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Por él por kawai13

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Notas del fanfic:

nwn No se olviden de leer las notas Finales.

Notas del capitulo:

Hola chicocos locos, pues si han leído el Fandom de Naruto… Tal vez, me reconozcas, tal vez no XD… Es el primer fic que escribo de Kuroko No Basket. *-* Espero y les guste. >w< ~ Y me dicen si adivinaron quien iba a ser el ganador o no :B…

 

 Disclamer: Los personajes de Kuroko No Basket Manga/Anime no me pertenecen, son de Tadatoshi Fujimaki solo los uso para darle vida a mis historias SIN FINES DE LUCRO. 

 

PD: LEAN LAS NOTAS FINALES >W<

Por Él


 


Ya todo se había aclarado. Nadie tenía dudas sobre las intenciones del otro. Cinco peculiares  personajes, estaban discutiendo sobre un tema sumamente delicado. Sumamente extraño, y donde solo uno podría ser el ganador. Solo uno tendría el amor de Kuroko.


 


Los que más gritaban y lanzaban improperios eran Aomine y Kise.


 


— ¡Maldita sea!, ¡ÉL ES MÍO! No entiendo como rayos no les puede entrar en sus cabecitas, que Kuroko NO se fijaría en ustedes, si siempre para conmigo ¡Él es mi sombra, yo soy su luz! — Alzaba cada vez más la voz, sin temor a ser escuchado — Entiéndanlo de una vez. No tienen oportunidad.


 


Midorima estaba sumamente enojado con la prepotencia y arrogancia del de cabellos azules. Según su análisis. Su poca necesidad de demostrar emociones a los demás, caía exactamente con la de Kuroko, mostrando una fuerte compatibilidad con el pequeño. Le parecía una osadía tremenda el pensar que Kuroko no se podría fijar en alguno de sus compañeros, pero especialmente, en él. Aun así siguió esperando pacientemente el momento de interrumpir la insulsa y burda pelea entre ambos escandalosos jugadores.


 


— Aomine — Dijo secamente sin agregar ese “cchi” de respeto. Punto que le daba la seriedad de la que casi siempre escaseaba. — Puede que te admire en el juego — Alzó su dedo señalando al nombrado — Pero Kuroko, es otro tema, él puede elegirme sobre TI, si así lo desea.


 


Los pleitos solo llevaban un par de minutos, solo desde que el pequeño en cuestión, se había ido a los vestidores, a bañarse y ponerse una muda nueva de ropa. Pero las miradas, las luchas silenciosas y las confirmaciones de todos los integrantes del equipo ya iban transcurriendo cerca de cuatro meses. Cuatro meses en donde uno miraba mal al otro cuando le prestaba atención de más a Kuroko. O cuando encontraban a uno de ellos hablando con el pequeño por el pasadizo de la escuela. Acariciándolo. Molestándolo. Sonriéndole. Abrazándolo. No habían visto preferencia alguna en el menor hacia alguno de ellos. Los seguía tratando igual que antes. Por lo que todos tenían la esperanza de ser el primero.


 


Akashi. Tan meticuloso, tan inteligente, tan… malditamente sádico. Se estaba hartando de las tonterías e idioteces de ese par. Veía como Atsushi simplemente comía sus papas, con el ceño fruncido y como Shintarou se frotaba con sus dedos vendados el puente entre la nariz y la frente, mientras que en su otra mano descansaba un curiosa estatuilla de un gato rojo.


 


Él era el líder, el que había descubierto ese talento oculto en el menor, aquel de ojos celestes que le descolocaba su mundo de pies a cabeza. Lo quería. Lo quería solo para él. Era suyo. De nadie más. Le pertenecía por derecho, por ser el capitán, su descubridor, el que lo guío a ser una bella, oscura y callada sombra, sombra donde él se podía ocultar a la espera de más. Sus ojos bicolores, se alzaron a mirar la discusión. Al inicio parecía tan tonta como siempre, con sus dos mismos protagonistas. Pero la mirada de cada uno, exudaba algo parecido al odio. No, era competitividad hacia el oponente.


 


— Si seguimos así, esto nunca va a acabar — Interrumpió el pelirrojo estresado. Era el líder y por lo tanto el daba las soluciones — Discutiendo no vamos a llegar a nada. Discutiendo Tetsuya no se va a fijar en ninguno de nosotros. Y si hacen este tipo de escándalo y estupideces frente a él. — Su aura se volvió más densa y palpable — Les juro que los voy a despedazar — Terminó cual susurro.


 


Murasakibara, comía sus frituras más rápido de lo normal, y es que la escena actual lo ameritaba. Todos sus amigos, peleando por aquel, que a él también le gustaba y anhelaba tener en sus brazos. La bolsa de sus patatas, rápidamente llegó a su fin. Y su paladar le exigió algo dulce, y alejarse de su demonio capitán.


 


— Si tanta confianza tienen de que Tetsuya les haga caso. Hagamos algo — EL que medía más de dos metro se alzó — ¿A dónde vas Atsushi? — Preguntó enojado por tremenda interrupción.


 


— Se me acabaron las patatas — Dijo con su tono aburrido — Esto me aburre — Y empezó a caminar hacia la puerta — Se me antoja algo dulce.


 


— Bien, pero te conformarás con el horario que te toque. — Respondió el capitán.


 


— ¿Cómo es eso de un horario Akashicchi?


 


La mirada destelló nuevamente, y una sutil sonrisa emergió. Pidió a Midorima una libreta y un lapicero. Cosa que les fue entregada rápidamente sacado de la mochilita verde perteneciente al de anteojos. Iba explicando, cada uno tendría tiempo para pasarlo con el pequeño, cada uno podría invitarlo a salir un día de la semana, de lunes a viernes, y como eran cinco exactamente no habría problema. Empezaron a escoger, según mas les convenía y luego hicieron una tabla con el horario del Tetsuya para también dividirse sus horas libres. Dejando los más problemáticos para el de cabellos morados que se había atrevido alejarse en plena discusión, perdiendo la oportunidad de elegir o debatir por algún hueco.


 


El lapicero dejó de escribir, la tinta se secó y Akashi sentado cómodamente en la banca con la libreta en apoyada en las piernas, le pide otro lapicero al de lentes. Va presuroso a buscarlo, le alegraba el horario que tenía y ya planeaba que hacer para que se fijara el de ojos cielo en él. Buscaba en su maleta, pero al parecer no tenía otro lapicero recordando que le había prestado al irresponsable de Kise y este los había perdido.


 


— No tengo otro lapicero, Akashi-san.


 


Un poco molesto por la demora el pelirrojo lo ve retadoramente. Quería concluir con el horario. Él siempre fue el que escogió primero el día y los huecos, analizando el ánimo del pequeño según el curso previo o cuánto le agradaba a este el día de la semana. Lo había estudiado todo, lo había planeado con sumo detalle y apenas saliera Kuroko de las duchas, podría interceptarlo, pues así estaba en el horario. Quería acabar rápido quería terminar lo más deprisa posible; y luego de que el tirador estelar del equipo le dijera como es que perdió sus lapiceros al prestárselos a Kise y el rubio le reprochara que tenía un par en su mochila. Sabía que lo mejor era buscar en otro lugar. La mochila de Ryouta sería un caos.


 


— Saca un par de lapiceros de la mochila de Atsushi, y tráeme una regla también.


 


Asintiendo el otro se dirigió a la enorme mochila del gigante come dulces. Abrió la parte más grande y onda y lo que encontró lo llenó de intriga. Luego el pánico se apoderó de él.


 


— ¿Por qué tardas tanto Shintarou?


 


 Más que una pregunta era una amenaza tácita que le decía que si no se apuraba saldría perdiendo. Pero el otro seguía absorto en lo que había, no era el cuerpo de alguien o un álbum de fotos del chico fantasma. Era…


 


— Akashi-san… — Decía dudoso — Creo que debe ver la maleta de Murasakibara.


 


Con pasos firmes, ceño fruncido y trayendo la libreta consigo, fue a ver lo que había dejado pálido al joven de anteojos. Los demás curiosos también lo seguían detrás de él y cuando vieron la maleta, no entendían el porqué de la reacción que ahora también Akashi compartía. Ellos solo veían un montón de dulces, y un par de frituras, pero más eran chocolates, caramelos, panquecitos rellenos de vainilla. Mierda.


 


Dulces, DULCES. Lo que había en la maldita maleta del titán. ¡ERAN DULCES! Se supone que hace… más de veinte minutos el de cabellos morados se había ido a comprarlos. ¡Se supone que eso no demoraba tanto! Y recién se daban cuenta. Ahora se entendía. Murasakibara se fue a conseguir el único “dulce” que le faltaba y desde hace meses se le antojaba. Fue  a conseguir a Kuroko.


 


El capitán votó la libreta al suelo, explotando al fin y sacando a los otros de su letargo. Agarró la maleta del gigante y la vació por completo. Reconociendo todas absolutamente todas las marcas que el de morados cabellos ingería, ni una faltaba. Un papelito caía suavemente de la mochila encima de toda la comida chatarra y un par de útiles escolares, cual hojita de árbol desprendiéndose en otoño. Burlándose más de todos los presentes. Tiró la mochila ya vaciada a un costado y cogió ese papelito.


 


“Lo siento Akashi-chin, pero no voy a perder”


 


Arrugó el papel en su mano, y con la cara roja de la cólera e ira. Se fue corriendo, perdiendo ese autocontrol que tanto lo caracterizaba, solo había un lugar al que ir, solo uno. Hacia los cambiadores del equipo y rogaba que nada haya pasado. Pero no era así.


 


Detrás de la puerta de caoba pintada de blanco con manija de metal. La que solo amortiguaba un poco los sonidos del interior. Escuchó algo que le heló la sangre e hizo temblar su mano en la manija.


 


— Ahh… Ah… Mura… Ahhh… Murasakibara-kun… Mmmm…  — Eran gemidos — Por favor, más des ¡Ahh!... despacio… — Pedía el menor lleno de placer — Eres muy grande.


 


El corazón del pelirrojo se paró, su amor platónico no le pedía que pare, sino que el torpe fuera más gentil y al voltear la vista encontró a los otros jugadores de básquetbol, en peor estado que él. Ryouta lloraba en silencio. Daiki estaba hecho una furia total y Shintarou estaba con la mirada gacha y temblando, fácilmente acompañaría al rubio en sus llantos de no ser tan orgulloso.


 


— No puedo detenerme  — Esta vez la voz era del gigante — Eres más dulce de lo que esperaba — El sonido húmedo del acto también escapaba por los bordes de la puerta. — Eres mío ahora Kuroko-chin.


 


— Me vas Ahhh… Me vas a partir en dos Mmmgh… 


 


El pequeño ignoraba a los desafortunados oyentes. El pelirrojo solo puso su frente en la puerta. Mientras escuchaba los gemiditos quedos que el tanto anheló sacarle su pequeño Tetsuya. No, no era suyo, eso ya lo sabía. No entendía cómo es que perdió, como es que no tomó en cuenta la poca paciencia de Murasakibara, su flojera le harían dar el paso que el no hizo. Pero no podía hacer nada, Tetsuya no se negaba, él no podía detenerlo. Detuvo a Daiki, que en un arranque casi se abalanza contra la puerta. Y solo lo miró a los ojos, negando con la cabeza. No había nada que pudieran hacer. Nada


 


— No, Kuro-chin, solo aguanta un poco más — Dijo un casi en susurro bajo.


 


Pero cuando tanto el más pequeño y el gigante de la generación de los milagros culminaron su acto carnal, detrás de la puerta ya no había nadie. Cada uno se fue a su casa, sucios, sudados, no querían escuchar más. No aguantarían y necesitaban la calidad de sus casas o la soledad que estas les brindaban para desahogarse.


 


Murasakibara ahora sostenía a un agotado Kuroko, pensando en los dulces que tuvo que haber sacrificado para estar con su angelito sabor vainilla y labios de fresa. No le importaba, había conseguido un dulce mucho mejor a cualquiera y tampoco le molestaría enfrentarse a la generación entera luego. Todo por él. Por Kuroko Tetsuya.


 

Notas finales:

HA ha ha ha NOTAS FINALES :B Pues acá les iba a decir… nwn SI LES GUSTó Y QUIEREN LA PERSPECTIVA DEL GANADOR >w> TIENEN QUE PEDIRLO >o< Tengo que ver si hay interés para apurarme en escribirlo… SI NO HAY INTERES O ESPECTADORES. .3. Lo escribiré más adelante para mi deleite personal *w*

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Si les gusta la lectura >.0 Les recomiendo MUUUUCHO MUCHO esta que recién ha empezado. Pero tiene muy buen material

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