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Dejame curar tu corazon por Shamita

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Notas del fanfic:

los personajes no me pertenecen, sino a Masami Kurumada.

espero disfruten esta historia. :D

Notas del capitulo:

GRACIAS POR LEER

 

 

Y ahí estaba otra vez siendo dejado por su novio o debería decir ex novio, y el que había planeado terminar esa relación ya que encontró a su ahora ex en pleno faje con un chico de cabellos rosados y piel blanca.

 

–     Como ya te dije –se explicaba un joven de cabellos oscuros–, no tiene nada que ver contigo es solo que necesito un tiempo para decidir que hare de mi vida de ahora en adelante.

 

–     Shura, ¿estás dejándome? –hablo un joven de largos cabellos dorados– ¿Por qué necesitas pensar sobre tu futuro? O ¿Por qué estas saliendo con alguien más?

 

–     Como puedes si quiera pensar eso –dijo indignado el otro–, si yo solo estoy contigo.

 

–     No solo lo pienso sino que lo se –defendió su postura el de cabellos rubios.

 

–     A caso tienes pruebas de eso –hablo el otro–. ¡No! Porque yo jamás he fallado en esta relación.

 

–     ¡Si bien no tengo pruebas, sabes que estoy en lo cierto! –elevo su voz al ver como el otro trataba de verle la cara– Sabes… no soy ciego.

 

–     Bien –hablo el de cabellos oscuros–. Si piensas eso de mi no veo ninguna necesidad de que este aquí –continuo mientras se paraba de su asiento–, si no tienes confianza en mi entonces aquí se termino TODO.

 

El de cabellos oscuros salió del departamento dejando al de cabellos rubios solo y con muchas ganas de matarlo.

 

–     Bien, no era eso lo que ibas a hacer Shaka –se dijo suspirando tristemente–, pero aun así duele mucho.

 

Se dirigió hacia su cuarto para descansar pero ni bien se dejo caer en su cama comenzó a llorar en silencio, sintiéndose de lo peor porque nuevamente lo habían engañado y no se había dado cuenta hasta que había sido demasiado tarde y ya había entregado nuevamente su corazón a alguien que no lo merecía.

 

Los días pasaron y sus amigos intentaban por varios medios que distrajera y no sufriera por el abandono de su amado, los días se convirtieron en semanas  y las semanas en meses hasta que un buen día decidió olvidar a Shura sabía que él no se merecía su amor.

 

–     ¡Ya Shaka! ¡Basta de llorar por alguien que no lo merece! –se daba ánimos frente al espejo– Es hora de que salgas a divertirte con las personas que te quieren.

 

Estaba esperando que sus amigos pasaran a buscarlo para ir a un nuevo antro que iban a inaugurar ese día, y el convencido por sus amigos, que se habían cansado de ver sufriendo a su amigo por alguien que no lo merecía, lo había persuadido de ir con ganas de dejar atrás el sufrimiento y disfrutar de su estado de soltería y del cual en mucho tiempo no quería salir debido a que no quería nuevamente ser herido por alguien que no mereciese su amor.

 

Pocos minutos tuvo que esperar para que le avisasen sus amigos que se encontraban estacionados frente al edificio de departamentos donde él vivía, bajo rápidamente y se encontró con sus amigos Mu, Camus, Milo, Shaina, Crystal, Miho, Seiya, Hyoga e Ikki.

 

Partieron para ir rumbo al antro, tardaron algunos minutos para llegar y otros más para poder entrar, ya estando dentro se dispusieron a encontrar una mesa donde estar, mientras unos pidieron algunas bebidas otros prefirieron primero ir a la pista de baile.

 

Estando ahí el rubio que primero había optado por permanecer en la mesa tomando una bebida, que después se convirtieron en cuatro decidió que sería mejor bailar un poco con sus amigos para así no estar solo sentándote en la mesa como desde que llegaron. Se dirigió a la pista de baile donde pudo distinguir a algunos de sus amigos y se les unió para ahora si disfrutar de esa salida.

 

En la pista de baile los amigos se divertían bailando entre ellos sin dejar que nadie más entrara en su círculo, estando con sus amigos Shaka se sentía bien, estaba decidido a dejar todo atrás Shura no valía la pena y tarde se dio cuenta que a pesar de ser un abogado eminente era un hombre que no había sabido quererlo ni mucho menos había valorado su persona, pero eso ya estaba en el pasado era tiempo de ver hacia el frente y no mirar hacia atrás ni por un instante.

 

Desde una de las mesas que se encontraban alrededor de la pista de baile unas pupilas azules con destellos verdosos no perdían detalle del grupo de amigos que bailaban animosamente entre ellos, pero la vista se fijo en el de cabellos rubios lacios y largos hasta más allá de la cintura, mientras bebía un All-Irish Black and Tan, cuando vio que parte del grupo salía de la pista dejando solo a un chico de cabellos lilas, otro de cabellos castaño corto y el de larga cabellera rubia asi que decidió entrar a la pista tal vez y si tenía suerte podría tener una divertida noche con el blondo joven.

 

De un momento a otro los tres amigos que habían quedado en la pista de baile se vieron acompañados de un hombre de al menos 26 años con una larga cabellera azulada, de piel aperlada y ojos azules con leves destellos verdes que vestía unos vaqueros oscuros y una playera roja bajo una chaqueta de cuero negro , pronto Seiya y Mu se dieron cuenta de que el recién llegado tenía toda su atención en su amigo Shaka que al parecer había optado por ignorarlo y seguir bailando pero poco a poco el de cabellos azules fue moviéndose hasta quedar frente al blondo y sin preguntar nada lo tomo de la cintura para bailar recibiendo una mirada fría y molesta por parte del más joven pero también pudo percibir gracias a las luces del lugar un ligero sonrojo por parte de este.

 

–     ¿Podrías soltarme? –cuestiono el de rubios cabellos visiblemente molesto por la confianza del otro.

 

–     ¿Por qué? –contesto con otra pregunta el más grande mientras pegaba más hacia si al rubio.

 

–     Porque para empezar no te conozco –comenzó a decir el otro– y no me gusta que se tomen demasiada confianza.

 

–     Bueno podemos solucionar eso –contesto el de cabellos azules–, para empezar mi nombre es Kanon Geminis, ¿y el tuyo?

 

–     Shaka Virgo –dijo el otro meramente por cortesía–, y si me permites estoy cansado de bailar.

 

–     Un gusto Shaka –hablo el mayor–, vamos te acompaño a tu mesa.

 

–     No es necesario –dijo Shaka–, se llegar a mi mesa.

 

–     Tal vez no sea necesario pero me encantaría –contesto el otro.

 

Ambos hombres salieron de la pista con dirección a la mesa en la que se encontraban los amigos del rubio, estando ahí Shaka pensaba que se podría librar del de cabellos azules pero mayor fue su sorpresa cuando sus amigos decidieron invitar al mayor a sentarse junto a ellos.

 

El resto de la noche Shaka disfruto lo más que pudo la salida debido a que la presencia de cierto peliazul lo hacía sentirse incomodo sobre todo cuando este no reparaba en hacerle saber a él y a sus amigos que estaba muy interesado en conocerlo más, cuando dieron las dos y media de la mañana los chicos decidieron que era mejor regresar a sus casas sobretodo porque Seiya, Miho y Sheina ya habían tomado demasiado, por no decir que el de cabellos castaños estaba tirado en la mesa mientras que las dos chicas cantaban a viva voz a todas las canciones que se escuchaban incluso inventaban letra a aquellas que no la tenían.

 

Cuando llegaron al auto de Milo y mientras Kanon ayudaba a llevar al morocho del grupo este último se pudo dar cuenta que el regreso para los sobrios seria un poco incomodo sobre todo si cierto castaño decidía devolver algo de todo el alcohol bebido, cuando  se disponían a acomodarse dentro del auto una mano aperlada tomo la blanca mano de Shaka y lo halo hacia donde estaba su dueño.

 

–     Te llevo –dijo Kanon con una sonrisa sensual.

 

–     No, gracias –contesto Shaka–. Llegue con mis amigos y me voy con ellos.

 

–     ¡Oh vamos! –hablo el otro–Realmente quieres ir en un auto con tres chicos que en cualquier momento podrían devolver las bebidas.

 

–     Mmm…–realmente Shaka no contaba con eso y volteando a ver la situación de sus amigos no le gustaba lo que veía y la verdad que le vomitasen encima no era algo que quisiese– No podría venir Mu, digo el tampoco merece que le vomiten encima.

 

–     Me encantaría negociar contigo –hablo Kanon–, pero solo cabemos dos.

 

–     ¿Por qué? –cuestiono el rubio comenzando a pensar que era preferible que lo vomitasen a ir en un auto solo con un desconocido.

 

–      Porque a menos que tu amigo vaya en el manubrio –comenzó a decir el peliazul– no creo que haya otra forma en la que pueda ir con nosotros.

 

–     Entonces prefiero irme en el carro de Milo –contesto Shaka mientras se giraba para ir con sus amigos pero grande fue su sorpresa cuando los vio a todos ya dentro del automóvil.

 

–     Lo siento Shaka, pero deberás irte con Kanon –contesto Milo mientras arrancaba el auto– debo llevar rápido a Camus a su casa o su padre lo castigara y sabes que no puedo estar ni un día sin él.

 

–     Lo siento –contestaba un muy sonrojado Camus mientras los demás le sonreían y alzaban sus manos en señal de despedida–, nos vemos mañana.

 

–     Decías –dijo Kanon con una sonrisa sensual.

 

–     Podrías llevarme a mi casa –pidió quedamente el rubio sin voltearlo a ver.

 

–     Para mi será un placer –contesto el otro mientras tomaba la mano del rubio para guiarlo hacia su motocicleta–, prometo que llegaras sano y salvo.

 

–     Vamos antes de que me arrepienta –hablo Shaka dejándose guiar por el otro.

 

Pronto estuvieron frente a una motocicleta negra con cromado plateado, el de cabellos azules saco dos cascos uno para él y el otro se lo paso al de cabellos rubios, quien mientras se acomodaba los cabellos para que no impidiesen ver el camino le dijo su dirección para saber si podría llegar sin problemas recibiendo un asentimiento del otro así que Shaka se monto en la moto sosteniéndose  primero de los hombros del otro pero pronto debido a la velocidad con la que iban se sujeto con fuerza de la cintura de Kanon que sonrió al sentir los brazos del otro rodearlo y como se aferraba a él.

 

Después de unos minutos que el rubio sintió eternos diviso el edificio de departamentos donde vivía, con su brazo le señalo a su acompañante el lugar logrando así que el otro estacionara cerca de la entrada de la edificación.

 

–     Gracias por traerme –dijo sonriendo el de ojos azul turquesa.

 

–     Para mí fue todo un placer –contesto el otro.

 

–     Bueno… nos vemos Kanon –se despidió Shaka.

 

–     Espera –hablo el mayor no dejando que el otro se fuera–, no me invitas ni siquiera un vaso con agua.

 

–     No creo que sea conveniente –contesto el rubio.

 

–     Vamos te prometo que solo será un vaso con agua –dijo Kanon con una gran sonrisa.

 

–     Está bien vamos –convido el otro–. Sígueme.

 

Ambos hombres entraron en el edificio de departamentos, subieron al elevador el tiempo transcurrió en silencio se bajaron en el piso cinco y se dirigieron a la sexta  puerta que estaba marcada con el numero 506, el menor abrió la puerta para dejar entrar al de cabellos azulados.

 

–     Bonito departamento –comento el mayor viendo el interior del departamento, que si bien no era la gran cosa estaba decorado sutilmente con motivos hindús–. De donde son los adornos.

 

–     Gracias –hablo el menor cerrando la puerta–Son de origen hindú, te traeré el agua ponte cómodo.

 

–     Si –dijo Kanon que en lugar de sentarse en el sofá siguió de lejos al de rubios cabellos hasta que entro a la cocina.

 

Cuando Shaka estaba sacando del refrigerador la jarra del agua sintió unos fuertes brazos que lo abrazaban rodeando su cintura, sabia quien era no necesitaba ser adivino para saber quién era, lo que más le inquietada de tener al de piel aperlada justo en su departamento era esa sensación de no querer que el otro lo soltase, desde que lo había tomado de la cintura en la pista de baile le había gustado demasiado sentir esos brazos protegiéndolo, porque si también se sentía seguro y protegido, por eso había dejado que lo trajera a su departamento, por eso había dejado que entrar y por eso le permitía seguir así abrazados sin mover ni un musculo.

 

–     Porque no me dejas curar tu corazón –susurro Kanon en el oído de Shaka causando sorpresa en este ultimo.

 

–     Como… como sabes –dijo despacio el otro.

 

–     A pesar de que sonríes con las bromas de tus amigos –comenzó a decir el peliazul sin soltar al de piel nacarada–, en tu mirada siempre hay una sombra de tristeza.

 

–     ¿Por qué quieres curarme el corazón? –cuestiono Shaka con la cabeza agachada– ¿Por qué te acercaste a mí?

 

–      Porque… –suspiro Kanon– no te mentiré Shaka me acerque a ti pensando en pasar una noche de sexo increíble pero después de pasar toda la noche junto a ti, no quiero separarme, no quiero soltarte, se que sonara tonto y loco pero te podría decir sin temor a equivocarme que me estoy enamorando de ti.

 

–     Nadie se enamora de una persona en unas horas –contesto Shaka–, además a mi ni siquiera me gustas –mintió.

 

–     Yo se que te hirieron –hablo el peliazul–, no te sorprendas tus amigos me han dicho a grandes rasgos por lo que pasas y…

 

–     ¡¿Cuándo?! –interrumpió el oijturquesa volteándose para ver los ojos del otro– ¡¿Por qué harían algo así?!

 

–     Simple pequeño, ¿Cuándo? Cuando fuiste al baño –se explico el mayor– ¿Por qué? Creo que ellos se dieron cuenta más rápido que yo de esto que te estoy diciendo.

 

–     Aunque así sea, ya te dije que a mí no me interesas –contesto el menor bajando la cabeza para no ver aquellos ojos azules con tintes esmeraldas.

 

–     Entonces déjame enamorarte –dijo el otro levantando el rostro del ojiazul con una mano, mientras que la otra aun abrazaba la cintura del menor, sonrió tiernamente–, no te pido que tengamos sexo ni que mañana me digas que te gusto por lo menos.

 

–      No se, si pueda abrir otra vez mi corazón –hablo Shaka bajando la mirada nuevamente–. Ya no se si podría volver a enamorarme.

 

–     Shaka no te voy a mentir –comenzó a explicarse el peliazul–, a veces  puedo ser un Casanova, a veces no se medir mis palabras, se me olvidan las fechas, soy un espíritu libre, odio que me hagan escenas, soy celoso, me encanta andar en mi moto, amo mi vida y por nadie la he cambiado, a veces soy terco, me encanta tener la razón, me encanta el sexo no te lo voy a negar…

 

–     Kanon… –interrumpió Shaka

 

–     No te puedo prometer que no sufrirás, que no habrá días en que puede que queramos matarnos, que la vida será color de rosa y que seremos felices siempre, no te puedo prometer que cambiare de un día a otro todos mis defectos –decía Kanon poniendo un dedo sobre los labios del rubio– pero lo que si te puedo prometer Shaka es que mientras este en mis manos yo te voy a amar, no importa si peleamos todo el día en la noche siempre estarán mis brazos para  cobijarte,  que mi pecho te servirá de almohada, podrás tener de canción de cuna los latidos de mi corazón,  que en lugar de sexo te hare el amor y que no importa si después de días, semanas, meses, años un día decides que lo mejor para nosotros es seguir por separado yo lo respetare y te dejare volar, porque desde hoy pequeño mi única meta y sueño es que esa tristeza que hay en tu mirada desaparezca y que se instale un luz de alegría y felicidad en tus hermosos ojos.

 

Shaka miraba asombrado al peliazul, podía ver en su mirada que eran ciertas las palabras y entonces decidió, decidió arriesgarse, decidió tratar nuevamente, decidió que podía intentarlo nuevamente, decidió dejar de lado sus miedos, dejar atrás las tristezas, los romances fallidos y decidió no voltear a ver al pasado, decidió que para atrás ni para agarrar vuelo y entonces se abrazo a Kanon, sorprendiéndolo, y hundió su rostro en su pecho.

 

–     Yo… yo tampoco… puedo prometerte… que te querré de un día para otro –comenzó a explicarse ahogando los sollozos que querían salir–, que no me enojare contigo, que… la vida será una felicidad eterna, que todos los días me veras radiante, que saldremos… siempre, que cambiare… por completo los defectos… que tengo, que no saldré corriendo cuando mis amigos me necesitan, que dejare de ser celoso, que dejare de ser tan perfeccionista, que estaré dispuesto siempre a … hacer el amor –subió si mirada llena de miedo para encontrarse con una llena de ternura–, pero si puedo prometerte que lo intentare, que tratare de confiar en ti, que si quieres salir a pasear en tu moto y me dejas podría acompañarte, que esperare el tiempo necesario para verte, que abriré de a poco mi corazón, que te seré sincero siempre, que en las mañanas y en las noches yo cobijare tu cuerpo con el mío y que no importa si mañana esto es un sueño me alegrare con saber que te cruzaste en mi camino y me mostraste que debo dejar lo malo atrás y seguir intentando ser feliz.

 

–     Esto no es un sueño pequeño Shaka –hablo Kanon– y si lo fuera déjame decirte que no dejaría que te despertaras jamás.

 

–     Gracias –contesto el rubio volviendo a abrazar al peliazul y dejándose abrazar por este–. Me gustas Kanon, me gustas mucho.

 

–     Por ahora es suficiente –le contesto Kanon–, vamos a que te acuestes ya es tarde.

 

–     ¿Y tú? –cuestiono Shaka resintiendo un poco el dejar de sentir los fuertes brazos de Kanon.

 

–     Yo me iré hasta que te duermas–dijo con una sonrisa el otro.

 

Fueron hasta la habitación del ojiturquesa, la cual estaba completamente ordenada, en el centro había una cama tamaño matrimonial con sabanas blancas con adornos en verde esmeralda y una cobertura con los colores invertidos, el rubio fue hacia el baño y se cambio, cando volvió a aparecer en el cuarto vestía un pantalón de algodón celeste y una camisa sin mangas blanca, descalzo se acerco a la cama donde se había recostado el pelizul y con sumo cuidado subió a la cama y se recostó al lado de este.

 

–     Porque no te quedas –dijo en voz baja causando que el de piel trigueña voltease a verlo sorprendido por la proposición, produciendo un sonrojo en el menor al darse cuenta de cómo había sonado–, no estoy diciendo que tengamos relaciones solo que ya es muy tarde para que andes por las calles.

 

–     Si tu quieres me quedo –contesto el otro en voz baja también, sonriendo al ver el sonrojo y la inocencia del rubio–, pero si no te sientes cómodo no hay problema.

 

–     Quédate –susurro el de piel nacarada bajando la mirada, teniendo como respuesta un beso en su frente que lo hizo regresar la vista a su acompañante para verlo sentarse en la cama, asiendo que el semblante del rubio se entristeciera–¿Te vas?

 

–     Claro que no, pero dudo que quieras que ensucie tus sabanas con mis botas –contesto después de un largo silencio, que se le hizo eterno a Shaka, después se giro hacia donde estaba el rubio lo abrazo y lo recostó dejando su cabeza apoyada en su hombro–. Vamos a dormir mi Shaka, mi pequeño niño.

 

Shaka solo asintió con su cabeza dejándose envolver por los brazos de Kanon, estaba cansado y habían sido muchas emociones en poco tiempo pero le gustaba estar así con el peliazul, se sentía protegido y querido, que importaba que lo acabase de conocer, que importaba su manera de vestir, que importaba que pareciese un vago, que importaba su apariencia despreocupada si su corazón era mucho más hermoso que el de otros que vestían con traje, sonrió cuando sintió que Kanon besaba nuevamente su frente y entre abrió sus ojos para ver a su acompañante.

 

–     Gracias Kanon –dijo atrayendo la mirada del otro y sonrió al igual que su acompañante–. Gracias por ayudarme a dejar el pasado atrás.

 

Kanon no contesto, al menos con palabras ya que se aproximo a dejar un nuevo beso en la frente del menor pero este se movió y alzo su rostro cortando toda distancia y darle él un beso en los labios casi imperceptible pero que a ambos les supo a gloria, se sonrieron y se acomodaron nuevamente, y abrazados se durmieron.

 

Al día siguiente ambos hombres se levantaron, almorzaron y se pusieron de acuerdo para salir más tarde, el peliazul se fue contento nunca se había sentido así con nadie y quería mas que nada en el mundo estar con Shaka para este ultimo las cosas no eran diferentes, los días pasaron y las salidas eran más frecuentes iban a todos lados desde un paseo en moto por la ciudad, una feria, un circo, una salida al cine, un picnic hasta un pequeño y exprés viaje a una playa, claro en moto porque Kanon no iba a ningún lugar sin su amada moto.

 

Los días se fueron convirtiendo en semanas y las semanas en meses hasta que cuatro meses después de salidas como amigos Shaka por fin acepto ser novio de Kanon; claro después de que el de piel trigueña se le declarase oficialmente con una pancarta que estaba colgada en el edificio que estaba justo enfrente que el suyo, y que había sido lo primero que vio cuando abrió las cortinas de su cuarto; los meses siguieron su curso convirtiéndose en años y a pesar de que a veces discutían, se peleaban y se celaban ambos, a pesar de que había días en que todo parecía que iba en picada también habían días de pura felicidad, que la alegría reinaba en sus vidas, que todo era perfecto, que había noches de pasión y amor, el tiempo siguió su curso hasta que de nuevo una propuesta se hacía ahora en forma de una cena en la playa a la luz de la luna, una propuesta de vivir juntos, viejas promesas se renovaron y nuevas se hicieron, y los año siguieron su marcha siempre trayendo nuevos retos, problemas, alegrías, felicidad, sueños que enfrentaron juntos, siempre siendo el apoyo del otro, cobijando al otro con su cuerpo y su corazón.

 

Shaka agradecía siempre el haberse encontrado con Kanon en aquel antro, agradecía la borrachera de sus amigos, agradecía haber podido dejar a tras sus dudas respecto al peli azul, agradecía que este no se rindiese nunca, que lo cuidara, que lo entendiese, que lo riñera de vez en cuando, pero sobretodo agradecia infinitamente que Kanon hubiera podido sanar su corazón, que le tuviese paciencia incluso en días en los que ni el mismo se aguantaba pero sobretodo agradecía el amor que le demostraba día con día el peli azul, aunque a veces no fuera de la forma más romántica del mundo pero así con defectos y virtudes Shaka había encontrado en Kanon a su hombre perfecto.

 

Por su parte Kanon agradecía a la vida haberlo llevado a aquel antro, haber dejado de lado el buscar tener solamente una noche de pasión desenfrenada con el rubio, agradecía haberle hecho caso a su corazón, agradecía enormemente a los amigos de su pequeño el que le hubiesen dicho del estado emocional en el que se encontraba cuando lo conoció, agradeció que Shaka abriese su corazón para él, agradeció su primero beso, su primera cita, la primera vez en que hicieron el amor, disfrutaba todas y cada una de las facetas que tenía el rubio, le encantaba ver su carita de enojo, le enamoraba cuando hacia algún puchero, cuando se acurrucaba contra el, cuando dormido lo llamaba, cuando lo acompañaba a pasear en su moto, agradecía a la vida compartir la salud y la enfermedad con su pequeño Shaka pero lo que más agradecía era que este le hubiese permitido sanar su corazón, agradecía cada día ver una sonrisa en su rostro, ver en sus ojos la llama de la pasión y la felicidad, y ser solo él quien pudiese quitarle las tristezas que se le presentasen en la vida del rubio pero sobre todo agradecía enormemente el amor que le demostraba su pequeño Shaka.

 

En una playa se podía ver dos figuras sentadas en la arena viendo el atardecer, una de cabellos dorados como los rayos del sol largos hasta más allá de la cintura, piel nacarada, ojos azul turquesa, el otro de piel trigueña, cabellos igual de largos de color azul, pupilas azules con destellos verdes. El de cabellos dorados recargaba su cabeza sobre el hombre del peli azul mientras este rodeaba con su brazo la espalda del otro.

 

–     Te amo –dijo Shaka volteando a ver a su amado.

 

–     Yo te amo más –contesto el otro sonriendo mientras veía el hermoso rostro de su amado esposo.

 

–     No, yo te amo más –contradijo Shaka sonriendo feliz de estar con Kanon .

 

–     Si tú dices –convido el de cabellos azules para después atraer más a su esposo y besar sus labios primero con toda la ternura que le inspiraba el menor para después transformar el beso en uno apasionado dejando sin aliento a su pareja, poco a poco se separaron a falta del aire, se sonrieron y Kanon dijo– No, ¡YO TE AMO MAS!

 

Shaka solo sonrió como solo le sonreía a él y lo volvió a besar, sabiéndose correspondido en sus sentimientos y sabiendo que si seguían con ese juego seria cuento de nunca acabar, el aire volvió a hacer falta.

 

–     Demuéstramelo –pidió y exigió Shaka cuando se separaron.

 

Y su esposo no hizo esperar su contestación, contestación que hizo con caricias, besos, abrazos, gemidos ahogados, pasión y ternura, con amor verdadero y sincero en medio de la playa con las estrellas como testigos mudos de su amor.


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