Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caperucita y el lobo feroz por Etsuko Kagayaku

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Quisiera disculparme por no actualizar mis otros fics, pero con mi familia nos fuimos de vacaciones a Mar del Plata, y bueno, no he tenido tiempo ya saben como es ir a la playa, joda loca todo el día xD. Va a haber cambios en las fechas de actualización.

 

Amor incomprendido; se actualizara todos los lunes.

 

Monócromo amor; todos los domingos, como siempre.

Notas del capitulo:

Espero les guste esta extraña pareja.

Sus parpados pesaban horriblemente, sentía un cansancio realmente abrumador. La noche anterior se había desvelado leyendo uno de los libros de Edgar Allan Poe, como siempre, al tratar de dormir, las pesadillas lo azotaron de manera irremediable. Debió inventar una excusa muy buena para que su mayordomo no se diera cuenta al verlo con unas ojeras enormes. Ahora se encontraba en su estudio, había terminado de leer y firmar papeles, no tenía nada más que hacer, y no quería dormirse o seguramente tendría pesadillas o su mayordomo lo encontraría y se enojaría con él por no haber dormido como era adecuadamente.

Agarró la taza de café que había sobre su escritorio, el no acostumbraba a tomar eso, pero contra su voluntad tuvo que pedírselo a su mayordomo. Tomo un poco, esperando que ese líquido con cafeína hiciera efecto en su sistema, logrando así, despabilarlo un poco.

De un momento a otro, sintió en la habitación un calor abrumador, una brisa sofocante. Miro hacia la ventana y contemplo el paisaje que esta le regalaba, se mostraba el jardín trasero de la mansión, y más atrás de este, un bosque. Muchas veces sintió curiosidad por meterse al bosque y explorarlo el mismo, pero nunca tuvo ni tenía tiempo para hacerlo, aparte, de que se sentiría realmente avergonzado ante Sebastian, ya que este, seguramente alegaría que solo no puede hacer nada.

Volvió su vista al escritorio, tratando de seguir leyendo, mas su cabeza se giraba contra su voluntad, viendo nuevamente la ventana, donde se encontraba el bosque. Entonces vio algo raro, algo que lo descolocó. Entre los árboles pudo divisar una figura totalmente vestida de negro, mas no vio más ya que esta se adentró más entre los frondosos árboles.

Vio a Sebastian a través de la ventana, arreglando un rosal, mas este paro, al mismo tiempo que él se sobresaltaba al oír una explosión, proveniente seguramente de la cocina. Vio como el mayordomo suspiraba con cansancio mientras se llevaba una mano a la frente. Estuvo tentado a largar una pequeña risa al ver a su mayordomo exasperado por las estupideces que cometían el trío de idiotas. Entonces una vos en su cabeza hablo.

-‘Es tu oportunidad Ciel, sal de la mansión sin que Sebastian se entere’.

-Pero se va a dar cuenta que falto.-le contesto Ciel a su propia vos, llamada consciencia.

-‘Él no se dará cuenta, está ocupado con Bard, mientras salgas con sigilo no habrá problema’.

Ciel vaciló unos momentos, pero apurado y en puntas de pie, salió de su estudio. Pero sus zapatos con la punta de metal, hacían sonido en el suelo, por lo tanto, se los quito, caminando descalzo.

A veces agradecía a su consciencia, cuando hacía aparición sin que la llamaran y lo llenaba de valor para hacer ese tipo de cosas.

Bajo las escaleras, agarrándose con una mano del barandal, y con la otra agarrando sus pequeños zapatos azules, se preguntaba como haría después para atarse los cordones.

Vio con un deje de diversión, como Sebastian se encontraba dentro de la cocina, gritándole a Bard con enojo por quemar esta, por quinta vez en la semana. A veces pensaba que las ganancias procedentes de su compañía solo iban para los gastos de arreglos de cocina que hacia diariamente.

Aprovecho el momento de distracción del mayordomo, para correr descalzo hacia la puerta de la mansión. Y Vio con horror, que esta estaba cerrada con llave, claro, al ser un día medio nublado, podían llegar a hacer aparición las ‘ratas’, dispuesta a atacar su mansión. Los gritos se detuvieron, y volvió su vista a la puerta de la cocina, donde vio a Sebastian a punto de salir, hasta que se oyó otro sonido, procedente del cuarto de lavandería, de donde veía salir irremediable espuma sin control, el mayordomo giró su cabeza sin percatarse de su presencia y a grandes zancadas fue hacia ese cuarto, donde seguramente, Meirin había puesto al menos la mitad de jabón en polvo en la lavandería.

Esta vez sin reprimirse, soltó una pequeña risa, a veces el desempeño espantoso de sus sirvientes podía ser de mucha ayuda.

Pensó por donde podía salir, y entonces recordó la puerta trasera, que daba al jardín trasero justamente. Corrió esta vez, por otro pasillo y vislumbro la puerta que llevaba a su libertad. La abrió sin más, logrando ver todas las rosas y arbustos que Sebastian plantaba y arreglaba cada vez que Finny destruía todo.

Trató de ponerse sus zapatos y atar sus cordones, pero estos se reusaban.

-‘Sebastian tiene razón, eres un inútil’.-hablo su consciencia.

-Cállate.-le respondió enojado.

De pronto sintió como alguien lamía su cara, giró su cabeza y vio a Pluto, en su forma canina. Entonces como si fuera el mayor descubrimiento, dijo o mejor, gritó, su nombre.

-Pluto.-dijo ‘feliz’.

Este solo en reconocimiento, volvió a lamer su mejilla, provocando una mueca de asco y molestia en el niño.

Había una sola solución, el bosque estaba a muchos metros del jardín de la mansión, por lo que, si él iba caminando, su mayordomo se daría cuenta a tiempo y lo descubriría. Y todo lo que paso para salir de la mansión, habría sido en vano. En cambio, sí él iba cabalgando, saldría rápido, pero el establo también se encontraba lejos, así que, era hora de montar a un perro demonio.

-Escúchame con atención Pluto.-dijo Ciel agarrando la cara del can entre sus manos, este lo miró impaciente.- Si eres bueno, y me llevas cuidadosamente al bosque, dejaré que en la noche duermas dentro de la mansión.-finalizó con una pequeña sonrisa.

Los ojos del can se pusieron como estrellas ante la proposición que su amo le hacía. Eh inmediatamente, asintió repetidamente con la cabeza. Ciel sonrió y de manera cuidadosa, se paró en una cornisa de una ventana, para después sentarse sobre el gran lomo del animal, se agarró fuertemente del collar que traía puesto el animal en su cuello y este, comenzó a correr a toda velocidad, pero con cuidado hacia el bosque, tal y como su amo le había dicho.

Ciel se impresionó ante la perfección con la que el perro le había entendido y acataba su orden, tal vez no era tan malo tener a Pluto en la casa.

Sentía el viento recorrer su cara, y después de un largo tiempo, logro sentir en su ser, algo que no sentía hace mucho, libertad, libertad de hacer lo que quería del modo en que quería. Ya que como noble, era difícil mantener hobbies por sus ocupaciones laborales. Sin poder evitarlo, una gran sonrisa se hizo en su rostro, se sentía de una manera salvaje.

Logro vislumbrar el bosque, y entonces miró hacia atrás, logró ver como su mayordomo salía al patio trasero, por un momento su sonrisa se esfumo, pensando que lo vería. Pero el perro demonio se metió rápidamente dentro del bosque, perdiéndose entre los frondosos árboles de este. Sonrió nuevamente.

Cada vez se metía más dentro del bosque, sentía como los árboles y arbustos le daban la bienvenida, mostrándose en todo su esplendor, en un color verde, amarillo, marrón y colorado. Ya que estaban en otoño.

Estaba dispuesto a recorrer el bosque entero sobre el perro demonio, pero sucedió algo que no esperaba, de pronto Pluto se puso totalmente descontrolado, comenzando a dar trompicones asustados y lanzo al niño por los aires, Ciel asustado y haciendo alarde de unas habilidades que no sabía que poseía, se colgó de una rama, para después caer en cuatro patas como un gato, sobre el suelo, escuchando el sonido que hacían el crujir de las hojas ante el contraste de sus pies desnudos.

Trató por todos los medios calmar a Pluto, hasta acarició su cabeza, buscando tranquilizarlo, pero este no se tranquilizaba ni un poco, y salió corriendo por donde vino, Ciel se sorprendió ante esto, si había un momento para entrar en pánico, era este. Se encontraba dentro de un gran bosque, demasiado lejos de su mansión, sin alguien que lo protegiera, antes tenía al perro, pero este como cobarde había huido, no dándole tiempo para cabalgarlo hacia la mansión.

Prácticamente no estaba en peligro, ya que si llamaba a su mayordomo, este aparecería en un parpadeo enfrente suyo, pero que haría el pelinegro al verlo sin zapatos, ya que estos los había perdido mientras cabalgaba al perro, con la ropa hecha girones. Se burlaría como si no hubiera un mañana, y eso sería algo demasiado vergonzoso para él, aunque en algún momento debería llamarlo para que lo lleve a la mansión, ya que en parte, no sabía dónde rayos se encontraba.

Vio sus ropas nuevamente, por primera vez en su vida, llevaba puesto unos shorts, ya que aunque él no usaba esa ropa, ese día a pesar de ser nublado, estaba demasiado pesado respecto al calor, así que decidió ponerse ese tipo de ropa, que el calificaba anteriormente como indecente. Miró su saco, este estaba destrozado, con cansancio se lo saco tirándolo por ahí, total ya ni servía. Tenía puesta una camisa negra, ésta ahora sobresalía por sobre su pantaloncillos y los tres primeros botones de esta estaban salidos, mostrando la mitad de su torso.

Con cansancio comenzó a caminar por el bosque, si iba a perderse, al menor lo haría con orgullo, y lo disfrutaría.

Camino y caminó, disfrutando extrañamente de sus pies descalzos sobre las hojas otoñales. Todo el paisaje era realmente un deleite.

En un momento comenzó a pensar nuevamente en Pluto, él porque el perro se había asustado de esa manera, entonces paró en seco. Sintió unos ruidos entre unos arbustos, si, estaba asustado, tal vez, era un oso, o un tigre, o un leopardo oh…

-¿Una víbora?-se dijo a si mismo sorprendido, al ver una víbora saliendo de los arbustos, esta se acercaba hacia él, en un paso sigiloso, sacando su larga lengua.

No tenía ni idea que lo impulsó a hacerlo, ni tampoco como tomo el valor de hacerlo, pero se acercó a esta y vio como la víbora se levantaba levemente. Curioso recordó algo que había leído hace un tiempo, en un libro de reptiles, y recordó una fotografía. La víbora que tenía en frente, no era ni siquiera venenosa. Alzo su mano y toco su piel, bastante escamosa, sintió un poco de asco pero a la vez más curiosidad, al tocar esa extraña textura, entonces la tomo entre sus manos. La víbora por suerte no había sentido peligro, por lo tanto no lo mordió ni una sola vez. Esta se escurrió de sus manos y comenzó a recorrer agilmente el cuerpo del chico, hasta parar por detrás se cuello y acomodarse ahí. Ciel sintió como la víbora se ponía cómoda y no solo eso, esta paso se pequeña y larga lengua por su mejilla, como si fuera un perro. Sonrió extrañamente ante esto, nunca pensó que una víbora podía ser tan buena compañía. Suspirando con pesar, pero ahora con una compañera, decidió seguir caminando.

Iba descalzo, caminando de manera tranquila, mirando todo a su alrededor, hace mucho tiempo que no respiraba semejante aire de paz y tranquilidad. Entonces sintió otra vez un ruido, pero este era más fuerte, y esta vez dudaba que fuera una víbora como la que tenía en su cuello, la cual lo sorprendió, poniéndose en una pose de ataque, en plan de protegerlo de lo que fuera. La pequeña víbora tenía más valentía que un perro demonio.

Se giró no viendo nada, hasta que percibió un movimiento entre los árboles, más que harto, decidió hablar.

-Muéstrate.-dijo altivo, sabiendo que seguramente, no era un animal, sino una persona.

-Jijiji.

El conde se sorprendió al escuchar esa risa, se le hacía demasiado conocida, más la persona todavía no se mostraba. Espero unos segundos, hasta que vio como alguien se acercaba a él. Entonces lo vio, vio a esa extraña persona que lo ayudaba debes en cuando en los casos que la reina le encomendaba.

-Undertaker.-susurro sorprendido.

-Hola Conde, tiempo sin verlo.-le respondió el albino con una sonrisa.

-¿Qué haces por aquí?

-Solo estuve tentado a tomar un paseo, y por lo que veo usted también. Aunque me sorprende verlo en ese aspecto tan…rebelde.-finalizó el extraño sujeto.

Era la pura verdad, Undertaker se había llevado una sorpresa bastante grande al ver a Ciel en un estado rebelde como ese, ya que lo vio montando a Pluto y también vio como Ciel de manera habilidosa fue a parar al suelo. Ni hablar de la ropa que llevaba puesta, un verdadero deleite ante sus ojos y la víbora que llevaba en su cuello solo ayudaba a que esa imagen se enriqueciera.

-Me pregunto qué hará usted, un pequeño conde, solo en este gran bosque sin su mayordomo…realmente pensé que era un pequeño inútil, pero ahora veo que no.-le dijo de manera burlona.

Ciel se enojó ante lo dicho por el shinigami, estuvo tentado a darle una bofetada, pero no sería digno pegarle a alguien que no es su sirviente, no tenía el derecho. Aparte, su mano solo estaba reservada para la mejilla de su mayordomo cuando este lo molestaba.

-¡Cállate!-gritó enojado.

Esto solo provocó que el shinigami comenzara a reír escandalosamente. Solo lo irritaba más y más, al demonio si no era su sirviente, lo golpearía, y muy fuerte, pero entonces el shinigami paró de reír.

-Conde, ¿Sabe que es muy peligroso andar por el bosque solo?-pregunto con una sonrisa.-¿Acaso no conoce el cuento de caperucita y el lobo?

-¿Caperucita y el lobo?-preguntó Ciel extrañado.

-Una linda niña va al bosque, a visitar a su abuela enferma, pero entonces se encuentra con el lobo feroz y este se la come.-le dijo con una sonrisa.

-Aquí no hay ninguna niña.-le susurro Ciel.

-Pero si un lobo.-le respondió el shinigami.

En ese momento, Undertaker suspiró, mientras agarraba sus cabellos y los llevaba hacia atrás, mostrando por primera vez su rostro ante el pequeño conde.

Ciel se sorprendió al ver el rostro del shinigami, muchas veces estuvo tentado a verlo, ya que este siempre llevaba el flequillo, ocultándose a sí mismo. Era increíble, la belleza de ese shinigami, podía competir tranquilamente con la de su mayordomo. Este tenía los ojos verdes amarillentos, una cicatriz que atravesaba su rostro, que lo hacía ver de alguna manera mucho más atractiva y misteriosa. Y una sonrisa, que le recordaba al gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas, tan loca y sensual que lo empujaba a adentrarse en ella. Sus pómulos ardieron violentamente, sin poder contenerse. De pronto el viento del bosque cambió de fresco a pesado, a pesar de estar nublado el calor abrumaba, el oxígeno faltaba a pesar de estar rodeado de árboles.

Desvió la mirada, tratando de ocultar sus emociones, tomo fuerzas para que su voz saliera de manera ronca y áspera.

-Fue un placer verte Undertaker, pero yo voy a volver a mi mansión, hasta luego.-finalizó caminando en dirección contraria a la del shinigami.

Cuando estaba a punto de irse, sintió como alguien lo apresaba y lo tiraba fuertemente contra un árbol. Emitió un jadeo de dolor ante ese repentino golpe y miró al ser que tenía delante.

-Joven conde.-susurró el shinigami con una vos ronca y sensual que erizó los cabellos del niño.

-Suéltame Undertaker.-le dijo entrecerrando los ojos.

-Lo siento, pero eso no podrá ser por ahora, ¿Recuerda la última vez que vino a pedirme información para un caso?

-¿Que hay con eso?

-Usted estaba demasiado apurado, por lo tanto tuve que darle la información y usted me dijo que luego me pagaría.-le dijo con una sonrisa.

-Si crees que ahora, en este preciso instante, te contare un chiste, estás loco.-le replicó enojado.

Undertaker solo rió divertido.

-Si estoy loco, pero esta vez quisiera una compensación diferente por mis servicios.

Ciel jadeo y se sorprendió a si mismo por sus actos.

-¿Qué quieres?-pregunto tratando de parecer desinteresado.

-Algo muy simple…un beso.

Ciel abrió los ojos sorprendido, no podía creer lo que aquel shinigami le decía, trato de zafarse de sus brazos, pero este lo levanto y por inercia puso sus piernas alrededor de la cintura del peliblanco. La víbora que Ciel llevaba en el cuello, se escabullo por el árbol dejando al niño solo en la compañía del shinigami.

-No te besare.-le dijo enojado Ciel.

-Al menor en la mejilla, le aseguro que con eso es suficiente.

Ciel solo lo miró dudoso, para después, tomar con sus manos, el mentón del hombre y acercar sus labios a su mejilla, la beso, lenta y dulcemente, un casto y pequeño ósculo que derritió la piel de ambos.

Se separó a penas de su mejilla y Undertaker fue girando su rostro lentamente hacia el conde.

-Por favor.-susurro el shinigami mientras sus narices se tocaban y sus respiraciones se mezclaban.

Ciel cerró los ojos, y sin más, procedió a besar sus labios.

Ambos hacían movimientos lentos y rítmicos, buscando encajar sus labios de manera perfecta en los ajenos, buscando ese calor sobre protector y afable que los hiciera sentir relativamente bien.

El beso aumentaba su intensidad, y el sepulturero con su lengua delineo los labios del niño, pidiendo permiso para entrar, este dudoso, vaciló unos segundos, para después sin importarle más, entreabrir sus labios, y dar paso a esa lengua dulce y cálida que lo llenaba de regocijo.

Las manos del niño, pasaron del pecho del shinigami a su cuello, acariciando con una mano este, y enterrando su otra mano en los cabellos blanquecinos.

Undertaker se pegó más a él. Haciéndole sentir a Ciel el calor de su cuerpo, sintiendo el calor de ambos, y disfrutándolo.

El beso se tornó desesperado, sus respiraciones se agitaban, necesitaban respirar pero es algo que no querían, querían morir asfixiados en los labios del otro si eso era posible.

Muy a su pesar, se separaron. Se vieron a los ojos, encontrando en estos, la misma mirada de desesperación por sentir más.

-Debo irme, Sebastian no tardará en encontrarme.-finalizó bajando de sobre el shinigami.

Undertaker apoyó una de sus manos en el tronco del árbol, sintiéndose extrañamente vacío al ver al niño partir, pero no lo permitiría.

-¡No!-grito desesperado.

Agarro a Ciel de nuevo entre sus brazos y nuevamente lo apresó contra el árbol.

-Un-Undertaker, por favor, debo irme, no hagas esto más difícil.

Ciertamente era difícil para él tener que irse, ya que no quería. Y el shinigami lo provocaba nuevamente poniéndolo contra el árbol, los hilos de su cordura se estaban cortando uno por uno.

-No quiero que se vaya.- le susurro el shinigami.

-Déjame ir por favor, sino yo…

-Soy un lobo feroz, y estoy muy hambriento.-declaró el shinigami mientras lo besaba nuevamente.

Ya era suficiente, un ruido hizo su mente, el ruido del último hilo desprendiéndose y la voz infaltable de su consciencia.

-‘Es suficiente Ciel, lo intentaste, hiciste todo lo que pudiste, ahora disfruta, déjate comer por el lobo feroz’- finalizó su consciencia mientras se mostraba ante el verdadero Ciel y mostraba su maleta, demostrándole que se iba de su cabeza para dejarlo disfrutar libremente.

Cerró sus ojos y comenzó a succionar la punta de la lengua del shinigami, haciendo gemir de puro placer al hombre. Quien impresionado se separó del menor para mirarlo con la boca entreabierta y la respiración agitada.

Se miraron a los ojos, sabiendo que querían más, querían más de ese delicioso placer. Simplemente ambos se encontraban en éxtasis, y el ambiente fresco y delicado que se sentía no los ayudaba en nada.

Undertaker estuvo dispuesto a besar el cuello del chico, pero este empujo su cabeza.

-No, soy muy sensible en el cuello.-le dijo Ciel con la respiración entrecortada.

Undertaker solo rió de manera pícara para después pasar su nariz por el cuello del chico, aspirando su peculiar y delicioso aroma. Para luego dar paso a una lengua intrépida. Oyó al niño suspirar pesadamente, pero no era eso lo que quería lograr. Mordió un poco de piel y comenzó a succionarla.

-¡Ah!

Escuchó al niño gemir, ese gemido se había oído tan bien, que solo eso quería escuchar.

Ambos apurados comenzaron a sacarse la ropa, sin pudor alguno quedando ambos desnudos en el medio del bosque. Ciel se sorprendió al ver el cuerpo del shinigami. A pesar de llevar siempre una túnica negra, tenía un cuerpo envidiable, sus pectorales se marcaban al igual que sus abdominales. Paso sus manos por su pecho, sintiendo la textura dura pero suave, suspirando al tener semejante cuerpo contra el suyo.

El shinigami jadeo en el oído del niño, sentir esas pequeñas manos recorriendo su pecho le hacían sentir un gran placer.

Se restregó contra el niño, rozando sus miembros, friccionándose, dándose placer mutuamente.

Ambos gimieron mientras movían sus caderas entre sí, cada vez más rápido, más fuerte, más cerca el uno del otro.

-Undertaker, si sigues moviéndote así, me correré.-suspiró el niño.

Undertaker solo gimió al oír la vos ronca que tenía el niño a causa de la excitación. Bajo su boca, y apreso entre sus dientes uno de los botones rosas del niño.

-Ngh.-gimió el niño.

El shinigami lo mordió más fuerte, moviendo aún más sus caderas. Sus miembros estaban empapados en líquido pre-seminal.

Undertaker paró para después con uno de sus dedos, tantear la entrada del niño. Y sin reparo alguno meterlo, lubricado por los fluidos que el niño emanaba.

Ciel se movió molesto ante ese intruso, mas estaba tan excitado, que sentía placer hasta en el dolor.

-Otro.-Jadeo Ciel en el oído del shinigami.

Undertaker gruño al oír como Ciel pedía que metiera otro dedo en su interior, no haciéndose rogar, metió otro, viendo como Ciel emitía una mueca de dolor y satisfacción.

Ciel se movía sobre esos dedos, sintiendo que llegaban a lo más profundo de su interior, gimiendo ante esa sensación tan placentera.

Undertaker viendo como el niño disfrutaba, metió el tercer y último dedo, sintiendo como se dilataba su entrada.

Ciel en un ataque pasional al sentir tanto placer, mordió el cuello del shinigami, una y otra vez, succionando su piel blanquecina, dejando marcas moradas.

-Ah, Co-conde.-gimió el shinigami complacido.

-Ciel, solo Ciel.-jadeo el niño en su oreja.

El shinigami volvió a gruñir y sacó sus dedos, recibiendo un suspiro de molestia, luego llevo su miembro a la entrada ahora dilatada de Ciel, y comenzó a fingir embestidas fuertes, sin siquiera meterlo.

-Ah, si así.-gimió Ciel, mientras sus manos se agarraban fuertemente de los hombros anchos del shinigami.

-Ngh, Ciel.-gimió en el oído del niño el shinigami.

Ciel no lo soportó, su nombre dicho de manera sensual de la boca del shinigami, era todo lo que necesitaba para sucumbir.

Con fuerza que no sabía que poseía, tiro al hombre al suelo. Y caminó desnudo hacia él, viendo como este se relamía los labios. Puso cada pierna alrededor de la cintura de este, y de un salto, se sentó en la virilidad del peliblanco, de una sola vez.

-¡Ah!...que grande.-gimió Ciel complacido.

-Es Ahh, eres deliciosamente estrecho Ciel.-gimió el shinigami.

Sin esperar más, Ciel comenzó a saltar repetidamente sobre el miembro del mayor, aumentando cada vez más la velocidad, sintiendo ese gran miembro desgarrándolo de manera deliciosa.

Undertaker comenzó a mover sus caderas al ritmo de Ciel, sintiendo esa entrada apretando su miembro cada vez más, bañándolo en fluidos que ayudaban a que su miembro resbalara dentro de la entrada del niño.

Sus movimientos aumentaron, ahora Ciel subía y bajaba con ferocidad, al mismo tiempo que ambos gemían de placer absoluto.

Undertaker se levantó rápidamente y puso al niño contra un árbol, este con sus manos se agarró del árbol, y Undertaker comenzó embestirlo por detrás rápido.

-Un-Undertaker, más.-gimió Ciel.

-¿Quiere más duro?-preguntó en un gemido el shinigami.

-Si Ah ¡Por favor!-gritó desesperado.

Undertaker aumentó las embestidas, dándole más duro como el niño quería. Siguió embistiéndolo sin compasión, hasta que sintió que toco ese punto dulce en el niño, que los hizo delirar de placer a ambos.

-Ah, sí, ahí, ahí.-gemía Ciel sin control alguno.

-Ah Ciel, apriétame más.-gimió el shinigami.


El shinigami siguió golpeando la próstata del niño, una y otra vez, oyendo el repertorio de gritos y gemidos que exclama el niño sin pudor alguno. Agarro el miembro del niño y lo masturbo al ritmo de las embestidas.

-Me, me voy a correr.-gritó Ciel.

-Ah, Ciel, hagámoslo juntos.

Aumentaron el ritmo, escuchando el sonido que hacían los testículos de Undertaker, al golpear con el trasero de Ciel. Un sonido vulgar que los calentaba más si era posible.

-¡Ah!-gritó Ciel al correrse en las manos del shinigami.

Undertaker gruño, tirando para adelante una vez más sus caderas y derramándose dentro del niño.

Ciel se dio la vuelta, y se encontró con el rostro sudoroso del shinigami, por última vez se besaron, vistiéndose el uno al otro.

La tarde estaba cayendo sobre Londres, Undertaker y Ciel estaban acostados sobre las hojas otoñales, viendo el cielo.

Ciel sin darse cuenta se acostó contra el pecho del shinigami y se durmió, sintiendo la respiración rítmica y suave del peliblanco.

-Duerma mi hermoso conde.

Se encontraba despertando, estaba en su estudio, vio el café que había dejado al mediodía en el escritorio, las hojas que había firmado y leído se encontraban amontonadas en una pila a su lado. Estiró sus extremidades y recordó lo que había vivido, acaso… ¿Todo había sido un sueño?, sorprendido se paró de su asiento, y se acercó a la ventana, viendo el atardecer, el sol bajaba lentamente, llevándose los últimos rayos de luz cálida.

Al parecer todo había sido un sueño, pero en vez de estar triste, miró el bosque por la ventana y sonrió picaramente.

Tal vez mañana debía pasearse por el bosque, a ver si se encontraba con el lobo feroz.



Vio cómo su amo se encontraba durmiendo en la cama, estaba pensando en despertarlo para cenar, pero entonces recordó algo y sonrió

¿Qué sería de él, sino pudiera convertirse en víbora y cuidar a su amo en el bosque?, aunque…su amo cayó igual en las garras del lobo feroz…un lobo peliblanco.

Notas finales:

Si les gusto, mas adelante tengo planeado hacer un fic de esta pareja gracias comentario que tenido en otro fic, llamado aprendiendo a ser un niño, después contaré mas en las notas del otro. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).