su gran cama y decidí tomar una siesta.
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Había vuelto a la mansión encontrándome que se encontraba abierta, quizás mi primo Nick estaba adentro, tenía que disculparme, era consciente de que quizás me odiaba por no haber dado alguna señal de vida, admito que me enamore de Gatsby cuando lo conocí, pero después al conocer a Tom, del cual me divorcie al enterarme que uso el nombre de Jay para taparse como amante de Myrtle y causarle su muerte, me entere de que solo me atraía el buen vivir entonces decidí cambiar, me lleve a Pammy y la crie como madre soltera, lo cual no me dio tiempo para contestar alguna llamada o responder aquellas cartas tan seguidas que Nick me enviaba.
Entre a la gran mansión, todo estaba tan limpio y al mirar hacia arriba recuerdo como Jay me lanzaba ropa y ropa, y recuerdo haber visto la cara de tristeza de Nick aunque trataba de sonreír yo sabía que él siempre estuvo y está enamorado de Gatsby, ese fue lo que me hizo llorar, deseaba ayudarlo pero me deje llevar por las riquezas de Jay y Tom que no le tome importancia, en aquel tiempo, hace treinta años fui una persona egoísta, quizá si me hubiera escuchado a mí misma, Gatsby aun estuviera vivo y Nick tal vez estaría con él.
Subí a la habitación en la cual dormía Jay e identifique inmediatamente el cuerpo que yacía sobre la cama, era Nick.
-Con que estabas aquí Nick- una leve sonrisa se formó en mi rostro, me acerque pero mi alegría de pronto se fue al suelo, mi primo no respiraba y tenía las manos completamente heladas.
-No... No... ¡No! ¡Nick no te puedes ir!- mientras mis lágrimas recorrían mi rostro, gritaba tratando de que me escuchara pero sabía que era inútil, entonces pensé que aunque no me escuchaba debía de disculparme, era lo mínimo que podía hacer.
-Nick... yo sé que me odias, te quite a Jay sabiendo que lo amabas, además el día de su funeral ni siquiera tuve la dignidad de venir me fui con el imbécil de Tom sin avisar nada, no conteste tus llamadas...- comenzaba ahogarme entre llantos de dolor- ni responder tus mensajes por estar cuidando de Pammy, si me divorcié de Tom... -Tome a Nick en brazos mientras lo mecía junto a mi cuerpo- me di cuenta de lo egoísta y tonta que había sido todo este tiempo, nunca te ayude para que estuvieras con Jay, me aproveché de su amor por mí, lo siento tanto Nick, que ni siquiera tuve tiempo de disculparme como debía y ahora es tarde, por favor si logras escucharme perdóname, no quería hacerte sufrir- entonces mi frustración y tristeza dieron a luz y mis lágrimas comenzaron a correr como ríos de angustia-
-Daisy, te perdono... gracias, lamento el haberme enfadado contigo, por lo menos ahora puedo ir en paz, adiós Daisy- En ese último instante Nick cerro los ojos, perdonándome y esbozando una sonrisa en su rostro, mi primo dormía en mis brazos, un sueño eterno.
-Espero que seas feliz con Gatsby estés donde estés- fue lo que dije y lo abrace con fuerza mientras aun lloraba su perdida, pero también estaba feliz, porque Nick ya no sufriría y estaría al lado de la persona que siempre amo, lo que yo jamás tuve por él, Jay Gatsby.
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Era el día del funeral y pude observar como enterraban a Nick al lado de la tumba de Jay. Si, lo que más quería era que mi primo estuviera a lado de la persona que siempre le tuvo afecto, y también creo que Jay amaba a Nick, pero su obsesión por volver conmigo creo que lo cegaba, espero que allá arriba se puedan entender.
Al terminar, la gente que vino al funeral de Nick y el padre que se encargó de la ceremonia se marcharon, dejándome a mi frente aquella de esas dos lápidas, en mis manos traía dos ramos de rosas blancas la cual deje en cada una de las lapidas mientras sonreía.
-Las almas jamás mueren, ellos renacerán en otra vida y se volverán a reencontrar- de inmediato me sobresalte por aquellas palabras y era el padre que se encontraba atrás mí, levante mi viejo cuerpo quedando anonadada por aquellas palabras.
-¿A qué se refiere padre?-
-Hija mía, cuando dos almas se aman están destinadas a vivir por la eternidad, renaciendo y reencontrándose, Dios no juzga por quien amamos, solo nos dice que amemos y seamos felices con la persona destinada a nuestra vida- decía él mientras con rostro que dejaba en claro que era sincero en sus palabras
-Entonces padre... ¿usted también piensa que Nick y Jay están hechos el uno para el otro?
-Claro mi niña, el día del funeral del señor Gatsby fue algo muy triste aun lo recuerdo, pero el rostro del señor Carraway era distinto a los demás, no digo que estaba feliz, al contrario él también estaba triste como los demás, pero su rostro demostraba algo más, era como si le hubieran arrancado gran parte de su alma, entonces comprendí, el señor Carraway amaba a Jay Gatsby, lo digo porque conozco ese rostro y ya lo he visto antes
-Entiendo, aunque a veces me siento culpable, jamás ayude a mi primo... me deje llevar por la obsesión de Jay, dándome todo los lujos que podría darme. Es por eso que decidí cambiar y comencé a darme cuenta de todo lo que había hecho- le explicaba mi situación con angustia al padre
-El darse cuenta de los errores y comenzar a repararlos es lo mejor que se puede hacer hija mía, aunque lo hecho ya está hecho, debes vivir y creer en ellos dos, y también creer más en ti- me decía el padre el cual en sus palabras calmaba mi dolor
-Gracias padre, agradezco su apoyo-
-No hay de que mi niña, ¿te quedaras un rato más por aquí?-
-Si padre... quiero estar un rato más con Gatsby y Nick-
-Entiendo, entonces te dejo, que Dios te bendiga hija mía-
-Gracias padre- volví a quedarme a solas otra vez entre las lápidas, sé que también me quedaban pocos días de vida, así que decidí ir a la casa de Nick para limpiar el polvo que había y comencé a vivir ahí, entonces me encontré con libro llamado "El Gran Gatsby", el libro que había escrito Nick, todas sus memorias se detallaban al pie de la letra, un sorprendente libro, el cual tome y lo lleve al cementerio, lo enterré entre las lapidas de mi primo y su gran amigo.
Y así pasaron los días, cada día visitaba a Nick y a Gatsby dejando un ramo de flores y custodiando que el libro estuviera en su sitio, si lo que el padre decía era cierto, tal vez ese libro volvería a caer en las manos de su autor y su protagonista.
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