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TENTÁNDOTE por Strawberryloveless

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Notas del fanfic:

Ya que Amane no puede acompañarlas, Hikari y Yaya deciden ir juntas al centro comercial a comprar vestidos y accesorios para la fiesta de cumpleaños de Shizuma y terminan en el departamento de la castaña. Amane le cuenta un pequeño secreto a Yaya

Notas del capitulo:

Yaya ama estar a solas con su mejor amiga, pero Hikari siempre termina incluyendo a Amane. El dia de las compras para la fiesta de cumpleaños de Shizuma se acerca y ambas pasan una divertida tarde.

TENTÁNDOTE

1. DOS PRINCESAS Y UN PRINCIPE



(Narradora: Yaya)

Recuerdo haber llorado mucho aquél día, por fin había entendido que no tenía ninguna esperanza con Hikari. Ella está enamorada, pero no de mí. Amane es la chica que logró conquistar el corazón de mi hermoso ángel dorado, aquél al que siempre traté de alcanzar, pero volaba tan alto que ni siquiera pude rosar.

Fue amor a primera vista, lo recuerdo muy bien. El pasto, la iglesia, una hermosa voz cantando aquella melodía que me sabía perfectamente de memoria. Ese día, un ángel se había estrellado en mis pupilas y desde la primera mirada, ya no pude apartar mi vista de ella. Hice que se uniera al coro religioso con el fin de pasar más tiempo juntas, después nos hicimos compañeras de habitación y sin darme cuenta ya había pasado un año y mis sentimientos hacia ella eran cada día más fuertes. Tanto así, que aquél día no me pude controlar. La vi entrar, llevaba puesto su delicado y fino vestido amarillo, aquel que yo había elegido para su cita con Amane. Su rostro angelical me miro y esa voz que resuena en mis oídos cada vez que habla me llamó. No presté atención a lo que decía, la deseaba tanto que no soportaba la idea de saber que alguien más me estaba robando su corazón, su cuerpo, todo. No pude decírselo, fue como si no tuviese control sobre mi cuerpo, todo paso tan rápido.

Su boca, recuerdo aquel maravilloso encuentro entre nuestros labios, desearía volver a probarlos aunque fuese por última vez. La sensación de mis manos tocando las curvas provocadoras de su cuerpo…se me acelera el corazón solo de recordarlo. Se sintió tan exquisitamente bien, pero…verla derramar lágrimas me hizo entender que acababa de cometer el peor error de mi vida. Por fortuna, nuestras amigas arreglaron un encuentro y Hikari me perdonó, pero desde ese día he ocultado estos sentimientos, que por más que intento, no desaparecen.


-¿Yaya? ¿Me estas escuchado?- El rostro interrogante de Hikari me sacó de aquellos abrumadores pensamientos.
-C..Claro que te estoy escuchando, Hikari- sonreí mientras miraba en otra dirección.
-¿Que dije?- preguntó astuta la rubia mientras su mirada fija me hizo mirarla avergonzada.
-De acuerdo, no te estaba escuchando, lo siento- dije resignada. Ella suspiró para luego decir:
-Llevas toda la mañana distraída, ¿en qué piensas tanto Yaya-chan?- Su pregunta me aceleró el corazón -“¿En qué otra cosa podría estar pensando que no seas tú, Hikari?”- respondió sin dificultad mi voz interna, sin embargo, mis labios se abrieron para decir algo completamente opuesto.
-En la fiesta del Sábado…-
-¿Te refieres a la fiesta de cumpleaños de Hanazono?- preguntó dulcemente la rubia, mientras un suspiro interno calmaba mi acelerado corazón.
-Sí, de esa misma-
-Es verdad, mañana es viernes – ella se lleva una mano al mentón pensativa – la semana está por terminar y aún no hemos comprado los vestidos Yaya- su tono de preocupación por esta clase de pequeñeces me hace sonreír.
-¿Qué te parece si mañana mismo vamos al centro comercial y buscamos algo lindo para las dos?- propuse con la finalidad de pasar más tiempo juntas. Su rostro se ilumina de inmediato y esa sonrisa que adoro ver, da vida a sus labios.
-Querrás decir: algo lindo para las tres – inmediatamente se me seca la boca, pues sé lo que está por decir - Le diré a Amane que nos acompañe también - sentí una dolorosa punzada en el pecho, sonriéndole con tristeza. Tal vez fui demasiado obvia, ya que el semblante de Hikari cambio por completo.
-¿Estas bien, Yaya?- aquel tono de preocupación reapareció. Levanté la mirada y me topé con ese par de ojos azules.
-Estoy bien- reí fingidamente llevándome una mano a la nuca- Es solo que recordé que tengo algo que hacer Hikari-
-Entiendo- dice más tranquila - Con que era eso-
-Sí, pero te veré más tarde ¿de acuerdo?- correspondí a su sonrisa, pero su ceño fruncido me hizo mirarla interrogante - ¿Estarás ocupada?-
-Si…-dice sonrojándose levemente - Tengo una cita – su rostro se ilumina con solo mencionar su nombre –“Como me gustaría ser el motivo de esos ojos que desbordan amor”- ¿Yaya? – Ella pasa de un lado a otro su mano frente a mi rostro, haciéndome reaccionar – Entonces nos veremos mañana ¿de acuerdo?-
-Ahhh, está bien- murmuro distraída sintiendo ese calor en mi pecho. Siempre aparecía cuando Hikari pronunciaba el nombre de “ella” a la cual no odiaba, pero si envidiaba profundamente- Entonces, mañana ¿a qué hora?-
-¿Te parece bien a las 3:00 p.m. en la entrada principal del centro comercial?-
-Me parece perfecto, entonces nos veremos mañana. Que te diviertas en tu cita Hikari- dije al tiempo que me daba la vuelta y supuse que como siempre, ella estaría completamente sonrojada, pues esa clase de comentarios la avergonzaban demasiado.
-Gracias, Yaya. Hasta mañana - luego de eso comencé a caminar lentamente rumbo a mi departamento.
En el último año de colegio decidí mudarme y vivir sola. Debido a que la casa de mis padres estaba fuera de la ciudad, me empezó a resultar difícil llegar a tiempo al trabajo, por lo que me vi forzada a tomar la decisión. A paso breve y pausado seguí mi camino, sin prisa alguna, después de todo, nadie me esperaba en casa.


(Narradora: Hikari)

Yaya se aleja más cada segundo que pasa. La miro hasta que desaparece entre la multitud y yo emprendo mi camino a casa, o mejor dicho, a casa de mi abuela. Llevaba prisa, pues tenía que prepararme para la cita con Amane. Horas más tarde ella apareció en mi puerta, siempre tan puntual.

-¿Estás lista, Hikari?- su voz me hace temblar, pero no de miedo, si no de nervios. Aunque llevábamos mucho tiempo saliendo aún sentía como si fuese la primera vez.
-Si…Amane - Ella me miró y sonrió amable, yo le devolví la sonrisa.
-Te ves linda Hikari, como cada día - me dijo tomando entre sus manos una de las mías y plantándome un tierno beso en ella. Sentí el calor en mi rostro y sonreí lo mejor que pude.
-¿Amane?- la llamo y ella eleva el rostro para verme interrogante - ¿Ya puedo saber qué haremos hoy en nuestra cita?- ella sonríe divertida y enseguida asiente.
-He reservado una mesa en un restaurante que sé, te encantará ¿aceptas?- Yo la miro sorprendida y agachando la cabeza evidentemente ruborizada, respondo positivamente - Entonces vámonos – Ella entrelaza nuestras manos y sin decir más comenzamos a andar.


Caminamos a un solo ritmo y en el transcurso hemos hablado de muchas cosas. Siempre que estoy con Amane, me siento en una nube, en un sueño donde todo es increíblemente perfecto. Amaba el simple hecho de estar a su lado, de poder compartir una noche más con ella. Me embriagaba el olor que su cuerpo desprendía, el sonido armonioso de su voz y el brillo en sus ojos cuando hablaba sobre las competencias. Sin duda, esas eran cosas que sabía, amaría por siempre en ella, pero…hacía un tiempo, había empezado a sentir que en nuestra relación faltaba algo. Algo más profundo, más intenso y fugaz ¿Qué podría ser? ¿Deseo? ¿Amor? ¿Más tiempo juntas?

-Es aquí- dijo de repente, sacándome de mis aturdidos pensamientos. Ella abre la puerta del lugar y se hace a un lado para dejarme entrar primero.
-Esto es…-murmuro mirando en todas direcciones - …es el restaurante que mencioné el otro día- me vuelvo a verla perpleja y ella sonríe alegre.
-Así es-
-Amane, pero es muy caro, yo…-
-Y como tú eres mi princesa, lo vale- ante esta clase de comentarios era inevitable no sonrojarme.
-¿Segura? No es necesario que…-
-Está bien Hikari- ella me rodea por los hombros y yo asiento.
-Si es así…entonces gracias- le digo mirándola con timidez.
-Gracias a ti por aceptar cenar conmigo- No digo nada más.

Entramos y yo quedo maravillada con la elegancia y finura del lugar. Caminamos hasta la mesa reservada para dos personas, la cual está decorada con un mantel oscuro y finas vajillas transparentes. Tomamos asiento y luego de leer el menú, ordenamos un par de platillos. Amane me ha ayudado a elegir el mío, ya que no estoy muy acostumbrada a frecuentar estos sitios. Durante nuestra espera por la comida, continuamos platicando sobre diversas cosas, hasta que recuerdo aquello.

-Por cierto…-le interrumpo y ella me mira atenta-…La fiesta de Hanazono es este Sábado, Yaya y yo pensamos en ir mañana al centro comercial a comprar lo que usaremos. He pensado que podrías venir con nosotras-
-La fiesta…-dijo en tono preocupado-…lo había olvidado. Yo tampoco tengo nada preparado Hikari-
-¿Entonces nos acompañas al centro comercial mañana? Será divertido ir las tres - volví a preguntar entusiasmada y ella sonrió.
-Claro, ¿a qué hora quedaron de verse?-
- A las 3:00 p.m. en la entrada principal – respondí con alegría, pero se esfumó cuando vi el ceño fruncido de Amane- ¿No puedes? ¿Estarás ocupada?-
-Sí…-ella habla bajo y parece un poco decepcionada – Veras Hikari, tengo una cita con Star Bride, le harán un chequeo completo a esa hora -
-¿Le sucede algo a Star Bride?- pregunto preocupada pues sé que su caballo es algo más que un simple compañero para ella.
-No, pero quería que lo revisaran antes de la competencia del domingo-
-Entiendo…-noto que ella percibe mi tristeza y casi de inmediato vuelvo a hablar - me alegra saber que está bien, es importante para ti - me sonríe con ternura para luego decir:
-Lamento lo de mañana Hikari, puedo posponer la cita para el sábado temprano- sugirió tratando de animarme.
-No te preocupes, Star Bride y tú compiten el domingo, es muy importante que se encuentre en perfecto estado para que ganen la competencia-
-¿Tan pronto nos declaras ganadoras?- pregunta sonriente y yo me sonrojo asintiendo con vergüenza y ella se ríe - Gracias, Hikari- me toma de ambas manos y yo me vuelvo a verla sonriente.

Luego de eso llegaron nuestros pedidos, comimos rápidamente pues la caminata de antes, nos había dejado el estómago vacío. Minutos más tarde Amane pagó y nos retiramos del lugar. Caminamos de vuelta a casa de mi abuela y nuestra charla aún continuaba.
-¿Y qué planeas comprar Hikari?- preguntó curiosa mi pareja.
-No estoy segura, pero le pediré ayuda a Yaya, ella es muy buena en estas cosas-
-Entiendo – ella sonríe y casi al instante frunce el ceño pensativa - ¿Sabes? no me gustan las fiestas formales, nunca sé que usar. Creo que le pediré ayuda a Hanazono –
-Seguramente te ayudará a elegir algo realmente lindo – Ella se vuelve a verme con ese rostro que no me inspira más que ganas de besarla.
-Entonces, nos veremos mañana-
-Si-
-Te recogeré en el centro comercial a las 8:00 pm ¿te parece bien?-
-Sí, aunque…-me quedo pensativa un par de segundos y luego continuo- seguramente iremos al departamento de Yaya, siempre vamos después de las compras-
-Entiendo, ¿entonces a las 8:00 p.m. en el departamento de Yaya?-
-Sí, ahí nos vemos – ella asintió sin decir más.
Caminamos en silencio hasta llegar a la puerta principal de la casa de mi abuela. Ella no decía nada y tampoco yo. A veces pasa así, las palabras se esfumaban y aunque teníamos mucho tiempo juntas, este hecho me hacía sentir incomoda algunas veces.
-Buenas noches, Hikari- dijo ella en un susurro rompiendo al fin, el silencio.
-Buenas noches, Amane- le sonreí y ella devolvió el gesto.

Me di la vuelta, dispuesta a entrar a casa. Estaba un tanto decepcionada, cansada de tanta frialdad. Sabía que Amane no era una chica que demostraba sus sentimientos o su amor con mucha facilidad y yo me había enamorado de ella conociendo este hecho, pero éramos pareja desde hacía un par de años y seguir así…despedirnos sin siquiera un beso, viéndonos de vez en cuando, haciendo el amor cuando ella podía. Yo la amaba, demasiado, pero esto solo me hacía sentir cada día más sola. Suspiro y giro la perilla de la puerta.

-Hikari…-dice llamándome repentinamente en susurro.

Me vuelvo a verla por encima del hombro y nuestras pupilas se encuentran. –“Esa mirada…”- No lo pienso más, lanzo mis brazos a su cuello y siento inmediatamente los suyos rodear mi cintura. Nuestros labios se unen y yo solo puedo escuchar los suaves sonidos a nuestro alrededor. Su fragancia me envuelve y ella me abraza con más fuerza, logrando así, mayor profundidad en nuestro beso.
Al cabo de unos minutos nos separamos, mis piernas tiemblan y su mirada fija no hace otra cosa que ponerme nerviosa. Sabía que estaba por decir aquellas dos palabras que me encantaba escuchar, pero mi abuela interrumpió en ese momento.


-Hikari, ¿eres tú?- se escuchó desde el interior de la casa
-Si abuela, soy yo, me estoy despidiendo-
-Apresúrate. Es muy tarde para que estés en la calle- Amane dejó salir una risita divertida.
-Lamento no poder ir contigo mañana, espero que tú y Yaya encuentren algo lindo que usar, te veré mañana en la noche, descansa - dijo mientras liberaba mi cintura de sus brazos y colocaba un beso sobre mi mejilla.
-Hasta mañana, Amane- Ella dio media vuelta y caminó rápidamente hasta desaparecer.


(Narradora: Yaya)

Eran las 3:20 p.m. y aunque pasaba de la hora acordada con mi mejor amiga, no me preocupé ni lo más mínimo. Amane suele ser demasiado formal y puntual, pero Hikari, sin duda ella es del tipo de chica que suele llegar tarde a todas partes y yo mejor que nadie sabía eso. Caminé sin prisa alguna hasta la entrada principal del centro comercial y esperé paciente a la pareja, con la que haría mal tercio durante el día. Minutos más tarde logré reconocer en la distancia a alguien. Aquél hermoso ángel corría entre la gente a toda prisa, hasta que por fin llegó a donde yo la esperaba. Me intrigó mucho darme cuenta que nadie más venía con ella.


-Ya…ya- decía entre cortada, mientras respiraba agitada – Lo…siento, llegue tarde de nuevo- me dijo con esa cara de preocupación y ese par de ojos que piden perdón por todo.
-No te preocupes Hikari, yo también acabo de llegar- le sonreí y ella pareció más tranquila.
-¿Enserio? Tú siempre eres puntual Yaya-
-Sí, pero mi cabello estaba algo rebelde en la mañana y tardé más de lo normal en arreglarme, así que no te preocupes, por cierto…-no estaba segura si debía preguntar, temía que ellas dos se hubiesen peleado y por esa razón tal vez Hikari venía sola. Sabía que si esto resultaba cierto y le preguntaba, seguramente ella se pondría triste, pero mi curiosidad esta vez fue mayor- … ¿Vienes sola?-
-Sí, Amane estaba ocupada esta tarde, por eso no pudo acompañarnos – dice bajamente y percibo tristeza en su voz - Te manda una disculpa- Sentí tanta felicidad después de oír eso y mi voz interna no paraba de agradecer al príncipe una y otra vez, por estar ocupada. Nada era mejor que pasar toda la tarde junto a mi ángel -¿Pasa algo Yaya?-
-Nada en especial- sonreí – ¡Vamos de compras!- tomé la mano de Hikari y caminamos rápidamente hasta atravesar la puerta del centro comercial.

Recorrimos el lugar cientos de veces. Entrábamos y salíamos de las tiendas, cada vez con más bolsas y artículos. Hikari parecía mucho más tranquila ahora y eso me aliviaba el alma a mí también.

-¡Woooooow! ¡Yaya mira esto!- la escuché gritar exaltada e inmediatamente fui a donde estaba- ¿Ya viste? Siempre he querido una así- me dijo la rubia con ese brillo especial en los ojos – No debí gastar todo el dinero, hubiera podido comprarla- sonrío sin pensar.
-¿Cuánto cuesta?- pregunto casi de inmediato a una de las mujeres que están en el aparador.
-Esa de allí $6,500 señorita, las del lado izquierdo son más económicas-
Tragué saliva, era muy cara pero Hikari la quería desde hacía mucho tiempo y verla feliz no tenía precio. Saqué mi billetera y empecé a contar el efectivo que me quedaba. Para mi fortuna, justo una semana antes mi padre me había dado una gran cantidad de dinero para gastarlo como yo quisiera.
-Yaya…no irás a…-
-Exactamente eso, Hikari- le sonreí y ella se quedó perpleja
-No tienes por qué hacerlo, después ahorraré y compraré una yo misma- dice preocupada usando ese tono que me encanta escuchar.
-Considéralo un regalo – ella me mira seria y yo continuo hablando – Hace un par de meses que quieres una. Sé que últimamente uno de tus pasatiempos favoritos es la fotografía, así que déjame obsequiarte tu primera cámara. Te será de ayuda -
-Yaya…-
-Disculpe, me puede dar la cámara azul de aquí, por favor- pedí amablemente a la mujer, quien recibió rápidamente el efectivo, colocó el aparato en una caja, luego en una bolsa y me la entregó junto con el cambio - Aquí tienes Hikari- dije al tiempo que le entregaba el paquete a la rubia, quien al parecer seguía incrédula. La miré atentamente y supe entonces que estaba a punto de llorar, después de todo así era mi ángel.
-¡¡Muchas gracias, Yaya-chan!! - gritó emocionada mientras lágrimas escapaban rumbo a sus mejillas. No tomó el regalo, simplemente me abrazó con fuerza y fue entonces que pasó algo que nunca imaginé - ¡¡Te quiero tanto!! - sus palabras aceleraron mi corazón a un grado que me sentí al borde de un colapso, pero lo mejor fue cuando sus labios depositaron un tierno y dulce beso en mi mejilla, ocasionando que la mujer nos mirase raro y que mi rostro estallara en un color carmín.


Hacía años que Hikari había evitado estar tan cerca de mí. Desde aquel día, cuando esa tarde soleada en nuestra habitación rebasé los límites de nuestra amistad, ella se había vuelto lejana. Seguíamos siendo amigas, durmiendo en el mismo cuarto y hablando sin parar durante horas, pero ella había decidido tomar una distancia prudente de mí y de mis manos. El corazón se me encoge solo de recordar el semblante de su rostro cuando me acercaba demasiado a ella.

-Gracias, gracias, gracias…- seguía repitiendo una y otra vez. Sin duda, nunca me arrepentiría de haber comprado esa cámara.


Pasaron las horas y nuestras compras finalizaron. Decidimos tomar un descanso y comer helado mientras charlábamos un buen rato. Afortunadamente, las pláticas que tenía con Hikari siempre eran animadas y fluidas, nunca había momentos incómodos o de silencio. Hablábamos por horas, de todo, incluso de Amane, aunque debo admitir que ése no era mi tema preferido.


-¿Y ahora qué hacemos, Yaya?- preguntó mi rubia alegre.
-No sé, ya recorrimos este lugar cientos de veces- Me quedé pensando y fue entonces que se me ocurrió algo. Sí, eso que solíamos hacer juntas después de las compras.
-Vamos a mi departamento a ver películas con palomitas o a jugar juegos de mesa como siempre hacemos-
-Vamos a tu departamento a ver películas con palomitas o a jugar juegos de mesa como siempre hacemos-

Hablamos al mismo tiempo y en un mismo tono. Nos miramos la una a la otra sorprendidas, pero casi al instante, soltamos a reír a carcajadas. Siempre nos pasaba igual, era como si pudiéramos leernos la mente o como si supiéramos lo que está por decir la otra. Definitivamente, con Hikari tenía esa clase de conexión que no existía con alguien más.


-Supongo que eso quiere decir que…-continuo riendo-…estás de acuerdo en ir a mi departamento Hikari-


Mi ángel asiente con la cabeza en afirmación mientras se limpia las incontenibles lágrimas que han escapado de sus ojos debido a la espontánea risa. Eran las 6:30 p.m. y el atardecer estaba en todo su esplendor.


(Narradora: Hikari)

Me sabía el camino de memoria. El departamento de Yaya era el lugar que solíamos frecuentar después de las compras o en vacaciones. Ya que sus padres no vivían con ella “éramos libres” de hacer lo que quisiéramos, o al menos eso decía Yaya.

Llegamos al alto y bien pintado edificio gris. El guardia de la entrada ya nos conocía, por lo que nos dio la bienvenida animadamente, para después abrirnos la puerta y Yaya me dejó pasar a mi primero. Tomamos el elevador y una vez que las puertas se cerraron, pulsé los números “3” y “2” e inmediatamente empezamos a subir. Las grandes puertas de metal se abrieron nuevamente y una vez afuera, caminamos por el pasillo hasta el fondo. El número 725 era el de Yaya.


-Bien, ¿qué prefieres hacer Hikari? – Preguntó mi mejor amiga una vez que cerró la puerta detrás suyo - ¿juegos de mesa? o ¿películas y palomitas?-
-¿Puedo escoger juegos de mesa y palomitas?- Yaya me sonrió amable como siempre y asintió con la cabeza.
-Claro que puedes Hikari –su amplia sonrisa me hace sonrojar - Iré a hacer las palomitas, mientras escoge el juego de mesa que desees, ya sabes dónde están –


Miré a Yaya entrar a la cocina, así que yo fui hasta la sala, llegué al armario que está bajo la televisión y miré con atención la gran cantidad de juegos en su interior. No sabía que cual escoger, todos me gustaban. Fue entonces que vi aquél que teníamos mucho tiempo, tal vez años sin jugar. No lo pensé más, tome el largo rectángulo de cartón y cerré la puerta del armario otra vez.


Miré alrededor de la habitación mientras me sentaba sobre la alfombra de la sala. Este lugar siempre estaba vacío, Yaya vivía sin siquiera una mascota –“¿no se sentirá sola?”- me preguntó mi voz interna. Aunque sé que para algunas personas esto debe sonar fascinante, para mí sonaba demasiado triste –“Seguramente si”-


-Entonces… ¿cuál jugaremos Hikari?- preguntó la castaña, quien reaparecía con un enorme tazón de palomitas en manos.
-Este -respondí mientras señalaba la caja de alegres colores. Ella frunció el ceño sorprendida.
-¿Twistter? Hace mucho tiempo que no juego eso. Seguramente perderé - Yaya solía ser así, aunque no siempre estaba de acuerdo con mis decisiones, nunca decía “no”- Además ese es más bien un juego de suelo, no de mesa-
-Yo solo lo jugué una vez, tal vez pierda antes que tú. Vamos Yaya - dije tratando de animarla un poco, ya que realmente tenía muchas ganas de jugar con ella.
-De acuerdo, vamos a ello - dijo sin siquiera resistirse un poco más. Hizo a un lado el enorme tazón con palomitas y enseguida me ayudo a extender el largo tapete con círculos de colores.


El juego comenzó, todo iba bien al principio hasta que mis piernas y brazos comenzaron a enredarse con los de Yaya y cada vez era más difícil movernos. En un abrir y cerrar de ojos, quedé en cunclillas y con los brazos delante de mis piernas, en posición de rana y Yaya estaba sobre mí. Sus manos estaban a lado de las mías y sus pies estaban un poco más atrás de mi espalda, parecía una casa alrededor mío. Por otro lado, su largo cabello castaño cubría casi todo mi campo visual y sentía el rose de sus pechos contra mi espalda y cuello, también podía sentir su respiración sobre mi nuca, era una situación vergonzosa, me arrepentí de haber elegido este juego.


Con mucho trabajo giré la manecilla del tablero y todo se tornó peor, ahora estábamos de frente. Me tuve que dar vuelta para poder alcanzar el círculo de color verde con mi pie izquierdo ya que de espaldas no podía tocarlo. Mi pierna derecha estaba entre las de ella, estábamos más bien en posición de arco. Nuestros rostros estaban muy cerca y aunque éramos amigas esta situación me puso algo nerviosa. Ahora mi pecho rosaba con el suyo mientras que su aroma a jazmín empezó a inundar poco a poco mis sentidos, esa fragancia tan característica de Yaya. Nunca me había dado cuenta, pero ¡olía tan bien!


-Hi…kari- me llamó entre cortada, pues llevaba rato en esa posición y al parecer comenzaba a agotarse- ¿Alcanzas la manecilla?- preguntó. Rápidamente moví una de mis manos pero no pude tocarla - Lo intentaré yo - sosteniéndose con una mano, Yaya intentó alcanzar el tablero y girar la manecilla, pero su cuerpo tembló provocando así que cayera sobre mí.


(Narradora: Yaya)

Me prometí a mí misma no aprovechar la situación, sabía que este juego era peligroso y que seguramente atentaría contra mis deseos y así fue. Tener su rostro frente al mío, sentir el leve rose de nuestros vientres y pechos alteraba mi corazón. Aprovechar la oportunidad y caer sobre ella con el pretexto de “intentar alcanzar el tablero para girar la manecilla” fue lo mejor que se me ocurrió.


Estaba sobre Hikari, llevábamos un par de minutos así. Ella no se movió, no dijo nada, estábamos más cerca que antes, podía sentir su respiración irregular pero al mismo tiempo su cuerpo estaba paralizado. Mi voz interna gritaba y repetía una vez tras otra, dedicando: “Hazlo” pero no estaba segura. Mi cuerpo me pedía más contacto, más calor, por lo que sin pensarlo mucho me acerqué a ella y la vi sonrojarse, fue entonces que… ¿la abracé? ¡Sí! ¡La abracé! Increíblemente había logrado controlar mis tentaciones y deseos. Después de todo, no planeaba arruinar nuevamente nuestra amistad. Sin embargo ¿qué debería hacer ahora? Ella está paralizada, yo estoy sobre ella ¿cómo romper la tensión de este momento? Sin muchas ideas, decidí aprovechar el abrazo y la cercanía de nuestros cuerpos. Me acerque más a su rostro y susurré bajamente a su oído:


-Caíste al suelo antes que yo, considérame ganadora - Me levanté con rapidez al tiempo que corría hasta mi habitación. Me lancé sobre la cama y sentía el corazón acelerado –“¡Logre sacarnos a ambas de aquel incomodo momento!”- pensé. Segundos después escuché sus pasos.
-¡Oye! Eso no fue justo, estabas encima de mí, era obvio que tocaría el suelo primero - me dijo intentando hacer un puchero. Se sentó en la orilla de la cama y yo la miré atenta. Note que aún conservaba parte del rubor de antes.
-Las reglas dicen que: pierde primero la persona que caiga al suelo. Y esa fuiste tú Hikari-
-¡No es justo!-
-¡Perdedora! – dije bromeando mientras le sacaba la lengua y ella se sonrojó.
-¡Basta Yaya!- reí a carcajadas y ella permaneció en silencio, observándome. Luego sonrió divertida y sentí toda la tensión de hacía unos minutos desaparecer por completo.
- ¿Qué hacemos ahora?- pregunté mientras la veía colocarse al otro lado de la cama.
-Veamos televisión ¿Si? Estoy cansada – sugirió mi ángel dorado y como siempre, no podía negarme.
-De acuerdo - sonreí mientras tomaba el control para prender el aparato.


Cuando desperté, mis oídos inmediatamente se percataron de los sonidos que me rodeaban. Uno era el sonido del televisor que se encontraba en un programa de concursos de belleza y el otro hermoso sonido era nada más y nada menos que la respiración de Hikari, quien se encontraba acurrucada entre mis pechos mientras ese característico rubor en sus mejillas le adornaba el rostro.


Mi corazón se aceleró, siempre que la tenía tan cerca me era inevitable no estar nerviosa. Ansiaba tocarla, abrazarla, besarla, aspirar su aroma, probar de sus encantos y dejarme arrullar por su angelical voz, aunque fuese una vez. La miré a detalle, analizando cada línea de su rostro, cada perfección plasmada en este rostro que tanto amo desde el primer día. Desearía despertar y encontrarla por siempre así, a mi lado, entre mis brazos.


Un golpeteo repentino en la puerta principal me sacó del sueño mental que estaba viviendo. Miré la hora. No pude evitar sentir un ligero malestar, seguramente era Amane. Cuidadosamente y tratando de no mover mucho la cama, salí de la habitación y me encaminé rumbo a la puerta. Al abrir, me topé con el príncipe, aquel que había cautivado el corazón de mi ángel.


-Hola Yaya- saludo la chica de cabellos cortos, siempre era tan seria.
-Amane – dije devolviendo la formalidad - Adelante, eres bienvenida- Ella entró a paso lento y con mucha discreción busco a mi hermosa rubia por toda la habitación.
-Hikari está en la recámara…-le dije-…al parecer la larga caminata por el centro comercial la hizo caer rendida-
-Me imagino - dijo y una sonrisa sincera se coló al final de sus palabras.
-Por aquí- Me encaminé a la habitación a paso lento, mientras el ex príncipe de Spica me seguía silenciosamente- Aquí la tienes- señalé en dirección a la cama y ahí estaba ella, totalmente dormida y tendida sobre el colchón. Sonreí al notar que había sustituido mi cuerpo por una de las almohadas.
-Debe estar exhausta - Amane se acercó a mi ángel y con mucho cuidado la tomó entre sus brazos. Noté que Hikari entre abrió los ojos e inmediatamente dejó escapar una sonrisa tonta y aferrándose a su cuello, se quedó nuevamente dormida.
Miré en otra dirección, odiaba ver estas escenas. Desde que habíamos salido de Spica me era muy difícil toparme con este tipo de incómodas, pero sobretodo dolorosas situaciones, por lo que estaba algo desacostumbrada ahora. Aunque yo deseaba a Hikari más que a nada en el mundo, no podía odiar a Amane, pues ella era la felicidad de mi ángel dorado.
-Sus zapatos se quedaron en la sala- dije con el pretexto de salir de la habitación y evitar lastimar más a mí ya destrozado y adolorido corazón. Tomé las zapatillas de Hikari junto con su bolso de mano y se los entregué al príncipe, quien ya me esperaba en la puerta principal – Aquí tienes Amane -
-Muchas gracias Yaya - dijo mientras tomaba ambas cosas y re acomodaba a Hikari entre sus brazos - Por cierto, mañana es la fiesta se Hanazono ¿verdad?- Yo asentí con la cabeza y al ver la cara que puso, presentí que iba a darme malas noticias
-¿Pasa algo?-
-Lo que pasa es que…bueno…yo, Hikari se pondrá triste por esto – Nunca la había visto tan nerviosa y dudosa, justo como ahora mismo - …me temo que no podré asistir - No sabía si alegrarme por mí o entristecerme al imaginar la desilusión que Hikari se llevaría al enterarse.
-¿Y por qué el cambio tan repentino de decisión?-
-Hoy tuve una charla con mis compañeras y al parecer tenemos que llegar desde mañana en la tarde para practicar, además el viaje es largo - Pude sentir su preocupación y tristeza al no poder acompañar a Hikari, sin embargo una inmensa alegría comenzaba a invadirme de pies a cabeza.
-¿Se lo dirás?-
-Por supuesto, planeaba hablarlo con ella esta noche pero está cansada – le frunzo el ceño y ella inmediatamente habla – Mañana a primera hora le explicare todo -
-Espero que sea así – ella asiente e inmediatamente me mira con ese rostro serio.
-Yaya-chan, el motivo por el cual te digo a ti también es porque quiero pedirte un favor- -“Vaya, el príncipe que una vez perteneció a Spica pidiéndome un favor”-pienso irónica.
-¿De qué se trata?-
-Seguramente Hikari se pondrá muy triste, incluso puede que se enoje conmigo…-la miro y percibo mucha tristeza en su voz, incluso siento lastima por ella - …por eso, quisiera que la cuidaras durante la fiesta mientras no estoy- “¡Ja! Eso no es algo que tengas que pedir, la he cuidado desde el principio y planeo seguir haciéndolo siempre” –
-No quiero ni imaginar la cara que pondrá cuando se lo digas – miro el rostro angelical de la rubia y elevo una de mis manos para acariciar su mejilla.
-Hikari es muy débil con las bebidas y conociendo a Hanazono, seguramente dará bastantes – elevo los ojos hasta la chica de pelo corto y ella me mira severa, habla enserio - No quiero que Hikari beba de más y cometa alguna locura Yaya. Seguro lo sabes, después de todo eres su mejor amiga, pero ella se pone muy triste porque pasamos poco tiempo juntas debido a las competencias-
-Si, a veces hablamos de ello – Amane agacha el rostro con cierta tristeza y continúa hablando, ahora más bajo.
-Quería acompañarla esta vez, pero me temo que en esta ocasión tampoco se podrá ¿podrías hacerme ese favor e ir tú en mi lugar? Como su mejor amiga, como su acompañante –
-Claro que si – ella asiente y dibuja una media sonrisa al parecer mucho más tranquila.
-Gracias Yaya, no esperaba menos de ti – trato de sonreírle pero sencillamente no me sale – Sé que si dejo a Hikari en tus manos, todo estará bien – yo asiento con la cabeza y recuerdo que Amane jamás se enteró de lo sucedido aquella tarde en Spica.
-Entonces nos vamos…- ella da media vuelta pero la detengo colocando una mano sobre su hombro.
-Una cosa más Amane…-ella me mira por encima del hombro, interrogante – Hikari merece más que un fin de semana contigo. No es justo para ella que siempre la estés cambiando por las competencias – el ex príncipe de Spica parece sorprendido por mis palabras y yo continuo hablando – ella realmente te ama, pero si sigues teniendo otras cosas como prioridad por encima de ella, tarde o temprano podría cansarse o sentirse sola –
-Entiendo, también lo he pensado Yaya –
-Entonces haz algo al respecto – le lanzo una mirada asesina y recibo a cambio a una sonrojada y al parecer, apenada Amane.
-Lo lamento, lo solucionare pronto –
No digo nada más, asiento con la cabeza mientras me cruzo de brazos ¿Qué más podría hacer? Amane no abandonaría la competencia tan fácil y menos ahora que ha entrado a las finales y por otro lado, Hikari tampoco permitiría que su príncipe faltase a dicha competencia por una simple fiesta, aunque muy en el fondo yo sé, que el hecho de que Amane la acompañe significa mucho para ella.
-Te lo agradezco mucho Yaya, espero vernos pronto. Saludos y felicitaciones a Hanazono-
-Descuida, yo le doy tu mensaje. Suerte en la competencia y nos vemos en un par de días - Ella sonríe amable, como suele hacer con todas las chicas que la idolatran. Giro la perilla de la puerta y la peliazul desaparece poco a poco con mi ángel en sus brazos.


Continuará...

Notas finales:

espero que haya sido de su agrado! es la primera vez que escribo un fic sobre ellas, entonces espero recibir sus criticas, opiniones y claro que tambien muchos comentarios positivos, ya que de ellos dependera si vale la pena subir la continuacion! Gracias por leerme! Un beso :)


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