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He can stiill see me! por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

 

Pues un pequeño One-shot, que tenía arrumbado desde hace demasiado tiempo, espero les guste. Para quienes me leen en mis otros fics, ya vienen continuaciones.

Notas del capitulo:

Espero y este pequeño One-Shot sea de su agrado. 

Saludos y que esten de lo mejor. 

 

La imagen de siempre

 

JANDJ

Había pasado más de una década desde que se había vuelto un guardián, ahora estaba contento, ya no se sentía ignorado, llevaba risas y diversión a donde quiera que fuera, en definitiva Jack Frost se sentía feliz con lo que era ahora, realmente feliz.

Faltaban cuatro días para Navidad, y había una pequeña reunión de los guardianes en el castillo de Norte, cuando llegó ya estaban todos allí, una pequeña hadita enseguida le saltó encima, era aquella que había rescatado de Pitch.

—Niño que bueno verte—sonrió el robusto hombre acercándose también a él, invitándole a que se sentara en una pequeña mesa, donde los otros ya habían tomado lugar. No era que hubiera algún peligro o algo así, simplemente lo hacían por el gusto de verse y mantenerse en contacto.

Comieron galletas y pastel de frutas, entre risas y pequeñas riñas de Bunnymund y Frost, todo frente al enorme globo terráqueo que mostraba las luces  de los niños del mundo brillando en todo su esplendor.  

En ese momento algo llamó la atención de Jack, ante la atenta mirada de los otros, se puso de pie, flotando un poco, se situó encima del globo terráqueo. Mirando extrañado un lugar, un pequeño lucero que había desaparecido.

—La luz… la luz de Jamie,  ha desaparecido- dijo preocupado. — Tenemos que… — se volteo hacia los otros guardianes pero estos seguían en sus lugares, mirándole con comprensión.

—Jack… ven… siéntate— le invitó de  nuevo Norte, él puso los pies poco a poco de nuevo en el suelo, acercándose a la mesa pero sin volver a sentarse.- Lo que paso con Jamie es completamente normal— le afirmó.

— ¿Qué?

—Mira niño— comenzó el conejo— Los niños crecen, eso sucede, y aunque no nos haga feliz del todo, entendemos que cuando se convierten en adultos, ellos…. Pues dejan de creer en nosotros, es algo que siempre ha pasado, deberías saberlo.

—Pero… con Jamie no— negó al tiempo que meneaba la cabeza, recordando con mucho cariño y algo más, al primer niño que logro verle.

—Oh Jack…— suspiró la hada de los dientes volando hacia su lado, para posar delicadamente una mano en su hombro— Mira… él en algún momento de su vida nos recordara como el más lindo de sus sueños… eso tenlo por seguro.

— ¿Solo como un sueño?— preguntó apartándose de la mano del hada— Yo no quiero ser recordado por Jamie solo como un sueño.

—Jack— tomó la palabra Norte— Jamie, hasta el año pasado todavía tenia una ligera esperanza en nuestra magia, aunque ya tenia 23 años, es un verdadero milagro que siguiera creyendo en nosotros hasta ahora… la mayoría de los niños nos empiezan a ver como cuentos a los 16 o 17…

—Pero Jamie… el estuvo con nosotros… no se supone que…

—Jamie… él… cuando ellos crecen, encuentran otro tipo de magia, viven otras cosas— le intentó explicar el hombre canoso.

— ¿Otras cosas?— preguntó viéndoles confuso. Entonces Sadman  sonrió mostrando en su cabeza algunos corazones y una pareja tomada de la mano.

—Si… ya sabes niño… las aves, las abejas… las flores… los conejitos—intentó explicarle el conejo de pascua.

—Jack, cuando crecen ya no necesitan de los guardianes… solo a veces… la ayuda de Cupido— suspiró St. Nicholas— Y a nosotros como dijo Dientes, nos dejan como un lindo recuerdo.

— ¡Cupido!— exclamó mientas analizaba todas las palabras que los otros decían, el no quería eso, no quería ser solo un sueño en las memorias de Jamie, no podía serlo— Jamie… el no me ha olvidado— negó saliendo volando rápido de allí. Dejando preocupados a los demás.

________________________

Jack llego hasta la ciudad donde se supone vivía Jamie, viajo hasta su casa, asomándose a la ventana de su habitación, entró despacio, pero en esta ya no había una cama, ni lo que habría en la habitación de un niño, solo un montón de cajas arrumbadas, caminó hasta que sintió pisar algo suave, se agachó tomando un peluche de conejo, al que había visto hablarle hace tanto tiempo, pero que a él le parecía apenas ayer. Lo acarició con ternura y se recargó en una pila de cajas sin darse cuenta de que no estaban muy bien colocadas, logrando que se precipitaran al suelo causando ruido, ocasionando que alguien entrara a la habitación, se quedó quieto viendo a la chica de cabellos rubios, de algunos 16 años parada enfrente de él.

—Sophie… — murmuró.

—Si— respondió la chica— ¿Hay alguien allí?— preguntó avanzando lentamente.

—Sophie… soy yo— dijo avanzando hacia ella, pero este al dar un paso le atravesó— No puedes verme…

— ¿Quién está allí?— volvió a decir la chica.

—Soy yo— contestó de nuevo— Jack Frost— dijo su nombre parándose de nuevo enfrente de ella, esperando que esta vez si pudiera verlo.

— ¿Hablas de el espíritu Jack Frost?— cuestionó— Oye amigo, quien quiera que seas esta no es una buena broma, me estas asustando.

—Soy yo Sophie, lo juro—  Dijo apoyándose en la ventana, causando que  toda esta se cubriera de hielo.

— ¡Jack!—  exclamó feliz— ¿Qué haces aquí?—  preguntó tocando la helada ventana— ¿Por qué no puedo verte?

—Porque creciste Sophie—  contestó sentándose en el marco de la venta— Creciste al igual que… —agachó la cabeza tomando aire— Sophie, ¿Dónde está Jamie? ¿Qué le paso a su habitación?

—Se convirtió en esto cuando se mudo a su departamento, le queda cerca de su trabajo, ahora que trabaja en el hospital infantil— explicó la chica. —Hace un año se graduó de la Universidad, y consiguió entrar de interno allí.

  —Ya veo…El pequeño Jamie, ya es un adulto… — pronunció con pesar.

—Supongo… y ahora es, James— le corrigió Sophie.

— ¿James?

—Desde hace cuatro años nos prohibió decirle Jamie, ahora es James.

—Ya entiendo… — dijo metiéndose ambas manos en la bolsa de su sudadera, mientras su bastón descansaba a un lado. — Entiendo que…

— ¿Qué?

—Que él me haya olvidado.

—El no te ha olvidado Jack.

—Ya creció Sophie, tú… eres mucho más chica que él y ahora solo puedes escucharme.

— Lo sé… lo sé pero, el siempre creyó. Mucho más que nadie.

—Quien sabe, quizá como dijo Norte, me tengo que resignar a ser un lindo recuerdo— murmuró tomando su bastón para disponerse a salir.

—Jack, búscalo cerca del hospital. — dijo la chica.

—Adiós Sophie — se despidió saltando fuera de allí.

Vagó entre el viento, recorriendo la ciudad que estaba por dormir, al ser las once de la noche. De una forma u otra llevado por su subconsciente, bajó cerca del hospital, quedándose parado afuera, pensando si buscarle o no. Preguntándose que era lo mejor, quizá debería hacerles caso a los otros guardianes, había muchos otros niños.

—Pero Jamie es especial…— se dijo.

— ¡James!—  Escuchó una voz femenina a sus espaldas, y al darse la vuelta una chica castaña le atravesó corriendo para llegar hasta un…. hombre, uno que le parecía demasiado familiar.

Se acercó despacio hacia la pareja, la mujer de cabellos castaños hasta la cintura, y bufanda verde se le colgaba del brazo al muchacho de profundos ojos cafés y rebeldes cabellos castaños, que era muy alto, demasiado alto, quizá de un metro ochenta, el cual solo le dedicó una débil sonrisa a la mujer, dejándose hacer cual muñeco, llevando consigo una maleta, y una bata blanca en el otro brazo.

—Jamie…— llamó esperando que por lo menos pudiera escucharle, pero nada, empezaron a caminar despacio, el viento era suave, y la nieve caía en perfectos copos, mientras la luna iluminaba de plata un pequeño camino que guiaba a un parque. Por un impulso que ni el mismo pudo entender, les siguió hasta el parque. Allí los observo escondido tras un árbol, estaban sentados en una banca  frente a una enorme estatua. — ¿Por qué me escondo? — Se preguntó apartándose del árbol — Ellos ni siquiera pueden verme— dijo avanzando hasta pararse atrás de ellos en la banca y así poder escucharlos.

—Creo que debería llevarte ya a tu casa— dijo el chico.

—Pero… con tu trabajo nunca podemos vernos James, puedo… mejor… no se…— empezó la chica, recargándole su cabeza en el hombro. — Ir a tu departamento— le susurró en el oído.

—No es una buena idea— negó apartándola.

—James… —pronunció en tono de reproche parándose, haciendo que el otro también lo hiciera— Me gustaría que me dejaras de tratar como tu amiga… soy tu novia.

—Mira… tienes que entender, estoy cansado, sabes que las jornadas son extensas y yo…

—Tú no me quieres James— le reclamó.

—No digas eso, te… te quiero es solo que…

—Pruébalo— le interrumpió acercándose.

— ¿Qué te lo pruebe?

—Bésame James,  dame un profundo beso… que transmita lo que sientes por mí. — el castaño dudó, hasta que pensándolo dio un suspiro, tomó la cintura de la chica con una mano, y  su mejilla con la otra, en respuesta la chica le coloco las manos en el pecho, sobre la gabardina negra que llevaba, alzando el rostro.

— ¡NO!— Gritó Jack sin saber porque, rompiendo el silencio que había guardado durante toda la escena, logrando con esto que una fuerte ráfaga de viento golpeara a la pareja, y la nieve que había en los arboles callera.

Un pequeño copó cayó en la nariz del castaño— Jack Frost— pronunció despacio.

— ¿Qué dijiste?— le interrogó la chica.

—Jack Frost— repitió James, haciendo que los ojos del guardián se iluminaran.

— ¿Hablas de ese cuento para niños?— preguntó la chica— ¿Por qué hablas de esa tontería ahora?

—No es una tontería— negó— Jack Frost… es…

—No vayas a decir que es real— le interrumpió.

—Perdona, creo que debo llevarte a tu casa. — pronunció algo desconcertado.

— ¿Qué? ¿Por qué? James…

—Ya es hora Kat, mira ¿sabes que…? lo nuestro no va a funcionar.

— ¿Cómo que no va a funcionar?

—No lo sé Kat, simplemente lo sentí.

— ¿Ahora? ¿Justo ahora?— preguntó la castaña.

—Si… justo ahora— dijo volteando a ver la luna.

—No te molestes James— le dijo enojada empujándole— Puedo llegar sola— le espetó antes de darse media vuelta y comenzar a marcharse a base de grandes zancadas.

—Adiós Kat— pronunció sentándose de nuevo en la banca.

Jack saltó, sentándose a su lado, observando cómo se agachaba, apoyando sus brazos en las piernas, escondiendo su cabeza entre ellos.

—Jack Frost… ¿Qué tontería estaba pensando?  Pase tanto tiempo pensando como terminar con ella y ahora hago esto… ¿Por Jack Frost?... Soy patético.

—No lo eres— pronunció Jack, aunque sabía que no podía escucharlo— Fue mi culpa… es culpa de la magia, no me controle,  perdón Jamie… te arruine las cosas, yo soy el patético— confesó volteando a ver la luna. —creo que me puse celoso, a ella puedes verla, para ti ella es real… y yo no.

James abrió los ojos como platos, cuando escuchó la primera frase creyó que era un juego de su mente pero cuando escuchó que esta voz seguía hablando se asustó y luego levantó la vista, topándose con el perfil de un muchacho de cabellos blancos.  — ¡Jack Frost!— gritó parándose.

Ese grito hizo que Jack volteara su atención de vuelta a él, y casi pudo jurar  que le estaba viendo, clavo sus profundos ojos azules en él, observando su expresión de asombro hasta darse cuenta que en verdad  le estaba viendo.

— ¿Puedes…? — Se puso lentamente en pie — ¿Puedes verme? — preguntó a lo que el castaño asintió sin decir palabra, aquello les pareció a ambos como un “deja vú”.  Haciendo que una sonrisa se formara en el rostro adolescente del peli blanco. — ¡Puedes verme! — Exclamó feliz.

—Jack— murmuró Jamie y fue como si todos los recuerdos de su niñez se agolparan en su cabeza—  ¡Jack! — gritó feliz, acercándose para darle un profundo abrazo, como el que le había dado para despedirse hacía mas de diez años, solo que esta vez fue él quien apresó a Jack entre sus brazos, sintiéndole pequeño, frágil y frio, como una hermosa escultura de hielo que no se debía tocar.

Frost le devolvió el abrazo, sorprendiéndose un poco como aquella vez, sin embargo esta ocasión  era como sentirse protegido… seguro.

—Jack— habló Jamie separándose, tomando el frio rostro del muchacho entre sus manos— Te encogiste Jack.

—Tu creciste James— dijo desviando la vista, haciendo que el otro le soltara.

—Supongo que tenía que hacerlo… no puedo creer que te este viendo, cada nevada esperaba poder verte. — decía entusiasmado — Cada viento helado, cada corriente, cada copo de nieve, esperaba que fueras tu…

—Si bueno… ser guardián te ocupa mucho tiempo.

—Claro, lo entiendo.

—Y tú… ¿Doctor James?

—Algo así — asintió sentándose de nuevo en la banca—  ¿Por qué viniste ahora Jack? — preguntó.

El guardián se sentó a su lado, se mordió el labio inferior, guardándose las manos en la sudadera, pensando si debía decirle o no.

—Yo estaba…

—Amigo, ¿Estas bien? — un policía del que ninguno de los dos se había percatado se acercó hasta ellos.

— ¿Eh? ¿Yo?… claro oficial. — asintió James.

— ¿Seguro? ¿No ha bebido? Las personas normales no hablan solas. — Pronunció y el castaño volteo a ver  a Jack dándose cuenta que el oficial no podía verle.

—Solo pensaba en voz alta oficial.

—Claro… claro… pero ya mejor márchese a su casa, esta promete ser una noche fría.

—Sí, enseguida oficial— asintió.

—Que pase buenas noches y feliz navidad.

—Igual,  feliz navidad — correspondió, ambos esperaron a que el de azul saliera de su vista para volver a pronunciar palabra.

—El no pudo verte— declaró.

—Los adultos no pueden verme James.

—Pero yo…

—Por eso vine, estaba con Norte, y vi que tu luz ya no estaba,  yo sé, que cuando se llega a cierta edad, la gente comienza a pensar que solo somos… fantasía,  pero yo  tenía que comprobar con mis propios ojos que tu ya no…

—Pero puedo verte.

—Sí,  pero no sé si este bien que me veas,  Norte dijo que…

—Yo disfruto mucho la idea Jack. — Le dijo sonriéndole sinceramente— Aunque creo que será mejor que nos vayamos de aquí la gente pensara que estoy loco.

Ante esto Jack sonrió tomándole de la mano— Se ha donde ir— elevó el bastón y un viento fuerte los golpeo hasta quedar ambos varios metros sobre el suelo.

— ¡Jack!— gritó abrazándose a él— ¿Qué haces? ¿Intentas matarme?— preguntó asustado, mientras otra corriente de aire les jalaba en dirección al Noroeste.

—Pero James, si a ti te encanto volar así.

—Cuando no era consiente de lo que me podía pasar si caía— dijo aferrándose más a él.

—Muy bien, muy bien… usare el regalo de Norte— pronunció tomando un collar que llevaba para arrojarlo abriendo un portal mágico llevándoles a ambos atreves de él, hasta estar sobrevolando un enorme castillo que parecía hecho de los mas finos espejos y cristales, dejando claramente sorprendido al castaño. — Bienvenido a mi casa James. — sonrió bajando lentamente hasta un balcón del enorme lugar.

—Esto… es… impresionante Jack — admiró asomándose a la orilla del balcón, maravillándose con la vista de montañas cubiertas de nieve, profundos abismos y un cielo repleto de estrellas.

—Si… nada que envidiarle a Norte… ni a la madriguera del Conejo. — dijo con orgullo caminando hasta sentarse en la orilla. Dejando que las luces nocturnas iluminaran su perfil, logrando que James se quedara absorto viéndole. — Yo, no sé si debí traerte aquí, pero… me siento muy feliz de que puedas verme…

—Yo también — correspondió sin dejar de observarle, aprovechando que este seguía con la vista abajo, dibujando figuras invisibles con su báculo.

—Yo… creo que fue mi culpa, lo de tu novia…

—Oí tus primeras disculpas Jack.

— ¿Me escuchaste?— pregunto volviéndose a verle rápidamente.

—Al parecer no te puedes sonrojar, pero diría que estas apenado. — comentó el muchacho divertido.

—No, es solo que… Ellos me explicaron esto, que los niños crecían— se puso de pie comenzando a caminar— los pájaros, las abejas… los conejitos— dijo  moviendo las manos echándose su capucha encima. — Yo perdón por arruinarte las cosas con tu, novia.

—Descuida Jack, no me arruinaste nada, yo planeaba terminar con ella, fue un error aceptarla en un principio…

—Entonces, ¿Por qué la aceptaste? — preguntó volviéndose a sentar en el balcón al lado del castaño, que estaba apoyando los brazos en la orilla, viendo el cielo.

—No lo entenderías Jack — negó —son cosas de mayores….

—Soy como trescientos años o más mayor que tu James — le hizo saber.

—Pero nunca has crecido Jack… hay… — se despegó de la orilla caminando hacia atrás— Hay cosas que no se pueden resolver con magia y esperanza, no todos son sueños o pesadillas Jack, tu vives en… un mundo de cuentos de Hadas… el mundo real es mas que eso. Más duro.

— ¿De que hablas James?

—Mi familia Jack… es amorosa, comprensiva, pero tiene ciertas costumbres, ciertos principios…— platicaba dándole la espalda.

— ¿Principios?

—Sí, los cuales harían que no me acepten como soy…

—No entiendo— confesó y el otro se volteo a verlo con una dulce sonrisa, acercándose despacio al peli blanco, que seguía sentando con la capucha puesta.

—Jack… en todos los años que has vivido, supongo que sabes,  que es ser gay. —Ante esto el guardián levanto la vista asintiendo.

—Lo soy Jack, no me van las chicas, pero… mis padres,  mi familia, no lo aceptaran, intente salir con mujeres pero no puedo, no puedes dejar de ser quien eres… y el mundo real, no es tan dulce como lo es el mundo de la magia. Soy pediatra y si la gente supiera sobre mí… habría serios conflictos con dejarme tratar a sus niños.

—Entiendo— dijo al fin el de menor estatura bajando la cabeza ocultando la mitad de su rostro. —Debe ser difícil para ti.

—Lo es — asintió — Lo es aún más por que el primer chico del que me enamore, cuando supe que me gustaban los chicos, no era más que un sueño o una ilusión, una imagen que vivía en mis recuerdos atormentándome.

—Suena horrible— dijo Jack— Pero, ¿Quién era? ¿Un artista o algo así?

—Peor… un cuento de hadas— ante esto Jack levantó la vista. —No sabes cuánto soñé contigo Jack, supongo que puedes preguntarle a Sandman si no me crees.

— ¿Conmigo? James…

— ¿Por qué me llamas James?— preguntó— Es Jamie.

—Sophie me dijo que tú querías que te llamaran James.

— ¿Hablaste con Sophie?

—Ella me dijo donde encontrarte.

— ¿Ella pudo verte?

—No, solo me escuchaba.

—Entiendo— sonrió— Perdona Jack, yo se que no te debería estar diciendo esto ahora, tu solo te preocupaste por lo de creer en ti… y yo…

— ¡No! — Exclamó —No,  a mi me hace muy feliz lo que dices Jame… Jamie. De verdad, tú eres el niño que me vio por primera vez, tú… eres alguien muy especial para mí.

—No digas eso Jack. Te lo ruego.

— ¿Por… porque no?

—Porque me sentiría correspondido en mi amor platónico.

—Amor platónico…—repitió.

—Así es… — afirmó dando unos pequeños pasos mas hasta situarse en medio de las piernas del peli blanco y bajarle la capucha— y si me siento correspondido… — acaricio despacio los cabellos platinados—… yo —acercó su rostro al del mayor, sintiendo el frio aliento chocar contra sus labios— tendría que hacer esto… —dijo tomando por fin aquellos labios en un suave beso. Jack abrió los ojos enormemente, nunca… nunca nadie le había besado en la boca, pero se sentía… se sentía bien, demasiado bien…

Cerró los ojos despacio correspondiendo al beso, James al percibir que la caricia era devuelta, tomo la esbelta cintura entre sus manos, pegando más el frio cuerpo a él. Frost por instinto rodeo el cuello del castaño con sus brazos.

—Jack... abre la boca— le pidió separándose un poco, el guardián le obedeció con algo de reserva, dejando pasar entre sus labios y dientes la lengua del otro, causándole un escalofrío en el cuerpo que no tenía nada que ver con el frío  y la nieve que él provocaba. 

El beso se tornó más apasionado, una de las manos de Jamie se coló por debajo de la sudadera causando  un pequeño gemido de la boca del guardián. Más cuando sintió viajar la boca de James hacia su cuello. —Eres tan frío… y perfecto — le escuchó susurrar antes de sentir como succionaba la piel expuesta. Echó la cabeza hacia atrás sintiendo los dedos de Jamie acariciar con lentitud su piel, su torso, sentía… ¿Sentía calor? No podía ser, aquella sensación hacia mucho que había abandonado su cuerpo, sin embargo lo sentía, un ardor, unas ansias, el mismo se acerco mas al otro, animándose a ser él quien exploraba la boca del “niño” esta vez.- Jack…- comenzó Jamie al separar un poco su rostro de él. — ¿Tienes un cuarto o algo parecido aquí con una cama?

Él peli blanco solo asintió con la cabeza señalando con su vista a espaldas del chico, quien le soltó dándose la vuelta para avanzar hacia donde el otro señalaba, topándose con una habitación de colores azules y blancos con las llamas de una chimenea de elegante madera blanca crepitando calentando la estancia.   

—Yo… —escuchó la voz de Jack a sus espaldas— Yo no puedo sentir el calor de las llamas… —comento pasándole de largo, andando hasta la chimenea— Pero… me gusta verlas.

James avanzo situándose a sus espaldas. — ¿Seguro que no puedes sentir nada de calor?— cuestionó.

—Eso… creo— respondió sintiendo casi al instante los brazos de James rodeándole, pegándole a su cuerpo.

—Bueno, intentemos calentarte un poco— le susurro al oído, llevando sus manos debajo de la sudadera, apresando la masculina cintura a la vez que perdía sus labios en el cuello ajeno, besando y dando atenciones con dientes y labios, bajando despacio sus manos hasta el pantalón del más chico, acariciando por encima de la tela el miembro aún dormido del guardián, que sin remedio jadeó echando el cuello para atrás.

Aquello era nuevo para Jack, murió joven y existió en el anonimato, siempre jugando como un niño, ignorando todo aquel mundo desconocido al que se tenía acceso al madurar. Lo que implicaba la pasión carnal, y él amor demostrado con todo el cuerpo.

—Jamie… Jamie, ¿Qué haces? —cuestiono sintiendo las manos del otro colándose esta vez bajo la tela de su pantalón y ropa interior, acariciando con sus manos calientes, la semi erección que empezaba a tener.

—Ya te lo dije Jack… te doy calor… pero será mas fácil hacerlo en la cama—  le contesto sacando sus manos para en un gesto rápido voltearlo hacia él, aferrando sus manos a la cintura volvió a tomar la boca del de menor estatura, haciéndole caminar de espaldas.

Jack ni siquiera se había dado cuenta de aquello hasta que sintió chocar sus piernas contra la orilla de la cama, demasiado absorto estaba en la calidez y pasión de aquel beso.

Jamie le  coloco sobre la cama con sumo cuidado, sin desatar aquel beso, Jack no podía hacer otra cosa que responder, responder de la manera que su corazón y cuerpo le indicaban, dejándose hacer por las manos ajenas sin la más mínima resistencia.  El castaño le quito la sudadera azul que siempre llevaba, despegándose un momento de su cuerpo, quedando de rodillas frente al otro, recreándose con la visión de la piel blanca y perfecta que poseía el guardián.

— ¡Dioses, Jack!—  Pronunció recibiendo como respuesta unos enormes ojos mezcla de azul y plateado clavados a los suyos.

Frost no tenía la menor idea de lo que pasaba, solo sabía que se sentía en el cielo, que aquello era más excitante que volar y jugar en la nieve. Un ruido que el calificó como extraño salió de su garganta, y de él le siguieron más, eran gemidos y jadeos causados por la boca del muchacho, que se dedico a adorar la piel que tenía a su disposición. Bajando desde el cuello, trazando líneas imaginarias con su lengua, se sentía frio, fresco, si pudiera describirlo de alguna manera el menor diría que Jack era el helado más rico que su paladar hubiese degustado. Su atención bajo hasta los pezones del menor, lamiéndolos y chupándolos, sintiendo gracias a esto las manos del guardián enterradas en sus brazos.

—Eres delicioso Jack— Le susurró al elevarse al  oído, para mordérselo luego. El albino no sentía vergüenza o pena, solo placer, deseo, necesidad. No sabía bien mucho de eso, pero le gustaba.  Cuando Jamie se incorporo para quitarse la gabardina, chaqueta y luego la camisa, no pudo saber que lo llevo al analizar con detenimiento el cuerpo frente a él, que tenía unos músculos marcados y una espalda amplia, sintió un vacio en su bajo vientre, y un tirón en una zona a la que rara vez le prestaba atención, sin embargo ahora lo hacía y su mano bajo instintivamente hacia allí, acariciando, intentando aliviar lo que sentía. Jamie, al ver esa imagen  casi se queda sin aire. Era la inocencia más pecaminosa que pudiera existir, deseaba tomarla y corromperla, y eso haría, volvió a la cama, besando de nuevo el torso de Jack, apartándole la mano de la cima de sus pantalones, tirando de ellos para quitárselos, seguidos de la ropa interior, dejando así el cuerpo blanco completamente expuesto.

—Ah… ah, Jamie— Las exclamaciones de Jack resonaron en todo el lugar, y es que ahora el muchacho tenía su miembro en la boca, lo chupaba y lamia, mordisqueaba la punta de manera delicada, antes de volver a repasar con la lengua.  Las manos blancas bajaron a enredarse a los rebeldes mechones castaños,  sintiendo como el ritmo de las succiones iba aumentado, apretó fuerte las hebras entre sus manos, cuando su miembro fue absorbido en su totalidad por la experta boca.

Cerró sus ojos abandonándose a las sensaciones, marcó un ritmo en la cabeza de su ahora amante, para que su miembro pudiera entrar y salir rápidamente de aquel cálido y húmedo refugio.  Sus ojos se cerraron y su cuerpo se curvo, sus caderas se alzaron deseando más de ese contacto, gimió y rogo por más. Entonces una serie de hormigueos eléctricos le recorrieron el cuerpo, todos comenzaban en su entrepiernan, pero se extendían por toda su piel, sentía como si se fuera a desmallar, no tenía control de sí mismo, nada coherente pasaba por su mente.

— ¡James!—El nombre murió en sus labios acompañando a su primer orgasmo, abrió los ojos intentando calmar su respiración, bajó la vista a donde Jamie elevaba su rostro, limpiándose restos de sustancia blanca de sus labios.

—Es sorprendente, digo, ya que se que eres un espíritu…— Comentó el menor— Es frio— Señaló moviendo el pegajoso líquido entre sus manos.  Para luego subir de nuevo hasta quedar sobre él, y atacar su boca, el mayor podía sentir claramente la diferencia de temperaturas, el torso cálido se pegaba al suyo mientras él se aferraba con ambas manos a la espalda, siguiendo el beso, abriendo su boca, enredando su lengua, aquello era de otro planeta.

Al rodearle con sus piernas, la dureza del otro cuerpo se froto contra el suyo, haciendo que una ola de deseo le recorriera.  La boca del humano, bajo de nuevo por su cuerpo, sintió besos en su piel, los cuales quemaban, ardían… cuando James se perdió de nuevo entre sus piernas, casi podía ver de nuevo aquella experta lengua en su miembro, pero esta vez el castaño fue más abajo, le separó las piernas, examinando con su lengua una parte que Jack quizá en su vida habría tomado a cuenta.

La lengua que había imaginado en su erección, lamió y jugó en su entrada, haciendo que él se retorciera de placer bajo las expertas caricias.

James estaba demasiado complacido con las respuestas del peli blanco, Jack era muy vocal y no se reprimía, gemía y jadeaba al ritmo que él le marcara, cuando internó el primer digito en él, soltó una ligera exclamación, quizá de sorpresa y algo de dolor por la intrusión, pero conforme le dio atención a su sexo de nuevo erecto, y conforme sus dedos se movían más y de manera más segura en su interior. Jack transformó las quejas de incomodidad en pedidos y gemidos.

—Más… Jamie… Más James… necesito más— Pidió aferrándose a las sabanas de la cama, a lo que él doctor atendió, levantándose, haciéndose un lugar entre sus piernas, liberando la erección de la prisión de sus pantalones, perfilándola en la entrada del otro. El cuerpo debajo de sus caricias, seguía estando helado, blanco, inmaculado… tan perfecto cómo la nieve y el cristal, pero eso no le evitaba darse cuenta, que gotas de lo que parecía sudor, poblaban la piel de Jack, se inclinó lamiendo las gotas de su hombro, sintiendo el sabor salado y la temperatura fría de estas.

— ¿Listo, Jack?— Le preguntó.

— ¿Listo?—devolvió la primera pregunta con algo de confusión.

—Esto puede ser algo doloroso para ti, pero te aseguro que valdrá la pena…— Levantó una de sus manos acariciándole el rostro, inclinándose luego a besarle, mientras por fin se comenzaba a internar lentamente en Jack, acabando el beso por una exclamación de este, que fue acallada por un nuevo y candente beso, que seguía acompañado de caricias, en lo que el  guardián se acostumbraba a recibirle.

Cuando James bombeó con su mano la erección de Jack, este movió instintivamente las caderas, dándole esto cómo señal al castaño de que podía continuar.

Comenzaron a moverse a lentos compases, las manos heladas del espíritu se aferraban a la ancha espalda del otro, invitándolo a hundirse más en él. Tantos años viviendo privado de aquel fabuloso placer, no podía creerlo,  la voz ronca de Jamie, hablándole al oído, la fuerza con que le embestía y le masturbaba al mismo ritmo.

Perdió noción de lo que lo rodeaba, y jadeó y pidió por más, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas de placer por el avasallante orgasmo que le golpeó, soltando en un grito el nombre del otro, viniéndose en su mano. Viendo luces y estrellas debajo de sus parpados al cerrarlos, sintiendo aquel placer extendido, por las embestidas que seguían dando en ese punto en su interior, que lo hacían perder la cordura.

Sintiendo luego algo caliente derramarse en su interior, y el cuerpo del menor caer sobre el suyo, le abrazo con necesidad, siendo correspondido. Experimentando una sensación de vacío y de dolor cundo James salió de él, por lo que le abrazó para que no se alejará más.

—Eso… fue fantástico — Comentó a lo que Jamie se incorporó mirándole a los ojos.

—Y lo podemos repetir más veces hasta perfeccionarlo— Le dijo antes de darle un chasqueante beso.

— ¿Pues que esperamos?— Cuestionó con una sonrisa entusiasta y brillante.

— ¿No te duele? Es tú primera vez, ¿Cierto?— Preguntó deslizando una de sus manos hasta la entrada del guardián, acariciándola con delicadeza, sacando una pequeña mueca en el otro.  

Jack asintió desviando un poco el rostros— Nunca me interesó esta actividad en particular de la vida adulta, pero… no duele, no duele demasiado, y me gusta lo que se siente.

— ¿Te gusta lo que se siente? ¿Lo que se siente cuando qué?— Preguntó con un brillo en sus ojos el castaño, causando un nuevo gesto de vergüenza en el rostro del albino, subiendo la mano que antes acariciaba la sensible entrada, llegando hasta la erección del menor— ¿Cuándo te toco aquí?—Por respuesta recibió un asentimiento de cabeza.

—Y… cuando estas dentro de mí— Admitió levantando la vista, en un gesto que logró que el menor perdiera el control de sí mismo.

Esa noche hicieron el amor muchas veces más, con James fascinado al mostrarle al otro, las diferentes formas de darle placer. Haciendo eso, hasta caer rendidos. Jack regularmente no dormía, pero sus músculos se sentían pesados, por lo que descansar acurrucado en la calidez del cuerpo ajeno, fue uno de los grandes y satisfactorios secretos que descubrió esa noche.

 

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James se revolvió somnoliento, cómo muchas mañanas en la que su turno había terminado tarde, sin embargo había algo diferente, al estirar su mano para jalar el despertador y ver la hora no logró tomarle. Además una luz tremenda entraba en su cuarto, cosa rara pues él casi siempre mantenía sus cortinas cerradas.

Se incorporó girando, y quedando boca arriba, tallándose los ojos,  pensando en el maravilloso sueño que había tenido, no tenía un sueño cómo aquel desde los 18.  Sin embargo, al abrir bien los ojos, y ver un hermoso candelabro de cristal sujetado al techo, sus sentidos reaccionaron del todo. Se sentó en la cama y giró viendo a su alrededor. ¿Seguía soñando?  Escuchó ruido y al voltear al ventanal de cristal, pudo ver al mismísimo Jack Frost aterrizar en la terraza, con su clásico bastón en una mano, y un paquete medianamente grande en el otro.

—Oh, ya despertaste Jamie— Pronunció el guardián entrando a la habitación,  cerrando la puerta de cristal, de nuevo tras él, se había dado cuenta que pese a la chimenea tenía que mantener el lugar sellado para que el humano no muriera de una hipotermia. —Buenos días— Dijo entusiasta, sentándose en la cama.

—Buenos días… Jack— Respondió el otro mirándole cómo si no lo hubiera hecho en años, aunque la noche anterior, había conocido con ojos, manos y boca cada uno de los rincones del cuerpo de este.

—Tuve que salir porqué Norte y los chicos se quedaron preocupado por mí, después de que ayer salí a buscarte…

—Esto es real… —Pensó en voz alta Jamie— No fue un sueño.

— ¿Jamie? ¿Estás bien?—Le preguntó acercándose a él.

—Sí… —Miró los profundos ojos azules de su guardián, de su primer amor… — Estoy de maravilla.

— ¡Genial!— Exclamó entusiasta— Te contaba que tuve que ir con Norte, ah… por cierto te mando esto— Dijo abriendo el paquete que llevaba, donde había unas galletas y una jarra con leche y dos vasos. Tomó una y se sirvió un poco— Ellos se quedaron preocupados cuando volé a verte… cuando me dijeron eso de Cupido y… las abejas y las flores…  — Comentó calmando su voz un poco al recordar lo triste que se sintió en ese momento. — Pero —Su tono alegre regresó— deberías ver la cara que pusieron cuando les dije que si Cupido tenía una flecha con tu nombre era mía y que ya había aprendido  el concepto de las flores y las abejas… con mucha practica— Agrego al final, haciendo que James escupiera un poco de la leche que tomaba— Si, justo eso hizo Norte— Señaló Jack divertido.

—Jack, ¿Tú les contaste?

—Me pidieron una explicación, y son mis amigos— respondió encogiéndose de hombros.

— ¿Y qué dijeron?

—Conejo dijo que por suerte yo no puedo tener conejitos… si no…

—Ok, ok— James estaba apenas procesando todo aquello, estaba en un castillo en medio de la nada, rodeado de nieve, con el guardián y espíritu Jack Frost con él que había tenido la noche que soñó tanto de adolescente. — Bien… Si, supongo que dentro de lo que cabe eso es un alivio— Asintió recordando claro que no había usado condón, pero todo lo anterior le pareció tan irreal, que lo convencional importó poco.

—Ah… yo… Jamie— Jack se acercó hasta él, quedando a su lado, en cuclillas sobre la cama, teniendo sus rostros muy juntos. — ¿Yo tengo razón verdad? Sí Cupido te fuera a lanzar una flecha, querrías que fuera con mi nombre. ¿Verdad? — Jack parecía algo inseguro, para tener más de 400 años era muy inseguro, y eso era adorable. Pensó Jamie.

—Ya me la lanzó hace mucho— Le respondió para acabar con aquellas dudas en el peli blanco, tomando su rostro con una mano para darle un profundo beso.

—Entonces estaremos juntos por siempre— Dijo entusiasta Frost, terminando de sentarse sobre las piernas del mayor.

—Yo no soy inmortal Jack… — Le negó el médico sosteniéndole de la cintura.

—Ya arreglaremos eso— le sonrió Jack, rodeándole el cuello con los brazos para ser este quien le besara.

 

Notas finales:

Gracias por leer!

Ya saben comentarios, sugerencias... todo es bienvenido! Saludos y que esten super!

 

 


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