Capítulo 1: Cuentos
Y es ahí cuando se da cuenta que los cuentos de hadas son eso, simples cuentos inventados por personas que quieren hacer creer a los niños y niñas del mundo que existe la perfección, cuando seguramente él o ella han probado la verdadera y triste realidad, pero que aun así quieren hacer felices, por unos efímeros momento a aquellos pequeños.
Vamos que nos salimos del tema, la razón por la cual aquellos pensamientos atraviesan su mente como dagas hechas de frio hielo, es que frete a él se encuentra la persona que más ama, a la que le entrego su corazón y vida en bandeja de oro, aquel chico que fue su amigo de la infancia, besándose con aquel otro peli rojo que, para su mala suerte, también es su amigo, desde pequeños.
Lo que son las cosas ¿no?
Un día eres la persona más dichosa de todo el mundo, estas en la cima y sientes que vuelas, pero en unos instantes estas cayendo en picada hacia una muerte dolorosa y nada te detendrá de aquel cruel destino. Pero bueno que esperamos, la vida… la vida es una perra.
¿Qué hacer ahora? Has perdido al amor de tu vida, y estas parado como idiota observando como ellos dos se demuestran su amor, o lo que es lo mismo se devoran la boca como si no existiera mañana y tú estás viendo aquello en primera fila. Y si ponemos un poco más de atención, podemos escuchar perfectamente el ruido de tu corazón romperse en más de mil pedazos.
¿Esto no es masoquismo? Vamos muévete, solo tienes que mover las piernas una a la vez y dar pasos, ya sean pequeños o grandes para alejarte de aquel lugar. ¡Dios! Creo que te hemos perdido, ¡responde! Mierda responde, ¡Tachibana Makoto! Has que tus piernas se muevan y lárgate antes de que sea demasiado tarde.
— ¿Makoto-san?— ¡gracias Nitori! El grito de agradecimiento del subconsciente de Makoto y la voz del menor lo sacan de sus ensoñaciones— ¿N-nos p-podemos ir?—nota como en los ojitos del menor se empiezan a formar lágrimas, que de un momento a otro van a caer.
—Claro—y de manera milagrosa lo que aquella vocecita en su cabeza no logro Nitori lo hace en unos segundo—Vamos—los dos comienzan a avanzar y alejarse de aquel lugar.
— ¿Le gustaría ir a mi casa?—la voz del chico a su lado es apenas un susurro.
—Claro—responde de manera vacía, lo único que quiere es poder ir a su casa y hacerse bolita en su cama, también se le antoja no salir de su habitación por al menos toda su vida.
Los dos caminan rumbo a la casa del menor, tranquilamente o al menos eso parece. Seguramente por dentro, al menos en Makoto, yo su conciencia, su voz interna, como quieran llamarme, lo dejo a su gusto, me encuentro recogiendo los pedazos de un corazón roto, destrozado.
— ¿Era su novio?—el de menor estatura es el primero en romper el silencio
—Era—voz rota y sin emoción
—Lo lamento… no quería que viera aquello—el peli plata agacha la cabeza
—No te preocupes… creo que de alguna manera siempre lo supe— dirigio su mirada verdosa al cielo, azul como nunca antes lo habia visto—Se burla de ti—escucho la voz de su subconciente—Callate—le recrimino Makoto-¡Oh! ¿Ahora si me escuchas?—pudo imaginerse perfectamente, en caso de que fuese una persona, como le sonreía con burla y sorna mal disimiladas—Que te calles, genial ahora peleo con mismo, me estoy volviendo loco— ¿Crees que sea consecuencia de un corazón roto?— la pregunta salio con voz burlana, pero el ya no respondio nada.
—Makoto-san—la voz de Nitori le hizo darse cuenta de donde se encontraban—Llegamos— el menor abrió la puerta y le dio paso al oji verde
—Perdón por las molestias—ya en la entrada espero al más bajo, este le tendió unas pantuflas y se las coloco.
—No hay nadie en casa—pudo notar aquel deje de tristeza en la voz de menor—Así q-que no s-se p-preocupe—no soporto, las lágrimas salieron sin tregua, el menor se derrumbó frente a sus ojos sin poder evitarlo y, él como buen observador, en primera fila como se había hecho costumbre en ese día, solo pudo abrazarlo y llorar con él—D-Duele tanto—el más bajo se aferró a la playera de Makoto y lloro aún más fuerte.
Así se quedaron ambos durante toda la noche, hasta que el menor se quedó dormido, y el mayor le llevo hasta su habitación, cuando se iba a retirar las manos de Nitori no le dejaron, es más le apretaron con más fuerza la playera, el simplemente suspiro con cansancio y se recostó junto al menor.
Y en aquel día aquellos chicos descubrieron que los cuentos, son solo eso, pero quien dice que uno no puede escribir su propia historia.