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Mis manos sobre las tuyas. por samuesselmo

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Notas del fanfic:

De verdad que amo a esta pareja, y no puedo evitar escribir de ellos. Espero que les guste esta historia...

 Comenzó en preparatoria, era el primer día y los alumnos ingresaban, algunos ansiosos, otros nerviosos por ser nuevos, como ocurría con Hanamiya Makoto que miraba hacia todos lados. Había muchos jóvenes caminando de un lugar a otro, como en todo primer día, los diferentes clubes buscaban nuevos miembros.

 Makoto miraba con interés los puestos dónde la gente se acumulaba, le había llamado la atención un tranquilo club de lectura, tal vez era eso lo que buscaba, pero estaba tan sumergido en sus propios pensamientos no logró escuchar una profunda voz que parecía que se dirigía hacia él. Fue jalado de la manga por una gran mano, y gracias a ésta no recibió ningún daño por la veloz pelota de basket que pasó a su lado. Miró sorprendido la pelota, y sin quitar su cara de sorpresa miró a su salvador. Un chico alto, grande, con una tranquila sonrisa, Kiyoshi Teppei.

 —¿Estás bien? –Preguntó sin soltar la mano de Hanamiya, pero se zafó de un tirón y salió corriendo, desapareciendo de la vista del castaño.

Se escondió detrás de una pared blanca, a la sombra, procurando no ser visto por otros alumnos. Sus mejillas estaban rosadas, su cuerpo no dejaba de temblar y sentía los ojos acuosos. Lo que Hanamiya no sabía era que se había enamorado.

 El día transcurrió de lo más tranquilo, de no ser porque en su misma clase estaba aquel castaño que lo había rescatado de ser golpeado, cada tantos minutos se volteaba, lo tenía justo a su lado, y cuando éste se daba cuenta de que era observado le regalaba una pequeña sonrisa, pero sólo hacía que volviera a su posición inicial, como si nada hubiera pasado.

 Cuando tocó la campana, prácticamente salió corriendo del salón y se dirigió hasta la azotea para poder comer su almuerzo al aire libre. Aunque, a mitad de la comida, alguien lo llamó por su apellido. Al levantar su cabeza, su mirada se cruzó con la Hyuuga Junpei. Tenía el ceño fruncido y lo miraba de arriba.

 —No esperaba encontrarte aquí –Comentó acomodándose los lentes –¿Ya es el primer día y quieres robarte a mis cosas? Nunca cambias.

 —¿Tus cosas? ¿De qué hablas? –Preguntó poniéndose de pie levantando el mentón –Es como si el niño caprichoso quisiera provocar a cualquiera. Ya no somos unos niños Hyuuga.

 —Sólo no te me acerques –Dijo el de lentes observándolo cuando se alejaba para volver a clases.

 —Tú eres el que se me acercó, idiota –Finalizado eso le sacó la lengua y bajó para dirigirse al salón de clases.

Los días pasaban, hasta convertirse en meses y el calor primaveral de sentía poco a poco. Makoto y Kiyoshi sólo intercambiaban un par de palabras amistosas, pero no llegaban a más, el más bajo se ponía nervioso y no se expresaba mucho, por lo que el castaño era el que más hablaba y reía.

 Un día de esos, cuando el clima era muy agradable, Hanamiya se había propuesto a prepararle un almuerzo casero a Teppei. Cuando fue en busca de él para entregárselo, antes de entrar al gimnasio –Kiyoshi era el centro en el equipo de basket- escuchó una voz muy conocida. Hyuuga estaba hablando con él con una sonrisa muy simpática.

 —Mira, te compré el almuerzo –Había dicho el de lentes mostrándole una bolsa de alguna tienda. El más alto lo aceptó con gusto con una sonrisa apenada diciendo que no tuvo que haberse molestado.

 Ambos salieron del gimnasio, y se chocaron con el azabache que no sabía cómo reaccionar ante la situación, sólo escondió la pequeña caja del almuerzo en la que tanto se había esforzado en hacer detrás de él.

 —¡Hanamiya! –Exclamó contento al verlo el más alto -¿Quieres almorzar con nosotros?

 Hyuuga lo miraba rabioso, y tironeó de la manga a su compañero –Lo siento pero, tengo que hablar contigo a solas Kiyoshi –Dicho y hecho, los dos se retiraron del lugar, dejando a Makoto solo. Éste miró la pequeña caja que había escondido, y muchas emociones pasaban por su cabeza, pero más se preocupó cuando vio sus finas lágrimas caer en ella.

 —¿De qué querías hablarme, Hyuuga? –Preguntó Teppei una vez se sentaron bajo la sombra de un árbol comenzando a comer.

 —No te acerques a ese Hanamiya –Sentenció seriamente Junpei.

 —¿Qué? – Kiyoshi había dejado el almuerzo y miró curioso al de lentes -¿Por qué?

 —Es una mala persona. Es un mentiroso y traicionero.

 —Eso no es verdad, es muy amable –Comentó sin creerle -¿Tú ya lo conocías?

 —Lo conocí cuando iba al jardín de infantes. Él siempre rompía mis juguetes, se burlaba de mis lentes, era muy molesto –Contó tras un suspiro – No podía llevar nada nuevo porque él se me acercaba y robaba lo que tenía en las manos.

 Kiyoshi no pudo evitar reír, y cuando paró un poco dijo –Hyuuga, eran niños. No puedes seguir guardándole rencor.

 —Tú no lo entiendes. En primaria era igual, arrojaba mis libros al suelo y después los pisaba.

 —Tal vez tenía sus razones… - Volvió a comentar con una sonrisa torcida –Quizá sus padres no podían comprarle ciertas cosas, y sólo se sentía algo celoso.

 —¿Padres? Ni siquiera a él le quieren.

 —¿Por qué dices eso? –Teppei miró a Hyuuga algo preocupado, él no era de hablar de esa forma de las personas.

 —En el festival Hanami*, los alumnos y padres hacían un picnic en familia, pero Hanamiya era el único que estaba solo.

 —Pobrecito… - Suspiró con un deje de molestia –Es sólo una persona que necesita cariño.

 —Eres demasiado bueno, Kiyoshi –Suspiró derrotado el de lentes.

 Estaban cerca del fin del año escolar, y Hanamiya juntó todo su valor para escribirle una carta de amor a Kiyoshi, sólo debía dársela antes de la salida.

 Con la carta en mano se dirigió hasta el gimnasio dónde suponía que el mayor se encontraba, ya estaba a punto de salir, así que se acercó despacio y temblando, pero al ver a Hyuuga besando a Kiyoshi retrocedió y volvió a esconderse afuera, detrás de una de las paredes del gimnasio.

 Cuando comenzó a llover la pareja salió de la mano del gimnasio, Teppei abrió su paraguas y se decidieron a irse, pero él vio a un Makoto muy mojado, temblando y estrujando lo que parecía ser un pedazo de papel -¿Hanamiya? ¿Quieres venir con nosotros? ¿Tienes paraguas? –Preguntó preocupado al verlo en tal estado.

 El “chico malo” –como lo llamaba Junpei- levantó un poco temeroso la vista, y el ceño fruncido muy pronunciado de Hyuuga lo hizo retroceder un paso, negó con la cabeza y mintió diciendo que su casa estaba del otro lado.

 Kyoshi le pidió que se cuidara, antes de irse, y que cuando llegara a casa se diera un buen baño caliente. Cuando el par se fue, las lágrimas de Hanamiya se mezclaron con la lluvia. ¿Eso se sentía tener el corazón roto?

 Pero las cosas empeoraron cuando el azabache llegó a su casa, se encontró a su padre en la sala con una gran maleta, y antes de irse y azotar la puerta dijo –Hay dinero en la cocina. Cuídate.

 Makoto estaba confundido, a paso lento, arrastrando los pies, se acercó al cuarto de su padre, vio que sus cosas no estaban, y por su cabeza pasaron las siguientes palabras: Primero mamá, y ahora tu…

 Se acostó sin más en la cama, sin darse un baño, con la ropa empapada, con el rostro bañado en lágrimas.

 Al día siguiente, a Kiyoshi no se le pasó por alto la ausencia de Makoto. Se preocupó tanto que pidió la dirección de éste para ir a visitarlo. Hyuuga lo acompañó, pues no confiaba para nada en ese chico.

 Cuando se abrió la puerta, pudieron apreciar a un Makoto sonrojado, con un barbijo y pijama, con cara cansada. Teppei le dijo que tuvo que haberse cuidado, pero fue un regaño tan tierno y dulce, que Hanamiya sólo bajó la cabeza arrepentido.

 Terminaron por ver una película, los tres sentados en el sofá, con Kiyoshi en medio. Era viernes, así que no había ningún problema en quedarse hasta tarde. Hyuuga se había dormido sobre el hombro de su novio, pero éste se preocupaba por Makoto, éste tosía mucho y le parecía que estaba más pálido que de costumbre. Con cuidado le puso una mano en la frente, estaba hirviendo. Levantó al más bajo hasta llevarlo a su cuarto.

 —Tienes mucha fiebre –Dijo nervioso Kiyoshi -¿Y tus padres? Es muy tarde.

 Imposible de controlarse, el azabache comenzó a llorar –Papá… se fue… - Gimió cerrando los ojos, como si le doliese de verdad físicamente.

—No… no llores –Pidió arrepentido de lo que había dicho hace un rato –Hanamiya, si necesitas algo me lo puedes decir ¿sí?

 Tras esa pregunta Makoto cayó dormido, sintiendo entre sus manos las de Teppei, quien seguía mirándolo preocupado. Antes de irse tomó una de las llaves de la casa del menor, al ver que tenía una copia y se fue junto a su novio.

Las cosas parecían haberse normalizado, por así decirlo, Makoto volvía a la escuela, pero no le dirigía la palabra a nadie, y ya no mostraba siquiera una pequeña y tímida sonrisa.

 A la hora del almuerzo, dos semanas después de que Hanamiya había enfermado, Hyuuga fue a dejarle las cosas en claro. En la azotea, la discusión empezó entre esos dos, sin enterarse de la presencia de un tercero.

 —¿Cuántas veces tengo que decirte que no quiero que te acerques a mis cosas? –Dijo el de lentes en voz alta y clara –Kiyoshi Teppei es mi novio, y no tolero que se pase todo el día hablando de ti. ¡Él puede ser despistado, pero yo no! ¿Crees que no me di cuenta de esa estúpida comida cacera? ¿O, de la carta?

 —Hyuuga, lo siento, pero ya no somos un par de niños pequeños. Sé que no fui la mejor persona antes – Respondió Hanamiya mirándolo a los ojos.

 —Eso está claro.

 —Estaba celoso de ti, tú siempre tenías cosas geniales. Yo quería ser como tú –Confesó el de ojos claros sintiendo que en cualquier momento estallaría en llanto, volviendo a pensar en su familia.

 —¿Y sólo por eso estás interesado en Kiyoshi? –Preguntó sin poder dejar de estar molesto el de lentes.

 —¡No! ¡Te equivocas! –Exclamó nervioso sintiendo caer un par de lágrimas por sus mejillas –Yo… lo conocí antes de saber que tú ibas a la misma escuela.

 —No soy idiota – Dijo antes de irse –Y nadie va a creer esas hipócritas lágrimas de cocodrilo.

 Al día siguiente, Kiyoshi rompió con Hyuuga y lo dejó solo luego de decir: Creí que eras diferente. Y luego, corrió a buscar a Hanamiya, éste había vuelto a faltar a clases, y estaba seguro de que no era porque se encontrara enfermo.

 Usó la copia que tenía de la llave del departamento donde vivía Makoto y entró preocupado, pero se sintió aliviado al ver que estaba con su pijama.

 —¿Teppei? ¿Qué haces aquí? –Preguntó el azabache nervioso.

 —Hoy faltaste ¿Estás bien?

 —Si –Respondió temblando estrujando sus mangas, que estaban detrás de su espalda.

 Como si Hanamiya se tratase de la más fina porcelana, lo tomó de los hombros y con sólo mirarlo a los ojos le pidió que le dejara ver sus brazos. Levantó con cuidado las mangas del pijama que llevaba el más bajo y pudo distinguir algunas cicatrices recién hechas. Al percibir que Makoto estaba a punto de llorar, lo abrazó con fuerzas susurrándole al oído que no volviera a hacerlo.

 Al castaño le costó trabajo convencer que el menor  de que se mudara con él y sus abuelas, pero al final terminó aceptando. Ambos compartían una misma habitación, y la abuela del mayor se había enamorado del azabache, a pesar de que era bastante callado.

 Hubo algunas complicaciones durante las noches, y era que Hanamiya sufría muchas pesadillas, lo que causaba que gritara y llorara. Incluso llegó a llamar la atención de la anciana que cuidaba a Teppei, y varias veces entraba al cuarto de ambos para calmar al menor.

 El tema se solucionó cuando ambos jóvenes unieron las camas, y Teppei le dijo –Si tienes una pesadilla de vuelta, no dudes en apretar todo lo que quieras mi mano ¿si? –Y a partir de ese día, los dos, se volvieron mucho más cercanos que antes.

 Teppei terminó por convertirse en psicólogo cuando terminó su carrera universitaria, por otro lado, Hanamiya no logró llegar a entrar a una universidad debido a la falta de dinero, pero consiguió por oficio trabajar como repostero por encargo. Ambos felizmente consiguieron comprar con mucho esfuerzo su propia casa, Makoto tenía una gran cocina para poder trabajar sin problemas, lo que alegraba a Kiyoshi, porque podía ver de acá para allá una sincera sonrisa por parte de su, ahora, novio.

 La sorpresa que más los asustó fue la vez que Makoto había ido hasta el consultorio donde Teppei trabajaba para llevarle el almuerzo casero que había preparado. El azabache había empezado a sentirse mal, y le dolía el vientre intensamente.

 Teppei lo llevó a la clínica, y allí les dijeron que fueron padres. Nació el pequeño Kaoru, un niño castaño que había salido del vientre de su madre con los ojos abiertos curioso y tranquilo, sin derramar ninguna lágrima, y por supuesto, muy saludable.

 El doctor, luego les explicó, que había casos en los que los embarazos pasan desapercibidos sin ningún tipo de síntomas y sin mostrarse físicamente. Ambos padres primerizos, a pesar de la gran sorpresa fueron muy felices, claro que, después de calmar a un ansioso Hanamiya que no paraba de disculparse diciendo que él no tenía idea de nada.

 Ahora, la familia vive tranquila, feliz y muy unida. Kiyoshi y Makoto siguen durmiendo de la mano, aunque éste último ya no presentaba pesadillas. Siempre de la mano, como la primera vez que se vieron.

Notas finales:

*Hanami 

Espero que les haya gustado. De ser así les agradecería leer su opinión, me ayuda mucho a seguir escribiendo. 

 Saludos

By Selmo


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