Caminaban por las calles cubiertas por los colores anaranjados y cobrizos del atardecer. El hermoso pelinegro y aquel muy alto pelivioleta, vestían el buzo característico de la preparatoria Yosen y llevaban sus bolsos que contenían el uniforme de baloncesto -¡Oh! ¡Taiga!- el pelinegro divisó a su hermano y rival pelirojo que caminaba junto al pequeño peliceleste. Le hizo una seña con la mano y ambos chicos fueron a su encuentro.
-¡Tatsuya! ¡Hace tiempo que no te veía!- el pelirojo se le acercó alegremente -¿Qué hacen por aquí?-
-Tuvimos un partido de práctica- el pelinegro miró al peliceleste y ambos hicieron una sutil reverencia a modo de saludo –Terminó hace un rato y nos separamos de los demás porque Atsushi quería comprar golosinas- los tres miraron al pelivioleta que desvió la mirada –Después tomaremos el tren bala para irnos-
Los tres chicos continuaron conversando mientras el pelivioleta solo pensaba en lo mucho que quería comer golosinas –“Quiero comer chocolates”- mientras miraba hacia el lado contrario donde se encontraban los otros tres, vio una silueta que le pareció conocida. Aquella persona doblo por la esquina del frente.
-Nosotros terminamos hace poco el entrenamiento- hablaba el pelirojo –Ahora íbamos al restaurante donde siempre comemos ¿Quieren acompañarnos? Esta cerca de aquí-
-Sería agradable- habló tiernamente el pelinegro -¿Qué dices Atsushi?- los tres volvieron a mirar al pelivioleta que tenia la vista puesta en otro lado -¿Atsushi?-
El pelivioleta miró al pelinegro –Ve tu primero Muro-chin. Yo iré después de comprar- miró al peliceleste –Kuro-chin ¿Dónde queda ese lugar?-
-Dos calles más allá. Por esta misma vereda- el peliceleste l apuntó el camino.
-Entonces iré después- cruzó la calle mientras los tres chicos iban hacia el lugar indicado –“¿Dónde se fue?”- el pelivioleta dobló la esquina. Por alguna extraña razón, sintió la necesidad de seguir a aquella figura. Llegó hasta una pequeña y solitaria plaza y vio la ancha espalda de la persona que seguía –“¡Ah! Es el callado del equipo de Kuro-chin”-
El pelinegro se encontraba sentado en una pequeña banca frente a unos columpios. El pelivioleta se le acercó rodeando el lugar para verlo de frente. El pelinegro sostenía una bolsita de papel verde oscuro que estaba amarrada con un listón verde claro. Al pelivioleta le llamó la atención la ternura con la sostenía aquella bolsita, pero de pronto, una gota cayó sobre ella y el sonido metálico resonó suavemente entre el silencio.
Subió la mirada y se sorprendió al ver las lágrimas correr por sus mejillas. Su rostro se mostraba dolido mientras observaba la bolsita entre sus manos. El pelivioleta se acercó un poco mas -¿Por qué lloras?- el pelinegro se asustó al saberse descubierto y miró al chico que estaba detrás de los columpios -¿Te duele algo?-
El pelinegro negó moviendo la cabeza de un lado a otro y se limpió las lágrimas con la manga de su gakuran.
El pelivioleta camino por el costado de los juegos y paró frente al pelinegro -¿Esos son chocolates?- preguntó al sentir el suave aroma del cacao mezclado con la crema de leche. El pelinegro asintió –Es verdad. Hoy fue San Valentín- se sentó a su lado -¿Te los regalo una chica?-
El pelinegro volvió a negar. Hubo un momento de silencio entre ellos. El pelinegro abrió la bolsita y miró al pelivioleta mientras la ponía frente a él.
-¿Puedo comer?- el pelinegro asistió -Gracias- sacó uno de los chocolates y se asombró al verlo. El pequeño chocolate, media unos tres centímetros y tenía la perfecta forma de una rosa a medio florecer –“¡Wow! Esto está muy bien hecho”- lo puso dentro de su boca y al morderlo, una dulce y deliciosa crema de frutilla, se mezcló son el delicado sabor del chocolate negro.
El pelinegro sonrió al ver el rostro feliz del pelivioleta, que saboreaba gustoso el pequeño bombón relleno que le había ofrecido.
-¡Esto esta delicioso!- sus ojos malva brillaban y sus mejillas se ruborizaron –Si no te los dieron ¿Dónde los compraste? ¡Quiero comer más!- el pelinegro volvió a sonreír y le pasó la bolsita completa -¿Eh? ¿Me lo das?- el pelinegro asintió –Pero quiero comer muchos más- el pelivioleta hizo un puchero y el pelinegro rió.
-No puedes comprarlos-
-“¿Habló?”- el pelivioleta se sorprendió al escuchar la hermosa voz del pelinegro –“Es la primera vez que lo escucho”- comió otro chocolate -¿Por qué?- cerró los ojos por un momento y se volvió a perder en el sabor. Después miró otra vez al pelinegro -¿Tu los hiciste?- el pelinegro asintió -¿Se los ibas a regalar a alguien?-
Aquella pregunta sin mala intención, hizo que la tristeza volviera al rostro del pelinegro. El pelivioleta guardo silencio y después de unos momentos, el pelinegro negó con la cabeza. Se levantó de la banca e hizo una pequeña reverencia a modo de despedida.
-¡Espera!- el pelivioleta se levantó para detenerlo, pero el pelinegro salió corriendo y se perdió entre unas calles un poco alejadas de la plaza –No le pregunté su nombre- suspiró y miró los bombones dentro de la bolsita. Comió otra de las rosas y recordó el rostro envuelto en lagrimas del pelinegro -¿Por qué habrá estado llorando?- comenzó a caminar hacia el restaurante donde estarían los tres chicos –“Le preguntaré a Kuro-chin su nombre”- y siguió comiendo chocolates.
___
Continuara...