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Enjoy the silence por Elle Trancy

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Notas del capitulo:

Éste one-shot va dedicado y fue escrito para una persona en especial.

 

Necoco_love2 

 

¡Feliz cumpleaños!

 


Espero que éste humilde regalo sea de tu agrado.

 

Te quiero mucho♥

1


 


Era poco más de las siete cuando se situó en la barra. Había estado en la cocina preparando el té y el café que posteriormente serviría a los clientes que así lo exigieran.


 


Con una fina capa de espesa nieve en el pavimento y un cielo nublado que no dejaba entre ver las cientos de lucecitas titilantes del cielo a años luz de distancia, la noche lo envolvía. De vez en cuando; cuando algún cliente presa del frío se adentraba en el local, también lo hacía junto a un gélido aire invernal. Navidad estaba cerca y ya los primeros signos de la época estaban aflorando.


 


 


Un hombre de mediana estatura y cabello negro le llamó con un gesto de mano desde su mesa.


 


 


- Buenas noches - recibió al cliente.


 


- Un café negro, por favor.


 


 


No respondió. Solo fue a acatar la orden tan pronto como pudo. Más tarde serviría pastel a un grupo de colegialas y café por aquí y por allá.


 


La noche era como cualquier otra, cotidiana, fresca y, aunque no quería admitirlo: solitaria.


 


Su hermano se había ido de casa persiguiendo esperanzas y sueños, mientras él; él servía café, estudiaba y leía en sus ratos libres buscando de alguna forma llenar con los libros; Espacios que no lograba llenar con ninguna otra cosa en la vida.


 


Porque a pesar de tener tiempo suficiente para pensar mientras se montaba en la noria como hacia luego de salir de trabajar, y veía la ciudad expandirse en su esplendor, no era suficiente para llenar un vacío que la verdad, jamás confesaría.


 


Las mañanas, las tardes, las noches y hasta las madrugadas; Presa del insomnio, se hacían infinitas en una cama demasiado grande, en una habitación enorme, en un departamento infinito...


 


A veces simplemente no se podía reemplazar, por más que no quisiese que aquello fuera así, el contacto con otras personas.


 


Pero para Itachi aquello no era lo principal. El contacto humano era para él algo a lo que no tenía apego. Sus padres habían muerto hacía ya muchísimos años, y Fugaku no era la persona más cariñosa del mundo. No así Mikoto, la cual era un rosa perfumada y sin espinas punzantes, pero era aquello lo que precisamente no le permitió disfrutar a sus hijos como era debido. Estaba demasiado concentrada en tener una buena imagen y buen comportamiento a los ojos de su marido.


 


Y Sasuke... aquel niño era todo un caso aparte. Cuando era pequeño solía ser dulce y carismático, sin embargo, fue Sasuke quien consiguió los cadáveres sangrientos de sus padres en el suelo tras haber sido masacrados por un psicópata que casualmente pasaba por ahí y le pareció buena idea dejar a unos niños huérfanos.


 


A partir de ese momento Sasuke se aisló y se volvió una persona que con el paso de los días se volvía más y más frío. Ahora que tenía dieciséis era consiente de muchas cosas, como por ejemplo de que al lado de Itachi, por más que le costara admitirlo al mismo, nunca iba a progresar. Su hermano mayor simplemente era demasiado reservado.


 


Por lo que, al poco tiempo de darse cuenta de aquello, decidió marcharse y encontrar su suerte en otro lugar.


 


No tenía apego hacia sus pocos primos. No conocía personalmente a su tío, no tenía un mejor amigo. Las pocas parejas que había tenido habían sido en secundaria y no habían durado más de una o dos semanas.


 


Itachi estaba, completa y literalmente, ajeno al mundo sentimental. Sin contar el poco contacto que tenía con los clientes en el café y la escasa comunicación que tenía en la universidad, Itachi era asocial.


 


A las nueve con treinta despachó al último cliente que quedaba; Una anciana que todas las noches iba por té de menta y tarta de vainilla. Cerró el local y se dispuso a limpiar la barra y desechar las sobras.


 


Juntó toda la basura y la llevó a la parte de atrás, al callejón donde quedaba el basurero. Varios gatos se acercaron a él al reconocerlo como "el humano que en ocasiones nos alimenta"  comenzaron a maullarle y a pasar por sus piernas haciendo que Itachi tropezara y casi cayera. Pero coloco el otro pie y agarrándose de un bote de basura pudo sobreponerse.


 


- Ya voy - Les dijo, como si los gatos entendieran y tuvieran posteriormente la paciencia de que encontrara algo para darles de comer. Pero lo único que había era mousse de parchita y chocolate que, definitivamente, no era comida para gatos. - Mañana les traeré atún. - Les informó aun sabiendo que no le entenderían.


 


Dejó la basura en su lugar y entró a lavar sus manos e irse puesto que, Pain, su jefe ya se había ido hace unas horas dejándole a cargo de cerrar 'Akatsuki Coffee'


 


Se envolvió la bufanda alrededor del cuello y después de soltar su cabello, para que le diera más calor, metió sus manos en los bolsillos de la chaqueta para dirigirse por fin a la noria.


 


Iba allí casi todas las noches. Después de todo en casa no le esperaba nadie más que su cama, además de que el edificio donde residía quedaba a menos de dos cuadras yendo a pie. La última ronda de la noria era a las diez y duraba quince minutos. A esa hora sólo había parejas ocasionales en busca de privacidad y gente que como él, le gustaba ver la ciudad siendo cubierta poco a poco por los copitos de nieve que anticipaban fechas feriadas.


 


Abordó una cabina en completa soledad, la empleada que maquinaba el aparato ya le conocía. Era una chica valiente para estar hasta altas horas de la noche trabajando casi al aire libre, tenía el cabello rosa y ojos esmeraldas que siempre se iluminaban al ver a Itachi caminar hacia la taquilla.


 


Se fue elevando lentamente mientras la vista le daba una mejor perspectiva de la cara de la ciudad.


 


Suspiró relajándose y se acurruco en su chaqueta. A pesar de estar encerrado en la cabina, el frío aún azotaba desde el exterior haciendo que se le enfriara la punta de los dedos y la nariz.


 


Estando allí arriba se daba cuenta una y otra vez que el mundo era tan grande y basto; Y el a pesar de su altura era tan pequeño e ignorante a tantas cosas. A veces simplemente hacía falta un paseo en una noria para darse cuenta de que no somos tan importantes como creemos.


 


¿Cuántas personas allí afuera estarían tristes?


 


¿Cuántas personas estarían felices? ¿Recibiendo malas noticias? ¿Cuántas estarían pensando lo mismo que él?


 


La soledad a veces le hacía pensar de más...


 


 


 


Tras cruzar calles bajo el frío clima de la noche, llegó a casa. En el piso cuatro donde medianamente podía disfrutar de una vista decente.


 


 


Una ducha caliente y chocolate tibio eran un consuelo para quienes disfrutaban con parsimonia los resquicios de la soledad.


 


Aunque no era como si hubiese estado acompañado antes, en la época en la que Sasuke vivía con él, el chico no se dejaba ver más que para tomar un aperitivo de la nevera o tomar una ducha. Escasamente le había dado los buenos días al coincidir en las mañanas de desayuno, y procuraba irse muy temprano y regresar muy tarde: A pesar de estudiar sólo hasta el mediodía.


 


Itachi había estado sólo la mayoría de lo que sumaba sus años.


 


Tras ojear por encima un reciente libro que no se había dispuesto a comenzar a leer, decidió que era hora de dormir. No es que estuviese cansado. Simplemente no quería que su mente comenzara a hacerle jugarretas en el medio de la noche.


 


 


 


 


2


 


 


Se despertó sólo, quince minutos antes de que la alarma sonara.


 


De alguna extraña forma su cuerpo se sentía descansado y preparado, tanto física como emocionalmente, para comenzar una nueva jornada. Era fin de semana, por lo que no tendría que ir a la Universidad ya que, además, había entregado sus trabajos con días previstos. Mucho antes de la fecha límite para asegurarse de no dejar nada pendiente.


 


Se levantó, puso la cafetera en marcha mientras él tomaba una ducha fría, se vistió de manera que su torso quedó descubierto y preparo su bolso con lo que necesitaría aquel día laboral. Tras una taza de café y panecillos tostados, se colocó la camisa y salió de casa cerrando con doble seguro la entrada.


 


 


Hoy tendría una jornada laboral completa, por lo que llegar antes de las ocho de la mañana era vital. Aún tenía media hora para llegar, a pesar de que el tramo desde su casa hasta Akatsuki Coffee sea de la mitad de ese tiempo.


 


 


Al llegar, Pain le esperaba mientras acomodaba las sillas del lugar.


 


 


—  Buenos días —  saludo dejando su bolso tras la barra.


 


— Buenos días. Estaba esperándote.


 


—  ¿Pasó algo?


 


—  No, no. Nada malo la verdad. Es sólo que  estaré ausente, así que he contratado a alguien de confianza para que te ayude durante mi ausencia.


 


En ese momento alguien más entro al lugar haciendo que la campanita situada en la parte superior de la puerta sonara alegremente.


 


— Oh, aquí está. —  El pelirrojo se acercó hasta el recién llegado y lo situó frente a Itachi. — Itachi, él es Deidara, será tu nuevo compañero.


 


Ambos hicieron una reverencia al otro.


 


El moreno no se había dado cuenta, pero los ojos del rubio recién llegado se habían iluminado con la presencia de él.


 


 


La jornada comenzó normal. Itachi se preguntó porque Pain no había contratado a una chica para llamar la atención de más clientes. Aunque, pensándolo bien, Deidara no se alejaba mucho del perfil ordinario de una rubia con curvas poco pronunciadas. Quizás, y si usaba una falda podría pasar por chica.


 


Sonrió ante su propio pensamiento. Pero todo quedó allí.


 


 


Fue cuando llegó la noche que todo cambio. Ya Deidara se había familiarizado con los tipos de té y postres. Sin embargo, el encargado de la caja sería Itachi hasta que este decidiera que Deidara ya estaba familiarizado con los precios como para que pudiera ayudarle en ese ámbito también.


 


Los copos de nieve habían comenzado a caer de nuevo a la misma hora en la que habían comenzado a descender días anteriores.  Había mediana clientela calentándose con la calidez del local y con su té o chocolate tibio...


 


 


Fue entonces que irrumpió en el lugar.


 


 


Ignoró las pocas miradas que se posaron sobre él y fue a conseguir una mesa.


 


Itachi, que justamente entregaba un pedido lo observo ir hacia él pero pasando de largo hasta la mesa que estaba detrás del cliente al que estaba atendiendo.


 


Se quedó perplejo ante el chico de mediana edad, no pasaría los diecinueve, tenía un cabello pelirrojo, tan rojo como la sangre que contrastaba con la palidez de su piel y lo que más le había dejado cautivado eran aquellos ojos color aguamarina.


 


No eran azules como el cielo ni como el mar. No eran verdes como el pasto de primavera. Eran de un turquesa muy claro, tan claros que por un momento pensó que no tenía pupila.


 


—  ¿Podría traerme una pajilla, por favor? —  Insistió por segunda vez el hombre al que estaba atendiendo. Por lo que tuvo que dejar de ver al chico como se sacaba su sobretodo y lo dejaba en sus piernas para proceder a abrir la carta del menú.


 


—  Claro —  atendió por fin y se dispuso a buscar el objeto. Lo entregó sin dejar de mirar al chico el cual deseaba se decidiera pronto para poder cruzar palabras con él.


 


Jamás le había visto allí, estaba seguro. Si hubiese visto a una belleza exótica como lo era aquel pelirrojo, estaba seguro no lo olvidaría tan fácilmente.


 


Sin embargo, sus planes se vieron frustrados por Deidara.


 


 


—  ¡Eh! Itachi, necesito que me ayudes con esto...


 


El moreno miro al rubio con cierto enojo y al devolver la vista al pelirrojo se dio cuenta que aún no se había decidido.


 


 


Decidió ir a atender la caja, Deidara se encargaría de tomar su pedido.


 


 


Pasaron dos horas en las que el pelirrojo estuvo sentado tomando café y comiendo pastel de vainilla con pasas mientras disfrutaba de un libro. 


 


"Corredor de fondo" dictaba el libro en su portada.


 


Por los altavoces ubicados en todo el local sonaba Je Veux de ZaZ. Todas las personas disfrutaban el agradable sonido de la mujer cantando aunque fuera en un idioma que no entendieran, pero todos menos el pelirrojo quien estaba sumido en el libro. No mostraba ningún signo de emoción o gusto por la alegre música que aún sonaba, solo le fruncía el ceño de vez en cuando al libro o esbozaba una pequeña sonrisa.


 


Sonrisas que hacían al mismo Itachi sonreír sin razón. Y Deidara lo había notado.


 


- Me pregunto... - Comentó mientras servía unas tazas - ¿En qué estarás pensando?


 


Itachi guardó silencio durante un rato, pero su leve sonrisa no desapareció.


 


- Sólo... en lo complicado que a veces obra el destino... - porque es probable que él no vuelva más nunca a este lugar.


 


 


Deidara sonrió al malinterpretar esas palabras, el rubio interpreto aquello como la alegría que sentía Itachi al estar acompañado de su persona.


 


 


Al cabo de pocos minutos después el pelirrojo se levantó con su cuenta hacia la caja, donde cancelaría por todo lo que había consumido.


 


Itachi se paralizó por un momento al verlo ir hacia él de nuevo, pero esta vez no paso de largo, sino que se detuvo al frente dejando la nota con la cuenta y el dinero justo puesto que la propina para el rubio la había dejado sobre la mesa.


 


—  Espero le haya gustado su estadía aquí —  Trató de entablar una conversación, pero el pelirrojo no le respondió. La factura salió por la maquina e Itachi se la entregó amablemente e ignorando el hecho de que el chico no hubiese tenido la decencia de aunque sea, por cortesía, responderle. O al menos, mirarle a los ojos.


 


El pelirrojo tomó su factura y se marchó sin decir nada.


 


En otro momento, en otro lugar, y en otra situación: Aquello le hubiese dolido profundamente. Sin embargo, lo dejó pasar. Haciendo así que todas sus ilusiones se desplomaran en el suelo y fueran pisoteadas por varios pares de pies.


 


 


 


 


 


 3


 


 


El domingo volvió a ver a Deidara y su reciente amistad fue forjándose lentamente pero con una firmeza aplastante. A Itachi le agradaba Deidara, como un amigo, como un compañero de trabajo. Le agradaba como persona y como hombre. Pero nada más de allí. Siquiera se le había pasado por la mente invitarle a dar una vuelta con él a la noria para hablar y conocerse mejor ahora que iban a trabajar un largo periodo juntos.


 


Pensaba que ir a la noria era una especie de secreto, un momento especial y personal que solo podría compartir con alguien que él considerara lo suficientemente especial como para compartir aquello junto a él. Que si bien deseaba, con ansiedad bien disimulada, que aquello sucediese. No tenía prisa por rellenar ese espacio con alguien con quien la verdad, no iba a disfrutar del paseo.


 


Fue el lunes en la noche, casi a las siete, cuando lo volvió a ver.


 


Esta vez Marcy Playground sonaba por los altavoces con su éxito "Sex and Candy" cuando entró enrollado en su bufanda negra y su sobretodo gris.


 


Itachi no lo volvió a intentar, sólo lo observó durante la media hora en la que estuvo, esta vez con una mini laptop, en el local disfrutando de café y tarta de manzanas esa ocasión.


 


Pago, de nuevo en silencio, y se marchó.


 


Fue así durante una semana y media.


 


Llegaba preferiblemente en la noche, pedía siempre café y algún pastel para acompañarlo y leía en silencio, totalmente solo.


 


Excepto un día, ese día había llegado acompañado de una rubia más alta que él, ambos se sentaron cerca de la barra y comenzaron a ojear la carta.


 


—  Perfecto, tiene novia —  Se dijo Itachi a sí mismo  en un susurro que ni Deidara, quien estaba sirviendo una porción de pastel de chocolate a su lado pudo oír.


 


La mujer que estaba pagando le guiño un ojo y rozo 'accidentalmente' su mano al tomar la factura. Lo ignoro y siguió con su trabajo. Sin embargo, algo le hizo mirar a la pareja que estaba casi al frente de él.


 


Se estaban haciendo señas. Pero no señas mal disimuladas, sino el idioma de señas.


 


El pelirrojo era sordomudo.


 


 


Aquello hizo que Itachi se diera una palmada en la frente y se carcajeara de sí mismo, de no darse cuenta de un posible por qué del que el chico sea tan seco.


 


Pero aún había un problema; tenía novia.


 


La chica que acompañaba al pelirrojo veía a Itachi de vez en cuando y seguía hablando por señas con el chico quien se sonrojaba de vez en cuando y negaba con la cabeza.


 


—  ¡Disculpe! —  Llamó la rubia a Itachi — ¿Podría atendernos? — El pelirrojo la fulminó con la mirada.


 


Éste vaciló por un momento, pero al ver cuán ocupado estaba Deidara al fondo del local, decidió acercarse él. Después de todo no había nadie esperando para cancelar.


 


—  Buenas noches... —  Saludo sin poder dejar de ver al pelirrojo.


 


—  Hola —  Saludo la rubia —  Soy nueva por aquí y me gustaría saber que tal son los mousse que tienen disponibles.


 


— Justo ahora no tenemos disponibles, lo lamento, pero podría probar nuestros pasteles de crema.


 


—  Oh sí, mi hermano Gaara me ha dicho que son muy buenos. —   Haciéndole señas y hablando al mismo tiempo para que los dos pudieran entender hizo que hicieran contacto — ¿No es así, Gaara?


 


El pelirrojo, que ahora sabía que se llamaba Gaara asintió evitando la mirada de Itachi.


 


Itachi le sonrió abiertamente sin poder evitar sentirse estúpido por sus antiguos pensamientos.


 


— ¿Les parecería probar de base de chocolate con melocotón y fresa? —  inquirió sin dejar de mirar ni por un segundo a Gaara.


 


—  ¡Me parecería fantástico! —  Alego la chica — Dos por favor y una taza de café y otra de chocolate.


 


—  Enseguida — respondió con una sonrisa y se retiró.


 


 


 


—  ¿Por qué has hecho eso, Temari? —  Le preguntó Gaara después de que el moreno los dejara — ¡Te he traído sólo para que me ayudes a ver si de verdad me mira a mi o es mi imaginación! —  Reclamó a base de señas.


 


—  ¡Es obvio, SaBAKA no Gaara!  Desde que llegamos no ha dejado de mirarte, y cuando le he aclarado que soy tu hermana ¿A caso no has visto como brillaron sus ojos? ¡Tienes que dejarle tu número!


 


Gaara la miro con reproche y una mueca de "¿Es en serio?"


 


— Obviamente, y si tiene cuatro dedos de frente no te va a llamar. Pueden enviarse mensajes...


 


—  Olvídalo —  Sentenció justo para ser interrumpidos por el pedido traído por el mismo Itachi.


 


Gaara se sobresaltó al pensar que lo habían descubierto. Sin embargo, al poco tiempo de ese pensamiento fugaz se dio cuenta de cuan estúpido había sido. Aquel chico no entendía nada de lo que estaban diciendo...


 


—  Ni se te ocurra —  le dijo Gaara al ver las intenciones de Temari.


 


— Gaara me dice que te de las gracias y que si le podrías decir tu nombre...


 


Itachi sonrió y aparto la mirada por un momento, en cambio Gaara fulminó con la mirada a Temari. Tanto que de haber tenido rayos laser pulverificadores en los ojos, ya la hubiese desaparecido.


 


— Soy Uchiha Itachi — Le dijo, haciendo la reverencia hacia Gaara y no hacia Temari.


 


El pelirrojo abrió los ojos como platos mientras su rostro entero se encendía en un rojo carmesí que competía con el rojo de su cabello.


 


Temari se encargó de repetir el nombre para Gaara en señas.


 


 


Al cabo de media hora después, gracias a la insistencia de Gaara por irse, la pareja de hermanos abandonó el local. Gaara salió antes de que lo hiciera su hermana, dejando así que ella se encargara de pagar la cuenta. No podía siquiera verle a la cara a Itachi.


 


—  Perdónalo, simplemente es muy tímido...


 


Itachi rió por lo bajo y negó con la cabeza.


 


— ¿Quisieras conocerle? Te aseguro que es un buen chico. — agregó mientras esperaba el cambio y la factura.


 


—  ¿Él quiere hacerlo? —  indagó Itachi.


 


—  Nunca lo va a decir en voz alta, pero soy su hermana, le conozco mejor que nadie. Claro que quiere hacerlo.


 


Itachi guardó silencio por un rato.


 


—  Hagamos algo — Dijo Temari —  Te obsequiare esto, tú decide lo demás por tu cuenta — Acto seguido sacó un libro de su cartera y se lo tendió a Itachi —  Por cierto, soy Temari. Suerte con eso. — Recibió su factura y se marchó. Aún podía ver a Gaara bajo los copos de nieve y soportando el frio invernal que azotaba allí afuera solo por no encarar al moreno.


 


Los vio caminar mientras Gaara le hablaba con señas rápidas, como si estuviese gritándole,  para luego desaparecer entre las calles y personas que por allí pasaban.


 


 


A partir de ese momento, los paseos en noria y noches en su departamento dejaron de ser tan lúgubres. Ahora tenía algo que hacer; El libro que le había regalado Temari era para aprender el lenguaje de señas de manera fácil y rápida.


 


Practicaba en la noria, en su departamento antes de dormir y después de despertarse frente al espejo. En la biblioteca de la universidad y a veces en el primer baño solitario que encontrara.


 


Gaara dejo de ir a Akatsuki Coffee por varias semanas en las que, Itachi, sin dejarse deprimir por aquello había seguido perfeccionando sus señas.


 


 


 


4


 


 


 


Aquella noche ya habían cerrado las puertas del café y tanto Deidara como Itachi limpiaban el local para poder ir a casa.


 


Itachi estaba concentrado en las cuentas que había que cuadrar para que Pain supiera que todo estaba yendo bien en su negocio y que no había cometido un error en dejar a Itachi a cargo, mientras Deidara sacaba la basura.


 


Cerró la puerta trasera y fue a lavar sus manos.


 


—  ¿Has terminado? —  le preguntó apoyándose en el marco de la cocina.


 


—  No, puedes irte si has terminado, yo tardaré unos minutos más aquí.


 


—  Puedo acompañarte... — sugirió el rubio.


 


—  No tienes por qué hacerlo.


 


 


Pero Deidara ya estaba acariciando la espalda de Itachi mientras respiraba en su cuello.


 


—  Estás un poco tenso... — le susurró en el oído —  ¿Por qué no nos tomamos unos minutos libres en el baño?


 


Fue entonces que Itachi se dio la vuelta y lo encaró.


 


 


—  Yo no quiero tomarme nada contigo. Ya te lo deje claro la otra noche, no me gustas. No en ese sentido...


 


Deidara bufó. Acto seguido tomó su bolso y se marchó sin decir una palabra más.


 


La verdad es que el moreno si necesitaba su dosis, como cualquier adulto joven, de sexo. Sin embargo, después de conocer a Gaara y aunque no había tenido la oportunidad de 'hablar' con él, no podía siquiera concebir la idea de acostarse con alguien más. Ni siquiera con el mismo Gaara, Itachi no quería llevarlo a la cama. Quería llevarlo con él, a donde quiera que fuera.


 


Fue entonces que alguien tocó la puerta por la que había salido Deidara. Ésta tenía un sistema para que se pudiera abrir desde adentro, pero no desde afuera. Por lo que pensó que a Deidara se le había olvidado algo o simplemente, esa noche, no quería darse tan fácil por vencido.


 


Su sorpresa fue grande y grata al ver que no había una figura alta y rubia esperando ser recibida; sino un pelirrojo de baja estatura y delgada contextura.


 


Su corazón brincó de emoción. Emoción que pudo disimular muy bien mientras se levantaba y atendía al pelirrojo. Hubiese sido cualquier otra persona y de seguro Itachi le hubiese dicho que ya estaba cerrado, que volviera mañana. Pero no lo hizo, en cambio, dejo pasar a Gaara y le invito a sentarse frente a la barra.


 


El pelirrojo sacó un lápiz y un papel dispuesto a escribir lo que tenía que decir, sin embargo, Itachi, al darse cuenta, lo detuvo y hablándole a alguien por primera vez en lenguaje de señas más que a sí mismo le invitó a comunicarse con él.


 


El pelirrojo esbozo una pequeña sonrisa y comenzó a comunicarse.


 


— Lamento venir tan tarde —  comenzó —  No tenía a quien más recurrir.


 


—  ¿Sucede algo malo? — Preguntó un tanto preocupado.


 


— Me estaban siguiendo desde hace varias cuadras y estaba realmente nervioso, por lo que no sabía a donde ir. A esta hora casi todo está cerrado.


 


—  ¿Pudiste ver quién era?


 


Gaara negó con la cabeza.


 


— Tenía miedo, eran varios hombres.


 


— No te preocupes, puedes quedarte aquí hasta que termine. Luego te acompañaré hasta tu casa. —  Sin embargo, a mitad del pensamiento, otro, mucho más agradable que el primero se le cruzó por la mente... —  O podrías acompañarme a otro lugar...


 


El pelirrojo abrió los ojos como platos y miro a todos lados, sin saber exactamente que buscaba. Itachi enseguida comprendió.


 


—  ¡No, no, no, no! ¡No es lo que piensas! No voy a llevarte a un hotel ni nada parecido... — aclaró haciendo que su rostro se pusiera rosa al haber sido mal interpretado.


 


Gaara suspiró y más tranquilo pregunto:


 


—  Entonces ¿A dónde?


 


— Espera y verás...


 


 


Itachi se apresuró por terminar, procurando no equivocarse y dándose prisa. Al cabo de quince minutos ya estaba colocándose su chaqueta y saliendo acompañado por el pelirrojo.


 


 


Caminaron por las casi deshabitadas calles hasta un lugar que era muy frecuentado por el moreno. La antigua pero aún bien conservada noria de la fortuna.


 


Pagó ambos viajes a la pelirosa quien estaba perpleja de ver al moreno acompañado por primera vez. Y segundos después estaban abordando no solo una cabina de la rueda gigante, sino el sueño por fin cumplido de un hombre al cual no le había ido especialmente bien en el pasado.


 


 


— Nunca había venido aquí...


 


—  ¡Imposible! Ésta...


 


— Noria —  Aclaró Gaara al darse cuenta que Itachi no sabía cómo señalar 'Noria' en el lenguaje.


 


—  Noria, se ve desde toda la ciudad...


 


—  Sí, lo sé. Pero no había tenido el valor de venir sólo.


 


Itachi sonrió. Al parecer él no era el único que estaba solo, aunque la hermana de Gaara estuviera junto a él y eso menguara un tanto su soledad, aquello no era lo mismo comparado con una compañía con la que puedes hablar temas de los que no puedes con un familiar.


 


 


— ¿Por qué has dejado de ir al café? — pregunto Itachi después de un rato.


 


Gaara desvió la mirada.


 


—  Estaba apenado. Después de que nos fuimos esa noche, Temari me dijo que te había dejado un libro de señas y yo no pude contener mi vergüenza por la indiscreción de mi hermana y el compromiso en el que te había metido sin que probablemente tú lo quisieras...


 


—... Para mí fue un alivio, puesto que no sabía cómo comunicarme contigo — le aclaro con dulzura.


 


— Si pero ¿Y si no?


 


— Tu hermana sabía la respuesta, pero eso me lo dio ¿No crees?


 


Gaara bajó la mirada para que Itachi no pudiera ver su sonrojo. Pero no duró mucho, porque Itachi lo tomó por el mentón y alzó su rostro para que le viera a los ojos. Quería que le viera cuando haga lo que estaba a punto de hacer. Se acercó lentamente a su rostro, sin prisas puesto que quería hacerlo con todo el consentimiento del pelirrojo, y al no encontrar impedimentos ni replicas lo hizo.


 


Fue un beso tierno y suave que le permitió a Itachi probar aquellos labios pequeños por primera vez y experimentar todas las sensaciones que se producen cuando besas a alguien que te gusta. Para luego ser correspondido por Gaara, quien comenzó a mover sus labios casi al compás de una música ligera y suave que los envolvía en la cabina. Un momento casi mágico.


 


Junto a su beso, la noria dio por finalizado su recorrido. Ambos bajaron y caminaron uno al lado del otro sin intentar entablar ninguna conversación. No había nada que decir, ambos sabían que aquello llegaría, tarde o temprano, a algo más.


 


Cruzaron la calle e Itachi esperaba porque algún taxi libre pasara para llevar al pelirrojo sano y salvo a su hogar. Sin embargo, las calles estaban solas, excepto por un grupo de tipos de mala pinta que venían hacia ellos.


 


Gaara se tensó y junto a él, Itachi. Quien no contaba con nada más que sus puños si es que había que defenderse.


 


— ¡Ah pero miren! Aquí está el hombrecito... —  Dijo uno con el cabello gris.


 


— Y ahora está acompañado... — comentó otro.


 


—  Por favor, no queremos problemas —  Intento razonar Itachi, pero los tipos, que en total eran seis no lo quisieron escuchar.


 


—  ¡¿Ahora no eres tan rudo, verdad princesita?! —  Le gritó un moreno con los ojos verdes.


 


—  Señor, él es sordomudo, no puede entenderle.


 


— ¡Me importa un comino! ¡Nos ignoró cuando le pedimos que nos diera algo de cambio!


 


—  Le repito que él no puede escuchar, señor —  Aclaró el moreno, esta vez con un tono más rudo.


 


—  Pero sí puede ver ¿Verdad? —  Acto seguido lo golpeó en la barriga haciendo que Itachi se doblara por el dolor. Los hombres siguieron golpeándolo aún cuando estaba en el suelo, indefenso. Gaara intentaba detenerlos y un hilo inaudible de su voz pedia a gritos que paren, que lo iban a matar. Pero literalmente nadie le escuchó.


 


Después de tres minutos de atormentar al moreno se decidieron por dejarlo tirado allí. Uno empujó a Gaara haciendo que cayese sobre su trasero y escupió a Itachi antes de abandonarlos allí.


 


Gaara quien no podía llamar a Itachi, intento moverlo, pero éste estaba inconciente. Tampoco podia llamar a una ambulancia porque no podrian escucharle.


 


¡Por dios! ¿Qué iba a hacer?


 


Casualmente pasaba por allí un vagabundo al que llamó haciendo señas. El hombre se acercó y miró a Itachi.


 


Gaara le tendió su teléfono celular con el número de emergencias en la pantalla y algunos billetes extra.


 


El hombre entendió y llamó. A los minutos una ambulancia se llevaba al moribundo Itachi.


 


 


 


5


 


 


Despertó con el cuerpo dolorido. Su cuerpo estaba frío, todo menos su mano derecha que era sostenida por un par de calidas manos. Ubicó sus ojos hacia todos lados hasta dar con el cuerpo dormido a su lado, o al menos solo su cabeza y brazos lo estaban.


 


Gaara ocultaba su rostro bajo un brazo mientras sostenia la mano de Itachi.


 


La movio un poco haciendo que Gaara se sobresaltara y buscara su mirada rapidamente.


 


Intentó hacer una seña para decir que estaba bien, pero enseguida se quejo al sentir una punzada en su torso.


 


— No te muevas — le dijo Gaara con señas — Te han roto dos costillas. — Entonces le enseño su oreja donde había una aparato que la rodeaba. — Con esto puedo escucharte, no lo uso a menudo porque es muy incómodo, pero por ti lo usaré a partir de ahora.


 


—  Gracias —  dijo Itachi en un hilo de voz, intentando sonar lo suficientemente alto para que Gaara pudiera escucharlo con claridad. —  Me duele todo...


 


Gaara sonrió con melancolía.


 


— Te han dado una buena paliza... y por mi culpa...


 


—  ¡No ha sido tu cul... ah! —  se quejó al tratar de replicar. Gaara se levantó y lo apoyo de la almohada asegurándole que no se moviera. Tenia que estar en completo reposo.


 


— Quédate quieto, ya informe a tu trabajo, estare aquí...siempre.


 


 


 


Cinco meses después...


 


 


De: Gaarah


Asunto: ¡Apresúrate!


 


Voy en camino, te espero en la noria.


 


Leyó el mensaje y sonriendo de medio lado decidió no responder. Ya era hora de cerrar, aquella noche era su último dia de trabajo puesto que se mudaria de estado. Se había graduado y ahora queria comenzar desde cero en otra ciudad, donde además, estaría acompañado por su pelirrojo quien había accedido a acompañarle. Después de todo Temari vivía en ese estado y les ayudaría a ubicarse sin problemas.


 


 


Deidara se quedaría como encargado ahora que Itachi se iba, con la decepción latente de que no pudo hacerlo suyo a pesar de cuanto queria.


 


Sasuke se había comunicado con Itachi diciendole que estaba bien y que no se preocupara, estaba mejor en donde se encontraba.


 


Aquella noche Itachi y Gaara estuvieron en la noria por última vez en esa ciudad. Esperaban que en un futuro abordaran mucho mas que una rueda en sus vidas mientras estuvieran juntos. Lo que, despues de todo, era lo mas importante.


 


Fin

Notas finales:

Espero les haya gustado, pero especialmente a ti mi Necoco ♥

 

 

@Sumi_Cats


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