Miércoles 15 de marzo, 9 pm.
Abrió los ojos con lentitud, intentando enfocar algo. El olor a moho golpeó sus fosas nasales provocándole arcadas, ¿dónde estaba?
La única iluminación de ese frío y apestoso cuarto era una lámpara desnuda que colgaba solitaria del techo.
Intentó ponerse de pie, pero sus piernas no le dejaron.
Tras varios intentos lo logró. Abrió la puerta, que, llamativamente, estaba sin seguro.
Reconoció la casa al instante.
“La casa de aquella persona”. Recordó todas las bromas pesadas que le jugaron, ¿por qué despertó, de todos los lugares posibles, allí?
Miró hacia todos lados. El fuego estaba encendido y junto a él una sombra descansaba sobre un sillón mullido.
— Con que al fin despiertas – definitivamente era esa persona. Tragó en seco- Tiempo sin vernos, Skinn Bolic.
Sintió su piel erizarse. No era común en el sentir miedo.
— ¿Qué te propones? –Preguntó sin vacilar –. Sabes que me buscarán, la policía, mi familia y amigos y también….
— Lo sé. Sabes, esto es mi venganza… todos morirán, ustedes quince.
Todas las piezas encajaron en el rompecabezas. Muy pocos se acordaban de las maldades que sufrió aquel niño. “Solo yo y… Walker. Nadie sospecharía de él”.
— Sospecharán de ti- la mentira escapando por sus labios.
— ¡Oh, no! Yo estoy lejos, estoy en Inglaterra.
Los minutos pasaron en silencio, ¿qué hacer? ¿a dónde huir?
— Corre –dijo sin moverse del sillón.
— Pero…
— Corre, huye. Es tu oportunidad.
Salió fuera de la casa. Pero ya nada importó.
En la mañana siguiente, encontraron el cadáver frio y sin vida sobre la nieve teñida de rojo, la calle donde vivió su infancia fue el último lugar que vio. El lugar donde perdió la vida…
— Van dos, faltan trece…
Viernes 12 de abril, 9 am.
Le dio un vistazo más a los papeles sobre la mesa, se trataban de informes importantes. Quizás debería releerlos una vez más para comprobar que todo estaba en orden; extendió su pálida mano para tomarlos.
La puerta abriéndose bruscamente lo hizo sobresaltar, giró para observar al intruso de mala manera. Su compañero, mejor amigo y casi hermano lo observaba desde la entrada. Sostenía dos tazas de café y sonreía de oreja a oreja.
—Lavi, ¿recuerdas que te dije de los sonidos bruscos cuando estoy concentrado?—murmuró en tono amenazante; su amigo soltó una risilla despreocupada y coloco una taza de café en su escritorio.
—A veces eres tan aburrido, Yuu—respondió apoyándose en el borde del mueble. El aludido frunció el ceño disgustado, sus ojos grises resplandecieron repletos de furia.
— ¡¿Cuántas veces debo decirte que no me llames así!?—chilló Yuu haciendo amago de levantarse, Lavi en respuesta solo rió y se apartó un poco. Él suspiro con cansancio, al ver a su compañero sacudir su revoltoso cabello rojo. Lo dio como un caso perdido, mejor continuar con los informes o el jefe no los dejaría en paz. Lavi lo observó en silencio mientras le daba otro sorbo a su café, a veces sentía que fue ayer cuando comenzaron a trabajar juntos. Sonrió, se sentía muy feliz de poder vivir junto a su mejor amigo.
—Dicen que quizás nos asignen un nuevo caso...— Se atrevió a romper el silencio. Yuu pareció ignorarlo, no obstante luego de unos segundos dejó a un lado los informes para mirarlo.
— ¿Qué tipo de caso?- Lavi se alzó de hombros despreocupadamente mientras caminaba hasta su propio escritorio, que se encontraba al otro lado de la habitación. Apoyó su taza, decorada de panditas, sobre el mueble y giró para mirarlo.
—No lo sé, dicen que es un caso que el Grupo de Klaud no pudo resolver—comentó sentándose en el escritorio. Su compañero guardó silencio y pareció meditar sobre algo.
—Si lo que dices es verdad, entonces...- No pudo terminar su frase, ya que unos golpes en la puerta llamaron su atención…
—¡¡Adelante!!—
La puerta se abrió, dejando al descubierto a la famosa detective Klaud Nine.
— Kanda... Lavi... Tiempo sin verlos.
— Klaud - Saludaron ambos con una inclinación de cabeza.
— No he venido a tomar el té. Vallamos al punto- los miro más que sería- Han ocurrido 3 asesinatos y…
— ¿Y?-interrumpió Kanda de mala gana.
— Dicho caso les será asignado- concluyó ella. Yuu suspiró con hastío, en cambio Lavi parecía divertido.
— ¿De qué trata?
La única respuesta que el pelirrojo obtuvo por parte de la mujer fue una carpeta sobre su escritorio.
Observaron en silencio como Klaud desapareció tras la puerta.
— Adoró a esa mujer -exclamó Lavi- Siempre que me la cruzo me recuerda a ti.
Kanda golpeó a su amigo. ¿Cómo alguien puede ser tan molesto? Tomó la carpeta, la abrió. Le pasó las imágenes a Lavi y se quedó atónito con el informe.
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