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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos :3

Espero que se encuentren muy bien y les agradezco de antemano el comenzar a leer esta historia...

 

Espero que les guste mucho, es un proyecto que vine pensando desde hace ya mucho y ahora he tenido la inspiración necesaria. Debo reconocer el poder de una canción :P

 

Traté de crear una historia liviana, que sea facil de leer... aunque reconozco que escribo enredado u.u pero espero que les guste y la entiendan.... 

:)

CAPITULO I: El amor de un chico perfecto

La prueba era muy fácil, todas las preguntas habían sido rescatadas de los textos de estudios y no sabía cómo no podía ser calificado con la nota máxima. Las clases de historias son las que más me gustan, aunque no puedo negar que cada materia impartida en la escuela me atrae muchísimo. Para mis compañeros soy un  bicho raro, pero para mí, soy el único cuerdo en un mundo de locos. Quedan cerca de treinta minutos para entregar el examen y ya lo he leído por completo, sé cada una de las respuestas, pero ahora que debo responder hago aquello que ya se me ha convertido en costumbre. Por cada tres respuestas correctas, anoto una mala, así no sacaré una nota sobresaliente, pero tampoco me expongo a ser regañado en mi casa. ¿La razón? ya sé, pueden pensar que estoy loco o algo por el estilo, pero no, todo en mi vida tiene una fuerte razón: Mateo García.

Es extraño, pero no hay día de mi vida que no recuerde el estar enamorado de él. No hay día en que no sienta sus dulces labios acariciando los míos, en que no me abrace y me susurre al oído cuánto me ama, todo es perfecto en nuestras vidas, salvo un pequeño problema: Mateo no sabe que lo amo y todo lo que les acabo de mencionar culmina cuando despierto en las mañanas, desilusionado, pero a la vez emocionado por comenzar una nueva jornada en la cual podré observar al amor de mi vida, aunque sea a metros de distancia.

Sé que jamás estaré a su nivel, él es un ángel que ha caído desde el cielo y yo solo un mortal, destinado a tener una vida ordinaria y a morir lejos de tan perfecta escultura. Estoy seguro que su vida estará repleta de alegrías, nació para ser alguien importante y aunque su infancia estuvo alejada del brillo y éxito que se merece, yo me encargaré de mostrarle al mundo esta estrella llena de fulgor, no descansaré hasta lograr mi cometido, Mateo será feliz, cueste lo que me cueste. Por ello es que desde que era un niño he actuado en silencio, en la oscuridad para transformar su vida, y hasta el momento creo que lo he hecho bien, es el presidente del centro de alumnos, capitán del equipo de fútbol y de básquetbol, como también el muchacho más popular del colegio y el alumno con mejores calificaciones. Al decir todo lo que él ha logrado, no puedo dejar de sentirme orgulloso, yo he aportado un poco en todo ello, contribuyendo día a día un poquito para poder lograr el mayor de mis sueños, su felicidad.

Como no puedo opacar sus calificaciones, trato de lograr las notas del promedio, intento no llamar la atención, ya que quiero que sólo él sobresalga, que sea él a quien todos admiren, porque se lo merece, porque él nació para ello. A lo lejos lo observo, sentado en su pupitre, concentrado en el examen. Los rayos del sol llegan tenuemente sobre su piel tostada, haciendo parecer que brilla por cuenta propia, al igual que su cabello, aquel castaño profundo que me enloquece desde mi infancia. Sus ojitos se mueven mientras lee las preguntas y sus labios permanecen inertes, rojos y voluminosos como siempre, tentándome a lo lejos. ¿Cómo se sentirá ser besado por aquella boca? El mundo comienza a darme vuelta sólo al pensarlo, intento desviar mis divagaciones hacia cualquier otro punto, pero termino en su cuerpo, ¿es mi imaginación o cada día está más atlético? Su espalda es tan grande y sus brazos tan fuertes, creo que me derretiría entre sus brazos. Nuevamente el mundo se desestabiliza, siento mi rostro cálido y mis extremidades débiles, pero algo me devuelve a la realidad… ¿Aquel fue un suspiro? ¿Pero quién puede suspirar tan alto durante una prueba?.... No tardo mucho en darme cuenta que soy el responsable, todos me observan extrañados y no mucho después comienzo a escuchar pequeñas risitas por todas partes de la sala. ¡Trágame tierra! Sé que no debo llamar la atención, así que vuelvo a contestar tres respuestas buenas y una mala, sumido en mi examen intentando disipar aquel mal momento. Detesto cada vez que alguien se fija en mí, simplemente deseo vivir sin llamar mayormente la atención, así me siento cómodo en mi mundo propio, aquel en el cual nadie me dañará.

-¿Cómo te fue?... Perdón, mejor dicho, ¿Cuántas respuestas colocaste mal intencionalmente?- Cuando salgo al patio para descansar luego del examen, me encuentro con la única amiga que tengo en esta vida, Iris Newman. Ya saben, yo no soy popular así que es de esperar que tenga pocos amigos, y ellos sean igual de antisociales que yo, o eso es lo normal, porque con el pelo cobrizo, unos enormes ojos azules y la piel más nívea que jamás he visto, es difícil catalogar a mi amiga como alguien poco atrayente. Francamente no le faltan los pretendientes, pero es su personalidad la cual hace que estos escapen, jamás he visto en mi vida a alguien más sincera, tanto que dice todo aquello que piensa. Por suerte es mi amiga y la he convencido de no contar mis secretos, porque o sino ya todo el colegio sabría lo que he hecho con tal de ayudar secretamente a Mateo.

-No me trates así, sabes perfectamente que lo hago por amor. Ahora será mejor que descansemos, terminé muerto después del examen. ¡Te invito una bebida! ¿Vamos?- E intentando cambiar el tema de nuestra conversación, la llevo a los quioscos a refrescarnos un poco. No puedo negar que contar con su amistad hace un poco más llevadera mi existencia. Es la mejor amiga que pudiera tener, siempre me escucha atentamente y aunque se enoja por lo que hago, jamás ha dejado de apoyarme, simplemente la amo.

Al parecer tome mucha bebida con Iris, porque al rato debo ir al baño. Entro a aquella habitación cubierta de cerámicas blancas y espejos, tímidamente como siempre he andado en cualquier lugar. Para mi suerte lo encuentro vacío, así que camino directamente al cubículo más apartado de todos, y me encierro en él para hacer pis. Todo va bien hasta que escucho unos pasos, intento escuchar su conversación para dilucidar de quién se trata y grata es mi sorpresa al darme cuenta que es Mateo y su mejor amigo, Rodrigo.

-¿Y qué tal campeón? Te vi ayer en el entrenamiento muy cerca de Magdalena, ¿qué? ¿Ya te la ganaste o todavía te falta por conquistarla?- El muchacho más rubio de toda la escuela y quizás de la ciudad, le habla de aquella forma a mi amado. –Queda poco, de hoy no pasa, compadre… Ya sabes, no hay mujer que se resista a mis encantos…- Unas risitas terminan con las palabras de mi Mateo. Pienso un momento dentro de mi dolor y me pregunto ¿Mis encantos? ¿Por qué tantas risitas después de esa frase? Para mí eso es obvio, pero… ambos estaban en los urinales, entonces significa que él estaba con sus manos en su… en su… “pilín”. Y nuevamente  siento como mi rostro se acalora y mis piernas se debilitan.

Cuando estoy seguro que aquel par ha abandonado el baño, salgo de mi escondite y mientras me lavo las manos no puedo aguantar más las ganas de llorar, y doy rienda suelta a mi sufrimiento. -¿Por qué eres tan torpe? ¿Por qué lloras?... ¿Acaso no fuiste tú quien le envió aquellas cartas a Magdalena haciéndote pasar por Mateo diciéndole todas esas frases de amor? ¿Acaso no fuiste tú quien al tener su contraseña de Facebook le escribiste a la muchacha todos los días los poemas más hermosos que pasaron por tu cabeza?... Martín, eres un imbécil.- Mirándome al espejo me hablo a mí mismo, tratando de terminar con aquel llanto sin sentido. He sido yo el gestor de aquel romance y es que al ver el interés de Mateo por la chica, decidí meter mano por enésima vez a mis recursos y conquistar por cuenta propia a Magdalena, haciéndome pasar por él. No ha tenido ninguna novia en que yo no haya tenido algo que ver, siempre escribo lo que me gustaría que él me dijera y se la envío a la enamorada de turno, pero todo ha valido la pena, ya que he visto el brillo en los ojos de Mateo, viviendo aquellos romances de novela. Con eso me siento pagado, con su propia felicidad, aun cuando por dentro me sintiera fatal.

-¡Alto ahí! ¿Qué son esos ojos Martín? ¿Estuviste llorando?- Como era de esperar, al salir del baño y encontrarme con Iris, ella se dio cuenta de mis ojos llorosos. Tiernamente me abrazó y acarició mi cabello, tal como lo hace mi madre en las mismas circunstancias. –Vi salir a Mateo del baño ¿te hizo algún daño o acaso lloraste por algo que escuchaste?... Por tus ojitos me doy cuenta que tu plan para juntarlo con la oxigenada de Magdalena dio resultado. ¿Cuándo vas a terminar con todo esto? Te hace daño, por mucho amor que sientas por él, no puedes sacrificarte como lo has hecho. Respóndeme ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo para ti mismo? Y es que estas gastando tu vida en alguien que no se lo merece…- Al escuchar estas palabras decido separarme de Iris y secándome las lágrimas la miro directamente a los ojos, respondiéndole lo que mi corazón siempre ha sentido –Mateo no es cualquier persona, él se merece mi sacrificio y mucho más aun, ¿entiendes? Si supieras lo que significa en mi vida, que no puedo vivir sin él, no me estarías diciendo todo eso.- Por fin he dejado atrás la pena y me he levantado para defender lo más preciado que tengo. No quiero discutir con mi amiga, por lo que doy media vuelta y me marcho del lugar. Este tipo de conversaciones las he tenido desde siempre con Iris, pero trato que no interfiera en nuestra amistad, ella siempre termina resignándose y siguiendo a mi lado.

Como todos los días, tras salir de clases corro a mi casa para cambiarme de ropa y volver a salir raudamente, no quiero perder ningún segundo en la vida de mi amado Mateo. El uniforme del colegio queda repartido por todo mi cuarto y me visto con mi traje de espía. Pantalones militares, aquellos que sirven para camuflarme, una polera negra y un gorro tan grande que logra cubrir con su visera mi rostro. Así cuando salgo a la calle nadie me reconoce, lo cual es la idea de vestirme de esta manera. Cuando era más pequeño solía vestirme de niña, era el mejor traje ya que jamás Mateo imaginaría que era su ñoño compañero de clases. ¿Por qué de niña? Simplemente porque ya tenía todos los instrumentos como para realizarlo.

Mi madre sufrió de una fuerte enfermedad cuando joven, y a causa de ella perdió la capacidad para fecundar un hijo propio, por lo que luego de casarse y estando muy enamorada de mi padre decidieron buscar a un bebé en adopción. Así llegue yo a sus vidas, desde que era muy pequeño se dieron cuenta que era diferente y sin preocuparse de ello, simplemente aceptándome y amándome, comenzaron a jugar conmigo. Compraron un montón de ropa de niña, pelucas y juguetes femeninos, los cuales ocupé hasta aproximadamente los diez años. Todas las tardes jugábamos a disfrazarnos, mi padre de madre, mi madre de padre, y yo de su hija. Todavía recuerdo aquellas largas horas de felicidad, sin duda, tuve la mejor de las infancias.

Ahora, a los quince, salgo con mi tenida de espía rumbo a las canchas deportivas del barrio. Es un lugar muy amplio, rodeado de grandes árboles donde los fines de semana se juntan las familias a hacer picnic. En medio están las canchas de fútbol, básquetbol y vóleibol, el lugar donde cada tarde encuentro a Mateo jugando alguna de las tres disciplinas con sus amigos, obviamente se encuentra el rubio más rubio del mundo, Rodrigo. Cada jornada me subo a lo más alto de un árbol cercano a las canchas y desde ahí lo observo con mis binoculares por largas horas.

El espectáculo es magnánimo, Mateo va vestido con su traje deportivo. Unos pantaloncillos holgados que no le llegan más allá de las rodillas, los cuales se mueven ágilmente con cada movimiento que realiza su dueño y me dan a mí, mucho que imaginar. Su polera también es holgada y pareciera que es unas cuantas tallas más grande de lo que debería, pero como cualquier cosa que mi amado se ponga le queda a la perfección, esta le luce mejor que a nadie en la cancha.

Lo veo correr atrás del balón de fútbol, es todo un profesional y si tuviera la suerte, creo que podría llegar a las ligas superiores, realmente es talentoso. He intentado ayudarle para que se convierta en el capitán del equipo de fútbol y también el de básquetbol, traté también con el de vóleibol, pero luego desistí al oírlo decir que no le interesaba lo suficiente aquella disciplina; para ello tuve que sobornar a algunos de mis compañeros, enviándole a sus casas sobres anónimos con un poco de dinero “Si votas por Mateo García como nuevo capitán del equipo de futbol recibirás un sobre igual que este con una suma aun mayor de dinero, siempre que guardes el secreto” Es lo que escribí en cada una de las cartas, y como era de esperar, dio resultado.

Hace tanto calor que mi amado decide sacarse la polera y es aquí cuando siento que el corazón intenta abandonar mi cuerpo. Su torso desnudo es lo más hermoso que jamás he visto, sus músculos están marcados tan perfectamente que pareciera una barra de chocolate, coronada por sus relucientes pectorales. Sus hombros son anchos y poderosos, al igual que sus brazos que tiernamente están decorados con unos cuantos vellos. Todo iba perfecto hasta que apareció una muchacha delgada, de una llamativa cabellera dorada, muy poco natural cabe destacar, que camina determinada hasta mi Mateo, que se paraliza al ver su caminar. ¿Su caminar? A quien engaño, mis binoculares no me engañan y sus ojos están concentrados en aquel par de senos que se mecen al compás de su trasero ¿Cómo una chica de quince años puede estar tan desarrollada? Me lo pregunto a diario al ver a Magdalena, pero esto no es lo peor, ya que al llegar frente a mi amado, sin ningún pudor toma su cabecita y le da el beso más apasionado que jamás he visto en mi vida.  

-¡Eres una zorra!- Trato de gritar, pero como soy un espía profesional lo digo tan bajo que apenas me escucho yo mismo. La cólera comienza a inundar mi ser, no soporto cuando una tipeja se acerca a mi Mateo, pero trato de serenarme ya que sé que él debe ser feliz en este momento. Da igual quien sea la persona que le entrega la dicha que inunda su corazón, simplemente vale cuan perfecta se está convirtiendo su vida. Tratando de serenarme intento desquitar mi frustración con mis binoculares, los cuales golpeo contra la rama que me mantiene sujeto. A veces logro sorprenderme de lo fuerte que puedo ser, ya que la rama se estremece por completo. ¿Debo seguir observando o ya es hora de irme a casa? Pienso tristemente en esto cuando el universo se me viene encima, literalmente. Un fuerte crujido se produce justo debajo de mí, asustado observo la rama que acabo de golpear y para mi desgracia esta se está partiendo, desprendiéndose del árbol que le dio vida. Lo último que pienso es en cómo tuve tanta fuerza como para partirla, porque inmediatamente después me siento volando y aterrizo dolorosamente unos cuantos metros más abajo. El mundo me da vuelta, no puedo fijar la mirada y mis oídos zumban incesantemente. Estoy perdido, esta vez Mateo descubrirá que lo espío y se burlarán todos sus amigos de mí, por lo ingenuo que soy al amarlo tan fervientemente.  

-¿Te sientes bien? ¿Puedo ayudarte en algo?- Sin darme cuenta alguien se acerca a la escena del accidente y cordialmente me ofrece su ayuda. Al parecer es un chico, o una muchacha con una voz muy gruesa, de todas maneras se transforma en mi salvación, por lo que desesperado le pido que me saque de ahí, no quiero que me descubran, temo pavorosamente que Mateo sepa todo lo que he hecho por él. –Que delgado eres, es un milagro que no te hayas partido al caerte de aquel árbol…- Es una de las cosas que el muchacho que me ayuda me dice mientras me afirmo en él para escapar de las canchas. No le miro el rostro, solo lo utilizo como una muleta y trato de asentir a cada frase que pronuncia. Poco a poco comienzo a recobrar la audición y me percato de lo mucho que habla, sinceramente nunca había oído a alguien dirigirme tantas palabras juntas en un minuto. Estando ya lejos, me siento en una banca de una plaza cercana a mi casa.

-¡¡Felipe!!- Su nombre se escapa de mi boca como un fuerte grito y es que la impresión de saber la identidad de quien me ha ayudado me ha sorprendido de sobremanera. El muchacho me observa un tanto asustado por mi grito, pero de todos modos me entrega el jugo que acaba de comprar para mí y se sienta a mi lado en la banca. -¿Me conoces? Pensé que no sabías que existía. Tú eres Martín Arístegui ¿verdad?- Me habla con tanta seguridad que no termina de sorprenderme, ¿por qué de todo el mundo justo me tenía que ayudar el enemigo número uno de Mateo?

Felipe Fernández de Castro es el nieto predilecto de doña Enriqueta, la directora de la escuela y la mujer más bondadosamente loca que he conocido en mi vida. El colegio Fernández de Castro es conocido en toda la ciudad por su ambiente liberal y tendencia a la tolerancia de todos sus integrantes, y es que teniendo de directora a quien tiene, no podría ser diferente. Enriqueta es una mujer de avanzada edad, que en sus tiempos mozos fue una conocida actriz de teatro y televisión, recordada por todos gracias a sus pensamientos y estrambótica forma de vestir. Ha plasmado su sello personal en cada rincón de la escuela, ya sea por los coloridos tonos que posee cada sala como por la implantación de diversos talleres de yoga, relajación y meditación. Conocido por esto, mis padres decidieron que sería el colegio al cual yo debería asistir y aquí me tienen, casi diez años de enseñanzas en Fernández de Castro.

Volviendo a Felipe, él no solo es conocido por ser el nieto de la directora, sino que también por su bello rostro, su inteligencia y la facilidad con la que se le dan los deportes. Destaca en cada uno de los ámbitos en que mi Mateo también lo hace, por lo que ambos se han declarado la guerra en un sinnúmero de oportunidades. El enemigo de mi amado es mi enemigo personal, así el hecho de tenerlo ahora a mi lado, me desagrada de sobremanera. ¿Y eso es todo? Pues no, ya que intentó ser el presidente del centro de alumnos también, y como no iba a permitir que se quedara con el puesto de mi Mateo, decidí difundir por toda la escuela los más diversos rumores, desde que se drogaba a las afueras del colegio hasta que se prostituía para pagar su vicio. No sé cómo todo el mundo se lo creyó y no votó nadie por su candidatura, fue realmente penosa su derrota, pero quien se mete con el amor de mi vida, sufre el peso de mi ira.

-Sí, ¿cómo sabes mi nombre? Pensaba que nadie en la escuela se percataba de mi presencia.- Trato de responder lo más secamente a su pregunta, aunque me inquieta el hecho de que sea una de las pocas personas que saben mi nombre. Me da pavor llamar la atención, por lo que durante toda mi vida estudiantil he intentado parecer un fantasma, aparecer delante del resto lo necesario y nada más. –Claro, asistimos al mismo colegio, tenemos la misma edad, vivimos prácticamente cerca, ¿por qué no habría de conocerte? Además… ¿Cómo no habría de conocer a quién saboteó mi candidatura a presidente del centro de alumnos?- Si he escuchado bien, significa que estoy en un buen lío, no puede ser que se haya enterado de todo lo que hice en su contra y ahora ¿qué hago? Me está sonriendo cordialmente ¿es sincero o es una forma cruel de avisarme que pronto me golpeará? Creo que me desmayaré en cualquier momento, ¿Cómo le explico que lo odio porque es el enemigo de mi amado? ¿Cómo le digo que amo a Mateo? Estoy perdido…

Notas finales:

Gracias por leer!!! espero tenerles pronto el segundo capítulo!!!


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