Los truenos eran tan fuertes y sonoros aquella tarde que incluso los miembros más mayores se sorprendieron con la intensidad con la que el tiempo amenazaba una potente lluvia. Todavía no había llegado la tan odiosa temporada de tormentas, por lo que a todo el mundo le pillo de sorpresa.
-¿No tienes ningún paraguas en el coche? -preguntó Feeldog al mánager preocupado por no poder cumplir con nuestro horario.
-No, lo saqué el otro día y olvidé meterlo -otro fuerte e impresionante trueno hizo acto de presencia.
-Venga Jude, no te preocupes, pronto pasara -intentaba Raehwan ,también con miedo, animar al maknae.
Otro potente trueno hizo gritar a aquellos dos. Baram se acercó corriendo para tranquilizar, con un gustoso abrazo, a Raehwan , mientras que yo calmaba con suaves golpes en la espalda de Jude.
-Mierda ya ha empezado a llover -se resignó el mánager mirando por la ventana del salón.
-¿Y ahora qué hacemos? -la preocupación de Feeldog era cada vez mayor.
-Voy a llamar para cancelar vuestro horario en la radio-suspiró apenado- han cortado la carretera principal así que nos quedaremos aquí hasta que haya nuevas noticias – los cinco nos miramos tristes, teníamos tantas ganas de aparecer en aquel programa de radio.
Baram y Raehwan se dirigieron al dormitorio, en donde todos nos imaginamos que se abrazarían y se dedicarían sus mejores besos con la excusa de consolar a Raehwan. Feeldog encendió la televisión , y junto al mánager, vio uno de esos programas de humor que solo ellos dos ,y Baram, pillaban. Jude seguía muy asustado, aunque inconscientemente con cada trueno hacía el aegyo más lindo que nunca antes había visto.
Fui a la cocina para coger dos refrescos del frigorífico. Acompañado por Jude me adentré en la habitación de los armarios, en la que guardábamos la ropa de los cinco miembros. Encendí la luz aprovechando para indicarle que se sentara en el suelo conmigo.
-¿Quieres? - le ofrecí acercándole una de las latas.
-Gracias Sunghak -otro trueno hizo que su cuerpo se estremeciera.
-Ven aquí -extendí mis brazos para que me abrazara.
-¿Cómo no puedes tener miedo? Incluso Raehwan hyung tiene.
-No lo sé- sonreí para intentar animarle.
-No es justo -uso su irresistible aegyo para poner una tierna cara de envidia.
-Cuando era pequeño -empecé a acariciarle tiernamente el pelo -en los días que había tormenta o que simplemente llovía mi hermana y yo siempre nos íbamos a la habitación de mis padres, nos comíamos algunas chucherías o gominolas sentados en el suelo, y nos escondíamos del ruido de los truenos dentro del armario de mis padres. Siempre, siempre nos quedábamos dormidos y mis padres nos despertaban asustados por no encontrarnos por ningún lado.
-Yo corría buscando a mi madre para que me abrazara y me dijese que todo estaba bien mientras lloraba desesperadamente.
-Que graciosos eramos de pequeños -le miré fijamente a los ojos.
-Sí – por la tristeza de su rostro intuí que extrañaba a su madre.
-Anda terminate eso -le señalé la lata abierta a la que apenas le había dado un par de sorbos-que nos vamos a esconder en el armario.
-Vale -y en menos de cinco segundos la lata ya se encontraba completamente vacía.
En tanto que abríamos las puertas del armario y acomodaba algunas camisetas ,escuchamos de fondo como la lluvia golpeaba fuertemente el suelo. Con cada segundo que pasaba la lluvia se hacía cada vez más bestia, golpeando el cristal de la ventana con la intención de romperlo.
-¿Y si lo partimos? -preguntó dudoso al ver donde quería que nos sentáramos.
-No creo que pase nada- le quité importancia.
Con dulzura le extendí mi mano para ayudarle a que se sentara. No parecía muy convencido de lo que estaba haciendo, aun así me hizo caso sin quejarse. Cuando me senté yo aquel trozo de madera dio un pequeño crujido, sin duda pesaba mucho más que antes, de todas maneras no se rompió así que seguí con lo planeado.
-Aquí se sigue escuchando el ruido- informó ansioso agarrando con cariño mi mano.
-Esperate impaciente, todavía no he terminado -con cuidado cerré las puertas que daban acceso al armario.
Todo se quedó a oscuras, no se veía nada.
-Ya no se escucha nada.
-Es verdad- su tono de voz era tan alegre que incluso sin poder verle sabía que estaba sonriendo.
-Echate aquí -con suavidad llevé su cabeza hasta mi hombro.
-Te quiero Sunghak -confesó romanticamente.
-Yo también te quiero.
Pasaron unos cuatro minutos hasta que empecé a hablar para evitar que nos quedáramos dormidos.
-¿Sabes? -no esperé a que me contestara- en realidad mi hermana y yo nos escondíamos en el armario porque pensábamos que todo se iba a inundar por la lluvia. Así cuando todo estuviese lleno de agua nosotros abriríamos las puertas del armario y estaríamos flotando como si fuera un barco -sonreí recordando aquel estúpido pensamiento de mi niñez- !Hey¡ ¿Me estás escuchando? -simulé estar enfadado.
Al no recibir respuesta me centré en el gustoso silencio , hasta que un pequeño y casi imperceptible ronquido confirmó mis sospechas, Jude se había quedado plácidamente dormido.
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