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Por alguien como tú por InuKidGakupo

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Notas del fanfic:

Dragon Ball, sus secuelas y sus personajes no me pertenecen, son obra de Akira
Toriyama y la Toei.

Notas del capitulo:

Una de mis parejas favoritas, ojala les guste!

Se acomodó la chaqueta, mirando en el pardo reflejo de la nave el símbolo de la Corporación Cápsula sobre su brazo, soltando un largo suspiro mientras bajaba sus manos a los costados. -¿Estás listo, cariño? – Bulma colocó una mano sobre su hombro, mirándolo desde abajo, recibiendo una leve sonrisa y un asentimiento.

****

Estaba cansado ya de la situación, no habían parado de entrenar, pasaban horas y horas luchando uno contra el otro bajo la desgastante luz del día, pero eso no era lo que lo molestaba, ni lo que lo hacía querer mandar las cosas por un tubo. Desde que se había decidido a abandonar a su madre y adentrarse en el bosque junto con Gohan no le quedaba más que los arduos ejercicios a su lado, pero ya no daba más, y las masturbaciones constantes por las noches ya no lograban calmar su necesidad, es más, parecía que se había vuelto un esclavo adicto de aquel deseo que lo dejaban harto y asqueado de sí mismo.

Y es que después de tantos días, ver a Gohan, parado en el acantilado lleno de seriedad y calma se le hacía una tarea complicada, encontrarse con su cuerpo desnudo durante las duchas, que evitaba a toda costa fueran juntas, se la ponía dura, tanto que se veía obligado a desaparecer en ese momento, con miedo de que su erección pudiese atravesar incluso su ropa de entrenamiento. Y debía admitir que la situación iba avanzando, empeorando con cada minuto que tenía que permanecer con él a solas.

Al principio no era así, por supuesto, al principio, cuando comenzó a descubrir dentro de sí mismo esa inquietante sensación y gusto por su mentor, algo más allá de admiración o amor filial, se conformaba con tocarse él mismo, con saciar su sed y deseos simplemente pensando en él cada vez que cerraba los ojos y escondía las manos dentro de las sábanas o las duraderas horas en el lago. En aquel entonces no había habido la conocida incomodidad, es decir, durante sus combates, en donde el contacto era simplemente necesario, Trunks se había mantenido tranquilo, al margen, ni con la más remota idea de buscar algo, ni siquiera se sentía con el suficiente valor o coraje de hacerlo.

Eso, por desgracia, se terminó, y el poderoso Trunks yo-puedo-con-esto, se derrumbó presa del tiempo y los desgraciados sentires internos que iban en aumento. Sin embargo, descubrió, después de unos cuantos meses de permanecer juntos, que en la mirada de Gohan había algo, un extraño brillo que había cambiado, algo que se aparecía cuando lo miraba fuera de las peleas, cuando se detenía en la entrada de su cabaña compartida y clavaba los ojos en su figura. Esa, la manera en la que lo miraba Gohan, era la misma en la que él lo hacía.

Lo había atrapado, descubierto infraganti cuando pegaba sus ojos a su trasero, lo hacía cada vez con más cinismo, y él mismo había sido descubierto más de una vez mirándole el bulto a Gohan, mordiéndose el labio para no decir nada cuando la ropa interior en la que dormía le quedaba demasiado ajustada. Y la cercanía, odiaba la cercanía, odiaba esa soledad que lo envolvía, y lo que había sonado a buena idea, ahora era descabellado decir que podían vivir solos sin que las hormonas despertaran sedientas de contacto y deseo.

Era extraño, pero cuando caían las tardes y el silbido de la noche los acompañaba en la reducida habitación donde dormían, y dormir, era exactamente lo último que podían hacer. El ambiente se ponía pesado, la tensión sexual era respirable y se maldecía por eso, insultaba mentalmente a los grillos de afuera que se callaban en los momentos menos precisos, dejándolos en un silencio incómodo, uno en donde la testosterona era palpable y su miembro crecía solo con pensar en toda clase de cosas sucias que podía estar haciendo el lugar de quedarse quieto sobre su enredón.

Llegó el momento, tan solo dos meses después de que cayera en cuenta de sus deseos y seis desde que había llegado ahí con él, que la comunicación entre ellos se cortó de una manera tenebrosa, aquellos momentos de descanso en donde habían charlado sobre toda clase de cosas, reído con tranquilidad y compartido recuerdos, se había reducido a silencios que se extendían en una perpetuidad para ambos, en donde solo hablaban justo lo necesario, cosas como que tenía que mejorar en sus técnicas, ataques, defensa, lo que cazarían y de ahí nada más. Era una lluvia de cosas absurdas con respuestas igual de insignificantes.

Los ponía a los dos más nerviosos de lo que hubieran imaginado, más de lo que les gustaría, acrecentándose mientras iban percatándose de la terrible idea de que lo que sentían por el otro era inevitable y muy difícil de ocultar. Los hacía moverse incomodos, revisarse las manos y acomodarse el cabello más de lo que debían, como si tuvieran que descargar su nerviosismo haciendo algo, adoptando incluso el movimiento desesperado revolviéndose en sus lugares como si les molestara algo. Y era porque realmente lo hacía.

Pero la cosa no acabó ahí, y el poco contacto que tenían fuera de las batallas, esos leves roces accidentales y sin aparente importancia se volvieron un gran detonante. Ambos lo sentían, lo sabían, lo habían notado en el otro desde el primer momento, era reciproco e incluso Trunks había visto como en las últimas noches Gohan se rozaba el pantalón en su zona privada, seguramente asaltado por el mismo picor y cosquillas que él. Contactos tontos como tocarse la mano por accidente mientras caminaban, el roce de sus brazos cuando iban a dormir, o incluso cuando se frenaban en batalla y los agarres duraban más tiempo del que debían incluso cuando ya no se estaba aplicando fuerza ni resistencia los estaba volviendo completamente locos.

Trunks, por esa especie de miedo y aun hostigado por la idea de desear como a nada ni nadie a su compañero, comenzó a soltar un “Lo siento” cada vez que esa clase de contacto se llevaba a cabo, alejando su piel como si la otra fuese fuego. Gohan asentía, o respondía con un “Está bien” sin prestarle mucha atención, o fingiendo que no le prestaba atención, pues era la misma sensación la que experimentaba en cada roce. Trunks era mitad humano, pero parecía aún más humano siendo tan sensible y táctil en esa clase de momentos, y aunque deseaba que después de eso su mano viajara al lugar de su cuerpo que más lo necesitaba, no podía hacerlo, no en medio de los entrenamientos, ni de las duchas, ni de la cena. No podía dejarse en evidencia.

El menor sabía, o más bien, se percató de ello después de que Gohan perdiera la concentración más de una vez en combate por sentirlo tan cerca, de que no eran tan diferentes, de que compartían sus extraños gustos, pero esto no le dio valor al chico, era incapaz de decirle o siquiera insinuarle algo, ni en ese momento y probablemente nunca. ¿Qué le diría de todos modos? No podía admitir y soltar algo como que se masturbaba pensando en él, más específicamente en los recuerdos bien guardados de su entrepierna. No podía, su cerebro no lo concebía y sería como echar a perder tanto tiempo de entrenamiento, era tan loco como gritarle a los androides que lo mataran ahora que podían.

Pero no poder decirle no significaba que se quedaría de brazos cruzados a esperar que esas chatarras terminaran por exterminarlos a ambos antes de que conociera el verdadero placer. Tenía que ver, mirar con atención y tantear que tantas oportunidades tenía, sabía que éstas no eran cero, pero no podía darse el lujo de caminar en falso, necesitaba tener una base, un estándar, algo que le dijera que tan probable era poder tener un acercamiento más allá. Usó, sin embargo, una manera aparentemente inocente de comenzar este contacto, sentándose al lado de él durante los descansos, lo suficiente como para que sus muslos quedaran cerca y se rozaran con el movimiento leve que hacía intencionalmente, también lo hizo sentándose a su lado durante las comidas y tocando apropósito su mano cuando escogían algo al mismo tiempo, y esta vez, cuando se disculpaba por ello, Gohan negaba tranquilo, y Trunks usaba esto para hacerlo más de una vez, incluso se arriesgó pegándosele a Gohan durante las noches, provocando situaciones que daban a más, y aunque el mayor siempre podía alejarse, no lo hizo, no incluso cuando se le veía lo suficientemente nervioso.

Trunks entendía, comprendía que quizá la destrucción del mundo, los androides, las peleas y toda esa basura de la que no quería saber no era pretexto suficiente como para explicar la ausencia de novia de su mentor, todo el mundo tenía necesidades, incluido Gohan, así que la probable explicación era la misma que la de él, le gustaban los hombres, un cuerpo viril lleno de testosterona, pero lo más importante y relevante, era que específicamente el hombre que le gustaba era él. Y nada podía hacerlo más feliz.

Así que el menor decidió dejar de jugar, abandonar y deshacerse de esos movimientos inocentes, buscaba algo, quería encontrar algo, y definitivamente lo obtendría. Descaradamente, de la manera más baja que podía, dejó entre ver, durante los descansos, las duchas, el mismo entrenamiento y las largas noches, su erección. Ese palpitante y doloroso endurecimiento, uno que se asomaba con la más mínima provocación, ese que los ojos de Gohan seguían sin poder evitarlo, en el que se quedaba fijo mientras Trunks fingía no ver, mordiéndose los labios mientras esta se ponía cada vez más y más tiesa ante su mirada. Las descargas también eran más evidentes, incluso lo hacía en las madrugadas, teniéndolo a su lado, lo suficientemente cerca como para despertarlo por los gemidos al llegar al clímax.

Era terrible, agonizante, pero el punto clave en todo eso fue cuando estaban a mitad de un entrenamiento, trató de golpear a Gohan y éste lo tomó de las muñecas, bajando sus brazos después e inmovilizándolo y pegándolo a su cuerpo en un abrazo forzado que se suponía debía torturar y causar dolor, logrando únicamente que su pene olvidara en que situación estaba y que la cercanía y sentir la cadera del otro sobre la suya misma lo despertara. Trunks quiso pelear y forcejear para alejarse, pero esto solo logró excitarlo más, el roce que producían sus movimientos contra el otro despertaba más sus sucios deseos. No quería que Gohan lo notara, pero era casi imposible que no sintiera esa rígida cosa contra su cuerpo, frotándose con cada intento de escape, aplastándose por el agarre que ni uno de los dos ya se estaba tomando muy en serio, haciendo que el menor hundiera la cabeza tratando de esconder su rostro enrojecido por aquello.

Esa tarde, después de que el mayor diera por terminada la sesión mucho antes por ninguna una razón en aparente, Trunks corrió al baño de la casa compartida para liberarse. Y si Gohan, en su muy metido papel de héroe y guerrero no se había percatado de que el otro muchacho estaba loco por él, no le quedaba otra definición más que la de un completo estúpido o ciego. Y ambos sabían que ese chico era un genio súper dotado, así que no podía negar ser consiente de aquello. A él mismo se le había puesto dura como piedra más de una ocasión. Los dos serían muy tontos si no hicieran algo al respecto, se alimentaban de cada pequeña oportunidad que tenían de estar en esas situaciones incomodas.

No fue, sino hasta una noche especial, una en la que ni uno de los dos se esperaba lo sucedido, en donde iban a su par de camas sobre el suelo bajo esa misma tensión en la que se habían encontrado por los últimos tres meses, y sin decir palabra se fueron a intentar dormir, dando un par de vueltas cada uno hasta que se decidieron por una posición, una que los dejaba en una cercanía lo suficiente como para que sintiera el calor uno del otro. Gohan miraba la cabeza de Trunks, quien le daba la espalda en una pose ladina respecto al suelo, acompasado por su respiración calma, como si estuviera a punto de quedarse dormido, muy diferente a él que al tenerlo así pareciera como si no fuera a conciliar el sueño por el resto de su vida. Sus manos, su cuerpo, ¡esa maldita cosa dentro de sus pantalones! Todo pedía, exigía contacto.

El honor, la moral, la guerra, los androides, su madre, su padre, Bulma, todo se fue al carajo mientras extendía los brazos, rodeando al menor desde la espalda, encajando su cadera en el trasero de Trunks, frotando su zona pélvica de una manera tan satisfactoria que le sacó un gemido al muchacho por la sorpresa y lo gratificante del acto. No necesitó preguntarle si quería, lo sabía, y si no era así él era el mayor, el mentor, y tenía todo derecho de exigírselo después de tantas provocaciones. Hundió su nariz en el pelo de este, aspirando su olor mientras sus manos adultas y rudas se movían buscando contacto con su piel, acariciando su pecho y apretando con sus dedos los rígidos pezones haciéndolo incluso dolorosamente.

La sangre se movió por todo su cuerpo, calentando su rostro y bombeando duro en su entrepierna, golpeando cada vez más los glúteos del otro, quien comenzó a moverse también en busca de profundizar aquel contacto. Lo movió, subiéndose en él y apresando los labios de Trunks entre sus dientes, se sentía como un animal hambriento sin alguna clase de pensamiento lógico. Deseaba recorrer su cuerpo, aspirarlo, arrancarlo todo con sus manos. Le quitó la ropa, mientras el movimiento de sus cuerpos se volvía más lascivo sin llegar a nada en concreto aun, su temperatura aumento a tan grado en el que era asfixiante, flamas y fuego sobre su piel, sus cuerpos que chocaban cargados de testosterona, hormonas, sudor. Aplastó su hirviente erección contra la del menor, la masculinidad excitante, suave y firme, tan apetitosa de tantas maneras.

Alzó sus piernas sobre sus hombros, ¡Que vista! Se colocó en posición, exigiendo más con su boca de sus labios mientras acomodaba su hombría en aquella entrada, empujando duro hasta llegar al fondo, sintiendo como el aire se le escapaba al mismo tiempo que un fuerte gemido de Trunks fue ahogado en su boca. Sólo quería sentir su piel en sus dedos, esa deliciosa unión que tenían sus cuerpos, el escalofrío que sentía cuando el menor jadeaba diciendo su nombre, apretando su espalda e incluso lastimando con eso su piel, dañándola al clavar sus uñas cada vez que se movía con más frenesí sobre su cuerpo.

La sensación era fría y caliente, cualquier lógica quedaba absuelta en ese instante, Trunks sentía el largo pene dentro de él, rasgando, provocándole la sensación más estremecedora, lo volvía loco con cada beso y cada vez que su roce en esa cavidad era más rápido, palpitante contra las paredes que lo rodeaban creando la sensación más placentera. Eso era mejor que cualquier masturbación que hubiese hecho antes. Gohan no lo soportaba más, estaba enloquecido, como una fiera que hubiese sido amansada por más de veinte años, una que finalmente había sido liberada y que ahora buscaba la plenitud total. Besó el cuello de Trunks, bajando un poco más con la punta de su lengua hasta que sus dientes chocaron contra su clavícula, mordiéndolo un poco más abajo. Trunks gritó cuando sintió los dientes del otro atravesar su piel, clavándose y drenando su sangre por la herida, pero lejos de sentir dolor, se sintió gratificante, mientras la saliva funcionaba como veneno dentro de su cuerpo.

Lo había marcado como suyo en ese momento, y la idea lo hizo soltar una leve risa antes de que Gohan volviese a su boca, besándolo y compartiendo su propio sabor de su sangre en su lengua. –Gohan… ¿Sabes… sabes lo que mucho que significas para mí? – apenas dijo, aferrándose a su cuello, clavando sus dedos en la melena negra mojada por el sudor. El mayor le beso lentamente, sin detener en un momento sus movimientos.

-Trunks, no hables…- el menor pasó desapercibido aquella evasión que no iba más que en cariño que otra cosa, volvió a sonreír, hundiéndose en convulsiones propias del orgasmo un poco antes de que el otro lo hiciera dentro de él sin ninguna consideración, atacando su boca en besos cargados de pasión retenida por ambos.

****

Levantó su espada del suelo, acomodándosela tras su espalda y abrochándola al frente en su pecho. Revisó una vez más que las cápsulas fueran las correctas, que no olvidara la medicina de Goku y que estuviera todo en su lugar. Caminó un poco, rodeando la nave mientras su madre revisaba por enésima vez que las fechas estuvieran correctas y que la funcionabilidad de la máquina le asegurara la estabilidad y vida de su hijo. Halló ahí, plasmado en color negro sobre el fondo amarillo la palabra que no abandonaba su mente desde hacía muchos años. “Hope” leyó, acariciando con la punta de sus dedos las letras, aquel mensaje que tenía más significado que cualquier otra cosa. –Todo está correcto – avisó, asomando su cabeza por un lado y sonriéndole a pesar de su nerviosismo.

-Es hora de partir…- dijo él, recibiendo a su madre una vez que ésta bajó por la escalera.

-De acuerdo, asegúrate de darle la medicina a Goku, lo necesitamos… más que a nadie – aclaró a pesar de que cada uno tenía un nombre diferente dentro de su cabeza.

-Goku…- murmuró el chico, palpando el frasco de medicina sobre su corazón.

-Sí, después de todo él es la razón del viaje – aclaró, colocando las manos en jarras, muy convencida de eso.

****

Era su culpa. Era su culpa y no podía dejar de repetírselo incansablemente. Sus ojos claros se alzaron para mirar al hombre más alto que de espaldas se miraba en el espejo atentamente, sin apartar su mirada de ese punto en donde antes había algo, su brazo, y ahora había solo un hueco vacío. Su madre los había encontrado inconscientes en medio de una feria en la ciudad, a él vivo, estable, entero… pero a Gohan…

Chasqueó la lengua, despreciándose y odiándose a sí mismo como no había hecho en tanto tiempo, la impotencia y la necesidad de querer hacer algo, de vengar aquello, de cobrárselo con sus propias manos, de pagar el precio de haber cometido una imprudencia y de haber llegado a eso. El mayor le miró por el reflejo en el largo espejo de cristal frente a él, observándolo sentado en la orilla de la camilla donde reposaba hacía tan solo unos momentos. Trató de sonreírle, pero encontró en el rostro endurecido del chico que no cabía una posibilidad de aquello. Todo en sus facciones se reducía a odio y rencor.

Salió del cuarto a grandes pasos, dejando a su madre y mentor solos, deseaba poder hacerse de más fuerza, más poder. Necesitaba dedicación, fortaleza, empeño, y huyó buscando eso, desgastándose solo en las montañas, peleando contra un ser invisible que partía con su espada imaginando que eran los androides los que volaban en mil pedazos. Imaginando que era él mismo y se podía eliminar, borrar de todos sus errores con difuminar su propia imagen en el viento. Gohan debía odiarlo, lo sabía, y es que no había sido toda su culpa que esos bastardos decidieran ese día para exterminarlos de una vez por todas.

En la noche, descansando unas pocas horas sobre el duro y frío suelo pastoso de la intemperie, lo recordaba, recordaba a su maestro enseñándole algo más que técnicas. Cosas de las que no era merecedor. Lo que había hecho había sido la peor cosa que cualquiera podía hacer, había dejado manco al que debía ser el salvador del mundo, manco, manco cuando debía ser él el afectado, cuando debía estar muerto en lugar de aquella catástrofe, el brazo de Gohan era más útil que todo él.

Para su desgracia o fortuna su soledad no duró más de dos semanas, Gohan descendió un día con ese rostro serio y sombrío que cargaba cuando tenía que enfrentarse a cosas difíciles. “No vale la pena huir” le dijo, y Trunks no podía siquiera guardar las lágrimas y las ganas de arrastrarse y pedirle perdón de rodillas, no había sido lo suficientemente valiente como para enfrentarse a él desde ese día. El menor contestó, con la voz temblorosa y más dubitativa que otra cosa, aquello que había tenido en su mente por tanto tiempo. “Tu brazo…”

Pero desde que Gohan había tenido el papel de maestro, de hombre tan solo a los doce años, a enfrentarse a situaciones mortíferas que nadie de su edad debía siquiera conocer y él las afrontaba día a día obligándose a madurar, había comprendido y aprendido bastante como para que algo como eso le importara. Sonrió, tomando el rostro del chico con su única mano, pasando su pulgar por uno de sus ojos para borrar superficialmente aquel sufrimiento. –Aun puedo abrazarte…- dicho esto lo rodeó, recargado su barbilla en la cabeza del joven, quien se aferró a su pecho soltando todo aquello que sentía y lo angustiaba.

-Lo arruiné todo… perdóname…- soltó, escuchándose ahogado por el llanto y por la ropa contra la que lloraba.

-No arruinaste nada, todavía no soy completamente inútil… aún existen un par de cosas que te puedo enseñar…- le expresó, separándolo un poco para mirarlo a la cara.

-Pero, tú eres la esperanza de la tierra – aseguró con firmeza, y la sonrisa en el rostro del mayor desapareció.

-No, Trunks, yo no liberaré a este mundo… tu eres la verdadera esperanza, así que te pido que no te arriesgues ni te lamentes por cosas como esas… - Trunks expandió los ojos ante aquello, no entendiendo, o no deseando entender lo que decía.

-¿Verdadera esperanza? – preguntó, y Gohan volvió a acercarlo a su cuerpo, estrechándolo con todo lo que tenía, eso que se volvía irreal por la profundidad del sentimiento.

-Tu traerás la verdadera esperanza a este tiempo…- Trunks podía escuchar el latido de su corazón contra su oreja, el sube y baja de su pecho y el suave siseo de su respiración. –Por la tierra, las personas, los animales, por tu madre, por tu padre, por el mío… - se detuvo, apretando los ojos con pesar. –Por mi…- el menor se sobresaltó al oír aquello, asustado, pues sonaba como si se estuviera dando por vencido en ese momento, como si se estuviera dando por muerto.

****

Saltó a la máquina, encendiéndola y siendo brevemente abrumado por el ruido del motor, que aunque era leve, lo ensordecía en el lugar donde se encontraba. Levantó el brazo, bajando la capota de cristal, logrando únicamente que el sonido se volviera más sordo, pero se acostumbró con solo un par de segundos más. El año resplandecía en color rojo sobre una pantalla justo al frente. Había llegado el momento de cambiar, de hacer algo y de poder sentirse satisfecho finalmente, de poder cambiar el destino de la tierra y de todos los guerreros Z. Miró a su lado, observando a su madre desde abajo, con las manos juntas sobre su pecho, preocupada, pero en sus ojos había algo más, había ese toque de la tan ansiada esperanza.

-Hope -

****

A veces pensaba en ello, pensaba en él, en las cosas que dijo en las que hizo y las decisiones que tomó. Posiblemente no habían sido muy buenas, pero al fin y al cabo ya no podía hacer nada ahora, no después de tanto tiempo. Cruzó sus manos sobre su pecho, atento al techo de su habitación, esa a la que había vuelto hacía ya más de dos años después de la muerte de Gohan, pensando, sintiendo, recordando. Era fuerte, lo sabía, pero uno simplemente no puede controlar los deseos y las sensaciones, las necesidades.

Gohan. Su imagen, su cuerpo, su voz, esa risa insolente que cargaba en su rostro. Su mirada perdida, gimiendo su nombre, clamando por más, pidiéndole a gritos que lo hicieran. El cosquilleo en su entrepierna se hizo evidente, y sus manos buscaron su herida, esa que llevaba en su pecho, una que no había dejado cicatrizar, no para seguir teniéndola plasmada, gritando que tanto le pertenecía, que tanto era de él. Clavó los dedos sobre la delgada piel, dando paso a la sangre que brotaba, sintiendo que era su boca, sus dientes lo que lo hacían, como lo había hecho en más de una ocasión.

Las imágenes se hacían reales, y pronto podía tener un muy real espejismo sobre su propio cuerpo, mientras sus dedos exploraban su propio cuerpo, su propia cavidad imaginando que era él. Siempre había podido y logrado controlar sus deseos, pero esa noche cedió, aun cuando su mente aseguraba que podía contra eso, que sus leves excitaciones pensando en él no eran más que un montón de vagos recuerdos. Pero lo escuchó de nuevo jadear en su oído mientras se acercaba a la liberación sexual.

Era consiente, lo sabía, sabía que jamás nada podría quitarle a Gohan de la mente, de su cuerpo, lo había hecho suyo y ningún poder en la tierra cambiaría las cosas sin importar el tiempo ni los acontecimientos. Recordó sus contactos, y no aquellos en donde luchaban por volverse fuertes, solo aquellos que dejaron una marca verdadera sobre su piel. Y aquel veneno que había infiltrado en su cuerpo aun corría por su sangre, matándolo en vida, pero al mismo tiempo dándole fortaleza para vivir, porque le recordaba su razón, porque no iba a desperdiciar el sacrificio de su mentor, de su esfuerzo por mantenerlo a él con vida.

Por más que hubiera deseado morir en más de una ocasión e incluso que él mismo quería terminar con su vida, no lo hacía, porque Gohan confiaba en él, lo había hecho hasta el último momento de su vida. Y a como diera lugar, Trunks traería la paz al planeta, él cargaba con la esperanza de todos, la de él, la de Gohan. Y algo le decía que incluso sabía que iba a morir, y por eso aquellas palabras habían salido de su boca, que había dado su vida a cambio de la suya, pero al final jamás perdía la esperanza. Esperanza. Que palabra tan repetitiva y peculiar, la había escuchado a lo largo de su vida infinidad de veces, en boca de todos, pero hasta ese momento fue consciente de que tan poderosa era.

Esperanza era lo último que les quedaba, en la única cosa intangible en que podían confiar.

Su madre le obsequió, después de unos días tras la muerte de Gohan, una fotografía de los dos juntos, una de esas que ella tomaba en los pocos momentos de paz, en donde las sonrisas aparecían en ratos distantes, sobre cosas incluso insignificantes, pero absolutamente inolvidables. Aparecía sonriendo, tan alegre, vivo y completo como lo recordaba su fiel memoria, y le gustaba mirarlo así.

Giró sus ojos al mueble a su lado, observando en un portarretratos viejo aquella imagen que guardaba. La tomó, admirándola un par de momentos más antes de guardarla en el cajón del mueble, cerrando adecuadamente, a sabiendas de que si no lo hacía, no lograría dormir bien por el resto de su vida. No estando con Gohan en el mismo cuarto…

****

La nave se elevó, y la mujer en el suelo extendió los brazos a modo de despedida, agitando las manos mientras se forzaba a sonreír para darle confianza. “Esperanza” repetía su mente, sonriendo esta vez sinceramente, con la misma sensación vacía y aún sin fundamentos, a punto de aventurarse a algo de lo que no estaba seguro, de lo que ni siquiera sabía si funcionaría. Pero no había marcha atrás, estaba dispuesto a cargar con eso y traer verdadera esperanza a su mundo.

-Verdadera esperanza…- las palabras de Gohan aparecieron en su mente y una nueva y renovada felicidad apareció. –Por el planeta, por las personas que creen en que esto cambiará, por los guerreros Z que dieron sus vidas en busca de la paz… pero más que nada, por alguien como tú, Gohan, por alguien que fue capaz de confiar ciegamente en que había una oportunidad… una esperanza… en mi…- la luz brillante lo hizo achicar los ojos, y por primera vez fue lo suficientemente resistente para no llorar. –Por todos ustedes volveré y salvaré el pasado… el futuro… y también este mismo presente… -

Notas finales:

Bueno, me gustaría profundizar más en sentimientos, pero este fic fue un leve descanso entre dos que escribo, así que lo puse corto, pero algún día haré uno largo de ellos. Espero les haya gustado tanto como a mí, saludos y besos!


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