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Hasta la Eternidad por Andromeda Capricornio

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Notas del fanfic:

Hola aqui yo de nuevo con un one-shot, el decimo fic  que subo en esta cuenta (si contamos los que tengo en Zery serían 12) por lo que aparte hice un fan art de la historia, ojala les gusten ambos. 

http://yuujizery.deviantart.com/art/Hasta-la-eternidadt-439206729

Notas del capitulo:

Solo para que no se confundad lo que esta en italicas son recuerdos de los sueños de Shun, todo lo demas es en tiempo presente

Unos ojos violáceos se encontraban con unos azules tan profundos como el anochecer, sus suaves manos pincelaban sobre el lienzo con gran maestría mientas una nueva figura se dejaba ver en el cielo, la obra maestra de su dios.

Soltó el pincel y extendió su mano hacia él, quien sin tardanza el tomo entre las suyas besándola devotamente.

Sus ojos se abrieron pesarosos, sin embargo volvió a acurrucarse entre las sabanas abrazando con fuerza su almohada, no se sentía con ánimo de levantarse, sabía que en sus sueños había algo que veía constantemente sin embargo nunca podía recordarlo al despertar. Aun sin ganas salió de la cama arreglándose viendo que el desayuno ya estaba servido, su corazón se contrajo al verse solo en esa mansión, Saori estaba en el santuario, Hyoga como siempre en Rusia, Shiryu en los 5 picos y Seiya en su departamento, aunque se veían seguido ser el señorito de esa casa era un papel al que aun no se acostumbraba. Sin embargo de entre todos ellos, al que mas echaba de menos era a su propio hermano, cada termino de batalla era lo mismo con él se iba sin dejar rastro alguno dejándolo con un amargo sentimiento dentro de él, pero siempre terminaba justificando sus acciones, llegando a darle la razón y en ocasiones culpándose a sí mismo, diciéndose que no debía meterse en sus asuntos, regañándose incluso al punto de hacerse llorar por depender tanto de su querido hermano.

Las manos se entrelazaban, ambos escondiéndose en la oscuridad de la habitación personal del joven dios quien sonreía altanera y fríamente ante la mirada seria y dura de su guardián, solo allí en secreto podían compartir el breve tiempo que la Guerra Santa les dejaba. Una parte de su corazón lloraba por aquel humano destruido pero la otra se aferraba a la presencia del espectro que seguía sosteniendo su mano con firmeza y ternura.

La luna del decimo mes brillaba en todo su esplendor mientras él la observaba desde su habitación, un aire frio soplo haciéndolo abrazarse a si mismo mientras se dejaba caer arrodillado sintiéndose oprimido con un nudo en la garganta.

-¿Cómo saber donde estas? ¿Si estás bien? ¿Cómo saber si lo mismo que pienso en ti piensas tú en mí? Me haces falta – susurro a la luna como si a través de ella el Ave Fénix pudiese escuchar su voz, entre sus manos sostenía una de las navajas en forma de llama de Fénix con el que solía anunciar su llegada, en aquel momento no pensó en un objetivo para haberla tomado del suelo ya que su armadura por si misma podía regenerarse, pero ahora era como si pudiera tener un fragmento de su hermano al cual aferrarse.

-Siempre te protegeré, hasta el último punto de mi vida, te pertenezco solo a ti mi señor – sus labios fueron callados por unos finos dedos, alzo la vista para ver al pelinegro menor quien tenía tapados los ojos bajo el flequillo.

-Yo solo busco la salvación… para todos incluso para ti… ¿y aun así vas a seguirme ciegamente?- pregunto con tristeza sin mirar sus ojos, a pesar de saberse poderoso los ojos de Bennu siempre pasaban a través de él como agujas.

-Sin dudarlo jamás… - fue la respuesta firme y segura

Se sentía solo, como nunca antes, al borde de la desesperación, nadie hacia contacto con él y cuando él lo hacía parecía que solo estorbaba, era un pajarito en una jaula de oro que había perdido su canto, a pesar de ir a la escuela la convivencia con la gente no solía ser muy profunda, el hacia su esfuerzo por poder salir del hoyo pero nadie parecía querer apoyarlo. Esa noche camino solo entre la gente, dispuesto a hacer uso de la fortuna Kido de la que ninguno de los demás, ni siquiera Saori se preocupaba, se puso un conjunto negro bastante entallado que hacia resaltar su elegante figura, su cabello ondulado suelto enmarcaba su cara con una desgarradora belleza, a pesar de las horas nocturnas sus ojos brillaban con las luces urbanas, sin embargo en su mirada solo se notaba tristeza, desasociego y una soledad que llevaba acarreando desde hacía mucho. Entro en un antro bastante escandaloso, un lugar que estaba abarrotado de gente bailando perdiéndose los unos con los otros, aquello parecía una orgia con la ropa aun puesta, sin importarle realmente se adentró en aquella pista de baile, quienes lo miraban se relamían los labios vulgarmente tocándolo por donde sus manos y cuerpo alcanzaran, sin atender a los roces y toqueteos él se dejó hacer entre toda la concurrencia recibiendo uno que otro beso fugaz con sabor a alcohol, tabaco y alguna sustancia no legal. Sus sentidos comenzaron a marearse entre todo el escándalo y los aromas allí mezclados, fue hacia la barra pidiendo un trago doble de lo más fuerte que tuviera, el barman al verlo solo le guiño el ojo dándole todo lo que pedía con alguna cosa de más allí, sin embargo a las alturas que él estaba bien podía darle veneno, estar consciente de ello y aun así se lo tragaría. Poco a poco su vista se fue haciendo borrosa y los sonidos solo murmullos y ruidos sin sentido alguno, llegó al punto en el que no pudo distinguir la realidad de sus alucinaciones hasta que todo finalmente se volvió oscuridad.

Los delicados dedos de su señor deslizaban por su piel herida los lienzos con los que lo curaba, generalmente era trabajo de las doncellas hacer eso, sin embargo no dejaría que nadie tocara aquella herida, su color hermoso e intenso solo podía ser absorbido por él.

-Fuiste muy confiado- lo regaño mirándolo serenamente mientras los ojos del espectro se quedaban clavados en el piso.

-Disculpe mi negligencia, no volverá a suceder- es su respuesta apenada, su dignidad como espectro se vio reducida pero volvería por su venganza.

Despertó entre las sabanas de su habitación con un fuerte dolor de cabeza, su mente fue  recordando poco a poco donde había sido que perdió el conocimiento, asustado por no saber quien lo había llevado hasta allá, así que salió corriendo de la habitación dispuesto a encontrar una respuesta cuando antes de bajar por la escalera diviso la figura de aquel que había extrañado tanto, se quedo estático ante los ojos azules que lo miraban como petrificándolo, sus manos estaban contraídas en su pecho calmándose el corazón sintiendo que estaba a punto de estallar en cualquier momento.

-I-Ikki… - deja salir su nombre como si al pronunciarlo el fuera a desvanecerse ante sus ojos, sin embargo ambos se acercan al otro con lentitud, el mayor mirándolo serio, el menor sin poder creer que este allí. –He-hermano…

-¿Qué clase de idiota eres para entrar en un lugar como ese? – regaño el mayor mirándolo con dureza, los verdes ojos del menor se abrieron de par en par sin dar crédito a sus palabras

-¿Cómo te atreves? Te desapareces si dar rastro de vida ¿y yo soy el idiota? No Ikki, no puedes venir aquí a decirme que hacer cuando se te pegue la gana, puedo cuidarme yo solo… no te necesito ya – fueron sus palabras dejando escapar tantos sentimientos encontrados, el dolor, la ira, la felicidad y el coraje, Ikki no tenía derecho de reclamarle nada.

-¿Ah sí? ¿En serio el tomar como si no tuvieras fondo y dejar que te manoseen es saber cuidarte estúpido? – el mayor lo miro con coraje, más a pesar de sus palabras se notaba lo preocupado que estaba por haberlo encontrado allí aunque fuese por casualidad.

-Es mi maldito problema, nadie te dice nada a ti que haces y deshaces de tu vida lo que quieras, no quieras ahora intervenir en la mía porque no te lo voy a permitir, deja de tratarme como si dependiera todo el tiempo de ti, hace mucho que ya no lo hago ¡VIVO POR MI CUENTA Y SOLO!- le grito con coraje mirándolo con ira, aquellas irises verdes estaban ahora nubladas por sentimientos que nunca habían sido propios de él.

-¡Cálmate Shun! De no haberte encontrado ahora estarías en quién sabe dónde habiéndote revolcado con quien sabe quiénes y cuántos, ya tienes más de 20 años, ten conciencia de tus actos- replico enojado el peliazul tomando por los hombros a su hermano sacudiéndolo

-¡Déjame tranquilo! No tienes derecho a decirme nada porque seguramente tú has estado en peores situaciones y ya no quiero oírte ¿entiendes? ¡Vete, déjame en paz, déjame tan solo como me has dejado todo este tiempo, vete y déjame ya!-sin más se soltó del agarre de su hermano corriendo fuera de la mansión adentrándose en los jardines de la propiedad tropezando con el terreno irregular, su llanto no tardo en correr por su rostro de impotencia intentando levantarse, sin embargo el cosmos del fénix aun lo perseguía, él sin ánimo de verlo o seguir discutiendo quiso seguir su carrera más una de las fuertes y ásperas manos de su hermano lo tomo por la muñeca y al hacer fuerza ambos fueron a dar al piso.  

-Sigo siendo tu hermano mayor, siempre me preocupare por ti este en donde este

-Se te nota… - fue la irónica respuesta que recibió por parte del peliverde quien siguió sin mirarlo

Cansado de su actitud infantil decidió darle la vuelta poniéndose sobre el chocando frente contra frente –deja de hablarme así

-No tienes derecho a meterte en mi vida después de que te desapareces como si nada y regresas de la misma forma… Ikki se que eres fuerte y autosuficiente pero ¿no ha sido ya bastante el tiempo que hemos pasado separados? ¿Tanto te gusta tu soledad? No te entiendo hermano… lo intento pero no puedo – las manos del peliverde acariciaron con ternura y suavidad el rostro del mayor, atreviéndose a delinear la cicatriz de su rostro con delicadeza, ambas miradas verde y azul chocaban entre si clavándose profundamente en el alma del otro.

-¿Te hago sufrir demasiado verdad?

-¿Cuándo te ah interesado? Sigo vivo y estoy bien… - mas lagrimas salieron de sus ojos junto con su voz ahogada, era difícil para él afrontar que todos, incluso el, intentaban hacer sus vidas, ¿Quién era el para intervenir en la de Ikki cuando el mismo le decía que no podía meterse en la suya?

-Si estás bien ¿entonces porque recurrir a algo tan bajo como el alcohol y las drogas Shun?

-Solo quería olvidar todo por un instante pero no esperaba que nadie me encontrara y menos tú… a ti te esperaba menos que a cualquier otra persona

-¿Ya no confías en mi?

-¿Cómo hacerlo Ikki? Llegas a tomarme de la mano antes de caerme pero cuando estoy a punto de aferrarme me dejas a mi suerte… ya aprendí a estar solo… que triste que lo único que nos unan sean las batallas, la paz une a la gente pero la guerra une a los guerreros…  es tan cruel

-Shun…

-¿A qué viniste? – pregunto el menor fríamente tratando de calmar su llanto aun debajo de su hermano quien lo miraba fascinado acariciando su suave piel de porcelana admirado por la claridad de sus ojos, sus maravillosos ojos llenos de ternura, todos esos reclamos eran justificados, todos incluido él se habían apartado y la inocente alma de Shun sufría en silencio tan abrupto destino, el era esa clase de persona sacrificaba sus propios sentimientos para no herir a los demás.

-Quería verte – respondió con sinceridad el peliazul observando detenidamente la cara de asombro y luego de desilusión de Shun.

-Ya me viste… si vas a irte de nuevo por lo que más quieras vete antes de que me acostumbre de nuevo a ti, de todos sabes muy bien que eres el que más me duele verlo partir – las delicadas manos cayeron sobre su pecho ladeando la cabeza cerrando los ojos para no verlo, sin embargo un estremecimiento lo inundo completamente al sentir como el Fénix rozaba su nariz en su cuello dándole pequeños escalofríos al sentir su respiración

-Yo soy un peligro para ti… -declaro al oído del menor haciéndolo suspirar – trata de entender que durante años fuiste lo único que anhele verdaderamente, que todo incluso “ella” me recordaba a ti, que cuando la abrazaba pensaba que eras tú, cada que nuestros labios se encontraban no era ella a quien besaba sino a ti mi pequeño ángel.-

-I-Ikki…- exhalo su nombre apretando más los ojos al sentir la lengua de su hermano sobre su cuello

-Te protejo de mí, amado hermano…  si me quedo cerca de ti es como si dejaran un lobo al cargo de una oveja… mi bello Shun… - fue su declaración ante la atónita mirada del peliverde quien lo miraba incrédulo a sus palabras.

El primer roce había nacido por parte del espectro, solo acaricio sus labios con el pulgar anticipando el acto que ambos deseaban no importando si fuese prohibido o no.

-Tienes mi permiso para continuar…- dijo con una voz apagada viéndolo con los ojos entrecerrados, sin esperar un momento mas ambos unieron sus labios en un beso apasionado y lleno de ternura, ambos suspiraban como si un alivio los envolviera y los llenara de calidez.

El cabello verde del menor regado entre las almohadas solo lo hacían confundirse con un espejismo etéreo, sus ojos oscurecidos miraban entrecerrados hacia su hermano quien después de quitarse la camisa mostrándole su escultural cuerpo volvió a recostarse sobre el demandando de sus besos la misma intensidad con la que él los besaba, se abrió paso en la boca del menor pasando su legua explorándolo buscando a su compañera para que se enredara en su danza prohibida, la respiración de ambos era arrítmica y entrecortada, los pequeños gemidos del menor al sentirse dominado llenaban la habitación como resonancias de cristal, poco tiempo paso para que ambos quedaran expuestos piel a piel el uno con el otro, Ikki observaba con lujuria y deseo su cuerpo sosteniéndolo por las muñecas para evitar que se cubriera, sus mejillas rojas y sus ojos llorosos solo hacían que el fuego interno creciera cada vez más, sin embargo Shun también observaba al mayor con detenimiento, su cuerpo era una escultura obrada al sol, tan firme tan única que solo deseaba poder recorrerla con sus dedos, sentir verdaderamente cada fibra de su cuerpo. Nuevamente sus labios se unieron dándose un húmedo beso largo mientras una atrevida mano bajaba hasta la entrepierna del más joven haciéndolo enloquecer por su atención.

-I-Ikki… ahh… - se retorció de placer al sentir como atrapaba uno de sus pezones entre sus dientes mientras con la mano libre estiraba el otro hasta dejarlo tan duro como el anterior, su lengua sedienta siguió descendiendo hasta la línea de la pelvis tomándose su tiempo, le encantaba escuchar aquellos dulces gemidos que no hacían más que estimularlo y eran clara señal de que no quería que se detuviera. Poco a poco fue descendiendo hasta tomar en su boca completamente su miembro, lamiéndolo hasta dejarlo completamente erecto succionándolo para que alcanzase su clímax mientras su pequeño se retorcía en la cama arqueando sensualmente su espalda, sin embargo entre mas gemía mas fuertes eran las succiones y el movimiento que ejercía sobre él, al sentirse casi a punto de terminar quiso apartar al mayor sin embargo este lejos de quitarse recibió en su boca la blanquecina esencia de su niño quien estaba rojo de la vergüenza, se separó de él lamiéndose los labios besando intensamente a su ahora amante dejando que probara su propio sabor.

Las manos de ojivioleta recorrían delicadamente la pálida piel del ojiazul quien con sensuales gemidos le daba permiso para seguir recorriéndolo con esos toques tan fogosos y que aun así parecía como si lo venerara tan devotamente con esas acciones, se apodero de su cuello mordiéndolo dejando una marca, ahora su señor parecía en si mismo un lienzo y él el pintor que plasmaba sus emociones y sentimientos en aquel blanco espacio virgen, suspiros y gemidos llenaban la habitación junto con guturales gruñidos al encenderse más su fuego, el menor rasguño la espalda del espectro cuando este introdujo dentro de él uno de sus dedos comenzando a dilatarlo; el cosmos de su dios sin duda era peligroso sin embargo su figura delicada y bella en ese preciso momento hacían que por poco olvidara su divinidad, observándolo entregándose a algo tan humano era casi una ilusión, sin embargo aquellos toques sobre su piel, aquel ardor en su espalda y esos labios devorando los suyos reafirmaban en él que todo era real.

Entro de un solo movimiento en Shun haciéndolo arquearse de dolor estrujando las sabanas y hundiendo el rostro entre las almohadas, a pesar de haberse asegurado de prepararlo bien era una sensación a la que el menor no estaba acostumbrado, sin embargo no espero a que él le diera alguna señal, comenzó a moverse lentamente en su interior haciendo que el ojiverde pasara poco a poco del dolor al placer –aahh…! ¡Di-dioses…! – gemía cada vez con más fuerza levantando más las caderas de donde se aferraba el peliazul deleitándose con aquellos gimoteos, eran los sonidos más sensuales que alguna vez hubiese escuchado.

-Solo yo puedo tenerte Shun… no permitiré que nadie más toque tu cuerpo, eres mío… - la voz del Fénix salía ronca de exitación, estaba tomando para sí mismo algo que supuestamente estaba prohibido, sin embargo era tan irresistible que no podía contener sus deseos, recordarlo siendo tocado de esa lujuriosa forma por desconocidos hacían que sangre hirviera, él por derecho era suyo, nadie mas que él podía tocarlo de esa forma tan íntima.

-¡Aaahh! ¡AAAHH!! – los choques de su pelvis contra los glúteos del menor se escuchaban cada vez más frecuentes al tiempo que Andrómeda se aferraba con mas fuerza a las sabanas respirando con dificultad

-Di mi nombre Shun… - ordeno con un erótico gruñido que estremeció por completo al menor quien cerraba los ojos con fuerza al sentir al peliazul tocar aún más a fondo de él haciéndolo perder la razón

-¡IKKI! ¡AAHHH IKKIIIII! – gemía con fuerza comenzando a mover las caderas a la par de las embestidas de su hermano, este lo giro separando aún más sus piernas recostándose sobre el sin dejar de moverse como un animal salvaje en celo, tomo los labios del peliverde demandantemente mordiéndolos en el proceso dejándolos hinchados y aun más enrojecidos, el cabello de ambos se pegaba a sus frentes por el sudor de tanta agitación mientras el miembro de Shun se rozaba enloquecedoramente entre ambos vientres.

-¡Aaahh… I-IKKI…! Voy… voy ahhh… - decía entrecortadamente sintiendo un choque en su espina dorsal al tiempo que el Fénix llegaba aún más profundo en su interior -¡AAHHH IKKII! –grito con fuerza aferrándose a la espalda del mayor arqueándose al sentir salir su semilla y salpicar ambos torsos al tiempo que su entrada se contraía apretando deliciosamente el miembro del mayor descargándose en su interior.

Ambas respiraciones eran arrítmicas, estaban enredados en ellos mismos y las antes inmaculadas sábanas blancas, con cuidado salió del interior de su señor escuchando un leve quejido salir por la boca de este.

-Kagaho… - suspiro el menor acariciando el rostro del espectro quien beso su mano con veneración y total entrega, ambos corazones latían a un mismo ritmo sabiéndose parte el uno del otro, se abrazó a su cuerpo descansando la cabeza sobre su pecho escuchando ese latido que de alguna manera lo calmaba.

-Te amo mi señor…- dijo suavemente levantándose un poco solo para mirarlo a los ojos y volverlo a besar con pasión.

-Dime mi nombre Kagaho… mi verdadero nombre – le dijo casi como suplica observándolo con los ojos entrecerrados abrazándose a él.

-Te amo… Alone… - dijo finalmente haciendo que ambos corazones se aceleraran a la mención de ese nombre, sin embargo el lo entendía tanto como el menor lo hacía, estaba enamorado y entregado a esa persona en su entera totalidad, Bennu, el espectro estaba enamorado de su señor, de Hades su dios y él, Kagaho como hombre estaba enamorado de Alone así como este de él. Aun con todo y la guerra estaba dispuesto a seguirlo hasta el final, ya fuera de la guerra… o su propia vida.

Cuando abrió los ojos el Sol del mediodía golpeaba directamente en sus ojos aturdiéndolo un poco dejando en eco aquel sueño que aún no lograba retener o entender del todo, se levantó de golpe al no sentir la presencia de Ikki allí, salió de la cama con un dolor en su parte baja, pero sin darle verdadera importancia se vistió y busco por la mansión al peliazul sin lograr dar con él, pareciera que solo fue una ilusión producto de los enervantes el que Ikki se hubiera aparecido por allí, con tristeza se dejó caer en el sillón abrazándose a si mismo intentando no llorar.

-¿Solo esto merezco? ¿Así sin un adiós ni nada se fue otra vez?... – pensaba tristemente aferrándose a sí mismo sin embargo el sonido de la puerta abriéndose lo hizo sobresaltarse sintiendo como si el alma le regresara al cuerpo cuando vio la figura de su hermano entrar a la sala viéndolo con el ceño algo fruncido.

-¿Y ahora que tienes? – su voz resonó en su cerebro así como en la habitación aun sin poder salir de su asombro

-N-no… no te fuiste… - dijo en voz baja casi como suspirando sujetándose el pecho

-¿Irme? ¿Por qué me iría? Y menos sin ti – se sentó a su lado abrazándolo cariñosamente por los hombros –te veías tan tranquilo durmiendo que no quise despertarte, no quise asustarte – froto su brazo con ternura observando el rostro de su niño.

-Yo pensé que… ah soy un tonto Ikki… - se abrazó a su cintura acurrucándose en el pecho del mayor buscando su calor

-Te lo dije Shun, te amo… si vuelvo a irme solo será si tu vienes conmigo… siempre te protegeré, hasta el último punto de mi vida, te pertenezco solo a ti Shun… - aquellas palabras golpearon el corazón de Andrómeda quien se separó de él mirándolo anonadado e incrédulo, sin embargo el tranquilo semblante de Ikki parecía imperturbable aun cuando él juraba que había escuchado esas palabras antes… en sus sueños…

-Ikki… yo… sabes que yo también te amo… y también te pertenezco… aun con todo lo que soy ¿ya no te iras sin mi? – pregunto sintiendo las palabras agolparse en su garganta, queriendo decir todo y a la vez nada

-Claro que no, quiero estar contigo y que tu estés conmigo… ya hemos estado demasiado tiempo separados mi bello ángel – acaricio suavemente su rostro como si fuera la pieza más frágil y delicada que jamás hubiese tocado.

- Ikki… - su nombre salió de sus labios es un murmullo chocando ambas frentes sintiendo la respiración del otro

-Estoy decidido a tomar todo de ti… así como quiero entregarme solo a ti Shun… - se sobresaltó un poco ante esas palabras mirándolo fijamente

-Eso… Ikki… - bajo su mirada ladeando la cabeza más la mano de Ikki aun sobre su rostro tomo con cierta fuerza su mentón haciendo que volviera su vista a él

-¿Acaso ya no confías en mí? – pregunto con una seductora voz que lo hizo estremecerse por completo.

-No… yo estoy contigo… sin dudarlo jamás – esta vez fue el Fénix quien se estremeció con esas últimas palabras, volvieron a mirarse a los ojos besándose aferrándose el uno al otro.

Muy en su interior ambos entendían que no importaba cuantas veces volvieran a nacer, las formas en que lo hicieran o que iba a ser a lo que se enfrentarían, siempre lucharían ambos por una misma causa… y el alma del Fénix siempre protegería el alma del ser que estaba a ser destinado el más puro de la humanidad

Notas finales:

Espero que les haya gustado esta historia, la lleve trabajando un buen rato, es de las parejas de las que hace tiempo quería escribir, muchas gracias por leerla n.n/ 


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