En una tarde de verano, mirando el atardecer, se encontraban dos chicos sentados en la arena contemplando el final de un día, que fue maravilloso para ellos, ya que fue llenado de su amor.
Uno de ellos, de pelo alborotado y a la vez color rojo como el fuego de su amor, se encontraba pensando cómo expresar lo que venía sintiendo desde el primer momento en que descubrió que se había enamorado del chico que en estos momentos se encontraba a un lado de él, aquel ser que en un día de verano le había confesado su amor y se le había declarado, esto paso hace un año y en estos momentos intenta decirle lo que le ha estado carcomiendo el alma.
- Kaede – y es cuando despega su mirada del atardecer para posarla en la mía, así no perder ningún detalle de mi – quiero decirte algo – nervioso por lo que le iba a decir.
- Así, dime ahora que ideas están pasando por esta cabecita – odio que me conozca tan bien, que a veces me es imposible esconderle algo y él lo sabe, por lo que antes de que le conteste algo ofensivo me hace callar con un beso, de esos besos que te hacen olvidar de que tienes que respirar – haber dime de que ibas a hablar – alentándome a decirle.
- Pero no vas interrumpirme, verdad – hablándole algo serio y a la vez sonrojándome por lo que le iba a decir, ya que nunca creí que algún día las tendría que decir y menos a un chico.
- Ya lo sabes que nunca sería capaz de interrumpirte, ya que me gusta escuchar tu voz – dándome un beso corto - te escucho – tomando a la vez una pose de serio.
- Ya sabes que yo nunca te busque, de hecho nunca creí que me enamoraría de alguien y menos de un chico – se sorprendió por tal confesión, pero no me interrumpio – ya sabes después de 51 rechazos luego se pierde la esperanza - sonrojado – pero de la nada aparecistes y solo te vasto tan solo una mirada – sonriéndome de una manera orgullosa, pero a la vez me inspiraba continuar – y en un instante lograste meterte aquí en mi Corazón – señalado mi pecho y con lágrimas apunto de asomarse en mis ojos me motivaron a seguir diciéndote - Y poco a poco fuiste entrando en mi alma a tal grado que yo fui perdiendo por ti la razón – y dándole un beso, que fue recibido con agrado - como pagarte lo que haces con migo ya que tú eres para mí la fuerza cuando estoy vencido, eres el centro de mi corazón – y yo me sonrojo por tales palabras y lo regreso a ver y el me sorprendió con una sonrisa - Eres un ángel que bajo de cielo, eres mi vida lo que más deseo de este mundo y espero nunca perderte, y creo que tu eres la viva imagen del amor – y lo abrazo y escondo en su pecho mi rostro que se encuentra en estos instantes sonrojado.
- Gracias por tus palabras Hanamichi, nunca creí que tu pensaras de esta manera – separando un poco mi rostro de su pecho – y déjame decirte que yo nunca dejare que TU – haciendo énfasis – no te separes de mí, ya que solo tu hiciste lo que muchos nunca pudieron hacer – sorprendido – derrumbar el muro de la indiferencia que yo mismo construí para alejarme de este mundo – y me da un beso corto – te amo nunca lo olvides – y yo me quedo callado con esas palabras y los dos abrazados regresamos a ver el final del atardecer, el final de este día…
PERO NO EL FINAL DE NUESTRO AMOR.
A pesar de que el mundo esté lleno de inmundicia y de personas malas, recuerda que en cualquier lugar oculto podrás encontrar a alguien a quien le dirás o te dirá que “Eres la Viva Imagen del Amor.”