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Una flor para una flor por Yoshita

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Notas del fanfic:

Bueno, aunque falte un día, es necesario subirlo hoy, por ser un two-shot además de un regalo de mi para mi (cumplo años un día antes de Sanji, genial). 

 

Feliz cumpleaños a mi <3

Notas del capitulo:

Inspirada en una frase que le dijo mi papá a mi mamá. 

Espero les guste, mañana viene la segunda parte. 

La mañana era cálida, sin añadir que una suave llovizna les caía encima. Los rayos del sol incidían sobre la cubierta del barco mientras la suave marea marina movía el navío anclado al puerto. Las dos chicas tomaban los primeros rayos mañaneros, acostadas en sus sillas, con gafas de sol y poca ropa. Nami y Robin hablaban entre ellas mientras Sanji les servía unas bebidas antes de volver a la cocina para preparar el desayuno. Luffy descansaba en la cabeza del Sunny y Usopp contaba historias a Chopper y a Franky, quien medio dormitaba; Brook y Zoro aún no se habían levantado. La puerta de entrada a cubierta se abrió de golpe.

-Feliz cumpleaños, Sanji-san, que pases un espléndido día- mencionó Brook- buenos días a todos.

-Sanji, ¿hoy es tu cumpleaños?- Sanji se encogió de hombros.

-Hoy…- pensó por un momento- sí, lo es- musitó sorprendido, golpeando su puño en su palma abierta- ¡hoy es mi cumpleaños!

-¡Feliz cumpleaños Sanji!- Luffy bajó de golpe de la cabeza del Sunny y corrió en pos del cocinero, lanzándose sobre el mencionado, colgándose en su espalda. Se reían juntos, luego las chicas se le unieron y finalmente el resto de la tripulación que estaba en cubierta.

-Bájate de mi espalda, Luffy, baja- le pedía entre risas- Brook, ¿cómo supiste que era mi cumpleaños?

-Yohohohohohoho, él me lo dijo.

-¿Él?

El tripulante faltante apareció por la puerta, pasando por el pequeño espacio que estaba entre los chicos que acosaban a Sanji por su cumpleaños. Sanji le daba la espalda.

-Feliz cumpleaños, Ero-cook. Felicidades- mientras pasaba detrás de él, acarició la rubia cabeza con suavidad y sonrió de lado, mirando al festejado de reojo, provocándole un marcado sonrojo en su rostro. Siguió derecho y volteó frente al esqueleto- ¿lo tienes, Brook?

-Lo que me pediste, ¿vamos?

-Vamos- los dos chicos bajaron las escaleras al interior del barco, dejando atónitos y sin palabras a la tripulación restante.

-¿Y eso que fue?- cuestionó Franky aun sin salir de su asombro- Zoro estaba SÚPER raro.

-¿Cómo sabía ese Marimo que hoy era mi cumpleaños?

-Ni idea- musitó Luffy- pero hoy hay fiesta, ¡por Sanji!

-¡Por Sanji!- estuvieron de acuerdo y retomaron sus actividades cotidianas luego de felicitar al chico.

-Cocinero-san, ¿por qué el sonrojo?

-Mi-mi querida Robin-chwan, yo-yo-yo no estoy sonrojado, como crees, ¿sonrojado yo por el Marimo? Ni loco…- la voz se le fue desvaneciendo a medida que se fijaba más en las miradas reprobatorias que le dirigían las dos tripulantes del Thousand Sunny- ya, me atraparon.

Las chicas rieron con suavidad. Se levantaron y dieron a Sanji un beso, cada una en una mejilla.

-Sólo dilo, Sanji-kun, la ayuda vendrá.

-¿Ayudarme? ¿A estar con el Marimo? Terminaríamos peleando de nuevo, además está algo pegado con Brook últimamente, ¿me lo van a negar?

-¿Son celos, Sanji-kun?

-¿Celos? ¿Por el Marimo? Ni que… Me atraparon de nuevo.

-Deja que lo que tenga que pasar pase, ¿bien? ¿Por qué no vas mejor a darle una vuelta a la isla? Dicen que los músicos callejeros de la isla Crescendo son los mejores. Ve, diviértete, nosotras nos encargaremos del almuerzo.

-Pero…

-El resto saldremos en la tarde. Ahora vete- le incitaron las chicas.

-Entendido, me iré. Pero primero el desayuno- bajó a la cocina y comenzó a preparar la primera comida del día.

Revisó una de sus tantas recetas antiguas y la preparó con dedicación. Mientras tanto pensaba en el Marimo. ¿Le había acariciado la cabeza? ¿Le había deseado felicidades? ¿¡Se había enterado que era su cumpleaños?! ¿De qué manera? Ni siquiera él mismo lo recordaba. ¿Y qué era lo que se traía con Brook? Últimamente estaba muy pegado al esqueleto ese y no parecía molesto. ¿Podía ser el Marimo tan imbécil de querer a Brook y no a él? Que desfachatez, él, un hombre hecho y derecho, enamorado de un recipiente andante de sábila. Era como un Ent, uno de esos árboles raros que caminan y hablan. ¿Por qué Zoro no se fijaba en él?

-Ah- suspiró, no iba a dejar que lo venciera un bonsai. Terminó de poner los platos en la mesa y llamó al resto. 

-¡Ya era hora! ¡Moría!

-Luffy, Sanji está de cumpleaños, deberías darle un descanso. 

-Pero Usopp- hizo un puchero- no vivo sin comida. 

-Nadie- añadió Nami- pero nosotros nos controlamos.  

-Ya- cortó Sanji- Luffy, no molestes a mi Nami-chan. ¿Y Brook y el Marimo?

-Ni idea- dijo Chopper mientras tomaba una hogaza de pan. 

-Voy por ellos.  

-Yo voy Sanji, es tu cumpleaños, ningún alga te va a molestar- Franky salió de la cocina en busca de esos dos faltantes, llegando con ellos al rato. 

El desayuno pasó con normalidad, hablando de los usuales robos de comida por parte del capitán y seguidos golpes por parte de la navegante. Sanji acabó por recoger los platos y comenzó a lavar. Unas manos lo detuvieron. 

-Sanji-kun, deja que nos ocupemos de esto.  

-Adelante, Cocinero-san, ya puedes irte. 

Sanji les sonrió y les dio las gracias antes de salir disparado a cubierta y bajar de un salto al muelle de piedra que conectaba a la isla con los barcos que arribaban al puerto. Era ya bastante entrada la mañana. Comenzó a caminar por los caminos de piedra que adornaban las calles musicales, donde se juntaban en varias plazas con fuentes y músicos. Podía ponerse a dar vueltas y vueltas por las enormes plazas y las melodías pululantes, pero no quería que sus chicas estuvieran ocupadas por su culpa. Se decidió regresar. 

-Buen día, joven- un vendedor de fruta le tendió una manzana verde- felicidades. Esto es para ti, tómala.  

-Gracias...- estaba sorprendido. ¿Era su impresión o ese tipo sabía de su cumpleaños?- ¿está bien que me la regale?

-Hoy es un día para regalarte cosas, ¿no es cierto?

-Lo es...- contestó esquivo. Eso era muy extraño.  

-Adelante, camina mas, disfruta el pueblo. Hoy es un día especial y el pueblo lo sabe. Buena fortuna, muchacho- se despidió de Sanji y atendió a una anciana a su lado.  

-Eso fue raro...- se dijo mientras seguía caminando por los adoquines. 

Un grito de sorpresa lo sacó de su mente al ver como encendían las fuentes de agua y el líquido transparente comenzaba a fluir. Empapaba a la gente: niños y adultos, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes. Todos reían y disfrutaban entre ellos al son de los miles de músicos esparcidos a sus alrededores. 

Sonrió. Era un bonito día. Podía aprovecharlo otro poco. Además estaba seguro que si volvía, Robin y Nami lo empujarían fuera del barco de nuevo. Se decidió a caminar entre la multitud y se dio un pequeño baño en la fuente para refrescarse.  Se acercó a uno de los músicos, tocaba un contrabajo.  

-Tenía tiempo de no ver uno- le dijo al joven vagabundo que interpretaba- ¿te molesta?- le señaló el instrumento.  

-Para nada- le tendió el arco y el contrabajo- adelante. 

Acomodó el arco en su mano y sus dedos los posó en las cuerdas. Comenzó a tocar con calma. No era muy bueno, pero sabía de cosas. Tocó por un espacio de 5 minutos y agradeció al músico, dejándole unas cuantas monedas.

Avanzó hasta un puesto de baratijas y accesorios. Se fascinó con las cosas que encontraba y pensó en comprarle algunas cosas a las chicas y, ¿por qué no?, al resto de la tripulación. Encontró una estrella de mar naranja perfecta para Nami. Una flor morada y blanca para Robin. Un barco pirata para Luffy. Una llave de tuercas para Franky. Una cruz roja de primeros auxilios y se le hizo gracioso llevársela a Chopper. Una estrella amarilla que lo hizo pensar en Usopp y una nota musical para Brook. Pagó los collares. 

-No encontré nada para Zoro...

-¿Roronoa Zoro?- comentó la dependienta del puestecillo. Sanji se envaró. 

-Si, ¿por qué?

-¡Eres amigo de Zoro! ¡Que gusto!

-Conoce a Zoro, al parecer.  

-Si- la mujer calló, no podía decir nada mas de lo necesario- ah, ¡eres tu!

-Si, supongo- se le antojaba raro y le estaba dando mala espina.  

-Felicidades- le deseó mientras le daba una pequeña cadenita dorada- ten, consérvala, la vas a necesitar. Ah, y toma esto- le alcanzó una cinta larga de color amarillo con un espiral negro en medio- esto es para Zoro, se que le gustará, te la regalo junto con la cadenita que te di. Gracias por venir, buena suerte- la mujer se despidió y entró a una pequeña carpa que tenía en la parte de atrás. 

Se alejó tan rápido como pudo de esa tienda. Algo no iba bien y su subconsciente aun no hallaba que era. Tal vez no se sentía tan amenazado, pero... Era extraño. ¿Cómo conocía esa mujer al Marimo? ¿A SU Marimo? Bueno, suyo a medias, en sus pensamientos solamente. Se tocó el cabello y pensó en el dulce roce de Zoro esa mañana. ¿Qué mosca le había picado? ¿Cómo sabía de su cumpleaños? ¿Por qué se había venido comportando de esa manera tan amable los últimos días? En realidad, mas que días. Su comportamiento era extraño basado en su relación previa. Se sentía mas amable, mas atento, mas... Cariñoso.

-Imaginaciones mías, todos mis deseos de estar con el Alga. Idiota- sostenía la bolsita con los regalos mientras fumaba con la mano libre.  

-¡Cuidado!- oyó y se agachó antes de que miles de libros volaran de un lado a otro de la calle. Fue golpeado por unos pocos. Cogió el libro de portada de colores en sus manos y lo abrió. La primera página rezaba "la vuelta al mundo en mas de mil sabores. Recetas de cocina internacional". Giró la cabeza y se chocó con un pequeño al estar aun agachado mirando el libro.  

-Hola. Lo siento por eso- señaló la avalancha de libros que se les venía encima- conserva ese. Feliz día- el niño salió corriendo. 

Eso ya era de asustarse. Caminó mas rápido de vuelta al barco mientras todos le sonreía y le deseaban felicitaciones y buena fortuna. Le dieron mas frutas y unos globos, y una muchacha le dio una flor alegando que él seguramente tendría alguien a quien dársela. Antes de asustarse mas, subió al barco. 

-¡Sanji! ¡Volviste! Queríamos ir a comprarte algo...- Usopp le dio un codazo en el estómago-... Que diga, a dar una vuelta. 

-Está bien Luffy, vayan, yo haré el almuerzo- contestó recuperando el aliento.  

-Pero si ya almorzamos- informó Franky- lo hicieron las chicas. Quedó SÚPER rico. 

-¿¡Es tan tarde ya?!

-Estuviste casi 3 horas en la isla, Luffy nos estaba volviendo locos.  

-Lo siento Chopper. Pero, ¡hey!, les traje algo.

-¡Regalos!

-¡Luffy! Se supone que nosotros debemos regalarle cosas a Sanji-kun, no él a nosotros. 

-No me importa en lo mas mínimo, Nami-chan, vi algo para mis chicas y lo traje. Lo de estos idiotas fue por casualidad. Tengan- les dio los regalos a los presentes- ¿dónde está Brook?

-Con Zoro.  

-¿Y dónde está el Marimo?

-Con Brook. 

-Eso es de mucha ayuda. 

-Zoro y Brook no han salido de la habitación del primero desde esta mañana después de que te fueras.  

-Ah- musitó desanimado- voy a la cocina- bajó con la mirada gacha.  

-¿Qué le pasa?- Luffy se rascaba la cabeza mientras analizaba la actitud de Sanji. 

-Nada- respondió Robin- voy a colocar el regalo de Cocinero-san en algún lugar, le buscaré sitio. 

-¡Yo ya se dónde!- Luffy amarró la cinta negra alrededor de la cinta roja de su sombrero- ¡listo!

-Yo también lo voy a usar- Nami lo colgó de su cuello.  

-Lo pondré en el taller- Franky bajó de cubierta al interior del barco y colgó el dije en una puntilla donde tenía la llaves y demás cosas importantes.  

-Lo amarraré aquí- Usopp sacó su resortera y lo ató con fuerza al mango.  

-Yo me lo colgaré- Chopper pidió ayuda a Robin para atarse el nudo en su cuello. 

-Yo...- lo amarró al extremo de un trozo de cartón- listo. Mi separador de libros. 

-¿Listos todos? Vamos a comprar los regalos de Sanji-kun.  

-Vamos.   

 

 

Dudó antes de toca la puerta. 

-¿Marimo?

-¡Cejillas!- oyó el sobresaltado tono del espadachín y como una cama se corría de golpe. Sanji tragó saliva y Zoro le abrió- ¿qué pasa?

-¿Brook está contigo?

-Si. Eh... Pasa. 

Sanji entró y Zoro cerró la puerta. 

-Eh... Bajé a la isla y les traje esto, sólo fue coincidencia. 

-¡Yohohoho! Mis ojos disfrutan lo que ven, claro que no tengo ojos. Lo voy a poner en el estuche de mi violín- añadió antes de salir corriendo dejando la puerta abierta.  

-Toma Marimo- le lanzó la cuerdilla amarilla y salió.  

-Pensó en mi...- miró el espiral negro y la cuerda amarilla y sonrió. "Es como si hubieras atado tu ceja a un cabello tuyo, idiota". Tomó la vaina de una de sus katana y amarró fuertemente el regalo. Corrió la cama luego de cerrar la puerta y se sentó en el piso- sigamos- musitó para si mismo.   

 

 

La cocina lo tranquilizaba, justo lo contrario que sucedía con la habitación de Zoro. Por mas de que lo estuviera tratando de mejor manera, también estaba pasando demasiado tiempo a solas con Brook y se estaba poniendo celoso.

-Maldita sea Marimo...- prendió otro cigarrillo- maldita sea. 

Cocinó algo rápido para él, no había almorzando y se estaba enloqueciendo un poco. Se sentó a comer las pastas con calma cuando unos pasos acelerados lo sorprendieron. Asomó su cabeza y vio a Zoro pasar corriendo, subiendo las escaleras a cubierta. Lo siguió antes de que se bajara.  

-¿¡A dónde vas Marimo?!

Zoro se dio la vuelta y le sonrió. 

-¡Allí!- y se perdió entre el gentío. 

Sanji estaba confundido. Muchas cosas extrañas habían sucedido ese día. 

 

 

La tarde caía y se acababa mientras el terminaba la caja de cigarrillos que tenía en el bolsillo de la chaqueta. 

-Sanji-kun, ¿qué haces?

-Disfrutando el cielo, Nami-chan. 

-¡Fiesta! ¡Fiesta esta noche por el cumpleaños de Sanji!

-Creo que se te adelantaron, Luffy- le dijo Usopp mientras leía la carta que Brook acababa de traer. Se las mostró al resto.   

"Tripulación del Sombrero de Paja:  

Es un honor para mi el invitarles a una magnífica velada por el acontecimiento del cumpleaños de uno de sus queridos camaradas. Los espero a todos en el bar Pianoforte en la plaza principal tan pronto entre la noche. Elijan su mejor ropa. 

Atentamente, Zeta"  

No tenía mas. La letra podía ser de cualquiera, al igual que "Zeta" podía ser un nombre o una inicial. Lo importante era que tenían una invitación. 

-¡Es gratis!- los ojos de Nami se iluminaron. 

-Es extraño- comentaron entre ellos. No conocían a nadie que supiera del cumpleaños de Sanji ni mucho menos que les hiciera una invitación tan formal. 

-¿Será posible...?- Robin hablaba consigo misma. Tenía una idea no muy certera de su anfitrión, esperaba no equivocarse- ya casi es entrada la noche, sugiero que nos alistemos y partamos lo mas rápido al bar.  

-¡Si!- estuvieron de acuerdo.   

 

Cuando salieron a cubierta, estaban todos listos. Nami vestía un hermoso vestido corto de color azul marino y Robin usaba uno morado de velo. Los chicos usaban traje y corbata con distintos colores de camisas. Ya tarde se dieron cuenta.  

-¿Y Zoro?

-El Marimo bajó a la isla hace mas de dos horas. 

-Apuesto el barco a que se perdió. 

Todos estuvieron de acuerdo con Usopp y bajaron al muelle.  

-Adelante ustedes- dijo Brook- iré a buscar a Zoro- y antes de que alguien, principalmente el cocinero, pudiese protestar, Brook había desaparecido de su vista. 

Caminó por unos recovecos y abrió la puerta trasera de un restaurante. 

-Zoro- tocó el hombro de este- tenemos fiesta. 

-Estoy listo- le dijo mientras terminaba de arreglar su traje. 

Brook se paró a la entrada de Pianoforte luego de haber tocado su puerta trasera y esperó a los chicos. 

-¡Brook! ¿Cómo...? ¿Y Zoro?

-Entró, dijo que tenía que ir al baño. Lo encontré vagando por ahí.  

-¡Ese idiota!- reclamó Nami- ni siquiera está bien vestido. 

-Nos preocuparemos por eso luego, ¿vamos entrando?- sugirió el músico mientras abría la puerta con ademanes caballerescos.

Un mesero a la entrada lo recibió. 

-¿Mesa para...?

-Tenemos invitación- lo cortó Nami presentándole la tarjeta- del señor Zeta.  

-Oh, perdonen mi ignorancia- retiró la cinta roja y les permitió el paso- por aquí- los guió a una mesa amplia en el centro del restaurante, justo en frente de la tarima- el señor Zeta se les unirá dentro de poco- les dijo y se retiró entre los murmullos de la gente.  

-Esto es muy extraño. 

-Casi como una trampa. 

-Prepárense, no sabemos que estamos haciendo aquí, además nuestro anfitrión es muy misterioso.  

-Tranquila Nami-san, todo está bien- Brook la tranquilizó. 

-Pareces muy seguro, Músico-san, ¿alguna razón especial?

-Yohohoho, mis labios están cerrados, claro que no tengo labios...

-Damas y caballeros- comenzó un maestro de ceremonias en la tarima. El telón aun estaba cerrado- hoy tengo el gusto de presentarles a un prodigio...

-¿Crees que Zoro se haya perdido en el baño?- le preguntó Nami a Sanji bajito.  

-Apuesto que si, ese Marimo se pierde donde sea. Voy a buscarlo... 

-¡Espera Sanji-san!- todos miraron a Brook mientras el presentador continuaba hablando- él... No creo que se demore, ¿por qué no disfrutas del show y luego vas por Zoro?

-Yo no...

-Con ustedes, Zeta- finalizó y el telón vinotinto se descorrió, dando vista a un enorme piano de cola negro. 

-Entonces veremos a nuestro anfitrión- susurraron todos con el ceño fruncido y los sentidos alertas. Sentidos que se hicieron añicos al ver al hombre llamado Zeta caminar al escenario con ademanes clásicos y tranquilos. Los zapatos negros daban pasos lentos y seguros sobre las tablas de madera pulida del escenario. El pantalón negro ondeaba con el ritmo de su caminar. La blanca camisa estaba cubierta por una chaqueta negra de traje elegante, adornada en su bolsillo izquierdo por una rosa roja en su cenit, en su punto, en su momento. La corbata negra estaba informalmente suelta, le daba al músico una apariencia despreocupada. Su rostro estaba cubierto parcialmente por una máscara blanca: era un antifaz que cubría ambos ojos y se curvaba de manera grácil sobre su nariz, dejándola al descubierto y bajando por la mejilla derecha, cubriéndola también. Finalmente y como último toque y pista principal, los mechones de cabello verde se acomodaban el la cabeza de Zoro mientras caminaba al piano de cola. Al sentarse en la banca hizo una señal al hombre que lo había presentado. 

-Debo añadir, señoras y señores, que el señor Zeta estará en su primera y última presentación- se escucharon murmullos de desencanto- y la razón de su decorosa presentación hoy es un joven cuyo día está siendo celebrado. Es un regalo para alguien muy, muy especial. Adelante señor Zeta- el hombre se retiró y entonces comenzó.

Una ilusión que pululaba y armonizaba los sentidos, volando sin dirección. Magia. Hechizos. Brujería. Arte. Pasión. Alegría. Miles de sensaciones ardientes al piano vivo. Revoloteando por doquier, esas falanges recubiertas con piel, con uñas y músculo que convertían teclas negras y blancas en las protagonistas de un vaivén de sonidos armónicos que viajaban por el aire en forma de ondas. En una voz muda que no decía pero si, que expresaba lo mas profundo de un corazón y una tonada interpretada por diez magníficos dedos que se movían con maestría ante un teclado. Tamborileaba sus dedos lento, rápido, suave, fuerte y no se inmutaba de nada mas, se preocupaba por mostrar ante la gente esa callada expresión y encantar con una tonada magnífica que inundaba la mente de los presentes, pero que era para ese irritante hombre especial, para ese imbécil de cejas raritas. Movía los pies con los pedales y coordinaba perfecto con sus notas mentales y escritas para esa persona, sentada al frente, que no le quitaba los ojos de encima. Y le sonrió. Y no se detuvo hasta que no acabó. Y cuando acabó, retiró las dos manos maestras que habían embrujado a su alrededor. Y dio las gracias. Y luego volvió a empezar. Miles de melodías bailaban en el ambiente y todas decían lo mismo: "Sanji". No se fijaron en qué momento se detuvo por completo hasta que oyeron los aplausos y vieron al pianista hacer una venia. Se bajó del escenario, uno a uno los escalones y se plantó frente a la mesa de su tripulación, donde se quitó la máscara. 

-¡Era Zoro!- exclamó Luffy ante lo obvio. Sanji se puso de pie. 

-Marimo... ¿Qué...?

-¿Te gustó?

-Si... Pero... ¿Cómo...? ¿Por qué...?

-Feliz cumpleaños Sanji.

-¿Este...- Nami intentaba hablar sin que se le cortara la voz- ... Este es tu regalo para Sanji-kun? ¿La cena y el piano?

-No solo eso- se acercó mas al homenajeado y se arrodilló- una flor para una flor- le tendió la rosa y se puso de pie. Luego le dio un ligero beso en los labios. 

Todos los presentes exclamaron. Unos con sorpresa, otros con estupefacción y otros con alegría y emoción. Sin embargo, el único que no exclamaba era aquel comparado con una rosa roja. Sanji estaba de pie, inmóvil, con la flor en la mano y sin saber que decirle al Marimo frente a él.

-Di algo- le susurró Robin, asustándolo- Zoro espera una respuesta. 

-Marimo... Yo...- respiró profundo, sonrió y miró a los ojos a su propio fantasma verde- yo... Gracias- lo abrazó con ternura mientras temblaba. Correspondió el nervioso abrazo y le acarició el cabello como había hecho esa mañana. 

 

Notas finales:

Gracias por leer


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