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Detengan el mundo por golddie

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Notas del fanfic:

 

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

[!] Advertencias pertinentes:
DaeJae en capitulos avanzados, al igual que menciones violencia o/y sangre y suspenso entre los capitulos.

“No necesito un compañero”.

Yongguk gruñó. Hacer entrar en razón a Himchan era más difícil que tratar de explicarle a su propia madre por qué aún no estaba casado, tema que últimamente parecía estar en cada llamado de teléfono que mantenía con ella. Y su terquedad era incomparable, excepto con la de Himchan en este momento.

“No es un compañero”, explicó por millonésima vez haciendo énfasis en el término, masajeándose la sien, “no completamente, al menos: es un agente en práctica, y lo pondré bajo tu tutela hasta que esté listo para contratarlo y tomar misiones por sí solo”.

Himchan no cambiaba su expresión, ni desataba sus brazos cruzados por su pecho.

“Me rehúso”, dijo el hombre, mirando hacia otro lado como un niño con rabieta, “un asistente solo retrasaría mi desempeño, que por cierto es el mejor de por aquí”, alardeó el de cabellos negros, mirando sus uñas con aires de supremacía.

Yongguk intentó otro método. Despejó su garganta y presionó un botón para llamar a su secretario.

“Youngjae, tráeme dos americanos”, ordenó, y en seguida una voz le respondió con un en seguida, jefe, antes de que se rompiera la comunicación.

Himchan miró a Yongguk, incrédulo por las palabras del mayor.

“¿Es necesario recurrir a cafeína?”, preguntó Himchan, comenzando a comprender la seriedad del tema solo por eso.

Yongguk semi-rió antes de que por la puerta apareciera Youngjae: un chico de un poco más de veinte años, cabello negro y corto, soltero, alumno destacado en su secundaria y actualmente terminando su carrera universitaria (tanto detalle no era necesario, pero el cerebro de Himchan trabajaba de esa manera desde que es un agente) con un carrito que portaba dos tazas, más otros objetos para tomar el té.

“Es necesario hacerte entrar en razón, Agente Kim”, soltó Yongguk, a la par que Youngjae llegaba hasta la altura del enorme escritorio y comenzaba a preparar el café.

Himchan notó como el secretario ponía las medidas con frío y preciso cálculo, sin mirar nada que no fuera lo que estaba haciendo.

Vaya raro.

“No comprendo tu empeño en que acepte a un asistente”, respondió Himchan, dejando sus brazos caer a sus lados, pero cruzando las piernas esta vez, “¿por qué no se lo pasas a Daehyun? Ese chico no pudo terminar la misión la vez pasada, le vendría bien ayuda”, comentó algo divertido.

Yongguk gruñó, de nuevo. Tal vez su madre le perdonará algún día el que a sus casi treinta años aun no le haya dado nietos antes de que Himchan comprenda.

Youngjae dejó una taza al lado de Yongguk, sirviendo por el lado izquierdo y agregando una pequeña cucharada de azúcar, para luego ir con Himchan.

Dejó la taza en frente de él, pero antes de que pudiera echarle si quiera un poco de azúcar, Himchan lo detuvo:

“Una y media de azúcar”, informó.

Youngjae asintió y sirvió la cantidad que se le requería, para luego hacer una pequeña reverencia y salir de la oficina sin olvidar el carrito de antes.

Entonces, Yongguk bebió un poco de su café. Y entonces pensó en una idea, y quizás entonces Himchan comprendería y entonces podría irse e intentar conseguir esposa.

Eso último no.

“El chico que te asigno  debe de aprender del mejor, Himchan”, dijo.

Himchan le miró, ligeramente interesado.

Bingo.

“Si se lo encargo a Daehyun o a Junhong podrían mandar la agencia abajo, es por eso que te lo quiero encargar a ti; eres mi mejor hombre”. A Yongguk casi le da úlcera decir todo eso, no porque sea mentira, sino porque ahora el otro podía tener su ego hinchado aún más hinchado, probablemente a un exponencial de seis.

Himchan bebió café.

“Haberlo dicho antes, Yongguk”, soltó con una risa superior, “si es por eso, no tengo ningún problema, trae a mi asistente cuando quieras”, dijo luego.

Yongguk le vio beber más café.

“Está bien”, musitó el jefe, abriendo uno de sus gabinetes y extrayendo un archivo, “aquí está su expediente completo, mañana organizaré que se conozcan para el almuerzo. No hagas el ridículo”.

El aludido le miró ofendido.

“¿Cuándo hago yo el ridículo?”, preguntó irritado poniéndose de pie, y producto del fuerte movimiento, parte de su café se rebalsó de su taza y cayó en su camisa además del piso de su jefe.

Ambos hombres se quedaron en silencio un minuto.

“¿Qué restaurante prefieres?”, preguntó Yongguk luego.

“Italiano”.

 

 

 

 

Himchan no se molestó en leer el expediente. Lo llevó a su departamento, pero lo dejó abandonado sobre la mesa, porque su gato exigió su atención casi toda la noche (no era su culpa si Sam era la cosa más adorable y cariñosa del mundo que además lo extrañó durante el día), por lo que ahora estaba sentado en una mesa en un restaurante italiano hace casi cinco minutos, dispuesto a irse si el tal asistente no aparecía.

Estúpido asistente cuyo nombre no sabía, cuando supiera su nombre lo maldeciría.

Justo cuando Himchan había decidido que no podía adivinar el nombre del que esperaba solo buscando en internet los nombres más comunes de corea, un muchacho se hizo presente enfrente de su mesa.

Alzó la mirada, bajando sus gafas para observarlo bien.

Podía calcular que el chico era alto, pero no más que él. Su cabello era castaño, tenía una figura que se veía sumamente atlética y estaba respirando agitadamente como si hubiera corrido para llegar a tiempo (y era la conclusión más lógica, de cualquier manera). Cuando el chico por fin dejó de respirar como si hubiera visto a Chris Brown o algo, hizo una reverencia.

“¡Mis disculpas por llegar tarde!”, exclamó el chico de la nada, asustando a Himchan.

(Bueno, no-asustándolo. Se supone que era un agente de primera categoría, nada lo podía tomar por sorpresa, así que relajó su expresión como si nada hubiera sucedido.)

Himchan subió sus gafas.

“Siéntate de una vez”, le respondió el mayor.

Su asistente se sentó tal como había dicho. Himchan no lo demostró con su rostro, pero algo del menor se le hacía horriblemente familiar.

No podía descubrir qué era, aunque seguramente no era nada, de todas formas. En su ocupación se puede llegar a conocer tantas personas que ya hasta el payaso del circo se te hace conocido.

“¿Cómo te llamas?”, preguntó Himchan intentando demostrar un porte genial y de poco interés. Si iba a tener un asistente, tendría que enseñarle que se necesitaba ser frío y sin sentimientos para llegar lejos en esta industria.

(Himchan omitiría a Sam mientras pudiera en favor de mantener su imagen, perdón Sam.)

“Moon Jongup, señor”, respondió el otro muchacho, mirándolo con un brillo en los ojos que se le hacía extraña. Y entonces sucedió:

El muchacho sonrió de una forma que hizo a Himchan perder el suelo por un momento. ¿Cómo alguien podía sonreír con tanto sentimiento? Vagamente recordó la sonrisa de Junhong (otro interno que había llegado desde otro distrito, era sumamente alto y su cabello variaba de colores casi todos los santos días. Parte de mi camuflaje, había explicado una vez cuando Himchan había señalado ese aspecto) pero ni la de él era tan llena de emociones como la de Jongup.

Algo extrañamente familiar se le hacía, igualmente.

“¿Qué edad tienes?”, preguntó Himchan no-interesado.

Jongup contestó:

“Veintidós, pero nací en principios de febrero”, dijo y Himchan calculó mentalmente cuatro años de diferencia.

Himchan resistió el impulso de decir algo como que hermosa edad, no era tan viejo como para decir eso.

Una camarera hizo presencia en frente de su mesa. Ambos ordenaron algo de almuerzo y luego de que la joven se marchó, la mesa quedó en un silencio un tanto incómodo.

El mayor observaba a Jongup tras sus gafas, ceño fruncido y mente trabajando a mil. Seguro eran paranoias del oficio, pero algo en su interior le decía que había visto a ese joven antes. No estaba seguro si eran sus ojos, o su forma de mirar, o bien ambas cosas, pero había un algo que le traía un vago recuerdo de haber hablado con él. Tal vez era su voz la familiar.

Aunque, nuevamente, en su trabajo, se ven o llegan a conocer muchas personas. Bien podría estarlo confundiendo con alguien, o algún pariente, o lo que fuera.

Himchan quería saber.

“¿Nos hemos visto con anterioridad?”, inquirió el mayor.

Jongup pasó su mirada de la mesa hacia el rostro del otro, pestañeando suavemente, quizás intentando hacer memoria.

“No lo creo”, dijo, para luego quedarse en silencio nuevamente.

Himchan no sabía si era sospechoso o no.

 

 

 

 

 

Había intentado leer el documento de Jongup al llegar a su departamento, pero no había encontrado los papeles en ningún lugar. Buscó cerca de la mesa donde –estaba seguro– los había dejado, pero no halló nada. Sin embargo, se dio cuenta que su búsqueda había sido innecesaria cuando Sam apareció por detrás de él con el sobre arañado.

Himchan dio un grito al cielo y regañó a su gato, el felino no prestándole la menor atención y pasándose por sus piernas con un suave ronroneo.

Suspiró, ojeando el real estado de los papeles.

Aún estaban las hojas, pero algunas partes habían sido completamente separadas o mordidas, teniendo marcas de colmillos en todas partes al igual que el sobre. Himchan dejó el arruinado archivo sobre su mesa, tomando a su gato del suelo y volviéndose a su habitación.

Se sentó en su cama, quitándose los zapatos y trayendo su computadora portátil a su regazo mientras Sam ronroneaba y descansaba a su lado. Himchan acarició la pequeña cabeza sin importancia, concentrado en buscar la información a la duda que no dejaba en paz su mente.

Moon Jongup, buscó en el buscador genérico (o sea, google). En seguida varias páginas aparecieron, pero ninguna era del Jongup que buscaba. Al parecer ‘Moon Jongup’ también era el nombre de un artista de k-pop, por lo que decidió que el buscador le arrojaría solo esa clase de resultados. Minimizó la pestaña y buscó en su escritorio un buscador de la agencia. Ingresó su usuario y contraseña de treinta dígitos, para dirigirse de inmediato a la barra de búsqueda de archivos.

Al ser el agente más importante (de Corea al menos, gracias), tenía una base de datos impresionante. Entonces buscó por aquel nombre de nuevo, pero tal fue su decepción al no encontrar nada.

Un gran NO DATA en letras rojas lo saludó, haciendo a Himchan comprender que quizás solo era, efectivamente, una paranoia del oficio.

Suspiró, moviendo su computadora para reemplazarla por su gato, quien despertó de su siesta pero volvió a dormir al segundo.

Himchan cerró los ojos igualmente. Hoy era su día libre, de todas formas, y el único horario importante era aquel almuerzo, por lo que una siesta no le vendría mal antes de la cena y luego seguir durmiendo.

Sam era una terrible influencia a veces.

 

 

 

 

“¿Cómo te fue en tu cita?”.

Jung Daehyun, el emblema de la idiotez, preguntó. Himchan miró a su lado, notando como el chico ya estaba invadiendo el escritorio de Youngjae, quien con el semblante serio, solo terminaba de arreglar unos papeles.

Himchan no era, de ninguna forma, un cobarde, por lo que llegó hasta el escritorio también.

“Buenos días, Youngjae”, le saludó al muchacho tras el escritorio.

“Buenos días, Agente Kim”, respondió el aludido con una pequeña sonrisa.

Daehyun presionó.

“¿Cómo es el nuevo, Himchan?”, dijo el hombre a su lado, “¿es tan bueno como dicen sus informes?”, inquirió.

Sus informes, claro.

“Lo sabrás cuando lo veas, Jung”, respondió seriamente.

Daehyun gruñó.

“Esta oficina es tan divertida, lo juro”, se quejó, poniendo ambos codos sobre el estante de Youngjae, quien lo seguía ignorando. “Lo único divertido es cuando el jefe discute por teléfono con su madre”, comentó luego.

“Escuché eso, Jung Daehyun”, aquella voz de ultratumba se hizo presente por medio del comunicador del escritorio. Himchan rio suavemente.

“¡Jefe!”, gritó Daehyun, asustado, “¡¿qué hace espiando a sus empleados?!”.

“Vigilo que no hablen de mí a mis espaldas”, explicó el hombre, “y ocasionalmente me divierto escuchando como intentas flirtear con Youngjae”.

Daehyun se sonrojó completamente, Youngjae solo pestañeó suavemente ante lo dicho.

Himchan comenzó a reír un poco más.

“Youngjae, ¿ya llegó Junhong?”, preguntó Yongguk.

“Aun no, Jefe”, respondió Youngjae, buscando sin prisas un papel sobre una carpeta, leyéndolo rápidamente, “llamó hace cerca de veinte minutos para avisar que su rana se escapó y tenía que encontrarla antes de llegar a la oficina, Señor”, informó sin pena.

Daehyun rió de buena gana ante eso.

“De acuerdo, Himchan ya está ahí, ¿qué hay de Jongup?”, preguntó.

“Aún no ha llegado”, respondió Himchan, “parece ser que la puntualidad no es su mejor fuerte”, soltó con presunta burla.

“–Por el contrario, Agente Kim, Moon Jongup llegó justo después de que el Agente Choi llamó”, explicó el muchacho algo enfadado porque le hubieran quitado su momento de hablar. “Está aquí, Jefe, ¿los hago pasar?”, preguntó Youngjae.

“Por favor”, dijo Yongguk antes de cortar la comunicación de nuevo.

“¿Qué? ¿Dónde está?”, preguntó Himchan tanto como Daehyun, mirando hacia los lados.

Youngjae suspiró.

“A sus espaldas, Agentes”.

Ambos se voltearon, y, sentado por sí solo, estaba Jongup, vestido en camisa y corbata, mirándolos con una pequeña sonrisa y saludándolos con la mano.

“¿Hace cuánto está ahí sentado…?” preguntó Daehyun suavemente.

“Cerca de veinte minutos”, explicó Youngjae.

“Oh, por eso me sentía observado...”, concluyó Daehyun.

Himchan gruñó, llamando a Jongup.

“Pasen adelante”, les dijo Youngjae, abriendo la puerta de la oficina de Yongguk.

Himchan entró primero, naturalmente tomando asiento, seguido de Jongup quien no sabía si sentarse en el otro asiento o quedarse de pie. Yongguk notó su inconformidad, por lo que hizo un gesto para que tomara asiento, lo cual el joven acató de inmediato.

“Bienvenido a la Agencia, Jongup, espero que Himchan te esté haciendo sentir como en casa”, comentó Yongguk, pasando por un par de carpetas, buscando la que necesitaba. Himchan notó que había una con el nombre de Junhong, que era dejada debajo de las demás.

“Por supuesto, el Señor Kim ha sido muy amable”, respondió el menor con una característica sonrisa.

Himchan frunció el ceño ante Señor Kim, vamos, que no estaba tan viejo. Yongguk pareció divertido por aquel apelativo, también.

“Me alegro, el Señor Kim usualmente no es amable con cualquiera”, musitó el hombre luego, encontrado la carpeta que buscaba. “De cualquier forma, ya tendremos oportunidad para hablar de trivialidades, ahora los he llamado para entregarles su primera misión en cooperación”.

Ninguno de los dos Agentes dijo nada, Himchan se acomodó mejor en su asiento y Jongup pareció tensarse.

“Nos han pedido investigar a Yang Yonghwa, dueño de los supermercados Yang”, informó Yongguk, entregándole a cada uno de los hombres presentes una carpeta que Jongup de inmediato abrió y comenzó a leer, pero sin dejar de prestar atención a su nuevo Jefe. “Se dice que el hombre está manipulando de mala forma los precios y usando el dinero extra en otra clase de inversiones como un brotel* de mala muerte afueras de la ciudad, lo cual, por supuesto, es ilegal”, terminó.

Himchan gruñó.

“¿Qué no puede hacer esto un detective o la misma policía?”, inquirió algo irritado por la misión tan simple.

Yongguk asintió.

“Si pueden, pero nos han encomendado la misión a nosotros porque Yang Yonghwa no parece tener un historial limpio”, dijo, indicando la carpeta en sus manos. Jongup hizo una exclamación de sorpresa.

“¿Es hijo del presidente?”, musitó incrédulo.

Himchan miró sus hojas de inmediato, porque, oye, él había votado por ese viejo.

“Así es, y aun peor, es hijo ilegítimo”, clarificó, “es por eso que han pedido investigar esto de forma secreta”.

Jongup asintió con la cabeza de inmediato.

“Déjame adivinar”, musitó Himchan, “esta investigación está costeada por el partido político contrario, ¿verdad?”.

Yongguk se quedó en silencio, solo mirando a Himchan.

“Lo sabía”, aseguró el mayor, levantándose de su asiento. “No hay problema, Jefe, traeremos el certificado del brotel, ingresos y todo lo relevante”, comentó con una sonrisa de superioridad.

“Les estaría agradecido”, contestó, “y recuerda instruir a Jongup en el proceso”.

Himchan gruñó.

“Por supuesto”.

 

 

 

 

“¿Cómo conseguiremos el certificado, Señor Kim?”.

Jongup le estaba siguiendo hasta su auto, haciendo preguntas cuya respuesta no había pensado.

“No lo sé”.

“¿Entonces como completaremos la misión, Señor Kim?”.

“No lo he pensado”.

Himchan abrió la puerta de su auto, sentándose y poniendo la carpeta que había recibido en el compartimento del asiento de co-piloto. Miró a Jongup antes de encender el motor, el joven tenía un rostro perdido.

“No podemos tomar decisiones sin analizar la información. Lee tu expediente y piensa en soluciones que se adecuen a los requisitos de la misión”, le dijo a Jongup, y cuando le vio abrir la boca nuevamente, Himchan continuó: “los requisitos están en la segunda hoja mezclado con la finalidad”.

“Entendido”, contestó, asintiendo su cabeza.

“Nos reuniremos mañana para discutir y de acuerdo a eso nos ponemos en acción”, Himchan aseguró su cinturón de seguridad, “hasta entonces”.

Y, sin más, dejó a Jongup en el estacionamiento, mirando la ruta que había tomado aquel negro y lujoso auto.

Jongup pensó que lo mejor sería hacer caso, de todas formas.

Notas finales:

intenté subir esto ayer y ahora no recuerdo por qué no lo hice, lol. en fin, es el primer capitulo y espero que les guste porque me habían pedido himup hasta el cansancio(?). (sin banglo, así que en este no habrá banglo, no insistan) y habrá un ligero daejae que no será muy desarrollado, solo pequeñas "pistas", porque me quiero centrar solo en el himup, ¿bueno?

y al fin se me ocurrió una trama más o menos decente para desarrollar esta hermosa couple, ojalá que a sus shippers les guste porque lo hice con mucho cariño ;; (aunque no lo parezca(?)) porque ya tengo 4 capitulos hechos y el quinto en proceso.

Cualquier pedido a mi ask ese (ask.fm/golddness), nos leemos por ahí bellezas

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*Brotel/brothel: esta palabra tiene otros significados, pero aquí quiero que lo entiendan como un lugar (disfrazado de cabaret) donde chicas o chicos practican prostitución, no encontré una palabra en español que se apegue así que mal-traduje esa y les doy el significado para que no se pierdan, huehuehuehue.


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