La luna resplandecía en lo más alto del cielo, su cabello se mecía al compás de aquella suave y fresca brisa. A paso lento recorrió aquel pastizal verde, fresco y lleno de vida.
Soltó un suspiro.
Con resignación y perdiendo el protocolo y aquella pose de hombre elegante, se dejó caer justo debajo de sus pies, sintiendo el roció mojar su ropa… su piel.
Akari nunca había visto un cielo tan hermoso, lleno de estrellas. O quizás no es que jamás lo haya visto, si no es que nunca se detuvo a admirarlo ni una vez.
Sin saber cuándo las lágrimas comenzaron a surcar por su rostro, él no era esa clase de hombres, simplemente su corazón no pudo más. No sabía desde cuándo, ni siquiera como es que se había enamorado de aquel hombre.
Su relación con Hirato no era la mejor, ni siquiera cordial, el odiaba muchas actitudes y formas de pensar de aquel hombre, simplemente le odiaba. Si hace un año le hubiesen preguntado que preferiría, si quedarse encerrado en una habitación con Hirato o aventarse de un risco, el risco habría sido su única opción…. Entonces ¿Por qué ahora sentía esa opresión en el pecho al saber su relación?
Se cubrió parte del rostro con su ante-brazo.
Flash Back
Hacia unas semanas el 2º barco de circus había tenido una misión. Nada raro, ni siquiera fuera de lo común, solamente explorar una mansión ya vacía en busca de pruebas en contra de Kafka. Así que el que Yogi llegara mal herido hasta las manos de Akari había sido una gran sorpresa para el médico.
Como todo un profesional el de cabellos rosas había atendido al chico lo más rápido que se le permitió y al lograr estabilizarlo se permitió conversar un poco con Gareki y Nai.
Cuando entro nuevamente a la habitación, encontró a Yogi abrazado al pecho del capitán, ninguno se percató de su presencia.
- ¿Cómo están Gareki-kun y Nai-chan? – Le pregunto el rubio aun aferrado a su cuerpo
- Ellos se encuentra bien… Akari ya los reviso – respondió consolador el hombre del sombrero – Por ahora debes recupérate.
- Hirato-san – lloriqueo el menor abrazándose aún más a él
Estaba estático en el marco de la puerta. No solo era el hecho de ver al hombre de las gafas abrazado a Yogi, ni tampoco el verlo sonreírle con la ternura y amor que jamás vio en él, mucho menos la preocupación que reflejaba…. Lo que lo mantuvo ahí, estático, fue el verlos acercar sus rostros lentamente. No fue sino hasta ese momento que lo comprendió todo.
Comprendió el por qué se descubría a si mismo pensando de más en el capitán del segundo barco, el por qué en lugar de molestarle su presencia comenzó a parecerle reconfortante, el por qué lo miraba más de lo común cuando el otro no lo notaba… el por qué dolía su pecho al ver aquella escena.
- Lamento interrumpir – se adentró en el cuarto dirigiéndose directamente a la cama. - ¿Qué se supone que haces fuera de la cama? Acuéstate, debo revisarte
Aun entre los brazos de Hirato, Yogi tembló, así que recibiendo una cálida sonrisa se acercó a paso lento al lugar.
- Yo me retiro – dijo Hirato dándose media vuelta.
Fin Flash Back.
Se sentía estúpido. En el momento justo en el que noto sus sentimientos, había perdido toda esperanza. Sonrió con amargura.
El viento soplo de nuevo otorgándole con ello una extraña y momentánea paz. Con lentitud Akari retiro su brazo, dejando su rostro al descubierto para poder sentir aquella suave y fresca brisa, al tiempo que miraba el cielo estrellado.
Una luz parpadeo en lo más alto del cielo. Se movía rápidamente surcando así toda la extensión del lugar.
- Mmm… Una estrella fugaz – pensó- Si tan solo pudiese encontrar a alguien con quien compartir mi vida – susurro al tiempo que dejaba salir un ligero suspiro sin ser consciente de ello.
Akari no era mucho de esas ideas, ni siquiera era un romántico empedernido, pero por alguna extraña razón pensó que realmente quería encontrar alguien que le quisiera… alguien a quien querer. Por un breve instante un rostro paso por su mente, aquel hombre de cabellos rojos y sonrisa estúpida fue la única persona en quien puedo pensar por esos breves segundos.
Comenzó a reír. ¿Es que no podía pensar en nadie un poco menos molesto? Se preguntó al tiempo que se enderezaba quedando así sentado y con las rodillas dobladas, en las cuales reposaban sus brazos.
- Que idiotez – dijo entre risas
- Proviniendo de ti, dudo que lo sea,Akari-chan – escucho decir a sus espaldas
La risa se le esfumo y en su lugar una expresión de pánico se plantó en su rostro. Una que fue eliminada justo antes de voltear.
- ¿Qué haces aquí Tsukitachi? – pregunto serio
- Tan cordial como siempre – rio- te vi por la ventana y quise venir a hacerte compañía.
- No es necesario.
Tsukitachi ignoro al médico y comenzó a caminar hasta sentarse a su lado.
- ¿Triste? – pregunto mientras le dedicaba una sonrisa
- ¿De dónde sacas esa estupidez? – Por un momento se sintió vulnerable, transparente.
- No lo sé… es solo que los acabo de ver – dijo mirando el cielo
- No deberías espiar entre las puertas – le reprendió
- Yo no los espiaba Akari-chan, los vi por los pasillos… no parecen muy preocupados de ser descubiertos.
El médico no respondió nada, simplemente se limitó a fijar su vista una vez más al cielo tratando de no poner expresión alguna.
- ¿Viste la estrella fugaz que acaba de pasar? –sonrió- fue hermosa – el medico asintió - ¿Sera verdad aquello de que si le pides un deseo se cumple?
- Esas son niñerías… solo son esferas de plasma… no pueden hacer eso.
- Sé que le quieres –soltó de repente Tsukitachi- Siempre lo eh sabido
- ¿De que estas hablando?
- Lo pude notar en aquellos pequeños cambios – siguió hablando – en la manera que lo tratabas, en que tu rechazo a él disminuyo… incluso en tus miradas. Lo supe incluso antes que tú.
Akari estaba sorprendido, no sabiendo que decir solo callo. ¿Qué más podía hacer?
- En verdad espero que las estrellas fugaces cumplan deseos.
- Ya te dije que es científicamente imposible que…
- Lo espero sinceramente – lo interrumpió- porque así podrás darme una oportunidad – Una expresión triste se formó en su rosto, aunque el trato de sonreír- Te quiero Akari-chan… desde hace mucho que lo hago.
- No estoy para bromas – trato de levantarse, pero la mano del capitán se lo impidió.
- No es una broma… De verdad te quiero. Sé que no soy Hirato, que me consideras irresponsable y molesto, pero yo te quiero y espero que me des una oportunidad de demostrártelo.
Su rostro era un poema. Sin ser consciente de ello, se dejó caer nuevamente sobre el pasto al tiempo que colocaba una mano sobre su cabeza.
¿Es que aquello era una broma? ¡¡Acababa de pensar justamente en ese hombre después de pedir su deseo… y ahora viene y se le declara!!
- Eres un completo holgazán al que solo le gusta hacerme rabiar. Si es cierto todo lo que me dices comprenderás que no puedo quererte ahora como lo hago con él –Tsukitachi bajo la cabeza.
El pelirrojo se sentía morir, no creyó que el ser rechazado le fuese a doler tanto, y aunque estuvo a nada de pararse eh irse decidió escuchar hasta el final.
- Y aunque somos completamente distintos no veo el por qué no lo podamos intentar… - continuo.
- Akari-chan… - susurro
Con rapidez el pelirrojo se abalanzó sobre el medico envolviéndolo en un cálido abrazo, para después atrapar sus labios en un delicado y tierno beso. Uno que añoro por mucho tiempo, por el cual soñó tantas veces.
Una estrella solo es una esfera de plasma, de masas enormes que habita en el espacio. Pero si era verdad o no que cumplían deseos no lo podía afirmar… Aunque aquella noche Akari recibió aquella persona a la cual querer.
Aún tenían un camino muy largo por recorrer, pero eso no importaba en aquel momento; Pues quien dice que no pueden encontrarse con otra estrella fugaz y acortar el proceso.