El 24 de diciembre de 1991 kim Kibum nació por segunda vez.
Ese fue el día en que su madre decidió abandonarlo en una canasta, afuera de una casa elegida al azar.
Su madre tenía la pequeña esperanza de que algún rico de esos lugares se apiadara de un bebe abandonado y lo adoptaran o como mínimo, lo llevaran a un orfanato.
Probablemente si en esa época hubieran existido las canastas incubadora que hay afuera de iglesias y hospitales, nunca habría vivido como lo hace.
El era uno de los muchos niños que abandonan en Corea del Sur cada año. Las estadísticas dicen que cada año abandonan alrededor de 600 bebés, al menos "oficialmente", extraoficialmente la cifra debe ser mayor. Aún así, el tuvo suerte, y bastante.
Esa noche el matrimonio Kim estaba cenando solo por primera vez desde que se casaron. Ese día no irían a casa de un familiar molesto que les recordara que no pueden tener hijos, era mejor la calma en soledad que eso.
Kibum fue abandonado sin hacer ruido, tal vez la tercera opción de su madre era que muriera congelado en la parte de afuera de esa casa y ellos se tuvieran que hacer cargo de todo, así se sentiría menos culpable por asesinarlo. Eso sólo ella lo sabe.
La señora Kim se sentía triste, aunque amaba a su esposo, la soledad era una de las cosas que más odiaba. A ella le gustaba el ruido, sentirse viva.
Se asomó por la ventana y vio que estaba nevando. Aunque era tarde, los niños salían de casa junto a sus padres. Por algo esas residencias tenían vigilancia.
—¿Y si salimos a convivir con los vecinos?—Hasta ahora no habían hablado con sus vecinos, simplemente no los conocían. Todas las personas que se encontraban fuera parecían muy felices platicando y viendo a los niños jugar.
—Toma—. El señor Kim le entrego un abrigo a la señora Kim y esta se lo puso mientras caminaba a la puerta. Antes de abrirla, se escucho como tocaban la puerta. La señora Kim abrió.
Había un niño de ocho años viéndola con sorpresa.
—¡¡¡Ahjumma!!! ¿Por que deja a su bebe en el frío? El Niño de la casa de enfrente preguntó inocentemente
—¿Bebe? —La señora Kim estaba sorprendida
—Si, y además en una canasta sólo con una mantita, usted es una mamá extraña—. El Niño se acercó a una esquina de la entrada e intento cargar la canasta que se encontraba ahí.
—¡Yeobo ayúdale! — La señora Kim ordeno a su esposo, que aún no salía del shock inicial. El señor Kim obedeció y levanto la canasta que el niño le señalaba.
—Espero que tenga más cuidado con su bebe, se podría enfermar si lo vuelve a dejar ahí—. El Niño se despidió de el matrimonio y se fue al patio de una casa, a jugar con otros niños de edades cercanas a la suya. Por hoy no irían a conocer a los vecinos, ahora tenían otro asunto del cual encargarse.
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—¿Quien sería tan cruel como para dejar a un bebe en el frío? Tenemos que hablarle a la policía, ellos lo podrán llevar a un orfanato—. Decía el señor Kim mientras caminaba hacia el teléfono.
La señora Kim había tomado al bebe en brazos, era adorable y regordete. Estaba bien alimentado. Era imposible que su madre no lo hubiera querido.
—¿Y si nos quedamos con el? —Dijo la señora Kim, sorprendiendo al señor Kim.
—¿Nosotros? Pero amor, no es nuestro y la familia...
—No me importa la familia. También podemos decir que fue un milagro. Tiene un año que no vemos a tus padres.
En Corea del Sur la adopción esta mal vista debido a la creencia del honor familiar y los lazos de sangre... Y otras tantas cosas de la época de los imperios. Los padres prefieren decir que los niños son producto de una infidelidad que decir que son adoptados.
Pero bueno, este no fue el caso. Ese día nació Kim Kibum, aunque su acta de nacimiento diga lo contrario.