Desde que terminaron la guerra, y la tierra estuvo en paz los Dioses decidieron que viviéramos como personas normales.
Así que la Diosa Athena (Saori Kido) nos mando a que estudiáramos la escuela, pero que no olvidáramos nuestros deberes como Caballeros de Bronce.
Todo iba bien en nuestras vidas hasta aquel día en que la vida de uno de nosotros cambio.
Los cinco decidimos ir al cine, bueno cuatro, yo como de costumbre fui por mi hermano Shun de Andrómeda, pero justo al momento de cruzar la calle, ninguno de nosotros se percato de un coche que iba a exceso de velocidad y se impacto en uno de nosotros dejándolo tirado e inconsciente, lo único que recuerdo es los rostros angustiantes de mis hermanos.
Desperté a los cuatro días del accidente (si yo fui el que tuvo el accidente), pero cuando lo hice me percate de que todo estaba oscuro. Fue un golpe muy duro sobre todo para mi, ya que estaba acostumbrado a no depender de los demás.
Pero tuve que adaptarme, pero siempre conté con la ayuda de todos, y sobre todo me ayudo Shiryu ya que él había pasa do por esto.
Pero un día Saori nos notifico que haríamos una visita al Santuario, todos se pusieron alegres menos yo, ya que nunca vería al caballero del que me encontraba enamorado (Si Ikki el Ave Fénix estaba enamorado).
Lego el gran día y viajamos y al momento de llegar al santuario todos los Caballeros de Oro aparecieron para darnos la bienvenida, al momento de que decidimos ir al salón principal, sorpresivamente fui separado del grupo, por un caballero que portaba un como de tranquilidad y paz y era el caballero más cercano a Buda.
- Si el gran Fénix estaba enamorado de Shaka de Virgo.
- Quiero hablar contigo - su vos se oía muy seria
- Que quieres – estaba muy nervioso por su cercanía – De que quieres hablas - mis manos las sentía sudar por los nervios que me invadían.
- Sé que no ves nada pero quiero ayudarte a que veas con los ojos del alma
- De que estás hablando
- Trato de decirte de que me gustas mucho, Ikki.
- Qué, que dices? - me encontraba muy nervioso y tal vez algo sonrojado por unas simples palabras (ni tan simples).
- De que me gustas mucho y de que estoy locamente enamorado de ti.
- PERO ES QUE ACASO NO TE DAS CUENTA DE QUE ESTOY CIEGO – alzo un poco la voz.
- ¿y eso qué? – sorprendido
- como ¿y qué?- me estaba molestando de que todo esto fuera una broma- Que harás con un novio ciego.
- No me importa, porque yo quiero ayudarte a que veas con los ojos del alma - lo sentí acercarse a mí y sentí como me abrazaba y como a la vez algo cálido llenaba mi corazón y esto en verdad me sorprendió.
- Este… yo… mmmmm – nervioso estaba – tu… tu también me gustas – debí de haberme sonrojado, ya que mi rostro lo sentía caliente. Pero el no dijo nada, y en mis labios sentí algo húmedo, no lo podía creer me estaba besando, eso era algo fantástico y me empezaba a gustar y todavía me sigue gustando.
- Entonces me das la oportunidad de demostrarte la otra forma de ver el amor.
- Claro que si – le sonreí.
Ya han transcurrido varios meses y cada día que ha pasado me sigue sorprendiendo de cómo se esmeraba para que yo viera la otra forma de amar.
El día de hoy es especial ya que el decidió que nuestra vidas se unieran para siempre me encuentro nervioso, pero sé que él nunca me dejara de amar.
Porque él fue el único que me enseño ver con LOS OJOS DEL ALMA.