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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del fanfic:

Pues como ven, he vuelto a las andadas...

Ya en serio, esta es la precuela del CAFF que originalmente iba a ir incluida en el fic del Club de Acción Fujoshi. Sería un extra, pero en realidad, una vez que analicé todo el trasfondo de la vida de Kobashi y sus hermanos, sentí que su historia necesitaba mucho que decir y por lo mismo, lo volví un fic. 

Pero... pues primero necesitaba ordenar mis ideas, por eso la tardanza.

Esta vez arrancamos con todo y espero de corazón que le tomen cariño casi tanto o más que al CAFF ;)

Les quiero :D

Notas del capitulo:

Pues como lo prometí, aquí estoy.

Déjenme decirles que pasé por mucho para poder subir este primer capítulo. Primero se me vino encima la lluvía y el granizo, en serio, me bañé en granizo jaja

Pero eso no importa, antes de que empiece el capítulo, les quiero contar algo que me pasó (yo y mi sección de anécdotas yaoi ja)

Me cité con mis compañeros para hacer un trabajo en un parque (ohh parques) y al llegar, me avisaron que llegaría tarde. Así que, aburrida, decidí cargar mi celular con crédito, pero en el OXXO me dijeron que no tenían sistema. De modo que me puse a buscar en los alrededores y entonces los vi, un par de chicos que caminaban juntos platicando, se veían tan cercanos, aunque no se tomaban de las manos, estaban tan juntas como si quisieran rozarse. Fue hermoso!!! y fue aún más hermoso que caminaron en la misma dirección que yo y parecía que los seguía (me sentí una Kobashi, lo admito) y finalmente entraron a un edificio y fue cuando grité en mi interior... ¡Viven juntos! ¡Oh yeah! Mis sospechas estaban confirmadas y la adrenalina de espiar a alguien fue genial (sin duda ahora comprendo a Kobashi-sama!!)

Y ya, lamento molestarlos tan pronto con mis locuras, espero que este capi les agrade, :D

Aclaraciones antes del capítulo:

Esta historia se desarrolla muchos años antes de la historia del CAFF. Cuando Kobashi Kotori tenía doce años y vivió el episodio de divorcio de sus padres. Su madre se casó de nuevo y su hogar estaba roto. Buscando el consejo de alguien mayor, descubrió sin querer una forma de sobrellevar tal situación.

Y fue de esa forma que una enferma acosadora fujoshi nació…

Y le dio vida a una historia de amor…

 

Capítulo 1: Nace una stalker.

 

No siempre fue así, si se lo preguntan.

Hubo una época de su vida en la que nada giraba en torno al amor y mucho menos el amor entre hombres. No, no era una espantada estilo Hana, pero no había tenido un acercamiento de esos jamás. Sin embargo, Kobashi tenía un deseo en su corazón que era extraño. La chica no había convivido con un gay jamás y el tema era extraño, pero no por ello no tenía curiosidad. Sí, es posible que desde que era niña su lado perverso existiera, pero no lo había desarrollado.

Como todo cliché de películas cursilonas y tontas, podemos decir que su amor por el yaoi nació de una forma peculiar. Eran muy felices, sus padres, su hermano y ella. Eran la familia perfecta, o lo fueron hasta que la pequeña Kobashi Kotori cumplió 10 años. Fue en su fiesta precisamente, que descubrió que ellos habían mantenido la farsa solo por ella.

Takashi, para tener 15 años, era bastante maduro en algunas cosas. Y mencionamos algunas porque tenía ciertas tendencias, quizá si hay alguien responsable de las habilidades de espionaje de Kobashi es él. La pequeña era en verdad curiosa y lo espiaba en lo que hacía. Le encantaba entrar a su habitación para registrar sus cosas. Encontraba peluches, chocolates y una vez que encontró un objeto, en ese entonces, desconocido para ella, no pudo evitar preguntarle a su padre qué era.

                —Ahh… esto… bueno… mi... mi Koti-chan… esto es… es…—el nerviosismo se dibujaba en su cara y ésta se iluminó como si hubiese tenido una gran idea—Esto es un globo… así es… es un globo.

                —¿Pero por qué viene en un paquetito cuadrado? ¿No los globos son empacados en grandes bolsas? ¿Y qué clase de globo es trasparente y con la forma de un tubo?

Sí, en esa época Kobashi Kotori era igual de perceptiva que ahora y aunque su papá hizo un gran esfuerzo, su respuesta no la dejó satisfecha. Pero le creyó y él, en un afán por demostrar su mentira, infló el “globo” y le indicó que jugara con él. Lo hizo extrañada y cuando Takashi llegó a casa sus ojos se abrieron como platos al ver jugar a su hermana con un condón y al instante la voz de su padre resonó en toda la casa.

                —¡Takashi Kotori! ¡Tú y yo debemos hablar!

Está de más decir que recibió la regañiza de su vida por dejar esa clase de “objetos” al alcance de una niña de diez años. Pero el señor Kotori estaba orgulloso de su hijo, ya estaba teniendo sexo. Si no… ¿De qué otra forma te explicabas que guardara un condón en su escritorio? Y eso era cierto, pero las cosas no eran como él imaginaba.

El muchacho ya conocía las mieles del sexo, pero nunca había tocado a una mujer en su vida.

La pequeña Kobashi también recibió la regañiza de su nii-san por andar esculcando sus cosas. Ella se defendió alegando que era curiosa y no podía evitarlo, pero que si quería, podría ir a la tienda a comprarle otro globo de esos. Sonrojado como si le acabara de decir algo realmente vergonzoso, el mayor negó exigiendo que se alejara de su cuarto y que nunca más volviera a escudriñar. No le obedeció, está de más decirlo.

Pero esta anécdota fue solamente para ejemplificar que tan “maduro” era Takashi Kotori. Él lo sabía todo, sabía que sus padres ya no se llevaban bien, es más, estaban considerando la posibilidad del divorcio y en la fiesta de cumpleaños de la castaña, siendo curiosa como siempre, quiso saber donde guardaban sus obsequios. Así que se escondió en uno de los armarios buscando y fue cuando ellos entraron a la habitación gritándose. Nunca los había visto así, tan molestos entre ellos. Se dijeron todas sus verdades, se dijeron todo y la menor entendió la mentira. No eran la familia perfecta.

Sin evitarlo salió del armario con lágrimas en los ojos y ambos la miraron con horror. Ellos habían fingido llevarse bien por ella, solo por ella. Takashi la estaba buscando y al hallarla en esa habitación y en ese estado, comprendió que su hermanita ya sabía la verdad. La tomó en sus brazos y la cargó sacándola de esa habitación y explicándole las cosas con calma. Y lo entendió y aceptó.

Pero eso no significaba que no doliera.

Vino el proceso de divorcio, vino la lucha por la custodia, vinieron muchas cosas y así pasaron casi dos años. Entre asuntos legales, la madre de Kobashi conociendo a otra persona, su padre deseándole suerte. La menor entendió que ellos se sentían bien estando lejos, incluso se trataban mejor ahora que no eran nada y Takashi también lo había asimilado, la única con conflictos era Kobashi. Y así, un día, buscando ayuda con la directora Fumiko, la iluminación llegó.

La directora Fumiko y la pequeña castaña tenían una relación más allá de directora y alumna. La mujer estimaba a la menor de los Kotori, siempre terminaba en su oficina por alguna travesura y con el paso del tiempo le tomó cariño. Y Koti-chan, como la llamaban todos, hizo lo mismo, le tenía tanto afecto que era la única persona a la que le contaba sus secretos. Un día decidió hablar con ella fuera del horario de clases, ya casi no había nadie en la escuela y entró en su oficina. No estaba, pero había dejado una puerta al lado de su escritorio abierta. Se le hizo raro, no recordaba que esa puerta existiera.

La curiosidad, la curiosidad, creo que esta “virtud” es la responsable de todas sus desgracias y alegrías. La curiosidad fue mayor en ella y entró a esa habitación encontrando algo que jamás pensó que hallaría.

Abrió la boca del asombro y si no le entró una mosca fue de puro milagro. Sus ojos viajaban por cada una de las imágenes y no pudo parar. Lentamente se acercó a una de ellas, la tomó en sus manos y la abrió. Comenzó a hojearlo. Sabía lo que era un volumen de manga, había leído algunos shoujo, pero esto… esto era diferente.

Y una vez que comenzó no pudo parar.

****

Fumiko hasta la fecha dice arrepentirse enormemente de haber salido de su oficina para ir al baño y haber dejado la puerta abierta. Cuando regresó, encontró a la pequeña Koti-chan tirada en el suelo con una expresión indescifrable en el rostro y con un par de volúmenes manga alrededor. Se dio de topes, literal, se dio de topes. Kobashi tenía doce años, no estaba bien lo que su “descuido” había hecho. Una niña de doce años no era apta para ver ese tipo de manga. Y más, una niña como ella.

La conocía bastante bien, la prueba de ello fue que cuando le pidió saber absolutamente todo sobre el tema, ya ni siquiera intentó disuadirla. La curiosidad había ganado en la castaña de ojos grandes, había sido extraño, vergonzoso y excitante, sumamente excitante. Fue tanta su emoción, que por un instante olvidó todos sus problemas.

Fumiko no la trató con condescendencia, fue sincera con ella. El daño ya estaba hecho, seguramente eso pensó. Le explicó el nombre del género, qué era y todo lo relacionado. Y en ese preciso instante Kobashi Kotori se juró convertirse en una fujoshi como ella lo era, una amante del yaoi. Le suplicó que le prestara sus mangas y negó alterada. ¿Qué iba a pasar si la familia Kotori se enteraba de todo esto? La menor astutamente le aseguró que nada, absolutamente nada, porque sus papás nunca lo iban a saber y tampoco Takashi.

Pero estaba en un grave error.

****

Los acuerdos y el chantaje siempre van de la mano, nunca recibirás un favor sin dar nada a cambio. Llámalo retroalimentación o juego sucio, cualquiera de las dos funciona. Takashi Kotori comenzó a notar el extraño comportamiento de su hermana menor. Su mochila pesaba más que un cadáver hecho pedazos y oculto en un maletero, se escondía para leer, estaba despierta a las altas horas de la noche y ya ni siquiera tomaba fotografías para su blog.

Antes, Kobashi había recibido el ofrecimiento del colegio para formar parte del club de periodismo, sus fotografías, sus críticas y su blog eran fantásticos. Ella hablaba de la realidad social a pesar de ser tan joven. Eran como si en menos de un par de semanas, su hermana hubiese madurado incluso más que él.

Y eso, por donde lo vieras, era sospechoso.

Por ello un día decidió esculcar, regresarle un poco de su medicina. Entró a su habitación, registró los cajones, buscó debajo de la cama y justo, cuando había decidido rendirse, los encontró. En todo su esplendor, al aire libre y casi como si se sintiera orgullosa de ellos, estaban ordenados en un gran estante, los mangas yaoi. Yaoi, yaoi, yaoi, yaoi por todos lados. Abrió los ojos horrorizado y en ese preciso momento, Koti-chan decidió aparecer.

                —Veo que los has encontrado.

                —Koti-chan… ¿Acaso tú… tú…?

                —Estoy en proceso de ser una fujoshi hermanito. ¿Hay algún problema con ello?—cuestionó fingiendo inocencia y el mayor recobró la compostura, solo para replicar alterado.

                —¡Claro que hay un problema! ¡Tú no puedes hacer eso!

                —¿Por qué no?—frunció el ceño, no le veía congruencia a las negativas de su hermano.

                —Porque eres una niña y tu mente debe estar pura—ella lo miró enarcando una ceja y dándole a entender que ya era demasiado tarde para ello. Lanzó un suspiro ante los hechos—En este caso, no tengo opción, voy a tener que decírselo a papá.

La menor sonrió satisfecha, era como si no le importara en lo más mínimo. O tal vez tenía un plan.

Lo tenía. Un as bajo la manga.

                —De acuerdo, hazlo. Supongo entonces que no habrá problema si le enseño esto—levantó su mano a la altura de su rostro y Takashi palideció.

                —¿De… de dónde sacaste eso?—intentó quitárselo sin éxito.

                —Años de experiencia registrando tus cosas y nunca imaginé llegar a encontrarme esta hermosa carta de amor. —Sus ojos se iluminaron y cuestionó— ¿Quién te las escribe? Es obvio que no se trata de una chica, el estilo de la letra no es nada delicado y habla de ti con un lenguaje masculino. ¿Ya sabes de quién se trata? ¿Se te ha declarado? ¿Eres el uke o el seme? O dicho en español ¿Eres el pasivo o el dominante?

                —Koti-chan…

                —¡Oh mi Dios! ¡Eres el uke! ¡Mi respeto por ti  se irá a los suelos! ¿Te han sometido? ¿No te duele? ¿En verdad has dejado que otro chico te meta su…?

                —¡Basta! ¡Yo no soy gay!—exclamó alterado ante tantas preguntas—Controla tus fantasías hermana, a mi no me gustan los hombres y no conozco a la persona responsable de estas cartas.

                —Pero te gusta… ¿Cierto?

El muchacho enrojeció al instante sintiéndose expuesto y alegó nervioso:

                —Me gusta lo que dice, es una persona muy sensible, pero no entiendo por qué razón piensas que es un chico, no precisamente debe ser un chico. Por lo general las chicas son más cursis.

                —Cierto—afirmó acariciándose la barbilla y después agregó con una sonrisa—Pero tú eres el que se sonroja con ellas, así que tu reacción es la de un uke, por lo tanto, es un chico enamorado de tu belleza masculina.

                —Es suficiente, no permitiré que empapes esto con tus fantasías locas—lanzó un suspiro—haremos el siguiente trato. Te prometo que no le diré nada a papá sobre tus mangas yaoi, sólo si tu no le dices nada sobre mis cartas. ¿De acuerdo?

                —De acuerdo.

                —Y no me fastidiarás con tus locuras. ¿Verdad?

                —Es un trato—se dieron la mano cada uno, pero Kobashi cruzó los dedos con su mano libre.

La tortura apenas comenzaba.

****

Se ha hablado de Kobashi y su conversión al fujoshismo, al menos un poco, pero es momento de ahondar en el carácter de nuestro protagonista. El pobre y sumamente desafortunado Takashi Kotori.

Se dijo al principio que Takashi también resintió el divorcio de sus padres, aunque no lo crean, un chico de quince años sí puede verse afectado por esa clase de problemas familiares. Takashi era un chico responsable, en verdad comprometido con su papel de hermano mayor y modelo a seguir, él tenía la firme creencia de que era su deber cuidar de su hermana ahora que su familia estaba cayéndose en pedazos.

Pero… ¿Quién cuidaba de él?

Takashi cerró el trato con su ahora fujoshi hermana y salió de esa habitación negando repetidas veces con la cabeza.  Esto en verdad es grave, se dijo suspirando y no, no se refería a las nuevas mañas de su hermana, sino al hecho de que Koti-chan hubiese encontrado una de sus cartas. Debía cambiar inmediatamente el escondite de las mismas o de lo contrario, su hermana tendría libre acceso a ellas cuando quisiera. Aquello era demasiado vergonzoso.

Entró a su habitación, cerró con llave la puerta y agachándose al nivel del suelo, obtuvo del compartimento secreto de su cama una caja de madera barnizada. Sacó de su bolsillo su anhelada carta y besándola con fervor la guardó mientras buscaba con la mirada un nuevo escondite.

Se lanzó a la cama abrazando como un peluche la mencionada caja de madera mientras cerraba los ojos. Llevaba aproximadamente dos años recibiendo dichas misivas y siempre venían firmadas de esa forma: “Tu escritor”

Su vida era un caos cuando tenía quince años, lo recordaba perfectamente. La época en la que sus padres se habían declarado la guerra y él odiaba estar en casa con sus risas fingidas e hipócritas por el bien de Koti-chan. Así que se fugaba de las clases y se largaba con sus amigos pendencieros y locos a bares. Tuvo centenares de oportunidades para meterse con muchas mujeres y descarriarse de esa forma, pero algo en sí mismo siempre le hacía detenerse en el preciso momento en el que debía desnudarlas. Aquello, sumándose a la gran cantidad de problemas que tenía, le daba igual. ¿Y qué si no le gustaban las mujeres? Su pandilla se lo tomó demasiado bien, de hecho, comenzaron a hacer salidas entre chicos y chicas con la finalidad de que Takashi también pudiese entretenerse.

Y vaya que lo hizo, en esa época y hasta la fecha, el castaño ha olvidado a ciencia cierta con cuantos chicos se metió. No se justifica claro está, pero su golfería tenía un motivo, necesitaba descargarse, necesitaba olvidar, necesitaba pensar que por lo menos era importante para alguien, que él definía el futuro de alguien, que alguien le brindaba el amor que en casa había muerto.

Fueron meses turbulentos y locos, perdidos, así como se sentía él y más cuando Koti-chan lo supo todo y tuvo que ser su soporte. Pero… insisto… ¿Quién lo apoyaba a él? La soledad y el miedo a haberlo perdido todo eran mayores y entre más grave era la situación con sus padres y su amenaza de divorcio, Takashi se perdía más y más.

Hasta que “él” apareció.

Un día que se sintió un poco indispuesto a irse de juerga con sus amigos, Takashi abrió su casillero y halló dentro la primera carta de una serie de cartas que le devolverían el camino. Al principio se asustó de recibir algo así, una carta de un admirador secreto por donde lo vieras era un poco terrorífico, pero pasadas las semanas y después de recibir más, Takashi se sintió conmovido por las palabras de ese misterioso “escritor”. Las palabras tan hermosas que le dedicaba, las frases correctas en momentos de tensión, la delicadeza e ingenio que utilizaba para hacérselas llegar, todo eso poco a poco fue haciendo que Takashi reconsiderara sus acciones en su vida.

No podía seguir así, no debía, su escritor merecía que le respetara, que esa persona que él creía que era, en realidad existiera y para ello tuvo que hacer demasiado, abandonar a sus amigos, ganarse reproches y soportar los rumores que comenzaron a circular después sobre él. Pero en cada momento en el que se sentía desfallecer, una nueva carta aparecía y Takashi encontraba la fuerza necesaria.

Su escritor había sido su salvador y por ello atesoraba cada una de sus cartas, amaba cada una de sus palabras y las cuidaba como si se tratara de algo sagrado. Algo sagrado que nunca debía caer en las manos de nadie más.

Aunque claro, Koti-chan sí que se las había ingeniado para romper ese propósito.

****

Era lunes.

Normalmente tenía clases temprano los lunes, por eso es que se esmeraba en llegar a tiempo, porque su profesor de cálculo diferencial era un ogro y si se retrasaba al menos un minuto, lo dejaba afuera. Por ello los lunes corría como loco y al hacerlo en ese preciso día, Takashi no notó que alguien lo seguía.

Eso y, claro está, no lo notó por el hecho de que Takashi era jodidamente distraído y torpe.

No existía en el colegio una persona tan distraída como él, en verdad era imposible hallarla. No se trataba de un simple defecto derivado de la irresponsabilidad, no, en serio el chico era tan distraído y olvidadizo que en varias ocasiones se había equivocado de salón, de profesor, de materia y de escuela. Bueno… quizá lo último es exagerado, pero en verdad no olvidaba donde vivía por puro milagro.

Por ello no era de extrañar que nunca notara a la pequeña criatura que le seguía desde las 5 de la mañana que se levantó para bañarse. Kobashi y Takashi iban a la misma escuela, pero la sección secundaria estaba bastante retirada de la sección preparatoria y, sin embargo, a la castaña parecía no preocuparle. Se ocultó en escaleras, puertas y salones. Varios la notaron, porque en esa época, la menor de los Kotori no era una maestra en el arte del escondite, pero aún así, ella tenía una enorme ventaja. La dispersión de su hermano.

Entró a su salón y saludó a su único amigo en ese grupo.

                —Buenos días Tomo-san.

                —Hola Takashi—el chico acomodó sus gafas en señal de alerta—¿Hiciste los ejercicios del profesor que mandó?

                —¿Mandó ejercicios?—cuestionó con cara de espanto.

El chico entrecerró los ojos y negó con la cabeza, era obvio que Takashi había vuelto a olvidar revisar la plataforma donde el profesor de cálculo subía las tareas. A este paso reprobarás el año.

                —Tu reacción me lo ha dicho todo—sacó su libreta y se la dio—Copia lo que puedas antes de que llegue.

Takashi sonrió agradecido y comenzó su labor.

                —Gracias Tomo-san, eres como un ángel.

                —Claro que lo soy—sonrió satisfecho, volvió a acomodar sus anteojos y miró en dirección a la puerta—Por cierto… ¿Quién es tu polizón?

El castaño encogió los hombros sin comprender mientras copiaba la tarea.

                —¿Polizón?

                —Hablo de la pequeña niña de ojos grandes que está detrás de esa puerta.

El chico brincó al reconocer esos rasgos. Solo conocía a otra persona con los ojos tan grandes como los suyos. Cerró frenéticamente la libreta y corrió a encarar a la menor. O lo hubiese hecho de no ser por la llegada del profesor de cálculo, al cual no vio y con el que se dio de lleno cayendo al suelo. Todos en el salón comenzaron a reír escandalosamente, incluso Tomo-san, quien trataba de frenar su risa, solo Takashi Kotori se metía en esa clase de problemas, el profesor de cálculo era un amargado que odiaba las risas y ahora, era el motivo de burlas.

Era oficial, Takashi acababa de reprobar el año.

****

                —¿Eres consciente de lo que provocaste?

La menor negó sin inmutarse y Takashi quiso golpearse en la pared.

El profesor de cálculo lo había corrido de la clase y le exigió que no volviera a mostrarse por ahí hasta que concluyera la semana o el año, cualquiera de las dos opciones estaba bien. Takashi intentó repelar, pero la mirada gélida y dura del mayor le hizo temblar del pánico y salió de ahí arrastrando a su pequeño polizón.

Cubrió su rostro con sus manos y habló con voz más suave.

                —Koti-chan, ese profesor es temido por todos y ahora me odia, quizá repruebe el año y eso pondrá mal a mamá y a papá. ¿Entiendes lo que digo ahora?

La aludida acarició su barbilla como si estuviese meditando tales palabras. Al final lo miró con duda en el rostro.

                —Nii-san… ¿Tomo-san te gusta?

                —¿Qué?

Takashi miró a su hermana sin comprender a qué venía tal pregunta. Y menos esa pregunta. ¿Él y Tomo-san? Hizo una mueca al solo imaginarlo, le agradaba y era un buen amigo, pero Tomo-san no era su tipo y nunca lo sería.

Además… ¡Ese no era el problema! ¡Estaban hablando de otra cosa! No debía permitir que Kobashi lo distrajera de los asuntos importantes.

                —Bueno, tal vez a ti no te gusta, pero a la mejor tú si le gustas—continuó la menor ignorando las reacciones de su hermano.

                —Dudo mucho eso y es lo de menos. Concéntrate en lo importante Koti-chan. ¿Cómo voy a pasar esa materia?

                —Lo ignoro—encogió los hombros e hizo cara de póker—Sólo tengo 12 años. ¿Acaso esperas que yo resuelva tu vida? ¡Qué decepción hermanito!

Abrió la boca como un pez y por poco se traga una mosca que merodeaba por ahí. ¡Pero si fuiste tú quien me metió en este problema!

                —¡Koti-chan!

                —Me voy—sonrió como si nada—Llegaré tarde a clase, nos vemos luego nii-san.

Bajó por las escaleras y él la miró irse sin captar el verdadero mensaje clave de sus palabras. “Nos vemos luego” eso debió haberle dado una pista de que ese día no había terminado. Pero… como lo dije antes, Takashi es muy distraído.

Demasiado.

****

                —Debiste ver su cara en cuanto saliste, creo que quería explotar—aún se burlaba Tomo-san mientras tomaba su bandeja para poder servirse el desayuno.

                —Cierra la boca, en verdad estoy preocupado.

Ambos recorrieron el pasillo de alimentos tomando lo de su preferencia hasta llegar con el cocinero.

                —Relájate, no creo que te repruebe en serio—Tomo-san puso su mejor cara de “te estoy diciendo una mentira piadosa y espero que la creas”

Takashi la creyó, por supuesto y saludó al cocinero con jovialidad restaurada. Unas cuantas palabras y Takashi Kotori pasa de la preocupación a la alegría, qué manipulable, pensó Tomo-san girando los ojos.

                —¡Buenos días Zu-chan!

                —Buenos días Takashi—respondió el cocinero—¿Lo mismo de siempre?

                —Así es—guiñó el ojo y sonrió—tú sí que me conoces.

El mayor sirvió el platillo en la bandeja del castaño y casi a los dos segundos, como por arte de magia, pero magia negra, Kobashi apareció debajo de la mesa con una sonrisa.

                —¡Nii-san!

El aludido lanzó un grito demasiado agudo para ser el de un chico mientras arrojaba su bandeja de comida en los aires. Todos en la cafetería vieron el escándalo y comenzaron a reír. Ahí iba de nuevo, Takashi Kotori siendo el hazmerreír de la escuela. Tomo-san no pudo frenarse en esta ocasión, Takashi brincó asustado y toda la comida fue a dar en su cabello.

                —¡Koti-chan! ¡Por el amor de todos los infiernos! ¡No me asustes así!

Sintió su cabello y miró a su alrededor el cómo se burlaban y salió corriendo de ahí mientras se llevaba a su hermana. Era la segunda vez en el día que lo ponía en ridículo. Eso ya se estaba pasando de raro.

Se dirigieron al baño, donde con muchísima agua y jabón lavó su cabello mientras proporcionaba el respectivo regaño.

                —No debes aparecerte así con las personas, puedes provocarles un infarto y matarlas.

La mencionada sólo lo miraba lavarse el cabello y antes de que él pudiese decir algo más, ella cuestionó:

                —¿Te gusta el cocinero?

Se lanzó agua en los ojos con demasiada potencia al escuchar semejante idea. Una vez que estuvo libre y se talló los ojos, volteó a mirarla para saber si había sido una broma o había entendido mal, pero al verla tan seria, como si se tratara de algo importante y vital, el castaño se dio un zape en el cráneo.

                —¡Claro que no! ¡Cuántos años me ha de llevar! ¡Yo creo que unos veinte! ¡Eso sería enfermo!

                —Pero coqueteaban…

                —Sólo era amable… además… no es la primera vez que insinúas algo extraño. Ya te lo dije, no soy gay.

Ella le devolvió una mirada que denotaba que no le creía ni un ápice. Y él por fin captó hacía donde iba la cosa. Todo era culpa de sus mangas yaoi enfermos y psicóticos. Primero el cliché del mejor amigo, en este caso, de su único amigo, Tomo-san y ahora estaba el cliché de un hombre mayor. ¿Qué seguía? ¿Un profesor? ¿Un tipo que le hiciera bullying?

                —Lo siento nii-san, pero debo encontrar candidatos para investigarlos.

                —¿Investigarlos para qué?

                —Obviamente para saber si ellos son tu “admirador secreto”.

No pudo evitar sonrojarse con la sola mención del “escritor”. Era algo que iba más allá de él, era como si estuviese enamorado de ese tipo que no conocía y que quizá, incluso ni existía. Pero por supuesto, su enferma hermana no podía saber eso, jamás lo dejaría en paz si así fuera.

                —Ya te dije que no debe ser precisamente un chico. Tal vez hay alguna linda y tímida chica a la que le gusto.

Ella arrugó la nariz y negó.

                —No eres lo suficientemente masculino para generar eso en una chica. De hecho, ni siquiera eres del tipo seme, más bien te veo como un uke.

—¡Koti-chan!—se sintió ofendido con sus palabras y ella continuó como si le diera igual.

—Ya te analicé bien, mandé tu fotografía en un foro de chicas fujoshi en internet. Todas me dijeron que tienes cara de Uke. Investigué tu tipo de sangre y tu expediente médico, mides 1.62, eres bajo para ser un chico y te faltan algunos kilos de peso, eso te hace delgado y frágil, como las chicas, sin contar…

                —¡Kobashi!—era la primera vez que usaba su nombre completo y no su apodo, pero no había podido frenarse.

Se sintió invadido, acosado, casi violado. Su hermana estaba sobrepasando los límites y no le gustaba en lo absoluto.

                —¿Si?—respondió ella como si nada.

                —¡Para! ¡Es en serio! ¡Para! O si no… o si no…—miró a los lados sin saber qué decir y ella lo miró con suspicacia.

                —¿Qué harás nii-san? No puedes deshacerte de mí, vamos en la misma escuela y vivimos juntos.

El chico tembló al comprender la cruel realidad, Koti-chan iba a perseguirlo en cualquier parte, no solo la escuela, también en su casa, aquello no podía estar bien, debía pararlo, de algún modo debía detener esa locura.

¿Pero cómo?

Una idea brillante llegó a su cabeza.

****

                —¿Quieres qué?—cuestionaron al unísono los padres de Takashi.

Ese día en especial, después del divorcio, la madre de Takashi y Kobashi solía visitarlos y llevárselos a comer. La mujer aún no se atrevía a relacionar a sus hijos con su nuevo esposo, por ello nunca había intentado ofrecerles el ir a su nueva casa o pasar un fin de semana con ella. Por esa razón, la propuesta de Takashi los dejó mudos a ambos, tanto a ella como a él, quien no entendía, pensaba que sus hijos aún no estaban preparados para ese cruce.

                —Lo que oyeron, quiero irme a vivir con mamá y su nuevo esposo.

                —¿Puedo preguntar el motivo de esa decisión Takashi?—cuestionó su padre y la mujer asintió de acuerdo.

                —Bueno… creo… creo…—miró al techo buscando una muy bien elaborada excusa y sonrió al hallarla—…creo que es momento de conocer a Junko-san… tal vez podamos llevarnos bien y eso… además… creo que mencionaste alguna vez que Junko-san tiene un hijo de mi edad.

La mujer estaba sorprendida ante tales palabras, nunca creyó que su hijo fuese tan maduro a sus 17 años.

                —Pues sí, Fusaki tiene un hijo, Enjou, es un muchacho agradable, pero… si quieres irte a vivir con nosotros, entiendes que deberás compartir habitación y convivencia con él. ¿Verdad?

                —Siempre quise un hermano varón—ahora más que nunca, agregó en su cabeza.

Su madre encogió los hombros y miró a su padre.

                —Pues si no es problema para tu padre, para mí tampoco y Fusaki estará encantado de recibirte. Solo espero que seas consciente de que deberás cambiarte de escuela, vivimos muy lejos de esta zona como para seguirte manteniendo en la escuela en la que estás.

                —Lo entiendo perfectamente—hizo cara de póker y satisfacción.

                —Bueno, para mí no es problema, sólo espero que me visites hijo—agregó el padre de Takashi y ambos asintieron de acuerdo.

El castaño contuvo sus ganas de brincar con emoción y lanzar un grito de victoria.

¡Muy bien Koti-chan! ¡Quién manda ahora! ¡Trata de acosarme estando a millones de kilómetros de mí!

Oh si tan solo Takashi Kotori hubiese sabido que para su hermana, el planeado traslado representaba un reto, no habría festejado tanto.

Y quizá fuese muy joven, pero al parecer, Koti-chan empezaba a amar los retos.

Notas finales:

Pues ahí está, Koti-chan (no sé, a veces se me hace difícil llamarla así, estoy acostumbrada a Kobashi ja) empieza a aprender el arte del acoso y entrará en acción. ¿Takashi logrará vencer a su hermana? Takashi no aguanta nada, apenas si le acosó poquito... jajaja

Y hablando de Takashi.... ¿Les agradó o les disgustó? ¿Se lo imaginaban así? ¿Cómo era en sus cabezas? ¿He destruído sus sueños? ¿Me odian ahora? :'''(

Aunque no lo crean, Takashi es, de todos los personajes, uno de los que más me cuestan, ya verán más adelante por qué y, por supuesto, conocerán a los demás personajes ;)

Si todo sale como lo tengo planeado, estaré subiendo capítulo el viernes :D

Muchas gracias por leer y ojalá me regalen su opinión.

Los quiero :D


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