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Consecuencias por Akiko_y_Shizuka

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Consecuencias

Capitulo uno: Un reto fuera de lo común.

Las dos amigas empezaban a inquietarse. Llevaban en aquel sitio, hablando de cosas banales, más de media hora, y una de ellas había acabado con la estupenda manicura que la otra tarde le hicieron en el salón de belleza. Las dos jóvenes examinaron el exterior una vez más, para ver si por fin atravesaban la reja, que daba entrada a la escuela privada.
Claro que sí. Esperaban verlos, como cualquier otra chica que estuviese medianamente en sus cabales. No se podía ignorar a dos ejemplares como aquellos.
No, a ellos, especialmente, no.
-¿Segura que pasan por aquí? -preguntó una de ellas con escepticismo sin dejar de mirar con nerviosismo. No había tenido oportunidad de charlar con ninguno de ellos por su lamentable timidez, pero su hermana gemela sí que se había atrevido. Y vaya cosas le había contado.
- Claro que sí - le enseñó nuevamente la hoja.
La pelirroja señaló en el papel, justamente la línea en que lo decía. Según le había comentado a su amiga, había conseguido el horario que, una de sus compañeras de clase, confeccionó, de todos los movimientos de aquellos muchachos.
- Según esto... no deberían de tardar...
-A lo mejor decidieron hacer algo más -dijo la chica con amargura. No tenía mucha suerte con los chicos.
- ¿Qué más se podrá hacer a esta hora...? - aunque según la fama de los chicos, enseguida se sonrojó.
Le pelirroja pellizcó en el brazo a su amiga, cuando por fin los divisó a lo lejos, acercándose, con el semblante calmado.
Caminaban con pasos calmados y parecían conversar a pesar de que uno de ellos tenía un libro en las manos y pasaba de una página a otra como si buscase algo. Su cabello negro y rizado se había alborotado con el viento, lo que le provocaba un movimiento casi milagroso para las chicas cuando tenía que acomodarlo con una mano.
Con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, el otro movía los labios, y parecía estar hablando, literalmente, con una pared. Miró al cielo, cuando escuchó el ruido de un avión pasar, y un rayo de sol iluminó sus ojos cobrizos, con un brillo especial. La corbata colgaba alrededor de su cuello, sin anudar, despreocupadamente. Ya se encargaría alguna de anudársela como era debido...
-¿Tienes planes para hoy? -preguntó Richard sin despegar la vista gris de su libro y se acomodó los lentes al hallar lo que estaba buscando.
El suspiró.
- Tendría que ir al entrenamiento de alguno de los clubs... pero... sinceramente... prefiero quedar con alguna chica - sonrió ampliamente ante la idea, y asintió ante la idea - Sí, creo que haré exactamente eso - tomó el libro entre sus manos, arrebatándoselo al chico - ¿Y tú? - leyó un poco - Que rollo...
-Espero poder estudiar alguna vez en la vida -farfulló molesto y se movió para recuperar su libro y guardarlo bajó el brazo -... Mi tutora es algo digno de tomarse en cuenta.
Sinceramente no sabía si reír o echarse a llorar.
- Eres tan serio algunas veces... que no sé como tienes vida sentimental, hermanito... - bromeó.
-Es mi encanto -Richard desvió la vista hacia las chicas que miraban de lejos -Y hasta ahora no ha fallado.
- A eso se le llama suerte... - rió, mientras que se acercaban a la entrada.
Las dos muchachas sonrieron ampliamente, al verlos por fin, que se aproximaban hacia ellas. La pelirroja se puso en primera línea.
- Buenos días - saludó con una amplia sonrisa, le dio un pequeño codazo a su amiga, para que no se le ocurriese quedarse rezagada.
-H- hola -saludó la otra y se aclaró la garganta.
-¿No las habíamos visto por aquí antes? -preguntó Richard con amabilidad.
- Estudiamos aquí - aclaró la pelirroja, mientras que se enroscaba un mechón del cabello con un dedo - Ahora mismo estábamos esperando a una compañera de clases...
La muchacha no supo ni como había podido hablar tan serenamente, cuando la sonrisa del muchacho de cabellos grises, estaba frente a ella.
-Mi hermano y yo ya íbamos de salida -señaló Richard -Si su amiga llega pronto podríamos invitarlas una soda, ¿Te parece, Jon?
- Claro - aceptó el gustosamente.
La pelirroja se puso entonces nerviosa ante la mentira, y dejó el mechón de cabello, para juntar las manos tras la espalda.
- Podríamos irnos sin ella... - sugirió -, de todas maneras llevamos esperando bastante, y no sabía bien si después del entrenamiento re reuniría con nosotras.
¡Estaba mintiendo como una condenada! pero la compañía de los chicos, la merecían.
-Si -apoyó la otra, y se ruborizó -Nuestra amiga no se molestará.
Se molestaría si existiera por dejarla sin compañía de esos chicos, pensó con picardía.
-En ese caso esta todo arreglado -Richard de quitó los lentes y los limpió con un clenex -¿Nos vamos?
Ambas asintieron, y Jon, con descaro, rodeó los hombros de la pelirroja con su brazo, a lo que esta se ruborizó completamente.
- Bien... ¿sabes hacer nudos de corbata?
- S-si - tartamudeó, tanto como por la cercanía, como por la pregunta.
- ¿Querrás darme una... lección de cómo?
La sonrisa devastadora de Jonathan, hizo que ella no se pudiese quejar.
Richard sonrió con resignación e hizo un ademán para que la chica de cabellera clara se acercara a él. Claro que la conocía, su hermana había escapado a su departamento pare verse con Jon y ahora notaba la diferencia.
-Disculpen a mi hermano -comenzó a caminar a la salida de la institución -Siempre piensa que todas las personas le conocen y no se presenta. Su nombre es Jon y yo soy Richard, si en algo podemos servirles estaremos encantados.
Jon miró a su hermano por encima del hombro, y con la mano libre meneó su dedo en forma de negación.
- No, no, hermanito - rió -, todas las personas me conocen... a ti no sé... - y volvió a reír - Aunque... la idea de servirles para algo no está mal... - el tono que usó, denotaba picardía.
Richard enarcó una ceja.
-Eres imposible.

* * *

Jill McLogan era una chica difícil de no notar.
A pesar de ser muy baja de estatura se encargaba de llamar la atención con su exuberante cuerpo y su provocativa manera de vestir.
A veces llegaba a decir que odiaba las faldas por su ?fácil acceso?, sin embargo no había chica de más fácil acceso que ella.
Claro que Jill era muy exigente con sus novios. Y gracias a su popularidad podía darse el lujo de pasar de uno a otro en cuestión de horas.
Jill había heredado los bellos ojos violetas de su madre y su intenso cabello negro, pero a ella el negro no le gustaba y lo teñía de rubio dejando las raíces de su color natural. A veces ella misma llegaba a sentirse ridícula por ello, pero se justificaba diciendo que no quería parecer la estúpida rubia inocente y sexy.
Pero es que estaba muy lejos de parecerlo.
A pesar de que hace tiempo que había dejado esa peligrosa banda de motociclistas aun tenía la facha de pandillera. Toda su ropa tenía el fin de mostrar sus dos tatuajes y la torneada cintura. Además de eso no era la chica de mejor vocabulario que alguien pudiera encontrar.
Sus favoritos, como ella decía siempre, eran Jon y Richard. A pesar de que ellos tenían 4 años menos le gustaba salir y conversar... y si se podía, hacer algo más que conversar.
La muchacha había tenido oportunidad de ser la novia de cada uno, hasta que decidió dejarlo.
Pero hasta Jill solía decir que una cita con alguno de los dos muchachos no podía despreciarse. Y era eso lo que disfrutaba en estos momentos.
-Cinco -susurró Jill tras fumar de su cigarro y rió.
Ambos caminaban en dirección a la casa de Jon y ella no había dejado escapar un solo detalle de lo que veía mientras avanzaban.
- Santo Dios, al menos podrías apagar eso, es perjudicial para tu salud, y sobre todo para mí - Jon movió una mano, para espantar al humo que iba hacia él - Y cinco... ¿qué?
-Cinco chicas te han coqueteado aun con mi compañía -ella echó el humo directo a la cara de Jon -¿Te preocupa mi salud, Jon? Quizá quieras "revisar" de nuevo el estado de mis pulmones.
…l tosió y después la observó con un brillo en los ojos.
Por fin habían llegado. Jill dejó que él abriera la puerta y entró para dejarse caer en el sofá.
- ¿Y a ti preocupa que me coqueteen? ? Jon se acercó y agarró el filo del escote de la muchacha - Si quieres puedo echar un vistazo... sabes que no tendría problema alguno.
-Sé que no tienes problemas -Jill guió una mano a su escote, justo sobre la de Jon y abrió un poco -Tu jamás tienes problemas con esto. Jon... No hasta que yo te los di -terminó y apartó la mano masculina.
Jon se sentó y puso las manos tras la cabeza, con expresión tranquila.
- ¿Así que te gusta darme problemas? Yo sigo sin ver ninguno...
-Si -ella apoyó la barbilla en la mano -Puedo seguir acostándome contigo o con Richard si me lo permiten... ¡¡Que tonta!!... Claro que me lo permitirían. Pero no es a lo que vengo, Jon... Mi queja es cosa del pasado.
Jon dejó entonces caer los brazos.
- Entonces, ¿a qué vienes?
-Un paquete de tu padre -ella hizo una mueca -Como venía a... visitar, me pidieron que lo trajera.
- ¿Solamente a visitar? - hizo hincapié en aquel punto - ¿Dónde me han escondido a mi Jill? - y después rió, levantándose del sofá - ¿Te apetece algo? - preguntó mientras señalaba la cocina.
-Un trío -dijo ella descaradamente -Mi Jon y mi Richard... sexo desbocado y todo lo que tenga que ver con ustedes dos a excepción de la frialdad de tu hermano.
Jill rió y se acomodó en el sofá asegurándose se mostrar sus piernas torneadas.
-También puedes servirme algo de vino... No soy exigente.
…l rió a gusto y recorrió las piernas con los ojos, haciéndoselo notar.
- Lo siento querida, me gusta dedicar todo ese tiempo a mi amante... - siguió diciendo mientras que entraba en la cocina -, y no a más personas implicadas, además, tener a mi hermano a mi lado en esa situación no es algo que me vuelva loco... ¡Y me parece que tendrás que vivir con esa frialdad!
-Oh, Jon, eso solo lo puede decir alguien que no ha sabido de las habilidades de Richard -Jill se frotó el cuello y recargó la espalda en el respaldo del sillón -Claro que me alegra que no lo sepas -se apresuró a decir -, me refiero a que de vez en cuando deberías pensar en hacer realidad unas miles de fantasías femeninas, incluyendo la mía.
Jon salió de la cocina con una copa de vino, y un vaso de licor para él. Le dio su bebida a ella y él se mantuvo en pie, observándola espléndida, desde las alturas.
- No estoy interesado en conocer esas habilidades - recalcó, aunque ella lo hubiese aclarado - Y me atrae más la idea de dos chicas que dos chicos... ¿te apuntas?
Bebió un poco del licor, y después se relamió el labio inferior.
-Al igual que a ti me resulta poco atractiva la idea -señaló Jill cruzando las piernas -Pero lo puedo considerar si me das toda tu atención, Jon.
Jon dejó escapar una pequeña risa, inclinándose hacia ella. Dejó el vaso a ciegas sobre la mesita de cristal que había a su lado, y después rozó los labios de la mujer con los suyos.
- La tienes... Jill... y lo sabes...
-En ese caso deja de perder el tiempo, Jon -ronroneó ella y le rodeó el cuello.
No se lo pensó dos veces. Cuando la besó, el sabor del vino entremezclado con el brandy que había tomado, se tornó demasiado sensual como para que aquello no acabase en algo más. Jugó con la lengua de la joven, de una forma lenta, pero intensa, y la recostó en aquel cómodo lugar.
Jill enroscó una pierna en la cadera de Jon y lo atrajo más. Mordió sus labios mientras despeinaba su cabello como tanto le gustaba y con su mano libre comenzó a desabotonar la camisa.
Un ruido en la puerta la detuvo. Se separó de Jon y giró la cabeza viendo a Richard pasar con tres enormes libros hacia su habitación.
-Por mi no se detengan -gruñó Richard -Solo vengo por los libros correctos para que la señorita Sther pueda trabajar.
Jonathan lo observó con fastidio y de igual manera miró a Jill.
- No pensaba detenerme... pero en verdad resultas muy aburrido con esa actitud - le hizo una seña a Jill para que se acercase a él.
Jill rió.
-Richard, hace falta una mano por acá -se las arregló para levantar la otra pierna -Ten piedad de tu ex novia y haz realidad su mas loca fantasía.
- ¿Otra vez con lo mismo? - Jon enarcó una ceja - Parece estar más interesado en esos libros, querida...
-Yo no veo que lleve un solo libro -ella sonrió con burla -Richard, no gastes en esa pobre tonta y ven conmigo.
Richard cruzó los brazos fastidiado.
-No gracias... Mi tutora no esta abrazada a mi hermano.... y a juzgar por la posición en la que te encuentras no lo estará en unas dos o tres horas... Así que pienso aprovecharlo.
Jon rió y se estiró encima de Jill, dirigiendo una mirada simpática a su compañero de piso.
- Si quieres después te interrumpo y hago que caiga rendida en mis brazos... no sería difícil, he visto como me miraba ayer a través de la ventana cuando entrenaba...
-No me extrañaría que cayera en tus brazos tiempo después -Richard se detuvo en la puerta - A la mayoría le parece divertido comparar.
-Por eso debes venir con quien no los compara -Jill soltó una carcajada -Yo solo quiero unir cualidades.
-Estas enferma, Jill -aseguró Richard y salió dando un portazo.
Jon rió por su comportamiento y la observó intensamente.
- ¿Puedo tratar de curar esa enfermedad?
-Puedes -ella suspiró -A eso vine...

* * *

Richard llegó cansado.
Lo único que deseaba era dejarse caer en la cama y dormir hasta muy tarde.
Con ese pensamiento abrió la puerta del departamento y se metió arrastrando los pies. Miró un momento la luz tenue y frunció el ceño agudizando los oídos.
Un sonido. Varios, en realidad.
Suficiente para convencerlo de dormir en la terraza.
Diablos.
Richard no le dio importancia y caminó directo a su habitación, ya hablaría con su hermano respecto a los horarios adecuados de sus prácticas nocturnas.
Ahora solo quería tumbarse en la cama y dormir. Estaba tan cansado que no tomaría en cuenta el sonido de un tambor.
Con ese pensamiento abrió la puerta de su habitación, pero al prender la luz se encontró con que no estaba solo.
Una chica... en su cama... Semidesnuda.
Rayos.
No era día de su cumpleaños, así que podía enfadarse.
La chica no se dio cuenta de que la puerta se había abierto. Y de cualquier manera Richard pensó que no le daría importancia. Estaba tan centrada en su "actividad" que le dio la impresión que necesitaba ayuda.
Claro que él no se la daría. Estaba cansado y ahora malhumorado.
Richard dio la vuelta y cerró de nuevo. Cobraría a su hermano los servicios de lavandería... Y le cambiaría la llave a su habitación.
Pero ahora a dormir.
Caminó a la habitación de huéspedes rogando que no hubiera otra mujer ahí, afortunadamente sus ruegos fueron escuchados y se acostó en la cama. Estiró una mano para quitarse los lentes y estornudó.
Obligaría a Jon a limpiar esa habitación... había demasiado polvo.
A la mañana siguiente despertó con un canto. Disimuladamente vio el reloj y gruñó al descubrir que estaba parado, tendría que comprar otro. Se levantó y caminó para abrir la puerta y salir, afuera se golpeó con una de las mesas, que por cierto, no estaba en su lugar.
-Jon, ¿por qué cantas a las... - miró el reloj de la sala -... siete de la mañana en pleno domingo?
Jon se secó la cabeza con la toalla y le observó a través del hueco de los cabellos revueltos.
- Estoy de buen humor - respondió, con una sonrisa en su rostro - Aunque parece que no se puede decir lo mismo de ti. ¿Demasiado estudio? - quiso reír, pero simplemente se quedó allí en pie.
-Esta mesa no esta en su lugar -señaló el muchacho -Sabes que sin mis lentes no veo más allá de mis narices y aun así dejas una mesa a mitad del camino.
Jon tiró la toalla a un lado y fue hacia él.
- Debió de ser alguna de ellas, no puedo controlar todo... - cogió la mesilla y la puso en su lugar - ¿Contento?
-No -gruñó Richard -Una de tus chicas se masturbó en mi cama mientras estabas ocupado... ¿Como piensas arreglar eso, hermano?
- Eres un quisquilloso, Richard - él por el contrario no había gruñido, ni se le denotaba enfado alguno.
-Honestamente no sé qué es lo que ven en ti -el muchacho giró para volver a la habitación y buscar sus lentes -Tienes todos los defectos del mundo.
…l sonrió, apoyándose en el marco de la puerta, con la rodilla ligeramente flexionada y el pie en el mismo sitio que la espalda.
- Pues a ellas no parecen importarles esos defectos, hermano.
-La mayoría son de dudosa inteligencia -señaló Richard y volvió a salir con sus lentes puestos -Apuesto a que no podrías seducir a una persona realmente inteligente.
- Oh, ¿y según tú quién es inteligente de los que están a mí alrededor? - entrecerró los ojos, para observarle.
Richard se detuvo, esa era una buena pregunta.
La mayoría de las chicas eran muy vulnerables a ellos, pero también era cierto que no eran muy listas... bobas, diría él. Incluso su tutora prefirió mandarlo por un anticonceptivo a estudiar. Hallar a Jill en casa no le ayudó mucho y tuvo que vagar en la cancha de fútbol.
-Solo quedo yo -dijo para sí en voz alta.
Jon parpadeó desconcertado ante aquella respuesta. Habría esperado que dijese quizá alguna de las profesoras de la escuela, pero aquello realmente le sorprendió. Después frunció el ceño con una mirada maliciosa y le puso una mano en el hombro al muchacho.
Era un reto interesante, aunque a él no le gustasen los hombres.
- Apostemos entonces, Richard...
Richard lo miró por un momento.
¡¡El muy engreído lo había tomado en serio!!
¿Qué se creía?
-Habla -replicó Richard.
Jon pareció pensar por un momento, y después enseñó su dentadura perfecta.
- Si yo gano, serás mi esclavo durante tooooooooda una semana...
-Cosa que jamás veras realizada -Richard enarcó una ceja -¿Qué hay si gano yo?...
- Tendrás la satisfacción de haber herido mi orgullo, ¿no te parece suficiente? - puso cara de pena fingida - Algo que no tendrás el gusto de ver...
-Es justo -el muchacho sonrió -Bien, pero pongamos un plazo, hermanito. Como soy benevolente y no quiero herir tu orgullo (aun), estaba pensando que un mes será suficiente castigo.
…l asintió y rió.
- Me divertiré mucho con esto - aseguró - y el castigo será para ti...
-Estas perdido, hermano... Te sería más fácil seducir una roca.
- Claro, claro... - meneó una mano, restándole importancia al asunto - Entonces será más fácil de lo que crees... tienes muchas semejanzas con una roca...
Richard enarcó una ceja. Su hermano se llevaría una no muy grata sorpresa... Y cómo se divertiría con eso.
Riendo caminó a su habitación y comenzó a arreglar el pequeño desorden.
Si, iba a ser interesante mostrarle a Jon que no podía lograrlo todo.


* * *

Un golpe en la puerta indicó que Richard ya había llegado de su entrenamiento; sin compañía a juzgar por el ritmo forzado de sus pasos. Pasó de largo por la sala y dejó caer lo que había llevado a la cancha, después se perdió en su habitación dejando todo en un profundo silencio.
Jon abrió un ojo con fastidio. La agradable siesta de la que estaba disfrutando, acababa de ser interrumpida por los bruscos movimientos de su queridísimo compañero de piso. Abrió el otro ojo cuando se incorporó, y salió del cuarto, cruzando el pasillo. Ni siquiera llamó a la puerta, cuando decidió abrirla.
- No pareces muy contento... - bostezó.
-Que brillante deducción la tuya -gruñó Richard -¿La hiciste solito?
- No, me ayudaron los duendes que andan sueltos por la casa - ironizó Jon, sentándose en su cama - ¿Qué pasó para que estés de ese humor?
-Hoy llegó el nuevo entrenador -Richard apretó los puños molesto. Sin embargo suspiró para controlarse. No era algo que deseara decir tan fácilmente -¿Alguna de tus novias hizo algo decente para comer?
- No vino ninguna hoy... sin embargo... sí que hay algo decente...
Se levantó y caminó con torpeza hacia la salida, aun adormilado.
- ¿Vienes?
-Claro -respondió Richard ausente -Tengo hambre.
Se levantó con pereza y traspasó la entrada de su habitación. Que extraño era no tener a ninguna chica en casa, que raro era que Jon no estuviese con alguna.
Jon indicó a su hermano que se sentase a la mesa de la sala, mientras él desapareció entre la penumbra, para ir a la cocina. Aparte de oírse los típicos ruidos en aquel sitio, hubo dos quejas por haberse quemado tontamente con el plato caliente.
Al salir, minutos después, portaba una bandeja de plástico pequeña, de la cual salía un olor agradable, que dejó en la mesa delante de Richard.
- Incluso que hayas venido tarde es mejor, así la pasta a cogido más el sabor de la salsa... - comentó, y se sentó después en el sofá.
-¿Has cocinado? -Richard miró incrédulo la comida y después dirigió a Jon una mirada escéptica -¿Tiene algo la comida?
Jon arrugó la nariz ante la pregunta.
- La comida tiene todo lo que suele lleva un plato de pasta, hermano...
Cogió el mando de la cadena de música, y la accionó, poniendo la radio, que en ese momento tocaba una canción más o menos tranquila. Lo agradeció, después de la siesta irrumpida no quería algo con demasiado ritmo.
- En vez de quejarte, podrías probarla... es la receta de nuestra hermana.
-Por supuesto no me arriesgaría a criticar una receta de ella -declaró Richard con una sonrisa amable y comenzó a comer. -Esta bueno -dijo con la boca llena y suspiró -Cuando tenga oportunidad escaparé a verla.
Jon se estremeció.
- Yo iría si no fuese porque cada vez que voy me trata como a un niño pequeño... - dejó caer los hombros - Y eso que le saco una cabeza...
Puso las piernas encima de la mesa de cristal, sin importarle si la manchaba o no.
- ¿Te apetece ver una película esta noche? A lo mejor se te quita así ese mal humor...
-No me acostumbro a tanta amabilidad -Richard rió y se acomodó en el sofá, la tensión se le estaba pasando y le gustaba. Podría aceptar más atenciones de Jon si podía olvidarse de sus problemas -¿Qué película vamos a ver?
- Elige tú, yo iré a por ella, ¿te parece?
Richard se lo pensó mucho, había muchas películas que quería ver, pero estaba seguro de que la mayoría fastidiarían a Jon, y por alguna razón no quería discutir con su hermano este día. Finalmente encontró el titulo perfecto que tendría contento a ambos.
-Sexto sentido -dijo con seguridad. -Trae palomitas, las ultimas se las acabó una de mis novias.
Jon se levantó y se estiró un poco.
- Bien - aceptó y fue a su habitación sin rechistar, para alcanzar a ponerse algo de calzado - Volveré enseguida.
Y después cerró la puerta del apartamento, saliendo él.
Richard despegó la vista de la puerta tiempo después de que se había cerrado. Algo resignado se acomodó en el sofá tras dejar sus lentes en la mesa de centro. El día de hoy habían pasado muchas cosas, pero al menos esta no le molestaba, ya tendría tiempo de arruinar los planes de su hermano, ahora solo quería descansar y olvidarse de todo.

* * *

Jon salió del videoclub, diciendo adiós con la mano, a la chica que acababa de atenderle tan amablemente. Mientras caminaba por la calle, revisó de que no se le hubiese olvidado nada. La película, las palomitas, y para él una bolsa de cacahuates recubiertos de miel.
Entonces suspiró. También en la bolsa iba una pequeña tarjeta en donde había anotado un número de teléfono, y después ponía "Susy".
Bostezó una vez más y se talló un ojo, a ver si podía disipar aquel sueño que lo acompañaba. Si se quedaba dormido era algo que no entraba en sus planes de seducción. Estaba seguro de que Richard ya se habría dado cuenta, pero del modo en que había venido hoy, prefirió no atacar mucho y hacerle la estancia en casa agradable. ¿Qué tendría de malo el nuevo entrenador?
Observó el semáforo, y esperó a que le diesen la luz verde para pasar. Aunque cuando esta se encendió, no se movió. Un pequeño ruido de detrás de él le llamó la atención.
La luz cambió a roja, y un gran caminó pasó a su lado, haciendo un gran estruendo, lo que evitó que Jon pudiese seguir el rastro de aquel sonido. Aunque cuando el ruido acabó, dio con él.
Era del callejón que había a su espalda, y justamente el sonido procedía de una pequeña caja de cartón que había al lado de un contenedor de basura. Con curiosidad, se acercó hasta ella, y dejó la bolsa en el suelo y Levantó un poco la manta que cubría aquello.
De color blanco, acompañado de manchas color negro y café, pequeño, con los ojitos cerrados, pero su boquita abriéndose para quejarse de lo solito que se encontraba. Un gatito.
- Pobrecito... - murmuró Jon, viendo tan desconsoladora escena, y no pudo evitar acariciar la cabeza al animalito.
Este abrió los ojos, y cuando le vio, maulló aun con más fuerza, y con la pequeña lengua le lamió un dedo.
Jon rió ante la reacción del gato.
- Tienes hambre ¿eh? - él no dudó un segundo en cogerlo entre sus brazos - Bien... veamos si te gusta la leche...
Al atravesar el umbral de la casa, vio que estaba casi en penumbra, y parecía ser que Richard se había quedado dormido en el sofá, con la música puesta. O eso fue lo que creyó ver cuando se asomó un poco para ver la sala.
Fue a la cocina y dejó al animal encima de la mesa, mientras sacaba un plato para echarle leche. El pequeño gatito, cuando las manos de Jon se separaron de él, comenzó a maullar con desconsuelo. …l apretó los dientes y se apresuró en su tarea. No sabría que clase de reacción tendría su hermano ante aquello, y desde luego no quería tener ninguna pelea por el gatito, pero no dejaría que lo echase, si esa fuese una de sus reacciones...
-¿Jon? -se escuchó la voz de un adormilado Richard.
Diablos.
Los pasos lentos que se escucharon hasta la cocina parecieron eternos hasta que se abrió la puerta y se vio a un muchacho bostezando.
-¿Fue un gato lo que escuché? -preguntó frotándose los ojos.
El gato maulló, esta vez de desaprobación, cuando Jon le separó del plato de leche, y lo mantuvo entre sus brazos.
- Sí... - admitió, protegiendo al animal.
Richard parpadeó incrédulo y volvió a frotarse los ojos.
Si, parecía ser un gato lo que estaba en brazos de Jon. Un gato particularmente sucio y muy molesto por que le impedían comer. Pero no alcanzó a distinguir bien la figura.
-Necesito mis lentes -dijo cortante y giró hacia la sala de nuevo, pero se detuvo y volvió a mirar a Jon.
Un gato. Y el propio Jon lo había traído.
Richard se inclinó y tomó al animalito ignorando la mirada de su hermano. Lo acercó para distinguirle un poco hasta sentir la áspera lengua en su nariz.
-Hay que bañarlo -decidió Richard y dejó escapar una tierna sonrisa -Y hay que ponerle nombre.
Entonces Jon soltó todo el aire que había retenido en sus pulmones.
- ¿Entonces no te importa? - preguntó incrédulo - Pensé que pondrías el grito en el cielo al verlo...
-¿Gracias a quien crees que están esos pastor alemán en casa de mi padre? -Richard acercó al gato en el cuenco de leche y le miró comer contento. -¿Es café ese color?... Tiene muchas manchas... -rió - ¿Podemos llamarlo así?
Jon puso la cara al mismo nivel que la del gato.
- ¿Qué te parece a ti? ¿Te gusta el nombre? - preguntó con cariño al cachorro, y este maulló graciosamente, salpicándole de leche - Sí, parece que sí le gusta - rió mientras se limpiaba la cara.
-Tengo el día de mañana libre -comentó Richard -, puedo bañarlo y llevarlo con el veterinario para que lo revise.
-¿No tienes entrenamiento? -preguntó Jon.
-No iré -dijo Richard sin darle importancia y acarició al gatito - Diré que enfermé, cualquier cosa servirá, me quedaré y Manchas será el gato más guapo de la colonia.
Jon tomó al gato y lo examinó por todas partes.
- ¿Qué será?, ¿gato o gata? - se lo tendió a él - Tú estudias medicina...
-La medicina y la veterinaria no se parecen mucho -Richard lo miró disgustado y agarró a Manchas -, además sin mis lentes me dará igual -lamentó.
Jon suspiró y trajo de nuevo a Manchas con él. Comenzó a examinar nuevamente por la parte de la tripita y se atrevió a tocar descaradamente la parte en donde debería de haber algo.
- ¿Sabes hermano? - suspiró - No nos libramos de las féminas...
-Una gata -Richard suspiró -No espero menos de ti, hermano -rió -Y esto comprueba una vez más mi teoría -se levantó pasándose la mano por el cabello - Vamos a ver esa película mientras Manchas come, al dormir soñé con esas palomitas.
Jon recogió la bolsa de la entrada y de ella sacó las palomitas, tirándoselas a Richard de un modo brusco, pero a la vez bromista.
- ¿Acaso dices que Manchas no es inteligente? - rió - Espero que te haya escuchado y cuando crezca te de un zarpazo...
Con un movimiento le hizo sentarse en el sofá, mientras el sacaba la cinta de la caja, y alcanzaba a ponerla.
Richard sonrió y colocó las palomitas en el horno de microondas. Cuando estuvieron listas y salió a la sala su hermano ya estaba instalado y adelantaba los créditos.
-Es una gata con suerte -comentó y comenzó a comer sin molestarse en acercar las palomitas a Jon - Me alegra que la hallas traído.
- Estar solo es algo que nadie se merece, y en eso también se incluye a los animales - comentó.
Jon abrió su bolsa de cacahuates, y centró su atención en la película. Aunque después se quedó observando a su hermano, se levantó de golpe, desapareciendo de la sala, y al volver le puso los lentes en su cara.
- Así estará mejor... - sonrió y le palmeó la cabeza, volviendo a su sitio.
Richard suspiró, sus planes de quedarse dormido se habían arruinado.
-Gracias -murmuró y acomodó los pies en la mesa.
La película inició finalmente. Jon se acomodó en el otro extremo del sofá y continuó comiendo.
Richard jamás había sido buen espectador de una película, mucho menos cuando estaba cansado, la mayoría de las veces tenía que conversar con alguien para aclarar cosas que le habían quedado sueltas por dormirse, afortunadamente siempre había alguna chica dispuesta a narrar la película esforzándose en poner detalles que, Richard estaba seguro, no contenían.
Un ruido atrajo la atención de Jon.
La bolsa de palomitas se había regado en el suelo. Con curiosidad miró a su hermano y notó que tenía los ojos cerrados, los lentes se le habían resbalado a la punta de la nariz y algunos rizos le habían caído en la frente.
Jon exhaló aire. Alguna que otra vez había sucedido eso en su presencia, con alguna chica, y ella se había quedado medianamente dormida. Si eso sucedía, era porque la película realmente no le interesaba, y ella acababa aburriéndose. En esos casos solía acercarse a ella y recorrer su cuerpo. Pero.. ¡él era su hermano! Peor aún... ¡era un hombre!
Comenzaba a odiar su orgullo, mucho, demasiado...
Dejó la bolsa de los cacahuates en la mesa, con algo de fastidio, y se levantó, pasando por detrás del sofá. Se detuvo justo detrás de él y apoyó los brazos en el respaldo. Con un movimiento ligero le quitó los lentes, que estaban casi por caer, como las palomitas. Un momento después, las yemas de los dedos habían comenzado a recorrer la piel del cuello.
Richard abrió los labios y ladeó la cabeza, se le escapó un suspiro, pero no despertó.
La reacción le animó a seguir adelante. Jon se inclinó un poco y pudo casi alcanzar el lóbulo de su oreja con la boca. Fue algo extraño. A medida que su mano había cambiado el rumbo hacia el interior de su camisa, para acariciar un poco el pecho, se perdió en el olor de sus cabellos rizados. No estaba actuando cohibido, sino naturalmente, como siempre lo hacía, aunque fue algo en lo que no se paró a pensar. Se acercó un poco más y logró morder con suavidad el lóbulo de la oreja.
Un gemido.
Suave y casi inaudible, pero estaba seguro de que lo era.
Con ánimo continuó hasta que un movimiento brusco y un sonido de queja lo interrumpieron.
Richard abrió los ojos de golpe y dirigió la mano para atrapar a la gatita que había comenzado a trepar por su brazo desnudo. Fue hasta ese momento que vio a Jon.
-¿Que haces?
Jon sólo alcanzó a sonreír. Había pensado también eso, en que se despertase y le sorprendiera...
- ¿Tú qué crees?
Sacó la mano de dentro de su camisa, pero lo hizo rozándole la piel, y después le enseñó las gafas que había en ellas.
- Se te cayeron cuando te quedaste dormido...
Richard frunció el ceño y bajó la mirada directo a sus gafas.
-Que considerado te has vuelto -dijo con ironía y tomó los lentes para volvérselos a poner -¿No podías simplemente despertarme?
- Hoy pareces especialmente cansado, así que preferí no despertarte... - seguía sonriendo, y tomó a la gata en sus manos, para sentarse después, nuevamente, en el sofá, y jugar con el animal.
Richard miró a ambos y torció un poco los labios mientras se acomodaba los lentes con un dedo.
Había tenido una visión perturbadora mientras dormía.
¿Habría sido real esa sensación en su pecho?
De manera disimulada se tocó la oreja. Se sentía inusualmente fría. Miró hacia las ventanas y las descubrió cerradas.
-¿Me perdí algo importante de la película? -preguntó finalmente dispuesto a no entrar en detalles.
- Solamente como el niño le confesaba al asistente que podía ver a los muertos...
Mintió, no le había prestado atención a la película y no sabía si eso ya había pasado o no. Sólo lo sabía por el trailer que había visto de ella. Después le hizo cosquillas a la gata.
Quizá hacer los mimos a la gata relajase sus músculos ante la situación tensa de que Richard le hubiese descubierto...
-Oh -el muchacho clavó la mirada en la pantalla decidido a no volver a dormirse y buscó sus palomitas. Al hallarlas en el suelo gruñó.
Ahora se quedaría hambriento.
Definitivamente odiaba ver una película en compañía de un hombre. Al menos una chica tendría la delicadeza de cuidar sus palomitas y no de buscarle los lentes entre la ropa.

* * *

Richard alargó la mano para apagar al despertador y se sentó en la cama. Bostezó y tanteó en el buró para buscar sus lentes, al ponérselos descubrió a la gata dormida en el edredón y alargó la mano para acariciarle la cabeza.
-Eres una chica con suerte, no cualquiera puede verme despertar -rió.
Richard se levantó con la gatita en brazos y caminó directo al baño para llenar la tina.
-¿Que desea desayunar, señorita? -preguntó Richard a la gata. Ella maulló -Oh, si, tenemos atún, pero es de Jon, yo soy alérgico, ¿sabes? -el muchacho caminó a la cocina y sacó una lata de atún -Pero si usted promete no decirle a Jon que le he dado su comida no hay problema.
Después de que Manchas comió Richard la llevó de nuevo al baño y comenzó a asearla. Lo primero que notó es que a Manchas no le gustaba el agua, fría o caliente; lo segundo fue que los rasguños ardían con el shampoo de Jon. Lo mejor sería comprar otro en la veterinaria.
Cuando la gatita estuvo limpia la secó con una de sus toallas y la dejó en su cama para arreglarse y salir a la veterinaria.
Mientras caminaba por la calle aprendió algo más que le resultó interesante. A las chicas les gustaban los gatos. Eso le hizo reír hasta que entró al establecimiento y esperó pacientemente mientras el veterinario hacía toda clase de revisiones a Manchas y la vacunaba contra mil cosas que él jamás había oído.
Cuando terminó la revisión revisó su reloj de pulsera. A esa hora Jon ya habría acabado el entrenamiento.
Tras permaneces quieto por 15 minutos decidió que no era necesario ir a verlo, bastantes fans estarían en el lugar ya.

* * *

La bolsa de deportes comenzaba a resultarle más pesada de lo que en realidad era. Asistir a dos entrenamientos de distintos deportes en el mismo día, no era nada bueno para su salud, y para colmo una de las animadoras había estado haciéndole proposiciones para ir a su casa esa noche.
En cuanto entró en casa, fue directo a su habitación, y tiró la bolsa al rincón, dejándose caer después en la cama
La rechazó cortésmente, pero dudó mucho que ella le hubiese entendido. Si se presentaba en casa, simplemente no abriría la puerta. Colocó una mano encima de los ojos. No tenía ni fuerzas para levantarse a apagar la luz.
Unos pasitos se sintieron en su espada hasta que el cuerpo afelpado de Manchas se acomodó y empezó a ronronear.
Jon esbozó una sonrisa y no se movió.
- Cuando seas grande darás unos masajes estupendos...
Esta vez si se movió, poniéndose boca arriba, y dejando al animal en su pecho, mientras le acariciaba.
- ¿Sabes que hueles exactamente al shampoo que yo uso? - enarcó una ceja - Maldita sea, Richard... - cayó en la cuenta de que para bañarla había usado el suyo.
Se la acercó un poco más al rostro. Le gustaba sentir el suave pelaje del gato en su rostro, y al parecer al animal no le desagradaba en absoluto que lo hiciese. Aunque notó otro extraño olor. Ya no era su shampoo...
- ¡¿Atún?! - gruñó, y la gata le puso la pata en la boca, a modo de desaprobación - Espero que lo hayas disfrutado... pequeñaja... - masculló por lo bajo.
Su atún, justo lo que le gustaba tomar después de los días como aquel. Se lamentó en que tendría que bajar más tarde a comprar...
-¿Donde estás cariño? -se escuchó la voz de Richard junto con un golpe -¡Maldición! ¿Que hace esta bolsa en medio del camino?
Jon sonrió con mofa.
- Tu cariño prefirió mi espalda - exclamó desde la cama - Y ahora mi pecho.
-¿Jon? -Richard se asomó. No tenía puestos sus lentes, eso explicaba la razón por la que había tropezado con una enorme mochila llena de equipo -Vaya, mi gata esta sobre ti... Espero un agradecimiento por los cuidados que le he dado.
- ¿Cómo? - su tono expresó justamente lo que sentía. - ¿Agradecimiento?
-Como mínimo -espetó Richard -Te serví de recepcionista mientras no estabas, todos tus recados están en una libreta junto el teléfono.
- Eso compensará que te hayas gastado mi shampoo, seguramente, y que le hayas dado MI atún - frunció el ceño, y siguió sin moverse de la cama.
-Es una chica exigente -Richard se acercó y levantó a Manchas -Mi chica -recalcó -Así que con tu permiso la llevare a mi cuarto en mi cama.
Jon atrapó las piernas de Richard con las suyas, y le impidió seguir adelante.
- ¿Cómo que tu chica? Si no recuerdo mal no fuiste tú quien la encontró y la trajo a casa.
-Ella se bañó conmigo, así que es mía -Richard se las arregló para girar -¿Me permites? Tengo que estudiar.
- Ni hablar - aferró las piernas a él con más fuerzas, hasta hacer que se acercase más a la cama - Ella te acaba de abandona y a venido a mi cama, así que será por algo.
Richard frunció el ceño y comenzó a moverse para liberarse. No debería ser muy difícil, pero Manchas decidió que era buen momento para trepar a sus hombros y el dolor le hizo perder la concentración junto con el equilibrio haciéndole caer irremediablemente sobre Jon.
Por el golpe recibido, Jon perdió todo el aire que había en sus pulmones, y lanzó un gemido de queja. Después observó con los ojos entrecerrados a su hermano.
- Maldita sea Richard, pesas como un condenado - farfulló.
-No fue a propósito -gimió Richard, se había doblado un dedo al intentar caer mas suavemente -¡Rayos!
- ¿Te has hecho daño? - tomó la mano de la Richard se había quejado, con la suya.
-Solo se dobló un poco -respondió y comenzó a reír -Me dolió más el movimiento que hizo Manchas al saltar, esa gata disfruta arañándome la espalda.
…l también rió.
- Como todas, ¿no? -
Jon acercó el dedo lastimado a sus labios le dio un suave y beso, mientras clavaba sus ojos cobrizos en los de su hermano.
-¿Jon? -Richard lo miró con sorpresa.
- ¿Si...? - preguntó con voz sensual, mientras que seguía recorriendo el mismo dedo con sus labios.
Richard abrió la boca para decir algo, pero se quedó sin palabras.
Eso no estaba bien, ¿verdad?
Tras morderse el labio inferior comenzó a moverse para alejarse, cosa que le resultó difícil, Jon aun lo tenía atrapado con sus piernas.
-Suéltame.
- ¿Seguro...? - volvió a decir con el mismo tono.
Apretó las piernas un poco más, para evitar que se escapase, y comenzó a recorrer el antebrazo con los labios, hasta llegar al hueco del codo, y morder levemente. A la mayoría de las chicas, aquello era algo que, aparte de provocar cosquillas, les proporcionaba placer.
Richard escondió la cara en la almohada, si pudiera le gustaría haberse ahogado con ella, pero en ese momento solo pudo emitir un gruñido de protesta.
-¡Suéltame! - repitió.
Jon se apartó de él al escuchar el gruñido, y dejó caer la cabeza en la almohada. Desató el lazo que había hecho con sus piernas y le dejó vía libre para hacer lo que le viniese en gana. Después cerró los ojos. Si le había molestado, que no hubiese tentado a su orgullo.
Richard se las arregló para sentarse en la orilla de la cama y torció los labios.
-Debo estudiar -recordó y se levantó para ir a su habitación.
Jon se incorporó un poco, y le hizo una seña a Manchas, que permanecía en la puerta, y avanzó hasta él meneando el rabito con alegría.


* * *

Habría querido ir a jugar billar con Jon, pero su hermano tenía planes diferentes y salió argumentando que tenía una importante cita con una chica.
Así que Richard se quedó en casa cambiando los canales del televisor.
Finalmente se aburrió y decidió que no tenía por qué quedarse, así que salió a ese billar tras acomodarse las gafas y la chaqueta.
Muy a su pesar no había nadie con quien jugar y se limitó a beber un poco en la barra. Cuando volteó vio a una preciosa chica que le dedicaba una sugestiva sonrisa.
¿Por qué no?
No solo Jon tenía derecho a tener citas.
Richard se acercó a ella y tras conversar unos momentos y beber unas cuantas copas más ella le propuso ir a un lugar más cómodo.
El muchacho estaba acostumbrado a esa clase de proposiciones, así que aceptó y caminaron de regreso a su departamento.
Richard descubrió un poco más de la chica en el trayecto a casa. Le había prestado su chaqueta debido al frío que estaba haciendo y ahora escuchaba los malos chistes que la joven hacía.
No tenía importancia.
No la vería de nuevo, de todas maneras.
Richard llegó a casa y abrió la puerta. Le había temblado un poco la mano y eso le molestó, generalmente no bebía tanto.
Con un movimiento se hizo a un lado para dejar pasar a Leslie, la chica que había conocido en el lugar. La muchacha de largo cabello café miró el sitió y sonrió.
-Me gusta la oscuridad -ronroneó.
Richard sonrió, al menos ya tenía claro lo que iba a pasar ahí. Ella cerró la puerta y le agarró del hombro para empujarlo en el sofá. Hasta ese momento, Richard no se había encontrado a una muchacha con iniciativa que no fuera Jill y sonrió complacido.
-Te propongo un juego -dijo ella y se quitó la mascada -Tu te dejas hacer, pero si ver.
-Se oye interesante.
Ella rió y le acomodó la mascada sobre los ojos tras quitarle los lentes. Con suavidad comenzó a besar la piel de su brazo y sonrió.
Una mano en su espalda le advirtió que había alguien más con ellos. Leslie se dio la vuelta y entonces sonrió con complicidad. Se había acercado tan silenciosamente que no se había percatado de que estaba allí, tal y como la indicó horas antes.
Jon señaló un pequeño sobre que se encontraba en la mesa, y ella lo cogió.
Se quitó los zapatos para no hacer ruido alguno y con el mismo sigilo se había esfumado de la casa.
Mientras que ella había desaparecido, Jon había comenzado a acariciar a su hermano. Sin apoyarse contra él, comenzó a morder el cuello lentamente, y con una mano, a desabrochar la camisa que llevaba.
Richard echó la cabeza hacia atrás y abrió un poco los labios. Pareció querer decir algo, pero se limitó a respirar de manera ligeramente acelerada mientras apretaba los puños sobre el sofá.
Sonrió ante la reacción. Jon la conocía muy bien, pero vista en él le resultó más sabrosa.
No reparó en el pecho desnudo de Richard, cuando por fin abrió la camisa de par en par. Cambió el cuello por el lóbulo de la oreja, y las uñas de los dedos que permanecía en el estómago de su hermano, comenzaron a arañar suavemente la piel, de forma ascendente.
Sus reacciones eran casi lo único que le animaban a seguir adelante. Abandonó su oreja y sus dedos atraparon una de las tetillas de Richard, que masajeó unos segundos, hasta lograr erectarla, después de eso bajó la mano rozándole hasta llegar a su ombligo y jugar con él. Su boca se apropió la otra tetilla sin tratar. La lamió y mordió ligeramente.
Richard gimió.
Jon sintió sus manos en ambas mejillas sin comprender lo que pasaría hasta que estuvo cara a cara con Richard. A medida que le acercaban comprendió.
El alejar la mano de su vientre y apoyarla en la boca de Richard fue un acto reflejo. No quería besarle. Un beso siempre era algo demasiado personal, y era algo que a su hermano no tenía ninguna intención de darle.
Richard se puso tenso, pero una agradable sonrisa escapó de su garganta y atrapó los dedos de la mano que le cubrían la boca para chuparlos lentamente.
Jon palideció.
¿Qué? ¿Pero qué estaba haciendo? ¡Maldita sea! ¡Eso no formaba parte del plan! Quiso retirar la mano, pero él le atrapó uno de los dedos con los dientes.
No podía estar pasando... aquel calor que sentía en sus mejillas no podía ser por lo que él le estaba haciendo. ¡Era una estupidez! La mano libre se fue a su boca para intentar ahogar alguna clase de sonido, que fuese a escaparse sin querer.
Richard abandonó la mano y tocó los hombros de su acompañante.
Fue ahí donde le pareció que algo no estaba en su sitio.
Para empezar Leslie tenía el cabello largo, y por ahí no sentía mucho cabello. Además había algunos músculos de más... y mucho silencio.
Richard se separó y se quitó la mascada de los ojos. De inmediato buscó sus lentes y resopló al ver a Jon con una mano en la boca.
-Estas algo desesperado, hermanito -dijo conteniendo la ira.
Con un movimiento cómico, Jon sólo alcanzó a encogerse de hombros y a esbozar una sonrisa.
- Esta vez no tengo excusa...
Richard suspiró y recargó la cabeza en el sofá.
-Si, te he pillado... ¿Sabes, Jon? No es tu estilo... Cuando te sugerí que intentaras seducirme no me refería a utilizar engaños y todo eso... Las chicas lo agradecen, pero yo no... a mí me parece.. patético de tu parte.
Jon frunció el ceño.
- Será patético, pero te acabo de mostrar uno de los motivos que ven en mí, Richard - usó un tono cortante -, ya que esos gemidos no eran fingidos...
Jon se incorporó de la posición en la que estaba, y con la camiseta se limpió los dedos.
-Muy bien hecho -Richard le miró con ironía -Hasta ahora habría jurado que estaba con una chica, sería desatento no mostrar que sus ideas me excitan, ¿no, Jon?... Caballerosidad antes que nada, incluso si es en la cama. Eso les gusta a las chicas.
Jon sonrió burlón y nada más le guiñó un ojo.
- Aun me quedan... muchos días por delante...
Con un movimiento de mano se despidió de él, y con paso lento se dirigió a su habitación. Al cerrar la puerta se recargó en ella y se dejó caer hasta el suelo. Escondió la cabeza entre las piernas flexionadas, y obligó a su corazón a latir más despacio. ¡Maldición!
La sonrisa de Richard desapareció en cuanto escuchó el sonido de la puerta de la habitación de Jon.
Los intentos se volvían más atrevidos, tenía que tener cuidado o caería en una de esas trampas... Y era lo que menos soportaría en estos momentos aun si se trataba de su loco hermano.
Un maullido llamó su atención y llamó a Manchas para acariciarla sobre sus piernas.
-No prestes atención, cariño -susurró a la gata -Solo durara un poco más... Después verás el orgullo de tu otro dueño más moderado.


os intentos se volvían más atrevidos, tenía que tener cuidado o caería en una de esas trampas... Y era lo que menos soportaría en estos momentos aun si se trataba de su loco hermano.
Un maullido llamó su atención y llamó a Manchas para acariciarla sobre sus piernas.
-No prestes atención, cariño -susurró a la gata -Solo durara un poco más... Después verás el orgullo de tu otro dueño más moderado.






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