Ríndete por nazus

La fresca brisa hacia resonar las hojas de los arboles que aun no terminan de caer. A diferencia de las que ya cayeron, que se encontraban adornando el piso del tenue lugar con sus diversos tonos de naranjas, marrones y algo de verde. Sentí algo molesto en mis ojos. Algo a lo cual no estaba muy acostumbrado.
-Ya veo…- dije lentamente mientras mi dedo se paseaba por mi ojo recibiendo una lagrimilla de recuerdo y solté una leve risilla con algo de dolor 
Realmente estaba confuso ante mi situación. Sabía que estaba mal por algo, bah, por alguien para ser más directos. Yo ya tenía más que claro que yo no era así, que estas cosas no estaban en mí actuar natural. Pero también debía admitir que las personas pueden cambiar a uno. Además…
-…No es la primera vez que ese niño idiota me provoca tal confusión- termine completando la frase de mis pensamientos. Pose gran parte de mi peso sobre mis piernas y me arrodille frente a la pequeña porción de cemento gris frente a mí. Estire lentamente mi mano hacia aquella sombría estructura y me quede quieto sintiendo el frio del cemento en mi mano. Así por unos largos minutos.
Nuevamente volví a sentir que mis ojos estaban siendo molestados. Y mi mente recordaba infantil promesa de “siempre juntos”.
-¿Cuánto tiempo se supone que aguantare esta mierda?- dije volviendo a secar mis lagrimas. Solo que esta vez fue mi brazo quien se encargo de ello- Pensé que siempre estarías conmigo…- mire hacia el cielo y note como las nubes se disipaban con lentitud sobre mí, sin mi aprobación. Era consciente de que yo no era capaz de detenerlas. – Al igual que a él…- mi boca volvió reaccionar antes que mis pensamientos otra vez
Sentí mis piernas algo cansadas y decidí sentarme en el frio suelo. Realmente no importaba si alguien me veía o algo, ni nada más me interesaba. Sentía que cualquier cosa sería inútil en mi presente y futuro. Sería una completa pérdida de tiempo el querer hacer algo productivo, ya que tan solo lo necesitaba a él.
-Desearía que volvieras…- levante mi mano tratando de tocar las nubes que tan solo se alejaban más y más de mí- Shuichi…
El decir su nombre me hiso sentir un golpe fuerte en mi pecho. Cada silaba de su nombre se sentía dulce y amargo a la vez en mi boca y lengua. El recordarlo, y aun más el nombrarlo, era un distante deseo que tan solo se encontraba en mi interior. Cada segundo que pasaba mis sentimientos eran quienes iban tomando posesión de mí.
-¿Acaso llorar es mi único posibilidad en esta situación?- dije por fin, levante mi tono de voz y mire la fría figura gris frente a mi- ¿¡Acaso solo esto puedo hacer!?- seguí subiendo la voz, hasta que no me quedo más opción que gritar- ¿¡SOLO PUEDO LLORAR COMO UN NIÑO INUTIL!?- solamente las hojas secas y la brisa de otoño eran mi única respuesta a mis furiosas preguntas que quedaban inconclusas, volando en el vacio del lugar. Apretaba mis puños con fuerza, los cuales ya no acariciaban su cuerpo. Presionaba mis ojos, dejando caer las lágrimas y recordando lo bello de su joven figura y mi boca temblaba con tristeza y furia, recordando la ternura y la pasión de sus besos. Cada parte de mi cuerpo, y célula que lo conformaba, no dejaba de recordarlo ni de anhelarlo. Realmente deseaba que esto no estuviera pasando. Deseaba volver a los momentos donde ambos no hacíamos más que discutir y arreglar todos los problemas mientras sentíamos la calidez del otro.
-Por favor vuelve…- mi voz temblaba. Realmente creo que jamás estuve en un estado tan miserable como en el que me encontraba en este instante- vuelve Shuichi…- la tumba frente a mi no se movía, ni contestaba. Era obvio, pero realmente quería una respuesta. Pero eso jamás lo obtuve, ya que nadie contesto.
Las nubes y los segundos seguían avanzando sin que yo me diera por enterado.
-Creo que es tiempo de que me valla- me levante lentamente de mi lugar y aclare mi garganta que había quedado algo ronca por los gritos que no deje de pegar- Entonces me despido…- mire la tumba frente a mí y torne una muy pequeña sonrisa que no pude evitar- Adiós Yuki- salude leyendo el nombre de la inscripción puesta en la pequeña tumba, despidiendo a mi antiguo tutor. Comencé a caminar sin mirar a ningún lado, sentí como si el tiempo se hubiera pausado mientras caminaba por las calles de New York y fumaba mi cigarrillo, hasta que llegue a mi departamento y vi la misma pequeña hoja que esta mañana. Tome el papel, lo mire fijo y leí las leves líneas escritas en el.
“Discúlpame que esto sea así, pero siento que no hay más solución. Debo irme, para poder buscarme a mí mismo nuevamente, ya que siento que este tiempo viví en un sueño del que solo desperté hace unos pocos días. 
No me busques. Shuichi”
- “…un sueño del que solo desperté hace unos pocos días”- recite esas líneas que llamaron mía atención- ¿Acaso el escribió esto…?- pregunte a la nada y en un instante solté una risilla- ¿Pero qué idioteces pregunto?- tire la carta sobre la mesa y torne una leve sonrisa- solo a él se le puede ocurrir algo tan carente de talento, peor que una carta de amor de cualquier colegiala. Ni siquiera debería haber intentado escribir algo así- camine hacia la puerta de mi habitación mientras terminaba mi cigarro, ya quería irme y desplomarme en mi cómoda cama a descansar, aunque me gustaría pensar que el aparecería sorpresivamente en la noche. Algo estúpido, lo sé. Volví a soltar una risilla dolorosa y mi boca nuevamente actuó sin pensar.
-Ríndete…