Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tinta Indeleble por Marcianita

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pareja: LaviYu

Género: Romance, Angust.

Desclaimer: Ningún personaje me pertenece, todo es de Katsura Hoshino.

…..

Esta historia es algo así como la continuación de "Pluma y Tinta," pero… la verdad es que no hay el mínimo problema con leer esta y no el anterior, o sea eso está a vía libre. Así mismo esta historia puede contener spoiler, lea a su propio riesgo.

1. Beso.

Cuando llegaron a la organización, Lavi tuvo en cuenta algunos puntos importantes que no debía olvidar. Uno de esos era que; su labor era el mismo, seguía teniendo el puesto de un mero observante, solo que en esta ocasión jugaría un papel mucho más activo, así mismo tenía que usar un nuevo nombre, y su comportamiento solo iba motivado a dos preceptos; ser frívolo y amigable, y eso era fácil.

Solo que… puede que el último punto lo haya tomado muy en serio. Eso lo supo cuando se encontró a sí mismo, uniendo los labios con los del japonés, sabía que cometió un fallo, una vez notó que Yu no se movía en ese momento para golpearlo.

 

 


2. Rarezas.

Hay cosas raras, y muy raras, Lavi que viajó alrededor del mundo, con la intensión de escribir registros, estaba acostumbrado a observar más de un acontecimiento atípico. Él juraba que lo estaba, lo hacía, o eso era lo que pasaba hasta ese día.

Cuando Kanda lo golpeó paso algo anormal, no, no hablamos de su fuerza monstruosa, tampoco que alguien como Lavi haya caído al suelo por el impacto, no, eso era algo… que podía acontecer, sin mayor problema, lo realmente alarmante era ese rubor, ese pequeño matiz rosa en las mejillas de Kanda. El pelirrojo creyó estar loco, se dijo más de una vez que eso era imposible, tantas veces seguidas como le fue posible, mas, sabía lo que vio, y que por ser él mismo, no estaba equivocado.

Tomó un poco de aire, temblaba, y sabía que era por miedo, aunque lo que no podía explicar cuál era la razón del temor, y aun con todo eso, dijo la siguiente frase:

— Yu, lo siento, — su voz era distinta, y por un momento se desapegó del papel de "Lavi," y ese era él, y tampoco lo era.

Kanda solo botó ese siseo amenazante – tsk - porque era él, Lavi en cambio se quedó unos cuantos segundos varado en el lugar, sin saber qué hacer, pero después se acordó que era un Bookman, y todo pesar se desvaneció. Eso no debía importarle.

— Creo que mi ojo se hinchó, Yu, es tu culpa si me vuelvo ciego de verdad.

— Espero eso pase imbécil.

Las cosas eran mejor así, claro que lo eran.


 

 

3. Mirada.

Kanda le miraba fijamente, su mirada lo taladraba todos los días, cuando iba al comedor, al principio, siendo franco, sintió miedo, vamos, había besado al ser más irascible del planeta, y solo tuvo como consecuencia un ojo morado, y eso era muy poco a su ver, así que los primeros días, llegó a la conclusión de que el japonés deseaba matarlo, y al mirarlo estaba analizando las opciones posibles para destazarlo. Lavi solo tomaba un poco de aire, y fingía sonreír, - como el buen tipo falso que era, - lo hacía en su debida distancia de seguridad, que el no quería morir, no era su intensión sinceramente, y Yu, estrechaba los ojos y desviaba la mirada – eso último era lo raro.

A la décima vez que se repitió el evento, Lavi rió de verdad, ya que estaba empezando a pensar, que había muy poco instinto asesino en esas orbes de oscuro azul marino… Vaya, con que por eso, era tan repelente con sus contrarios. Él se confundió mucho en su conclusión, y tal vez después se lamentaría.


 

 

4. Opiniones.

— ¿Lo ves?

Lavi enarcó una ceja, sin entender nada, y desvió su mirada a su compañero de equipo, - siendo sincero, jamás averiguo el nombre del tipo, ya que intuía, su relevancia en la historia no valía ni una línea, - y forzó una sonrisa, con ganas de que salga como una falsa, esas eran buenas a la hora de la batalla contras varios Akuma, aunque al parecer, la mayor parte del problema seria erradicado, por el "Segundo Exorcista."

— ¿Qué?, lo siento, no entendí.

— Pues eso, mira a ese chico, — señaló, — cada vez que lo observo, no puedo evitar pensar en lo hermoso que se ve, a pesar de estar en un campo de batalla.

El pelirrojo, miró al señalado, y no encontró casi nada, mas que esa magnífica muestra de destreza con la espada, pero no más, no en esos tiempos al menos, eso sí, justo con eso nació cierto tipo de curiosidad. Jamás había conocido a una persona que gustase de alguien de su mismo sexo, y decidió jugar a ser el chico pícaro de siempre, para poder averiguar. Era tan curioso, siempre esa fue su naturaleza.

— Oh, pues… sí, supongo, pero a mi no me gustan los tíos.

El hombre rió entre dientes, como si le viera muy inocente, o estúpido, o ambos, así mismo el aprendiz de Bookman, no se sentía humillado en nada, es más podía corresponder a la sonrisa. Hey, ¿Quién crees que es el verdadero ignorante?

— Estamos encerrados dentro de la Orden, durante tanto tiempo, y casi todo nuestro medio esta poblado con hombres, ese chico, es lo más cercano que veremos a la belleza femenina, o al menos, es aquella imagen que se nos hace menos distante.

Pensar que era un idiota era fácil, pero Lavi creía de esa forma, a gran parte del mundo. La tinta no pensaba mucho, de eso estaba seguro.

— Puede ser, pero es solo visualización. Yu-chan, es más masculino que muchos de nosotros, yo me incluyo en el grupo.

El contrario, botó un suspiro, decepcionado por no ser comprendido. Pero después nació otra sonrisa irónica en boca.

— Ya verás, como tú mismo acabarás por pensar en él de otra forma, hablo en serio, no soy el único que ha fantaseado algo, ese chico es la cosa más linda en la Orden.

Lavi río, divertido, - en serio divertido, - en pleno campo de batalla, ese hombre era muy insistente. Desear a Yu, habría que ser suicida para hacerlo.

— Nah, mi salvación será Lena-chan, ella crecerá, y apuesto estará para comérsela.

El susodicho rió con él, accediendo al punto. Ambos callaron cuando la mirada irritada de Kanda, les ordenó que cerrasen la boca. Fijarse en alguien así, no era parte de ser Bookman. No lo era.


 

 

5. Frustración.

— Desde ahora, no tienes que enfocarte en los vestigios de ese experimento fallido, del "Segundo Exorcista," tus ojos tienen que estar fijos en "El Redentor del Tiempo."

El pelirrojo acabó por morder una manzana que traía en manos, y una vez tragado el alimento, habló en nueva cuenta a su tutor.

— Bien, entonces… me enfoco en el nuevo, pero, ¿los demás no se darán cuenta, de mi poco interés en mi anterior objetivo?

El hombre viejo, lo escaneó con los ojos, y después suspiró entre dientes. Había leído algo más entre líneas, algo que siquiera el pelirrojo había descifrado.

— Se podría decir que este es el punto, y final de algo que no comenzó, y es mejor así.

— Panda, no te entiendo.

— Sé como te mira, y también cuan idiota eres, cambia de objetivo. Esto es por tú bien, mí bien, el bien del legado de los Bookman. No me decepciones chico.

Los ojos verdes se deslizaron hacia abajo, en su mano, y en la manzana mordida. Una parte suya se sabía decepcionada por la conclusión, otra estaba frustrada para consigo mismo, y otra solo río con una alegría falsa, y rara. No entendió ninguno de sus actos. En serio, en serio le estaba haciendo un gran mal esto de quedarse tanto tiempo en la Orden. Y cuando cerró los ojos, y se encontró en sus pensamientos a todas las personas reunidas, - esas que eran solo utilería para él, - sintió cierta vergüenza para consigo mismo al saberse lo que era. Mucho más cuando al día siguiente, preguntó sobre Allen a Kanda, y este, con esos indomables ojos azules le haya visto, algo así como decepcionado, - frustrado, ese chico estaba frustrado, - y haya respondido, de esa forma tan arisca que tenía. Ese día sonreír costaba, esa vez, solo esa vez, quiso simplemente no querer pinchar al chico, solo, solo sentarse a su lado, y verlo por una vez, sin tener que buscar la lógica de un Bookman en el recorrido, solo verlo. No lo hizo, siguió con el papel de Lavi. Él era una pluma, los demás solo tinta, esa desechable que podía borrarse. Lavi también era reemplazable.


 

 

6. Ron.

Tenía que conocer a Allen, en eso quedó con Bookman. Hoy era una fiesta por el cumpleaños de alguien, - ni idea, de quién era, - pero iría ahí, ubicaría al festejado, le felicitaría con una sonrisa de lo más grande, - marca Bookman, - y después vería la forma de acercarse al chico, empezar una conversación, y… listo. Le habían dicho que él era una buena persona, lo más seguro fuera accesible, a diferencia de su antiguo objetivo. Pero los planes se truncaron, todo cambió por una estupidez, que no podía verse como estúpida, cosas como el aliento perdido, y los ojos desviados, y esas sensación distinta que no había sentido,… Lavi sabía que Panda lo golpearía por ese descuido.

Si bien, el plan ya estaba dado, antes de ir, tenía que acabar un informe, de esos largos que lo tenían sin dormir por varios días, y una vez concluyó con eso, de lo cansado que estaba, no pudo más que dormir. Acabó por despertarse, dos horas fuera de la hora prometida, la fiesta obviamente seguiría, así que se levantó, con los cabellos despeinados que intentaron ser domados con una bandana, y… cuando salió, vio algo, a alguien. No, siquiera llegó a entrar al salón, no pudo, había una imagen curiosa ante sus ojos, algo increíble. Era inaudito.

A pesar de estar pasmado, formuló una sonrisa con los labios, no sabía si era falsa, o real, a lo mejor una mezcla, y se acercó, a lo raro del paisaje, a un Kanda tambaleante, que lo miraba, y no lo hacía al mismo tiempo, con sus ojos azules, hoy brillando diferentes, hoy un poco distintos por el efecto del alcohol. Puso una mano en su hombro, e intentó enrectarlo, - nunca se explicó porqué lo hizo, y gran parte de las veces que pensaba en ello, desechaba la interrogante.

— Veo que hoy intentaste portarte mal, Yu.

— Cállate, — le susurró, la voz era un siseo venenoso, de esos que te hacen erizar la piel. Lavi sabía que había algo muy malo en él, porque eso no paso, precisamente por el pavor que sentía. Tenía que alejarse, tenía… era un verdadero idiota, por seguir ahí, sin borrar la sonrisa, una que empezó a cambiar y narraba otra historia. Una que ni el mismo entendía.

— Oh, vamos, no seas así, al menos trata bien a tu amigo, una vez en tu vida.

El brazo, fue quitado de un manotazo, Kanda estaba ebrio, claro que lo estaba, pero eso no hacia que la personalidad de este cambiase. Seguía siendo esa belleza peligrosa de siempre, seguía siendo la sangre derramada, y el miedo engendrado, seguía siendo aquel que solo es visto como guerrero. Él era Yu, nunca fue Kanda.

— Tú no eres mi amigo.

Y tenía razón, Yu tenía razón, aquí, frente a él, estaba solo un espejismo que ha veces se volvía tangible, pero no dejaba de serlo. Lavi sonrió, con inocencia aparente, la sonrisa bonita que se supone era para otros momentos, era distinta, era actuada, pero no muy bien hecha, no sabía si la empleó bien. No sabía muchas cosas.

— Ya, está bien, me rindo hombre, solo… solo no creo que quieras, alguien te vea así. Te acompañaré, a…

— Yo puedo irme solo.

— Lo sé, solo que…, — no debía insistir en realidad, no debía, solo era un impulso que se dio en un momento de idiotez irreverente, e indomable, — no sé, hoy me dio la curiosidad de saber cómo es tu habitación, así que… creo es la oportunidad perfecta.

Kanda tenía unos ojos hermosos, eran grandes, y rasgados, de un bello color azul tenebroso, era un delirio ser visto por él cuando no te amenazaba, era… extraño, lo era, y mucho, intentó recordarse, que sobre todo, eso era malo, cuando se vio acercándose a él, sin premeditarlo. Esto era ser un estúpido, alguien que no pensaba antes de actuar, alguien que viviría poco, por lo impulsivo que era. Sentirse atraído por alguien como él, era suicida, ya lo había dicho, pensó haberlo comprendido. Todo se difuminó, cuando Yu, en unos cuantos pasos, - rápidos, muy rápidos, - acabó con la distancia. Sus narices se rosaron, y estaban tan cerca, tan, pero tan jodidamente cerca, que era imposible no pensar el siguiente movimiento.

— No me veas así maldito idiota, — demandó el pelinegro, y la distancia fue cortada en un instante.

Los labios de Kanda sabían a Ron, lo supo cuando el contrario mordió sus labios hasta hacerlos sangrar, y entró en su cavidad sin premeditación alguna.


 

 

7. Quería.

A Lavi le gustaban las chicas.

Siempre fue tras las faldas. A él le gustaban las sonrisas cordiales, las lindas piernas delicadas, las caderas que formaban la cintura, los pechos bien formados, y las pestañas largas que acariciaban los párpados. Le gustaban muchas féminas, muchas, demasiadas, y con un gran monto ya se había acostado así mismo, y había esas otras que solo admiraba, y aceptaba su belleza, solo que no tocaba. Una de esas era Lenalee, a la que no quería tocar porque tenía miedo de ensuciarla, así mismo temía caer ante su belleza dulce, amorosa, y delicada, si lograba algo con ella.

Era algo distinto lo que sentía por Kanda, él tocaba diferente, él besaba de otra forma. Ese chico no era una sonrisa cordial, no era cintura chiquita, pechos firmes, y pestañas que revoloteaban con coquetería. Yu, no era una chica, sea que quieras engañar a tu mente, o no, cambiando las cosas, él era hombre, lo perturbante… a lo mejor era que eso, con el pasar del tiempo- conforme más lo tocaba, más lo tenía contra sus labios, mientras notaba como la respiración descompasada del chico, se hacía más notable,- menos le importaba.

Tocó los cabellos negros que caían cual cascada, y probó su boca, tantas veces como le fue posible, y después las manos vagaron de aquí, para allá, no se sentía mal, no era malo. Para sus sentidos esto era una de las mejores cosas sucedidas, pero fue malo para él cerrar los ojos, y solo desear besarlo, y olvidar todo, al mundo entero, a la fiesta cercana, las hojas que caían al suelo, la tinta derramada, y su propia existencia. La cordura se murió por un momento, la constancia de pensamiento se perdía con cada segundo transcurrido, y solo importaba algo que no debería ser importante, más de un gemido se murió en sus labios, y tenía a Yu, a quien antes no hubiera deseado tener, pero era interesante, y curioso, seguía probando esto que era nuevo. No debía haberlo hecho. Eso era ser estúpido.

Mucho más cuando tras el grito de sorpresa de Lenalee, - cuando ya estaba más que seguro, que los besos no serían suficientes, que necesitaban otro lugar, para… quién sabe, - arruinó el ambiente, y se vio derrumbado en el suelo, el nombre del japonés le persiguió de ahí en adelante. Quería creer, que solo era otra de esas atracciones pasajeras, de esas tantas que había sentido, y se habían diluido en un instante, cuanto hubiera querido aquello.


 

 

8. Tranquilizante

El pelirrojo había hecho todo lo ordenado, y se encontró después ahí con fantasmas de todo tipo revoloteando a su lado, su propia humanidad expuesta, a pesar de ya no quererse con esa naturaleza, él no era un ser totalmente objetivo, la subjetividad se hacía más fuerte mientras estaba en ese lugar que le brindaba una calidez que no debería haber sentido. Esta era su culpa, y es por eso que estaba tan confundido, sin saber que si su decisión de tomar parte de ambos partidos sea posible. Parecía solo un sueño de un idiota que espera lo imposible, y ese no era él, pero resulta que resultó ser.

Las sonrisas falsas murieron por un momento, así mismo, a pesar de intentar ser el mismo, ahí venía en ese preciso momento una serie de preguntas que no deseaba escuchar, tampoco responder. Y todo quedaba en nada. En esos momentos fue que empezó a analizar todo, la realidad de la sonrisa falsa, que ahora no sabía lo era, o si en verdad ese gesto venía de otro lado inexplicable, y si esas relaciones, se supone que pasajeras, no se habían hundido demasiado en él, ahora dejándole con tatuajes que no quería. Hasta Allen pudo hacer eso, maldición, al chico lo conocía por un tiempo demasiado corto, pero ahora resulta que se estaba ablandando lo suficiente.

Fueron días en vela, donde intentó fingir ser el mismo, y no lo era, pero también sí que era él. Un estrés constante, agotador, y no sabía qué hacer con esto, y entonces la idea más idiota del universo, se le ocurrió. Y era una barbaridad no pensada, pero no podía evitar mirar a lo que parecía el adormecedor de males, no, su mirada se quedó fija en su blanco, y el otro enarcaba las cejas, y lo miraba estresado, y esa era la magia que atribuía, la belleza peligrosa del hombre. Tan difícil de domar, y la idea más llamativa de la que fue parte… tenía que actuar, o perdería, en muchos sentidos perdería. Y quería tranquilizarse, en serio que quería.

No fue tan difícil como tenía pensado, solo lo agarró desprevenido, no como una fiera que acorrala a su presa, ese no era su estilo, aquello iba más con Yu, lo de él, eran sonrisas curiosas, cargadas de otra cosa que mentiras, y ese ojo que miraba algo que deseaba, y un lento acercamiento, una respiración ausente, la cercanía que quemaba, y el nombre tabú susurrado, los ojos de Kanda se encontraban en un trance, lo miraban sin pestañear, esperando su siguiente paso, y era muy simple, solo era cuestión de cortar la última barrera de espacio. Sus labios se juntaron. Besar a Kanda era distinto, era convivir con la sensación del rechazo, y el deseo, todo al mismo tiempo, era sentir manos que prensaban, y lastimaban, labios que pedían, jadeos muertos en la garganta, y gruñidos de disgusto, era la cercanía fría con lo intocable. Era tocar el cielo, estando en el infierno. Él era Yu, y justo eso era lo que venía buscando. Un remolino de emociones, de tantas especies, que lo dejaba seco a la hora de pensar, no había tiempo para más que ese hombre.

Una vez el aliento se perdió, se encontró separándose del japonés, los ojos de hielo lo miraron, y era la frialdad en persona, prendida en llamas. Era obvio el disgusto, por el gusto.

— Sal de aquí conejo idiota.

Lavi sonrió ante la petición, y el apodo idiota, que venía siendo un karma, si se comparaba lo que venía diciéndole a su mentor durante tanto tiempo. Pero no cambio su opinión de lo que quería, así que la sonrisa cínica siguió en el rostro, bailando insolente, como siempre.

— No te preocupes solo será sexo.

Él que Kanda lo agarrara de la bufanda, y le besara, - como si tratara de golpearlo con la boca, - tras eso, no lo esperaba, pero tampoco le disgustaba, a pesar de sentir el sabor del hierro en su paladar. Este era el tranquilizante que deseaba, y mientras más descubría, y más veía, estaba más seguro de eso. El buen sexo podía arreglar muchas cosas, entre esas las cicatrices de su alma.


 

 

9. No.

— Idiota.

Lavi se sintió intimidado por la mirada firme y amenazante de su mentor, y se supone que él era más fuerte, y joven, y todo eso, pero sentirse intimidado era algo que venía desde su infancia, y no se desvanecía, así que… solo retrocedió unos cuantos pasos, y en un acto reflejo, sabiendo a qué venía el disgusto, a pesar de tener la bufanda cubriendo su cuello, cubrió una magulladura que tenía vigente con una de sus manos. Una marca, que se la hizo Yu.

— Te dije, que cambiases de objetivo.

Lavi intentó sonreír falsamente, pero salió muy falso, y notable su intento, así que se ganó un nuevo golpe con un libro.

— Ya, lo siento, pero no es la gran cosa, ya lo hice con otras personas antes.

Las arrugas del viejo se acentuaron, y todos los años que llevaba encima se contrajeron en uno, tenía expresión meditabunda, y melancólica, casi triste.

— El que uno caiga, no significa que ambos deban de caer. Chico, hazme el favor de pensar primera en tu posición , que cualquier cosa.

— Claro.

Bookman Jr., se quedó meditabundo por un momento, entendía el punto, y no lo captaba al mismo tiempo, odiaba esta contrariedad, no quería dudar ni un ápice acerca de lo que era, pero… ahí estaba la pregunta revoloteando, y la certeza. Él no debía sentir más que el placer momentáneo del olvido, Yu, no podía significar más. Se tocó el cuello que dolía… no podía.


 

 

10. Belleza.

Lavi, a pesar de ser un ente metódico, no podía evitar ver las cosas con algo más que objetividad. Sus ojos entrenados veían colores, vidas, y sabores. Diferenciaba varias cosas entre sí, y se quedaba indagando entre varias cuestiones que no debería. Lavi, al igual, encontraba algo fascinante en el cuerpo cansado del guerrero sanguinario, que tenía en una cama, con los cabellos posados en la almohada. Era algo distinto, ver a un amante de turno, con tanto detalle. Era inaudito, poder mirar a alguien así recostado en su cama, con los parpados cansados, pestañas que acarician la piel de sus mejillas. Era… hermoso.

Se supone que no debería pensar en eso, aquello no iba con un Bookman, no era parte de su trabajo fijarse en tales detalles, mucho más indagar entre la belleza de un ser, y otro. Pero no podía evitarlo, no podía siquiera retener a su mano, que acariciaba esas hebras que conbinaban, tan bien, con el cielo nocturno, y hacer salir de sus labios lo más estúpido que diría alguien como él, cuando no se está actuando el papel de alguien impulsivo:

— Eres hermoso Yu, — quería escuchar la complacencia del alago, de los otros labios. Mas nunca recibió aquello, solo encontraba a los ojos azules, acerados, abriéndose un poquito, y una replica que fluía en un segundo.

— Cállate imbécil.

Lavi reía, porque no había sido golpeado, su monto de osadías suicidas se amontonaba cada día más, y seguía vivo, sin un miembro cortado. No podía evitar preguntarse a veces, cuanta era la atracción que ejercía en el japonés, y después se burlaba de sí mismo, eso no debía importarle, ni a él, como aprendiz de Bookman, un hombre que no tiene corazón, y apostaba tampoco a Kanda, quien no quería pensar en esas cosas. Así mismo, aspirar a más era imposible, de eso estaba más que seguro. Leer tanto de él ya le dio la idea, de con quién trataba, y él nunca seria competencia, de un romance que venía siendo la mescolanza de dos vidas… Lavi no podía contra ello. Tampoco quería intentarlo, así que jugaría a ser el mismo, desprendería sonrisas de alegría, - falsas, en su mayoría falsas, - y va a parecer que nada de esto le está pesando, - aunque a veces se da cuenta que lo hace, - y... y la vida, sinceramente, no tenía colores, pero los pintaba algunas veces, y se encontraba con una figura vestida de azul, que deseaba, no haber querido encontrar… y esto era lo único que podía conseguir. No había más.

Notas finales:

Que difícil es esto, bien, como ven, en esta parte, solo trato al personaje de Lavi, él es quien cuenta la cosa en esta parte, y por eso no hay necesidad alguna de leer el anterior. Bien, también esta parte, el género no es distinto, no es feliz, ni es pintado de rosa, y esas cosas, solo es lo que me sale que sea, eso es… jajaja. La segunda parte de esta historia vendría siendo la próxima semana, - eso creo, - y si alguien está interesado, la tercera parte de este dúo de historias, con un final, digamos que feliz, puede venir después, pero todo va de la mano de su opinión, así que… ¿Qué me dicen?.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).