Jonghyun.
Secundaria SeoKyung: el lugar en el que me tengo que graduar para poder cumplir mi sueño de ser un compositor. El único problema que esta escuela tiene son Minho y Kibum, los mayores idiotas que conozco. ¿Qué por qué afirmo eso? Todo empezó el día que ingresé aquí, luego de terminar de llenar los papeles y esperar un día pude decir con orgullo que había entrado a una de las más prestigiosas escuelas para artistas. Claro que todo tiene un lado malo y aquí el lado malo es este dúo.
Todo iba bien, ingresé a la clase, me presente y el profesor me indico que me sentara en un banco a la mitad del salón, justo delante de Kibum. En el momento en que empezó la clase el falso rubio comenzó a patear mi silla. Luego vino el recreo y ahí se acercó su amigo Minho y tuvimos una conversación poco convencional para cuando conoces a alguien:
- Hey, bienvenido, espero que disfrutes tu breve estadía aquí.- dijo el castaño.
- Sí, porque ya sabes, músico, que aquí no nos gustan mucho los de tu tipo.- terminó de decir el otro.
Acto seguido se fueron y me dejaron sumido en la mayor incertidumbre en la que me he podido encontrar. Sólo han pasado siete días y ya no lo soporto. Se sientan a comer conmigo a veces, sólo para molestarme y arrojarme comida. En las clases Kibum sigue pateando mi silla. Incluso llegaron a pegarme un papel en la espalda que decía “pégame, soy un bicho raro”. Por suerte un niño de segundo año me lo sacó antes de que la cosa se pusiera peor. Su nombre es Lee Taemin y me ha explicado como son las cosas en esta escuela: la mayoría son ricos, luego están los becados inteligentes y por último están los que son como yo, becados por nuestro talento. Aquí ser becado es sinónimo de ser pobre y a los becados les hacen la vida imposible.
- Malditos ricos.-murmuro mientras limpio huevo que han tirado en mi cabeza unos chicos más grandes que yo- Inmaduros.
- ¿Jjong-ah?- me llama una voz que reconozco como la de Taemin.
- Aquí estoy.- respondo y él se acerca a donde me encuentro limpiando mí cabello.
- Hum… ¿lo tienes difícil ahí?
- Creo que sería más fácil si alguien me ayudara o si simplemente no sucedieran cosas como estas.
- Lo siento, sumbaenim, debí haberte avisado antes.
- ¿Acerca de qué?
- Del funcionamiento de la escuela.
- Tú no tienes la culpa, el problema lo tienen ellos.
- Aún así, debí haberte avisado.
- Pero si apenas nos conocimos ayer. Y ya me has ayudado bastante, no sé si deberían verte conmigo, no quiero que te lastimen.
- A mi no me harán nada, no te preocupes.
Me encojo de hombros y termino de sacar un pedazo de cascara blanca de mi cabeza. No sé como ha hecho fortuna la familia de Taemin, pero tiene que ser rico, sino le harían lo mismo que a mí. El timbre suena y él me dice que si no llegamos rápido al aula podemos ser castigados, asique le aconsejo que se adelante. Un segundo después de que se va aparece un chico castaño, más alto que yo, de ojos marrones y aspecto cansado.
- Hola, hoobae.- me saluda, por lo que deduzco que es uno del último año.
- Hola.- es lo único que respondo.
- ¿No te molesta si duermo aquí no?
- ¿Aquí? ¿Dónde? Si no hay lugar…
- No te preocupes, yo encontrare un lugar, pero no le digas a nadie que me viste o puede pasar algo malo.
- Hum…- No respondo nada más y no me quedo el tiempo suficiente para comprobar si encontró un lugar o no para dormir. Llego al aula justo a tiempo y me acomodo en mi silla, claro que Kibum no pierde ni un segundo para empezar a patearme.
Finalizada la clase y ya harto de lo mismo me giro y enfrento los ojos felinos del falso rubio.
- ¿Podrías no patear mi silla durante las clases?- intento sonar lo más calmado que puedo.
- ¿Quién lo pide?- responde él inclinándose un poco hacia adelante.
- Yo.
- ¿Y tú eres…?
- Kim Jong Hyun.
- Mmm… lo siento, ese nombre no me suena de nada, no debes ser alguien muy importante ¿no?
- ¿Qué?
- Mira, por si no te ha quedado claro, esta escuela no es para ti. Deberías volver a una de esas escuelas para gente común.
- ¿Gente común?
- Ajam.
- ¿A qué te refieres…?
- ¿Hey, Jjong-ah, te estás revelando?- dice una voz diferente. Miro hacia delante y veo que Minho se gira en su asiento.
- No, el cachorro no se está revelando, él hace caso a su amo, sólo hay que domesticarlo, ¿cierto, cachorrito?
- No me llames así.
- ¿Jjong-ah, vas a sentarte de nuevo con nosotros para almorzar?
- Ni en sueños.- le respondo al castaño.
- ¡Pero es divertido! Solos, tú, Minho y yo.
- ¡Sí, será genial!
- He dicho que no.- me levanto de mi silla y me dirijo a la salida del aula, pero Minho y Kibum cruzan sus brazos detrás de mis hombros y me obligan a caminar con ellos.
Al llegar al comedor, cada uno agarra un plato y ponen uno en mis manos, luego sirven toda clase de comida, especialmente en el mío. Luego nos dirigimos a una mesa y me obligan a sentarme al frente de ellos.
- Come mucho, Jjong-ah, esta comida te la regalamos nosotros.- dice Minho.
- Sí, Jjong, come.- repite Kibum mientras se lleva una cucharada de algo a la boca.
- Perdón, chicos, pero no tengo hambre, y en todo caso no comería con ustedes.- me levanto y hago ademán de irme cuando dos chicas pasan y me empujan haciendo que su comida caiga en toda mi ropa. Ambas se quejan y dicen que la comida no se regala, que tenga más cuidado, pero se alejan riéndose asique sé que la comida es lo que menos les importa.
- Parece que tienes un problema, Jjong.- la voz de Kibum es lo último que escucho antes de dirigirme, por segunda vez en el día, al baño para limpiarme.