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Avaricia. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias… para quienes no hayan visto el Reboot de Thundercats, ¿Qué esperan? ¡Vayan a verlo que no se arrepentirán!

Thundercats----Thundercats----Thundercats

Resumen: Esta vez Grune se ha aliado a una fuerza superior y tomara lo que siempre ha querido.

Thundercats----Thundercats----Thundercats

Avisos:

Este fic es Slash, si no te gustan las relaciones homoeróticas no seas grosero, simplemente no lo leas.

Esta historia está basada en los Thundercats que acaban de salir, no tiene muchos spoilers más allá de los que ya deben de saber.

Fic dedicado a Ashura Ou por soportar mis constantes incoherencias…

Thundercats----Thundercats----Thundercats

Titulo: Avaricia.

Grune podía ver la ciudad de Thundera acercarse lentamente en el horizonte, ya no había marcha atrás, su decisión estaba tomada cuando esta criatura inmortal le prometió algo que Claudius le había negado hacía mucho tiempo atrás.

Pero no era solo por eso que decidió traicionar a su especie, también era por el poder que tendría y si el arma que tenía en sus manos era una prueba de la fuerza de Mum-Ra, Grune el destructor prefería estar de su lado cuando la guerra comenzara.

Aunque no podía dejar de pensar en la siguiente recompensa que tendría cuando Claudius falleciera y Thundera no fuera más que un recuerdo, un motón de ruinas y cenizas, en el momento en el cual su príncipe por fin estuviera entre sus brazos.

Era fácil imaginarlo…

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— ¿Me extrañaste?… — pronuncio al mismo tiempo que lo empujaba contra una pared de roca, en un cuarto oscuro, apenas iluminado por una antorcha.

Con esa ínfima luz apenas se podían ver la ropa y las cadenas que lo sujetaban a una pared cercana, porque aun después de tanto tiempo en cautiverio seguía luchando por la muerte o la libertad.

Grune ignoro el odio reflejado en los ojos que antes lo admiraban y lamio su cuello, pegándose aun más de ser posible a la joven figura de su amante, quien intento silenciar un quejido cuando su peso comenzó a dificultarle respirar.

Siempre era lo mismo, llegaba de alguna misión para encontrar consuelo en su príncipe y lo único que recibía era desdén, alejándose de su gatito pronuncio propinándole un fuerte golpe que lo derribo. — ¡Salve sus vidas! Deberías agradecérmelo…

Su esclavo limpio la sangre que manaba de sus labios para después responder mirándolo a los ojos, con esa llama que lo había engatusado la primera vez que lo vio —Jamás…

Sin embargo, a pesar de la furia de su príncipe, Grune sabía la forma de hacerlo responder a sus caricias, su cuerpo se acostumbraba al suyo y eso hacia aun más infeliz a su amante.

Grune jalo la cadena con suficiente fuerza para lanzarlo directamente en la cama, esta vez su amante profirió un sonido apagado e intento huir sin resultado puesto que la cadena era demasiado corta en sus manos. — Ven a mí gatito…

Su príncipe pronuncio entonces, intentando separarse de su cuerpo a sabiendas de lo que seguiría. — ¡No!

Grune el destructor se rio entre dientes y lamio la planta de su pie respondiéndole. — ¿Qué es lo que más temes? ¿Qué tome tu cuerpo o que te guste que lo haga?

El príncipe le miro con rencor sin pronunciar una sola palabra, en vez de eso profirió un sonoro maullido cuando Grune arranco sus ropas para poder encargarse de su cuerpo, sintiendo como se retorcía entre sus brazos igual que un pescadillo, gimiendo, arañándolo y mordiéndolo, todo en vano como cada noche que compartían el lecho.

Su carne lo recibía con placer contradiciendo a su mente que seguía negándosele como la primer noche que lo había tomado, la más dulce de todas ellas, en la que su mascota sufrió más que las demás.

Su esclavo intento separarse una última vez, encajando sus garras en la carne suave de sus hombros, mordiendo su cuello al mismo tiempo que Grune, excitándose por esa llama que no dejaba de brillar se posicionaba entre sus piernas pronunciando con posesividad. — Mi príncipe…

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Por eso se esforzó en mantenerlos vivos, a pesar de que hubiera sido mucho más fácil apoderarse de la espada del augurio y del ojo de Thundera con los dos hermanos muertos, sin embargo, si lo mataban una parte de su recompensa se habría perdido.

Así el enorme guerrero se acerco a Mum-Ra, una vez que los dos clérigos sobrevivientes habían sido inmovilizados y los dos hermanos encerrados, siguiendo sus ordenes, en una celda segura, protegidos de los lagartos que deseaban bañarse en su sangre.

— Me prometiste que tendría al príncipe. — Dijo Grune el destructor, sus brazos cruzados delante de su pecho, esperando la respuesta de Mum-Ra el inmortal.

Uno de los clérigos, la mujer, quien estaba encadenada a un pilar jadeo a causa de la sorpresa, Grune sonrió mirándola de pies a cabeza, por lo que podía apreciar era una joven hermosa que tal vez conocía a su príncipe.

Este le miro con aquellos impenetrables ojos rojos y sonrió, respondiéndole recargado en los brazos del trono que antes fuera ocupado por Claudius, el antiguo rey de Thundera, el que murió algunas horas antes bajo aquellas manos decrepitas que blandían un poder como el que jamás pudo imaginar. — Es tuyo…

El tigre dientes de sable sonrió, asintió con un movimiento de la cabeza y partió para reclamar su premio, uno de muchos que vendrían proporcionados por el mayor enemigo de su especie, pero que mas daba cuando había conseguido un arma superior, poder y dentro de poco al príncipe.

El cual estaba encerrado en una celda junto a su hermano sin sospechar lo que le deparaba el futuro, cuando por fin lo tuviera en su cama.

A su edad tendría, porque ya no era tan joven, un amante casi de la mitad de su edad, de pelaje lustroso, tan suave como la seda, inteligente y con un espíritu inquebrantable.

Tal vez con el tiempo lograría convencerlo de traicionar a los remanentes de Thundera pero mientras tanto se conformaba con hacerlo suyo.

Y pensar que Claudius pudo darle algo que deseaba pero se negó a ello excusando su traición con pretextos vacios, simples justificaciones, tratando de convencerlo que no podía ordenarle a su hijo, como rey que era, de servirle como deseaba.

Atreviéndose a decir que con el tiempo el príncipe podría decidir por sí mismo si aceptaba sus peticiones y como su padre no podía elegir una pareja para él, por leal que esta fuera o lo mucho que le quisiera.

Podía recordarlo como si fuera ayer, aquello ocurrió unos días antes de su partida en busca del libro del augurio, el día que negó su petición y por decirlo de alguna manera selló su destino.

Claudius ya sabía de sus deseos por el príncipe y a pesar de su amistad con este evitaba dejarlos demasiado tiempo a solas, como si dudara de la sinceridad de sus intenciones.

Flash Back.

—Es poco lo que te pido… ¿y aun así me lo niegas?—pregunto furioso al rey de Thundera, esperando que sus oídos se hubieran equivocado y que Claudius aceptara su insignificante petición.

Claudius temía y anticipaba esa reunión, sabía de los deseos de su fiel general y amigo por su hijo, pero también sabía que su hijo solamente sentía admiración por él, no aquello que se necesitaba para la clase de relación que Grune deseaba.

Por eso intentaba estar presente cada vez que estaban juntos, si él no estaba presente, lo hacia Panthro o Jaga, a quienes les había hecho hincapié de la necesidad de mantenerlos separados el tiempo necesario para que su hijo madurara lo suficiente como para saber cuáles eran sus deseos.

Grune lo sabía y estaba furioso por ello, pero no podía hacer nada cuando Panthro, Jaga o Claudius estaban presentes, podía ordenarle a los sirvientes que los dejaran solos e intentar separar a los hermanos, sin embargo, su paciencia tenía un límite.

Si Claudius se negaba a dejarle seducir al joven príncipe, entonces tendría que pedir su permiso para eso.

Claudius aparentando pesar le respondió esperando que aquellas palabras fueran suficientes ignorando de que la ardiente llama del deseo ya se había apoderado del núcleo de su ser y que solamente su príncipe podría apaciguar las tormentas de su corazón. — El es mi orgullo y no puedo siquiera sugerirle lo que me pides… si no fueras mi amigo te relevaría de tu cargo y te castigaría severamente Grune.

Grune pronuncio en ese momento tragándose su rencor, los celos y la furia de no ser él quien blandía esa espada o poseía ese guantelete. — El siente afecto por mí, me admira…

Claudius respondió tranquilo observando a sus dos hijos entrenar en el campo por debajo de su ventana. — Te admira, eso es verdad… pero no confundas la admiración con el deseo mi amigo… porque en ese caso resultaras herido.

Grune le respondió tratando de controlar su creciente malestar por la negativa del rey a compensar su constante servicio. — Es por eso que hago esta petición… para que tú intercedas en mi nombre.

Claudius suspiro y le respondió, observando el horizonte. — Mi respuesta sigue siendo no, Grune…

Era cierto, su príncipe apenas había abandonado su adolescencia y no hacia poco tiempo era un cachorro, como lo era su hermano, quien seguía intentando inútilmente derribarlo blandiendo una espada de madera. — pero cuando tú y Panthro regresen de la misión que les he encomendado, hablaremos otra vez y si creo que mi hijo ha madurado lo suficiente permitiré que lo cortejes… antes te lo prohíbo.

Grune se mordió el labio furioso y se marcho, esperando que con el tiempo Claudius rectificara sus acciones, nada podría mantenerlo alejado de su príncipe por mucho más tiempo.

Fin del Flash Back.

Un príncipe que ya no era un adolecente, mucho menos un niño, el cual se alegro de verlo regresar y cuya traición estaba seguro cambiaria su forma de percibirlo, sin embargo que importaba eso cuando Grune estaba a punto de poseerle.

El castillo había cambiado tanto en unas cuantas horas, el esplendor que le caracterizaba estaba perdido y en ruinas, se trataba solo de una cascara vacía, un recuerdo difuso del reinado de su especie.

Grune no se sentía abatido por ese pensamiento, sino, seguro del poder que pronto tendría, ya que sí Mum-Ra cumplía con la mitad de lo que le prometió vendrían tiempos muy dulces, bonanza como nunca la tuvo, como Claudius jamás se lo permitió.

Engañar a Panthro fue tan fácil como traicionar a Claudius, como esperaba que reclamar su tan ansiado premio lo sería.

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El tigre dientes de sable acelero su paso y se detuvo enfrente de la celda que contenía a los dos príncipes, como en un serrallo, la poca luz que iluminaba la celda permitió que los viera primero con sus ojos codiciosos.

El menor observaba el paisaje desolado a través de la ventana, se pregunto qué pensaba el heredero al trono al ver que todo estaba perdido, su trono, su reino, ya jamás sus ineptas manos podrían blandir la espada del augurio, ni su voz mandar como Claudius lo designo por el simple hecho de que compartían el linaje.

En cambio el mayor estaba sentado en un catre, rodeando sus rodillas con sus brazos, escondiendo su cabeza entre ellas, cualquiera podría pensar que estaba deprimido pero Grune comprendía la forma de pensar del joven tigre, porque después de todo se parecían mucho en su forma de pensar y actuar.

Se veía tan afligido, tan hermoso, como una flor en medio de una ventisca o una joya en una corona, su pelaje, el cual imaginaba ser suave y sedoso, resplandecía con la luz de las antorchas.

Tygra hubiera sido un monarca ejemplar, lástima que no compartía el linaje de Claudius y no encontraron el libro del augurio, sino a Mum-Ra.

Lion-o fue el primero en verlo, entrecerró los ojos, le mostro los dientes y al verlo pronuncio furioso, lanzándose contra los barrotes, intentando llegar a él. — ¡Eres un traidor!

Los barrotes detuvieron al joven príncipe, no, ya no era un príncipe, su reino estaba destruido, las comisuras de sus labios se transformaron en una mueca burlona, al mismo tiempo que varios lagartos apuntaban hacia el interior de la celda a punto de disparar.

Grune los detuvo con el brazo, no quería que Tygra resultara lastimado por la culpa de su hermano menor, un cachorro que no tenía la cabeza sobre los hombros y que pensaba podría derribar los barrotes construidos por sus ancestros.

Aunque debía aceptar que la furia del príncipe heredero le parecía divertida.

Los lagartos le miraron confundidos cuando pronuncio con superioridad y cierta condescendencia — No disparen.

Tygra se levanto de la cama de un salto, era tan grácil pensó Grune para sus adentros, y se acerco a su hermano, alejándolo de la celda de manera protectora observando las armas de los reptiles brillar de color azul. — ¿Qué haces aquí?

La voz alegre que antes lo saludaba con gusto cada vez que notaba su presencia había desaparecido por una llena de rencor y cautela, los ojos del príncipe eran agudos, veía cada uno de los lagartos, los barrotes y su mueca.

Aun así no podía comprender para que los visitaba después de su traición en esa celda oscura, porque no los mataron cuando tuvieran la oportunidad o cual era el significado del brillo en sus ojos, ni siquiera podía descifrar su mueca de triunfo.

Grune le respondió relamiéndose los labios mirándolo lujurioso, ansioso por terminar esa confrontación y pasar a asuntos mucho mas placenteros, preferentemente en una cama. — Veo que sigues teniendo tu cabeza sobre tus hombros Tygra… Eso me gusta… demasiado.

Pudo ver en ese momento como los gestos de ambos hermanos cambiaban de sorprendidos a molestos y después confundidos.

Ambos se miraron por unos segundos, los dos tan cerca que podía percibir el afecto que sentían el uno por el otro, casi como si fueran del mismo linaje, llenándolo de celos.

Grune pronuncio entonces estirando una mano en dirección del joven tigre, el príncipe con mayores atributos pero quien había sido relegado por su propio padre — Ven conmigo, hora me perteneces…

Tygra dio un paso atrás, no era tonto y con horror se dio cuenta de lo que deseaba, en el peligro en el cual se encontraba, porque si había permitido que su civilización se desplomara en una sola noche sería capaz de cualquier cosa.

Lion-O inmediatamente colocándose enfrente de su hermano, como si se tratase de una barrera, pronunció furioso, como si realmente pudieran hacer algo para evitar que hiciera lo que deseaba, como si tuvieran otra opción. — ¡No te acerques a mi hermano!

Grune se acerco aun más a la reja pronunciando. — ¿Y qué harás al respecto?

Lion-o respondió utilizando una postura defensiva, con los puños apretados delante de su pecho. — ¡No permitiré que le toques uno solo de sus cabellos!

Tygra recuperándose de la sorpresa imito los movimientos de su hermano, sin decir una sola palabra, pero con una mueca de repulsión hacia él.

Grune no podía culparlo, había destruido el mundo que conocía, asesinado a su padre, quitándole su futuro, sin embargo, planeaba darle uno nuevo así que les ordeno a sus lagartos. — Sepárenlos, lleven a Tygra a mis habitaciones.

Los lagartos se miraron mutuamente confundidos, preguntándose cómo podrían separar a los príncipes sin utilizar sus armas ni dañarlos demasiado, los dos hermanos hombro con hombro los esperaban dispuestos a evitar su destino. — ¡Vayan!

Siete lagartos entraron a la celda a intentar contener a los príncipes, Lion-o y Tygra eran unos guerreros dotados, los primeros tres lagartos yacían en el suelo, los otro cuatro habían logrado separarlos dándole la oportunidad a Grune de sujetar a Lion-o por la espalda.

El quejido de su hermano hizo que Tygra se distrajera permitiendo que dos lagartos lo derribaran al suelo y tres más que llegaron como refuerzos le inmovilizaron, obligándolo a hincarse como un súbdito frente a Grune.

Lion-O intento soltarse de la llave con la cual Grune lo sostenía, la cual de aplicarse más fuerza podría romperle el cuello o dejarlo inconsciente. — ¡Lion-O!…

Tygra perdió las intenciones de luchar, sin embargo, Lion-O comenzó a intentar liberarse con mayor ímpetu, provocando que Grune tuviera que apretar las venas que llevaban sangre a su cerebro al colocar mayor fuerza en sus brazos.

El joven león no tardo más de diez segundos en perder el sentido, sin embargo, Grune seguía apretando su cuello.

Tygra que se había inmovilizado intento liberarse nuevamente gritando, sintiendo como la punta del arma del reptil se colocaba detrás de su cabeza — ¡Basta! ¡Vas a matarlo!

Grune libero un poco el cuello de Lion-O arqueando una ceja esperando escuchar lo que Tygra tenía que decirle, el príncipe trago saliva, cerró los ojos y pronuncio con furia contenida. — Iré contigo…

El tigre dientes de sable dejo caer a Lion-O al suelo indicándole a los reptiles que hasta ese momento lo sostenían que le soltaran, Tygra inmediatamente corrió a donde estaba su hermano y reviso sus signos vitales, era lo único que podía hacer, lo único que Grune le permitiría.

De un solo movimiento lo tomó del brazo y lo alejo de su querido hermano menor, haciendo que lo viera a los ojos, esa molesta mueca de disgusto seguía presente estropeando su hermoso rostro.

El gato de mayor edad se prometió que se la borraría como fuera, pero ahora que ya era suyo saborearía esos labios blancos.

Tygra intento retroceder cuando sintió la grosera invasión de su boca sintiendo en ese instante un golpe en la nuca que provoco que repentinamente el mundo a su alrededor se volviera negro.

Al mismo tiempo que Grune se apoderaba de los labios del príncipe, percibiendo ese exquisito sabor que era Tygra golpeo su cabeza por detrás de la nuca y sintió como su cuerpo se derrumbaba entre sus brazos.

Era inevitable se dijo en silencio al mismo tiempo que como si se tratase de un gatito cargo a Tygra sobre su hombro, ordenándole a los reptiles dejar la celda con un movimiento de cabeza.

Grune no quería que cuando salieran de esa celda hiciera algo tonto, como tal vez intentar escapar, aunque con su hermano inconsciente en una celda jamás lo haría, lo quería demasiado para poder abandonarlo a su suerte.

Lion-O aun inconsciente se agito como presintiendo lo que pasaba, tal parecía que no había utilizado suficiente fuerza en su llave, era una lástima y una ventaja pensó el tigre dientes de sable.

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Grune despertó de su ensoñación agitando la cabeza, era demasiado descuidado fantasear sobre lo que tendría una vez que llegara a donde estaba su príncipe, aun así debía estar preparado para lo que los hermanos estuvieran tramando.

Había imaginado varios escenarios posibles desde que se le propuso esa oferta, llego a pensar que Tygra marcharía con él por gusto, claro que antes de eso el príncipe debía ser un traidor o ser presa de un hechizo.

Lo que no había esperado era que la celda que ocupaban estuviera vacía como si nunca hubieran estado allí, el tigre dientes de sable gruño furioso y retrocediendo varios pasos grito. — ¡Guardias!

Como debía esperarlo ninguno de los lagartos llego, seguramente los hermanos ya los habían alcanzado y los encontrarían inconscientes o muertos en donde los hubieran dejado.

Grune apretando los dientes comenzó a correr en dirección de la espada, conociéndolos no abandonarían el castillo sin ella y serían tan tontos como para enfrentarse a Mum-Ra.

Mum-Ra con su poder invencible los destruiría si no se apresuraba.

Debía asegurarse que cumpliera su palabra, aunque, de llegar demasiado lejos no podría hacer nada para evitar que lo asesinaran y eso sería una lástima.

Al llegar a la sala del trono pudo ver como Mum-Ra contra todo pronóstico había sido derribado y los hermanos junto con los dos clérigos sobrevivientes intentaban escapar, no lo permitiría.

Derribo la puerta con su maza y aun así ya estaban demasiado lejos, todo por culpa del clérigo anciano, pero la próxima vez nada podría separarlos, ni su hermano, ni la mujer, nada.

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