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Atrévete a mi por Marie Horson

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Notas del capitulo:

Leer no da cáncer

Eran las siete de la mañana y como todos los días yo me dirigía a esas estúpidas e improductivas entrevistas de trabajo, una sensual muchacha me aseguraba que me llamaría y finalmente pasaban las semanas y yo continuaba sin empleo. Ya estaba perdiendo la esperanza de algún día conseguir algo bueno y para colmo hace dos semanas la novia de mi vida había terminado conmigo porque me consideraba demasiado poca cosa, ya saben…una holgazana, una vaga, una mujer perdida en la cerveza. Ok! Me encanta la cerveza pero no era para decirme perdedora. Tenía una profesión en informática y me encantaban las computadoras, algo bueno tenía que salir de ahí ¿no?

En un bar de mala muerte se encontraba un chico rubio atendiendo la barra y una muchacha peli negra algo desganada mientras miraba su vaso medio vacío de cerveza.

- Aún sufriendo por Keila? – preguntaba Finn, uno de los mejores amigos de Marceline, nuestra protagonista.

- Keila? Para nada – sonrió fingiendo demencia – esa idiota algún día comprenderá todo lo que se perdió por dejarme por una enfermera de poca monta

- siempre te dije que Keila era una interesada y nada bueno te podía dar – y tras decir esto la peli negra lo quedó mirando – y el sexo no cuenta…no puedes estar con alguien solo porque amas tener sexo con ella

- lo sé, Finn…lo sé – decía tras terminarse su último sorbo de cerveza – debo dejar de preocuparme de esas cosas…pero pasa que siento que las cosas no pueden ir peor…ella termina conmigo, no tengo trabajo y además Simon está enfermo

- pero ya se recuperará…sabes que él es fuerte como un toro – sonreía intentando subir el ánimo a su mejor amiga.

- es que no lo sé, Finn…últimamente Simon no es el mismo – decía con tristeza – además ahora está preocupado por mi y ya lleva casi una semana en cama…necesito trabajo para él  pueda dejar de trabajar por fin…

- esperemos que todo salga bien, Marceline. Mira que entre tú recién pateada, Jake divorciado y yo solterón…no hacemos un buen trío – sonrió mientras terminaba de limpiar un vaso y continuaba mirando meticulosamente el mesón para verificar que estuviese totalmente limpio.

- ay, este es definitivamente nuestro peor momento, Finn… - sonrió y se  levantó para por fin retirarse.

En la residencia Glum, un ama de llaves comenzaba a gritarle al resto de los sirvientes

- es que nadie hace bien su trabajo aquí – decía con indignación

- ocurre algo Lumpy? – preguntaba la dueña de la casa. Bonnibel Glum, directora de una clínica en la ciudad, al cuidado de su única hija Mora  y terminando de arreglar los trámites del que sería su primer divorcio.

- nada, Bonnibel…es que la servidumbre no sabe obedecerme – decía molesta – pero no te preocupes, ya saben quién manda aquí… - sonreía apuntándose a ella misma a lo que la peli rosa la miraba sin comprender – quiero decir…usted…claro que usted es quien manda aquí

- sabes que puedes tutearme Lumpy, nos conocemos de pequeñas, para mi es como si fueses parte de la familia

- lo sé y amo que digas eso – sonreía de manera triunfal – algún deber para el día de hoy? – preguntaba

- no tengo idea…no hoy se supone que viene el jardinero? Se acerca el cumpleaños de Mora y necesito que esté en perfecto estado – decía acomplejada

- hoy mismo estará listo el jardín, y sin problemas claramente – sonreía mientras tomaba una libreta y anotaba – el mismo se siempre?

- sí…el señor…este… - titubeaba pues no recordaba con exactitud quién era el hombre que arreglaba su jardín

- Petrikov, Bonnibel…Simon Petrikov… - decía totalmente informada

- él…él mismo – decía algo despistada – hace muy bien el jardín ese caballero

- por supuesto que sí, si le pagabas como si fuese un abogado – decía con cierta desaprobación – cualquier imbécil aprendería a hacer un jardín por esa suma de dinero

- me gusta pagarle a la gente lo que merece – decía la peli rosa

- por esa razón después abusan de ti y te tienes que terminar separando, porque esos cuernos se ven hasta Rusia – la miraba de pie a cabeza

- muchas gracias por recordármelo, Lumpy – dijo algo desanimada, tomó su maletín y se fue junto a su hija para dejarla a la escuela y posteriormente proceder a ir a su trabajo.

Fue un largo trámite de 6 largos meses para que finalmente Marshall decidiera darme el divorcio. Estuvimos 7 largos años casados y hoy a mis 34 años puedo decir que por la única razón que no me arrepiento de haberme casado es que tuve una hermosa hija que hoy tiene 5 años y próxima a cumplir los 6. Cuando llegué a mis 34 años y me di cuenta que a parte de trabajar nunca había hecho algo más que tener a mi hija, la cual la amaba con todo mi corazón, pero a parte de eso sentía que algo le faltaba a mi vida. Hace muy poco Gumball, quien es mi mejor amigo se me había declarado sorprendiéndome totalmente, por lo que había decidido darle una oportunidad, sin embargo algo no me motivaba del todo. Por ahora mi gran preocupación era buscar a una niñera para Mora, alguien que la instruyera y educara…o tal vez simplemente…cuidara.

En una casa modesta se encontraba una muchacha terminando de cocinar cuando de pronto sonó el teléfono y eso la sacó de su paz auditiva

- mierda… - pensó la peli negra luego de contestar el teléfono

- hablo con la residencia Petrikov? – preguntó una mujer de aguda voz

- así es…qué quiere? – preguntó una peli negra desganada

- hablo de la residencia Glum, tengo agendada una cita con Simon Petrikov…ya sabe…por los servicios que da – explicó la ama de llaves-asistente y consejera de belleza de Bonnibel Glum

- así que esos son tus trabajos extra…viejo pervertido – pensaba Marceline – lo lamento pero mi padre está indispuesto…no puede – y tras decir esto cortó y se fue para llevarle un té a su tío.

- quién era hija? – preguntaba el hombre enfermo en cama

- una imbécil de la residencia Glum… - decía mientras procedía a sentarse en el sillón

- y qué quería? – preguntó algo interesado el hombre

- algo de que fuera hoy pero le corté…mujeres tontas… - sonrió – no sabía que dabas servicios especiales – le guiñaba un ojo de manera cómplice

- imbécil!!! – le tiraba la taza de té – esa mujer me paga 2 mil dólares mensuales por hacer dos veces al mes su jardín!! – comenzó a toser y a levantarse  - no puedo dejar ese dinero! Debo ir y llamar a su asistente – mientras tosía frenéticamente

- 2 mil dólares?!!!! – preguntó traumada – cómo mierda te paga tanto por hacer un mísero jardín? – no comprendía

- de parte de quién estás? – preguntaba el hombre

- ok, está bien…pero no puedes ir así, necesitas reposar! – dijo ordenándole acostarse – si tan importante para ti es ese dinero entonces yo iré a hacer ese estúpido jardín

- no puedes…si ya cancelaste idiota! – decía tomándose la cabeza

- vamos! No puede ser tan difícil… - decía mientras se dirigía al teléfono.

Agendé rápidamente con una tal Lumpy en la casa de los Glum y procedí a ir en la camioneta de mi tío. No podía ser tan dificil trabajar como jardinera y además por el dinero que me pagaban…quiero decir, le pagaban, todo valía. Luego de una media hora en auto por fin llegué algo que parecía una mansión y yo en mis 25 años debo admitir que nunca había visto. Me bajé de la camioneta y toqué el timbre cuando de pronto vi a una mujer de unos 40 años bien arreglaba y con traje semi sensual mirándome con su frondoso cabello morado.

- lo lamento, ya entregamos hoy limosnas a los vagabundos – y tras decir esto cerró la puerta fuertemente. La peli negra volvió a tocar el timbre y la mujer indignada la miró de pie a cabeza – entiendo que tenga hambre pero ya le dije que … - siendo interrumpida

- soy la jardinera… - dijo Marceline

- la jardinera? – preguntó sin comprender – contratamos a Simon Petrikov…no a la hermana perdida de Mick Jager- decía molesta

- mi tío está enfermo en casa y por eso me mandó a mi a reemplazarlo en el jardín – explicó la peli negra

- muestreme su curriculum – dijo la joven cruzándose de brazos – no tengo curriculum – dijo enfadada – le estoy diciendo que solo vine como reemplazo

- pues no me interesa tener a la versión femenina del joven manos de tijeras, vayase ahora mismo si no quiere que llame a seguridad!! – dijo exasperada para posteriormente intentar cerrar la puerta mas un celular interrumpió su accionar – Bonnibel! Sí…pero llegó al parecer la hija, sobrina o hermanastra…sí…sí…. – algo ofuscada – ya lo sé… - quedó mirando a Marceline – entonces le diré que tiene el puesto – a lo que la peli negra sonrió satisfecha – la veo a las 5, Bonnibel Glum! – dijo Lumpy para posteriormente cortar – bien….tiene suerte esta vez…señorita….?

- Marceline….Marceline Abadeer – le extendió la mano

- mujer sin clase – susurró a si misma – bueno pase – ambas entraron y Marceline con un pequeño bolso entró a la casa – veo que viene vestida con traje adoc para el trabajo – decía tras ver que tenía una camisa de leñadora y unos jeans rotos a la altura de las rodillas

- no, yo me visto así – explicó la peli negra

- y tiene un particular sentido del humor – decía tras llevarla al jardín – bueno debe cortar las hojas de las flores, barrer un poco las hojas a la orilla de la piscina y ya sabe…podar y podar… - sonrió mientras le indicaba una puerta que estaba a lo lejos – ahí están sus implementos

- y debo limpiar la piscina también? – preguntó Marceline

- no sea maleducada….para eso existe el piscinero – dijo mientras se iba – ya no existe gente con clase como antes – pensaba Lumpy

- todo sea por el dinero….todo sea por el dinero – pensaba Marceline y procedía a ir en busca de las herramientas para comenzar a trabajar.

En la clínica de Ooo una mujer terminaba su turno para ir a buscar a su dulce hija a la escuela, sin embargo un hombre peli rosa se acercaba a ella de manera tímida y algo avergonzada.

- Ya te vas para la casa, Bonnie? – preguntaba Gumball, el amigo de toda la vida de Bonnibel.

Gumball  y Bonnibel se habían conocido en la escuela cuando ella era presidenta de su generación y él era el vicepresidente. Siempre la había apoyado en todo, posteriormente juntos habían entrado a estudiar medicina y a pesar de todos los intentos que había hecho por estar con la chica, nunca lo había conseguido y finalmente se había terminado quedando el amor de su vida con su mejor amigo Marshall Lee. Ahora que por fin ellos se habían separado él sentía que era la oportunidad que la vida le había dado para demostrarle a Bonnibel que podía hacerla realmente feliz, mas las cosas no estaban resultando tan faciles como él pensaba.

- Iré a recoger a Morita y después me iré para la casa… - dijo ella mientras agarraba su maleta

- quieres que te acompañe? – preguntó él mientras se iban juntos al ascensor

- puedes hacerlo pero…y el auto? – preguntó ella

- puedo dejarlo en el estacionamiento y mañana vengo en taxi – sonrió – de verdad no tengo problema con eso

- está bien – le sonrió y procedieron a ir hasta el estacionamiento.

Mientras que en la residencia Glum, la ya no muy joven Lumpy Space se comenzaba a indignar con el lava platos

- Quinta vez que se descompone! Si ya nada lo hacen como antes – decía mientras golpeaba con un martillo el contenedor.

- ocurre algo? – preguntó Marceline mientras la miraba luchar cuerpo a cuerpo con el lavaplatos

- no ocurre nada – decía ella guardando la compostura – simplemente intento arreglar esto…

- si quiere puedo hacerlo….sé de esas cosas – decía mientras se limpiaba la cara con un pañuelo

- si puede hacer algo…se lo agradecería, corre demasiada agua y la manguera ya no funciona como antes – decía mirandola – puede hacer algo doctor?...quiero decir…señorita jardinera

- por favor…no es como si fuera de vida o muerte – decía mientras se agachaba – traigame una llave

- qué quiere abrir?! – preguntó  -siempre supe que quería robar

- llave herramienta…de plumería…ya sabe – decía molesta

En el auto iba una pequeña algo molesta mientras que un peli rosa intentaba conquistar a toda costa a quien manejaba el auto.

- Por qué vino él mami? – preguntaba una niña de cabello morado mirando con odio al copiloto

- Gumball nos quiso acompañar amablemente porque es atento con mamá, amor – decía la mujer relajadamente mientras se acomodaba sus anteojos y los volvía a poner en el manubrio

- no te quiero como mi papá – decía cruzándose de brazos y mirando con odio al enamorado de su madre

- y yo tampoco voy a ser eso, tesoro – decía Gumball intentando simpatizar con la niña – yo solo soy un amigo  - sonreía casi con temor, sabía que para estar con Bonnibel debía obtener la aprobación de Mora, la hija pequeña de su amor platónico, de no ser así nunca podría estar con ella – emocionada por tu cumpleaños? – preguntaba él

- lo estaría si idiotas como tú no estuviesen metidos en todo siempre – decía indignada

- señorita, esas no son maneras de hablarle a un adulto – decía la peli rosa reprendiendo a su hija.

Pero en la cocina las cosas no se habían solucionado y una pequeña inundación comenzaba a surgir.

- vaya….juré que esto era mucho más fácil – decía la peli negra tranquila

- pero qué demonios!!! Cuando llegue Bonnibel se indignará…no sabes lo terrible que es cuando se enoja – decía nerviosa – hasta aquí llegué!! 20 años entregando mis servicios a esta familia para nada! se van por la cañería!

- literalmente, querrás decir! – decía entre risas, cuando de pronto una peli rosa entraba a la cocina y se deslizaba casi en cámara lenta por el gran pasillo, sin embargo la peli negra con sus fuertes brazos la agarraba para que no cayera – cuidado…piso resbaloso – y al mirarla a los ojos sintió como el tiempo se detenía y aquella belleza la deslumbraba.

 Ignoro que edad tenía pero claramente era mayor que yo…considerablemente mayor que yo, pero qué importaba…la edad era algo sin importancia para mujer tan bella…y tan heterosexual.

- Dis…disculpe pero que rayos pasa en mi cocina?! – preguntó molesta al ver a una extraña totalmente mojada y su ama de llaves llorando en histeria

- yo….este…yo soy… - decía Marceline algo tartamuda

- ella vino solo a destruir la paz de este hogar!!! – reclamaba la peli morada – que bueno que llegaste, Bonnibel

- yo vine a arreglar el jardín e intenté arreglar el lavaplatos pero no funcionó

- y dejará todo así?! – preguntó Bonnibel – disculpe pero necesito que arregle este desastre – decía cuando de pronto sintió un ruido a lo lejos: Era la piscina.

- Morita!!! – gritó Bonnibel al ver como su hija a lo lejos dentro de la piscina.

El peli rosa comenzó a correr hasta la piscina sin embargo se adelantó una peli negra lanzándose de manera casi olímpica y sacándola gloriosamente del agua como quien fuera Pamela Anderson en guardianes de la bahía, o mejor dicho, como quien fuera Helga Pataki en nenas de la bahía.

- estás bien? – preguntó la joven preocupada de la niña, quien por suerte no había tenido la desgracia de ahogarse

- bebé!!! Estás bien?! – preguntó Bonnibel mientras la abrazaba

- me dio miedo!! – lloraba la pequeña – ella me salvó – decía mirando a Marceline

- usted salvó la vida de mi hija – dijo la peli rosa entre lágrimas

- estás bien, Mori? – preguntó Gumball – tranquila Bonnibel

- bueno yo… - Marceline quedó mirando a Bonnibel – lamento lo del lavaplatos

- olvide el lavaplatos – sonrió agradecida  - esto es una señal…le interesaría cuidar de mi Morita tres veces por semana? – preguntó

- pero yo soy la niñera aquí!! – dijo Grumosa molesta – sabía que ver demasiado la novicia rebelde le haría sentido – le decía a la peli rosa indignada

- esto es demasiado apresurado, Bonnie – aconsejó Gumball

- acaba de salvar a mi hija – sonrió – además veo que tiene experiencia en niños – le decía a la peli negra

- bueno…mi mejor amigo tiene un niño de la edad de…su hija? … - sonrió mientras se levantaba – este…pero es una responsabilidad muy grande y…

- le pagaré 4 mil dólares mensuales – sentenció Bonnibel

- y no hay nada que me agradaría más que cuidar a su hija – decía tomándole la mano – será un placer – y tras decir esto Bonnibel se sonrojó notoriamente preguntándose ¿Qué era eso que sentía por la peli negra que hacía que su corazón latiera tan fuertemente?

Notas finales:

Este es el primer capítulo de mi nueva historia, espero que sea de su agrado y no olviden comentar.

Mi página en facebook es Mari Morson y no olviden darle "me gusta"

Los saluda afectuosamente con un beso esquiemal.

Mari Morson


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