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Family Man por Shiko

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Notas del fanfic:

Primero una aclaración, yo no soy la autora, soy la beta de este fic, y Maggie, quien es la autora, me pidió que yo me encargara de subirlo al fandom TW en Amor Yaoi, así que aquí esta.

Estas son las notas de autora:


Ok, Algo tarde pero aqui está.

Estámos tratando de romper nuestra mala racha y por fin podémos publicar algo xD esperamos que les guste. Es nuestra primera incursion en el fandom so, no sean muy malos ¿si?

Nerviooo

Disclaimer: Teen Wolf pertenece a Jeff Davis y a la MTV, esta historia es una adaptación libre (muy libre) de la película "A Family Man" De Nicholas Cage, la cual tampoco poseemos, no ganamos nada con esto más que dolores de cabeza.

Notas del capitulo: El fic en si, está basado en la película de Nicolas Cage con el mismo nombre: Family Man.

Así que está el primer capítulo que tal vez llegue un poco tarde porque ya pasó navidad, pero esperamos lo disfruten.

Shiko.
Capítulo 1

Seattle era lo que había deseado siempre, una ciudad grande, iluminada y concurrida que le dejara perderse en la multitud sin llegar a consumirle, que le permitiera camuflarse como un ser humano más sin que la gente estuviera pendiente de sus movimientos veinticuatro por siete como en el maldito pueblo que no extrañaba ni mínimamente.

Cora parecía estar adaptándose, después de convencerla de volver al colegio (bueno, ordenarle hacerlo) y de que no le dirigiera la palabra por casi diecisiete días y contando, por fin parecía estar disfrutando un poco de su nueva y normal vida.

Dorothy, la recepcionista de la empresa de publicidad donde trabajaba como modelo (no le hacía gracia, pero pagaban bien y no hacían preguntas) le dio un par de sugerencias de sitios donde podría llevar a su rebelde hermanita el fin de semana para que terminara de “perdonarlo”. Por supuesto que él sabía que si tomaba el consejito acabaría encontrándose con la buena samaritana por “Casualidad”. Dios ¿Por qué siempre tenía que haber alguna mujer como esa cerca suyo?

Por lo menos la idea le sirvió para intentar la treta de chantaje con su hermana, por eso estaba allí, con el cuerpo entero apestando al aceite de piña-coco que a pesar de haberse lavado cuatro veces parecía no querer salir de su piel; pagando la compra en un pequeño supermercado veinticuatro horas. Tal vez, y sólo tal vez si a la mañana siguiente Cora se despertaba y se encontraba con un plato de pancakes rodeados de fresas como solía servírselos su madre por fin le levantara la ley del hielo.

La vida de su hermana no había sido nada fácil, pero tampoco la suya y no andaba buscando un saco al que golpear o culpar por todo. Y a pesar de que Derek sabía, que de hecho si era culpable, tampoco es que pasara un día sin que millones de cosas se lo gritasen en la cara; es más a comparación con la suya, la vida de Cora hasta su regreso a California había sido por menos normal.

Pero en alguien tiene que caber la prudencia, y los tiempos en que él mismo se vanagloriaba en los berrinches que hacía a Laura los cuales conseguían lo que se le antojaba habían pasado a la historia; Ahora era el hermano mayor responsable y estaba en sus manos regresar a Cora al buen camino. Aunque algunas noches tuviera que enumerar una a una las razones para no regresar a casa y matar a Peter de nuevo o por lo menos forzarle a encontrar una manera de regresar a Laura a la vida para que cuidara de Cora…y para que cuidara de él.

El piso que alquilaron no estaba en una zona muy elegante de la ciudad, es más si su difunta madre viera el lugar donde fue a meter a la niña de sus ojos seguramente buscaría el modo de resucitar solamente para soltarle un par de gritos; pero las cosas cambiaron demasiado desde que ella dejó de estar allí para protegerlos.

Laura siempre dijo que lo mejor para ellos era estar en lugares donde el ruido y los gritos no eran algo extraño, por algún incidente aislado que pudiera presentarse, lo último que necesitaban era la policía tocando a su puerta.

Tampoco es que le encantara, si es cierto que era un lobo grande y fuerte, pero cada vez que caminaba por la boca de un callejón oscuro no podía evitar los escalofríos en su columna vertebral. Era un pequeño inconveniente de estarse acostumbrando de nuevo a vivir en un pueblo donde la mayoría de la gente era decente…o bueno, hasta que llegara cualquier forastero a matar a los parroquianos cada dos por tres con fines de dominación mundial o cualquier estupidez del tipo.

-Por favor no me haga daño- Un susurro desde lo profundo del callejón, No es tu asunto, camina su parte racional tenía razón, no podía darse el lujo de meterse de problemas por quién sabe quién, pero a pesar de ya no tener poder de Alfa seguía teniendo el instinto de uno, maldito sentido de protección

Sacudió la cabeza y dio media vuelta, decidido a llegar a casa y sintiéndolo mucho por el pobre hombre pero no podía darse el lujo de llamar la atención. Ahora portaba con orgullo antecedentes penales.



-Es lo único que tengo, por favor- Mierda la bolsa de compras se arrugó un poco debajo de los dedos de Derek, pudo sentir la gotita de sangre sobre su lengua resultado de morder el interior de su mejilla, a la mierda con sus antecedentes.

Volvió sobre sus pasos hasta ver perfectamente a los dos hombres dentro del callejón, un tipo de mediana edad con cara de apreciar más el cigarrillo entre sus amarillentos dientes que al resto de la humanidad sosteniendo un cuchillo pequeño contra el estómago de un anciano acorralado contra la pared. El bastón de madera abandonado en el suelo junto con la vieja boina de lana a cuadros, la bolsa de papel con el logotipo de la farmacia a dos cuadras de distancia junto al mocasín café desgastado y la billetera de piel con más que unas cuantas raspaduras siendo completamente ultrajada, documentos, credenciales y fotografías regadas por el asfalto sucio.

-Cállate viejo, setenta dólares no me sirven de nada ¿Qué más traes encima?- El olor ácido y amargo del sudor resbaló por su lengua, la mezcla de alcohol en la sangre y tabaco en la boca le revolvió el estómago, pero lo que le hizo gruñir y prácticamente botar al suelo su compra fue ver al atracador dar un golpe seco en la rodilla del anciano, arrancando un quejido sordo y obligando al pobre hombre a caer al suelo apestando a miedo y abandono.

-¡Hey!- el ladrón ni siquiera soltó a su presa cuando se tomó la molestia de voltear hacia Derek- déjalo en paz.

-Ya claro, porque tú lo dices Batman – Podía considerarse carne molida, el tipo ese podía considerarse carne muerta, pero por si fuera poco y a manera de reto evidente, el pobre anciano recibió un puño estrellado contra su estómago.

-Tienes diez segundos para correr…- Nadie podría decir que Derek no era un hombre justo, pudo haberse lanzado a la yugular del malviviente en cero coma cuatro, cronometrado.

-Mírame temblar chico malo- El asaltante aferró su arma (claro, un pica hielo…que patético)

-Diez…- Dos pasos hacia delante y una sonrisa petulante del tipo.

-¿De verdad quieres jugar Derek?- Y no tenía idea de cuánto. El lobo arañaba dentro de su pecho por salir y cazar, por la adrenalina de la lucha…demasiado tiempo en sedentarismo.

-Nueve…-Podría jurar que el tipo apreciaría el brillo azul de sus ojos aun en la más absoluta oscuridad, su miedo comenzaba a perfumar el aire.

-¿Qué cosa eres?- La voz teñida de alcohol y nerviosismo, temblando un poco, la adrenalina ordenándole pelear, desgarrar, arrancar…a la mierda el conteo.

El gruñido resonó entre las paredes mohosas y el calor de un cuerpo debajo de su cuerpo fue casi demasiado, sus garras rompiendo piel y músculo, llenándose de sangre fresca, roja y tibia, huesos rompiéndose debajo de sus dedos. Si ha matado gente inocente que nada debía, no va a venir a sentir remordimiento por una lacra como esa.

Bueno, tal vez si…y tal vez sus antecedentes penales no necesitaban incrementarse; Aquí no conocía a ningún pariente de cualquier autoridad que le sacase de líos, por lo que se obligó a separarse del delincuente antes de que dejara e respirar, dándole el espacio justo para escurrirse de su agarre y echar a correr hacia la oscuridad.

-¿Está bien?- preguntó apenas mirando al anciano recoger dificultosamente sus pertenencias desperdigadas por el suelo.

- Si, si muchas gracias ¿Cómo puedo…?

-Cállese- Derek ni siquiera volteó a verle, caminó directamente hacia la entrada del callejón, inclinándose ligeramente para recoger la bolsa con el desayuno de su hermana- Vaya a casa, y evite ponerse un blanco de tiro en la espalda la próxima vez

No necesitaba agradecimientos, no lo hizo por eso…ni siquiera tenía intención de ayudar. Bueno tal vez sí, pero tampoco es que ahora vaya a encontrar un anciano mentor que supla al padre que no tiene o al tío que perdió en el incendio, quien venga a darle sentido a su vida y a llevarlo por el buen camino. No gracias, muchos años esperó por eso y nadie apareció, no va a venir a buscarlo ahora.

Vale, tal vez se haya proyectado un poco.

Nada de cena ni nada, no esta noche. Esta noche estaba inusualmente cansado, en su mente no había otra cosa que lanzarse en un buen clavado directo entre sus mantas y su almohada, después perderse en la hermosa tranquilidad del sueño inconsciente.

-_-



-¿Por qué siempre me toca a mí llevarme las palizas?- El hombre sentado en el suelo intentaba acomodar el hueso roto de su brazo mientras sostenía un pañuelo blanco contra el corte de su ceja.- Este pudo haberme hecho pedazos literalmente; veinte segundos más, VEINTE y probablemente tendrías que estar limpiando mis entrañas de las paredes.

-No esperas que las cargue yo ¿o sí? En realidad no es como si pudiera hacerte daño de verdad, y llevas muy bien el papel de villano, Gilles- Ya claro, porque era un demonio. ¿eso justificaba que siempre acabara con algo roto por las ocurrencias de su amigo con plumas?.

-¿Vas a darle el regalo a ese?- No sabía ni para que preguntaba- ni siquiera es humano- Y lo sabía porque además de identificar su especie, un humano no pegaba así ni queriendo.

-No sólo lo merece Gilles, lo necesita.

-Balthazar, es un lobo…es un hombre lobo fuerte que puede arreglárselas sólo perfectamente en este enorme y malvado mundo. ¿no deberíamos buscar otro humano tonto que crea que lo tiene todo y en realidad no tenga nada? Derek Hale está bastante consciente de su realidad.

-¿Sabes que justo por eso lo necesita?- Los ojos grises del ángel brillaron traviesos hasta encontrar los de su amigo- Porque necesita recordar que una parte de él es justamente eso. Humano.

-_-

Nunca le ha gustado mucho la navidad; Hay gente ruidosa riendo y alborotando por todas partes, lucecitas centellantes en cada maldita ventana de cada comercio y casa que agobian sus sentidos y vuelven su cabeza una maraña de humo blanco, ruido y confusión que le hace desear arrancarse los tímpanos con sus propias garras, además del olor a humo, muérdago y dulce que le da náuseas de sólo imaginarse a una familia reunida frente a la chimenea con sus tazas de chocolate caliente abriendo obsequios. Nadie puede culparlo por lo del muérdago.

Su edificio por supuesto no era la excepción, en cada uno de los nueve pisos anteriores al suyo había por lo menos tres ventanas con las malditas luces navideñas, coronas en las puertas y cualquier otra ridiculez que tuvieran a bien estampar, y por la falta de ascensor se tenía que chupar todos y cada uno.

En el descansillo del séptimo piso y sin dejar de maldecir su suerte tuvo que detenerse al escuchar el click de una puerta, la segunda de la derecha, esa misma que cada vez que se abría cerca de él crispaba una media sonrisa en sus labios.

-¡Derek!- una sombra estilizada dibujada por el pasillo, olor a perfume caro y la imagen de rizos rubio cenizo colándose por el rabillo de su ojo.

-Paula- Saludo entusiasta y sonrisa de medio lado número tres (la del catálogo de Macy’s) -¿tomando un poco de aire viciado de pasillo por la noche?

-Sí, bueno…me pareció escuchar una conversación interesante. ¿Trabajando tarde?- Paula no encajaba para nada en su perfil acostumbrado de maestra de inglés psicópata o arquera pirómana, tal vez justo por eso se permitió mandar a la mierda cualquier tipo de reserva y meterse entre las piernas de la mujer unas dos…o siete veces, ¿Quién lleva la cuenta?

-¿Algún día vas a sacarme de la incertidumbre y a decirme dónde trabajas?-¡Ja! Ni loco.

-Si eres buena conmigo y encuentras una manera de convencerme tal vez lo haga, algún día.- El tono rosa en las mejillas de su vecina cuando se acercaba a ella traspasando el espacio políticamente correcto era adorable, igual que la forma en que el olor a canela y algo agridulce que golpeaba su sentido del olfato.

-He sido buena contigo- Nadie lo niega, para nada- Te ves cansado, ¿quieres pasar y, ya sabes…relajarte?- La octava que disminuyó el sonido de la voz de Paula tuvo que haber tenido en Derek algún efecto, ya sabes un remolino en el vientre, escalofríos en la columna o algo. Generalmente sucedía, pero aparentemente no esta noche. Hoy había algo raro en el ambiente.

-Voy a…subir antes la compra- Puntualizó mostrando las bolsas de polipapel en sus manos- Ya sabes perecederos- Que excusa más patética, pero fue lo único que se le ocurrió- En cuanto esté a salvo en la nevera puedo bajar, si es que tú quieres- Otra sonrisa inocente de su repertorio de gestos fingidos, aprendidos bastante bien por cierto.

-Siempre- La respuesta empapada con olor a dentífrico casi le hizo dudar, casi le hizo considerar el quedarse esa noche enredado entre las piernas de su ¿follamiga? pero no; esa noche no.

-En cuanto mi hermana se duerma estaré aquí- Mentira, pero ya después inventaría alguna excusa, cuando volviera a necesitar…relajarse.

-Ese rol de hermano mayor responsable es bastante Sexy ¿sabes?- Derek sonrió y despidiéndose con un gesto de la mano retomó su camino escaleras arriba.

El teléfono vibró dentro de su bolsillo por quien-sabe-cuanta vez en el día, y como las anteriores ni siquiera se molestó en revisar el número, la única persona que le interesaba era Cora, y con su persistente ley del hielo estaba bastante seguro de que no era ella quien lo buscaba, quien quiera que fuera podía irse a la mierda.

Paula era una mujer bonita, pero jamás sería alguien que tomara en serio; aparte de ser superficial a decir basta era bastante tonta. No en el sentido de falta de inteligencia, porque el título en leyes colgado en su sala de estar tuvo que haber salido de algún lado, sino por…simplemente era tonta.

Igual no es que sus dotes conversatorios fueran muy importantes en sus actividades juntos; Paula era perfecta para él por una muy simple y sencilla razón: No le importaba una mierda.

No conocía nada de él, ni siquiera su apellido, sólo su nombre, que tenía una hermana pequeña y que vivía tres pisos por encima de ella, además tenía tres cualidades indispensables para Derek y su cama. Lucía bien, olía bien y no hacía preguntas.

Su “hogar” en Seattle no era muy distinto de su Loft en California (no quería siquiera pensar el nombre del maldito pueblo), casi ningún mueble, mucho polvo y oscuridad; ah y su hermana sentada en el suelo con su carpeta escolar abierta en el regazo.

Ni siquiera se molestó en saludarla, sabía que no iba a obtener ninguna respuesta así que caminó directamente hasta la barra de la cocina, acomodando la leche, huevos y zumo en la nevera y sus demás compras en los gabinetes de bajo la mesa.

-Stiles llamó-Derek se quedó congelado por unos segundos con una barra de mantequilla en la mano, después bufó e hizo de cuenta que no había escuchado nada. No quería saber, no le interesaba.- Dijo que te ha buscado todo el día pero no contestas el teléfono.

-Me hablas de nuevo, eso es bueno- No hizo ningún comentario sobre lo otro.

-¿Vas a llamarle?- Aparentemente Cora de verdad esperaba que dijera que sí.

-Por supuesto que no- Acarició el cabello de su hermanita al pasa detrás de ella de camino a su habitación con una botella de jugo en la mano y toda la resolución de ignorar la situación.

-Derek- No dijo nada, ni siquiera se molestó en detenerse- Parecía asustado.

Y una mierda

-No es mi problema- Dijo apenas volteando la cara sobre su hombro- Ya jugué demasiado tiempo a ser su niñera, cuando dejamos California ellos se quedaron atrás.

-Pero…

-No quiero ni recordar que existe Baecon Hills ¿de acuerdo? Y lo mismo aplica para cualquier cosa que respire en ese lugar, incluido tu amiguito. No me importa si está atrapado en la estupidez que haya cometido esta semana y que ninguno de los mocosos tiene idea de cómo solucionar, si de verdad necesita ayuda para eso tiene un padre, y ese no soy yo.

Ni siquiera se molestó en hacer caso a la cara de indignación de su hermana, no le dio oportunidad de replicar nada, si iba a seguir tratando de hacerle cambiar de opinión, mejor que mantuviera su tonta ley del hielo.

Se dejó caer en picada sobre su cama, revisando su teléfono por curiosidad. Diecinueve llamadas perdidas y dos mensajes de texto, nada de correo de voz.

“Necesito preguntarte algo, contesta el teléfono”



“¿Por favor?”



Al demonio, no era su problema; y aunque pareciera que trataba de convencerse a sí mismo de eso por repetirlo tantas veces era cierto, no iba a romperse la cabeza pensando en qué clase de tontería se habría metido el niñato de los cojones ahora que no estaba cerca para salvarle el trasero.

Ignorando el pinchazo de culpabilidad se sacó los Jeans y camiseta aun apestando al maldito aceite de piña- coco, se enrolló en su edredón y se quedó dormido, haciendo lo posible porque su mente no pusiera imágenes del maldito mocoso hecho pedazos y espatarrado en un charco de su propia sangre.

Se estaba quedando dormido recordando el callejón, el anciano y al asaltante cuando su mente clarificó algo que en el momento le pasó completamente desapercibido.

-¿Cómo mierda supo mi nombre?

-_-

El sol le despertó dándole de lleno en los ojos, algo extraño porque la pequeña ventana de su habitación topaba directamente con el muro de ladrillo rojo del edificio de enfrente y por si eso fuera poco él mismo cubrió con papel periódico las cuatro rendijas de cristal unos minutos después de mudarse.

No quería despertarse aún, era muy temprano y esa mañana no tenía sesión, no había nada en el planeta que le hiciera querer dejar el capullo cómodo y calientito que eran sus mantas. Extraño, porque que él recordara el colchón que tenía en el suelo de su habitación no se sentía ni remotamente así de suave, muchísimo menos olía a suavizante ni estaba cubierto por tela felposa que hacía a su lobo desear rodar entre ella. Lo que fuera, si estaba soñando mejor.

-Derek- Cora, ¿Qué mierda quería ahora?- ¡Despieta!

-Imagina que sigues con tu ley del hielo hasta medio día- Contestó medio dormido abrazándose a su propia almohada y enterrando la cara en ella.

-¿Qué ley del hielo? No inventes excusas ahora, prometiste que me llevarías al colegio- Claro, como si él hiciera una cosa así alguna vez en su vida. No iba a cruzar media ciudad en metro sólo para acompañar a su hermanita al instituto. Una hermanita que era perfectamente capaz de cuidarse sola.

-Ve en metro como todos los días, no me necesitas.- ¿Por qué había tanta luz? Esa ventana no filtraba esa cantidad de sol ni siquiera a medio día y sin sus adorados periódicos.

-Aquí no hay metro estúpido, no estás en Nueva York- Los pasos de Cora resonaron por la madera del suelo bastante fuerte, denotando el fastidio por tener que pedirle un favor…momento ¿madera?- Vamos Derek si no vas a dejar que Stiles venga a buscarme lo menos que puedes hacer es llevarme al colegio, es tarde.

-Stiles no está aquí- ¿Qué tenía que ver él con el colegio de su hermana y con que no estuvieran en Nueva York?

-Ya sé que no está aquí, si estuviera no habría entrado; aún no supero el trauma de la última vez- ¿La última vez de qué?- Vamos Derek saca tu culo de la cama.

Por toda respuesta el mencionado Derek se acomodó boca abajo y puso una de sus almohadas sobre su cabeza, ¿desde cuándo tenía almohadas?

-Última advertencia, si no sales de la cama en treinta segundos se lo diré a mamá- ¿Qué?, no ese era el truco más sucio, rastrero y cruel truco que la mocosa podía haber usado. Abrió los ojos bastante seguro de que ardían en color azul fuego y se sentó dispuesto a pegarle cuatro gritos a su hermana; una cosa era que dejara de hablarle y al día siguiente le molestara con una tontería y otra muy distinta era que hablara de su madre como si estuviera…¿Qué mierda?

Estaba soñando, tenía que estar soñando porque estaba en su habitación, no en su cuartucho de Seattle, estaba literalmente en SU habitación, en SU casa en Baecon Hills.

No era el mismo sitio donde hasta hacía menos de un año se acurrucaba en un rincón del suelo de madera quemada a mirar la pared de enfrente tratando de no ponerse a llorar hasta quedarse dormido, este lugar estaba entero, pintado de beige con una franja más oscura en medio con figuras espirales color negro dentro, al lado derecho de la cama matrimonial en la que dormía cuando tenía dieciséis estaba su armario de cedro empotrado, el mismo en el que cuando tenía ocho años pegaba estampas de los power rangers por dentro de las puertas para que su madre no se molestara, la puerta blanca abierta de par en par y frente a su cama el escritorio que le regaló Peter cuando cumplió doce, sólo que en lugar de la vieja Compaq presario estaba una iMac de apariencia bastante resiente, al lado una laptop rodeada por un desorden bastante poco propio de él que incluía restos de comida y unas cuantas tazas, después otra puerta, la que comunicaba a su baño, libreros en las paredes, uno de ellos sosteniendo sus alegres y orgullosos trofeos de béisbol y por último a la izquierda de su cama la enorme ventana con la cornisa adaptada para funcionar como asiento, llena de cojines desordenados y una manta…seguía dormido.

-¿Derek?- Cora movió su mano frente a él tratando de enfocar su vista, ahora perdida en algún lugar del espacio vacío de su habitación; ella también lucía distinta, pantalones grises (bastante ajustados para su gusto), botas negras y un suéter negro con la imagen de un copito de nieve en el frente hecho de pequeñas manchitas metálicas, cabello levantado en una cola de caballo y maquillaje; Su chaqueta en un brazo y la mochila sobre el hombro, una imagen que se ajustaría más a Lydia que a Cora.

-¿Qué mierda?- No era su frase más elocuente, pero fue lo único que pudo articular.

-¿Tienes resaca? – De verdad esperaba que Cora estuviera bromeando, porque sabía perfectamente que no podía emborracharse, mucho menos tener resaca- Lo que sea, mala suerte para ti, tienes que llevarme a clases.

Derek no dijo nada, por instinto se encogió contra la cabecera de su cama sin dejar de mover su cabeza en una negativa, ni de pensar despierta, despierta, despierta.

-¿Por qué están haciendo tanto alboroto?- Estrictamente hablando la que estaba gritando era Cora, pero Derek no iba a ponerse a argumentar sobre eso cuando estaba viendo a su hermana muerta (la misma que él mismo había visto partida en dos, enterrado y vengado) de pie con el hombro contra el marco de la puerta de su habitación, luciendo una sonrisa traviesa idéntica a la que tenía cuando le aseguró que volvería pronto a Nueva York.

-Derek que por no querer llevarme al colegio finge estar catatónico o algo así- Laura caminó hacia dentro ignorando la cara de susto con la que era recibida por su hermano.

-Vamos enana comprende al muchacho, uno no toma una decisión como esta todos los días, tiene derecho a enloquecer un poco- Laura se sentó junto a él en su cama, obligándole a contener el impulso de saltar y pegarse a la ventana. –Todos te apoyamos en esto Derek.

Posiblemente debería haber preguntado qué cosa era tan importante para él que hacía a Laura pasarle un brazo por los hombros y apretar un poco con cariño, pero estaba bastante ocupado mirándola de cerca y tratando de asimilar que de hecho le estaba sonriendo.

En un gesto automático puso el cabello de Laura detrás de su oreja, era un poco más corto de lo que recordaba, pero por lo demás parecía que fuera el día anterior cuando peleaban por que ver en televisión o porque Derek no era capaz de levantar su plato después de cenar.

-Sí, claro pero mientras yo tengo que ir a clases caminando porque a él se le ocurrió cancelar mi transporte- Laura siguió con su risa como si fuera navidad o algo así (todavía no era, faltaban unos días…¿o no?), se levantó y le dio a Cora un golpecito cariñoso en el brazo.

-Baja a desayunar algo si no quieres que de verdad se te haga tarde, yo te llevo al colegio- Cora iba a protestar, pero Laura se le adelantó- Deja que Derek despierte bien, si para la hora de la comida sigue con esa actitud ya sabemos quién se encargará de aterrizarlo.

Cora se dio el lujo de lanzarle una mirada asesina más antes de dejar su habitación detrás de Laura. Las escuchó conversar escaleras abajo; algo sobre la hora de la comida y que John los iría a buscar para llevarlos a casa. No pudo importarle menos.



-Continuará
Notas finales: Espero saber opiniones.

Cualquier cosa se la haré saber a Maggie.

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