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Money Magic por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

Pues aquí les traigo este nuevo fic, que ya llevo un par de capitulos avanzando, para el evento del día de San Valentín de la pagina:

 

Kirk/Spock: La teoría de una gran conspiración Slash

 

Es un total AU, ya que debó decir que son los fics que más fácil se me dan, y en este caso el evento tiene fecha limite. Aún así, intento conservar la escencia de los personajes.

Notas del capitulo:

Pues no me queda más que decir que espero que les guste este nuevo fanfic, será un multichapter, pero que avanzará algo más veloz que los demás, ya que tiene una buena parte avanzando.

 

IMAGEN!---- > Magic Love

Todo estaba en orden, estéticamente perfecto y bien colocado, el piso brillaba, y las ventanas hacia al exterior eran transparentes y cristalinas, los empleados se movían con eficiencia, agilidad y rapidez, justo cómo era de esperar de aquellas privilegiadas personas que alcanzaban los últimos tres pisos del prominente edificio y oficina central de el consorcio de empresas Grayson.

Justo en el piso más alto, avanzaba por un pasillo, espalda recta y gesto serio, sus manos tras la espalda, mientras con ojo clínico analizaba todo a su alrededor, sus pasos aunque firmes y decididos no causaban el menor ruido sobre las brillantes baldosas; Spock Grayson, Presidente de aquella institución, joven para su cargo, pero más que capacitado. Respetado y quizá algo temido por su empleados, lograba que la empresa trabajara cómo un perfecto reloj suizo; constante y  sin errores.

El traje de vestir acentuaba más la fría y estética postura, y el color azul intenso de su corbata y camisa, resaltaban su tez blanca y su cabello oscuro, sin contar las cejas perfectas que se encargaban de dar un aire de sofisticación a su rostro difícil de igualar, por eso y más, pese a su actitud, la mayoría de las miradas femeninas no podían evitar mirarlo con anhelo cuando entraba a una habitación.

A su lado, avanzando al mismo ritmo, unos tacones resonaban perfectos por sobre la superficie pulida, la autora de tal sonido era una hermosa chica morena, de cuerpo perfecto y mirada inteligente, la cual hacía anotaciones en una tableta electrónica, en base a cada palabra que abandonaba la boca de su jefe.

Al llegar a la enorme y sobria oficina, Spock ocupó su puesto, acercándose a su laptop para comenzar a hacer procesos, dando órdenes sobre su futura agenda a la que más que su asistente, era su mano derecha, con un puesto incluso arriba de la vicepresidencia y que solo era rebasado por él.

—… Agenda la junta con los inversionistas irlandeses para las 7 del viernes de dentro de tres semanas, llegaran en dos, pero es imposible tener los planos antes, antes de eso, encárgate de que alguien supervise un paseo con ellos por nuestro último trabajo de renovación, para darnos algo de tiempo y que conozcan nuestro trabajo, estudia bien el terreno y las características de su proyecto porqué te necesitaré conmigo…— Habló extrañándose un poco cuando la chica en vez de seguir anotando tomo asiento en uno de los lugares frente a su escritorio.

—Spock— Al escuchar su nombre de pila de los labios de la chica, apartó su vista del trabajo para verla atentamente. La chica ante todo lo demás, era su mejor amiga, por no decir la única, ya que no era alguien particularmente cercano a las personas.

—Nyota— Respondió también con el primer nombre de la mujer, que le miraba despacio.

—El jueves dentro de tres semanas es 14… — Comenzó mirándole seriamente, dando un suspiró ante la cara del otro que parecía no entender el problema.

—Lo sé, conozco el calendario. —Asintió suavemente.

—14 de Febrero— Aclaró la chica— Día de San Valentín. — Casi exclamó ante la seria cara de duda de su amigo.

—Ah— Fue todo lo que salió de la boca del hombre.

—Y tú prometiste que ese día el trabajo se terminaría a las 5.

— ¿Yo prometí eso? ¿Por qué prometería algo tan absurdo y poco eficiente? Es ilógico.

—Sí, viniendo de ti, ciertamente lo es, pero fue un acuerdo de motivación para la eficiencia, en Navidad. ¿Recuerdas? ¿Cuándo nos hiciste trabajar a todos cuando las demás personas estaban disfrutando de la nieve en sus casas?

—Sí, ya recordé esa promesa, una técnica para la pequeña depresión por las épocas invernales. Fue asesorada por un excelente psicólogo social.

—Sí, lo fue, así que…

—Generalmente nunca rompo mis promesas, y esta no será una excepción, no me gusta faltar a mi palabra, pero debo preguntar; ¿Podrías hacer una excepción y acompañarme a esa cena? Solo te necesito a ti.

—Muy tierno Spock— Dijo aunque el tono del otro no estaba ni cerca de ser dulce o suave. — Pero tengo novio  y tengo una cita con él. Te lo conté también y creo que tú también tienes planes.

— ¿Los tengo?

—En nuestras últimas cenas de recaudación de fondos, entre otras, le dijiste a muchas mujeres que tal vez las llamarías.

—Y ese tal vez implicaba que  había una posibilidad que no lo hiciera, de hecho la única razón de que lo haya pronunciado, es que a tú apreciación era demasiado descortés decirles que nos las llamaría.  Aunque en lo personal apreció la sinceridad completa.

—Pero hasta tú reconoces que no habría sido lo mejor en esas ocasiones. Spock, necesitas salir, divertirte un poco más, tener alguna relación.

—No es una prioridad en mi vida Nyota. —Negó el hombre— He tenido relaciones y la mayoría no han sido de gran influencia en mi vida, ni me han hecho denotar un cambio positivo, por el contrario incluso he tenido connotaciones negativas con ciertas parejas que no aceptaban que mi trabajo era lo primordial en mi vida.

La muchacha se cruzo de brazos, mirando al que era su amigo de años con cierto cansancio, ella le quería, y mucho, pero si Spock seguía siendo de esa manera, se iba a quedar muy solo, no permitía que nadie se acercara a sus sentimientos, ni siquiera el mismo, y ni hablar de que se preocupara por los de los demás, a menos claro que esto tuviera que ver con la eficiencia en el trabajo.

— ¿Sabes qué? Tienes razón, no te insistiré con eso, el último San Valentín tenías novia y aún así te la pasaste aquí, creo que esperar algo diferente ahora que no tienes compromisos es prácticamente imposible.

—Una suposición acertada. ¿Podemos seguir con el trabajo?

—Claro… Moveré la cita para el jueves, un día anterior no creo que haga daño.   — Dijo haciendo un par de movimientos en la tableta, sin mirar al hombre que siguió en su trabajo como si aquello no hubiera ocurrido.  Sin poder quitarle a esta del pensamiento que aquella actitud tarde o temprano le traería serios problemas a su jefe.

_______________________________

— ¡Capitán Kirk! ¡Capitán Kirk!— Cada niño saltaba en su cama de hospital, incluso los que no podían hacerlo, aplaudían, y coreaban entusiastas el nombre de un personaje muy particular.

— ¿Quién está listo para el viaje de sus vidas? Para ir donde ningún hombre ha ido jamás — Un hombre de cabello rubio y vestido con un traje de pirata entró a la habitación que comprendía una de las tantas áreas pediátricas, haciendo que todos los niños comenzaran con exclamaciones de vitoreo, ante la llegada de su héroe.

James Tiberius Kirk, ese era el nombre completo y real del chico rubio, de brillantes ojos azules y energía desbordante. Era un voluntario en aquel hospital infantil, viajaba por las estancias contando historias a los niños, y no solo leyendo cuentos, los niños soñaban y palpaban las historias que él les contaba,  se contagiaban de su pasión al momento de relatar e interpretar cada frase, transportando a quien le escuchaba, hacía un montón de lejanos y mágicos mundos.

Al terminar, los niños se tomaban con mayor agrado sus medicinas, y ponían menos peros a la hora de ir a  la cama y tener el reposo adecuado. Durmiéndose con sonrisas en sus rostros a causa de los intrépidos viajes a los que eran guiados.

—Una gran interpretación Jim— Escuchó el muchacho a sus espaldas para al terminar de acostar al último de los niños, girarse a ver a uno de los médicos, Leonard McCoy, del lugar y que aparte de todo, era su mejor amigo.

—Me debó a mi público, tengo que complacerlos— Comentó mientras se quitaba el simpático gorro, avanzando hacia él hombre de bata,  que apago la última luz intensa cerrando la puerta tras ambos.

—Les haces mucho bien al venir  aquí Jim, pero estas seguro que estas bien faltando al trabajo— Preguntó el mayor preocupado, mientras caminaban por los pasillos  del lugar.

—Sí, realmente no son faltas, solo trabajo rápido, para salir antes. Mientras cumpla con lo que tengo que hacer, no creo que haya problema.

— ¿No crees que haya problema?— Repitió mirándole seriamente— Jim… — Llamó con gesto reprobatorio.

—El jefe no ha estado, se fue de viaje o algo así, mientras no esté y nadie le diga…

—Maldita sea  Jim.  — Vocifero mientras entraban a un espacio donde el otro se cambió el traje—  Siempre tienes conflictos  con la autoridad lo cuál te lleva a cambiarte cada dos por tres de empleo, en esté vas bien, por favor no lo arruines.

—Tranquilo Bones… — Le puso una mano en el hombro— Ya no tengo diez años, ni soy el adolescente al que tenías que  curar después de sus peleas.

—Creciste en edad Jim, no en mente. Y si no mal recuerdo, aún la semana pasada, tuve que curarte esa herida de tu ceja por la pelean en un bar. Recuerda que soy tu amigo, no tu niñera, ni enfermera personal.

—El otro sujeto terminó peor, además no fue mi culpa. Le estaba gritando a esa chica de una manera que sencillamente era imposible de permitir.

—Ese conflicto de héroe te causara problemas, te lo digo enserio, serios problemas— Hablaba, avanzando poco a poco a la puerta de salida.

—Por lo pronto, solo me ha dado recompensas— Sonrío confiado, dándole un pequeño pedazo de servilleta.

—417— Repitió al ver lo que estaba en ella— Ese no es un número de teléfono.

—Gíralo.

—Avenida Harrenhall. —Complementó, antes de que el papel le fuera desprendido de las manos.

—Sí, le dije que tenía cosas que hacer, pero… que podríamos charlar hasta tarde. — Sonrío insinuante haciendo que el otro se cruzara de brazos y negara con la cabeza.

—Por ahora Jim, por ahora… pero en un futuro.

—Me preocupare cuando dicho futuro llegue. ¡Nos vemos Bones! — Se despidió del médico.

—   Le traerá problemas, lo sé— Fue todo lo que el hombre murmuro, antes de desaparecer de nuevo dentro del hospital cuando el otro se perdió por el estacionamiento.

Jim se subió a su motocicleta, había recibido vagas instrucciones sobre la ubicación de la calle, por lo que tardaría un poco en hallarla, así que no le quedó más que pisar  el acelerador a fondo, para llegar cuanto antes.

_________________________

Era un elegante piso, decorado en rojo y negro, una sala con enormes ventanales, piano de cola, modernos sillones, y arte contemporáneo en las paredes, sin duda, un lugar que rezumaba lujo. En el sofá central, se podían apreciar dos piernas largas sobresaliendo por el respaldo,  y al acercarse más, una mujer rubia con una tableta electrónica en la mano, miraba con descontento la escena que se le mostraba. La de un apuesto hombre sumido entre papeles, solo en su oficina, y sin mucha intensión de retirarse.

—Así que de nuevo pasaras San Valentín trabajando… No, no, no puedo permitir eso. — Negó la chica acariciando el rostro del hombre con unos dedos que poseían unas perfectas uñas pintadas de negro.  — Me dejaste sola una vez Spock, una vez, pero no se lo harás a nadie más, tienes que perder esa pose fría… Aunque me enamoró, es sencillamente inútil. — Golpeo la pantalla con su dedo índice, antes de dejarla sobre el sofá, y pararse haciendo volar su bata corta y semitransparente. — Serán tres semanas muy divertidas— Comentó estirando sus brazos cual gato perezoso, caminando hacía lo  que era el baño del lugar.

 

 Aproximadamente un año atrás, en el balcón de su exclusivo penhouse, Alejandra Lion, vicepresidenta de la revista más importante en el país y ex top model, movía sus dedos impacientes sobre una mesa increíblemente perfecta y romántica, puesta para dos personas, para ella claro está, y para quien era su pareja de un mes.

Había oído rumores sobre el frío y sobrio ejecutivo, pero aquel desapego por todo lo romántico y sentimental, solo le hizo desear con más ganas  ser ella quien se deshiciera de aquella faceta, de  ser la mujer que lograra que el hombre “todo control” lo perdiera por ella. Fue tolerante por un tiempo, limitándose a ser solo una muñeca que al otro le era de utilidad, por qué eso era lo que parecía, y lo que era, incluso lo había escuchado, que el ejecutivo asistiera acompañado de una bella mujer del medio, ayudaba a su imagen.

No es que Spock fuera en sí malo, no, sabía que no era en sí una mala persona, no tenía ni siquiera los sentimientos para ser malvado, era sencillamente eficiente, lo cual a su parecer era aún más irritante. Y el dejarle plantada allí, el día de San Valentín, fue la gota que colmó el vaso, sencillamente aquello era todo lo que alguien de su categoría podía soportar.

Le gritó y montó un escándalo, cómo la mayoría de las mujeres lo haría, y le advirtió que debía cambiar esa actitud, que debía encontrar a alguien a quien amar o de verdad lo lamentaría. Pero este, de manera cortante, pero educada, corto sus amenazas y les resto importancia.

Le dio un año, un año para recapacitar, un año para que fuera más tolerante hacia  los sentimientos, hacia el amor, pero Spock no parecía querer recapacitar. Así que ella se vio en la  “penosa” necesidad de tomar cartas en el asunto.

 

___________________________

Las puertas del elevador privado se abrieron en la planta subterránea que ocupaba el estacionamiento, eran ya las 11 de la noche, y el único auto que se podía apreciar en el enorme y vacío lugar, era un Volkswagen de lujo, en color negro, más exactamente un XL1 el cual apenas y saldría a la venta, pero que se vendería con el  lema del auto más eficiente del mundo, practico, elegante y eléctrico, totalmente acorde a su dueño.

Spock, apretó el botón de sus llaves para abrirlo, al llegar a él. Cuando al estar por abrir la puerta, pudo ver claramente en el reflejo de la ventana, un par de ojos morados muy extraños que le congelaron, sintiendo luego de eso un golpe fuerte en la cabeza. Y luego, todo fue oscuridad.

 

Estaba cayendo, se podía sentir caer en un profundo abismo, cómo si le aventaran del más alto de los edificios, el vértigo llenaba su estomago, la sensación de la muerte impregnaba su piel.

“Es solo un sueño” fue lo que su mente ideo de manera sencilla, aquel escenario no tenía precedentes, por lo tanto no podía ser real. “Es un sueño” se dijo como tantas veces que había tenido  pesadillas, y despertando tranquilo con esa misma certeza.

Esa vez, no fue la excepción, o al menos no completamente, despertó tranquilo y sin agitación, aunque con un fuerte dolor en la cabeza y no precisamente en su cama, se incorporó despacio, asimilando el lugar a su alrededor, que no era otro que un sucio callejón al que apenas le llegaba la luz del alumbrado público. Se puso lentamente de pie, pues aún sentía algo de mareo,  notando su maletín en el suelo, lo tomo pues en él traía su computador portátil, algunas memorias USB y archivos de gran valor. Se recargó en la pared de la esquina intentando crear un escenario de lo que había pasado.

Pese al golpe en la cabeza, no se sentía herido, abrió su maletín dando un rápido vistazo, dándose cuenta de que todo estaba en orden, cerrándolo y suspirando aliviado. Pero sí no lo habían asaltado, secuestrado, o lastimado. ¿Qué habrían querido de él? ¿Porqué lo habían aventado a un callejón sucio. Miró su reloj, dándose cuenta de que esta apenas y marcaba un minuto después de las once, algo extraño pues al abrirse la puerta del elevador, el había visto su reloj marcar las once en punto. Aquello no tenía el más mínimo sentido.

—Esto es totalmente ilógico. — Manifestó llevándose la mano a la frente por un nuevo dolor punzante que le hizo cerrar los ojos. Para al abrirlos, tener frente a él a un par de sujetos con pinta de maleantes, los cuales le miraban de una manera que no le gusto para nada.

—Pero mira que tenemos de visita por el barrio— Comenzó uno — Un niño bonito de traje caro. — Dijo pegándole con su antebrazo en el pecho, haciendo que quedará completamente pegado a la pared, en otro momento para Spock ellos no hubieran representado mayor problema, había sido entrenado en diferentes artes de combate desde niño, pero justo ahora su cuerpo fallaba, su mente igual, y el dolor seguía en su cabeza.

—De seguro es uno de esos tipos ricos que tienen amantes en barrios bajos para que sus aburridas esposas no se enteren— Comentó el otro. — ¿Qué haces por esta zona?— Le preguntó pegándose también un poco más a él.

—Yo… no lo sé— Respondió con franqueza.

— ¿No lo sabes?— Rió el primero. — ¿Escuchaste eso Yamahl? No lo sabe— Dijo en tono burlesco— Pues yo si se algo, este vecindario es nuestro, y tenemos una cuota por pasearse por aquí.

  —Es una calle publica, no tienen el mínimo derecho de cobrar cuota—Alegó sin ser quizá completamente consiente de la situación en lo que se encontraba.

—Claro que la tenemos amigo, y ese lindo reloj que tienes allí me parece un magnifico pago— Señaló el llamado Yamahl.

— ¡Hey!  Ustedes, ¿Qué hacen?— Una cuarta voz intervino en la plática, haciendo que los tres hombres se giraran hacía un joven hombre rubio.

—Nada que te incumba— Le contestó el hombre que mantenía sujeto a Spock, soltándole para llegar al recién llegado.

—Intentaban asaltarme— Incriminó enseguida Spock, sorprendiendo al rubio por la clara decisión en su voz a pesar de la situación.

—Eso no suena nada bien. — Pronunció Kirk avanzando hacia ellos.

—Solo cobrábamos la cuota diaria niño, y ahora también tendremos que cobrártela a ti. — Dijo Yamahl cruzándose de brazos.

— ¿Y qué pasa si no quiero pagar?— Cuestionó con un tinte de arrogancia.

 

James se había perdido, había dado con la calle, pero no con el maldito número, comenzó a pensar de que le habían dado una dirección equivocada, cuando al pasar por aquel lugar, buscando los números en las puertas, escuchó la plática que se daba, y lo que su amigo Leonard llamaba “estúpido instinto de héroe” hizo aparición.

Y ahora, gracias a esto estaba metido en una pelea con dos maleantes, los cuales casi le vencen al sacar una navaja, no logrando su cometido, cuando el hombre al que asaltaban decidió intervenir, asestando un fuerte golpe al rostro de uno de ellos.

— ¡Buen golpe!— Sonrío Kirk, intentando controlar la respiración, viendo a los hombres intentar levantarse del suelo. —Será mejor que salgamos de aquí— Apuró palmeándole ligeramente el hombro con confianza, recibiendo una mirada de curiosidad por parte del pelinegro, que pese a la ligera desconfianza que podría sentir hacía un extraño, le  siguió. — ¿Eres de este barrio? No pareces de este barrio— Contestó su propia pregunta, mientras llegaban a un lugar más iluminado donde estaba la moto de Kirk. 

—No, no lo soy.

— ¿Y qué haces aquí? No es seguro para nadie rondar por estos lugares a estas horas, menos para personas cómo tú— Dijo haciendo hincapié en como lucía, y es que pese a lo desarreglado de su traje y cabello,  se podía notar que este era de excelente marca, que el maletín que no soltaba era caro, y que el reloj que llevaba valía más que la misma motocicleta de Kirk, incluso un poco más que su piso.

—No lo sé— Contestó de nuevo sinceramente— No sé ni siquiera donde estoy… no recuerdo, no recuerdo nada— Confesó llevándose de nuevo una mano en la cabeza al sentir una nueva pulsación, fijando su vista tras el otro, viendo en un callejón los mismos ojos violetas de antes, sintió que las piernas le fallaron y de no ser por los otros increíbles reflejos de James, hubiera terminado desmayado en el suelo de nueva cuenta.

—Hey, vamos, despierta, te… te llevaré a mi casa en lo que recuerdas todo— Ofreció.

Kirk logró subir el cuerpo del otro a la motocicleta, poniéndole su casco, ya que no contaba con uno extra, pues regularmente era muy receloso de pasear a alguien en ella, hizo que le sujetara con fuerza, y emprendió el viaje a su casa, olvidándose completamente de la morena de piernas largas que le había dado la dirección de su casa, y que a decir verdad le esperaba en ella con una lencería bastante sugerente.

—Es mi juego, mi hechizo, y aún así tú te llevas al chico lindo, maldita suerte que tienes… — Dijo la chica apareciendo en el callejón, dando una calada a su cigarrillo, ajustando mejor sus hombros al elegante abrigo. — Ya veremos qué haces cuando te des cuenta… —Sonrió con maldad exhalando el humo, perdiéndose en la oscuridad, cuando la motocicleta dio vuelta en una calle. 

Notas finales:

Gracias por leer!

Comentarios, críticas, todo es bien recibido!


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