Wonderland.- Prólogo.
Paul
-Mamá..., ¿Donde estoy?, ¿Donde estamos?- preguntó al borde de un ataque de histeria, dirigiendo su mano a su cuello y comenzando a rascar de manera ansiosa, abriendo viejas heridas-
-Tranquilo mi vida- comenzó a decir la mujer, separando la mano del joven de su cuello- Todo estará bien- una sonrisa se formó en su rostro, al tiempo que apretaba levemente la mano del chico-
-¿Lo prometes?- tanto la voz, como el rostro de Paul demostraban lo ansioso que se encontraba-
-la mujer bajo el rostro y titubeó durante unos segundos- Sí, todo estará bien, lo prometo- trago duro, mientras miraba fijamente los ojos azules de su hijo, llenos de vida y miedo, aún era un niño- Mi vida, tú también debes prometerme algo- una sonrisa se formó en su rostro, intentando afianzar lo dicho-
-Sí- habló sin mucha seguridad-
-Tienes que prometer que te portaras bien- la mujer le acarició la mejilla-
-¿Por qué?-
-Prometelo- ordenó con molestia-
-Paul asintió con la cabeza- Lo prometo-
-Buen niño- palmeo su cabeza y se levantó de la cama, ante la atenta mirada de su hijo-
-¿Mamá?, ¿A donde vas?- su voz se lleno de miedo, y no pudo evitar comenzar a pellizcar sus piernas-
-Tranquilo, volveré- dijo caminando a la puerta y girando la perilla-
Paul miraba todo sintiendo una opresión en su pecho, sus manos subieron y comenzaron a rascar su cuello con desesperación, un fuerte ardor cubrió su cuello y el rojo líquido empezó a escurrir.
-¿Lo prometes?- su voz se quebró y las lágrimas salieron de sus ojos mojando todo a su paso, al igual que la sangre de su cuello-
Su madre se giró a mirarlo, abrió la puerta y le sonrió antes de salir.
Eso, en el mundo de Paul, era un No, soltó un grito sordo, y se desplomó en la cama.
Mark
La puerta se abrió, el chico no se inmutó, y siguió mirando algún punto fijo en la habitación de paredes blancas.
-¿Hijo?...- preguntó la mujer que acababa de entrar mientras se acercaba a la cama-
El joven siguió en silencio, la mujer se sentó en la cama y miro a su esposo, que se encontraba recargado en la puerta cerrada.
-Todo estará bien Cariño, volveremos, no tienes porque preocuparte- habló colocando su mano sobre la del joven, quien laquitó enseguida-
-Vamos- habló el chico, con la voz glacial de siempre- yo sé en donde estamos, ¿por quien me toman?, ¿creen que no los escuché cuando hablaban de encerrarme en este lugar?- su voz no cambió, y su mirada siguió perdida en algún punto-
-Eso no es verdad- su madre titubeó-
-Claro- una nota de sarcasmo se aprecio en su hablar-
-Si ya lo sabes entonces no tiene caso todo este teatro- habló su padre con voz dura-
-Hijo, tú sabes que te amo- la mujer sonó desesperada-
-Si fuera así no me abandonarías con quien pudieras-
-No, yo...- comenzó a decir antes de ser interrumpida-
-No hacen falta explicaciones, no me importan- su voz se torno un tanto hostil-
-¡Tú no sabes!, ¡Tú no tienes idea de cuanto he sufrido!, ¡Eres un desagradecido!- explotó la mujer- Sabes lo difícil que es que todos hablen de ti, de tú familia, que no sepas como tratar a tú hijo- las lágrimas se amontonaron en sus ojos- ¡Mirame y dime que lo sabes!- exclamó enojada-
-el joven se giro y la miró a los ojos, fue cuando su madre se dio cuenta de lo perdido que estaba su hijo, sus fríos ojos negros, casi grises, no tenían vida, eran oscuros, estaban vacíos y sin ningún ápice de sentimientos- ¿Sabes tú, acaso, lo que yo siento?, ¿lo que yo he vivido?- su expresión no cambió-
-Vamonos- habló el hombre, mientras abría la puerta-
-Sabía que no tenía caso todo esto- la mujer se levantó y se encaminó a la puerta-
Mark paso su mano por el edredón blanco, acariciandolo, y sus párpados se cerraron, al igual que la puerta.