Anillo Vongola
“motívame para no perder mañana, dame esta noche y te juro que ganaré el anillo Vongola, que me uniré a su familia, a este estúpido juego de mafias”
Mañana se llevaría a cabo la lucha entre los guardianes de la nube
Vongola vs Varia
Hibari contra mosca
Todos sabían que aquel prefecto era fuerte, que en más de una ocasión les había dado una paliza a todos, que a pesar del mal estado en que su cuerpo se encontraba logro luchar contra Mukuro.
Entonces.
¿Por qué la tormenta estaba tan inquieta?
¿Acaso no confiaba en aquel chico?
El décimo Cavallone le había dicho que
“lo único que le preocupa a Kyoya es que su oponente no sea suficientemente fuerte”
Y sin embargo, se encontraba ahí, frente a la entrada del comité disciplinario.
-Debo de estar loco para haber venido hasta aquí-
Miro su reloj Náutica de color vino tinto, ya pasaba de la media noche, a decir verdad, ya había dado comienzo a un nuevo día
1:48 am
Quizá, lo mejor era irse…dejarlo descansar y prepararse para la batalla.
-¿Cuánto tiempo piensas estar ahí herbívoro?- miró a su derecha, y ahí estaba a un costado, en el marco de la ventana, la imponente, indomable y viajera nube.
El italiano permaneció callado.
-hey Hibari, no te atrevas a perder en el enfrentamiento de mañana- quiso que sonara como una amenaza una advertencia, pero al final sus labios le jugaron una mala broma, y termino siendo una petición…
La nube le miró, se puso de pie y le acorraló contra la puerta de su oficina, observó aquellos ojos verdes, esos finos labios rosas… lo besó.
Se besaron hasta que vaciaron sus pulmones de oxígeno al punto de casi estallar, no se separaron hasta que parecía que su boca se había entumido y su corazón saltaría de su pecho en cualquier instante.
-motívame-
-¿Qué?-
-motívame para no perder mañana, dame esta noche y te juro que ganaré el anillo Vongola, que me uniré a su familia, a este estúpido juego de mafias-
Los ojos verdes observaban atentos aquel azul, perdiéndose en ellos, sentía aquel brazo alrededor de su cintura, la manera en que parecía cerrarse con más fuerza con el pasar de los segundos, el suave olor a menta que lograba escapar de los labios del mayor con cada respiración que daba, con cada exhalación, llegando hasta él.
Sabía que el japonés era fuerte, la confianza en sí mismo era en verdad inmensa, bien podía decir que él era un sucesor de narciso, Hibari Kyoya no necesitaba una noche con él, odiaba perder, su orgullo era demasiado, y aun así… estaba ahí, pidiéndole una velada.
No una cena romántica a la luz de la luna en un restaurante caro, sino una noche en la cama del japonés, quizá la del italiano o el sofá de la oficina, esa era una propuesta indecorosa, le planteaba la idea de tener una relación sexual, carnal.
Notó como la nube se acercaba lentamente a él, primero observando sus ojos y después sus labios, poco a poco ambos se negaron el sentido de la vista, cerraron sus parpados, hasta que ya no veían nada y se limitaban a sentir el beso.
Poco a poco la nube fue empujando al menor, guiándolo al interior de la oficina y este fue cediendo, retrocedía un paso por cada paso que el azabache daba, llevándolo al sofá negro del centro.
Cerraron la puerta tras de sí.
Dejaron sus ropas en el piso y sus manos navegaron por sus cuerpos.
Sobra escribir el resto… no hay nada más que contar… simple y sencillamente que, como era de esperar, y como sé que ustedes saben.
Hibari Kyoya ganó el combate por el anillo de la Nube.