Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ahora que yo no estoy por minimay

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este fic va dedicado a Keara-chan y a Trix-chan por ayudarme y apoyarme en mis fics. Espero que lo disfrutéis.

Como ya habreís podido ver los géneros son Tragedia y Romance, así que espero que no me matéis. Mis instintos asesinos tenían que salir en este One-Shot... 

PD: Keara-chan espero que tengas suerte.

 

Es duro perder a un ser querido, ¿verdad? Yo, Eustass Kid lo pude saber con seguridad aquel día, el día en que perdí a mi querido esposo, Trafalgar Law.

Nos conocimos de niños y nos hicimos adultos juntos, fue fantástico notar cómo cada vez éramos más inseparables. Recuerdo perfectamente los días de mi infancia en que salíamos a jugar juntos, no sé cómo lo hacíamos, pero siempre nos acabábamos metiendo en líos. Con nosotros siempre iban otros dos chicos, Bartolomeo y Cavendish, a esos dos también les gustaban los líos. Bartolomeo era el que en más líos nos metía dentro del colegio, y Cavendish era el que siempre nos sacaba de ellos poniéndole una carita de “niño bueno” a la profesora. Todo iba bien hasta que lleguemos al instituto, allí todo cambió: yo y Bartolomeo asustábamos incluso a los de los cursos superiores al nuestro y siempre acabábamos en una pelea, al menos una por semana; Law sin hacer nada consiguió ganarse el miedo, y con ello el respeto, de todo el instituto; y Cavendish acabó siendo el más vanidoso y popular del instituto, ya que todas las chicas caían rendidas ante él, jamás olvidaré los celos de Bartolomeo ante eso… ¿Celos? Sí, he dicho celos… Se empezaron a gustar, y en ese mismo año acabaron juntos. Una relación algo extraña, pero parecían hechos el uno para el otro.

Un año más tarde, con 14 años, empecé a salir con Trafalgar. No supe cuándo empezó todo, pero cuando me quise dar cuenta estaba locamente enamorado del moreno.

La vida siguió avanzando, y nosotros con ella. Yo encontré un trabajo de mecánico en un taller de Killer, el que posteriormente se convirtió en un amigo inseparable; y Trafalgar empezó a trabajar como cirujano cardiovascular en un prestigiado hospital de Sabaody.

Un día me tocó recoger a Bartolomeo del trabajo, ya que me pidió ayuda para una cosa. Al encontrarme con él me llevó a una joyería y le pregunté el por qué; él me respondió que necesitaba elegir un anillo y quería mi ayuda. Le pregunté para qué necesitaba un anillo; y me respondió que le iba a pedir matrimonio a su novio. Al día siguiente quedamos en un restaurante, y allí nos comunicaron la noticia de su boda. Algo que me hizo mucha gracia fue que Cavendish iba cojeando y cada dos por tres se tocaba el trasero porque le dolía.

Pasó otro año, año entero en el que me estuve pensando si pedirle matrimonio a Trafalgar o no… Cuando al fin me decidí a hacerlo y fui con Bartolomeo a la joyería casi se me para el corazón al ver a Law acompañado de Cavendish en la misma joyería. Ambos nos decidimos el mismo día, nunca lo olvidaré.

Después de casarnos nos fuimos de viaje de novios a Riviera Maya. La verdad no teníamos ni idea de a dónde ir, pero Bartolomeo y Cavendish nos dijeron que en su viaje de novios fueron allí y que estaba bastante bien para un viaje como ese. El viaje fue muy largo, más o menos 10 u 11 horas, tantas horas de avión me desesperaron. El primer día mis intenciones eran de quedarme durmiendo en el hotel, pero Trafalgar me obligó a ir a bucear con él. Íbamos con un grupo de gente y con monitores, pero a mí eso me daba muy mala espina… Había muchísimos peces inofensivos y tortugas, pero el problema vino cuando encontremos a un pez enorme… No supe si eso era un tiburón o un pez gigante, pero yo me acojoné. Los monitores me decían que no me asustara, que el animal era inofensivo, pero ese bicho no paraba de mirarme…

Son muchos los momentos que he pasado junto a él, algunos buenos y otros malos, pero he pasado una vida feliz a su lado. Son tantos los recuerdos, las experiencias y las anécdotas de mi pasado que tengo en mi vida que no sé cómo las puedo recordar todas. Pero por ahora, centrémonos en lo que pasó, centrémonos en lo malo…

Paso hace apenas un mes. Esa semana estuvo más cariñoso de lo normal, incluso me obligo a cogerme una semana de vacaciones como hizo él. Yo no lo entendí, pero quería pasar todo el tiempo conmigo, abrazado a mí. No paraba de decirme que me quería, y yo también se lo decía. Esa semana no paramos de ir de un lado para otro y algunas veces quedábamos con Cavendish y Bartolomeo para pasar algo de tiempo los cuatro juntos. Yo tan sólo creí que le habría dado un ataque de amor, por raro que suene, y que tan sólo quería estar conmigo. El último día de esa semana me desperté con él abrazado a mi cintura, me pareció extraño que él no se despertase antes que yo, pero tampoco le di importancia. Era ya mediodía, así que intenté despertarle, pero no se movía. Al fin me solté del abrazo y le senté en la cama, pero seguía con los ojos cerrados. Es ahí cuando comprendí que algo iba mal, así que lo agité y le grité una y otra vez, pero no había respuesta. Creí que se estaba haciendo el dormido, y al ver que no respiraba quise creer que me estaba tomando el pelo y tan sólo estaba aguantando la respiración. Le tomé el pulso en la muñeca, pero nada; le tomé el pulso en el cuello, pero nada; y le tomé el pulso en el pecho, pero nada… Quería creer que todo era una pesadilla, que al despertar me lo encontraría a mi lado leyendo un libro o jugando con mi pelo cariñosamente, pero para mi desgracia no fue así.

En su entierro sólo estábamos cuatro, yo quería algo personal, así que tan solo estuvimos su padre Doflamingo, el cual ya había sufrido de otra muerte en su familia, de su esposa; Cavendish, el cual sujetaba la mano fuertemente a su novio para intentar no derramar lágrimas; Bartolomeo, quién secaba las pocas lágrimas que se le escapaban a su amado; y yo, que no paraba de llorar y para molestia de todo el jodido cementerio menos de los tres estaban conmigo, no paraba de gritar que quería que volviese conmigo y cosas así.

Después de eso caí en una depresión de la cual no conseguí salir, mis dos apoyos eran mis dos amigos. Cavendish me dijo días después: “Sé que es duro, pero debes superarlo. Yo lo conocía bien, y puedo decir que él no querría que estés así por él.” Pero eso tan sólo fue una vez, porque yo le contesté; “Ponte en mi lugar, ¿cómo estarías tú si en vez de Law hubiese sido Bartolomeo? No sería tan fácil, ¿verdad? Vosotros siempre ibais un paso por delante, empezasteis a salir y os casasteis antes; pero esta vez nosotros hemos dado un paso antes que vosotros, el paso en el que uno de los dos se va. La próxima vez que vayas a decir algo al respecto, antes pone en mi lugar.”

Pasé un mes donde la vida pareció perder todo su color, ya nada tenía sentido para mí. Era duro intentar superarlo, porque todo me recordaba a él. Al abrir el armario siempre me encontraba con su sudadera favorita; al ir al salón siempre veía su primer gorro blanco de motas marrones, el cual se rompió y le compré el mismo gorro pero en forma de gorra; al ir a cualquier sitio de la casa siempre me encontraba algún que otro libro suyo tirado por la casa, y por más que los recogía siempre acababa alguno en el suelo, era como si él siguiese allí; al ir a nuestro dormitorio siempre abrazaba el osito de peluche que el compré para nuestro primer aniversario; al pasar por delante de un espejo siempre parecía ver su reflejo en él, pero al volver y ano estaba; y siempre que despertaba sentía a él abrazado a mí y una mano revolver mi pelo, pero esa sensación desaparecía en unos segundos.

Cada vez salía menos a la calle, a tal punto que acabé dejando el trabajo. Perdí temporalmente el contacto con mis amigos, hasta que decidieron venir a visitarme. Comprendí que él lo era todo para mí, y que al irse se lo llevó todo con él.

No pude más, así que decidí darle el punto final a mi vida, escogí el método más cobarde, pero eso ya no me importaba… Ese día me aseguré de despedirme indirectamente de todos mis conocidos importantes para mí y aunque les pareciese raro, abracé a Bartolomeo y Cavendish, les di las gracias por todo lo que hicieron por mí y volví a casa. Con un cuchillo en la mano, bajé hasta el sótano. Me sorprendí al encontrar una caja roja, que resaltaba entre todo lo que allí había. Abrí la caja y me encontré con muchas cosas que habían desaparecido de la casa, cosas realmente importantes para nosotros: entradas de cine del estreno de nuestra película favorita, el álbum de foto de nuestra boda, la pelota favorita del perro que tuvimos una vez, la piedra en forma de corazón que encontremos un día cuando éramos niños, el primer libro que leímos juntos, el cubo de rubick que rompimos porque no podíamos hacerlo, la libreta en la que dibujábamos cuando íbamos al colegio, los colmillos que compramos porque nos recordaban a los de Bartolomeo, la peluca que compramos porque era clavadita al pelo de Cavendish y más cosas importantes para nosotros.

En el fondo de la caja había un álbum de fotos que yo no había visto y lo abrí, en él habían muchísimas fotos nuestras que creía haber perdido: una foto de cuando éramos críos y jugábamos juntos, una de cuando Bartolomeo y yo nos liamos a puñetazos por haberle llamado a Cavendish princesita, una de nosotros con nuestro antiguo perro, una de cuando a Law se le ocurrió pegarme una cola de perro de juguete a los pantalones, una de cuando fuimos a Tulum, una de cuando Law casi quema la cocina al intentar hacer tortitas, una que nos hicieron Cavendish y Bartolomeo cuando fuimos a la playa y nos quedamos dormidos, una que le hice a Law mientras dormía, una que me hizo él a mí como venganza de cuando dormía… Pero las últimas eran de la noche anterior a su muerte, las que nos hicimos en casa besándonos, abrazándonos y de mil formas diferentes, pero siempre sonriendo…

Empecé a llorar la ver tantos recuerdos juntos, y más al pensar en lo que nos quedaba por hacer... De la última página del álbum cayó un papel doblado. Lo cogí y comencé a leerlo.

Al terminar cogí un bolígrafo y empecé a escribir yo también con una sonrisa, pero con lágrimas en los ojos.

--------------------------------------

Bartolomeo ese día estaba feliz, se había despertado con una sorpresa y eso le había alegrado el día. Al despertarse vio por primera vez a su novio abrazado a él durmiendo plácidamente… Ese era el primer día en el que al dormir, Cavendish no se había transformado en Hakuba y había intentado matar a Bartolomeo. Por eso estaba feliz, porque por primera vez le había visto dormir felizmente abrazado a él. Después le había despertado a besos y al despertarse el pobre rubio se había asustado porque creía haberle hecho algo ya que estaba abrazado a él.

Ahora el peliverde iba directo a la casa de Kid para ver cómo estaba, ya que ayer parecía de mejor humor que otros días. Cuando estuvo en la puerta de su casa empezó a tocar el timbre, pero nadie le respondía. Sabía que Kid no salía voluntariamente fuera de casa desde la muerte de su esposo, así que se preocupó bastante. Gritó pero nadie le respondió, y como última opción tiró la puerta debajo de unas patadas. Cuando se enterase el pelirrojo lo iba a matar, pero ahora a él le daba igual. Registró la casa palmo a palmo y cuando estuvo a punto de irse, pensó en que Kid estaría en el sótano.

Al bajar todo estaba oscuro, y al encender la luz cayó de rodillas al suelo. Tirado en el suelo al lado de una caja roja estaba el ahora cadáver de Kid, con un cuchillo ensangrentado al lado. Se levantó y comprobó que estaba muerto. Las lágrimas empezaron a caer poco a poco, su amigo se había suicidado. Iba a llamar a Cavendish y contárselo todo para ahogar un poco su dolor, pero antes se fijó en un papel doblado que había al lado del cuerpo. En él había algo escrito con un bolígrafo negro:

Querido Eustass-ya:

Si estás leyendo esto es que eres un idiota y has rebuscado en el sótano mientras yo duermo, o que ya he muerto. Si tu situación es la primera, deja de cotillear y vuelve conmigo a la cama, pero si no es así puedes seguir leyendo. Supondré que es lo segundo, así que seguiré escribiendo. Te escribo esto porque en una de mis revisiones anuales en el médico me han dado la triste noticia de que me queda una semana de vida, semana que por supuesto pienso pasar a tu lado. En esta caja he guardado todos los objetos importantes para nosotros, seguro que se me han olvidado bastantes pero no importa. He usado estas últimas noches en las que tú dormías para ir guardando todos los objetos importantes para nosotros, y de paso he recopilado en un álbum nuestras fotos. Sé que tras mi muerte estás hecho polvo, que ves las cosas de otra manera, pero déjame decirte algunas cosas y así quizás te ayude a seguir adelante, pero eres impredecible, así que no sé muy bien lo que harás después de esto.

Ahora que yo no estoy, no llores por mi ausencia; alégrate por todo lo que hemos hecho juntos. No me busques entre los muertos, dónde nunca estuvimos; encuéntrame en todas aquellas cosas que no habrían existido si tú y yo no nos hubiésemos conocido. Yo estaré a tu lado, sin ninguna duda, en lo que hayamos creado juntos; en el sudor compartido tanto en el trabajo como en el placer; y en las lágrimas que intercambiamos. Y en todos aquellos que pasaron a nuestro lado y que, irremediablemente, recibieron algo de nosotros, y llevan incorporado algo de ti y algo de mí. Porque piensa que Cavendish-ya y Bartolomeo-ya no habrían sido los mismos sin nosotros, y nosotros sin ellos. También nuestros fracasos, nuestra indolencia y nuestros pecados serán testigos permanentes de que estuvimos vivos y no fuimos ángeles, pero tampoco demonios,  sino humanos. Ten por seguro dondequiera que mires que hayamos estado, con quienquiera que hables que nos conociese, allá habrá algo mío. Aquello sería totalmente distinto, si no hubiésemos aceptado vivir juntos nuestro amor durante tantos años; el mundo estará ya siempre salpicado de nosotros. No llores mi ausencia, porque sólo te faltará mi calor en ese momento. Llora, si quieres, porque el cuerpo se llena de lágrimas ante todo aquello que es más grande que él, que no es capaz de comprender, porque cuando la boca no es capaz de expresar una emoción, ya sólo pueden hablar los ojos. Estoy seguro que desde mi otra vida yo estaré junto a ti. Deberás continuar dejando tu huella, para que, cuando tu muerte nos vuelva a dar la misma voz, cuando nuestro próximo abrazo nos incorpore podamos afirmar que el mundo sería algo más triste si nosotros no nos hubiésemos amado.

Volvamos atrás, donde tu cuerpo y el mío estaban en un mismo mundo… ¿Recuerdas la vez en la que nos perdimos en Riviera Maya? Encima no teníamos cobertura para llamar al hotel, menos mal que nos encontramos con unos turistas que ya conocían la zona. ¿Y aquella vez en la que tuvimos que saltar por la ventana de la casa de Cavendish-ya porque nos habían encerrado dentro por error? Acabaste con el brazo derecho roto. Al principio no me dejaste ayudarte a comer, aún me río al recordarte intentando partir la carne con una sola mano… ¿Cómo olvidar el día en el que me pediste salir? Estábamos los dos solos en el mirador, bueno, no estábamos tan solos porque Cavendish-ya y Bartolomeo-ya nos estaban espiando… Estabas tan sonrojado y nervioso, ni siquiera me podías mirar a los ojos. Y para colmo yo no me daba cuenta de que me ibas a pedir salir y como un idiota te preguntaba si estabas enfermo. Al final me lo pediste y de la emoción acabé saltando sobre ti, acabamos los dos en el suelo riéndonos como niños pequeños. ¿Y esa vez en la que Cavendish-ya creyó que Bartolomeo-ya había cortado con él? Estaban hablando por teléfono y de repente Bartolomeo-ya le dijo: “Estoy en un atasco de los grandes. Estoy muy agobiado, te dejo.” Puede que nuestro amigo peliverde que expresara mal, podría haber dicho te cuelgo en vez de te dejo. Fuimos juntos  a su casa para intentar animar a Cavendish-ya, pero lo pillamos durmiendo y fue Hakuba-ya quien nos recibió. Por pocas nos mata… Menos mal que se despertó y allí empezó a llorar hasta que vino Bartolomeo-ya y le aclaró la confusión… ¿Verdad que no has olvidado el día en que te presenté a mi padre? No salió muy bien, ¿verdad? Ese día íbamos a ver una película de miedo, y como no quería ir tuviste que cogerme como un saco de patatas por la calle. Yo no paraba de gritar por el medio de la calle y justo en ese momento nos cruzamos con mi padre que iba en coche. Se creyó que me estabas secuestrando y te dio una paliza… Menos mal que lo pude parar y que al enterarse de que eras mi novio le caíste bastante bien. Ahora lo ves, ¿verdad? ¿Ves que aunque yo esté muerto sigo vivo en tus recuerdos? Yo jamás te voy a abandonar, haré lo imposible por seguir a tu lado aunque la muerte nos quiera separar.

Juramos que lo único que nos podría separar sería muerte, y mentí, porque ni eso nos puede separar. Pero aunque ahora no me puedas ver sigo a tu lado… Vive Kid, debes seguir tu camino y no hagas ninguna tontería.

Sólo pido que no me olvides, te amo.

Por el otro lado de la hoja había otra cosa escrita con letra azul:

Querido Law:

Aunque tú ya no puedas leer esto lo escribo de todas formas… Ahora que no estás lloraré por ti, ahora que ya no estás te seguiré recordando, ahora que ya no estás me deprimiré por no tenerte a mi lado… En resumen, ahora que ya no estás seguiré sin hacerte caso. Tú eres la luz que alumbraba mi oscuro camino, aquél que podía sacarme sonrisas que ni yo sabía que tenía en los labios, el que conseguía darme fuerzas para seguir viviendo; y ahora que tú ya no estás todo eso se ha ido.

Me acuerdo de todo eso y de más. Yo tampoco te voy a abandonar, así que sólo tengo que decirte una cosa más: Espérame que estoy de camino, nos vemos dentro poco; y a lo que tú llamas tonterías yo lo llamo una tontería hecha por amor.

Bartolomeo se fijó en que abajo del todo había algo más escrito con negro, algo que parecía que Kid no había leído antes de morir.

Eustass-ya, ¿a quién quiero engañar? Te conozco desde niños, y conozco tu cabezonería… Así que supongo que no me harás caso y acabarás haciendo la tontería que creo que vas a hacer. Como no puedo hacer nada más, sólo me queda decirte que te estaré esperando para regañarte por tu tontería y pasar toda la eternidad de la muerte a tu lado.

Al terminar de leer la nota, Bartolomeo se secó las lágrimas y marcó el número de su amado Cavendish.

-¡Barto-chan! Me alegra que me llames ahora, te echaba de menos. –Respondió Cavendish a la llamada felizmente.

-Caven-chan, sólo llamaba para decirte lo mucho que te quiero. –Dijo Bartolomeo, el cual nunca había llamado antes a su novio de esa manera.

-Yo también te quiero tonto, ¿pero a qué vienen eso ahora? Seguro que has hecho alguna tontería… -Responde el rubio, que la mayoría de veces que le decía eso era por celos o porque había hecho algo malo.

-No he hecho nada, sólo te lo quería recordar. Deberíamos salir hoy a cenar, hace tiempo que no vamos a ningún restaurante, te prometo que esta vez me portaré bien.

-Hoy… Sí, podríamos salir hoy. Pero es raro, ¿seguro que no has hecho nada malo? –Preguntó Cavendish algo sorprendido ante la actitud de su novio.

-Seguro. Sólo quiero que si a alguno de los dos le pasa algo no nos vayamos al otro mundo con cosas pendientes por hacer.

-Barto-chan, ¿te vas a morir? –Preguntó con miedo de lo último que había dicho Bartolomeo.

-No, pero la muerte viene sin avisar. ¿Sabes qué? Voy a por ti al trabajo y así hablamos un poco. –Decidió saliendo del sótano dónde el cadáver de su amigo yacía con una sonrisa.

-Está bien Barto-chan. Te quiero, adiós. –Se despidió mandando un beso al aire.

-Yo también te quiero, adiós. –Se despidió antes de colgar, pero no pensaba lanzar un maldito beso al aire. Si tenía que darle un beso, sería en persona. 

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? De momento va a ser un One-shot pero si os ha gustado y queréis una continuación decirlo. Si queréis una continuación decir también si queréis lemon de Kid x Law o de Bartolomeo x Cavendish, eso lo dejo en vuestras manos. Y si no os ha gustado y no queréis que continúe, se quedará en un One-Shot. 

Besos para todos!! >w< 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).