Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Servicio personal por SaraChan

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

SOBRE EL FIC: Este es el primer fic que escribo en primera persona… lo cual me sorprende, porque antes de empezar en el mundo del fanfiction el 80% de lo que escribía era en primera persona xDDD Es un gusto personal la verdad, la PP (me canso de escribirlo todo el rato xD) me parece, valga la redundancia, más personal y cercana al lector si los sentimientos y pensamientos de los protagonistas son los acertados. En este caso, será una PP desde Zoro; su personalidad está más que bien definida, así que no puedo jugar con ella con mucha libertad xDD Pero me parece un reto mayor, ya que debo conservar su carácter intacto… sometiéndole a una situación insólita o.o A ver cómo me sale xDDD

NOTAS SOBRE EL FIC: Es un AU, y estoy utilizando los personajes con las edades de antes del Time Skip… por lo que aclararé unas cosillas. Luffy y Usopp tienen 17 años, por lo que están en el último curso de preparatoria. Nami tiene 18, ese año justamente acaba de empezar la universidad. Y Zoro y Sanji tienen 19, por lo que están en segundo año, en la universidad el primero y en una escuela de cocina el segundo.

Otra cosa ~ al empezar el fic, Zoro y Luffy ya son pareja, y todos los demás lo saben =3

SOBRE EL RETO: este es el tercer Reto ZoLu que elaboramos, y éste me tocó escogerlo a mí *risa malévola* Y como me quedó la espinita del anterior reto, pues en este decidí proponer lo siguiente… ¡Lemon! ¡Lemon atrevido! El reto consistía en que cada una de nosotras debía proponer a otra dos situaciones, lugares u objetos que quisiera para un lemon, y al escribir deberíamos escoger una de las opciones y desarrollarla. Sin embargo, nadie más que las dos personas implicadas en su propuesta sabe las condiciones dadas, hemos decidido mantenerlo en secreto entre nosotras hasta este día… por lo que es posible incluso que la trama de algunos fics hasta coincida xDDD

En mi caso, éstas fueron las propuestas que me hicieron:

- UNA PARAFILIA CON LA COMIDA/CARNE –

- LUFFY VISTIENDO AL COMPLETO ROPA DE MUJER –

Si queréis saber cuál escogí… ya sabéis qué tenéis que hacer xDD

NOTA SOBRE EL RETO: este reto es un tanto diferente a los demás… normalmente, en los retos sólo participábamos Zhena HiKRoronoa D Sue y yo, pero en esta ocasión otras dos amigas muy especiales se han unido a nosotras ^.^ Eso quiere decir que… ¡habrá cinco fics para leer! *-* Se me hace la boca agua… *¬*

ENLACES A LOS DEMÁS FICS DEL RETO:

Zhena HiKEuforia

Roronoa D Sue - ¿Para qué negarlo?

IsisDoll- 【Castigo】

kurokaXsama - No mates de hambre al capitán

~~~~~~~~~~~~

NOTA: He subido el Fic a FanFiction bajo el seudónimo de AkibaChanSP

Notas del capitulo:

Bendita sea yo y mi falta de inspiración, porque gracias a ella escribí el tocho de ahí arriba antes siquiera del propio fic o.o Y ahroa no tenía nada de ganas de hacerlo xDDD

En fin, qué decir... otro reto más, y este me lo he pasado muy bien, la verdad xD Cumplirlo ha sido un infierno... infierno total xD Pero realmente me he divertido mucho ^.^ Dividí el fic en dos partes, porque 10000 palabras me parecen excesivas para un One Shot xDD Así que esta primera parte es más una introducción =3

Advierto de antemano que es posible que Zoro esté OoC. Además, aunque utilice la primera persona desde su perspectiva, uso palabras y expresiones propias, mías. Es decir, me expreso como yo misma, no digo las cosas tal y como Zoro las diría... No sé si me explico xD Digamos que es su punto de vista, pero con mis propias palabras xDD

Por cierto. A mitad de capítulo os encontraréis un enlace a una imagen... os recomendaría verla, es muy descriptiva (e.e)

RECUERDO: Los personajes y la historia principal pertenecen a Oda Eiichiro.

¿Por qué estaba allí? No lo sabía, aunque si me paraba a pensarlo, la pregunta adecuada no era esa exactamente.

¿Por qué había dejado que me arrastraran hasta allí? Sí, esa pregunta me gustaba más, aunque creo que podría formularla un poco mejor todavía.

¿Por qué demonios ese estúpido cejas de espiral se había atrevido a levantarme temprano de la cama para arrastrarme hasta allí? Bingo, pregunta acertada. ¿Y la respuesta?

… dudaba querer saberla.

¿Qué era “allí”, exactamente? En ese momento me encontraba frente a las puertas de mi antigua preparatoria, de la cual me había graduado hacía dos años. Desde entonces, no había vuelto ni una sola vez, porque no tenía ninguna razón para hacerlo. Pero ese día, ese proyecto de cocinero inútil me había llevado a ella, y aunque al principio no sabía por qué, ahora que me encontraba allí podía entenderlo.

“¡BIENVENIDOS AL 17º FESTIVAL CULTURAL DE LA PREPARATORIA FUSHA!” Al menos, eso decía la enorme pancarta que había ante mis ojos. Y toda la gente que se movía a mi alrededor, junto con los estudiantes que gritaban y promocionaban sus juegos en la entrada principal, me hacían pensar que ese cartel no iba muy desencaminado con lo que sucedía ese día allí.

-          ¿Qué estás haciendo, marimo? ¡Venga, vamos! – escuché la emocionada llamada de ese idiota desde la puerta, pero poco me importó lo que me dijera. Dándome la vuelta, comencé a caminar para alejarme de ese lugar. - ¡Oye! ¡¿A dónde crees que vas?! – volvió a gritarme, supuse que corriendo hacia mí ya que su voz cada vez se escuchaba más cerca. -¡Ni se te ocurra irte, alga estúpida! – gritó, sujetándome del brazo para detener mis pasos.

-          ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – escupí con rabia, mirándole  y encontrándome en sus ojos un enfado superior a mío. Dando un brusco tirón, logré zafarme de su agarre. - ¡No pienses que voy a desperdiciar mi día sin clase en un lugar como este! Tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo con críos.

-          ¡Ah, claro! ¡Mr. Ocupado debe irse! Le reclaman en… ¿En dónde, exactamente? – su sarcasmo me irritó todavía más, y empecé a sentir que ese día nuestras acostumbradas discusiones comenzarían bastante temprano. -  ¿Quizá en su cama? ¿Vas a pasarte todo el día tirado en ella, durmiendo? ¡No seas ridículo y vamos!

Aunque intentó volver a sujetarme, aparté mi brazo y me dediqué a mirarle con fiereza, dejando en claro que, de moverme de mi posición, no sería para entrar a ese lugar.

-          ¿Por qué me has traído aquí? – decidí ir directo al grano, así podría volver a mi piso antes. – Sabes perfectamente que no me gustan este tipo de cosas.

La extraña sonrisa que dibujó en sus labios atrajo mi atención. Ese cocinerucho… ¿qué escondía?

-          Pensé que te gustaría venir – apreté los dientes. Pocas mentiras eran más obvias que esa, ¿por qué motivo me gustaría ir a un evento infantil como ese? - ¿No te das cuenta?

Esa pregunta, sin embargo, me descolocó por completo, y desconcertado, alcé una ceja. - ¿De qué debería darme cuenta?

Esa extraña sonrisa se amplió en su rostro… dudaba que fuera un buen augurio.

-          Este año será el último Festival de Luffy. Se graduará, ¿recuerdas?

Tragué saliva. No, eso no lo había olvidado. Al igual que ese rubio manipulador no había olvidado que ese nombre era mi punto débil.

-          ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? – giré mi cabeza en la dirección contraria a la que estaba ese idiota… y creo que ese gesto me delató aún más que mi propio tono de voz.

El cocinero soltó una carcajada que me resultó bastante molesta. – Tú sabrás lo que tiene que ver contigo. Este Festival Cultural es muy importante para él, aunque creo que eso lo sabes tú mejor que nadie – ese era un gran golpe bajo… claro que lo sabía. - ¿De qué ha sido lo único que ha hablado ese cabeza hueca durante las semanas pasadas? Luffy sí es consciente de que será la última vez que pueda participar en este evento, y está muy ilusionado. ¿No quieres apoyarle?

Me mordí un labio. No quería aceptarlo, pero ese cocinero tenía razón.  Desde hacía unas semanas, siempre que quedaba con Luffy, sólo se dedicaba a hablar del festival y de las ganas que tenía de que llegara ese día. Y ese día había llegado. No me había molestado ni en averiguar qué día era, porque no tenía pensado ir. Estaba seguro de que Luffy no se enfadaría conmigo si no aparecía… y, sinceramente, no había esperado que el Festival coincidiera justo con un día en el que no tuviera clase. Dadas las circunstancias… incluido el hecho de que ese cejillas me había arrastrado hasta allí… supuse que no me quedaban muchas más opciones que, como mínimo, saludar a Luffy.

¿No?

La sonrisa victoriosa que mostró ese rubito en sus labios me dio a entender que mi rostro mostraba resignación. Sin decirme nada, comenzó a caminar hacia la entrada. Y yo… pues detrás de él.

 

 

 

 

Esta situación comenzaba a enfurecerme de verdad. Ya llevaba un buen rato en el festival, deambulando por los pasillos detrás de un idiota que iba detrás de cualquier mujer que apareciera. ¿En qué ingenuo momento me pareció una buena idea seguir al cocinero? Si pudiera, retrocedería hasta ese momento y me golpearía a mí mismo por mi estupidez. Ya ni siquiera sabía dónde estaba por culpa de todas las vueltas que había dado ese cejas de sushi persiguiendo a las colegialas. ¿Cómo no podía darse cuenta de que las pobres huían asustadas de él? Sí… ya hasta compasión despertaban en mí.

Viendo como ese pervertido volvía a cambiar su rumbo bruscamente para perseguir otro par de piernas, sentí cómo mi límite de paciencia me desbordaba.

-          ¡Oye, ero-cook! – no me preocupé ni un poquito por contener algo de mi rabia. - ¡Deja de hacer el imbécil y llévame al aula de Luffy!

-          ¡¿Qué has dicho?! – vaya, por fin se acordaba de mí. Si lo llego a saber, le habría insultado antes.

-          Lo que has oído, ¿o acaso has perdido ya tanta sangre que no circula bien hasta tus orejas?

-          ¡Cierra la boca, marimo de mierda! ¡Yo no tengo por qué guiarte al aula de Luffy!

-          ¡¿Qué?! – ahora sí estaba completamente enfurecido. - ¡¿Para qué me has traído aquí entonces?! ¡¿Por qué demonios he estado aguantando tus estupideces, siguiéndote hasta ahora?!

-          ¡Y a mí qué me cuentas! Yo sólo te traje a la preparatoria y te informé del Festival y de lo importante que es para Luffy. Ya he hecho bastante, ¿no crees?

Apretando los dientes y los puños, miré con odio a ese estúpido rubio que me devolvía una mirada de indiferencia… y superioridad. Y cabreado, me giré y comencé a caminar para alejarme de él.

-          ¡Hey! ¡¿Dónde vas?! – me gritó entre el barullo. Me limité a ignorarle. - ¡Oye! ¡Ni siquiera sabes dónde es!

-          ¡Lo encontraré más rápido por mi cuenta que siguiéndote! – bufé, girándome a mirarle, viendo cómo comenzaba a avanzar hacia mí.

-          Permíteme dudarlo. Hasta una brújula desajustada se orientaría mejor que tú.

-          Ya estoy harto – aprovechando que volvía a estar frente a mí, le agarré de la pechera y tiré de él. Su mano se posó en mi muñeca, sujetándome con fuerza. - ¿Qué problema tienes conmigo?

-          Contigo, muchos. Pero creo que eso ya lo sabes.

-          ¿Estás buscando pelea?

Ese rubito entrecerró los ojos y me miró bastante irritado. Bueno, ya éramos dos los irritados, entonces. Sin embargo, debo reconocer que lo que hizo a continuación me sorprendió, ya que de un manotazo soltó mi agarre, y suspirando se ajustó la ropa sin intención de responder a mi provocación.

-          Esta vez no, marimo. Nami-san no me lo perdonaría.

-          ¿Nami? – la mención de esa bruja me descolocó por completo. - ¿Qué tiene que ver ella en esto?

El nuevo suspiro que lanzó ese idiota me confundió aún más… y me provocó un escalofrío.

-          Nada, no importa. Vamos – dándose la vuelta, comenzó a caminar por el pasillo. Yo… no estaba muy seguro de si era buena idea seguirle. - ¡Ven, maldita sea! – me gritó al percatarse de mi reticencia. Entrecerré los ojos. No pensaba moverme sin saber a dónde me iba a llevar. - ¡¿No quieres ver a Luffy?!

-          ¿Luffy?

-          Sí, idiota. Vamos a su aula. ¿Dónde pensabas que te llevaría?

Tragando saliva, me acerqué a él. Por fin podría ver a Luffy… llevábamos casi una semana sin poder quedar mucho, ya que ambos estábamos ocupados con nuestros asuntos. Así que, ahora que me paraba a pensar en lo ausente que había estado en mi vida los últimos días… definitivamente, quería verlo.

Me sentía tan feliz que incluso una sonrisilla asomó en mis labios. Quizá hasta agradeciera al cocinero que me hubiera despertado.

 

 

 

 

-          ¡NAMI~SWAAAAAAAAN!

Ese grito tan cerca de mi oído me sacó de mis pensamientos, y apretando los dientes maldije a ese pervertido por querer dejarme sordo. Poco tardó ese idiota en salir corriendo hacia la bruja… la cual, curiosamente… llevaba traje.

¿Qué demonios significaba eso? Sorprendido, me paré a unos metros de ellos, observando a Nami intentar sacarse al cocinero de encima. Vestía un frac negro con una camisa blanca para nada discreta, ya que con ella lucía un escote excesivamente pronunciado. La corbata roja que llevaba en el cuello, estaba seguro, no era más que uno de sus típicos juegos, y su objetivo era atraer la atención hacia la parte más provocadora de su modelito. ¿Por qué se había vestido así? Era como si estuviera disfrazada.

De repente, Nami me miró y me sonrió. Y ver una de sus sonrisas tan de mañana dirigidas a mí no hizo más que aumentar mis temores. Esos dos estaban confabulados, me ocultaban algo, y no estaba nada seguro de querer averiguarlo.

-          ¡Zoro! ¡Me alegra verte por aquí! ¿Conseguiste levantarte de la cama tú solo?

-          ¿Cómo puedes pensar eso, Nami-san? – canturreó ese estúpido cocinero, y su voz comenzó a hacer que una de mis venitas se inflara. –Tuve que entrar en su piso y sacarle de ella a patadas. Ese marimo es un inútil por las mañanas.

-          ¡Cállate! – grité, acercándome a ese par. - ¡Es tu culpa por no avisarme! ¡Anoche salí a beber con unos amigos! ¡Apenas he dormido!

-          ¿Y cuándo no sales a beber? – el sarcasmo de Nami me enfureció aún más.

-          ¿Y a ti qué te importa? – respondí con acidez.

-          ¡Oye tú! ¡No hables así a Nami-san!

-          Cierto, no me importa – ese cocinerucho debía darle las gracias a Nami por detenerle, porque si se hubiera lanzado sobre mí como en un principio tenía la intención de hacer, la cosa habría acabado muy mal… para él. – Por cierto, ¿sabes qué actividad ha preparado la clase de Luffy?

Alzando las cejas, observé el exterior del aula. Estaba adornado con numerosos motivos florales, y sobre la puerta había un gran cartel con letras de cómic que versaba: “CAFÉ MAID DE LA CLASE 3-2”.

-          Sabía que iba a ser un café, aunque no uno maid. ¿Por eso vas vestida así?

-          Sí, así es. Hoy no me apetecía ir a clase, así que pedí a Luffy y Usopp que convencieran a sus compañeros para que me dejaran participar.

-          ¿No te apetecía ir a clase? – entrecerré los ojos. Esa mujer era demasiado impulsiva…

-          Sí, pero no te preocupes. Ya conseguiré que alguno de mis compañeros me deje los apuntes - … y aprovechada.

-          La Nami-swan rebelde también me gusta ~.

Ignorando al cocinero, miré la puerta del aula. Estaba cerrada, por lo que no podía ver el interior… aunque sí llegaban hasta el pasillo el ruido de la música y las voces hablando. ¿Un café de maids? ¿Qué tenía que ver Luffy con eso? Eso era cosa de las chicas, ¿no? De chicas…

De repente, dos cables en mi mente dieron un chispazo.

-          Nami – la llamé con voz grave, haciendo que incluso el cejillas parara sus tonterías. – Si es un café de maids, ¿por qué vas vestida así?

-          Ah… bueno, este es un café un tanto especial. ¿Por qué mejor no pasas y lo compruebas tú mismo?

Nami sonrió. El idiota sonrió. El único que no sonreía era yo, porque parecía que yo era el único que no se enteraba de nada de lo que estaba sucediendo allí. Y eso, obviamente, no me gustó.

Con decisión, caminé hacia la puerta, y sin dudar, la abrí.

Y qué ganas tuve de volver a cerrarla…

-          ¡Bienvenido, señor! ¿Me permite acompañ… arle…?

Un silencio se estableció entre esa extraña figura con la que de ahora en adelante no quería tener ningún tipo de conexión y yo. Hasta que, finalmente, uno de los dos reaccionó.

-          ¡ZORO! ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?!

Yo no respondí… no era capaz. La imagen de Usopp vestido con un traje de maid sería algo que nunca jamás podría borrar de mi memoria. Y eso no era agradable.

Las carcajadas tras de mí no tardaron en hacerse oír. Nami y el cocinero estaban al tanto de esto, y no me avisaron. Eso era lo que estaban escondiendo, lo que no querían contarme… y la verdadera razón por la que me llevaron allí.

Enfurecido, me volví hacia ellos, interrumpiendo las quejas que Usopp había comenzado a lanzarles.

-          ¿Qué demonios significa esto? – pregunté, señalándole. - ¿Para esto me habéis traído? – bufé con desdén.

-          ¡Oye! ¿Cómo se supone que debo tomarme eso? – no me molesté en girarme a responderle… tanto Nami como el cocinero habían dejado de reírse, pero me miraban de una manera… burlona.

-          ¿No lo entiendes? Te acabo de decir que este café maid es muy especial – me limité a observarla, ¿cómo pretendía que entendiera si no me lo explicaba? Nami amplió su sonrisa. – No sólo Usopp está vestido de maid.

Vaya genio. ¿Cómo iba a ser un café de maids si sólo había una maid? Y vaya maid… ¿a quién demonios se le había ocurrido disfrazar a un hombre así? Bueno… no sólo a un hombre, sino además a Usopp. Mirándole de reojo, examiné su atuendo. Llevaba un vestido negro con un delantal blanco, ambos llenos de volantes. En las piernas lucía unas finas medias de red negra, y calzaba unos zapatos planos igualmente negros. Llevaba el pelo recogido en una coleta, y su cabeza estaba coronara por… orejas de… gato…

Suspiré, y creo que Usopp, dándose por aludido, se molestó. Quien hubiera organizado eso tenía que estar loco si pensaba que de esa manera iba a atraer clientes.

… demasiado loco.

-          Estúpido marimo lento – alcé la cabeza para mirar al cocinero. - ¿En serio no te das cuenta? Compara los trajes de Nami-san y Usopp. ¿No te parece que hay algo que no encaja?

-          Nada encaja – respondí con sequedad, cansado ya de sus juegos.

-          Bien. Pues ahora aplícalo a todos los participantes en este café.

Cabreado, me rasqué la cabeza. ¿Qué debía aplicar? Ambos vestían como trav…

Ambos vestían como…

Abrí los ojos de golpe, y mi cabeza viajó varias veces entre Usopp y Nami. Ella con un traje, y él con un vestido. Nami había dicho que ese café maid era especial. Y ella llevaba un traje, y él un vestido.

Impactado, paseé la vista por el local… dándome cuenta de que, inesperadamente, la mayoría de los clientes eran chicas. Las maids eran hombres, y los camareros mujeres. Los hombres llevaban vestidos, y las mujeres trajes. Y eso se aplicaba para todos los que participaban en el café. Para todos.

¿Eso quería decir…?

-          ¡Zorooooooooo! – escuchar la voz de Luffy llamarme hizo que un escalofrío me recorriera la espalda, y con movimientos robóticos prácticamente, me giré en su dirección. Sin embargo, apenas tuve tiempo de verle, pues nada más darme la vuelta se lanzó sobre mí, rodeándome con sus brazos y piernas y haciendo que me tambaleara. - ¡Zoro, Zoro! ¡No sabía que ibas a venir! ¡Tenía muchas ganas de verte!

Como siempre que ese pequeño inconsciente saltaba sobre mí de esa manera, mis manos se posicionaron estratégicamente en sus muslos y su espalda para evitar que se cayera. La primera notó una tela inusualmente suave y lisa, completamente opuesta a los acostumbrados vaqueros que solía llevar. Y la segunda se encontró con un mar de lazos y una cremallera que, en lo que a mí respectaba, no le encontraba ningún sentido.

-          Oye, Luffy – gruñí en voz baja… mirando por encima de su hombro su espalda, y haciéndome una idea del atuendo que llevaba. – Agradecería que dejaras de hacer este tipo de cosas, son peligrosas. Bájate y déjame verte.

-          Mmm… - Luffy ronroneó mientras se apretaba todavía más contra mi cuerpo… maldición. – Pero Zoro, eres tú el que me está abrazando con fuerza, no me dejas bajar.

La risilla que soltó no me molestó, pero las pequeñas risas que sonaron tras nosotros me fastidiaron bastante. Con suavidad, desplacé mis manos hasta su cintura, y tirando de él le ayudé a ponerse de pie frente a mí. Por fin pude fijar mi vista en él… y cuando pude verle, sentí que ya nunca más ninguna otra imagen ocuparía mi mente. Adiós, por fin, al recuerdo de Usopp. Ahora tenía uno mucho mejor.

¿Cómo el mismo traje podía ofrecer una diferencia tan enorme en dos personas distintas? Porque a Luffy le sentaba… demasiado bien. Llevaba el mismo vestido y delantal que Usopp, pero gracias a su constitución más delgada, la ropa se ajustaba mejor a su cuerpo. En vez de las medias de red, utilizaba unos calcetines de rayas blancas y negras que le llegaban hasta las rodillas, dejando parte de sus piernas al descubierto. Y en su cabeza… otra vez esas orejas de gato. Aunque en él provocaban una sensación de mezcla entre inocencia y sensualidad nada buena.

[LUFFY MAID]

-          Luffy… ¿por qué te has vestido así?

-          ¿Eh? ¿Qué hay de malo? Este año las chicas propusieron que fuéramos nosotros los que vistiéramos de maids, y yo pensé que sería divertido.

-          Ah… ya veo… - algo de esperar viniendo de él… supongo… - Pero esa ropa…

-          ¿Mmm? ¿Qué sucede? – ojalá supiera lo que sucedía, lo único que sentía en ese momento eran inmensas ganas de llevármelo conmigo y sacarlo de allí.

-          Zoro ~ - la voz cantarina de Nami a mi lado me sobresaltó. ¿Cuándo se había colocado ahí? Con su boca, además, había dibujado una sonrisa torcida. - ¿Te gusta el conjunto de Luffy? Yo misma lo elegí. ¿No crees que le queda perfecto?

Apreté los dientes con fuerza. ¡Por supuesto! Por eso ella estaba allí. Todo eso había sido su idea, estaba completamente seguro. Maldita bruja manipuladora…

De repente, un brazo sobre mi hombro me hizo perder levemente el equilibrio y me inclinó hacia delante. – Marimo pervertido, estás sonrojado, ¿verdad? Ha merecido la pena madrugar, ¿no crees? Ni en tus mejores sueños habrías imaginado ver a Luffy así vestido.

-          ¡Pues claro que no! ¡No seas estúpido! ¡Y no me toques, cocinero mierdoso!

-          ¡No hay nada de malo en reconocerlo, marimo! Luffy está increíble, ¿verdad? ¡Acéptalo!

¡Ni en mil vidas caería en sus trucos! - ¡Te he dicho que me sueltes!

-          ¡Eh, los de la puerta! – de repente, todos nos quedamos inmóviles mirando a una chica que desde una pequeña barra nos llamaba con enfado. - ¡Si no vais a sentaros salid de aquí, molestáis a los demás clientes! ¡Y vosotros dos! – esta vez pareció dirigirse a Usopp y Luffy. - ¡Volved al trabajo, vuestro turno aún no ha terminado!

-          ¡Lo sentimos mucho! – rio Luffy, comenzando a caminar hacia la barra. Sin embargo, a medio camino se detuvo y se giró a mirarme. - ¡Zoro, Sanji! Os traeré unas bebidas, ¿qué queréis tomar?

-          Dos zumos de frutas estarán bien, Luffy.

-          ¡Entendido!

-          ¡Oye, ero-cook! ¡No pidas por mí! – refunfuñé, consiguiendo finalmente librarme de su abrazo.

-          ¿Qué más te da? Aquí no sirven alcohol, no tenías muchas más opciones.

Chasqueando la lengua, giré la cabeza parar mirar a cualquier otro lado donde no estuviera un molesto cejillas rubio. Y ese otro lado, curiosamente, coincidió con Luffy. No conseguía entenderlo… ¿por qué esa ropa se veía tan malditamente bien en él? Mierda… mi cuerpo comenzaba a encenderse. Eso no era bueno…

-          ¿Qué haces? ¿Te has dormido, marimo idiota?

Sacudiendo la cabeza, miré con rabia al cocinero. – No me he dormido, estúpido ero-cook.

-          Ah… ya veo. Como estabas tan embobado mirando a Luffy, creí que te habías desmayado o algo - ¡será…! Intenté replicarle, pero no me dio tiempo a hablar. – Usopp, llévanos a una mesa.

-          Claro…

-          ¿Qué pasa con esa cara? ¡Anímate, hombre! Y no te olvides de tratarnos como tus señores.

-          ¡¿Quién haría algo así?! ¡Además, no sabía que ibais a venir! ¡¿Por qué no nos avisasteis?!

-          No habría tenido gracia si lo hubierais sabido.

-          ¡Es que no tiene gracia!

Sentándome junto al rubito en la mesa donde Usopp nos había guiado, observé su sonrisa maliciosa. Así que todo esto lo habían organizado Nami y él… qué curioso que no me extrañara lo más mínimo.

-          En fin, tengo que volver al trabajo. Ahora Luffy os traerá las bebidas. Marchaos cuanto antes.

-          ¿Es esa forma de tratar a tus clientes?

-          A vosotros sí.

No me inmuté ante las quejas de Usopp, le entendía perfectamente. Cuando nos dejó solos, sin embargo, me percaté de un pequeño detalle.

-          ¿Dónde está Nami? – por mucho que la buscara por la sala, no podía encontrarla.

-          Nami-san se encarga de atraer clientes, volvió a su puesto en la puerta mientras tú te dedicabas a mirar a Luffy.

-          Ya veo – preferí ignorar la última parte de su comentario. Creí que sería lo mejor para los dos.

-          Entonces… ¿qué dices, marimo? – desconfiado por su tono, le miré. - ¿Te ha gustado el traje de Luffy?

Le habría dado una paliza en ese momento con mucho gusto si no hubiera sido porque, de alguna manera, su voz no parecía contener ninguna muestra de burla. Aun así, él sería la última persona del mundo con la que hablaría, y mucho menos admitiría, algo así.

-          Me es indiferente – gruñí en voz baja, apoyando mi cabeza en una de mis manos.

-          Ya, claro. No tiene nada de malo reconocerlo, Luffy está realmente sexy con esa ropa.

Involuntariamente golpeé con un puño la mesa mientras transformaba toda mi indiferencia en amenaza. Ese comentario había sido una clara provocación.

-          ¿Qué estás insinuando? – susurré con voz aparentemente suave. El cocinero, sin embargo, no se preocupó, y se limitó a encogerse de hombros.

-          Nada, y deberías saberlo. Por muy bien que le siente un vestido, no me gusta desviarme del camino.

-          ¿Ya estáis peleando? – la risa cristalina de Luffy acabó con todo mi enfado, y la sonrisa de sus labios hizo que me olvidara de lo mal acompañado que estaba. – Hoy empezáis muy pronto, ¿no?

-          Bueno, tú mejor que nadie conoces a este marimo irrazonable, ¿verdad? Es inevitable.

-          No eres quién para hablar, ¿no crees, estúpido pervertido?

-          Y tú no eres quién para llamarme pervertido, ¿no es verdad, ero-marimo?

-          ¡¿Qué has dicho?!

-          Ya, no os peleéis – nuevamente la risa de Luffy me calmó por completo. Ese crío me tenía bailando en la palma de su mano. – Si rompéis algo, se enfadarán conmigo – tras servir nuestros zumos, abrazó la bandeja que llevaba entre las manos y me miró con una gran sonrisa. – Oye, Zoro. Mi turno termina en media hora, ¿te apetece después dar una vuelta por el Festival? Tengo ganas de ver qué es lo que han hecho las demás clases.

Sonreí. – Por supuesto. Te esperaré aquí.

-          ¡Genial! ¡Entonces vuelvo al trabajo! Me alegro mucho de que hayas venido, Zoro.

Viendo cómo se alejaba, amplié mi sonrisa. En ese momento, yo también me alegraba de estar allí.

Notas finales:

Si no habéis visto la imagen de Luffy como maid... ¡insisto en que la veáis! Está tan tierno >.<

LUFFY MAID

La siguiente parte empezará con un poco más de historia, y después vendrá el lemon ~

Espero que hayáis disfrutado de la lectura ^.^

Dadle ahí abajo para continuar *-*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).