Lo tenía demasiado cerca, no sabía exactamente qué era lo tenía pensando hacer. Sin embargo, el verlo buscar sus labios era claro que era aquel beso lo que estaba esperando obtener.
No parecía mostrar ninguna clase de desesperación, pero sí una sádica perversa de tocar lo que no hace mucho fue suyo. Sí, admitía en ese momento que había sido un completo imbécil al caer en sus sucios juegos, y parecía que nuevamente volvía a caer en uno de ellos; recibiendo una traición de sus mejillas, éstas mostraban un rubor que mostraba lo nervioso que se encontraba, esperando a que todo esto se tratará de un mal sueño, del cual pronto despertaría.
— ¿Q-Qué crees que haces?
En respuesta a eso, pudo ver como se sujetaba de una cierta parte de su lacia cabellera, puesto que le había dado comienzo a un suave roce que él mismo contestaba cuando cerraba con lentitud sus orbes color café. Disfrutando de tal caricia, no se percato de cómo la otra mano que tenía libre se posaba en el centro de su camisa, en donde ésta se volvía puño para arrugar una cierta parte de ella; estaba queriendo de una vez por todas unir sus labios, sin embargo, se disponía a suaves roces que para Misaki era algo completamente confuso puesto que Fushimi nunca se disponía a hacer las cosas con tal delicadeza.
Al contrario, le gustaba la acción arriesgada.
Claro que eso había durado poco ya que a los segundos se encontraba posando sus manos en los respectivos hombros del azulino que lo estaba acercando a su cuerpo cuando fue tomado por la cintura. Notando que no andaba con tanto rodeo, se mostró asombrado al ver como lo obligaba a abrir sus labios ya que la intensidad de ese beso demostraba la desesperación del miembro de Scepter 4, quien al iniciar un divertido juego de lengua, lo que esperaba era dejar sin aire al chico que parecía no entender lo que estaba pasando.
Aún así, se mantenía al tanto de todo lo que estaba pasando, porque lo siguiente que ocurrió fue que Saruhiko daba pasado que lo obligaba ser prisionero de no sólo la pared que tenía a sus espaldas, sino también del cuerpo que buscaba eliminar cualquier clase de cercanía que tuviese cerca. Desgraciadamente tuvo que separarse de Misaki puesto que el oxígeno estaba siendo falta en sus pulmones, y dejando un rastro de saliva que unía la punta de sus lenguas, Fushimi apretaba ligeramente la camisa de su prisionero, ya después de presenciar el notorio sonrojo que seguía fija en sus mejillas.
—Nada mal… Misaki… nada mal… —susurraba lo bajo, recostándose en el cuello del mencionado, a quien hacía gemir con suavidad puesto que ese frío aliento estaba haciendo contacto con esa parte tan delicada de su piel.
Puede que esto se vuelva adictivo para él, pero tampoco podía negar el hecho de que, realmente se sentía fascinado por los labios de este arrogante pandillero.