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¿¡UOYEKILI!? por Agonyxinxthexdarkness

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Notas del fanfic:

HOOOOOOOOOOOOOLA HERMOSURAS DE A-Y. ♥

Acá Kona, la loca por esta pareja, trayendo un fic rapidín y cliché que salió de un momento extremadamente random.

Seguro el nombre ya les deja con cara de WTF.

Lo entenderán más adelante. -Inserte kaomoji de las cejitas graciosas.-(?)

Va dedicado a toda la secta KyoMa de twitter, en especial a Yamiko... ´Porque todos le debemos fics. 8DDD

 

EDIT(9/2/18): d u d e editar todo este fic ha sido un viaje.
Hola, soy la Kona del presente. La secta se hizo más grande y tenía ganas de arreglar esta joyita junto con la otra.
PERO UN PASO A LA VEZ.

Sigo diciendo que hay partes que quiERO BORRAR DEL INTERNET PORQUE N O CÚAL ERA MI PUTO PROBLEMA pero mi beta-reader dijo que los deje, le daban otro toque aunque a mi no me gustase para nada como quedaban. Que se yo, mi manera de ver esta pareja ha cambiado mucho con los años.
En fin, disfruten (o intenten)

 

 

Notas del capitulo:

No tengo idea de si es corto o largo. Siendo sinceras solo escribí y escribí... y aquí está.

 

Tampoco lo controlé demasiado, lamento si tiene faltas graves de ortografía o alguna cosa que les derrita los ojos.

 

En fin, pasen a leer. ♥

La luz del sol los estaba calcinando vivos y nada podían hacer. 

 

Hacía horas que Kyo buscaba algo que parecía difícil de encontrar a estas alturas: un maldito lápiz de grafito 8B para sus dibujos. Aparentemente debía hacer nuevos bocetos de sus extraños personajes, los Zemeckises, y se había encontrado con la sorpresa de que su lápiz ya se había reducido. Esa era la principal razón por la que habían estado desde el jodido mediodía de tienda en tienda, más que nada por la propia impulsividad del mayor de comprar cada cosa que le parecía interesante.

 

Parecían esa típica pareja millonaria de películas donde Mao era quien cargaba las bolsas de su adinerada e insaciable mujer que despilfarraba lo que una familia promedio usaba para vivir en el mes, en unos minutos.

 

Lo irónico es que la "mujer" era Kyo, quien en general era más maduro que él (O eso solía demostrar) y tenía actitudes mucho más masculinas que las propias. Además de que no era "suyo", pues ellos solo eran buenos amigos que se acompañaban a comprar idioteces, salían a beber (aunque ninguno de los dos toleraban demasiado el alcohol) y hablaban de cosas de nerds...

 

Y a veces, follaban como si de su vida dependiera de ello y no podían dejar de besarse.

 

Así de enfermiza era su "relación", si es que podía llamarse relación a esa novela de bajo presupuesto que se montaban. No eran nada, sólo eran amigos...

Y eso, en algún punto del camino, comenzó a dolerle.

 

Su vista en realidad no estaba fija en ningún punto, sólo observaba las vitrinas para intentar distraerse. Estaba putamente aburrido, y eso que disfrutaba de las compras más que nadie. Siendo algo evidente, Kyo se detuvo en seco antes de obedecer por milésima vez en ese día a alguno de sus alocados impulsos de compra innecesaria y se volteó para ver al más joven. Le estudió en silencio, con esa expresión seria tan característica de él por momentos.

 

- Hey ¿Qué te pasa? -Preguntó a la vez que arqueaba las cejas ligeramente hacia arriba, posando la mano sin tatuar sobre el hombro del otro vocalista.- Has estado muy callado... me estás asustando. -Agregó en un intento de hacerle reír o sacarle una sonrisa; y funcionó de sobra.

 

- Senpai, estoy aburrido. -Confesó una vez que su ligera risa se calmó, cruzándose de brazos con cierta dificultad por la considerable cantidad de bolsas que traía en ambas manos. Sintió la libertad de expresarse y la exprimió cuanto pudo.- Estoy cansado, caminamos mucho, tengo calor, quiero comer, ir a casa y darme una buena ducha. Me siento sucio, comenzaré a apestar si sigo así. -Soltó de manera atropellada, reclamándole todo aquello que rondaba por su cabeza. A todo, sólo recibió una risotada de Kyo y un ligero golpe en el hombro.

 

 

-Ya, idiota. No te pongas en nena,  es cosa de conseguir el lápiz y nos vamos. - Prometió con una sonrisa que, secretamente, hizo que Mao se derritiera por dentro.

 

- Eso dijiste hace hora y media... ¿No puedes pedirle a otra persona que te lo consiga? Por favooor~ -Le rogó de la manera más infantil posible pues sabía que así Kyo no se negaría al molestarle demasiado.

 

- Bueno, bueno, tonto. -Se resignó, frunciendo el labio inferior.- Intentaré terminar el dibujo con otro lapiz, aunque tardaré más y quedará muy mal, me llevará semanas arreglarlo y me regañarán por eso. Terminaré irritado y sabes lo que eso significa. -Concluyó su defensa, evitando que se asomara una sonrisa tétrica.

 

Mao tragó en seco, sabía muy bien lo que significaba. Es más, había una gran marca en su espalda que se lo recordaba a diario pues aún no se había recuperado de la última vez. Aparentemente, cuando estaba irritado, Tooru tenía la costumbre de sacarse el mal humor follando con el menor y teniendo prácticas demasiado inhumanas; incluso para ese loco conocido en el pasado por la  costumbre de automutilarse en medio de un concierto.

 

- Busquemos un poco más... -Dijo Mao finalmente, abultando los labios en un mohín. Tomó su mano y caminó con rapidez entre las personas de la calle que iban igual de apurados que ellos. 

 

 

Entraron a una gran librería, donde pudieron conseguir el dichoso instrumento de trabajo y algunas cosas que realmente no eran necesarias. Una vez que las compras estaban realizadas, Kyo pasó por una de las heladerías que tanto le gustaba a Mao y compró helado para ambos como recompensa. Así se dirigieron al departamento del menos experimentado, pasando la noche juntos entre comentarios tontos y algún que otro beso.

 

-x-

 

Había pasado una jodida semana de la vez que habían salido de compras y Mao realmente se estaba impacientando. 

 

No atendía sus llamadas, ni siquiera le aparecía que sus mensajes habían sido leídos o recibidos. No quería ir a su casa, no era como para ir a molestarle en caso de que estuviera enfadado o ocupado. Después de todo tenía  motivos de sobra para no responderle. Uno de esos era el que más le jodía. 

 

Los cigarros se le iban como agua entre las manos de tanto que era su estrés. No solo pasaba que su senpai había dejado de dar señales de vida, sino que toda la presión del aniversario de su banda le estaba volviendo loco. Iban de reunión en reunión y de radio en radio, prácticamente no estaba teniendo vida. 

 

Al menos eso transcurrió así hasta que el sábado, después de haber salido de la compañía, una vibración en su bolsillo le hizo sobresaltarse. 

 

"Hey, dobe, lamento no haberte respondido o llamado estos días. Estaba con trabajo hasta la cabeza y apenas podía ir al baño. 

Tengo algo que mostrarte, ven a mi casa cuando puedas. ¿Si?

 

Warumono."

 

Mao quedó con la sorpresa y la confusión dominando cada centímetro de su rostro, además de la creciente duda a causa de su mensaje. Después de todo, de por sí era extraño que Kyo pusiera verbalmente sus disculpas y que se mantuviera tan ocupado para aunque sea tipear un maldito monosílabo o algún sticker de LINE. Sabía que esa persona era un trabajólico, pero ¿Hasta ese punto?.

 

Dejó todo pensamiento de lado y detuvo el primer taxi libre que se le atravesó por el camino, dirigiéndose sin dudar un solo momento en visitar al contrario. A ese nivel de dependencia había llegado, dejando algo tan importante como su trabajo para atender o darle importancia al maldito vejestorio lleno de hormonas al cual admiraba.

 

-x-

 

Era la segunda vez que golpeaba la puerta y aún nadie le atendía. La impaciencia y la duda estaba comiendo su pequeña cabeza en pensamientos oscuros como “quizás fue una broma y ni siquiera está aquí, viniste en vano” o algunos a lo “mírate, eres patético”.

Aquel lado le hizo pensar que hacer, estando entre salir a la mierda de ese lugar o entrar por la ventana…

 

El mayor justo abrió la puerta cuando Mao ya tenía más de la mitad del cuerpo pasando por el marco de la ventana.

 

- Hey ¿Qué crees que haces? -Preguntó arqueando las cejas con desconcierto. Enseguida se acercó y le tomó por la cintura para elevarle sin dificultad y dejarle con cuidado en el suelo.- Tardé un poco porque había perdido las llaves dentro de casa, disculpa. – Habló sin verle, apresurándose a regresar a la seguridad de su hogar sin dejar invitaciones expresas para que Mao ingresara porque a ese punto no eran necesarias.

 

Al final se decidió a pasar del modo convencional tras dar un profundo suspiro, cerrando la puerta tras de sí y volviendo a sentirse sorprendido una vez más cuando se encontró con la casa algo desordenada.

Sí, era evidente que el dueño del departamento había estado demasiado ocupado para hacer el aseo... y eso que Kyo no podía vivir con apenas una ligera capa de polvo sobre un mueble.
Buscó al otro vocalista con la mirada y lo encontró en la puerta de su estudio, observándole como para asegurarse de que hubiera ingresado pero sin verle directamente. Le hizo una seña con la mano y no necesitó más para saber que debía ingresar con él.

Allí dentro, el dueño de la casa le tomó por los hombros y comenzó a empujarle suavemente hasta una silla sencilla que estaba dispuesta en la sala, justo frente a la que estaba cercana al escritorio donde Kyo solía hacer más de la mitad de sus labores artisticas. Mao ya se sentía preparado mentalmente para comenzar con algún tipo de cuestionario y a recibir malas respuestas, cuando el mayor simplemente extendió un bloc de hojas como los que él ya conocía, por ser en los cuales solía dibujar.
Apenas en ese entonces le dedicó una primera mirada al rostro, sin pasársele por alto las oscuras sombras que el mayor poseía bajo sus ojos. Se notaba cansado, pero de todos modos le estaba insistiendo para que sostuviera aquellas hojas que, cuando estuvo por tomar, acabó arrancándolas y entregándoselas sueltas. 

 

La primera hoja tenía un nuevo boceto de Penyu, junto con una nueva versión de la otra cara del mismo personaje: ese que aparecía cuando se removía la protuberancia de su espalda. Lo observó con curiosidad, realmente se veía mejor que el primero que había realizado y hasta tenía un aspecto mucho más adorable.

La siguiente hoja era Jodoro sin aquella máscara que solía ocupar, según decían los kanjis garabateados a un costado del mismo. Era algo realmente horripilante. 

 

Así continuó, las ocho hojas de las nuevas versiones de los Zemeckises pasaron por sus dedos y cada una le iba gustando más que la anterior, concentrándose en cada detalle que los dibujos parecían tener. Tanto que no se había percatado de un pequeño detalle el cual hizo que Kyo se pusiera visiblemente nervioso por la manera en que estaba moviendo rítmicamente sus pies delante suyo. Notó que estaba demasiado tenso y como primer impulso elevó la vista para verle.

Pero el contrario le hizo devolver la vista al papel cuando le señaló el costado de las hojas para que las detallara. Así, se percató de que cada hoja tenía un número y una letra.

 Mao aún tardó en entender que sucedía.

 

- Sabía que eras lento, pero no pensé que yo iba a tener que ayudarte. -Se burló, entonces buscando entre su escritorio una hoja de papel y una lapicera. -Ten, bobo. Escribe ahí las letras que aparecen.

 

El pelinegro obedeció, colocando una a una las letras y su respectivo número hasta caer en cuenta que estos tenían un orden de atrás para adelante y, en conjunto, formaban una palabra que él no conocía.

 

- ¿UOYEKILI? -Preguntó muy desconcertado. ¿Acaso era una palabra en otro idioma? Tenía en mente que el mayor conocía bastante del Latín y quien sabe que más así que no parecía algo lejano a la realidad. Cuando buscaba una manera para descifrarlo, Kyo espió lo que había hecho y al final le dio un pequeño zape a la altura de la nuca tras resoplar incrédulo.

 

-Serás idiota. Tenías que poner las hojas en el orden que te las di. Está al revés. – Señaló, rodando los ojos.

 

Un suspiro de alivio salió de los labios de Mao, abultando los labios cuando el aire entero acabó de salir. Se vio como un verdadero idiota frente a la persona que más admiraba, lo cual no dejaba de ser irritante aunque tuviese un pésimo concepto de sí mismo y no fuera secreto para nadie que él se percibía de esa manera.

Con esa última pista, volvió a ordenar las letras del uno al siete, sin llegar a terminar de escribirlas cuando captó el mensaje oculto.

 

"I like you"

 

 

Sus ojos brillaron un momento, volviendo automáticamente su vista a  Tooru en búsqueda de una explicación o palabra que le ayudara a completar aquella idea que se formaba frente a sí. Pero sólo se encontró con una expresión desconocida en el rostro del mayor, quien ahora le había tomado ambas manos entre las propias para mirarle con una fijeza que logró erizarle la piel, congelarle en su sitio de un modo que no recordaba haber experimentado en mucho tiempo.

 

- Mao, no creo que sea necesario agregar demasiado... -Comenzó un más que improvisado monólogo, buscando en su cabeza un modo de decir todo aquello para liberarlo de un modo calmado de una vez por todas; era un tema delicado después de todo.- Me gustas, al punto de que llegué a sentirme vacío con solo tener la oportunidad de poseerte o besarte sin más. – El contrario tuvo que bajar la vista, siendo poseído por una pena contra la que no sabía lidiar al haberla reprimido y salteado durante tanto tiempo. - Quiero que seas mío, enteramente mio, poder aferrarme a un título que declare que nosotros compartimos un vínculo muy fuerte y que no eres una persona de tantas en mi vida. Ya no me basta con asumirlo mentalmente, quiero que sea algo mutuo, que tú lo sepas…- 

El rostro del más joven se cubrió de un tinte rojizo casi al instante. No era para menos, es decir… ¿Cómo reaccionar si una persona fría y puramente tosca con la mayoría de las personas abre su mente de ese modo? No solo eso, sino que también te confirma que no eras el único que tenía esa incomodidad que te quitaba el sueño. Comprendió que el mayor estaba extraño desde que había llegado porque algo de esa magnitud no se dice a la ligera, en especial cuando no confías en nadie y te basas en acciones para hacerle llegar tus sentimientos a los demás.

Entonces, entre la impresión, la vergüenza y la felicidad, Mao era lo más parecido a un cubo de hielo en ese momento. Seguramente, si picaban su frente, caería hacia atrás y se quebraría en mil pedazos. Tuvo que obligarse a reaccionar, su silencio estaba impacientando al rubio y eso traería muchas consecuencias.

 

Dejó que la emoción del momento le poseyera entero, esbozando una sonrisa realmente amplia y prácticamente arrojándose sobre él. Kyo rió, una risa que demostró el nerviosismo que cargaba y como este le abandonaba, una risa que denotaba una felicidad más que genuina. Quedaron firmemente aferrados el uno al otro con un simple abrazo, uno que era realmente cálido. Nunca habían tenido la oportunidad de abrazarse así, tan espontaneo y reconfortante.

 

- Quiero ser tuyo, quiero presumir a todo el mundo que el hombre más sexy de Japón está conmigo. Tu me gustas mucho, sempai, me pone feliz no ser el único con esto presente. -Pronunció con cuidado, escondiendo el rostro justo en el hueco de su cuello. La colonia del rubio vocalista llegó a él, estremeciendo nuevamente su cuerpo. Era delicioso.- Te quiero... -Murmuró para concluir, besando su mejilla.

 

- Bueno, bueno, ya. No es necesario ser tan meloso. -Habló el mayor con una burlona sonrisa, picando los costados de Mao sólo por joder. Esto no sólo hizo que Mao se separara, sino que les dio la oportunidad de unir sus labios en un beso ansiado y suave, uno muy diferente a todos los anteriores.

 

Y así continuo, al menos hasta que vieron la necesidad de aumentar la intensidad y pasó a ser un ósculo hambriento y bastante pasional. Mordidas, lamidas, succiones y la hermosa sensación de que sus labios estaban hechos a la medida del otro, encajando de una manera armoniosa.

 

Una ligera oleada de calor les invadió, además de la falta de aire, obligándose a si mismos a cortar aquel frenético beso para recuperarse. Kyo se detuvo a ver con claridad el rostro del más joven, deleitándose con los hinchados labios de Mao. Pudo denotar también que, a comparación suya, el pelinegro estaba realmente agitado. La sonrisa que apareció en su rostro no hizo otra cosa que erizar la piel del novato.

 

Las palabras sobraban; se deseaban más que nunca. 

 

Kyo no perdió tiempo. Sin cuidado alguno comenzó a besuquear y marcar ese blanquecino cuello que tenía en frente, aferrándose al pequeño cuerpo para rasguñar levemente su cadera sobre la ropa. Lo bueno de la situación era que ambos se conocían demasiado, al punto de que era peligroso dejar a Kyo accionar así. Sabía cada punto débil de Mao, cada lugar que le haría estremecer... y Mao también conocía los del mayor. 

 

Las mordidas trajeron suspiros; los suspiros trajeron ansias; y esas ansias fueron las que los acabó de consumir.

 

En menos de unos minutos, Mao ya se encontraba sobre la cama del rubio con apenas el torso desnudo. El rubio, sobre él, aprovechó para repartir más mordidas y algunos besos a lo largo de su pecho hasta encontrarse con uno de los pezones. Los estimuló a jalones, lamidas y succiones, disfrutando los sonidos que el joven soltaba por su trato. Cuando se separó a continuar con el siguiente,  observó como el cuerpo entero de Mao se removía con las rojizas marcas. 

 

Las estimulaciones eran de mucha ayuda. Al punto de que Mao estaba realmente empalmado con solo un par de besos. Intentó virar por el rabillo del ojo, buscando encontrarse con la mirada del mayor. Su corazón latía de un modo desenfrenado, parecía que en cualquier momento atravesaría su pecho y le abandonaría de allí, más notaba que en realidad el mayor también estaba de ese modo. Sus manos recorrieron su espalda con ansiedad, real ansiedad, sin querer que las sensaciones acabaran. Algunos besos le hicieron suspirar irremediablemente, algunos le sacaron unos cuantos jadeos... De mientras, su pelvis despertaba más y parecía querer atravesar toda barrera.

 

Mientras tanto, Kyo se maravillaba con cada reacción de Mao como si fuera la primera vez que lo poseía. En realidad, era la primera vez que lo haría sin el vacío sentimiento de no ser nada. ¿Qué podía decir? Le encantaba ese chico. Cada facción, cada reacción y cada centímetro de su piel formaban parte de sus más anhelados y oscuros deseos. Le encantaba ver así a Mao, a su Mao...

 

Los besos continuaron hasta que la ropa desapareció por completo en ambos cuerpos, haciéndose un contraste entre la manchada piel del rubio y la blanquecina del más joven, algo que Kyo siempre había admirado. Le hacía sentir que estaba ultrajando a un ser puro, lo que lograba excitarle más.

 

El miembro de Mao clamaba por atención, así como el del vocalista más experimentado. Sin embargo ambos se devoraban los labios como si no hubiera mañana, manoseando el cuerpo del otro sin pudor pues lo conocían incluso más que el propio. Lentamente, el mayor de ambos recorrió desde su pecho hasta las nalgas del más bajo, rozando sus nudillos contra la húmeda y cálida entrada del contrario para acariciarla con ella, arrancando un suave gemido de los labios carnosos que tenía en su poder. Una sonrisa algo escalofriante apareció en su rostro, intentando adentrar esta parte a ese estrecho lugar.

- Mao ¿Estás tenso? Pareciera que tienes el culo más estrecho que antes... -Susurró con tono áspero, buscando meter tres dedos de un momento.

 

El quejido que Mao exclamó le llevó lejos. Su anatomía explotaba y no quería otra cosa que clavarse en ese interior para relajar su cuerpo, aunque más que saciar su propio placer le gustaba la idea de destrozar la mente del pelinegro aprovechando el poder que tenía sobre él. Sus dedos bailaron dentro de su cuerpo para hacer espacio, acariciando el punto más sensible de Mao la mayor cantidad de veces posibles para desquiciarle aún más.

 

Mao quería responder, realmente quería participar de esa charla... pero estaba tan disminuido en esa asombrosa manera de mover los dedos en su interior y la penetrante mirada del mayor que su propia sumisión no le dejaba hacer otra cosa que gemir por mucho que quisiese. Al menos esto fue así, hasta que su cuerpo se movía en busca de algo más, de algo que llenara el espacio creado y le diera mucho más placer.

 

- Tooru, por favor... Déjate de juegos... -Pronunció apenas Mao con toda la fuerza de voluntad (que era poca) que había podido juntar desde lo más interno de su ser. Estas palabras hicieron que Kyo riera alto, deteniendo sus dedos en la abertura para dirigir una realmente seria mirada al más bajo.

 

- ¿Qué me deje de juegos, Mao? ¿Estás seguro? -Preguntó cortantemente en lo que su mano libre atraía la cabeza del contrario por su nuca, dando un gruñido de insatisfacción. En realidad era pura ficción, le gustaba ver como Mao intentaba actuar de manera dura a pesar de disminuirse con tanta facilidad.

 

Sacó los dedos de repente y le soltó con esa fuerza bruta tan clásica de él, sólo para clavarle las uñas en la parte interna de los muslos. Mao gimió sonoramente, retorciéndose nuevamente bajo su cuerpo. Admiraba esa actuación tan dura de su ahora pareja, lograba prenderle incluso más que cualquier charla erótica.

 

- Si quieres que me deje de juegos, pequeño, deberás hacer eso que sabes bien... ¿O quieres que te desgarre el ano? -Esa tétrica sonrisa se hizo presente, provocando que Mao se acomodara sin que fuera necesario especificar. Kyo se sentó en la cama, recargándose con los codos, mientras el pelinegro se sentaba un poco más abajo de sus rodillas para poder posicionarse adecuadamente. Primero tomó aquella virilidad palpitante y ardiente con sus manos para darle algunas caricias, asegurándose que estuviera lo suficientemente dura como para proceder.

 

Casi como si estuviera hechizado, Mao comenzó por acercar su lengua a esa extensión de carne para comenzar  a humedecerla a base de su propia saliva. No dejó ningún lugar sin cubrir con la misma, recorriendo cada rincón con apenas la punta de su lengua hasta dejarla algo brillante. Entonces engulló el pene del rubio con real gula, tragándolo y chupándolo como si de un delicioso dulce se tratara, movido por los jadeos y gruñidos placenteros de éste. Las felaciones de Mao eran las mejores a los ojos de Kyo... y eso que había recibido tantas felaciones como canciones compuestas, de tantas personas como un idol pudiese contar. Nadie se comparaba a ese pelinegro de labios gruesos y actitud infantil que pasaba a ser alguien tan cautivador en esas instancias.

 

Salió de sus delirios momentáneos una vez que su cuerpo indicaba que el menor había hecho un buen trabajo. Lo detuvo apretando los cabellos de su nuca y jalando de ellos, observando como unas pocas gotas de líquido preseminal dejaban unos hilos débiles a los labios del pelinegro. Entonces volvió a besarle con más rudeza, haciendo lo posible para adelantar un poco a Mao sobre sus piernas hasta hacerle llegar a su regazo en una actitud dominante pero nada agresiva.

 

Sin querer esperar más tiempo entró en el cuerpo del más joven, ultrajando esa zona erógena las veces que le fuera posible. Entre tanto, los gemidos de Mao se hacían fuertes y potentes, casi ensordeciendo todos sus sentidos. Por mero impulso el pelinegro sobre él comenzó a moverse al ritmo contrario, haciendo que la dura anatomía de Kyo se perdiera entre sus nalgas y que los gemidos de sus labios salieran más prolongados y extasiados, justo como los gruñidos que el rubio evocaba de tanto en tanto.

 

El orgasmo les llegó a los dos casi al mismo tiempo, arrollador y excelente, pero en gran medida relajante, pudiéndolo catalogar como la mejor de todas si es que se podía exagerar a ese punto. Ambos habían quedado totalmente saciados tanto en su descargo sexual como en ese vacío que ya no existiría desde ahora.

Cuando las cosas se relajaron un poco más, Mao dejó la posición que había adoptado para sentarse sobre el abdomen de Kyo. Este último respiraba agitado, cubriéndose los ojos con los brazos en lo que recuperaba totalmente su estado normal. Unos cuantos piquetes en ese bien formado abdomen fueron suficientes para que el menor recibiera una sonrisa cansada pero sincera y hasta algo cariñosa de su parte. Un abrazo, un beso en los labios y un suspiro dieron por terminada esa situación, dando paso al reconfortante sueño.

 

-x-

 

Su teléfono sonaba, lo podía oír en algún lugar de lo que entre sueños suponía que era su habitación. Se removió ligeramente entre las sábanas como cualquier otro momento, sintiendo el delicioso perfume de su senpai impregnado allí. Por esto fue que abrió los ojos con algo de rapidez, incorporándose del mismo modo sobre la cama algo desorientado pero haciendo un esfuerzo para buscar con la mirada al mayor. Entre esos movimientos, pudo denotar por la oscuridad exterior que ya era de noche. Se levantó adolorido, con el cuerpo considerablemente cansado y algo marcado de un modo que era bastante familiar. Sin embargo, seguía con la mente fija en la presencia de Kyo ¿Dónde podía estar él?

 

Se aventuró a recorrer la casa con total confianza, hasta que en el camino otro aroma llegó a su nariz y abrió su apetito como si su cuerpo apenas recordara que tenía otro tipo de funciones. Seguirlo fue sinónimo de dirigirse a la cocina, donde no sólo encontró al dueño de la casa, sino que éste estaba muy concentrado salteando unas verduras para ambos. Desde allí, se veía que se había duchado, se había vestido y había empezado con su labor mientras él dormía... siendo entonces cuando cayó en cuenta de que lo único que traía puesto era su ropa interior por haber salido tan rápido de la cama. Antes de que la pena lo acabe atacando, pensó en caminar lentamente a la habitación para recuperar su vestimenta, más el llamado de atención del vocalista mayor le hizo quedarse en su lugar.

 

- Mao, no te vayas. -Dictaminó con un tono que realmente le asustó por lo repentino, más se mantuvo lo más relajado posible para poder responderle.

 

- Iba a vestirme, siento que hace frío... -Dijo en un tono lo suficientemente alto como para que le oyera, a pesar de que estuviera algo nervioso.

 

- Mh... Está bien, pero luego ven a cenar.

 

Mao suspiró y caminó hasta la habitación, saliendo de ella una vez que ya estuvo vestido. Entonces tomó su móvil, notando que tenía una pila de notificaciones entre la que habían varios mensajes de sus compañeros (inclusive de Aki) que demostraban preocupación al casi haberse desvanecido todo el día. Respondió todos con calma y arrojó el aparato a uno de los muebles, dirigiéndose a la cocina con una sonrisa amplia y con el pensamiento de comenzar a disfrutar de ese primer día de pareja con la persona que más admiraba.

 

Notas finales:

¿Y? ¿Y? ¿Y? ¿LES GUSTÓ?

Muy homosexual... y raro. xDDD Me desacostumbré a escribir lemon fuera de Rol, realmente me iba por las ramas explicando cada idiotez...

Lo solucioné borrando los 1432521 parrafos y escribiendo directamente la acción. Espero aún así les haya gustado.

 

Si te gusta esta pareja, deberías considerar el unirte a la Secta. Estamos todas locas y organizamos orgías bacanales en nombre de estos dos. (??????)

 

Bueno, no, pero sí es divertido encontrar más gente con este gusto. ♥

 

No sé si merezco review, como seah.

 

AMEN EL KYOXMAO. -Arroja tarjetas.-

 

Kisses de colores para todos. ♥

 

Kona~


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