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AMOR MALDITO por crystalwall

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen 

Notas del capitulo:

Hola, les traigo una nueva historia de amor y magia

Esta pequeña historia está dedicada con mucho cariño a Chris Yagami, la cual tuvo la idea original para el fic, espero que les guste 

Capítulo 1.– Encuentros extraños

 

Un rayo iluminó el cielo…

 

Era una noche lluviosa en la que la luz de la luna no era visible, ni siquiera las estrellas en el firmamento se mostraban. El recuerdo de las estrellas y los atardeceres frescos de primavera, eran algo lejano en el pueblo de Volantis.

Hacía más de diez años que la naturaleza se había ensañado con ellos, la luz del sol era siempre cubierta por negras nubes, la lluvia era su constante compañía; así como el frío y el hambre. Lo que antes había sido uno de los pueblos de la región más vivos por el comercio y la agricultura, ahora estaba sumido en el olvido. Las cosechas se perdían cada año, los animales habían muerto o huido, las enfermedades golpearon a sus habitantes, el otrora fértil suelo ahora arrojaba solo mala hierba y las plantas irremediablemente morían.

Solo los fuertes de espíritu habían permanecido en aquel lugar que ahora se iba convirtiendo en una cueva de rateros, vagos y borrachos.

En la noche los habitantes se encerraban en sus pequeñas chozas para tratar de mantener vivo el fuego que calentaba a sus familias, los campesinos no sabían de dónde pero a la madrugada venía una corriente helada que lo apagaba todo y llenaba sus almas de desesperanza, solo la taberna local estaba abierta hasta tarde en la noche, era el único lugar en donde los campesinos podían ir a distraerse un poco luego de un duro día de trabajo en el campo, cada vez eran menos los que trataban de trabajar esas tierras que pocas veces rendían frutos, los que se quedaban era mas por un sentido de hogar, habían nacido en ese pueblo y allí morirían.

 

En medio de la tormenta llegó un extraño a la taberna, había amarrado su caballo en las afueras y entró al cálido local. Un fuego ardía en la hoguera que era la principal fuente de luz y calor, el recién llegado se sacó el sombrero dejando ver sus castaños cabellos mojados por el mal tiempo, se sacó su capa que estaba empapada y la colgó en uno de los percheros para caminar hasta la barra y dirigirse a un hombre corpulento que estaba tras la barra.

– Whisky? – preguntó en tono seco el cantinero al joven de blanca piel y brillantes ojos verdes que se sentó en uno de los lugares vacíos lo mas cercano al fuego que le fue posible.

– Vino hervido por favor si tiene, el cielo se está cayendo afuera y estoy helado – el cantinero asintió y sacó una tetera para atender el pedido, no habían muchas personas que ordenaran vino hervido y eso le hizo sonreír al recordar a los muchachos que vivieron hace muchos años en el camino de la quebrada, el cantinero sonrió primero y luego una expresión de pena se acentuó en su rostro.

– De dónde viene?, los caminos son peligrosos por estos lugares – dijo el cantinero haciendo conversación al extraño que estaba frotando sus manos en una de las velas que estaban distribuidas en la barra.

– Del norte, estoy camino a la capital, no estoy solo sino que creo que me adelanté o me retrasé de mis amigos, de cualquier manera quedamos en encontrarnos aquí, no ha venido nadie más ¿verdad?

– No, la suya es la primera cara nueva que hemos visto en estos lugares desde hace mucho tiempo, sus amigos pasaron de largo o aún no llegan – dijo el cantinero poniendo la humeante bebida delante del extraño que puso sus manos en el jarro buscando calentarse antes de beber el vino.

– Eso es lo que me temía, de cualquier manera quiero que pase la lluvia antes de continuar con mi camino, yo necesito descansar y mi caballo también – el joven de ojos verdes sonrió lo que hizo sonreír al cantinero que sacó de debajo de la barra una manzana y se la dio al extraño, el muchacho la tomó sin comprender pero el cantinero dijo:

– Si ha venido del norte debe estar hambriento también, no la enseñes mucho y cómela rápido, en estas tierras te matarían por ella.

– Gracias…

– Aldebarán es mi nombre, ¡oh!… pero qué diablos… – la atención del cantinero se desvió cuando la puerta de su taberna se abrió dejando entrar a tropezones a un hombre que lucía muy sucio, como si se hubiera caído en el lodo algunas veces antes de llegar a la taberna, sus cabellos estaban enredados, alguna vez podían haber sido rubios pero con tanta suciedad nadie lo podía asegurar, el hombre se tambaleaba y decía palabras incoherentes, todos los presentes en el bar lo miraron con disgusto, como uno mira a un perro cualquiera en la calle, solo Aldebarán salió y lo ayudó a ponerse de pie.

– Alde… me das un trago? – preguntó aquel hombre que estaba empapado por la lluvia y el lodo de la calle.

– No mi Lord, yo creo que ya ha bebido lo suficiente – dijo el cantinero tratando de llevar al hombre a la calle una vez mas, esto era cosa de todas las noches, aquel hombre venía todas las noches a tratar de ahogar sus penas en alcohol pero nada podría aliviar su corazón, jamás…

– No es cierto, por favor Alde… tráeme una botella de tu mejor whisky porque esta noche hay que celebrar.

– Y que va a celebrar mi lord? – preguntó el cantinero sentando al hombre en una de las mesas, era mejor darle un trago y enviarlo a casa para evitar mayores escándalos, el Lord de la casa de Virgo solía ponerse violento cuando se sentía ignorado.

– Son doce años Alde, doce años el día de hoy desde que lo vi por primera vez – la voz al lord se le quebró cuando dijo esto, el bar completo meneó la cabeza y volvió su mirada a sus propios tragos, aparentemente esta era una historia conocida por todos a excepción del extraño que miraba fascinado la escena desde la barra.

– Lo se… lo se… le voy a traer su trago pero luego usted debe irse, ¿me entendió?

– Si si si, ¿Quién quiere tomarse un trago conmigo?, ¡yo invito! – vociferó el lord al bar entero que lo ignoró pero el muchacho de cabello castaño se puso de pie con su jarro de vino aún en la mano y dijo:

– Yo tomaré con usted, tengo que hacer tiempo hasta que lleguen mis amigos por mí.

– Bien… Alde ¿Dónde está la botella que te pedí?

– Enseguida se la traigo, mi lord – dijo el cantinero mirando con curiosidad ahora el muchacho castaño.

Había algo en él, algo en sus ojos que le resultaba familiar pero no podía decir que era, de cualquier manera fue hasta la parte de atrás de la barra y sacó una botella de whisky con dos vasos y la llevó hasta la mesa donde estaba aquella inusual pareja. El muchacho castaño miraba con curiosidad al hombre rubio que parecía algo desubicado.

 

Un trueno hizo estremecer la taberna entera, la luz del rayo iluminó el rostro del muchacho castaño y sus ojos brillaron de una manera muy especial lo que hizo estremecer a Shaka hasta la médula y preguntó torpemente:

– ¿Nos conocemos de antes?

– No… no lo creo, ¿qué le estabas diciendo al cantinero?, ¿que eran doce años desde que conociste… a quién? – preguntó el muchacho interesado apurando su vino hervido que estaba tibio en este punto, Shaka meneó la cabeza y sonrió con tristeza al decir.

– Al amor de mi vida, al amor que me maldijo a esto, que me ha convertido en lo que soy ahora, que me destruyó… – Shaka apuró su copa y suspiró, el muchacho castaño lo miró y se sirvió su primera copa de whisky al preguntar:

–¿ Y quién era?, ¿Por qué terminó todo?

– Es una historia larga – contestó el rubio sirviéndose otro trago

– Tenemos tiempo, por qué no empiezas desde el principio, ¿Cuándo fue la primera vez que lo viste?

– Eso fue hace mucho mucho tiempo…

 

***

El sol brillaba en lo alto del firmamento cuando por el camino venía un apuesto joven que portaba el emblema de la casa de Virgo en su pecho. Era un joven de 20 años cumplidos e iba montando su blanco corcel por el camino real con los otros jóvenes de la corte del rey, habían ido a cazar y estaban cruzando los terrenos cercanos a la cascada que quedaba pasando la cañada. Estaba un grupo de cinco jóvenes que iban acompañados de sus canes que perseguían un zorro. Todo era normal esa mañana hasta que los perros se desviaron del camino real y entraron a la carrera  entre los espesos árboles del bosque cercano. Los ladridos se iban haciendo cada vez más lejanos pero los muchachos no querían entrar al bosque negro, se rumoraba que había espíritus allí, brujas y fantasmas. Shaka que era el hijo del Lord Asmita de Virgo fue el único que se aventuró a entrar a buscar a los perros en contra de los consejos de sus amigos, con su silbato los llamaba pero no obtuvo respuesta, solo los escuchaba ladrar a lo lejos.

 

Shaka iba despacio entre los árboles escuchando los ladridos de los perros hasta que escuchó algo más: el grito asustado de alguien, alguien más estaba en el bosque. Shaka cabalgó más rápido siguiendo los ladridos de los perros y los gritos de quien sea que estuviera en el bosque. El joven rubio arriesgaba caerse del caballo y romperse el cuello pero no podía ignorar los pedidos de auxilio que escuchaba a lo lejos.

 

Cuando por fin pudo ver a los perros se horrorizó al ver a un pequeño muchacho, un campesino de cabellos verdes que abrazaba con su vida a un pequeño conejo que temblaba en sus brazos, con un palito trataba de alejar a los canes que lo tenían ya rodeado, al parecer el muchachito se había caído porque una mueca de dolor se dibujaba en su rostro.

– Atrás… ¡atrás dije! –

Shaka se bajó del caballo y con su látigo hizo retroceder a los perros que gruñendo se alejaron del muchacho herido que tenía la respiración entre cortada y miraba a aquel extraño que había llegado aprensivamente. Shaka se arrodilló junto a él pero se quedó quieto y levantó las manos en señal de paz cuando el muchachito saltó asustado tratando de alejarse de él.

– No, por favor… es mi conejito…

– Tranquilo muchacho que no quiero hacerte daño, no te voy a quitar el conejo, tranquilo y respira… eso es… ¿te lastimaste? – Shaka miraba al muchacho con dulzura al verlo tan asustado, tenía los cabellos verdes de la misma tonalidad que sus ojos, su piel era blanca como la leche y sus facciones finas, era muy hermoso en verdad y se veía tan vulnerable.

– Me caí cuando corría… me torcí el tobillo – respondió el jovencito señalando su pierna izquierda, Shaka delicadamente la tomó y el muchacho se estremeció entero del dolor y se quejó cerrando los ojos con fuerza.

– Necesitarás reposo por unos días antes de que puedas volver a correr, ¿Vives cerca?, ¿Estás solo?

– Vivo cerca de la cañada, estaba recogiendo peras pero se me cayó mi cesta cuando corría, mi hermano va a matarme – la tristeza con la que hablaba el muchachito fue suficiente para conmover a Shaka que lo cargó con cuidado y lo subió al caballo para llevarlo de vuelta.

– Tranquilo que no creo que te mate por una peras, tal vez las encontremos en el camino de regreso, y si eso falla siempre le puedes dar el conejito ¿no?

– No… el conejito es mío – el jovencito abrazó al animalito que estaba mas asustado que nadie y no estaba quieto en los brazos de su dueño.

– Está bien, ya veremos algo para reponer las peras, ¿Cómo te llamas?

– Shun… me llamo Shun.

– Muy bien Shun, me llamo Shaka y te llevaré a casa.

 

Shun sonrió y fue tranquilo montado en el caballo del joven noble que escuchó maravillado la simpleza de las palabras de su nuevo acompañante que le hablaba de la belleza de las hojas en esta época del año, que las peras eran ahora mas dulces y ya mismo habrían duraznos. El rubio miraba a Shun y sonreía envidiando en secreto la libertad que tenía, al ser hijo de uno de los nobles de la región él en cambio tenía ya su vida planeada ante él, su padre ya le había arreglado el matrimonio con una de las hijas de otro de los nobles de la región, era una muchacha sin gracia pero con una buena dote. Shaka odiaba su vida y quería escapar de ella y al escuchar a Shun hablar de las plantaciones de la región, de las ovejas que cuidaba su hermano y de la granja de sus vecinos, el joven rubio deseó que su vida fuera así, libre de preocupaciones, que pudiera pasar sus días en el sol, nadando en el lago, bañándose en la cascada, persiguiendo conejos con Shun… con Shun…

 

Aioria de la casa de Leo estaba considerando entrar al bosque a buscar a su amigo cuando escuchó los ladridos de los perros volver, ahí todos los muchachos respiraron tranquilos al saber a Shaka a salvo pero se sorprendieron al verlo llegar a pie con un muchachito subido en su caballo, un campesino montando el caballo de un lord.

– Estábamos preocupados por ti, ya iba a entrar a ese bosque maldito a buscarte amigo – dijo un muchacho fornido de cabellos castaños cortos. Shun nunca antes los había visto pero por sus ropas podía suponer que eran de la nobleza como su nuevo amigo Shaka

– Estoy bien, solo sufrí un contratiempo, este es Shun que cayó cuando huía de los perros, lo voy a llevar a su casa porque no puede caminar – contestó Shaka con un tono un poco seco al notar la ironía y la burla en el tono de Aioria.

– Vaya… ¿Desde cuándo un noble sirve a un plebeyo? – un muchacho de cabellos azules y ojos del mismo color había sido el que habló ahora. Su mirada era fría y Shun se sintió cohibido cuando este hombre lo miró de pies a cabeza.

– Desde hoy Milo y tu no estás obligado a venir si no quieres – Shaka levanto un poco la voz con molestia, si él quería llevar a Shun a su casa era su problema además se lo había prometido.

–Que genio. Ya se está haciendo tarde y es mejor que me vaya, nos vemos en la noche cuando hayas cumplido con tu… encargo, adiós… – dijo Milo subiéndose a su caballo y saliendo sin mirar atrás.

 

El muchacho castaño que se llamaba Aioria lo siguió, había otros dos muchachos mas con ellos, uno de cabellos lilas y el otro muchacho de cabellos azulados que no se habían dignado dirigirle la palabra o mirarlo siquiera. También salieron tras los otros muchachos dejando solo a Shaka que tomó las riendas del caballo y le dijo a Shun:

– Guía el camino Shun, dónde está tu casa?

– Tras las colinas de allá, pero si es mucha molestia desde aquí yo puedo llegar a casa, en serio – el pequeño de ojos verdes se sentía mal por la manera como los amigos de Shaka los habían tratado y no quería ocasionarle mas problemas a su nuevo amigo que meneó la cabeza y sonrió al decir:

– No es molestia, yo te ofrecí llevar a casa y es lo que voy a hacer, sujeta bien al conejo no se te vaya a escapar, ir tras él no ofrezco – dijo Shaka al ver como el animalito trataba por todos los medios escapar de los brazos de Shun que sonrió y siguió hablando de todo y nada con su muy apuesto salvador.

 

La noche ya estaba cayendo y el paisaje era hermoso, Shun sentía su corazón latir como nunca antes, se sentía perdido en esos ojos azules que lo miraban con dulzura, Shun se sentía en las nubes…

 

 

Notas finales:

Será que Shun encontró a su príncipe azul?

Eso es en el capítulo que viene, muchas gracias por leer, saludos, bye 


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